Vacaciones raras
Por culpa del coronavirus, las vacaciones son distintas y sin planearlo, sin pensarlo, me encuentro en las vacaciones más raras de mi vida. Con un grupo de varios matrimonios mayores que yo
Ya se acabaron las vacaciones y en casa, preparado para trabajar, pero antes, un relato.
Este año no había preparado ningún tipo de vacaciones porque con lo del virus dichoso, no sabía si es que se podría salir. Al empezar a vislumbrar que si se podría ir de vacaciones, empecé a hacerme planteamientos. Tengo varios grupos de amigos, los del fútbol, los de toda la vida, los del trabajo, etc. Pues en los del fútbol que nos llevábamos muy bien, tomando unas cervezas Xavi que llevaba una agencia de viajes, nos propuso irnos todos juntos a una casa rural, ya fuera un hotel rural o casas individuales. Nos decía que buscaría una para que fuéramos los únicos y sin nadie más, más seguridad para todos. 24 horas después nos mandó por correo distintos lugares y opciones. Para mi cualquier sitio me venía bien, el problema lo tenían sobre todos las parejas con hijos. Xavi creó un grupo de WhatsApp y lo primero que aparecieron fueron los que aunque les había parecido la idea perfecta, empezaron a darse de baja. En parte era lógico, porque por ejemplo de todos los del fútbol, yo conocía solo a cuatro de las mujeres, del resto solo sabía lo que comentaban y algunos no conocían a ninguna de las mujeres, lo que hacía complicado que las mujeres quisieran aventurarse a pasar una temporada con personas desconocidas.
Xavi metió prisa a todos para poder reservar el sitio y según el número de personas que fuéramos, sería en un lugar o en otro. Al final se cerró en 9 parejas y el soltero, el más joven de todos, el que escribe. Dos de las parejas irían con niños. Voy a dar un gran salto e ir a lo interesante. Todos irían con un día por delante. Mejor así, cuando llegara ya estaría todo organizado. De las mujeres que iban conocía a dos, una que vestida estaba bien y otra que era del montón. A las otras 7 no las conocía. Como he dicho llegué con un día de retraso, esperaba que hubiera habitaciones individuales, no las había porque eran casas pequeñas. Algunas eran restauradas y otras eran nuevas, pero construidas dándole un aire antiguo. Xavi salió a mi encuentro, iba muy veraniego con bermudas y una camiseta de manga corta, me indico con manos y brazos donde aparcar. Era un aparcamiento al aire libre pero bien techado. Me ayudó a llevar mi equipaje y mientras me preguntaba por el viaje y con eso iniciamos la conversación.
-- Espero que no te mosquee, pero como aquí no hay casa principal con habitaciones, te toca en una de las casas grandes, que están ocupadas con las parejas con hijos.
-- Estarás de coña, no???
-- No lo estoy, pero que tienes tu habitación privada con baño. Que es que las otras el baño es común. Mira la habitación y si no te gusta buscamos una solución, lo importante que todos nos sintamos cómodos.
-- Es que además si conociera a la mujer, si hubiera tenido trato con ella y los hijos, sería distinto. Es que hasta ellos se sentirán incómodos.
-- Que no, que ya está todo hablado.
Nos encaminamos a la casa que me tocó y eran de las nuevas que parecían viejas. Cocina minúscula, un aseo, dos habitaciones arriba y una abajo, la que sería la mía. No era especialmente grande, pero tenía un baño con ducha y estaba muy limpia. Al entrar ya vi algún juguete por el suelo y ahora quedaba ver quien me había tocado en suerte. Le pregunté a Xavi y me dijo que era Ernesto y su mujer. Por ese lado respire un poco más. Ernesto y yo jugamos en el mismo equipo, no es que seamos amigos íntimos, pero nos llevamos muy bien, tiene 44 años y además de fútbol practica otros deportes. Su mujer ni idea de cómo era. Fuimos a ver al resto que estaban tomando el café después de comer. Me presentaron a las mujeres que no conocía y la última fue la mujer de Ernesto, Sandra que tiene 41 y lo sé porque él me lo comentó. Estaba buenísima y menuda “pájara” te derretía con la mirada. Solo hizo el comentario, “así que tú eres nuestro compañero de piso o mejor dicho casa, Jajajajaja, no se permiten visitas nocturnas Jajajajaja” un chiste bastante malo, pero hubo que reírse. No me quite la gafas de sol y mientras tomaba un café que me trajeron, eche un vistazo a todas las mujeres que había. No todas estaban super buenas, pero todas sin lugar a duda tenían un buen polvazo. Las orejas se me pusieron de punta cuando oí como empezaban a organizar nuestra estancia en ese lugar.
Me di cuenta de quienes mandaban o querían mandar, entre ellas Sandra y después de que los demás por asentimiento aceptaran, me preguntaron a mí y no quise ser tan “disciplinado” y obediente. “A mí me vais a disculpar, pero yo voy a mi bola. Vosotros programaros los días como queráis y si coinciden con los míos, pues los pasaremos juntos y si no, cada uno por su lado, que no pasa nada” sus caras no eran de agrado, pero se tuvieron que aguantar. Transcurrieron los días sin novedad. Coincidíamos en la piscina, como se movían poco de allí, no coincidíamos en mis escapadas a ver la zona. Con los que mejor me empecé a llevar eran con los críos de Ernesto, nos gastábamos bastantes bromas y los tenía siempre encima. No me molestaba en absoluto. La confianza con Sandra fue en aumento. Pasó de estar siempre arreglada en la casa, a ponerse más cómoda, como hacíamos su marido y yo. El momento más especial hasta ese momento, fue esa noche, que mientras hablábamos su marido y yo, ella fue a acostar a los niños y luego bajó. Tardo un poco más de lo habitual y cuando lo hizo, me dieron ganas de “asaltarla” se había colocado un pantalón corto negro apretado que le hacia un buen culo y una camiseta desgastada de color gris, sin sujetador y se notaba el movimiento de dos tetas grandes y marcando pezones.
Se movía por en medio, recogiendo lo que habían dejado sus hijos y era tentadora. Iba casi todos los días, a un pueblo que estaba a 40 minutos andando. Una noche Sandra y Lucía se quisieron apuntar a ir al pueblo al día siguiente. Me hubiera gustado mas que solo viniera Sandra pero la propuesta fue de esa manera. Lucía era otra de las que estaba muy bien, era más baja que Sandra, que mediría el 1,70 y con menos tetas, pero mejor culo. La edad debía de ser la misma. Acepte y lo único que les recomendé, que buen calzado y ropa cómoda. Al levantarme por la mañana Ernesto que ya estaba levantado, me dijo que su mujer ya estaba fuera esperando y me hizo el signo de la cruz, riéndose me decía que no debía de haber aceptado, que me volverían loco. Las vi hablando con algunas de las otras y el viaje me iba a sentar mal. Las dos llevaban unas mallas que era para darme un ataque, menuda ropa se habían puesto, cómoda para ellas, pero para mis ojos fatal. Me di cuenta de que eran andadoras, el ritmo que marcaba lo aguantaban sin quejarse. Como el que conocía el camino era yo, iba delante y pensé que era mejor.
Llegamos a una zona del camino, había que subir unas pocas pendientes y bastantes desniveles, no era un camino en sí, pero se adelantaba mucho. En un tramo subía y desde arriba estiraba mi brazo y cogiendo sus manos las ayudaba a subir. En otra parte ellas querían hacerlo solo. La primera que lo intento Sandra, que se agarró a unas ramas y lo intento, pero estuvo a punto de caerse y fui rápido, puse mis manos en su culo y empuje haciéndola subir. Tenía un buen culo. Con Lucía fue mejor, desde el principio la ayude y saboree más el tocarle su culo, bien duro que lo tenía. Mientras seguíamos andando me dije que uno de esos culitos me lo tenía que follar. Fue un paseo muy divertido y la vuelta mucho mejor. Porque Lucía se torció el tobillo, decía que no podía andar y me ofrecí a llevarla a caballito. Quise tantear cómo era y no me lo pensé. Como mis manos las tenía atrás sujetándola por su culo, decidí acariciarlo descaradamente y que ella no tuviera dudas. Al no protestar ni decir nada continué y en una parada, mire su tobillo de nuevo, no se le veía inflamado y fue cuando Sandra le preguntó si ahora que el camino era más llano y sin complicaciones podría andar. Lucia mirándome dijo que le era imposible, salvo que yo estuviera cansado y le dije que podía seguir llevándola. Esta vez cuando la subí, le di un pequeño azote en el culo y ella me pellizco en el pecho. Teníamos buena complicidad.
Ya veíamos las casas donde estábamos y Sandra se empeñó en adelantarse para pedir ayuda. Nos cansamos de decirle que no hacía falta, con la excusa de que no preocupara a nadie, pero ella fue a su bola. Nosotros continuamos y ya vimos venir a un grupito, en ese momento le dije a Lucía, “bueno ya me estropearon el viajecito, pero que sepas que este culo me lo tengo que follar, si o si, qué te parece?” se puso vergonzosa y se agacho hasta morderme la oreja, diciéndome, “a mí no me parece mala idea, pero no creo que a Isidro (su marido + de 40) le haga ninguna gracia” paramos cuando llegaron e Isidro quiso llevarla a caballito, le caían gotas de sudor como puños hasta que la dejó en el suelo. Físicamente no estaba para llevarla, Isidro bordeaba bien los 120 kg y no llegaba al 1,70. Ella para no dejar mal a su marido, se ofreció a intentarlo ella sola, pero eso sí, apoyada sobre él. Cuando llegamos me ofrecí a llevarlos en el coche para que la vieran y eso hicimos. Era un pequeño esguince. En vez de vendárselo, le mandaron una tobillera, para que así pudiera bañarse, que le vendría bien al tobillo. La vuelta íbamos hablando Isidro y yo, mientras ella me provocaba desde atrás al verla por el espejo retrovisor. Llegamos y todos preguntaron, ese día no me fui a comer fuera y me quedé con ellos. Después de comer, había un desperdigamiento general y se iba a echar la siesta o a jugar al mus. Sandra le dijo a Ernesto que vigilara a los niños que ella se iba a echar una siesta y yo ya había dicho que iba a hacer lo mismo. me sorprendió que al entrar en la casa se puso a hablar conmigo.
-- Hay que ver lo tonto que sois los hombres.
-- Por qué lo dices o por quién?
-- Lo digo en general, pero esta vez en concreto por ti. Os mueven el culito y os volvéis tontos babeando.
-- Por quien he babeado yo?
-- Por Lucia, que me he dado cuenta.
-- Imaginaciones tuyas.
-- Imaginaciones? Que te crees que no he visto como magreabas el culo de esa zorrita?
-- Si hubiera sido así, sería problema nuestro, no tuyo. Y lo de zorrita no está bien, que una mujer tome la iniciativa no es para llamarla de esa manera, lo mismo ella se ha atrevido a hacer algo que tú no te atreverías.
-- Me atrevería a eso y más.
-- Eso es lo que tú dices.
-- Entérate listo, mi marido no me lo prohíbe, es más es me anima, soy yo la que he dicho que no. (lo dijo sin pensar y se dio cuenta cuando lo dijo)
-- Pues si es así, que me cuesta creerlo (aunque estaba seguro de que era verdad) eres tú la que pierdes el tiempo no aprovechándose y otra cosa llamativa, ni una noche se os ha oído hacer nada, eso sí es preocupante.
-- Pues será así, perderé el tiempo, pero por favor no le digas a Ernesto que te lo he dicho, por favor, no sé cómo se lo tomaría y de mi vida íntima no te voy a hablar ni a dar explicaciones.
-- No se lo comentaré a nadie. Pero esta noche ponte una camiseta más ajustada y sin nada de bajo, la más ajustada que tengas, no es un chantaje es un favor.
Me fui con los que estaban jugando el mus, que eran Ernesto con otro de pareja e Isidro con otro. Se tiraban jugando un mínimo de dos horas. A parte de Sandra la otra que no estaba era Lucia. Su casa estaba a escasos metros de donde estábamos. De pronto la vi por la ventana. No me corté, di un rodeo y acabé yendo a su casa. Llamé y tardó en abrirme, se quedó cortada y me dijo si estaba loco. Entre y se puso nerviosa. Estaba solo con la parte de abajo del bikini y una camiseta con tirantes sin sujetador. Quería que me fuera y sus pezones se pusieron tiesos en segundos. Le di un señor morreo y ya no insistía con la misma intensidad para que me fuera. Hice que se sentara junto a la ventana, desde donde se podía ver y oír a todos. Sin apenas mover la boca me preguntaba que iba a hacer y no la contestaba, me puse a acariciar sus piernas estando casi tumbado en el suelo. Fue abriendo las piernas, hasta que solté los lazos de las caderas y le quite la braga del bikini. Tenía el pelo del pubis bien recortado y en los labios vaginales ni uno. Fui a acariciar su coño y mi dedo entró de golpe de lo mojada que estaba. Me moví más y metí mi cabeza entre sus piernas, ella se colocó mejor y mi boca llegó perfectamente a su coño. Me agarraba la cabeza y solo sabia decirme, “cabrón, hijo de puta, cabrón, hijo de puta…” estaba en bucle. Hasta que se corrió, se aguantó pero al final soltó un pequeño grito, pequeño pero que se oyó fuera, porque su marido le preguntó y ella poco como excusa, que piso mal.
Me miraba como si hubiera hecho una travesura, esa situación la tenía cachondísima y se le notaba. Me aparté para que no se me viera y me puse de pie, me desabroche mi pantalón y me saqué el rabo. Paso de cara de cachondísima a cara de golosa y cuando con mi mano hice unos movimientos, era cara de vicio lo que puso. Se movió poquísimo, lo suficiente para estirar su mano y agarrarlo, empezó suave y continuo con mucha intensidad, hasta que se movió del todo y se lió a hacerme una mamada. Saliéndole babas de la boca me decía, “no se en el culo, pero en mi chocho entra SI o SI, venga hazlo” se giró, atrajo la silla en la que había estado sentada y se apoyó dejando el culo a mi disposición, sabía después de varios días sin meterla en caliente a gloria, como entro mi rabo. Todo iba de puta madre hasta que Sandra y otra preguntaban por Lucía a Isidro y este las animaba a ir en su busca que seguro que estaba aburrida de estar con la pierna en alto. Tuvimos que parar y de muy mal humor y con rabia Lucía exclamó, “estas dos me tienen hasta el mismísimo coño, que putas que son. O sales por una ventana o esperas que salgamos y sales tú luego”
Como en la habitación de ellos había un ventanal que daba al exterior, por allí me fui. Una hora después aparecieron las tres. Acabó la partida de mus y al final me fui a la piscina, los críos de las dos parejas se vinieron corriendo y me tocó hacer de canguro. La verdad que me lo pasé bien. Las madres vinieron por sus hijos y mientras la otra me regalaba una sonrisa dándome las gracias por haber cuidado de sus retoños, Sandra masculló un gracias forzado. Me quede nadando ahora solo y disfrutando de esa paz que dejaron. Cenamos todos juntos y al empezar a llover nos fuimos cada uno a su alojamiento. Sandra fue a acostar a los niños y cuando bajó, lo hizo más casta que ningún día. No me hizo caso y no tardó en irse a leer un libro a la cama. Ernesto me hizo una confidencia, “me voy para arriba, porque Sandra está con el morro torcido, que lo que ha dicho de irse a leer un libro es una excusa, algo le ha pasado” y también me fui yo a la cama.
El día siguiente fue un día ya habitual, yo hice mi comida fuera y regresé a las cinco de la tarde. Estaban los que jugaban al mus, que se empeñaban en enseñarme a jugar, no me dejaba convencer, porque aunque muchos me critiquen, no me llamaba la atención el mus. Me gustaba más el póker en distintas modalidades. Me fui a por una cerveza, que prácticamente me la tomé de un sorbo y cuando cogí otra apareció por detrás Ernesto, que me dio un palmetazo, quería hablar conmigo, me cogió desprevenido.
-- Quería hablar contigo rápido de una cosa si te viene bien ahora.
-- Me iba a dar una ducha, pero si no es muy largo me viene bien.
-- Es por lo que te dijo Sandra ayer, que se ha quedado muy preocupada y está muy avergonzada y cortada.
-- Pero qué dijo?
-- Me gusta tu discreción, no me esperaba menos de ti. Me refiero a lo de que yo animaba a Sandra a ya sabes.
-- Por eso lo dices? Pues no le di mayor importancia, porque imagine que eran juegos entre vosotros sin mayor trascendencia y que al picarla yo, se rebotó y me dijo eso.
-- Eso es verdad, son juegos entre nosotros, pero entre tú y yo, juegos no tan inofensivos, ya me entiendes.
-- Jajajajaja, sea lo que sea da igual, aquí con tanta gente imposible y con niños más imposible.
-- Algunas veces lo imposible se convierte en posible. Jajajajaja.
Después de esa breve conversación me fui a dar una ducha. En la cena hubo un pequeño debate sobre el mus. Los cuatro que lo jugaban se quisieron meter conmigo y les salió mal, porque el resto protesto porque se podía buscar un juego donde participáramos más gente y llegamos al póker, donde varios decían que no les gustaba jugar con dinero y si no había dinero de por medio, era un aburrimiento. Una que solía ser bastante callada (Carmen de 38 calculo) dijo, “nos os acordáis de más jóvenes? Se puede jugar con prendas y órdenes, que también es muy divertido” fue un tema de conversación acalorado. Un grupo decía que sí, otro que no y los que dicen que lo que diga la mayoría. Siguió la conversación con el tipo de prendas y cada uno decía algo. Los había muy atrevidos, todo se en farrago más y se puso con más tensión cuando me tocó responder a mí, “creo que lo tenéis que pensar bien, no vaya luego a haber remordimientos y enfados, hay que ser maduros y con las ideas muy claras, que por mí, jugamos ahora mismo” algunos se lo tomaron como un menosprecio, como si les insultara por no atreverse. Xavi tranquilizo a algunos y cambiamos de conversación, no tarde en marcharme. Llegué a mi habitación me puse ropa cómoda y me bajé a la entrada, a tomar un poco el fresco, que allí de noche la temperatura bajaba bastante.
Vi que llegaban Ernesto y Sandra, pero solos sin los niños. Me extraño y Sandra se metió dentro de la casa a preparar una bolsa con los pijamas de sus hijos, que esa noche se quedarían con la otra familia que habían traído niños, que querían pasar una noche juntos y les dieron el gusto. Ella iba a llevárselos cuando Ernesto dijo que lo llevábamos los dos. Ni me había consultado. No es que fuera mal vestido, llevaba unas bermudas, una camiseta de manga corta y unas chanclas. Hicimos el camino sin prisas, les entregamos la bolsa y no nos entretuvimos mucho, lo justo para Ernesto reiterarle a sus hijos que se portaran bien y obedecieran. De regreso saltó la liebre.
-- Se que lo mismo te meto en un compromiso. Lo he hablado con Sandra y por lo menos está dispuesta a intentar algo. Ya me entiendes. Si no quieres saber nada, me lo dices y ya te doy yo una cobertura para que no quedes mal.
-- Ernesto estás seguro?
-- YO????? Segurísimo. La única que tiene dudas es ella y lo mismo tu. Se que lo mismo es un marrón así de sopetón y más si nunca te has visto en una igual.
-- Me encuentro muy seguro y no será mi primera vez. Dime que es lo que queréis?
-- Si ya lo has hecho antes, me tranquiliza porque tengo mucha teoría en mi cabeza, pero de practica CERO.
-- Pues empieza diciéndome esa teoría.
-- Que quiero que lo pasemos bien los tres. Quiero ver a mi mujer pasarlo de puta madre con otro. Lo que no quiero es quedarme al margen. Tampoco quiero que mi mujer tenga que hacer algo que no quiera. Todo va por ahí y tú, qué sueles hacer o cómo eres?
-- Voy bastante a mi aire, soy muy dominante y si la situación lo da, un poco “agresivo” con la mujer. Entiende que lo de agresivo no es violencia. No te asustes. No hace falta que me des muchos detalles, como es Sandra en general?
-- Los dos somos muy clásicos.
-- A qué llamas clásicos?
-- Pues a lo normal y que el 99,99 por ciento de las veces lo hacemos en la cama. Ya llegamos, no sé si se habrá arrepentido, si no quiere no te mosquees por favor.
Le tranquilicé y entramos en la casa. Ella no estaba en la planta de abajo y como se suponía que yo no sabía nada, porque Ernesto no me tenía que haber dicho nada, ya que ella quería que todo fuera de forma casual si es que se daba algo. por eso nos sentamos y actuamos con normalidad como otras noches. Le escribió por WhatsApp diciéndole que ya estábamos allí. La respuesta de ella no tardó en llegar, preguntándole varias veces si me había dicho o insinuado algo, él en todas las ocasiones le dijo que no y su último WhatsApp fue para decirle a su marido, que cada vez estaba más insegura y menos convencida. La escuchamos cuando bajaba, porque además iba hablando por el móvil. Como los asientos daban la espalda a la puerta no la veíamos, hasta que pasó por delante y se sentó en un sillón. Se puso una falda corta, corta. Una rebeca abotonada que dejaba ver poco, pero es que refrescaba demasiado. Las piernas y los muslos ya se los había visto bien en la piscina, con esa falda era más erótico. Se despidió y le pasó el móvil a su marido que se puso a hablar con quien fuera. Se levantó a ponerse un cubata y me dio la espalda, la falda que era ajustada le resaltaba el culazo. Antes de sentarse se quitó la rebeca y si llega a estar más cerca me saca un ojo con los pezones. Llevaba una camiseta ajustada a tope, con buen escote y sin sujetador. Nos miramos guiñe un ojo y me mordí un labio. Ella se puso un poco colorada y aguanto su sonrisa de satisfacción. Pero estaba claro que nunca se habían visto en una situación igual, los dos estaban demasiado nerviosos.
La conversación era incoherente porque saltábamos de un tema a otro. Me tocó reconducir ese momento porque todo se iba al garete. Xavi propuso poner algo de música y desde su móvil y con un pequeño altavoz con bluetooth puso música melódica. No di más tiempo a que se pensaran las cosas, me levanté y le propuse bailar a Sandra, que se puso roja del todo. Ernesto la animó y dijo que apagaría alguna luz. De alguna nada, apago todo menos la luz de la campana de la cocina. Antes de acabar la primera canción, mi rabo estaba más duro que nunca y ya se pegaba al cuerpo de ella, que no se apartaba. Según Ernesto no podía decir palabras fuertes, ni ser ordinario o grosero. En la siguiente canción mis manos ya estaban un poco más debajo de su cintura, en la frontera con su culo. Eso le ponía nerviosa y con disimulo giraba su cabeza para ver a su marido. Ernesto se fue al baño y nos lo dijo. Ese momento lo aproveché mucho más. Baje mis manos y alce su diminuta falda, acaricie su culo y la apreté más contra mi cuerpo. Se dejó, pero no se movía. “Sabes que me tienes muy cachondo?” no quise ser muy agresivo. Pero cuando ella me respondió, “Siii? Cuanto?” me dio igual las recomendaciones de su marido. “No notas como me has puesto el rabo? Te voy a follar durante toda la noche y no seré muy bueno contigo, porque te voy a hacer una zorrita hasta que al acabar te hayas convertido en toda una puta” espere la respuesta y si había un enfado. La respuesta fue muy clara, fue ella la que ahora se restregó contra mi rabo soltando un, “SIIIIIIIIII”
Seguro que cuando Ernesto nos vio morreándonos y mis manos tocando su culo y su coño, se quedaría de piedra. Terminamos el morreo y la cara de Ernesto era de estar cachondo y con un leve ataque de celos, algo normal, pero rápido vi su generosidad con su mujer, cuando esta se dio cuenta de su presencia y se cortó un poco, él se acercó, la dio un morreo pequeño diciéndole que disfrutara, que la noche era para ella. Nos sentamos los tres juntos, ella en medio y entre los dos la desnudamos, le comíamos sus tetas y cada vez gemía más. Me puse entre sus piernas, separarlas no fue problema y me puse a comerme su coño. Estaba muy jugoso y ella se apretaba contra mi boca, a su marido no dejaba de decirle lo que le quería y de besarse con él constantemente. Ernesto era muy morboso, le decían sus preguntas a su mujer, no dejaba de hacérselas. De cómo se sentía, si le comía bien el coño, si estaba a gusto, si tenía ganas de que la follara. Al principio le costaba decir nada, pero ante tanta insistencia, ella se puso nerviosa. Tuve que romper el hielo, “vamos zorrita, tú lo estás pasando bien y yo también, falta tu marido, además de hacerle cornudo, él quiere que le respondas con la verdad, para ponerse cachondo también” seguí comiéndole el coño, follándomelo con mis dedos y también su culo. Ernesto se tensó por lo que dije, seguro que por lo de zorrita y cuando me fue a “regañar” Sandra le dijo, “pues sí, me lo está comiendo de película, si tengo ganas de que me la meta y muchas ganas de ver como la tiene porque en mi tripa la he sentido enorme y tiene razón ahora mismo soy una ZORRITA”
Desde ese momento al ver lo cachondo que se puso su marido, empezó a narrarle todo. Se lo follaba con las palabras, además de estar haciéndole una paja. “Cariño tiene una lengua endiablada, me la está metiendo, que manera de lamer, lo hace distinto que tú, entra más, la mueve con, aaahhh, que guarro que es, me está metiendo un dedo en mi culito, AAAYYY, uno no dos por lo menos” los dos se estaban poniendo muy cachondos, “amor, amor, AMOR, me va a hacer llegar, ya, ya, YAAAAAAAAAAAAAA” y se morreo con locura con su marido. Se había pegado una buena corrida, me quite la camiseta y lo último el pantalón, mi rabo se encontraba tieso como una lanza. Sandra lo miró bien, luego miró a su marido y este Ernesto, me miró a mí, “sabía que tenía que ser grande pero chacho menudo manubrio, desde hoy te llamaré DON CIPOTE, que, que… tú que dices Sandra?” y esta con una risa vergonzosa decía, “pues que a cualquiera se le haría la boca agua, qué suerte para nuestra primera vez, es que te salgan los cuernos con categoría, o no, amor?”
Para cortar ese diálogo y entrar en acción, “vamos zorra, comete mi rabo, que lo estamos deseando todos, queremos verte” era una señora zorra, se hacía la dura y no tardó en agarrar mi rabo, acariciarlo y lamerlo. Lo hacía provocándonos a los dos, se sabía el centro de atención. Ahora era yo quien le describía lo bien que me lo estaba haciendo su mujer, no me ahorraba adjetivos y cuando le dije, “esta puta no la satisface uno solo, necesitas mucha ayuda” y Sandra cuando me oyó gimió de manera ostensible. Quería follármela ya, no quería esperar más. Me quite y fui por un condón. Cuando ella me vio que me lo colocaba, quería que nos fuéramos a la habitación. Ernesto se levantó para ir a la habitación y yo hice que ella se pusiera apoyada en el sillón. Decía que le daba corte, pero ni la escuche y una vez que la coloque, que no me costó nada, le metí el rabo hasta el estoque. A la segunda penetración ya estaba gritando y diciéndole a su marido, “Ernesto que bruto que es, pero como me está poniendo, me va a hacerme venir ya, otra vez, es un demonio, has elegido muy bien amor, cuanto te quiero” y ya tenía todos los signos de que se iba a correr, agarro la mano de su marido y se corrió diciéndole, “te quiero, te quiero, te quiero, te quieeeero” no me paré porque me faltaba poco y así a cuatro patas, me daban ganas de sacar mi rabo y follarme su culo, pero eso había que tener tacto, la folle con más ahínco hasta que fui yo el que me corría llamándola entre ¡otras cosas puta, ella se volvió a correr conmigo y me decía que sí, que era una puta. Fue corrernos y quedarnos todos en silencio.
Después saqué mi rabo sin prisas y nos quedamos reventados en el sillón. Ernesto al vernos, sonriendo nos dijo que nos prepararía algo fresco que nos íbamos a deshidratar. Nos trajo dos vasos con hielo y whisky. A Ernesto lo veía muy bien, a Sandra la notaba preocupada y Ernesto se debió de ver lo mismo, “Sandra no te comas la cabeza, está todo bien y me lo he pasado muy bien y quiero seguir la noche, así que cambia de cara” eso la hizo cambiar de cara. No llegamos a terminar la bebida y ya estábamos otra vez en acción. Me puse otro condón y esta vez se colocó ella encima. Unos minutos después cachonda perdida decía, “Ernesto ven acércate y métemela en el culito, que luego tu amigo por lo que he visto querrá hacer lo mismo y que mejor que me lo prepares tu” y Ernesto de forma desenfrenada y sin preparación empezó a follar el culo de su mujer, que se quejó, le llamó bruto, pero no hizo nada para que parara.
No me tenía que mover, porque Ernesto estaba muy bruto y la follaba sin recato, “ahora no proteste, que tiene razón mi amigo, que eres una puta y una puta no se queja. Toma, toma, puta” y Sandra que se ponía cachonda de oír a su marido le provocaba, “pues seguro que no será nada con lo que me va a hacer este cabrón para que tu veas como te hacen más cornudo, porque seré muy puta” uno a otro se provocan con mucha complicidad y los dos lograron correrse juntos. Él se quedó abrazado en la espalda de su mujer y ella me besaba con delicadeza. Ella quiso levantarse e ir al aseo y nos fuimos hacia mi habitación. Ernesto y yo, nos quedamos desnudos sobre la cama esperándola. Le decía a Ernesto que Sandra era grandiosa y él me decía que no había visto nada, porque la notaba cortada. Venía con una toalla puesta, se había dado una ducha. Se acercó a la cama y di un tirón de la toalla y se quedó desnuda, ahora la veía mejor, con más luz y estaba muy buena. Le pidió a su marido que dejara solo la lámpara de noche y la pusimos en medio de los dos. Seguimos follando y Ernesto cuando empezamos ella y yo otra vez, nos dijo que él iba a hacer un descanso, que siguiéramos y no paramos. Después de varias corridas de ambos, más de ella que de mí, “oye eres joven, más joven que yo y un portento, pero mi mente no, mi cuerpo necesita un descanso, que me has dejado felizmente derrotada” y nos reímos. Cerró los ojos, hizo respiraciones de relax y decía con voz suave, “solo necesito 10 minutos” y se quedó dormida y yo detrás.
Mote movimiento en la cama, no abrí los ojos del todo, pero podía ver a Sandra levantarse con mucho cuidado ponerse la toalla tapándose y con cara de que he hecho, qué hago con este. Mire la hora en cuanto se fue, eran las 10:08, no había llegado a dormir tres horas. Oí ruidos y que despertaba a su marido. Cómo se bajaron a la planta de abajo no pude oír nada más. Me levanté a las once, era el primer día que me levantaba tan tarde, no saldría, me quedaría por una vez en el recinto y a aprovechar la piscina. Baje esperándome encontrar a Ernesto y saber cómo habían reaccionado sobre todo su mujer y me encontré la casa sola. La mayoría estaban juntos, en la zona donde solíamos hacer las comidas, llené un cuenco grande de cereales mix y leche. Les escuchaba, estaban decidiendo si hacer una parrillada, Sandra que estaba presente también, evitaba mirarme. Y se ponía colorada cuando alguna de cachondeo le decía “tu esta noche has comido arroz” se lo decían con cachondeo y hasta que me lo explicaron, porque no lo entendía. Ernesto les respondió, “había que aprovechar para hacer la paella ya que no estaban los niños” más tarde en la piscina fue Ernesto el que vino a buscarme.
-- Cómo está don C? esta mañana.
-- Estupendamente, mejor imposible y vosotros?
-- Sandra luchando con ella misma, horroriza y encantada y yo solo encantado.
-- Pues cuando queráis otra vez, solo tenéis que llamar a la puerta, Jajajajaja.
-- Hay muchas posibilidades porque ya me ha dicho Sandra que estuviste hecho todo un bárbaro aunque dice que te noto que te frenabas en algún momento.
-- Es cierto me frene, pero eso por ser la primera vez.
-- Que ojo que tiene y eso la ha dejado intrigada por saber que querías hacer.
-- Y tú que eres quien más la conoces, qué camino tomará?
-- Sandra es desconcertante, es una mujer valiente además de decidida y cuando quiere algo, va por ello, pero cuando no quiere algo no hay nada que hacer. El problema es los niños, eso la va a hacer frenarse mucho, entiéndelo.
-- Lo entiendo perfectamente. Los niños son lo primero.
Ernesto se fue y yo seguí en la piscina. A Sandra no le quedó más remedio que bajar con sus niños y con los del otro matrimonio a la piscina, porque nunca se dejaban a los niños solos. Los niños ni se lo pensaron fueron de cabeza al agua. Me estaba secando un poco y antes de irme le dije a Sandra, “lo que no hice anoche y quise hacerlo, es azotarte el culo de puta que me trastorna, pero quedan muchos días y será mío, que al final anoche tampoco te lo folle” la reacción de ella fue muy “digna” y con voz dudosa me respondió, “que te has creído, que eres irresistible y todas caen rendidas a tus brazos? pues te equivocas” no me esperaba la respuesta pero no me asusto, “seguro que si metiera ahora mi mano entre tus piernas estarías muy mojada y no, no me creo irresistible, pero Ernesto, tú y yo lo sabemos, mi rabo va a follarse ese culo de puta que tienes, que levanta pasiones y ya se me está poniendo duro de pensarlo” aparte mi toalla y mi empalme era morrocotudo. Solo exclamó, “por favor tapate, no te vea nadie” la deje con los niños y me fui. Me tocó preparar la bebida y a Ernesto los cafés después de comer. “No puedes decir ni insinuar nada, no sé qué le has dicho a Sandra, pero la has puesto como nunca la había visto, cachonda por todos los lados”
Como escribía antes, quedaban muchos días y no quedo solo en esto.