Vacaciones... (Parte II)

Final del relato de mis vacaciones, en el que la infidelidad reinaba. Además descubrí nuevas prácticas sexuales, como los tríos y el sexo lésbico.

Hola a tod@s! A continuación, os relataré la segunda parte (y final) de mis vacaciones…

Verano 2012.

Como ya os comenté en el primer relato ya publicado por aquí, me llamo Elena. Soy una chica de 20 años, pero cuando sucedió todo lo que os cuento tenía 19 añitos. Tengo el pelo castaño, liso y muy largo (me llega por el culo), mido 1.63, tengo los ojos verdosos y soy blanquita de piel. De cuerpo, no soy un palillo, tengo donde agarrar, pero no estoy gordita. Tengo una 95-100 de pecho y un buen culo que agarrar.

Tras mi aventura (y polvo) con Adrián no volví a saber de él. Sabía que se marchó, pero ni me llamó ni me escribió ni nada. Pasó así una semana en la que no pasó nada extraño, bajaba cada día a la playa, pero sin ocurrir nada como lo de Adrián.

El viernes de mi segunda semana allí (me marchaba ese domingo) mientras comíamos en el jardín (recuerdo que yo estaba en el chalet de mis abuelos con ellos) de repente sonó el timbre de la casa. Yo misma abrí la puerta…

-          ¡Ana! – grité.

-          ¡Elena!

Al abrir la puerta, apareció Ana. Ana era mi amiga desde que éramos pequeñas. Yo llevaba veraneando allí toda la vida, y sus padres tenían un chalet en la misma urbanización que mis abuelos. Nos dimos un fuerte abrazo. Llevaba unos tres años sin verla. Seguía como siempre: rubia, un poco más alta que yo, ojos verdosos, piel morena y un buen cuerpo que cuidaba.

-          ¿Qué tal tía? No sabía que estabas aquí, ¡que sorpresa! – me dijo.

-          Sí, llevo aquí casi dos semanas… Me voy el domingo.

-          ¿En serio? Jo… Oye podríamos ir a tomar algo esta tarde y así hablamos ¿te parece?

-          Perfecto, ¿a qué hora?

-          Pues mira, estate preparada sobre las seis y media y te recojo. Vamos en coche.

Tras esto, nos despedimos. A las 18:30, puntual, estaba esperándome. Subí al coche y fuimos al paseo marítimo. Aparcamos por allí y nos sentamos en una terraza de helados, granizados,  etc… Nos pedimos ambas un granizado y nos pusimos a charlar.

-          Joe… ¿y qué tal te va? ¿Tienes novio? – Me preguntó.

-          Sí, tengo novio, pero no ha podido venirse…

-          Pues vaya… Bueno yo lo dejé hace dos meses con el mío – me dijo -. ¿Y no te aburres aquí sola? ¿No has conocido a nadie?

-          Siento lo de tu novio… Bueno, sí, en realidad, conocí la semana pasada a un chico… y ya sabes… jeje.

-            ¿De verdad? Pues di que sí tía, que la vida son dos días y hay que vivirla. Mira, yo desde que lo deje con mi novio no he parado… Y no le hago ascos a nada… chicos, chicas… Y déjame decirte que estás preciosa… jaja.

-          Jajaja calla boba…

-          Oye –me cortó- ¿te apetece que salgamos esta noche por la discoteca que hay en el puerto? Venga, no puedes decirme que no.

-          Vale, genial. Además, así aprovecho que ya me marcho el domingo.

Nos terminamos nuestros granizados y me acercó a casa. Habíamos quedado en que me recogería sobre las 12 de la noche. Cené, me di una ducha y me arreglé. Para esa noche me puse una camiseta ajustadita de tirantes con escote y unos shorts vaqueros. A la hora acordada, Ana pitaba desde el coche para que saliera. Salí y me subí al coche. Iba realmente preciosa, con un vestido ajustado, muy cortito de falda y un sugerente escote.

Nos dirigimos a la discoteca y desde lejos se veía el bullicio de gente para entrar. Esa noche, un chico y una chica de un famoso programa de cierta cadena de televisión hacían un bolo en la discoteca. Esperamos media hora para entrar. Una vez dentro, nos pedimos las primeras copas y empezamos a bailar. Ana me advirtió de que, unos metros más para allá, un chico no nos quitaba el ojo de encima.

Ana me dijo que había llegado a la playa con muchas ganas de jugar. Puso su mano en mi culo y me empezó a besar. Ante mi sorpresa, yo la seguí el beso, sin apartarme. Sus labios eran carnositos y empezamos a juguetear con nuestras lenguas. Ana hizo un gesto con el dedo al chico que no nos quitaba ojo, un gesto que le invitaba a acercarse. Y obedeció.

-          Hola chicas Me llamo Dani.

-          ¡Hola! – contestamos a la vez – Yo soy Ana y ella es Elena – tras la presentación, dimos dos besos cada una a nuestro “invitado”

Dani era un chico alto, de 1.80, moreno, tanto de piel como de pelo, bastante fibradito y muy guapete de cara.

-          ¿Qué tal? ¿Cómo estáis? ¡Está esto hasta arriba de gente!

-          Muy bien ¿y tú guapísimo? – Se apresuró a decir Ana.

-          Bien, bien, con esta compañía no puedo quejarme…

-          Yo tampoco puedo quejarme – dijo Ana, señalándome.

-          Jajajaja no, la verdad es que no. Estáis las dos muy pero que muy bien… - dijo mirándonos de arriba abajo. – ¿Sois amigas?

-          Sí – contesté.

-          Y lo compartimos todo – añadió Ana.

-          Vaya… -dijo Dani sorprendido. – Esto… ¿os apetece salir un rato fuera para hablar más tranquilos? Tengo el coche cerca por si queremos ir a algún otro sitio y al salir, te ponen un sello en la mano para poder entrar después.

-          Mmmm… ¿te apetece cari? – me preguntó Ana.

-          Claro que sí – dije.

Salimos de la discoteca y nos dirigimos al coche de Dani. Nos preguntó que si queríamos ir a algún otro sitio y le dijimos que nos daba igual, que lo que quisiera él. Se puso en marcha y durante el camino, Ana aprovechó de nuevo para besarme. Perdimos la noción del tiempo y no sabíamos a donde nos llevaba Dani. Tras diez minutos conduciendo, de repente paró. Estaba todo oscuro y no había nada alrededor. Nos había llevado a las afueras del pueblo, a un pequeño descampado. Se bajó del coche y abrió nuestra puerta, invitándonos a salir. Salimos, nos agarró a ambas por el culo y dijo:

-          Chicas… me habéis puesto muy cachondo… No he parado de miraros por el retrovisor como os ibais comiendo la boca… Y ahora os toca solucionar este “pequeño gran” problemilla que tengo…

Ana y yo nos miramos y nos reímos. Empezamos a tocarle entre las dos el paquete que se le marcaba en el vaquero. En cuestión de segundos, estábamos pajeándole entre las dos. Podíamos cogerle la polla entre las dos sin problema. Una polla grande y descapullada. Tan sólo con un par de movimientos de nuestras manos, conseguimos que se empezara a mojar.

Fui la primera en animarme y me puse en cuclillas. Sin pensármelo, me llevé su polla a la boca y empecé a mamársela. Ana, a su vez, besaba a Dani.

-          Joder tía, como te lanzas jaja – me dijo Ana.

-          Me vuelvo el domingo y creo que no estoy para perder el tiempo – al terminar la frase, volví a comerme la polla de Dani.

Ana se puso también en cuclillas, queriéndome ayudar con el trabajo que estaba haciendo. Nos miramos. Se mordía el labio de abajo viendo como, a escasos centímetros, su amiga de la infancia no paraba de devorar una polla. A decir verdad, me daba bastante vergüenza hacerlo delante de ella.

Dejé de mamar y dejé que siguiera Ana. Para no aburrirme, me puse a jugar con sus testículos mientras Ana se la chupaba. Los chupaba y acariciaba, sin parar de mirar a Dani a los ojos. Él me sonreía, muy excitado, lo cual me animaba a seguir jugando con sus dos huevos.

Después, cerré los ojos y empecé a subir por su polla, lamiéndola. Al llegar arriba, me encontré con la boca de Ana. Nos empezamos a besar, lo cual excito aún más a Dani, que empezó a pajearse. Empezamos a chupar entre las dos su capullo. Una por un lado, otra por el otro. Debido a esto (y por desgracia) Dani acabo corriéndose en nuestras bocas. Ana me pasó la leche que había caído en la boca con un beso, y yo, con mucho gusto, tragué toda la corrida de Dani.

Sin embargo, la noche no había hecho más que empezar…

Dani nos acercó de nuevo a la discoteca. En el trayecto, aprovechamos para repasarnos el maquillaje. Dani nos pidió el número de teléfono de una de nosotras y le di el mío. Nos dejó en la discoteca y se marchó a aparcar. Entramos de nuevo en el local y nos pedimos una copa. La mamada a Dani nos había dado sed. Nos sentamos en un sofá de la discoteca y tras un rato, Ana me dijo que iba al baño, pero que me quedara allí para que no nos quitaran el sofá. Me sonó el móvil, era un mensaje de Whatsapp:

-          Dani: Hola Elena, cómo estás?? Habéis entrado a la discoteca? Estoy en la puerta, en el coche, con un amigo…

-          Elena: Hola Dani! Sí, hemos entrado, tu no vas a pasar?

-          Dani: No creo, me está diciendo mi amigo de tomar algo en su casa… os apuntáis? Tiene piscina!

-          Elena: Pues es que me pillas sola que ha ido Ana al baño y no vuelve jajaja – alcé la vista, buscándola, y la vi a lo lejos, con unos chicos y chicas hablando, supongo que amigos suyos.

-          Dani: Pues vente tú, no pasa nada! Pero si vas a venir corre, que estamos aquí en doble fila y puede que venga la policía poniendo multas…

-          Elena: Vale, dadme dos minutos y salgo.

-          Dani: No tardes pequeña.

Escribí a Ana, comentándola que me iba, que me había surgido “algo”. Apuré mi copa y salí de la discoteca y en la calle vi el coche de Dani. Me subí, en la parte de atrás.

-          Hola – dije.

-          Hola Elena  - contestó Dani. – Mira, él es Carlos. Es un amigo desde hace muchos años, vamos al mismo gimnasio… es casi como un hermano para mí.

-          Encantado Elena – dijo Carlos.

-          Igualmente – respondí con una sonrisa.

Carlos mediría en torno al 1.80, rubio, ojos verdosos, y bajo la ropa se intuía un cuerpo bien cuidado.

Ya en casa de Carlos, los chicos prepararon unos cubatas. Nos salimos al jardín para tomárnoslos. Serían en torno a las 4 de la mañana y hacía una noche estupenda. Estuvimos charlando y notaba como este cubata, el tercero para mí en lo que iba de noche, empezaba a hacer su efecto.

-          Chicos, ¿nos damos un baño en la piscina? – preguntó Carlos.

-          Por mí genial tío – respondió Dani.

-          Yo si tuviera bikini, diría que sí jajaja – dije yo.

-          Bueno verás, es que – dijo Dani – en casa de Carlos hay una pequeña tradición que consiste en… cuéntasela tú Carlos.

-          Sí, mira, en mi piscina por la noche no puedes bañarte con bañador porque… porque… - Carlos buscaba una explicación que dar.

-          Porque – le cortó Dani – dicen que si te bañas con bañador, aparece un monstruo en tu cama esta misma noche jajaja.

-          Eso es Elena, que no sabía como decírtelo sin asustarte. – concluyó Carlos.

-          Jajaja pero ¿qué me estáis contando? – pregunté, asombrada por la historia que acababan de contarme.

-          Bueno, tú haznos caso a nosotros. Yo he visto al monstruo por la noche y es muy feo… - dijo Dani.

Tras esto, los dos chicos se pusieron de pie y empezaron a quitarse la ropa. Cuando estaban en calzoncillos, se miraron, sonrieron y, sin pensárselo, se los bajaron. Tenía ante mí (y para mí sola) a dos chicos con un cuerpo espectacular completamente desnudos. Cogieron carrerilla y se tiraron ambos al agua.

Desde el agua me invitaban a que entrara. Con la visión de esas dos pollas delante de mí, me puse muy cachonda. Fue esto (sumado a las tres copas que ya llevaba) lo que hizo que me decidiera. Me quité las sandalias, me puse de pie y me quité la camiseta y los shorts, quedándome en sujetador y tanga. Los chicos me miraban desde el agua, deseando que me terminara de quitar la ropa. Cumplí su fantasía. Desabroché el sujetador y me lo saqué, dejando mi pecho al descubierto. Sus ojos se clavaron en mis gemelas. Me agarré el tanga con ambas manos y empecé a bajarlo, sin dejar de mirarles a los ojos. Me lo terminé de sacar con los pies, dejando esta vez mi conejito al descubierto, totalmente depilado.

Me acerqué a la escalera de la piscina y me metí poco a poco en el agua. Una vez dentro los chicos se me acercaron, uno por cada lado, y empezaron a tocarme por debajo del agua. No sabía quién tocaba qué, pero me daba igual. Cuatro manos peleaban bajo el agua por tocarme. Notaba una mano en mi coño, recorriéndome toda la rajita, incluso introduciendo un par de deditos. Otra en el culo. En mis tetas. Y notaba sus pollas rozando mi cuerpo. Fantástico. Estaba en la gloria. Agarré sus pollas y empecé a pajearles. Ellos no dejaban de tocarme.

Se sentaron en el bordillo quedándome yo en el agua. De esta manera tenía sus pollas al alcance de mi boca. Me acerqué a ellos, agarré sus pollas y me metí la de Carlos en la boca. Empecé a notar como no paraba de crecer en mi boca gracias a la mamada que le estaba ofreciendo. La polla de Dani también crecía en mi mano. Hice un cambio. Me introduje la de Dani en la boca y pajeé la de Carlos.

Me puse delante de Dani y coloqué su polla entre mis tetas. Apreté mis tetas y empecé a moverlas de arriba abajo. Mientras, Carlos me acercaba la polla a la boca. Sin dudarlo, me metí su capullo en la boca. De nuevo, otro cambio. Cubana para Carlos mientras se la mamaba a Dani. Era la tercera vez que era infiel a mi pareja. Pero me daba igual. En ese momento, me sentía muy puta.

Salí del agua. Los chicos se encargaron de hacer el resto. Me llevaron a una tumbona que tenía Carlos en el jardín. El propio Carlos, se tumbo en ella y me invitó a sentarme sobre su “cosita”. Me coloqué encime, agarré su polla, coloqué el capullo en mi agujerito y empecé a bajar. Estaba cabalgándole. Dani se puso a mi lado, dándome su polla para comer. Mi primer trío… no tenía palabras. Notaba cada centímetro de la polla de Carlos entrando en mi coño. Con una mano me agarraba el culo, con la otra jugaba con mis tetas. Dani me tocaba la cabeza, para que no dejara de mamar.

Tras un rato cabalgando a Carlos, me puse a cuatro patas sobre la tumbona. Dani me agarró las caderas y empezó a follarme el coño. Carlos era el encargado de darme de mamar. Por supuesto, mamé. Y Dani no dejaba de follarme por detrás. Les propuse que me follaran entre los dos y no dudaron en decirme que sí.

Dani se tumbó sobre el césped y me coloqué encima, introduciéndome su polla en el coño. Intenté colocar el culo de tal forma que a Carlos no le fuera muy difícil metérmela. Noté como me introducía un dedito en el culito para dilatármelo. Después, buscaba con su capullo el mismo agujerito que él había dilatado. Finalmente, lo encontró. Vaya si lo encontró. Me penetró. Dani y Carlos se complementaban genial a la hora de follarme. Se notaba que no era su primer trío. Sin embargo sí era algo nuevo para mí. Y por supuesto, mi primera doble penetración.

Gritaba de placer. Gemía sin parar. Al estar en el jardín, me daba igual que me escucharan desde la calle. Dos pollas entraban y salían de mi interior. Mi coño chorreaba. Tras un rato, hubo cambio de posiciones. Carlos se apoderó de mi coño, mientras Dani hacía lo propio de mi culo.

Fue inevitable correrme. Mi corrida vino acompañada de un gemido enorme que me fue imposible controlar. Mi cuerpo temblaba. Estaba siendo follada por dos pollones tremendos. Mi orgasmo provocó que mis compañeros de polvo no aguantaran más. Me sacaron sus pollas y me tumbaron en el césped. Se pusieron de rodillas a la altura de mi cara y empezaron a pajearse. Yo estaba muy excitada. Veía como se pajeaban cerca de mí. Notaba como me tocaban las tetas y el coño. Y de repente… dos chorros salieron disparados en dirección a mi cara.  Inconscientemente abrí la boca. Esas dos corridas fueron descontroladas a mi cara. Lo que cayó cerca de mi boca, lo relamí con la lengua y me lo tragué. El resto, me lo restregué por las tetas… y un poquito por el coño. Estaba demasiado cachonda. Y quería que mis dos amigos también lo estuvieran.

Les comí la boca. Y le pedí a Carlos que me dejara ducharme. Me duché y salí desnuda al jardín, buscando mi ropa. Sus ojos no paraban de recorrer mi cuerpo… mis tetas. .mis caderas… mi coño… Me vestí y accedieron a llevarme a casa en coche.

Y aún me esperaba una sorpresa más…

Debían ser las siete y media de la mañana y ya estaba amaneciendo. Cuando me dejaron en casa, Ana llegaba en su coche.

-          Hola chocho – me dijo.

-          Hola Ana, ¿cómo ha ido la noche?

-          Pues bueno, al final me quedé con unos amigos… ¿y tú qué? Ya vi que te ibas por ahí…

-          Jajaja sí… mi primer trío tía…

-          Pufff… ¡que cabrona! jajaja. ¿Te apetece rematar la noche? Déjate llevar…

Me empezó a besar. Me era inevitable no seguirla el beso. Me llevo hacia su casa. Entramos. Me condujo directamente a su cama. Allí me tumbo y me quito la camiseta y el sujetador. Empezó a comerme las tetas sin parar. Por un lado estaba bloqueada, era mi primera experiencia lésbica. Pero por otro lado, me encantaba. Me lamía los pezones, que ya estaban bien duros. Se puso de rodillas sobre la cama, se sacó el vestido y se quitó el sujetador. Ante mí aparecieron un par de tetas precioso. Bastante grandecitas, con unos pezones muy bonitas. Me las puso en la cara, casi obligándome a comérselas. Así que lo hice. Eran las primeras que comía. Y me gustaron.

Sin embargo, parecía que Ana tenía prisa. Me quitó los shorts y me bajó el tanga. Hundió la cara en mi empapado coño. Me encantaba como me lo comía. Y no sólo comía. También jugaba con sus deditos. Me estaba poniendo muy cachonda. Y creo que ella también lo estaba. Y lo pude comprobar cuando se bajo sus braguitas y se sentó en mi cara. No me quedo otra que comerla el coño. Un coñito completamente depilado. La primera sensación fue rara. Pero no me disgustó. No paré de comérselo.

Nos sentamos en la cama y me propuso hacer la famosa postura de la tijera. Al ser mi primera vez estaba bastante perdida. Pero ella lo controlaba todo. Se acercó a mí y se colocó de tal forma que nuestros coñitos se pueden tocar. Ambos coñitos restregándose entre sí. Sin parar. Intercambiando flujos. Menudo placer. Nos terminamos corriendo las dos. Y caímos en un profundo sueño cuando los primeros rayos de sol hacían su presencia.

Nos despertamos el sábado por la tarde, completamente desnudas y abrazadas. Ana me dio un besito en la boca. Nos dimos una ducha juntas. En la ducha no pasó nada. Pequeños roces de nuestros pechos, miradas cómplices y pequeñas sonrisas. Pero nada más.

Durante el domingo, hice las maletas. Mis abuelos me acompañaron a la estación. Ana también. Me despedí de mis abuelos con un beso. A Ana la di un abrazo enorme. Me daba mucha pena irme. Atrás dejaba dos semanas de vacaciones, de relax. Pero también dejaba más cosas: un polvazo enorme con Adrián y un viernes increíble, en el que realicé mi primer trío y además tuve mi primera experiencia lésbica.

Cuando me subí al autocar de vuelta, mandé un whatsapp a mi novio:

-          Cariño, ya voy para allá. Tengo unas ganas enormes de verte…

FIN