Vacaciones nudistas - I

Mi primer día de vacaciones en las playas de Cádiz

Ese verano había  decidido pasar una semana solo, a mi rollo hippie, de camping, visitando las calas nudistas de la costa de Cádiz, famosas por sus belleza, zonas gays  y de cruising.  Fui entre semana al camping cala del aceite, famoso por tener una zona nudista, desafortunadamente, no me dejaron usarla por no ser de la federación española de naturismo, sí, los naturistas van de hippies pero son unos nazis!! (es broma eh, desde el cariño)

Monté mi tienda, cogí los arreos para la playa, comida, cerveza, un libro, condones y lubricante y me fui a la playa de castilnovo en Conil. Estaba a un buen pateo pero aquella zona era muy tranquila y merecía la pena. Es una playa superextensa, tranquila, y con espacio e intimidad de sobra.

Bien entrada la tarde llegué, puse mi toalla, me desnudé y me puse de pie a juntarme la crema solar, no me avergüenza mi cuerpo y me siento bastante cómodo estando desnudo, razón por la cual me gustan las playas nudistas, dejando el morbo a un lado, me siento más cómodo y a mi rollo en ellas, no solo las visito para follar, todo sea dicho. Me tumbé y me puse a leer, ocultando con mis gafas de sol el examen que hacía de la zona. Había una pareja que no dejaba de mirarme, jugando con un perro el cual lanzaban hacía mi queriendo llamar mi atención.

Todo estaba tranquilo hasta que vi como un chico, alto, moreno con barbita y con un cuerpazo pasaba y me miraba como quien mira a un buen pedazo de tarta, le sostuve la mirada con una media sonrisa picarona y vi cómo se daba la vuelta y pasaba cerca de mí en dirección a las dunas, mostrándome descaradamente el pollón que se iba agrandando por momentos. Si eso no era una señal, yo era una monja puritana.

Discretamente recogí mis cosas, y le seguí a una distancia prudencial, cuando llegué al abrigo de unas dunas que daban una buena intimidad lo vi tumbado sobre una toalla masturbándose suavemente. Se me hacia la boca agua solo de verlo así con ese pedazo de miembro que ya quería tener entre mis manos y… en otros sitios.

Sin mediar palabra, como es costumbre en estas situaciones, me tumbé de forma invertida a él y me llevé aquel miembro a la boca, degustandolo y disfrutando con suavidad, al tiempo que él hacia lo mismo con mi polla. Estuve un buen rato deleitándome con esa pedazo de polla  y sus huevos cuando me indicó que me pusiera a cuatro, mirando hacia el mar (¿qué poético eh?) . Sacó un condón,  un poco de lubricante, y me estremecí cuando por sorpresa su lengua intentó abrirse camino por mi ano, que ya se estaba dilatando solo de la excitación, tanto que casi se abrió solo cuando colocó la punta y empezó a clavármela. Estaba tan excitado que no noté dolor ninguno, solo un tremendo placer al sentir ese cacho de carne caliente abrirme hasta notar su pelvis chocar contra mi culo. El muy cabrón me la había metido hasta el fondo y notaba como me presionaba la próstata, tuve que morder me la mano para no gemir de puro placer, que aumentaba conforme subía el ritmo de las embestidas.

Miré a los lados, temeroso de que nos descubrieran, y vi a otro chico (uno de la parejita del perro, viciosiiiin) cerca pajeándose ante tan morbosa escena, lo cual me ponía más cachondo todavía, con gusto me abría metido esa polla en la boca para sacarle la leche mientras me reventaba el otro, en ese momento era una perra sumisa con ganas de recibir por todas partes, y si no fuera por lo pulcro que soy con el tema del preservativo, hubiera dejado que me sodomizase la mitad de la playa en ese monento.

Noté como sus embestidas se iban haciendo cada vez más profundas e intensas, haciendo que se me pusieran los ojos en blanco y gimiera de placer, comencé a pajearme sabiendo que a él le quedaba poco para acabar, así notaría como mi ano se contraía por el orgasmo dándole más placer aún. Y funcionó, de no haber habido condón habría notado los chorros de semen inundandome por dentro al igual que empecé a correrme salvajemente. Iba a necesitar muchas toallitas y un buen baño para solucionar aquello.

Lentamente sacó su polla agarrando el preservativo y yo me di la vuelta extasiado pero con una sonrisa en la cara. Nuestro voyeur personal se había marchado, una lástima, pero había sido genial. Para mi gusto, no acabó como suele ser en este mundo, de “hola, te follo y adiós”, ahora ya más relajados y con la sangre de vuelta a donde tenía que estar, estuvimos charlando alegremente lo que quedaba de tarde. Mi primer día de vacaciones había sido todo un éxito.