Vacaciones malagueñas
Una semana de descanso en Malaga nos permite disfrutar del sol, de la playa, de la gastronomía... y de las guapas malagueñas.
Llevábamos tres días en Málaga, nuestras vacaciones, una semanita en un apartamento para disfrutar del sol, de la playa y cómo no, de la noche. Mada iba espectacular con un vestido primaveral, muy corto que dejaba al aire casi todas sus piernas y que acentuaba su bonito culo, un escote que sugería el comienzo de sus pechos y para rematar su pelo castaño enmarcaba sus preciosos ojos verdes. Yo iba con un pantalón de lino muy fresco para la época en la que estábamos y una camisa a juego un poco amplia. Y de esta guisa nos fuimos a tomar unas copas por los pubs que hay en el centro de Málaga.
Los sitios por los que pasamos estaban bien, buena música, mucho ambiente de fiesta... A las 2 de la mañana nos encontrábamos en un pub muy agradable, con 2 barras, una a la entrada más despejada y otra al fondo de la pista de baile mucho más concurrida. Nos acercamos a la primera de éstas a pedir un par de copas y mientras esperábamos que el camarero nos atendiera nos dimos el lote. Nunca nos hemos cortado a la hora de besarnos y meternos mano en público, no lo hacemos en nuestra ciudad de origen no nos iba a dar corte hacerlo en una ciudad donde no nos conoce nadie.
Apollados en la barra, empecé a besar el cuello de Mada mientras mi mano le agarraba el culo a través de la tela, haciendo que se le levantara un poco más el vestido. Mada se entretenía en acariciar mi nuca. En éstas estábamos cuando el chico que estaba al lado nuestro en la barra se giro para marcharse con 2 copas, y en este movimiento nos empujó, sin querer, pero nos vimos desplazados hacia una chica que estaba a nuestra izquierda. Fue entonces cuando reparamos en su presencia, ella estaba en un rincón del que no podía salir porque nosotros le bloqueábamos la salida. Era una chica morena con el pelo rizado, muy guapa, con una cara muy bonita y de cuerpo un poco rellenita que le hacía una figura muy femenina, tendría aproximadamente 24 o 25 años.
-Perdón- le dije – por el empujón, y por el espectáculo que te hemos obligado a ver en primera fila – Mada sonrió mientras yo me disculpaba.
-No os preocupéis, ni por una cosa, ni por la otra. – dijo – Es agradable ver a parejas con esa pasión, no me ha importado lo más mínimo ser vuestra espectadora particular.
Mientras nos decía esto se acercó el camarero y le sirvió el whisky que había pedido, y aprovechamos para pedir nuestras dos copas.
-Me espero a que os pongan las vuestras – dijo nuestra nueva amiga - ¿No sois de aquí, verdad?, por cierto me llamo Sandra.
-Nosotros somos Dani y Mada, y no, no somos de aquí, estamos de vacas – respondió Mada – ¿y tú?
-Sí, yo soy de un pueblo cerca de Málaga, pero vivo aquí en un piso de alquiler con mi hermano, ya que los 2 trabajamos en la ciudad.
Nos estaba contando esto cuando de pronto se acercó una chica alta, rubia y con una cara de lo más vulgar, no era fea, era su sonrisa... o mejor dicho la ausencia de ella, parecía como si estuviera enfadada con el mundo, eso o que se acababa de comer un limón.
-Sandra, ¿por qué tardas tanto?, ¿Quiénes son estos? – preguntó de forma brusca a nuestra amiga.
-Son unos amigos comunes de mi prima Laura, la de Madrid – mintió – ¿te acuerdas de ella?, están aquí pasando unos días y me ha dado mucha alegría encontrármelos de casualidad. Ahora voy con vosotras.
Tras lo cual, su “simpática” amiga se giró sin añadir nada más y se marchó. Mada y yo nos miramos y nos sonreímos, no entendíamos nada pero nos parecía de lo más divertido.
-Creeréis que estoy loca – empezó diciendo Sandra – pero ahora os explico el porqué: mis amigas son buena gente.
-¿Peeeeero? – repliqué.
-Peeeeero, se están volviendo unas amargadas - respondió Sandra entre risas – verás algunas de las chicas del grupo ya tienen pareja, por ahora sólo hay una casada, pero otras 3 tienen pareja estable, salen con el resto de fiesta, pero se marchan pronto, quieren disfrutar de sus chicos. Yo lo entiendo, el resto de mis amigas, no. Se están obsesionando con ligar, hasta el punto que nuestras salidas de marcha se han convertido en una rutina de los más rollazo, que consiste en: salimos a cenar y a echar unas copas, y durante las 2 primeras horas son las chicas más agradables y simpáticas del mundo, pero si en ese tiempo no les ha “entrado” ningún chico, les cambia la cara, se empiezan a amargar, y en cuestión de media hora se están yendo a casa. – nos explicó – Así que calculo, por la puesta en escena que ha hecho antes mi amiga, que queda menos de 15 minutos antes de que vengan a decirme que nos vamos ya.
-¿Y lo de que nos conoces de antes? – inquirió Mada.
-Para que no me den luego la brasa sobre que hago hablando con desconocidos. Son peor que una madre – nos aclaró mientras se reía.
Llevábamos ya más de media copa mientras hablábamos con nuestra amiga, la verdad es que era simpática, y la conversación se estaba haciendo muy agradable.
-Oye quédate con nosotros si ves que tus amigas se van pronto – le propuso Mada, que la entendía muy bien, pues con un par de amigas de la infancia tenía un problema parecido – así nos sirves de guía en la noche malagueña.
-No, no quiero molestar. Pero esta copa si que me la voy a terminar con vosotros, es agradable hablar con gente diferente para variar.
Así que nos acabamos los 3 las copas, mientras hablábamos y reíamos, la conversación era agradable y fluida, al igual que mi mano que de vez en cuando se deslizaba por la espalda de Mada hasta llegar a su esplendido culo, donde se entretenía jugando con él. Sandra era consciente de estos flirteos, de hecho la primera vez que se dio cuenta sonrió haciéndonos cómplices de su descubrimiento, los 3 estábamos disfrutando del buen rato. Casi sin darnos cuenta estábamos pidiendo otra ronda de copas.
En cuanto nos acercamos a la barra a pedir, se presentaron ante nosotros dos amigas de Sandra, nuestra “vieja” conocida y una pelirroja con cara de ser muy tímida.
-¿Qué haces pidiendo otra vez?, nos vamos ya – dijo en un tono demasiado seco, que incluso a nosotros 2 nos resultó incómodo.
-¿Cómo que qué hago pidiendo?, ¿es que me estabais controlando? – respondió indignada Sandra.
-Pues sí – confirmó – nos queremos ir ya, y no nos apetecía tener que estar esperándote otra media hora.
-Tranquila que no tenéis que hacerlo, me quedo con mis amigos – afirmó categóricamente Sandra – iros si queréis que yo me quedo de fiesta.
-¿Con ellos? – preguntó entre sorprendida y ofendida la rubia.
-Sí, tranquila, son viejos conocidos – dijo en un tono apaciguador Sandra – no os preocupéis, esta semana os llamo y quedamos un día a tomar un café a la salida del trabajo.
-Como quieras, tu verás – y dicho esto se marcharon ambas.
Mada y yo no nos atrevíamos ni a respirar después de la tensa situación.
-Perdonad el numerito – nos pidió un poco azorada.
-No te preocupes, esto es más normal de lo que tú te imaginas – la consoló Mada – de hecho, me alegro que al final te quedes con nosotros de fiesta.
-De eso nada, no os voy a estropear la noche a vosotros. No tenéis la culpa de nada – atajó Sandra – sólo quería plantarme ante las dictadoras de mis amigas, llega un punto que parece que quieren controlar tu vida. Me tomo esta copa y me voy.
-Ni hablar – respondimos al unísono Mada y yo.
-Tú te vienes de marcha con nosotros, que la noche está siendo muy agradable, excepto por las interrupciones de ciertas personas – afirmación que arrancó una sonrisa de nuestra compañera – además necesitamos a alguien que nos haga de guía turística y de espectadora de show erótico – nueva sonrisa en su cara.
-¿Seguro qué no os importa?, la verdad es que a mí me apetece mucho, me caéis muy bien, no sé, hay feeling entre nosotros.
-Llevas razón, yo también lo he notado – añadió Mada.
A los 5 minutos ya habíamos conseguido relajar el ambiente, y volvíamos a sentirnos a gusto y relajados los 3. Nos acabamos las copas y decidimos cambiar de sitio, obviamente dejamos a nuestra “guía” plena libertad, nosotros nos limitamos a seguirla.
Llegamos a un pub muy elegante, dividido en 2 zonas, una más iluminada cerca de la barra con la música un poco más tenue especial para poder hablar con comodidad, y una segunda zona más oscura destinada como pista de baile. Nada más entrar pregunté a Sandra:
-¿Dónde están los servicios?
-Eeeh, creo que al fondo a la izquierda, espera te acompaño que yo también tengo que ir.
No estaban “al fondo a la izquierda”, tuvimos que dar media vuelta hasta la esquina opuesta donde realmente se encontraban. Cuando terminé volví a la barra, donde se había quedado Mada pidiendo la enésima ronda de la noche.
-Vaya, un polvo rápido, no le has durado ni 30 segundos a nuestra amiga, que imagen se va a llevar de ti – bromeó
-Ya me conoces, lo bueno si breve, 2 veces bueno – continué con la broma – y por cierto, ahora que sacas el tema: ¿qué te parece Sandra?
-¿Qué qué me parece? – preguntó poniendo un gesto entre curioso y divertido - ¿a qué te refieres?
-Pues como chica, si te parece guapa, divertida, inteligente... y sobre todo al hecho de que se venga de fiesta con dos completos desconocidos y que pudiendo elegir un bar “habitual” donde suela ir de marcha, haya decidido traernos a un pub que no conoce, y por tanto a ella tampoco la conocerá casi nadie.
-¿Cómo que no se conoce el sitio?
-Eso es, no sabía ni donde estaban los aseos, ¿a qué te he dejado intrigada? – y sin darle tiempo a responder, añadí – a nosotros tampoco nos conoce nadie aquí.
-¿Qué propones? – preguntó sonriendo.
Y aquí viene un pequeño paréntesis en nuestra historia: como toda pareja, tenemos nuestras fantasías, lo que nos diferencia de la gran mayoría es que desde siempre hemos mostrado una completa libertad para hacer partícipe al otro de nuestros sueños más picantes, de nuestros deseos más ocultos... y he de decir que la idea de hacer un trío es una de las fantasías más antiguas en nuestra pareja, y por parte de los dos. Lo único es que hasta ahora se había quedado en eso: en fantasía, ya que a la hora de llevarlo a la práctica todos conocemos que hay que vencer muchas dificultades, empezando por encontrar a la persona adecuada, no hacerlo delante de conocidos, porque lo que para nosotros puede ser algo normal, morboso pero normal, para mucha gente puede ser una perversión de lo más atroz, y ese tipo de incidentes hay que evitarlos... Pero ahora es diferente, la situación no podía pintar mejor. Volvemos a la historia:
Me puse serio por un instante, miré a Mada a los ojos y le pregunté:
-¿Quieres que lo intentemos? – no me hizo falta mencionarle el qué, de sobra sabía Mada a que me refería.
-Joder el calentón que me está entrando – fue su respuesta – la verdad es que me da mucho morbo, pero también me da miedo, Dani, y si la cagamos.
-Aquí no nos conoce nadie, y lo único que puede pasar es que si lo intentamos y hemos equivocado la ocasión pasemos un poco de vergüenza los 3, pero no creo que vaya la cosa a mayores.
-Está bien, la verdad es que estoy deseando, he de reconocer que hasta ahora no me había fijado en Sandra como “mujer”, ya me entiendes, pero desde que hemos empezado esta conversación está cambiando mi forma de verla. Vamos a probar suerte – sentenció Mada – la cosa está en ¿cómo?
-¿Qué te parece si empezamos haciendo lo que sabemos que le gusta? – pregunté mientras vi por el rabillo del ojo como se acercaba Sandra.
-Hola, ya estoy de vuelta, en los servicios de chicas había más cola que en los vuestros – me dijo.
Cogimos nuestras respectivas copas y empezamos una conversación relajada y llena de anécdotas sobre los aspectos más tediosos de nuestros trabajos. En un momento de la charla volví a atacar la espalda de Mada, pero esta vez no me conformé con una simple mano en el culo, hice que mi mano se deslizase entre sus piernas apollando el canto de ésta en su entrepierna, Mada colaboró acomodando la postura para que pudiera hacer un movimiento de vaivén sobre su braguitas.
Sandra se percató de la jugada, sonrió y no dijo nada. Obviamente lo interpretamos como una invitación a continuar con el juego. Lo que siguió fue más charla, más copas y un toqueteo constante entre Mada y yo, mis manos en su cintura, un roce descuidado con el dorso de mi mano sobre una de sus tetas, el culo de ella rozándose “sin querer” sobre el bulto que coronaba mi entrepierna... Sandra no decía nada, pero la notábamos cada vez más nerviosa, no parecía por incomodidad, sino por excitación, pero claro, de eso no podíamos estar seguros.
-Ya está bien de beber, que me voy a pillar un buen pedo, ¿queréis que vayamos a la pista a bailar? – nos sorprendió con la sugerencia nuestra amiga.
-Por supuesto – aceptó Mada,
Y ahí que nos fuimos, acabamos en un rincón de la pista donde había gente pero no demasiada, y empezamos a bailar, al principio cada uno a su aire, pero no habían transcurrido más de 2 minutos cuando Mada y yo ya estábamos otra vez cuerpo contra cuerpo, de forma más atrevida amparados por la poca iluminación. Me situé a su espalda dejando que mis caderas se juntasen a su culo, y mis manos subían y bajaban por los laterales de su pecho, donde se encontraban con sus grandes tetas en más de una ocasión.
Sandra nos miraba divertida, pero se estaba acercando al frágil límite de la incomodidad, ambos nos dimos cuenta, pero la que primero reaccionó fue Mada:
-Cielo, no quiero ser egoísta, te toca bailar con nuestra amiga.
-A sus órdenes – bromeé, y me acerqué a Sandra con mucho miedo por si era rechazado y nuestro plan se rompía.
Pero me equivoqué, me estaba esperando: me echó los brazos por encima de los hombros y empezó a bailar contoneándose de forma sensual, pero manteniendo la distancia, fui yo quien tuve que vencer ese último escalón. En un estrafalario “paso” de baile me coloqué a su espalda y empecé a jugar con mis manos sobre su figura, era el momento clave, miré a Mada y vi que estaba expectante igual que yo ante lo que pudiera pasar. Y lo que pasó fue que Sandra pegó su cuerpo al mío igual que habíamos hecho antes Mada y yo. Nuestras caderas se juntaron, mi polla erecta se apollaba en su culo, ya no había lugar a dobles intenciones. Sandra miró a mi chica un poco avergonzada, y Mada le devolvió la mirada con una sonrisa en la boca y comenzó a bailar delante de ella a un paso de distancia, eso relajó a Sandra que retomo su baile, aunque por momentos iba dejando de ser baile para convertirse en un rozamiento descarado contra mi paquete.
La siguiente jugada también corrió por mi cuenta: me situé de nuevo frente a ella y cuando llevábamos apenas un minuto bailando, me acerqué con una sonrisa picarona y la besé en los labios. Sandra se apartó rápidamente, y miró a Mada, no le daba miedo mi gesto, sino la posible reacción de mi chica, lo que encontró fue, de nuevo, aprobación en su cara: una sonrisa y un ligero gesto de asentimiento. Ante eso Sandra se giró y en esta ocasión fue ella la que me besó a mí, nuestros labios se juntaron tímidamente al principio, hasta entreabrirse y acabar convirtiéndose en un buen morreo, nuestras lenguas se buscaban mutuamente mientras mi mano se enredaba en su pelo.
No sé cuanto tiempo estuvimos besándonos, cuando nos separamos Mada estaba a nuestro lado sonriente, y yo que conozco bien sus reacciones fisiológicas, sabía que también muy cachonda. Sandra la miró avergonzada y no se atrevía a decirle nada. Fue Mada quién rompió el hielo.
-No te preocupes, no pasa nada, disfruta de esto como lo estamos haciendo nosotros dos.
Sus palabras parecieron relajarla, nos quedamos los 3 en silencio, me coloqué a la espalda de Mada, la abracé y la besé en el cuello, y luego sutilmente la empujé con mi cuerpo hacia Sandra, Mada comprendió mi jugada y aprovechando el “impulso” se acercó a nuestra amiga y la besó igual que había hecho yo. Primero suavemente en los labios y se apartó unos centímetros para observar la reacción de Sandra, como vio que no se retiraba volvió a besarla, pequeños besos, cortos, suaves, que poco a poco iban alargando la duración e intensidad, hasta que sus labios, sus lenguas se juntaron en un impresionante morreo. Mientras yo, que aún estaba situado detrás de Mada, cogí su mano derecha y la subí hasta el pecho izquierdo de Sandra y entre los dos estrujamos suavemente su teta, un gemido subió por su garganta y nos puso a todos los pelos de punta.
Estábamos disfrutando de esa situación llena de morbo, hasta que nos dimos cuenta que nos habíamos convertido en el centro de atención de toda la gente que teníamos cerca, un grupo de chicas nos miraban descaradamente y cuchicheaban entre ellas, y un par de amigos hacían gestos obscenos mientras hablaban y miraban en nuestra dirección.
-Chicas, os parece si cambiamos de aires – sugerí.
Ante el común acuerdo de las dos, salimos del local y una vez fuera Sandra un poco nerviosa nos preguntó:
-¿Dónde queréis que os lleve?, ¿vamos a alguna discoteca?
-No cielo, basta ya de discotecas. Nos vamos a nuestro apartamento, los tres – sentenció Mada.
Sandra asintió, y sin decir apenas nada más, nos encontramos al poco tiempo en un taxi camino de nuestro apartamento. El viaje fue muy tranquilo, íbamos sentados todos atrás con una conversación intrascendental, se notaba la excitación y las ganas de llegar que teníamos todos.
Entramos en el apartamento y nos dirigimos al salón-cocina. He de reconocer que tenía miedo, no sabía como empezar, qué teníamos que hacer, pues no es lo mismo lo que habíamos hecho al amparo de un pub, con la poca luz, la música, el ambiente de fiesta... que vernos ahora los 3 en el salón del apartamento. Por suerte mis absurdas divagaciones fueron interrumpidas por Mada, que se hizo cargo de la situación tomando la iniciativa.
Nos cogió de las manos a los dos, y nos hizo sentarnos en el sofá, acto seguido ella se sentó a horcajadas encima de mí y me dio un impresionante morreo, cuando finalizó, sin dar tiempo de respuesta, se giró hacia Sandra y le plantó otro beso igual que el mío. Sandra le correspondía con deseo, cuando Mada dio por terminado el beso, los labios de Sandra todavía le buscaban. Con un gesto Mada nos indicó que había llegado nuestro turno, mientras nos besábamos Mada aprovechó para quitarse el vestido y el sujetador dejando sus tetas a la altura de nuestras caras, ella conoce mi debilidad por su cuerpo, nunca he desperdiciado ninguna oportunidad para besar, lamer, mordisquear cualquier parte de su cuerpo y muy especialmente sus pechos, así que esta ocasión no fue diferente y me abalancé sobre su teta izquierda. Mada miró a Sandra y su mirada sonó a invitación porque enseguida noté como la cabeza de nuestra amiga se acercaba y sus labios atrapaban el pezón derecho.
Estuvimos bastante tiempo, lamiendo y mordisqueando sus tetas a la par, mientras nuestras manos exploraban el resto de su cuerpo, encontrándose de cuando en cuando en algún rincón de su anatomía. De pronto se incorporó, nos besó a los dos y con una voz cargada de lujuria que yo bien conozco, nos dijo:
-Vamos a la cama – y sin darnos opción se giró y nos precedió al dormitorio.
Cuando llegamos lo primero que vimos fue sus bragas en el suelo y ella de rodillas esperándonos en la cama, Sandra y yo la imitamos, nos desnudamos y nos unimos a ella. De rodillas, los tres sobre el colchón empezamos a besarnos y a acariciarnos, todo valía nuestras manos se encontraban sobre el cuerpo de la tercera persona, nuestros labios se cruzaban en besos encendidos. Había que poner orden.
Giré a mis compañeras enfrentándolas cara a cara, y ellas entendieron la invitación: se besaron, Mada mordisqueaba los labios de Sandra, mientras con una mano le masajeaba el pecho, le pellizcaba el pezón, le estaba haciendo lo que le suelo hacer yo a ella, sé que le gusta, y en estos momentos también lo estaba disfrutando Sandra. Me situé en el lateral y mientras ellas se exploraban de cintura para arriba, mis manos les complementaron de cintura para abajo. Agarré sus respectivos culos, los acaricié, hasta que vi que ambas correspondían a mis caricias arqueando las espaldas para exponer más fácilmente el acceso a su entrepierna. Cada una de mis manos busco el coño de cada una de mis chicas, y en ambos casos encontraron unos labios suaves y lubricados por la gran humedad que de ellos salían. Las oía gemir, pero en esos momentos no sabría decir si era por mis caricias, por sus respectivos besos y atenciones o por un conjunto de todo ello, la verdad es que estábamos todos a mil por hora.
De pronto Mada se volvió hacia mí, me beso y me dijo:
-Mi vida, te toca disfrutar a ti un poquito – y me sonrió con esa mirada pícara y lasciva que tiene en esos momentos.
Entre las dos me tumbaron boca arriba y se dedicaron a mordisquearme los pezones, a lamerme el pecho, y poco a poco fueron bajando hasta llegar a mi polla, dura y erecta como estaba. Mada agarró la base con la mano, la levantó y se la introdujo en la boca con un movimiento suave, cerrando los labios en torno a ella, bajando y subiendo lentamente, arrastrando la lengua sobre la carne tersa hasta llegar al glande. Liberó al pene de su placentera caricia y se lo ofreció a Sandra, ésta la miró como pidiendo por enésima vez permiso e inmediatamente cerró sus labios sobre el capullo iniciando un movimiento de rotación ligero con los labios mientras que la lengua jugaba con el glande, Mada se quiso unir a la fiesta y empezó a alternar mordisquitos y lametones en la base de la polla... Yo estaba en el paraíso, nunca me había visto en otra igual, tanto era así, que al poco tiempo les tuve que pedir que pararan porque si no me iba a correr, y no quería hacerlo tan pronto. Afortunadamente me hicieron caso.
En esta ocasión fui yo quien tumbó a Mada boca arriba, me coloqué a un lado e invité a Sandra a hacer lo mismo en el opuesto, y sin decirnos nada más empezamos a acariciar todo su cuerpo, a lamer cada rinconcito de su piel, a mordisquear, a besar... Yo jugaba con sus tetas mientras Sandra la torturaba lamiendo su oreja. Yo besaba su barriguita y el comienzo de la línea alba mientras ella la besaba en los labios y con sus manos le pellizcaba los pezones... Hasta que llegamos al punto clave: ambos bajamos un poco más, encontrándonos entre sus piernas abiertas, con el coño delante nuestro, brillante, húmedo y caliente, alargué mi mano y se lo acaricié suavemente, sin hacer apenas presión y un escalofrío la recorrió. Me giré y pregunté a Sandra:
-¿Lo habías hecho alguna vez antes? – no hacía falta especificar mucho más, ambos sabíamos a qué me refería.
-Nunca he estado con otra chica, lo que estoy haciendo hoy es nuevo para mí – dijo muy segura de si misma – pero estoy deseando probar.
No hizo falta decir más. Me incliné para preparar el terreno mientras ella observaba. Mordisqueé la cara interna de sus muslos, paseé la punta de mi lengua por sus ingles, besé y lamí sus labios mayores, acerqué mi boca a su rajita y lentamente le eché mi cálido aliento... cada una de estas maniobras era correspondida con un suspiro, un gemido, un estremecimiento de Mada, y de pronto... enterré mi boca entre sus piernas, mis dedos separaron sus labios para dar paso a mi lengua, que sabiamente encontró el camino tantas veces recorrido y localizó el capuchón de su clítoris y empezó a jugar con él, bajando ocasionalmente para torturar su botoncito del placer. Mada estaba disfrutando, pero en esta ocasión no quería que fuera de este modo: me incorporé y le pregunté a nuestra invitada:
-¿Quieres continuar tú?
No me respondió, directamente se agachó y ocupó mi lugar. Le separó los labios con los dedos descubriendo los labios menores expuestos junto con la entrada de la vagina, su clítoris hinchado parecía temblar de excitación. Sandra no se pudo contener más y lo atrapo con su boca, no sé que le haría con la lengua, pero Mada empezó a gemir, cuando llevaban así un rato vi como le introducía un dedo en su húmeda cueva y comenzó a moverlo, Mada temblaba.
Le dejé que siguiera con su “buen hacer” y me tumbé al lado de Mada, le agarré un pecho y masajeándolo suavemente le fui diciendo cosas al oído para calentarla más todavía si cabe: “¿lo hace bien?”, “te está comiendo el coño otra mujer”, “vas a ser la primera mujer en correrse en la boca de nuestra amiga”... yo notaba como se iba arqueando su espalda, como tensaba los músculos de su cuello, signos inequívocos de que el orgasmo estaba cerca, y así fue, a los pocos segundos Mada explotó en un gran orgasmo. Yo que conozco bien la cantidad de fluido que es capaz de soltar mi chica cada vez que se corre (cosa que me apasiona), me asomé para ver que tal lo había llevado Sandra. Tardó en incorporarse, no tenía prisa, quería acompañar con lentas caricias los espasmos postorgásmicos de Mada, cuando por fin se levantó mostraba una sonrisa brillante por la cantidad de flujo vaginal que adornaban sus labios... no pude resistir, la besé para compartir con ella el sabor de mi chica, y he de reconocer que me encantó: probar ese néctar que tanto me gusta de la boca de otra chica he de confesar que me volvió loco, ni que decir tiene el calentón que yo llevaba en ese momento.
Cuando finalmente se recuperó Mada aún continuábamos Sandra y yo enganchados en nuestro húmedo beso.
-Chicos, tenemos que continuar – nos dijo entre risas – ponte a cuatro patas Sandra, ¿quieres?
Sandra obedeció sin replicar, entonces Mada me miró intensamente a los ojos y me preguntó:
-¿Quieres follártela?, fóllatela delante de mí, reconozco que me da un poco de celos, pero también me pone supercachonda imaginármelo, por favor hazlo.
-Tranquila, verás como lo vamos a hacer – le dije con dulzura – acércame un preservativo.
Mientras me lo ponía, Sandra se acomodó en su postura a cuatro patas, y yo guié a mi chica para que se colocara a nuestra izquierda.
-Ven cariño, tú también vas a participar – le dije mientras guiaba su mano izquierda por la entrepierna de nuestra amiga, hasta colocar sus dedos índice y corazón en los labios vaginales de Sandra para que pudiera abrírselos y su mano derecha hice que la cerrara en torno a mi polla – vas a ser tú la que haga que me la folle, métele mi polla en su vagina. Haz que me folle este coño.
Mada me miró con lujuria, en ese momento el puntito de celos que contaba antes había desaparecido para dar paso a una excitación sin límites. Y me obedeció: estiró de mi polla para acercarla a la entrada de la vagina, la apoyó en su orificio y yo colaboré con un pequeño empujón. Sandra lanzó un pequeño gritito al notar como entraba, llegué hasta el fondo e inmediatamente comencé un movimiento suave, rítmico, la metía hasta el fondo y la sacaba casi por completo. Sandra gemía, Mada no apartaba la mirada, parecía hipnotizada con ese movimiento. De pronto me di cuenta de lo que había que hacer, de lo que necesitaba mi chica...
-Mada, cielo, ponte el arnés – me miró y sin decir nada se bajó corriendo de la cama para cumplir mi petición.
Apareció al instante con el arnés amarrado en torno a su cintura, es uno de nuestros juguetes más veteranos, de vez en cuando en nuestras sesiones de cama nos gusta que sea ella la que con el arnés puesto haga de chico, y yo estoy a su entera disposición. Pero ese día le íbamos a dar otro uso.
Cuando la vi preparada, salí de dentro de Sandra, y ésta que no se había percatado de la última jugada se quejó lastimeramente por el trabajo que dejaba a medias.
-Tranquila no te preocupes, no te muevas de como estás, que esto todavía no ha acabado – la tranquilicé.
Mada colocó la punta de la polla de plástico en la entrada vaginal de Sandra igual que había hecho antes con la de carne, y se la introdujo despacio. Sandra gimió, pues la polla que le entraba ahora era bastante más gruesa que la mía, menos mal que entre su lubricación natural, más la ayuda extra del lubricante que habíamos puesto al arnés entró sin mayores contratiempos. Mada inició el movimiento de mete-saca, yo estaba flipando con la cara que tenía: era cara de vicio, cara de excitación. No pude contenerme, me coloqué a su espalda y al igual que había hecho antes empecé a decirle guarradas al oído, mientras con una mano me peleaba con las cintas del arnés para poder introducir mis dedos entre sus calentitos labios y su húmeda vagina.
-Vamos fóllatela, hazla gemir, ¿no ves como disfruta?, dale fuerte.
Mada estaba en éxtasis, había alcanzado un ritmo rápido, constante, profundo, que viendo el pedazo de polla de plástico entrar y salir del coño de nuestra amiga temí por su bienestar, pero claro sus gemidos me indicaban todo lo contrario... que estaba en la gloria. Poco a poco la respiración de Sandra se fue acelerando más y más hasta que gritó de placer, arqueando toda la espalda, en un movimiento espasmódico hasta que cayó derrotada sobre el colchón. Mada se quedó un rato más dentro de nuestra amiga, dejando que disfrutase de los últimos coletazos del orgasmo. Ellas no tenían prisa... pero yo sí.
-Necesito follarte – le susurré al oído. No hizo falta más.
Se desató el arnés y se colocó en la misma posición que hasta hace un rato tenía nuestra amiga. Y así a cuatro patas encima de las piernas y el culo de Sandra, Mada me ofreció su coño, no la hice esperar, la penetré como ella había hecho con Sandra. No empecé suave, ni cambié de ritmos... directamente puse un ritmo fuerte, salvaje, con un bombeo largo y profundo, la situación me había puesto muy caliente. No sé cuanto duré, perdí la noción del tiempo, sólo sé que al oír acelerarse la respiración de mi chica supe que ella estaba cerca de su segundo orgasmo, imprimí más velocidad a la penetración hasta que noté que yo también me corría... Y lo hicimos, vaya si lo hicimos. Los dos acabamos en un intenso orgasmo, gimiendo y suspirando a la vez.
Caímos derrotados encima de Sandra, por lo que tuvimos que dejarnos rodar cada uno a un lado para no aplastarla. Nuestros cuerpos se mezclaban sudorosos y agotados, pero inmensamente relajados. Nos costó más de 10 minutos recuperarnos cuando lo hicimos el primero que habló fui yo:
-Bueno chicas creo que nos hemos ganado la última copa de esta noche. Voy a prepararlas.
-Dani, no nos queda hielo – me recordó Mada.
-Ya lo sé. Pensaba vestirme y acercarme a la gasolinera de la esquina, tienen un 24 horas. Además – añadí – me apetece dejaros media hora para vosotras solitas, ya sabéis... para que hagáis cositas de chicas.