Vacaciones inolvidables I
Gemía y estallaba de placer Sandra, sumida en la mayor satisfacción de su vida sexual, humillada y forzada por unos desconocidos en una pequeña isla caribeña, contemplándose en el espejo del baño con las mamazas llenas del ardiente y cremoso semen.
Sandra se revolvía risueña hablando con su suegra desde un teléfono del aeropuerto, mientras Sergio hacia algunas averiguaciones preguntando por aquí y por allá.
- Si eso es Concha, el peluche de la cabrita es el favorito de Amelie. Si, el biberón templado en una mano y la cabrita en la otra y se dormirá, tranquilamente.
Decía Sandra risueña y bastante despreocupada.
- Ja, ja, ja…. Si ya sé que con vosotros la niña no puede estar mejor, son veinte días sin ella después de dos años, sé que en ocasiones la echare de menos, pero la verdad es que Sergio y yo lo necesitábamos , muchas gracias Concha!
Continuaba hablando Sandra al teléfono con su suegra con voz satisfecha y liberadora.
- Jajaja, esta bien Concha, no te agobio más que disfrutes de mi niña, te llamamos mañana.
Dijo Sandra colgando el teléfono.
- Era mi madre?
Pregunto Sergio, el marido de Sandra acercándose cargando con las maletas.
- Si cari, esta entusiasmada con quedarse con su nieta por primera vez.
Contesto Sandra.
- Ja, ja, ja…. Lo normal! Y nosotros aquí de vacaciones pudiendo disfrutar como antes de nacer Amelie.
Dijo Sergio.
- Siiiiii….. la verdad es que la echo mucho de menos pero ya tocaba, cari!
Contesto entusiasmada Sandra sonriendo, saltando y abrazando por el cuello a Sergio, que se resintió, dejando caer una de las maletas por la debilidad de su cuerpo lampiño y muy delgado.
Sergio siempre se había sorprendido de su suerte, muy delgado, de algo más de un metro setenta, moreno con el pelo rizado, blancucho, y de rostro muy normal, había conseguido conquistar y casarse con Sandra, una de las tías más buenas de la urbanización.
Sandra media un metro sesenta y cuatro, tenia una preciosa melena rubia beige con raíces castaño oscuras que le caía hasta mitad de la espalda, con raya al medio pero un poco hacía su derecha, a veces la llevaba lisa y a veces ligeramente ondulada desde mitad de la melena hasta el final, le gustaba también recogerse el pelo en una preciosa cola de caballo, en una trenza o en coletas a ambos lados de la cabeza. Tenía una cejas castaño oscuro perfectamente perfiladas y curvas, apenas arqueadas, unas pestañas largas y femeninas, un rostro de ángel precioso, redondo con un mentón suave y delicado y unas mejillas redondas y sonrojadas de manera natural, sus labios eran turgentes y sensuales de forma natural sin ser muy gruesos, pero el rasgo más distintivo de su rostro eran dos preciosos y brillantes ojos verde turquesa, cristalinos, con una forma muy felina, que le conferían a su cara, cuando se pintaba la raya de los ojos un aspecto de ángel gatuno en celo extremadamente sexy y lujurioso.
Un vientre plano natural, una cintura estrecha de tallo de avispa, unas caderas redondeadas y jugosas, un culito perfecto y redondeado, y unos muslos llenos y firmes completaban un cuerpo, que estaba coronado por unas perfectas y maravillosas ubres erectas, turgentes y naturales en forma de gota de lluvia que parecían que iban a caerse en cualquier momento por los lados y que necesitaban de wonderbras con copaza G para poder vestirlos.
Era una de las tetudas más famosas de su urbanización, y de las más deseadas, con aquel cuerpazo tan sexy y tan voluptuoso, que levantaba pollas a su paso. Aunque Sergio era cuatro años mayor que ella, no había albergado muchas esperanzas, ella había salido con un par de los chicos más populares y atléticos de la urbanización. Pero al llegar una fiesta de primavera en el club social, allí estaba ella con una sonrisa enorme, aquellos ojos de felina en celo y aquel escotazo increíble a punto de explotar, aceptando bailar con Sergio, y después provocándole para irse al bosque y enrollándose con él, y haciéndole la mejor cubana de su vida, ni siquiera después de casados había gozado de aquella manera de aquellas perfectas y esféricas tetazas.
Lo que no sabía Sergio, es que Sandra sabía que le habían promocionado en su empresa, apenas dos años después de empezar (cosas de que el padre de uno sea uno de los principales accionistas). Estaba cansada de chicos guapos y atléticos, malos estudiantes, buenas pollas pero sin futuro.
De esa manera cazo Sandra a Sergio. Luego un año de noviazgo, una boda por todo lo alto, acompañada del regalo de su suegro, en forma de un trabajo envidiable que le había conseguido como encargada de un almacén de cosméticos, y después la maternidad, hacía dos años había tenido a su hija con la que ataba a Sergio para siempre.
A sus veintiséis años Sandra tenía su vida bajo control, y asumiendo objetivos. Si bien era verdad que sexualmente Sergio no era el mejor amante que había tenido, con una libido bastante relajada para un hombre, y que durante el embarazo y después, no le había tocado un pelo hasta que dejo de dar de mamar a la niña, Sandra no se quejaba, donde no llegaba Sergio llegaban sus dildos que tenía bien ocultos.
Durante el embarazo y la lactancia, su cuerpo había sido un desastre. En el embarazo engordo ocho kilos y durante la lactancia sus enormes melones aún habían crecido más, alcanzando una talla I e H de copa de sujetador durante un tiempo. Le había costado muchos meses de zumba, aerobic, bicicleta y runing recuperar su cuerpo anterior, pero con solo veintiséis años había perdido diez quilos, había recuperado toda su lozanía, sus muslos firmes, su culo sin rastro de celulitis o piel de naranja y su vientre plano natural y sobretodo sus tetas que aún estaban mas erectas y turgentes que antes, gracias a una crema de última generación, que había hecho que la carne de sus mamazas pareciese el material con el que hacen las pelotas anti estrés, tan tersas y suaves que podías apretarlas y luego volvían a su turgencia y redondez original, aunque por una anomalía genética de familia, a pesar de recuperar su copaza G de talla de sujetador, aún producía algo de leche materna pero sin llegar a manchar los wonderbras o a salir si los pezones no eran estimulados y bien chupados, mamados y amasados como si fueran a ordeñarlos.
Y después de veinte meses del nacimiento de la niña, Sergio apareció con dos billetes de avión y una reserva de hotel para un resort de lujo en una pequeña isla del Caribe. Sandra salto de alegría agitando sus enormes melones arriba y abajo rodeando con sus bien formados brazos el cuello del escuálido Sergio y casi haciéndole caer.
Hacia solo una semana que había vuelto a hacerse su sexy piercing del ombligo, así podría lucirlo en aquella pequeña isla del Caribe. Estaba emocionada, aunque eran para abril, gracias a la intermediación del padre de Sergio ambos recibieron los veinte días de vacaciones, los billetes y la reserva en el resort también habían sido por medio del padre de Sergio. Que buena decisión cazar a Sergio, pensaba Sandra, el amor romántico le interesaba poco. Ahora gracias al dinero de la familia de su marido, lo que podría fardar con sus amigas y compañeras de curro, un resort de cinco estrellas en el Caribe, lo más!
Así se habían presentado en el resort de cinco estrellas en aquella pequeña isla, con apenas una pequeña ciudad junto a la bahía, un aeropuerto y el resort con sus piscinas, su playa privada y su spa. Habían llegado al medio día después de ocho horas de vuelo. La temperatura diaria oscilaba entre los veintiocho y los treinta cinco grados. Sandra iba con todo su vestuario de verano que por el embarazo y la lactancia no había podido disfrutar, minifaldas la más corta un palmo por encima de las rodillas, vestidos minifaldas, shorts, tops ajustados, camisetas de tirantes y camisetas ajustadas con superescotazos, blusas de manga corta con escotes de pico.
Sobretodo estaba muy emocionada con los tres bikinis que se había traído, uno negro con volandas rosas fucsia que acababan en un lazo decorativo en el cetro de la parte de arriba y dos lazos en los laterales de la parte de abajo, uno a cada lado, la parte de abajo como una braga brasileña y la de arriba se ajustaba por atrás y se ataba con dos cintas negras por el cuello, con la copa del bikini muy redonda hacía efecto de copaza y recogía las mamazas voluminosas como dos melones de galia resaltándolas exuberantemente con el mismo efecto que un wonderbra. El segundo era a rayas azul celeste intenso que dibujaba cuadros o rombos blancos según se mirase, era de algodón y lycra la parte de abajo también era braguita y se ataba por los lados con una simple cuerdecita de algodón, dejando las caderas desnudas salvo por la cuerdecita que las cruzaban, la parte de arriba del bikini era en forma de triangulo y se ajustaba también con una cuerdecita de algodón blanca, que se ataba por la espalda y por la parte de atrás del cuello. El tercer bikini era estampado con flores rojas y amarillo con centros negros, con un ribeteado negro con puntos blancos también en volandas, la misma tela era con la que se ajustaba y ataba la parte de abajo del bikini, también con forma de braga brasileña. A Sandra le encantaba provocar y llevar bikinis con tanga en la parte de abajo, para calentar al personal masculino con su perfecto y redondeado culo pero a Sergio eso le molestaba. Así que los tangas solo quedaban para la lencería.
De calzado solo se había traído unas chanclas, unas sandalias planas, unas zapatillas de bailarina y todo los demás eran tacones para combinar en forma de sandalia, de chancla con medio tacón o de lona con tacón grueso de esparto. Todo lo que sirviese para realzar su firme y duro culo bien prieto en los shorts, las minifaldas, y los vestidos veraniegos ajustados.
En conclusión una enorme maleta para veinte días, que le tocaba arrastrar a Sergio.
Habían entrado en el hotel tal y como venían del avión. Sergio se había sentido un poco incomodo por como vestía ya en el vuelo Sandra, pero ella había ronroneado a Sergio, después de nueve meses de embarazo y veinte en total había recuperado su cuerpo, quería presumir de él.
Así que allí estaba ella en el avión, con una minifalda más de un palmo por encima de la rodilla, entre blanca y azul clara con perfiles de palmeras dibujados, dejando a la vista sus perfectas y torneadas piernas y sus jugosos y prietos muslos, y en la parte de arriba sin sujetador ninguno una camiseta azul claro de tirantes finitos y escote redondo ajustada a sus enormes, maravillosos y naturales globazos, la camiseta le caía hasta cubrirle medio ombligo de su plano vientre, dejando entre ver el brillo de su sexy piercing. Un clip del pelo recogía y sostenía el lado izquierdo de su melena rubia beige claro que le caía hasta mitad de la espalda, el más abundante al tener la raya del medio más orientada a la derecha. Calzaba unas sandalias rojo fucsia que fijaban el pie a las mismas con una banda ancha sobre el empeine de medio tacón, dejando a la vista sus preciosos pies de tipo griego, bien cuidados con sus uñas pintadas de rojo intenso. Dos pendientes en cada oreja, aros con abalorios azules a juego y un collar con los mismos abalorios completaban su atuendo.
Se movía con mucha feminidad y garbo moviendo las caderas con carencia a su paso y agitando levemente como si levitasen sus tetazas de ensueño, arriba y abajo, abajo y arriba, sonriendo a todo el mundo con su amplia y gran sonrisa, mostrando su perfecta dentadura blanca, bajo aquellos ojos verdes felinos de gata en celo con su raya en los ojos, su rímel en las largas pestañas y que había sombreado ligeramente los parpados y debajo de las cejas con sombra azul cielo a juego con el resto de la ropa.
Sergio soportaba mal las miradas de todos los hombres con los que se tropezaban. Que si iban solos no dudaban en clavar sus ojos en el cuerpo de Sandra, devorándola con la mirada, incluso girando la cabeza para seguir con la mirada su maravilloso culo entallado en la falda que parecía que flotaba. Sandra disfrutaba e incluso se humedecía, dependiendo de quien la mirase, con todo aquel espectáculo del que ella era la protagonista, pero seguía caminado haciendo ver que nada sucedía.
Era maravilloso después de casi dos años sin que los hombres la vieran de otra manera, que no fuese una vaca preñada o una madre primeriza cargada con un bebe llorón, que la devorasen con la mirada y con la expresión de todo su cuerpo rezumando lujuria por ella. Eso a Sandra la encendía de mala manera y sacaba su coquetería para generar algo que siempre le había vuelto loca, provocar la libido a los machos.
Así que después de un viaje plagado de levantar pollas por todo el avión y de provocar exclamaciones de admiración hasta del taxista del aeropuerto. El cual al principio del viaje al hotel había estado jugueteando con el espejo retrovisor de su taxi, para tener una visión mejor de aquellas ajustadas tetazas gloriosas de Sandra a punto de estallar en la camiseta de tirantes ajustada de lycra azul, provocando la risa divertida y muda de Sandra. La cual, cuando se dio cuenta de ello, más provocadora si cabe, se subió disimuladamente la minifalda para dejar a la vista su tanga de lycra blanca con encajes, mostrando completamente sus suaves y firmes muslos sin un solo pelo, lo que casi hace que el taxista se saliese de la carretera camino del resort de lujo. Aunque Sergio tan panoli como siempre no se dio ni cuenta.
Allí estaban en aquel hall de mármol blanco y reluciente con su maletas, el aspecto del resort era de ensueño, aunque tal y como les dijo el recepcionista sin mirarle a los ojos, babeando y no quitándole un ojo de encima a los pechazos de Sandra, que se retorcía de gusto, sonriendo picarona al recepcionista con los labios muy juntos, en aquel momento del año recibían más clientes por negocios que por placer, dado que la isla era un lugar de interconexión muy próximo al continente y servía para que muchos clientes pasasen la noche allí antes o después de haber hecho negocios en el continente.
El recepcionista les indico su suite, y un asistente de planta les ayudo con las maletas y les llevo hasta el ascensor. Mientras el recepcionista resoplaba ante la visión del culazo firme y redondo de Sandra, resoplido del que Sergio no se entero, pero Sandra si, regocijándose por dentro.
El asistente de planta se metió con ellos en el ascensor, cargando la mitad de sus bultos mientras Sergio cargaba la otra mitad. El chico no tendría más de diecinueve años, moreno de piel y de pelo, con rizos, de ojos oscuros, delgado y fibroso, de más o menos un metro ochenta y cinco. Sus ojos estaban encendidos mirando a Sandra, que notaba como su raja empapaba su tanga blanco de encaje, al sentirse tan deseada.
- A que piso vamos?
Pregunto inocentemente Sandra sonriendo lascivamente al chico.
- Al, al, al quinto señora.
Respondió el chico tímidamente sexy a los ojos felinos de Sandra tragando saliva. Mientras Sergio miraba despreocupado
- Uy que alto no? Cuantos pisos tiene el hotel?
Continuo preguntando Sandra con voz dulce e ingenua, mirando fijamente con sus ojos de gata al chico, removiendo lentamente sus hombros, haciendo así que sus tetazas se moviesen de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.
- Pues, pues, en cada edificio de habitaciones hay diez pisos, señora.
Contesto esta vez más seguro de si mismo esbozando una sonrisa muy blanca que contrastaba con la oscuridad de su piel.
Kling! Sonó el ascensor al llegar al quinto piso.
- Ya hemos llegado señores, si me acompañan?
Salió el chico sin dejar de sonreír fijamente a Sandra, que se deshacía de gusto al sentir aquella mirada de deseo del chico fija en ella.
El cual los llevo hasta la puerta, la abrió y metió los bultos, sin dejar de seguir con la mirada todo el tiempo el cuerpo de Sandra, como si Sergio no existiese, deleitándose con el movimiento del culo firme y turgente de Sandra, mientras se movía por la habitación inspeccionándolo exaltante todo. Cuando acabo de dejar las maletas en la habitación, el chico se giro brevemente mirando sonriente a Sergio y esperando. Sergio saco un billete del bolsillo de propina y se la dio al chico.
- Encantado señores, espero que disfruten de su instancia en la isla, mi nombre es Horacio soy su asistente de planta, pueden preguntar por mi en recepción o pueden buscarme en el mostrador de apoyo que se encuentra en mitad del pasillo. Siempre a su servicio.
Sonrió Horacio, haciendo una reverencia servil, antes de dedicar una sonrisa lasciva y picarona a Sandra y abandonar la habitación, sonrisa que esta respondió con su mejor mirada de gata en celo.
Eso había sucedido al instalarse, ahora se disponían a bajar a la piscina. Sergio con su aspecto famélico y huesudo ya se había puesto su bermuda.
Sandra se había decidido por su bikini negro con volandas fucsias, que le recogían el pecho en redondo como un wonderbra. Dos perlitas en las orejas y la melena recogida en lo alto de la cabeza en forma de un precioso moño sostenido por una pinza del pelo.
- Mira cariño, como tengo de tonificado mi culo, mira como vibra cuando le das un palmetazo!
Dijo Sandra, dándose un palmetazo en una de las nalgas, que mostraba desnudas su tanga de encaje blanco antes de sacárselo para ponerse la parte de abajo del bikini.
- Plaaaassh!
Sonó el palmetazo en la propia nalga de Sandra.
La nalga vibro firme y fuerte como si fuera la tensa piel de un tambor, moviendo su lasciva redondez haciendo ondas en el aire y volviendo a su sitio.
- Jajajaja, que culo y es solo mío!
Dijo Sergio sonriendo.
Sandra se puso la parte de abajo del bikini y ambos salieron de la habitación con sus chanclas y sus toallas, cogidos de la mano dispuestos a darse su primer baño de unas vacaciones que prometían ser inolvidables.
Kling sonó el ascensor al llegar a la planta baja.
- Ayyyy que burra! Me he olvidado el aceite bronceador. Espérame aquí cari! Subo lo cojo y bajo volando.
Dijo Sandra al haberse percatado de la falta del aceite bronceador .
- Esta bien te espero aquí en recepción!
Contesto Sergio paciente.
Sandra volvió a subir con el ascensor, salió del mismo a buen ritmo y se dirigió a la habitación. Cuando llego a la puerta se dio cuenta, que la tarjeta para abrir la habitación la tenía Sergio abajo. Volvió a maldecirse a si misma, y luego recordó al chico, al asistente, como se llamaba? A si! Horacio!!!
Sonriendo lascivamente se fue acercando lentamente, hacia el mostrador en mitad del pasillo donde sentado sobre un taburete alto estaba Horacio.
El muchacho se sobresalto, abriendo mucho los ojos ante la contemplación de Sandra, aquella diosa veinteañera, rubia y tetuda, con aquellos enormes melonazos turgentes , que se presentaban ante él con toda su erectilidad y turgencia, aquel culazo redondo y perfecto y aquellos apetitosos muslos.
- Perdona Horacio me he olvidado el aceite bronceador dentro de la habitación, y al volver me he dado cuenta, que la tarjeta la llevaba mi marido y me esta esperando abajo. Podrías abrirme la puerta.
Dijo con voz dulce e ingenua Sandra, sonriendo con su enorme sonrisa gatuna y mirando fijamente con sus ojos felinos al muchacho, al tiempo que se cogía las manos por delante apretando con sus antebrazos sus mamazas haciendo que resaltasen aún mucho más.
El chico abrió mucho la boca con los ojos que parecía, que se le iban a escapar de la cara para devorar los globazos turgentes y jugosos de Sandra que se le ofrecían.
- Si, si, si señora ahora mismo le abro la puerta.
Dijo el chico tropezando torpemente al salir de detrás del mostrador, ante la sonrisa tímida y complaciente de Sandra, que notaba como nuevamente el bikini se le empapaba con los fluidos calientes que salían por los labios de su raja.
El chico apenas miraba al frente devorando con los ojos el cuerpo entero de Sandra que se presentaba ante él como un manjar delicioso. Un deseo que Sandra aumentaba, moviendo sus caderas y sus hombros deliciosa y femeninamente sexy, haciendo que todas sus curvas se agitasen sobre todo sus nalgas y sus tetazas que se movían turgentes desafiando la gravedad.
El chico sin dejar de mirar fijamente a los ojos verdes de gata en celo de Sandra, paso la tarjeta y abrió la suite.
- Ya puede pasar señora.
Sandra entro en la suite, sonriendo malvadamente de espaldas al chico, sin exagerar el movimiento de sus caderas, pero con mucha clase, para que el chico pudiese ver el temblar firme de sus nalgas tersas y tensas, mientras oía satisfecha como el chico resoplaba hipnotizado por su cuerpo voluptuoso de modelo tetuda de playboy. Cuanto tiempo hacía que no se sentía así de bien, deseada y con su ego en las nubes, sintiéndose el objeto del deseo de todos los machos que se le cruzaban en el camino.
Sandra cogió el aceite bronceador y se dirigió a la salida, en cuyo umbral el chico moreno seguía contemplándola con la mirada muy fija en ella, mirada que ella contestaba con sus ojos felinos y su mejor sonrisa lasciva enseñando sus preciosos dientes blancos.
Cuando llego al umbral noto que el chico estaba resoplando con los ojos fijos en la esfericidad y enormidad de sus tetazas.
Sandra se le quedo mirando hacia arriba y sonrió maliciosamente.
- Huuuuuummm ! Te gustan mis tetas, verdad?
Pregunto con voz dulce y aniñada!
El chico tenía los ojos abiertos como dos platos.
- Señora aquí vemos muchas, pero las suyas son las más grandes y más perfectas que haya visto nunca.
Sandra se retorció de gusto y placer al oír eso, ronroneando y entrecerrando sus ojos verdes felinos y sacando mucho sus labios juntos como si fuera a dar un beso al aire.
- Pues son totalmente naturales, verdad que son una maravilla? …Seguro que te gustaría tocarlas!
Dijo Sandra provocadora, satisfecha y sonriente apoyándose en el marco de la puerta como para querer salir, pasando junto a Horacio que se giro hacia ella, jadeando y avanzando sobre ella.
Sandra sintió las manos frías y sudorosas del chico sobre la parte superior de sus melonazos antes de verlas. Inmovilizada contra el marco de la puerta se quedo petrificada sin saber que hacer. El chico avanzo más sobre ella sin dejar de mirarla fijamente, hasta que sus cuerpos se pegaron, así pudo Sandra notar su enorme erección. Sandra abrió mucho los ojos y una sensación de pánico se apodero de ella. El chico en un rápido gesto metió su mano morena y grande, de dedos largos dentro de la parte superior del bikini de Sandra, sin poder abarcar ni la mitad de su mamaza derecha, la saco violentamente por encima del bikini. Sandra abrió la boca para protestar, cuando Horacio la beso metiéndole su lengua en la boca, y buscando con desesperación la lengua de Sandra.
Sandra cerro los ojos y saco fuerzas para empujar al chico hacia el otro lado del marco de la puerta, y separarlo de ella.
- Cerdo que haces, soy una madre casada! Cerdo, cerdo, cerdo…dejameeee!
Empezó a gritar con todas sus fuerzas Sandra, al tiempo que con las manos golpeaba al chico, que se separaba de ella torpemente y asustado.
- Perdón, perdón, perdón, señora, por favor perdón!
Sandra volvió a meter su tetaza en la parte superior del bikini, mientras lanzaba patadas hacia el chico que doblando las rodillas en genuflexión, le pedía perdón muy asustado.
- Ahora mismo voy a bajar a recepción y voy a pedir hablar con el manager, esta tarde estas en la calle!
Gritaba llena de indignación Sandra.
- No por favor señora, perdóneme , comprenda, mi edad, las hormonas, necesito el trabajo, tengo una madre enferma….por favor señora, por favor, por mi madrecita enferma.
Suplicaba gimiendo y lloriqueando Horacio.
- Huuuuummm esta bien, no diré nada, pero no te me vuelvas a acercar en todo lo que me queda de estancia en este hotel. Y si has de decirme algo, siempre a distancia y llamándome señora. Esta claro!
Inquirió con despotismo y autoridad Sandra.
- Gracias, gracias, gracias, señora, como usted mande señora, así lo hare señora, muchas gracias señora.
Se arrastraba el chico juntando las manos en signo de agradecimiento y perdón, marchándose hacia su mostrador.
Sandra solo quería jugar, era muy consciente que había provocado al chico más de la cuenta, aquellos calientes caribeños!
Se marcho con el semblante serio y enfadado, pero por dentro estaba ardiendo y deseando que se la follasen, aquel encontronazo con Horacio la había excitado, como no lo había estado desde antes de empezar a salir con Sergio.
El hotel relucía como si fuera oro bruñido, mármol por todas partes, limpísimo y una de aquellas músicas de fondo como si fuera jazz suave inundaba el ambiente, así como un típico perfume de ambientador exquisito.
Después de un rato en la piscina a treinta y dos cálidos grados, habían vuelto a la habitación para prepararse para cenar. El recepcionista con la boca y los ojos muy abiertos, sin dejar de devorar con la mirada las tetazas maravillosas de Sandra a través de la parte de arriba del bikini, que las realzaba dándoles un enorme e incomparable volumen esférico, les había recomendado uno de los lounge del hotel, o si lo deseaban un restaurante en la ciudad, en la bahía junto al mar. Sergio había preguntado a Sandra y esta al final se había decidido por la opción de la bahía junto al mar, sin dejar de sonreír sexy y provocativamente al recepcionista contoneándose como una niña mala.
El restaurante de la bahía era más romántico pensaba Sandra, mientras cabalgaba sobre la pollita de Sergio balanceando sus mamazas divinas arriba y abajo turgentes y esponjosas, estaba tan caliente que no había podido esperar para follar después de la cena, el incidente con el asistente alto y moreno no dejaba de dar vueltas en su cabeza y encendía sus entrañas. La poco resistente pollita de su marido no la había saciado, ni la había llevado al orgasmo como era habitual, tendría que aliviarse después bajo la ducha.
Lo que más echaba de menos es que Sergio poseyese su cuerpo acariciándola y amasando sus tetazas y su culazo redondo y firme, pero claro con sus manos escuchimizadas con dificultad podía sostener los maravillosos, redondos y erectos melonazos de Sandra o masajear sus circulares nalgas esponjosas y tersas. Como echaba de menos sentir unas manos grandes y firmes de hombre aferrándose a su cuerpo y tomándolo para si. Pero no se podía tener todo, los hombres con esas manos y esos cuerpos no tenían las relaciones y la posición social de Sergio.
Pensaba Sandra bajo la ducha extendiendo el jabón por su vientre terso y tenso y sus enormes tetazas en forma de gota de lluvia a punto de desbordarse y caer de su cuerpo por los lados, de erectos pezones y generosas areolas redondas, grandes y planas, areolas para chuparlas hasta hacer que los labios sangren.
Sintiendo el agua recorrer su cuerpo mientras con sus finos y femeninos dedos, de uñas cortas, cuidadas y preciosamente pintadas, se aliviaba masturbándose hasta el orgasmo, cayo en la cuenta la falta de mujeres en el hotel, la verdad es que no había muchas entre los clientes, ni por los pasillos ni en la piscina. En la piscina en general había pocos clientes, seria por lo que decía el recepcionista, que aún no era la temporada del turista de placer. Pocas mujeres, o muy flacas, o maduritas, y sobretodo ninguna con sus explosivas curvas, había observado con satisfacción Sandra. Lo que si se veía además de las empleadas del hotel, eran muchas chicas nativas de aquí para allá, y bastante guapas pensó Sandra! Serian de servicios exteriores pensó, gimiendo al llegarle el orgasmo profunda pero calladamente para que no la oyese Sergio e hiriese su autoestima.
Solo pinta labios rojo suave, raya de los ojos para resaltar aún más sus preciosos ojos verde turquesa de gata cachonda y rímel en sus largas pestañas, su sonrosado de mejillas natural y su sonrisa de nácar. Unos pendientes de brillante en forma de anillo ancho y su melena lisa y preciosa de intenso rubio beige suelta con su raya al medio más hacía la derecha suelta y cayéndole hasta mitad de la espalda.
A pesar de ser de noche hacían unos cálidos y húmedos veintiocho grados, por lo que se había decidido por una minifalda ajustada de algodón color arena, que se cerraba con cremallera por atrás y que por delante tenía un falso cierre a modo de decoración, imitando cordones planos de cuero marrón claro, que se cruzaban a través de agujeros sobre la falda para acabar en un bonito lazo. En la parte de arriba llevaba un chaleco ajustado de tela vaquera, que se cerraba por el centro con botones de clic con una cinta alrededor del cuello a modo de tirante único y un escote triangular donde se comprimían sus enormes tetazas, libres de wonderba o sujetador, realzando toda su magnifica redondez como dos globos que pugnan por escaparse del escote, cada parte del chaleco acababa en punta, de forma que al juntarse formaban también un triangulo, que dejaba al aire el vientre plano natural de Sandra con su precioso ombligo con su sexy piercing de brillantes.
Sus preciosos pies de tipo griego con sus uñas pintadas de rojo, iban vestidos con unos elegantes tacones de verano con formas arabescas en las cintas doradas de los mismos, una que cruzaba desde el empeine y otra que subía por el, hasta llegar a la cinta que rodeaba los tobillos y donde se cerraban con un botón de clic.
Su esplendoroso y perfecto culo sobre aquellos tacones resaltaba como una esfera perfecta y jugosa, prieta dentro de la falda ajustada, al tiempo que moviendo toda la cintura al caminar sus perfectas y bien contorneadas piernas enloquecían a los hombres caribes, que la devoraban por el paseo de la bahía. Aquella diosa veinteañera, rubia y tetuda, hembra explosiva en aquel paraje lleno de morenos, con aquel cuerpazo y aquellas tetazas brutales, que le daban al perfil un aspecto de numero nueve con cabeza.
Sandra no dejaba de sonreír provocativa a todos los hombres, que abrían los ojos y la devoraban con la mirada, mirándola de arriba abajo y parándose a contemplarla como contoneaba rítmicamente sus caderas, ante la creciente y preocupada incomodidad de Sergio.
- Joder Sandra no crees que estamos dando mucho la nota.
Decía Sergio revolviéndose descontento y molesto.
- Vamos cari, por favor déjame lucir estos modelitos, hace tanto que no podía presumir de ropa y de cuerpo bonito, venga cari! Y disfruta de la envidia, que te puedan tener todos los hombres de que este cuerpo sea tuyo y solo tuyo….jajajaja.
Respondía desvergonzada y risueña Sandra, correspondiendo las miradas de los desconocidos que la deseaban mirándole fijamente a sus ojos verdes y extremadamente felinos de gata cachonda.
La cena en la terraza transcurrió plácidamente, el camarero se desvivía por atender todas su peticiones, les pregunto quinientas veces si todo estaba bien con su voz sabrosona caribeña y su sonrisa blanca cristalina que contrastaba con el color café con lecho de su piel y que resaltaba entre la noche y sus labios gruesos y su nariz ancha de mulato, solo para contemplar una vez más con detenimiento, las mamazas redondas como dos pelotas que sobresalían del escotazo triangular de Sandra.
Sergio estaba muy incomodo y molesto, no solo el camarero, todos los hombres de la terraza devoraban a su blanca y rubia esposa con los ojos, sin apartar la mirada de ella, despertando la ira de sus acompañantes, casi todas mujeres nativas. Mientras Sandra estaba encantadísima sonriendo de oreja a oreja, elevando las preciosas mejillas sonrosadas naturales de su maravilloso y bello rostro.
Tras la cena, cogidos de la mano, caminaron por el paseo en busca de la parada de taxis, atrayendo nuevamente las miradas de todos los machos, que repasaban de arriba abajo el cuerpazo voluptuoso de Sandra, para fastidio de Sergio.
Al llegar a una esquina, una moto con dos ocupantes paso a gran velocidad por el otro lado de la calle, de ella salto un joven se acerco a una pareja de mediana edad, golpeo al hombre dejándolo inconsciente en el suelo y le arranco de un tirón el bolso a la mujer, dejándola sentada, para regresar a la moto velozmente y darse a la fuga.
- Ayuda, por favor ayuda, mi marido, ayuda por favor!
Gritaba la mujer desesperada y en estado de shock.
Sandra y Sergio, por ese orden, salieron corriendo hasta la esquina, para ayudar a la pobre mujer, que seguía gritando y empezó a llorar entrando en shock.
- Tranquila, tranquila no llore…..cari llama a la policía, llama a la policía.
Apremiaba Sandra a Sergio, que titubeante estaba de pie junto a la mujer, mientras Sandra trataba de tranquilizarla.
- Como, si aquí no funcionan nuestros móviles?
Apenas había acabado la frase, cuando doblo la esquina un coche de policía, algo viejo y destartalado. Del que bajaron dos agentes, con camisas sucias de manga corta con manchas de sudor y con el resto del aspecto que daban cualquier cosas menos confianza.
- A ver apártense, ya atendemos nosotros a la señora!
Dijo uno de malos modos.
Sergio y Sandra se levantaron retirándose un poco, pero sin acabar de abandonar el lugar.
- A ver como es que ustedes están aquí?
Inquirió de malos modos el otro policía, con una barriga ancha que le caía hasta la cintura, pero con piernas largas y delgadas.
- No, no, nosotros solo pasábamos por aquí y quisimos ayudar a la señora.
Respondió compungido e intimidado Sergio.
- A ver acérquese, que le haga unas preguntas.
Exigió el policía delgado mal afeitado de cabello y ojos morenos.
- Espera aquí cariño!
Dijo Sergio acercándose dubitativo al policía.
Empezaron una conversación donde el policía le interrogaba violentamente, en un momento dado la mujer que estaba en el suelo atendiendo a su marido, mientras esperaba a la ambulancia, señalo a Sergio lanzando gritos, ante lo que el primer policía se saco las esposas, mientras el segundo sujetaba a Sergio que quedaba paralizado por el pánico.
- Pero que hacen, que hacen!
Grito Sandra acercándose totalmente horrorizada.
- Quien es usted?
Pregunto el policía barrigón, dándole un repaso lascivo de arriba abajo a Sandra.
- Soy su mujer!
Respondió Sandra aterrorizada.
- La señora lo ha identificado como cooperador necesario!
Dijo el otro policía, mientras se veía llegar la ambulancia.
- Pero que dice! Si nosotros somos turistas, salíamos de cenar y vimos lo que paso, solo queríamos ayudar, por favor….que dice! Díselo Sergio!
Protestaba embargada de temor Sandra.
- Si ya se lo he dicho Sandra…. Escuche a mi mujer, yo no he tenido nada que ver, ni siquiera soy de aquí! Por favor!
Contestaba esposado y blanco de la impresión el pusilánime y flacucho de Sergio.
- Pregúntenle de nuevo a la mujer, esta en estado de shock! Seguro que se ha equivocado!
Volvía a protestar Sandra, mientras la mujer gimiendo y lloriqueando se subía en la ambulancia con su marido.
- Yo se muy bien lo que he oído zorra extranjera, su marido se va a la comisaria y ya veremos lo que le pasa.
Contestaba el policía que le había puesto las esposas a Sergio.
- No, no, no puede ser!
Exclamaba aterrorizada Sandra, llevándose las manos a la cabeza mientras metían a Sergio en el coche patrulla.
- Ayúdame Sandra, ayúdame!
Gritaba el marido con los ojos desencajados, mientras el policía cerraba la puerta del coche y el otro lo ponía en marcha para desaparecer en breve.
Mientras, Sandra se quedaba de pie, sollozando con las lágrimas corriéndole por las mejillas, desesperada y sin saber que hacer.
Se acerco a la parada de taxis totalmente alterada, sin prestar más atención a los hombres que continuaban devorándola al pasar. Lo primero era llegar al hotel y luego ya pensaría lo que haría. Se subió a un taxi sin hacer caso a la sonrisa lasciva del taxista.
Al llegar al hotel subió nerviosa y rápidamente a la habitación. Empezó a rebuscar entre las cosas, y recordó que tanto sus pasaportes, los billetes de avión, como casi todo su dinero y tarjetas de crédito estaban en el bolso de mano que llevaba siempre encima Sergio, ella apenas tenía unos dólares en el portamonedas de su bolsito color arena a juego con la falda.
Su desesperación aumento, quiso echar mano de su móvil para llamar a su suegro, a su padre, a alguien, pero no obtuvo señal, la isla era un agujero para las comunicaciones celulares en teoría uno de sus atractivos, para aislarse mas si cabe. Mierda pensó Sandra. Respiro hondo busco en su agenda del móvil calculo la hora en España y se dispuso a llamar a su suegro. Pero el teléfono fijo del hotel tampoco funcionaba. Mierda, mierda, mierda, tenían que activarlo con una tarjeta de crédito, y con las ganas de disfrutar de la piscina y lo demás lo habían dejado para el día siguiente.
Sandra se levanto y empezó a dar vueltas por la habitación, hasta que estallo en un llanto desconsolado, no sabía que hacer. No tenia dinero, ni medios para conseguirlo. Dejo de llorar y se recompuso, limpiándose el rostro, decidió salir fuera de la suite al pasillo, tal vez bajar a la recepción, tal vez allí podrían ayudarla.
Avanzo por el pasillo respirando pesadamente y en mitad del mismo se encontró con el chico, Horacio, el asistente. Lo miro sorprendida y a la vez esperanzada.
- Horacio, Horacio, necesito tu ayuda, mi marido, un error, la policía, una pesadilla.
Empezó a hablar Sandra atribuladamente y sin sentido, muy nerviosa.
- Tranquila, tranquila señora, no entiendo nada, quiere que vayamos a su habitación o al mostrador y me explica donde esta el problema.
Contesto Horacio, intentando desviar sus ojos negros de las enormes y voluminosas mamazas magnificas de Sandra.
Sandra se giro y como desorientada, sollozando y diciendo frases inconexas lo llevo hasta su suite, agitando su precioso y turgente culazo arriba y abajo ante Horacio, que se lo comía con los ojos.
Una vez dentro, el chico cerro la puerta con suavidad, la hizo sentarse en un sofá, le trajo un vaso de agua, y trato de tranquilizarla para que lo explicase todo de manera coherente.
Sandra le explico absolutamente todo, hasta que estaba sin dinero, ni posibilidad de comunicarse.
- Huuuummm si es así que no tienes dinero, deberé informar al manager del hotel y deberás abandonar la suite y el hotel!
Dijo Horacio como reflexionando en voz alta
- Pero, pero, pero….deberíais ayudarme, soy una clienta!
Contesto con la boca abierta y aterrorizada Sandra.
- Una clienta ,que no puede pagar, no es una clienta!
Respondió con retintín Horacio, sonriendo plácidamente.
- Pero, pero , pero creí que podríais ayudarme, no es que no pueda pagar, es que el dinero y las tarjetas están con mi marido en la comisaria, si me ayudarais a sacarlo todo se arreglara.
Alego nerviosamente Sandra, que no prestaba la más mínima atención a la mirada depredadora del chico, que sonriente volvía a mirar como aquel mediodía a las mamazas redondas y erectas de copa G de la diosa veinteañera, rubia y tetuda .
- Yo conozco al manager del hotel, dirá que es un problema entre usted y las autoridades, no dará ni un paso para ayudarte, ni a ti, ni a tu marido!
Respondió tranquilo y como resignado Horacio.
- No puede ser, no puede ser, alguien tiene que poder ayudarme!
Dijo angustiosamente Sandra entre sollozos, dejando que las lagrimas de desesperación corriesen por sus preciosas, sedosas, tersas y redondas mejillas sonrojadas .
- Bueno…. Por si no lo sabes aquí la policía es muy, muy, muy, corrupta, por las buenas no hay casi nada que salga bien. Pero yo conozco a un hombre, que tiene tratos con la policía, vamos que comen de su mano. Su intervención podría ser muy cara, pero podría sacar a tu marido de la comisaria.
Dijo el chico haciéndose el importante y a la vez el enigmático.
- El dinero no va a ser un problema, no va ser un problema, en cuanto mi marido este fuera de la comisaria le pagaremos lo que quiera, lo que quiera….como se llama!
Contesto con voz desesperada Sandra.
- No es ruso, pero todos le llaman el ruso Gutierrez, porque es de pelo canoso y muy, muy colorado de piel, también cuenta historias de que de joven, cuando era revolucionario estuvo en Rusia.
Informo prepotentemente Horacio a Sandra.
- Bien, bien, tráemelo para que pueda hablar con él!
Exigió nerviosa Sandra!
El chico se retorció juntando los labios y haciéndose el interesante.
- Veras mamacita, eso tiene un precio!
Dijo el chico estirándose y metiéndose las manos en los bolsillos.
- Qué, qué precio?
Dijo Sandra mirándolo con sus preciosos ojos felinos muy extrañada.
- Pues quiero gozar de esas tetazotas tuyas, quiero sobarlas, comérmelas y luego hacerme una rusa en tus grandes melones naturales.
Contesto lleno de deseo el chico, mirando fijamente el escotazo de Sandra por donde salían sus enormes globos.
- Comoooooo???? Ya te he dicho que soy una madre casada, no una de tus putas, que te has creído, cerdo moreno!!!! Que pasara si le cuento al manager del Hotel, esto o lo de esta mañana, que pasara?
Le grito Sandra llena de indignación y con los ojos encendidos por la ira.
- Cuando, potrona rubia, antes o después de decirle que no puedes pagar?
Le contesto Horacio lleno de seguridad, con los ojos brillantes y sonriendo con ansiedad.
Sandra suspiro de resignación mirando al frente, muy consciente de que el chico la tenía en su manos, quien quiera que fuera ese “ruso”, necesitaba que sacase a su marido de la comisaria, luego ya lo pagarían todo y ajustaría cuentas con aquel jovenzuelo despreciarle.
Sandra se levanto resolutiva, no le quedaba más remedio que pasar por este trance.
- Qué es eso de una rusa?
Pregunto mirando muy seria y con cierto desprecio al chico.
- Yo pongo mi bicho entre tus tetazotas mami, y tú las agitas y las mueves hasta que me vengo.
Contesto entusiasmado Horacio, con los ojos brillándole como si tuvieran chispas.
- Huuuuuummm una cubana…..bien acepto, disfruta de mis tetas, cubana incluida y tráeme al ruso ese…. Pero para hacerlo bien tráeme el aceite bronceador de ese mueble.
Respondió muy seria Sandra, con un gesto de resignación, indicando la cómoda encima de la cual estaba el aceite bronceador que usarían como lubricante.
El chico salto como un resorte, con los ojos y la boca abiertos lleno de ansiedad, corrió hasta la cómoda y trajo hasta el sofá el aceite bronceador.
Sandra se removió incomoda en el sofá, con los brazos separados y la manos apoyadas en el borde del mismo, mirando con disgusto hacia otro lado como si la cosa no fuese con ella.
Mientras Horacio, que había dejado el bronceador sobre el asiento del sofá, la contemplaba hambriento frotándose las manos y pasándose la lengua por los labios ansioso.
- Vamos a ver esos maravillosos melones, palga rubia y tetuda con ojos de gata en celo….uuuuuuffff.
El chico cogió el chaleco vaquero con las yemas de los dedos por las puntas del escote triangular atrayéndolo hacia si, mientras Sandra apartaba la cara con asco y repugnancia. Horacio tiro con fuerza hacia los lados, desabrochando uno a uno los botones del chaleco que hacían “clic-clic-clic” conforme se iban abriendo, hasta que abrió el último y separo con fuerza ambas parte del chaleco, haciendo que emergiesen en toda su turgencia jugosa desafiando la gravedad descubriendo las enormes mamazas naturales de Sandra para la euforia y el deleite de Horacio, las cuales caían en forma de gota de lluvia, como si fueran a desprenderse del pecho en cualquier momento, como la forma de una pompa de jabón cuando esta apunto de salir del aro, con sus pezones grandes y sabrosos en el centro de una gran y oscura areola.
- Oooooooohhhhh!!! No llevas brasier!!!! Que meloneeeeeees, son un sueño, tus meloneeeees de corbeja casada y madre…..huuuuuummm!!
Gemía y jadeaba el chico mientras abalanzaba sus manos morenas arcilla sobre ellas, tratando de contener desde abajo las lozanas y firmes tetazas blancas de Sandra, que apartaba la mirada con asco, aunque su raja estuviese ardiendo de deseo, sobretodo al sentir, como el chico extendía sus dedos largos como garras y amasaba con fuerza sus globazos, que poco a poco cogían más consistencia y fuerza. Cuanto tiempo hacía que nadie se aferraba así a sus jugosos melones.
- Aaaaahhh grandioso me afincaría aquí para toda la vida, eres la girla más guapa y rerica que he visto nunca en los dos años que llevo en este hotel, mamitaaaa!
Exclamo Horacio lleno de deseo y excitación, sacando y moviendo su lengua, abalanzándose sobre la cara de Sandra tratando de besarla , al tiempo que amasaba con fuerza sus mamazas, sobretodo en el centro donde estaba el pezón y la areola. Mientras Sandra muy tensa cada vez apartaba más y con más expresión de asco el rostro.
- Nada de besos, solo mis tetas, solo mis tetas, ese era el trato!
Dijo Sandra con su voz dulce y sexy pero con firmeza apartando al chico, levantando sus antebrazos.
- Esta bien mamacitaaaa, que meloneeeeesssss……. Papaaaaa!!!!
Exclamo lleno de deseo Horacio, amasando fieramente, cegado por el deseo de contener lo incontenible en sus manos, las tetazas turgentes, carnosas, firmes como goma moldeable que volvía a su estado original, después de recibir presión.
Sandra apartaba la cara y cerraba los ojos, su mente no abandonaba la idea de hacérselas pagar al chico, pero también tenía que concentrarse en reprimir el placer tan fuerte, que la estaba consumiendo, su fluidos empezaban a empapar su tanga, cuando la presión continuada y apasionada del chico hizo, que de su mamaza izquierda surtiera un pequeño chorro de leche, que mancho la mano del muchacho, el cual al principio se mostro sorprendido y después entusiasmado
- Ayyyyy mamitaaaaaa si aún estas dando lechitaaaaa…….voy a beberme tu leche, potronaaaaa, voy a bebermela todaaaaa!
Sandra se tenso aún más, atemorizada ante la reacción eufórica del chico, cuando el muchacho se aferro como un gancho con su mano derecha a su tetaza derecha, dejando que sobresaliese su pezón y su rica areola, y metiéndoselos en la boca y empezando a succionar con fuerza el pezón enrojecido y firme de Sandra.
- Oooohhh…..no, no,nooooo!
Se resistía Sandra al placer que la succión y la lengua chupando enloquecidamente su pezón le estaba generando.
- Que rica esta tu lechita, corbeja rubia, que rerica estas!
Decía el chico con la voz llena de deseo mientras un rastro de leche de Sandra le caía por la comisura de los labios, cambiando al pechazo derecho e introduciéndoselo en la boca, al tiempo que hacia pinza entre los dedos pulgar y el resto de dedos de la mano sobre la areola de la mamaza derecha ordeñándola como un experto, recibiendo un enorme chorro de cálida leche de Sandra, que se convulsiono abriendo mucho la boca.
- Aaaaaahhh ….para, para, paraaaaa.
Odiaba y amaba a aquel chico a partes iguales, se resistía a mostrar el placer, que él estaba provocando contra su voluntad y a la vez no podía reprimirlo. Mientras el chico ordeña una tetaza durante un tiempo y luego pasaba a otra, sin dejar de devorar el pezón con entusiasmo y desesperación.
El tanga de Sandra estaba completamente empapado, estaba apunto de perder el control con un orgasmo de pezón, tenía que parar aquello.
- Para, para, paraaaa….. coge el bronceador y hagamos la rusa esa, vale, vale, seguro que tu polla no puede más….
Empujo en el pecho sudado Sandra al chico , argumentando, mientras lo separaba de sus tetazas cubiertas de una mezcla de saliva y su leche materna, que estaban a punto de provocarle un orgasmo de pezón.
- Bien, bien, si, si, el bicho también quiere probar esos melones, perra!
Dijo Horacio, tomando el aceite bronceador y dejándolo caer como si fuera una cobertura de miel por encima de aquellas perfectos y redondos globos naturales inmensos en forma de gota de lluvia que desafiaban a la gravedad.
El chico con las palmas abiertas de las manos, empezó a dar círculos sobre las inmensas mamazas, extendiendo el aceite, como tratando de abarcar los melones de Sandra con las manos en vano, mientras que llevado por el instinto probaba de besarla y esta apartaba la cara, recuperado un poco el control aunque su tanga fuera una esponja de fluidos.
El chico acabo de extender el aceite por todas partes canalillo incluido y se puso de pie, frente a Sandra que seguía sentada en el sofá. Se bajo los pantalones y los calzoncillos, dejando a la vista un enorme rabo oscuro y venoso, largo, casi el doble que el de Sergio en todo. La curiosidad pudo a Sandra que echo un vistazo a la polla de Horacio, levantando las cejas con admiración.
- Te gusta mi masacote verdad corbeja rubia y tetuda, a que si?
El chico se acerco con la tranca en ristre hacia Sandra y la coloco entre sus tetas, ante la cara de falso asco y disgusto de Sandra, que volvía a sentir el ardor en la entrepierna y como los fluidos toda la embargaban.
- Ooooohhhhh mamacita!!! Que tetotazos…que melones tan suaves y prietos, dale, dale, durooooooo!
Gemía Horacio balanceándose adelante y atrás, atrás y adelante, mientras Sandra tomando sus mamazas con sus manos en forma de garra por los laterales inferiores de su circunferencia los agitaba, arriba y abajo, abajo y arriba velozmente, apartando la cabeza lo máximo, para evitar que el prepucio de aquella oscura anaconda le diera en la barbilla.
- Oooooohhhh siiiiiiii, sigue corbejaaaaa, putaaaa perrraaaa rubiaaaa…..aaaaahhhhh es la mejooooorrr rusaaaa de mi vidaaaa…..aaaaaahhhhh!
Sin abandonar la cara de disgusto y asco, Sandra aumento el ritmo de la fricción, abajo y arriba, arriba y abajo. Juntando mucho sus tetazas alrededor de la carne fibrosa y venosa del chico, que ardía entre sus suaves y tersas tetazas. Cuanto tiempo hacía que Sandra no sentía una polla así entre sus tetazas, crecer, palpitar, quemarle la piel con placer.
- Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oooooooooooohhhh!
Se tenso Horacio estallando en un orgasmo y un enorme chorro de semen pegajoso y cremoso, como una gran ráfaga de pintura, impregno el cuello suave y delicado de Sandra y toda la barbilla, salvándose de milagro el pelo.
- Espera, espera, esperaaaa!
Se quejo Sandra, soltando sus globazos duros y firmes y dejándolos caer en su forma de preciosa gota de lluvia con los pezones erectos, liberando así la verga venosa y fibrosa de Horacio que tomándola por el tronco siguió agitando, lanzando ráfagas hacia las tetazas de Sandra, que abría las manos como queriendo protegerse, como quien recibe un chorro inesperado de agua fría, mientras el chico con cuatro ráfagas directas y abundantes los impregnaba con su leche cálida y densa.
- Pero, pero, perooooo, pero que es esto!
Se quejaba sorprendida e indignada Sandra, nunca había visto una corrida masculina tan abundante, que le salpicaba todos los melonazos y el cuello!
- Jejejeje, mamacita es que yo soy un campeón produciendo lechecita, el que más de todos mis compays desde la adolescencia.
Respondió sonriente y satisfecho Horacio.
- Me es igual cerdo! Yo ya he cumplido nuestra parte, ahora ves a buscar al ruso ese, mientras yo me lavo esta cerdada, venga!
Ordeno con su voz dulce y sexy, pero llena de ira Sandra, tratando de levantarse con los brazos abiertos, mientras todo aquel semen caía desde sus tetazas al suelo y al resto de su cuerpo. El chico sin dejar de sonreír satisfecho se vistió y se dirigió a la puerta.
- En seguida estaré aquí con el “ruso”.
Dijo sonriendo orgulloso y cerrando la puerta ante la cara de enfado e ira de Sandra, la cual cuando el chico hubo cerrado la puerta, se dirigió al baño a ducharse, contemplándose en el espejo del baño con las mamazas llenas del ardiente y cremoso semen del chico, no pudo evitar la tentación de agarrarse una de sus tetazas y llevárselas a la boca para chupar todo el semen del chico, que estaba especialmente dulce y delicioso, reflexiono, sacando un dildo de su neceser de baño y metiéndose en la ducha. Estaba tan cachonda que no podía estarlo más, pensó mientras se masturbaba bajo la ducha alcanzando el orgasmo casi al instante.
Sandra se había cambiado y esperaba sentada en el mismo sofá cuando llamaron a la habitación. Se levanto y abrió la puerta, dejando pasar al chico, que entraba muy sonriente y a un hombre de unos cincuenta años, con profundas entradas en un pelo escaso, ralo, grasiento y gris canoso, con una preeminente barriga, perilla castaña, gran papada, grandes mofletes colorados, ojos claros y brazos y piernas gruesos, con pantalones vaqueros, botas panamá limpias y una camisa de color apagado de manga corta entre abierta, por donde se mostraba una cadena de oro con un colmillo de marfil de algún extraño animal.
- Esta es la chica?
Pregunto el ruso Gutierrez a Horacio.
- Si esta es ruso!
Contesto el chico moreno. Ante la cara de sorpresa de Sandra, al ver que se comportaban como si ella no estuviese allí.
El ruso le dio un vistazo de arriba abajo como quien inspecciona un objeto a punto de comprar.
Sandra se había cambiado después de ducharse. Llevaba el pelo recogido en una cola sostenida por una preciosa pinza del pelo. Se había vuelto a perfilar la raya de los ojos, la pestañas de rímel y se había dado sombra de los ojos, oscura grisácea, con mucha clase, lo que resaltaba aún más sus preciosos ojos felinos verde turquesa, dos perlas decoraban los lóbulos de sus orejas, sus labios pintados de carmín rosa intenso con efecto de humedad y sus mejillas sonrosadas al natural, con sus movimientos extremadamente elegantes y femeninos.
En la parte de arriba llevaba una camiseta blanca inmaculada de manga corta, como de tela de blusa con minúsculos detalles como cenefas de arriba abajo y que dibujaba curvas suaves en el final de las mangas y en el escote de pico que se cerraba alto, sus tetazas quedaban prietas y ajustadas insinuándose en el perfil de la tela, las había calzado en un precioso wonderbra de encaje blanco con un encaje tan fino que transparentaba completamente, a juego con su tanga también del mismo color y material, sobre el que vestía una minifalda vaquera ajustada de tubo cuatro dedos por encima de la rodilla, de tela vaquera azul intenso como recién fabricada, la falda llevaba un detalle decorativo un cinturón ancho alrededor de la cintura con una hebilla redonda a través de la cual pasaba el mismo, pero en realidad se abría con una cremallera trasera. En lo pies llevaba dos tacones blancos, que brillaban como si fuera blanco charol. Los tacones eran cerrados por delante y como ajustados al talón, dejando el resto del pie sin cubrir y elevaban sus magníficos y redondos glúteos, que se dibujaban perfectamente sobre la tela vaquera de la minifalda ajustada.
- Muy apropiado, muy apropiado!
Señalo el ruso juntado los labios y acabando de repasar a Sandra.
- Pero a que ha venido aquí, para examinarme como si fuera ganado o que!
Dijo Sandra con su dulce y sexy voz, en un tono entre extrañado y ofendido.
- No se preocupe, el chico ya me ha puesto al día de la situación. Ya se quienes son los patrulleros y donde esta la estación de policía. Vamos a mi coche, cuando lleguemos usted esperara fuera y me dejara a mi negociar con los policías. Entendido?
Contesto el ruso autoritario, girando y dirigiéndose a la puerta de la habitación, mientras Horacio sin dejar de sonreír y de devorarla con la mirada, le indicaba que le siguiese afuera. Sandra cogió un bolsito blanco a juego y siguió a los dos hombres fuera de la habitación.
Sandra esperaba dentro de una camioneta algo destartalada y bastante asquerosa, con el cenicero delantero lleno de colillas, y el resto con aspecto de no haber sido lavado en siglos, intentando no tocar nada más allá de lo imprescindible. Mientras el “ruso” estaba dentro de la estación de policía negociando. El chico se había quedado en el hotel.
El ruso apareció en el umbral de la comisaria y cruzo hacia la camioneta. Sandra le esperaba ansiosa y nerviosa. El ruso llego hasta la puerta del lado que ocupaba Sandra y pidió que esta bajase la ventanilla. Cosa que realizo al instante.
- Bueno, la cosa ya esta clara, soltaran a su marido.
Dijo el ruso en tono de experto resabido.
- Buuuuufff gracias a Dios!
Contesto Sandra sacándose un gran peso de encima.
- Si pero el asunto tiene un precio!
Respondió el ruso, manteniendo esa pose de experto con suficiencia.
- No creo que sea un problema, una vez mi marido este libre, podemos sacar con nuestras tarjetas todo el dinero que haga falta!
Dijo Sandra con voz aliviada.
- Huuuuuummmm el precio incluye algo más que dinero!
Contesto el ruso enigmático.
- Como????
Repuso Sandra con su voz dulce y femenina, con extraña e ingenua sorpresa, abriendo mucho sus preciosos ojos felinos verde turquesa.
- Pues que los dos policías, quiere pasar un buen rato con usted, quieren exprimir su maceta en tu popola!
Sandra se puso amarilla de indignación, jadeante de ansiedad alargo sus manos de finos dedos sin largas uñas para apoyarse en el salpicadero pues la cabeza le daba vueltas.
- Es, es, es inaceptable, intolerable! No, no, no, no y no… si quieren les daremos el dinero que cueste una puta o varias y que las disfruten. Pero yo soy una madre casada y fiel a mi marido.
Contesto llena de rabia Sandra!
- Si, si, la opción de la palga, ya se la he propuesto yo a los policías, pero me han dicho que no, que aquí son todas morenas y oscuras, y que quieren probar su chocha rubia y tus melones blancos. Así que si no se avienen, no soltaran a su marido, y yo tampoco cobrare, señora así que más vale que se vaya concienciando, señora.
Respondió el ruso con templanza y frialdad profesional.
- Buuuuuuuuuuuuuuuuuuufffff.
Resoplo Sandra con las lágrimas agolpadas en sus ojos y llevándose las manos a la cabeza, al borde de la desesperación. Que podría hacer, que podría hacer, si no recuperaba a Sergio, tampoco los billetes, ni la forma de pagar el hotel y todo lo demás. A la mañana siguiente se vería en la calle, sin un céntimo y con su marido en la cárcel.
- Decídase señora, yo tengo que hacer!
Inquirió el ruso fría y profesionalmente.
- Pe, pe, pero que me van a haceeerrr?
Pregunto dubitativamente Sandra con las lágrimas agolpándose en los ojos.
- Pues lo habitual claro, le harán cabecear, le devoraran las mamazas, le puyaran la popola y el culo hasta que queden satisfechos y se hayan corrido en usted.
Respondió con sequedad y frialdad el ruso!
Sandra se cogió la cabeza con las manos y empezó a sollozar mientras las lágrimas corrían mudamente por la mejilla.
- Decídase, no tengo toda la noche!
Dijo el ruso algo enfadado y exigente.
- Y! Y! Y! Y si se muestran violentos?
Pregunto Sandra entre sollozos
- Por eso no se preocupe, por su seguridad, yo estaré presente y la protegeré si los policías se propasan de pasión, además le suministrare los condones, nadie quiere que el perro corra por la isla. Se decide o nos vamos de una puta vez!
Volvió a inquirir violentamente el ruso.
Sandra afirmo con la cabeza calladamente, mientras todo le daba vueltas, y notaba como el ruso abría la puerta de la camioneta.
Tambaleante pero elegante sobre sus tacones blancos, contoneando sus preciosas caderas bajo su estrecha cintura y con ello todas las curvas de su cuerpo, Sandra siguió lentamente al ruso como si flotara hasta entrar en la estación de policía.
La estación estaba vacía. Sandra atravesó el umbral tras el ruso, tímida y aterrorizada, como un animal asustado que trata de protegerse.
- Aquí traigo el paquete!
Dijo en voz alta de forma templada y profesional el ruso, resonando su voz en toda la comisaria.
- Plasssshh!
Sonó un enorme palmetazo en el culo macizo y redondo de Sandra, que salto hacia delante sobre sus tacones totalmente asustada abriendo la boca, los brazos y las manos, y dejando caer su bolsito.
- Pasa mamita, pasa que te vamos a dejar bien cogidita….jajajaja
Dijo exaltante en tono de burla el más delgado de los policías, que estaba tras la puerta de la estación de policía, por lo que Sandra no lo había visto, de forma que había podido darle aquel palmetazo en su maravilloso y firme culo esférico. Ahora cerraba con llave la puerta de la estación de policía.
Sandra se puso temblorosa por detrás del ruso, por el lado más alejado del policía, mirándole con ojos desencajados de terror, el cual tras cerrar la puerta, les hizo una señal para que lo siguieran por un pasillo largo. Sandra caminaba tras el ruso aterrada y abriendo mucho los ojos, juntado las manos como en actitud de orar, notando como los escalofríos recorrían su cuerpo.
Al final del pasillo había una gran celda con dos camastros y una mesa con dos sillas en el centro. El ruso entro como ocupando el espacio central, mientras Sandra atemorizada lo seguía pegando la espalda en la pared y contemplando al policía barrigón, que la sonreía de oreja a oreja, sudoroso con manchas bajo el sobaco.
- Que rica estas mami, que sabrosa blanca y tetuda corbeja nos trajiste ruso.
Dijo el policía barrigón golpeando con sus dedos la mesa con expresión satisfactoria.
Sandra vio un bulto que había en uno de los camastros, era un hombre que estaba tumbado y vuelto de cara a la pared. Sandra lo miro más detenidamente, reconociéndolo.
- Sergio, Sergio, cariño estas bien.
Estallo en gritos Sandra sobresaltada con voz de alarma.
- Tranquilaaaaaa!!! Tranquila!
Respondió el ruso frenándola con el antebrazo y tratando de tranquilizarla.
- Esta solo sedado, tiene la sensación de que sus miembros no le responden, como si estuviera semiparalítico, le costara mantenerse en pie y coordinar sus movimientos. Pero solo es el efecto de la droga de una planta carnívora tropical local, que lo emplea para paralizar a sus victimas. En cuanto pasen unas horas dejara de estar bajo los efectos. Tranquilízate!
Respondió con autoridad y control, acabando de forma imperativa el ruso!
- Pero, pero, pero…. No le sucederá nada verdad, verdad…. No le sucederá nada?
Pregunto llena de ansiedad y temor Sandra.
- Despreocúpate completamente, los indios primero y luego los negros de la isla han usado, esta droga para paralizar y entrar en trance. Ahora prepárate que llego tu turno perra!
Dijo el ruso con profesionalidad y desprecio a partes iguales, acercándose a la mesa y tomando asiento en una de las sillas, al tiempo que dejaba una caja de condones encima de la mesa, todo con serenidad y frialdad absoluta.
- Sírvanse señores! Nadie queremos al perro en nuestra isla!
Dijo el ruso al tiempo que el policía más delgado abría la caja de condones, tomando uno y el barrigón se levantaba y se dirigía también a la caja.
Sandra se pegaba a la pared mirando todo aquello como si fuera ajena a lo que sucedía a su alrededor, con la mirada perdida, los brazos junto al cuerpo y temblando levemente, mientras un escalofrió le recorría el cuerpo, contemplando atemorizada como el policía más delgado, moreno y fibroso de pelo grasiento se acercaba hacia ella sonriendo con malicia, mientras ella instintivamente alzaba los antebrazos sin saber donde meterse.
El policía delgado llego junto a ella y empezó a acariciarle la preciosa y larga melena rubia beige brillante que le caia hasta mitad de la espalda con el reverso de la mano, mirándole con una enorme sonrisa canina.
- Si, si, si queréis os masturbare, y os, os, os dejare sobar mis tetas, vale, vale, si queréis hare eso, pero, pero, pero ya esta, ya esta…vale, vale?…..
Decía Sandra tartamudeando embargada de temor y humillación.
- Jajajaja….has visto Lucio, nos quiere decir lo que le vamos a hacer y a dejar de hacer esta mala palga.
Dijo el policía delgado dejando de acariciar a Sandra y mirando hacía el otro, que se acercaba lentamente abriendo mucho la boca y pasándose la lengua lentamente por los labios.
El delgado miro fijamente a Sandra, que le observaba con ojos suplicantes y cogiendo con fuerza de los semicírculos laterales del escote de pico tiro con fuerza hacia los lados partiendo la camiseta blanco inmaculado con tela de blusa de arriba a abajo, partiéndola en dos en toda su extensión.
- Nooooooo, por favor soy una madre casada, por favooooorrr!
Cerro los ojos convulsionada Sandra echando la cabeza para atrás muy tensa, sollozando y dejando caer las lágrimas por su mejillas lentamente.
- Ooooooohhh mamitaaa , que tetazas, que melones tan blancos y que brasieeeerr tan sexy, perra!
Exclamo el policía delgado ante la visión de la diosa veinteañera, rubia y tetuda, abalanzando sus manos como dos garras sobre las mamazas naturales enormes y turgentes de Sandra por encima del wonderbra de encaje de tela semitransparente blanco rosado y empezando a amasarlas con fuerza una junto a la otra.
- Jefferson deja que la corbeja se desnude para nosotros, compay deja que disfrutemos….uuuuhh!
Dijo el policía barrigón al delgado, que se retiro girando la cara sin dejar de sonreír al barrigón.
- Ya oiste a mi “broder” , potrona desnúdate para nosotros, haznos un striptease pero lentito, palgita rubia y tetona, lentito.
Ordeno el policía delgado soltando los perfectos globos esféricos de Sandra y retirándose hasta la altura del camastro abandonado, dejando a Sandra tensa, humillada y nerviosa, junto a la pared, con los ojos cerrados, la camiseta destrozada por el centro y las lágrimas recorriéndole las perfectas, curvas y sonrosadas mejillas. Mientras el ruso sentado junto a la mesa fumaba un cigarrillo, con la mirada impasible, como quien contemplase un espectáculo.
- Vamos a que esperas, enséñanos la chocha perra!
La apremiaba el policía barrigón y con perilla.
- Vale, vale, me desnudo una paja con mis tetas si queréis y me dais a mi marido, vale, eh vale?
Trataba de convencerles con voz temblorosa Sandra.
- Venga, empieza a desnudarte ya potrona y deja de parlotear.
Respondió el policía delgado con fuerte agresiva y violenta voz, falto de cualquier atisbo de paciencia y empatía.
- Esta, esta, esta bien!
Respondió dubitativa Sandra, mientras lenta, temblorosa pero de forma muy sexy y femenina se sacaba los restos de la camiseta blanca con tela de blusa de arriba, quedando solo con el wonderbra blanco rosado de encaje semitransparente. Después con sus finos y delicados dedos de uñas cortas, se saco el cinturón de decoración muy lentamente, sacando primero la hebilla y luego corriendo el cinturón lentamente, antes de dirigir las manos hacía atrás y bajarse lentamente la cremallera, dirigiendo siempre la mirada al suelo, con la barbilla temblorosa sin osar mirar a los tres hombres que la miraban inquisitivamente llenos de deseo, tragando saliva profusa y ansiosamente, y sollozando sin sonido, mientras se sentía completamente indefensa, quedándose totalmente desnuda delante de unos extraños.
La ajustada minifalda vaquera cayo al suelo cubriendo sus preciosos pies y sus tacones blancos, mientras Sandra avergonzada y temblorosa juntaba las manos por delante de su pubis, con la cabeza agachada y la mirada fija en el suelo, inmóvil en su desnudez y helada a pesar de la humedad y los veintiocho grados que marcaba el termómetro.
- Mamacitaaaaaah!!! Viste que cachas más perfectas tiene la corveja rubia Lucio!!! Que muslos mas perfectos redondeados y firmes…. Bien jugosoooossss como me gustan a mi. Vamos perra sácate la falda de los pies.
Dijo el gordo y sucio policía, ordenando a Sandra. La cual sin dejar de mirar al suelo, se cogió ambos brazos por los codos en posición de protección, al tiempo que levantaba lenta, sexy, femenina y grácilmente las piernas firmes, lisas, y suaves de una en una, dando un paso atrás y dejando en el suelo tirada la falda mostrando su precioso tanga de encaje blanco rosado, que unía la parte de delante con la de atrás apenas con un hilo de tela, con un triangulo por delante que tapaba su raja y dejaba transparentar su depilado brasileño, y un triangulo diminuto de tela de encaje del que caída la tira que se perdía en su raja del culo, mostrando unas nalgas firmes, divinas, redondas y perfectas, esféricas, tersas y tensas.
- Ooooohhhh Bro, si que cuerpazo más firme y bien hecho se gasta la palga rubia esta. Da una vuelta mami, despacitoooo!
Respondió lleno de lujuria el policía delgado y de piel grasienta.
Sin dejar de mirar al suelo temblando, aterrorizada, humillada, dejando caer lentamente las lágrimas y con las manos en cruz cogiéndose cada una el codo contrario, Sandra comenzó a girar muy lentamente, para deleite de los tres hombres de la celda.
- Que culazooooo, papa, que nalgas más prietas y carnosas! Vemos perra levanta la cabeza y déjanos ver tu preciosa cara de gata en celo con esos ojazos verdes de ángel que tienes!
Grito excitado el policía más gordo y sucio.
Sandra, la diosa veinteañera, rubia y tetuda trago saliva y levanto la cabeza lentamente con expresión triste y resignada, mirando a los tres hombres contemplando como el ruso, permanecía impasible sentado, fumando, mirando como las vacas ven pasar el tren. Mientras los dos policías estaban de pie examinándola con los ojos fuera de si.
- Vamos mamacita, sonríe un poco que te lo vamos a hacer pasar muy bien….jajajaja…. sácate el brasier ese tan sexy y rico que llevas para nosotros, vamos mami y mueve el cuerpo como si bailases a la vez!!!
Le ordeno el policía delgado sonriendo de oreja a oreja, dejando así a la vista el brillo metálico de algunas de las piezas postizas de su dentadura.
Sandra miro al ruso temerosa, esperando una respuesta. El impasible ruso, soltó una bocanada de humo y afirmo con la cabeza, mirándola fría y amenazadoramente.
Sandra empezó a moverse, al principio muy lentamente, con movimientos verticales desde los tobillos hacia arriba, contoneando las caderas, sensualmente como si fuera una serpiente, con expresión de extrañeza que espera aprobación.
- Así, así, muy bien, muy bien, ahora sacate el brasier, corbeja rubia y blanca, sacate el brasier y enseñanos esos melones talla XL…uuuuuhhhh!!
Grito excitado el policía gordo, que no dejaba de frotarse con su manos y sus dedos redondos y enormes la entrepierna.
Sandra sin dejar de bailar y de mirarlos con expresión asustada, se saco primero el tirante del hombro izquierdo lentamente, y después el del hombro derecho sin dejar de pensar, que tal vez si lograba pajearlos rápidamente o de hacerles una cubana violenta, provocando que se corriesen no se la follarian. Aquella idea esperanzadora hizo aflorar en ella una leve sonrisa, al tiempo que sin dejar de mover sus caderas como si bailase, llevaba sus manos a su espalda para alcanzar el cierre del wonderbra y soltárselo, sosteniéndolo con los antebrazos cruzados como había visto a las profesionales en las películas.
- Si, si, vamos, vamos, enséñanos tus tetazotas mamiiii, no podemos aguantarlo máaaasss, perraaaa!!
Dijo gritando de deseo y lleno de lascivia el policía delgado.
Sandra poniendo cara de ingenua e inocente retiro primero su brazo derecho y luego su brazo izquierdo, dejando que el wonderbra de encaje blanco rosado transparente cayese por su peso e inercia al suelo.
- OOOOOOOHHHH, Papacitooooo que meloneeeesss!!!
Exclamaron ambos policías, ante la visión de las enormes tetazas de Sandra en forma de gota de lluvia a punto de desbordarse y caer de su cuerpo por los lados, con sus pezones grandes y sabrosos en el centro de una gran y oscura areola.
Los dos policías se deshicieron de sus pantalones sin apartar la vista en Sandra, a la que miraban como dos hienas hambrientas. El más delgado se giro hacia el ruso, el cual le entrego una botella de aceite lubrificante con sabor a coco.
Ambos policías se dirigieron hacia Sandra esbozando su sonrisa más maliciosa y hambrienta, mientras esta se retiraba tambaleante sobre sus talones caminando hacía atrás con expresión atemorizada, hasta alcanzar la pared.
- No, no, no, por favor soy una madre casada, una madre casada….no,no, no!
Le decía Sandra con ojos llenos de terror a los dos hombres, que empezaban a rodearla cada uno por un lado diferente, empezando a acariciarle con sus sucias manos las caderas y el vientre, jugando con su sexy piercing de ombligo.
- Relájate mamita y disfruta y déjanos disfrutar, se una buena corbeja, y déjate coger rico con esos melonazos.
Le susurro con sorna y malicia el policía delgado de piel grasienta, al tiempo que abría la botella de aceite de coco, para sostener a continuación la mamaza de Sandra más próxima a él, tratando de pellizcarla por su punta como si la ordeñase y dejando caer sobre los dos globos esféricos de Sandra una abundante cantidad de aceite de coco.
Sandra paralizada, muy erguida y tiesa, miraba embobada al policía delgado que embadurnaba sus melonazos, cuando sintió como la gran fuerza de una manaza gorda y firme, tomaba su cabeza por la cola sostenida por su preciosa pinza del pelo y la giraba violentamente atrayéndola hacía si, sintiendo así el apestoso aliento a alcohol del policía gordo y sucio, que la atraía hacia su boca.
- No, no, no, noooooo….besos noooo, yo solo beso a mi maridoooo!!!
Gritaba Sandra mientras trataba de ofrecer resistencia tirando su cabeza para atrás sin éxito ante la fuerza de la manaza del policía gordo, que lograba juntar los labios.
- Tu haras lo que nosotros queramos maldita corbeja rubia….entendido!
Susurro amenazante el policía gordo, al tiempo que mordía con pasión el labio inferior de Sandra y lo estiraba hacía él.
- Aaaaahhhh ahhhh!
Grito de dolor Sandra, momento que utilizo el policía gordo y asqueroso para forzar más el cuello de Sandra e introducirle su lengua apestosa en la deliciosa boca de Sandra, retorciéndose con su lengua y explorando cada recoveco de la boca de Sandra. Que con pequeñas convulsiones comenzó a llorar de rabia.
Mientras el policía delgado extendía el aceite de coco sobre sus enormes melonazos, pellizcando sus pezones grandes y sabrosos, amasándolos y magreandolos con los dedos de la mano en forma de garra, como tratando de contenerlos.
- Oooooooohhh que melones, Bro….que melonazoooosss compayyyy!!!
Exclamaba excitado con la polla en el calzoncillo como una estaca el policía más delgado.
Mientras el gordo y asqueroso morreaba a Sandra, que tenia las mejillas llenas de lágrimas, sostenía el cuello de esta solo con una mano y había bajado la otra hasta los muslos firmes, fuertes, fibrosos y rollizos de Sandra y los magreaba y manoseaba con fruición.
- Que rica estas mami, que riquísima estas mamitaaa, no me canso de ti, no me podría cansar nunca mamiiii!! Agarra nuestro bicho y empieza a pajearnos mamitaaaa perraaaa!!
Repetía el policía gordo y asqueroso al tiempo que pasaba su lengua babosa y gorda por la preciosa mejilla sonrosada de Sandra, por su mentón, su cuello, el lóbulo de su oreja bajando por sus hombros, babeándole toda la tersa, suave y sedosa piel.
- Que te ha dicho Jefferson, que nos pajees, perra corbeja!
Exclamo exigente el policía delgado tomándole la mano a Sandra y metiéndosela en su paquete, para que agarrase su verga, imitando el policía gordo su gesto.
De repente se encontró Sandra con dos pollones morenos en sus blancas manos, mas del doble de grandes que la de Sergio su marido, que estaba allí mismo a escasos metros tumbado incosnciente. La del policía delgado era muy larga y fibrosa, y la del gordo sucio, era muy gruesa y nervuda y más oscura.
- Splash!! … Vamos corbeja llorona empieza a pajear nuestros bichos!
Le dio una leve torta el policía gordo a Sandra ordenándole que empezase a pajearles, al tiempo que volvía a morrearle para evitar su reacción y Sandra empezaba a pajear tímidamente a los dos policías subiendo y bajando las manos arriba y abajo, abajo y arriba.
Las lagrimas no dejaban de correr por sus mejillas, cayendo de sus ojos ,que trataba de mantener la mayor de las veces cerrados y los sollozos eran apagados intermitentemente por los besos del policía gordo.
La espalda de Sandra seguía tensa y erguida, y un escalofrió de terror, de humillación y desprecio por si misma la inundaba. Pero el ambiente cálido y húmedo y el policía delgado y de piel grasienta estaba haciendo un trabajo esplendido con el aceite lubricante de coco, sus tetas estaban completamente inertes y brillantes, sus pezones duros como el granito. Y aquellas pollas gruesas y potentes, sostenidas en sus delicadas y femeninas manos, desprendiendo aquel aroma a sexo duro y brutal, todo en conjunto estaba haciendo que entre los escalofríos de terror el cuerpo de Sandra reaccionase y el calor se instalase en su bajo vientre, haciendo que los labios de su raja se empezasen a empapar.
- Ooohhhh estos melones me enloquecen, compay, me enloquecen son tan enormes llenan y desbordan mis manos, bro! Y mira estos pezoncitos ya están tiesos y duros como una piedra!!! Huuuuummm aprieto así de fuerteeeeee!...... eeeeiiihhh, paaaapiii!!
Decía deleitándose con las mamazas de Sandra la diosa veinteañera, rubia y tetuda el policía delgado de piel grasienta, cuando un chorrito de la leche de Sandra salió disparada de su mamaza izquierda. Haciendo que el ruso cambiase su expresión de piedra ante lo que estaba viendo, alzando la ceja como diciendo “que interesante”.
- Jeffersooooon! Si la mamacita esta criando…..Bro!!! Que riquita leche de la puta corbeja que nos vamos a beber……uuuuufff!!
Exclamo de admiración y deseo, Lucio el policía delgado de horripilante sonrisa de dientes de oro. Poniendo su rostro frente al pechote izquierdo de Sandra, al tiempo que abría mucho la boca y con ambas manos apretaba la punta del melonazo terso y suave de Sandra, haciendo que un nuevo chorrito de leche caliente saliera de él directo a su boca.
- No, no, no…. Por favor soy una madre casada…no, no, no, deja mi leche, déjala!
Intentaba en vano Sandra que Lucio parase, sabiendo lo sensible que eran sus tetas a la manipulación y lo fácil que se le podía excitar a través de ellas, al tiempo que sentía como los labios de su raja empezaban a empapar su tanga.
- Hazme espacio Lucio, compay ,que me voy a comer los jugosos muslos de esta corbeja y su chocha sabrosa.
Dijo el gordo sucio Jefferson al policía delgado, mientras se agachaba entre las piernas de Sandra ,que estaba de espaldas a la pared, y empezaba a lamerle y lanzarle chupetones en el interior de los muslos de ambas piernas, provocando convulsiones de Sandra, que seguía cerrando los ojos y trataba de resistirse a cualquier clase de placer que aquellos hombres le provocaran, embargada por la humillación y la rabia, pero sin poder controlar al cien por cien las reacciones de su cuerpo.
Mientras el policía delgado de piel grasienta, no dejaba de ordeñarle las tetas, extrayéndole leche, concentrado alternativamente sus labios y su lengua en la succión de sus pezones, aumentando el deseo de explotar entre gemidos de placer de Sandra, que combatía contra ellos con el desprecio y la humillación que sentía con todo aquello.
La lengua de Jefferson, después de haber babeado y dejado marcas de chupetones en los muslos de ambas piernas por los dos lados, recorría la tersa y suave piel del plano vientre de Sandra, mordisqueando las caderas, y jugueteando con el piercing del ombligo. En un momento dado el policía gordo y sucio, cogió con ambas manos el hilo de un lateral del tanga blanco rosáceo de encaje y con suma fuerza lo rompió, haciendo lo propio con el otro lado, y arrancándoselo a continuación a Sandra, tirándolo por la instancia.
- Esto ya estaba sobrando mami!......oooooohhh Mami…..si tiene la popola toda mojaditaaaaa…. Tanto “no”, perra corbeja y es que si, como no puede ser de otra manera…..jajaja!
Digo soltando una carcajada de triunfo el gordo Jefferson, que provoco una mirada de ira y de vergüenza en Sandra, que intentaba contenerse cerrando los ojos fuertemente, ahora que había dejado de llorar, cuando sintió como la gruesa, esponjosa y babosa lengua del policía gordo y sucio, devoraba sus labios y empezaba a masajear con fuerza y perspicacia su clítoris, al tiempo que un escalofrió de placer provocado por la mamada de sus tetas le subía por la espalda.
- Aaaaaahhhhhh……oooohhh!
Exclamo gimiendo y jadeando en voz baja Sandra, tirando la cabeza para atrás, sin dejar de cerrar los ojos en un sentimiento entre de vergüenza y placer intenso.
- Así me gusta mamita que disfrutes, perritaaaa ricaaaa!!!
Dijo el policía delgado de piel grasienta, justo antes de mordisquearle los pezones juguetonamente de las enormes tetazas de Sandra en forma de gota de lluvia a punto de desbordarse y caer de su cuerpo por los lados de copaza G, absorbiendo otro chorrito de su cálida leche y haciendo a Sandra retorcerse de placer.
- No, no, no,….parar, parar, yo no quiero esto, no, no, nooooo, no quiero, soy una madre casada, y aquí delante de mi marido, nooooo!
Trataba de resistirse a las olas de placer que la inundaban, como no lo habían hecho ni antes de estar con Sergio, su marido. Mientras la lengua experta del gordo Jefferson estaba haciendo que su clítoris palpitase y se pusiese al borde de la explosión, mientras un orgasmo de pezón avanzaba a gran velocidad!
- Aaaaaaahhhhhh…..ooooooooohhh….aaaaaaaaaoooooohhh…..noooooooo me corrooooo!
Exploto entre convulsiones el clítoris de Sandra empapando la cara de Jefferson al tiempo que un orgasmo de pezón inundaba su ser.
- Jajajaja, que rica y que jugosa eres rubia palga tetuda, jajaja.
Se levanto Jefferson carcajeándose de satisfacción, con el rostro empapado en la corrida de Sandra relamiéndose.
- Jajaja que perra caliente estas hecha he mamita, te hemos hecho correrte, ahora veras cuando te cojamos, jajaja!
Añadió entre sonrisas sarcásticas el policía delgado de repulsiva sonrisa de dentadura de oro. Mientras Sandra sin dejar de jadear y tratando de taparse inútilmente con una mano su raja y con la otra cruzada sus enormes mamazas se apoyaba en la pared mirando al suelo, avergonzada de su explosión de placer, además de humillada y forzada.
- Vamos que ahora nos toca a nosotros cogerte bien duro Mamiiiiiii! Plashhh!! Que culazoooo!!
Dijo el policía gordo y sucio tomando fuertemente por la muñeca a Sandra y separándola de la pared violentamente, al tiempo que le lanzaba un enorme palmetazo en una de las nalgas firmes y turgentes de Sandra, haciéndola vibrar como la piel tensa de un tambor, mientras Sandra se tambaleaba al avanzar sobre sus tacones blancos, convulsionándose asustada, intentando en vano mantenerse junto a la pared.
- Vamos, vamos al camastro…. Huuuuumm que perra corbeja riquísima estas hecha! Plashhhh!
Dijo el policía delgado de piel grasa, empujándola por las caderas y lanzándole otro fuerte palmetazo en la otra nalga firme y prieta que vibro igual que había vibrado la anterior. Mientras Sandra daba un saltito con el culo dolido siguiendo al policía gordo por la inercia de los palmetazos.
- No, no, no por favor, soy una madre casada, ya habéis tenido mi cuerpo, por favor dejarme ya!
Pedía lastimosamente Sandra, viendo como el gordo Jefferson la llevaba hacía el camastro junto al que estaba Sergio, su marido. Ante la mirada impasible y fría del ruso, que hacia como si no estuviera.
- Si claro, palga zorra tu estas servida y nosotros nos quedamos con el masacote así!
Digo el policía delgado de sonrisa repulsiva de dientes de oro antes de tomar con sus dedos ambas preciosas, sonrosadas, tersas y suaves mejillas de Sandra y darle un morreo, del que ella se zazo como pudo.
- Que mami perra, reguapa eres, tan rica con esa maquillaje tan fino, esas cejas finas, largas y oscuras sobre esos ojazos verdes de gata en celo, que entrecierras tan sensualmente.
Dijo el policía delgado antes de cogerle con fuerza la cara con ambas manos y obligarle a morrearle, enroscando su lengua en la esquiva lengua de Sandra.
Cuando el delgado acabo, el gordo que la tenia por la muñeca la lanzo con violencia sobre el camastro, que hacía “L” con el camastro donde estaba k.o. Sergio, quedando medio tendida sobre la cama.
- No, no, no, aquí no! Aquí esta mi marido, se puede despertar, aquí, no.
Rogo lastimosa y humilladamente Sandra.
- No te preocupes por él, que es imposible que se despierte, y te he dicho antes que vas a hacer lo que te digamos, corbeja perra tetuda. Abre la boca!
Exigió imperativo el policía gordo, cogiéndola por la cola del pelo y acercando su cabeza a su tranca a pesar de la resistencia de Sandra, que notaba como el pestazo de aquella polla morena oscura, enorme y gruesa inundaba sus fosas nasales.
- No, no, por favor, nunca he chupado algo tan grande!
Protestaba resintiéndose Sandra y haciendo fuerza con el cuello, cuando sintió como el policía delgado que estaba en la parte de atrás del camastro, mientras ella peleaba se había puesto su condón, le levantaba una pierna y antes de que pudiera reaccionar colocaba la cabeza de su verga entre los labios de su raja y le clavaba su fibrosa y larga tranca. Empezando a bombear con fuerza adelante y atrás, atrás y adelante.
- Aahhhhhh, aaaaahhhh,oooooohhh, aquí en frente de mi marido…..nooooo!!!
Exclamo Sandra en una combinación de vergüenza, dolor, y placer ante el bombeo trepidante del policía delgado, cediendo inconscientemente el cuello y tragándose el apestoso rabo grueso y nervudo del gordo Jefferson, entre arcadas provocadas por el sabor y olor de la verga del gordo, que manteniéndola de lado, empezó a bombear con fuerza en su boca, adelante y atrás, atrás y adelante, aferradas sus manos en su cabeza, mientras Sandra agitaba sus manos como si se ahogase, tratando de sollozar sin poder, mientras podía contemplar el rostro de su marido y padre de su hija, Sergio a poco más de medio metro.
- Aggg, aaggg… me ahogooo….aaaaaggg, aaaggg!
Exclamaba entre arcadas Sandra, sin dejar de agitar los brazos hasta que el policía delgado, le cogió uno por la muñeca fijándola, al tiempo que la brutal penetración de este, la estaba volviendo a sumir en el placer, además del morbo y la excitación que siempre le había provocado mamar las pollas a sus amantes.
- Tranquila enseguida se acostumbrara tu boca y garganta, palga rubia….aaaahhh, aaaahh, si mamita así, mueve la lengua, que rico cabeceaaaaaas corbejaaaaa!
Exclamaba entre jadeos de placer, el gordo Jefferson, al tiempo que notaba como Sandra sin dejar de derramar lágrimas en un sentimiento contradictorio se había entregado a la mamada, moviendo la cabeza arriba y abajo, de forma que el gordo soltó su cabeza, y empezó a manosear sus tetazas que se balanceaban arriba y abajo en el espacio, turgentes y tersas, pellizcando con maestría sus pezones, retorciéndolos con delicadeza y poniéndolos nuevamente duros como una piedra.
- Vamos a cambiar Bro! No tan forzado que disfrutemos los dos de esta corbeja perra.
Dijo el policía delgado, al tiempo que bajaba la pierna de Sandra y la ponía a cuatro patas, viendo como el gordo Jefferson asentía con la cabeza, al tiempo que él tomaba las muñecas de Sandra hacia atrás, y la volvía a ensartar de una con su verga, bombeando con fiereza, adentro y afuera , afuera y adentro , mientras la raja de Sandra se le aferraba con fuerza como tratando de exprimir su tranca.
- Ooooooohhhh, aaaaaaahhhh!
Estallaba de placer Sandra, sin dejar de mirar a Sergio con preocupación, aunque su grito era rápidamente callado por la gruesa polla del policía gordo y sucio, que la volvía a introducir en su boca, para que Sandra llevada por la libido y la confusión contra su vergüenza y su humillación, moviese su cabeza adelante y atrás, atrás y adelante, sintiendo con placer la polla más grande que había mamado nunca, arrasar su boca mientras el gordo policía, apretando con la mano en garra la punta de sus enormes melones que se balanceaban adelante y atrás, atrás y adelante, la ordeñaba dejando el camastro salpicado con su leche.
Siguieron así durante un largo rato, de vez en cuando el delgado Lucio soltaba una de sus muñecas y la emprendía a palmetazos con sus nalgas, haciéndolas vibrar en su turgencia, primero una y luego otra. A Sandra seguía invadiendo la humillación y la vergüenza de ser forzada, pero no podía resistir tanto placer, hacía tanto que no se la follaban así de bien.
- Déjame entrar ahora a mi en esa popola Bro!
Pidió el gordo Jefferson al delgado piel grasienta Lucio.
- Por favor dejarlo ya… por favooor, soy una madre casadaahh…
Decía sin convencimiento Sandra, mientras los dos policías manejaban su cuerpo a su antojo.
- Jajaja, ya sabemos que eres madrecita por tu lechita perra, y que estas casada, aquí esta el cabrón de tu marido para verificarlo, jajajaja!
Reía con carcajadas de triunfo el policía delgado, al tiempo que se sacaba el condón.
El gordo Jefferson se tumbo sobre el camastro, se coloco el condón como un rayo, haciendo colocarse de espaldas y encima de él a Sandra sobre sus tacones, le lanzo otro palmetazo en su culo rocoso y esférico, completamente rojo de tanto castigo, y tomándola de las caderas la inserto sobre su gruesa y nervuda tranca morena cubierta de venas, al tiempo que con sus dedos en forma de garra continuaba masajeando las nalgas de Sandra
- Aaaahhhhhh…. Ahhhhhhhh!
Estallo de placer sin poder evitarlo Sandra echando la cabeza para atrás y cerrando los ojos.
Mientras frente a ella el policia delgado de la repulsiva sonrisa con dientes de oro, colocaba su polla larga y fibrosa sobre su canalillo, y ella sonriendo por primera vez en toda la noche de forma sincera con su sonrisa gatuna de oreja a oreja, enterraba su polla entre sus tetazas aceitosas, babeadas y sudorosas apretándolas fuertemente contra la polla del policía y agitándolas fuertemente arriba y abajo, abajo y arriba, al tiempo que subía y bajaba sobre el pollón del gordo Jefferson, sin dejar de mover las caderas en semicirculos.
- Siiiiiiiiiiiiiiiiii, siiiiiiiiii, aaaaaahhhh mamitaaaaaa, asiiiiii perrraaaa, siiiiii, mueve las caderaaaass!
Gritaba de éxtasis el gordo Jefferson, abriendo mucho la boca y los ojos.
Mientras Sandra lanzaba lengüetazos y se tragaba el prepucio del policía delgado y de piel grasienta, cuando sobresalía de la cubana de sus enormes globos naturales.
- Oooohhhh que rusaaaaaa, ooooohhh que boquitaaaa mamitaaaaa rubia calienteeeee.
Exclamaba entre jadeos el policía delgado, bajando la cabeza de vez en cuando, para enredarse con Sandra en un beso francés, enroscando en el aire sus lenguas, totalmente poseída Sandra por el sexo a pesar de su sentimiento de vergüenza y humillación, y de tener a escasos centímetros al cornudo de su marido Sergio.
El gordo Jefferson haciendo un esfuerzo enorme para no correrse, empezó a lamerse los dedos, y a introducirlos por el ano de Sandra, lentamente, primero uno, y luego dos, agitándolos adelante y atrás.
- Aaahhhh, aaaahhhh, que haces ahí atraaaasss….ahhhh, aaaaaahhh, ahí nunca ha entrado nadieeee….. aaaaahhh, por favor noooo!!!
Gemía de placer Sandra confusa y desorientada.
- Ooooohhh , uuuuuhhh, Vamooooos a emparedar a esta corbejaaaa, para acabar, brodeeeer.
Le pidió el gordo Jefferson al delgado Lucio, que hizo una señal al ruso que seguía mirando como ausente, y este le tiro impasible un condón y la botella de aceite lubricante de coco.
- No, no, no, por favor mi culito, no, no!
Gimoteaba sin esperanza Sandra, mientras el gordo Jefferson la obligaba a ponerse a cuatro patas, derramando por la raja de su culo el aceite lubricante y el delgado Lucio se calzaba el nuevo condón, y se disponía a ponerse debajo.
- No, no, no, tú y tu grandísima polla no, no, no por favor, nooooooo!
Gritaba protestando asustada Sandra intentando mover piernas y brazos, mientras los dos hombres sonriendo maliciosamente la inmovilizaban, el delgado Lucio sujetándola fuertemente por los brazos y el gordo Jefferson abriéndole los muslos y las nalgas con sus dedos, dejándole su huella dactilar en la piel, de la presión, al tiempo que embocaba su enorme y palpitante tranca morena oscura y se deslizaba por el ano dilatado de Sandra, dilatandolo aún más del doble.
- Nooooooo….oooooohhh….dueleeeee!
Se retorcía Sandra cerrando los ojos, y estallando en lágrimas, al tiempo que el policía delgado le soltaba un brazo y embocaba su larga y fibrosa polla entre su labios ensartándola y empezando a bombear, arriba y abajo, abajo y arriba, agarrándola de la cabeza y obligándola a besarle, entre grandes muestras de dolor de Sandra
- No te preocupes mamiiiii, esto va a ceder enseguidaaaaaa, siiiii, que prieto culoooo!
Gemía y jadeaba el gordo Jeffersson asiéndose con fuerza con los dedos de una mano a una de las nalgas de Sandra, mientras con la otra mano dejaba caer mas aceite lubricante, y bombeaba adelante y atrás, atrás y adelante con su gruesa y nervuda tranca. No tardo en ceder con ayuda del lubricante, el ano de Sandra y el gordo Jefferson empezó a bombear con virulencia. Al mismo tiempo que el delgado Lucio la perforaba en su raja.
- Aaaaaaaahhhhhh….. aaaaahhhhh…. Ooooooohhh…..aauuuuuuhhh…. siiiiii….por favoooorr, pararrrrr ……aaaaaaahahh
Gemía y estallaba de placer, confundida y desorientada Sandra, sumida en el mayor placer de su vida sexual, humillada y forzada por unos desconocidos en una pequeña isla caribeña.
- Mira, mira al cabrón de tu marido, ahí tendido mientras dos verdaderos machos te ensillan. El no es hombre para una potrona como tú, míralo mami, aquí al ladito tuyo, jajaja!
Se reía y humillaba a Sandra, el policía delgado de la sonrisa repulsiva con dientes de oro, mientras entrecruzaba con ella las lenguas, sujetándole de lado la cara junto a la suya, y haciendo que mirase fijamente a Sergio su marido, cuya cabeza reposaba apenas a un palmo y medio de ellos.
- Aaaahhhhh ……..oooooooooooooooooooooooohhhh!! Me corrooooo!
Estallo en un grito de placer en un orgasmo anal y vaginal Sandra, exprimiendo las pollas de los dos hombres, entre convulsiones.
- Aaaaaahhh, compay esta putona va hacer que me corra y yo quiero hacerlo sobre su cuerpo y su cara! Saquemos nuestros bichos ya y acabemos de una veeeeez.
Exclamo el gordo Jefferson sacando su polla palpitante del culo de Sandra, y arrancándose el condón mientras, el delgado Lucio salía de debajo de Sandra, quitándose también el suyo, y obligando a la jadeante madre casada diosa veinteañera, rubia y tetuda a tumbarse poniendo su cabeza junto a la de su drogado marido, mientras los dos policías de rodillas se acercaban a su cara y sus tetazas con sus pollas en ristres como dos mangueras.
- Abre bien la boca y los ojos verdes preciosos de ángel que tienes, con esa mirada de gata caliente, palga rubia y tetuda que ahí va mi chorro!
Exclamo el delgado Lucio, justo antes de lanzar un enorme chorro de semen caliente sobre la cara de la jadeante Sandra, llenándole los ojos los labios y la nariz, mientras el gordo Jefferson que se había puesto de piernas abiertas sobre ella, le lanzaba su primer y denso chorro de crema sobre su mentón, mejillas y cejas, haciendo que una extenuada Sandra cerrara los ojos y solo notase como el resto de las ráfagas de las corridas de los hombres se extendían sobre su cuello y sus enormes y magnificas tetazas, mientras ella sollozaba de nuevo y dejaba escapar las lágrimas de vergüenza y humillación entre los últimos jadeos de los orgasmos producidos mientras trataba de acariciar a Sergio, su marido y padre de su hija con la mano más cercana a él, sin dejar de llorar cubierta de la leche de aquellos machos caribeños, que se reían y felicitaban llenos de satisfacción.
El ruso le había ayudado a subir a Sergio a la habitación. Apenas los hombres se corrieron encima de ella, el ruso se levanto y dio dos palmetazos, los hombres se retiraron de ella sin volver a tocarla. Ella sin dejar de llorar, había tratado de limpiarse ,con un rollo de papel higiénico que le había lanzado el ruso, lo mejor posible la leche de los dos hombres que se extendía por su cuerpo, sin dejar de oír sus chanzas y burlas humillantes, se había vestido de nuevo entre sollozos y gemidos de dolor por la vergüenza y la humillación y había cubierto su parte de arriba con la chaqueta del ruso, que la había ayudado a cargar con Sergio hasta su coche. Sandra no dejaba de llorar, sentada en la parte de atrás del coche, apestando a semen y sudor, con la cabeza del inconsciente delgaducho y debilucho Sergio en el regazo de su falda.
Al poco de salir de la comisaria el ruso le había dado una pastilla, un tranquilizante para que se calmase y un botellín de agua. Como iba a calmarse, la habían chantajeado, la habían forzado, la habían humillado y usado, a ella un madre casada. La verdad es que había sido los mejores orgasmos en años que recordase, pero contra su voluntad.
Así que una vez en la habitación, el ruso le ayudo a meter en la cama el cuerpo inconsciente de Sergio, que de vez en cuando musitaba algo o respiraba hondo.
- Lávate y adecéntate y luego hablaremos de precios y te daré tus tarjetas y tus documentos.
Dijo el ruso, muy calmado y tranquilo.
Sandra solo sollozaba, completamente descompuesta, no se atrevía a mirarse al espejo, apestando a sudor y semen, con el rímel completamente corrido, se quito el maquillaje, y se metió en la ducha, ya había dejado de romper a llorar, sollozaba de vez en cuando, pero cuando empezó a lavarse su raja y su culo con el chorro de la ducha, un extraño calor empezó a irrumpir en su interior. A su mente no acudían los acontecimiento de la estación de policía si no era para llorar y avergonzarse, sin embargo, su raja estaba empapada, sus pezones estaban duros, y estaba tan , tan, tan, cachonda, había tenido cuatro orgasmos aquella noche, y estaba ardiendo, como cuando necesitaba sus dildos para relajarse, pero mucho más.
Salió intranquila por aquella excitación de la libido, con la cara lavada, su preciosa y brillante melena rubio beige recogida en un pinza por la parte de atrás de la cabeza, llevando puesta la ropa de cama menos atrevido que tenía, que consistía en una camiseta de lycra beige muy ajustada, que realzaba sus enormes y erectos pechotes haciendo que sus pezones y oscuras areolas se marcaran y trasparentaran, unos cortísimos shorts que aparentaban una piel de leopardo, y unas femeninas pantuflas rosas.
El ruso estaba tan impasible como siempre sentado al borde de la cama, le indico a Sandra que se le acercase y se sentase junto a él.
- Bueno ahora tenemos que hablar del precio de mis servicios querida.
Le dijo el ruso sonriéndole por primera vez en la noche, mirándole con unos brillantes ojos grises oscuros en su gran cara colorada, con mofletes y gran papada, mientras empezaba a acariciarle los muslos suavemente con la yema de los dedos regordetes de una de sus manos, mientras con la otra se acariciaba alternativamente la perilla castaña sobre la gran papada y el pelo canoso y ralo. El contacto de aquel barrigón cincuentón sobre su piel aumento aún más el calor del bajo vientre de Sandra.
- No ha sido suficiente lo que he tenido que hacer?
Pregunto Sandra mirando al frente como ausente, mientras el viejo ruso extendía su mano sobre el interior de los muslos de Sandra acariciándolos muy suavemente en un gesto entre cariñoso y tranquilizador, al tiempo que Sandra sentía como su libido volvía a humedecer su raja.
- Eso ha sido una parte del precio, ahora falta lo más importante, la intermediación, es decir mi parte querida.
Repuso el ruso acercando su cuerpo barrigón al joven y lozano de Sandra. El ruso olía a perfume de hombre de los de antes, pero más fresco, hasta ese momento Sandra no se había dado cuenta de aquel olor tan penetrante y masculino, algo estaba pasando, algo que estaba fuera de su control, su cuerpo estaba ardiendo!
- Mira cariño voy a ser muy claro, yo tengo toda tu vida en mi mano. Los documentos, las tarjetas de créditos y otros medios de pago, están en mi poder, la mitad del hotel esta en mi nomina de sobornados, la mitad importante, incluido el manager. No puedes ni llamar fuera de esta isla sin que yo me entere o lo impida. Creo que deberíamos hablar del precio, no crees?
Sandra se volvió a dar cuenta que estaba en manos de aquel hombre, pero aquella excitación descontrolada le nublaba la capacidad de decir algo coherente, de pensar correctamente, simplemente estaba cachondisima, y el ruso le hablaba con su cara pegada a la de ella, y sus manos habían subido acariciando sus perfectos y firmes muslos, hasta recoger lentamente todo el short en su pubis. Aunque no podía reaccionar u oponerse, lo estaba disfrutando, lo que aún la desconcertaba más.
- Cual es ese precio, entonces?
Pregunto Sandra como hipnotizada y sometida por el olor varonil del perfume del ruso.
- El precio es usarte, usar tu cuerpo, hasta que yo considere que esta saldada mi deuda. Tu eres una zorra explosiva, un corbeja extra de lujo, un cuerpo de ensueño perfecto de diosa rubia de playboy, con esa cara de ángel, esa naricita pequeña, esos ojos felinos, esa sonrisa amplia, esos labios carnosos naturales, algo que difícilmente puedo ofrecer a los superclientes del hotel, que vienen aquí y pagan por un servicio escort muchísimos dólares. Yo solo puedo ofrecer chicas de la zona, muchos de los clientes por negocios de la isla son del continente sudamericano, las diosas morenas, no son algo por lo que pueda exigir un gran precio. Pero una palga como tú, rubia, blanca y de ojos verdes, eso es un negocio muy rentable para mi, mamita!
Dijo frio y sin inmutarse el ruso mirando fijamente a Sandra, al tiempo que sus dedos acariciaban levemente sus pubis por encima del short de leopardo del pijama que ya empezaba a empaparse.
- Yo no soy una puta y en cualquier caso he de marcharme de aquí en diecinueve días, además te repito que no soy una puta, no lo necesito, soy una madre casada de un país europeo, puto caribeño de mierda.
Respondió Sandra con igual frialdad, temblando de rabia y de placer, intentando zafarse del deseo salvaje que le permitía dejar, que el ruso la manosease así.
- Ah si, Mamacita, eso de que aún tires leches en esas tetas tan erectas y turgentes, es un plus más a explotar. Respecto a tu “maridito”, va a seguir más o menos así los próximos diecinueves días, el médico del hotel, le diagnosticara parálisis, por estrés postraumático y nosotros le suministraremos dosis más ligeras, pero que apenas le dejan tener la consciencia durante cuatro o seis horas al día, el resto del tiempo a dormir plácidamente. Y claro que te vas en diecinueve días, calculo que con diez o catorce días de tu vida te bastara para pagar mi deuda. Claro que si no pagas como yo quiero. Aparte de que tendrás que prostituirte por las calles solo para poder comer, porque te tiraremos el hotel, tu pobre marido y padre de tu hija, no sobrevivirá, ya me encargare yo!
Contesto el ruso acabando en un tono violento y amenazante, que no admitía discusión.
A pesar del fuego de la excitación y el deseo salvaje y desconocido que la poseía, las lagrimas de la indignación, la impotencia y la vergüenza volvieron a agolparse en los ojos de Sandra. Aquel hombre la tenía completamente en sus manos, pero no sabía como podía librarse de ello o resistir a algo así.
- Pero yo no soy una puta, ni quiero serlo, no voy a poder hacerlo bien, y voy a acabar enferma mentalmente, si acepto tu trato.
Dijo lastimosamente Sandra, mientras dejaba casi inconscientemente que el ruso jugase con sus dedos con los labios de sus raja sobre su short de leopardo, que ya parecía una esponja.
- Vamos mami, estas desesperada por buen sexo. Lo que dijeron esos dos desgraciados de la estación de policía es verdad, tu eres mucha hembra para el cabrón de tu marido. Tu estas deseando tener sexo del bueno, una potrona que necesita ser bien ensillada y que le encanta que la ensillen! Lo vas a disfrutar si te dejas ir y si no yo te ayudare!
Contesto condescendiente el ruso, pegando casi su nariz a la de Sandra, que no dejaba de mirar al frente, cerrando los ojos y respirando profundamente.
- No sé! No sé! Es verdad que he disfrutado del sexo en la estación de policía, pero eso dos cerdos! Yo no quería y ellos y tú me habéis obligado, no sé, no sé! Huuuumm!
Contestaba duditativa mientras cerraba los ojos, incapaz ,poseída por la libido, de quitar las manos del ruso del short, sobre el cual este ya empezaba a masajear el clítoris y los labios de su raja.
- Olvida tu orgullos y disfruta de los clientes y del personal del hotel, que tiene permiso para disfrutarte, todos con condón y seguridad, sexo sin ninguna violencia, confía en mi y disfruta de una vacaciones inolvidables.
Le susurro el ruso seductoramente al oído, al tiempo que metía los dedos regordetes de su mano derecha debajo del short de leopardo, hundiéndolos en la esponja húmeda de sus labios y masajeando lenta y hábilmente el clítoris de Sandra, que no podía entender como dejaba a aquel viejo barrigón que tan siquiera la tocase, ya no decir que la masturbase, pero estaba más caliente que nunca.
Lo que desconocía era que el ruso no le había dado ningún tranquilizante, en el coche, sino una bomba hormonal, a base de estrógenos, que había idea el doctor del hotel, exiliado en aquella isla por mala praxis farmacológica, y que encendía la libido de las mujeres, manteniéndolas excitadas y necesitadas de sexo a la más mínima proposición.
- Aaaaahhhh ….que me pasaaaaa….aahhhh!
Jadeaba y gemía desconcertada y acalorada como nunca Sandra. Mientras el ruso aprovechando la parálisis y el estado de éxtasis sexual de Sandra, alcanzo con su mano izquierda la tetaza dibujada sobre la lycra beige de la camiseta ajustada, como gota de lluvia a punto de desbordarse, sosteniéndola por abajo, se abalanzo con su boca abierta y empezó a lamer y chupar la maravillosa y apetitosa oscura areola redonda y grande y el jugoso pezón de Sandra.
- No por favor, no….no, no, ….. mi marido… soy una mujer casada y madre…..aaaaahhhh ….. aahhhh
Intentaba resistirse de palabra Sandra totalmente poseída por el deseo.
- Eres una perra caliente, mami…….muy caliente, y tienes que acostumbrarte a que este aquí tu esposo, mientras te pillan potrona caliente……sluuuurrpppp.
Respondió el ruso, lanzando un chupetón profundo absorbiendo el pezón y la gran areola oscura de Sandra por encima de su ajustada camiseta de lycra, al tiempo que lleno de deseo, la empujaba sobre la cama con su mano izquierda, haciéndola caer con su espalda sobre la misma y sin sacar su mano derecha de su raja, donde tres de sus dedos regordetes se movían hábilmente bañándose en sus fluidos sexuales. Mientras con la mano izquierda subía violentamente la camiseta ajustada de lycra beige, de un golpe, provocando el efecto terriblemente sexy de hacer emerger de repente como dos enormes montañas redondeadas, suaves, tersas y turgentes para el placer y el deleite de su vista, las enormes tetazas en forma de gota de lluvia a punto de desbordarse y caer de su cuerpo por los lados de copaza G, con sus pezones grandes y sabrosos en el centro de una gran y oscura areola.
- Ooooooohhh que maravillosos melones que tienes mamita casada, y que piel tan suave y blanquita sin un solo pelo, pura porcelana,…….enséname como te gusta darme tu lechita, mami, mamitaaa….llena mi boca con tu dulce y cálida lechita…sluuuuuurrrpppp, sluuuuurrrpp.
Absorbía el ruso los chorros de leche de las mamazas de Sandra, apretándolas alternativa y fuertemente, ordeñándolas, tirando con fuerza hacia él los dedos índice y pulgar, presionando sobre las sabrosas areolas oscuras y los jugosos pezones, que descargaban con placer su carga en la boca del rechoncho y barrigón ruso, que se había montado encima de ella y frotaba con maestría su entrepierna sobre el short de leopardo de Sandra, haciendo que esta se abriera de piernas con las rodillas dobladas, totalmente dominada y descontrolada por el deseo.
- No, no, noooo, por favoooorr, no quieroooo….ooooohhh, aaaaaahhhh, oooohhh.
Gemía Sandra, sintiendo como su clítoris se hinchaba, más y más, su raja se inundaba y su bajo vientre ardía de deseo. Completamente desorientada y confusa, se retorcía de placer, pero su mente quería empujar a aquel hombre, no podía entender como su cuerpo deseaba a aquel viejo, gordo, barrigón y paliducho, que a cada chupetón succionaba y devoraba sus pezones, mientras con sus dedos en garra apretaba con fuerza brutal la superficie circular de sus suaves y turgentes ubres y la hacía convulsionarse de placer.
El ruso descendió lentamente sin dejar de contener las mamazas exuberantes de Sandra con sus manos en forma de copa, lamiendo el canalillo, el vientre, deteniéndose a jugar con la lengua con el piercing del ombligo de Sandra, hasta que bajo sus manos a sus gloriosas caderas redondas y firmes como columnas, al tiempo que con los dientes mordía suavemente el short color piel de leopardo y se ayudaba con las manos para sacárselo a Sandra, que no dejaba de retorcerse y convulsionarse como un animal en celo.
- Noooo, noooo, por favooooorrr, nooooooooooo…..aaaaaaahhh!
Gritaba Sandra en una mezcla de duda y de placer, convulsionándose, cerrando los ojos y echando la cabeza para atrás, cogiéndose con ambas manos instintivamente sus enormes melonazos, enormes, duros y firmes, cubiertos de babas y restos de su pegajosa y dulce leche, y apretándoselos de nuevos con fuerzas, haciendo emerger pequeñas ráfagas de leche que manchaban aún más la superficie de sus tetazas. Mientras el ruso, que le había sacado el tanga con la boca hasta hacerlo salir por sus pies, le mordisqueaba los preciosos dedos de los pies con sus perfectas uñas pintadas de rojo, sus talones, su empeine, restregaba su lengua contra sus tobillos, primero uno y luego el otro, subiendo a continuación con su lengua, por los perfectos y bien formados gemelos, para detenerse y deleitarse lamiendo, dando chupetones y mordisquitos a sus perfectos y bien contorneados muslos, firmes y tersos como la seda.
- Ooooooohhh que muslos tienes, tan sabrosos, potrona rubia y blanca, cuánto van a pagar por ellos, ooooohhhh, que ricoooosss estáannn!
Se deleitaba el ruso devorándole los muslos, mientras con sus habilidosos dedos volvía a jugar presionando sobre el clítoris de Sandra y masajeando magistralmente sus labios vaginales.
- Vamos perra, vamos mamitaaaaa….pídeme que te lleve al paraíso, lo estás deseando, pídeme que me coma tu popolaaaa…vamos mamiii!
Sandra no entendía nada, por supuesto que su mente no quería que aquel viejo barrigón la tocase tan quisiera, sin embargo era lo que su cuerpo deseaba en aquel momento! La superficie de sus pechazos estaba pegajosa y cubierta de su leche, que no dejaba ella misma de hacer salir, apretándose el extremo de sus globazos apretando con furia con sus dedos índice y pulgar las areolas y los pezones, mientras su bajo vientre ardía como el infierno, quería resistirse pero no podía.
- Noooo, noooo, noooo, me pidaaaaassss que te lo pidaaaaa, aaahhh!
Gemía enloquecida de placer Sandras retorciéndose entre convulsiones.
- Vamos mamitaaa, demuéstrame lo puta corbeja que eres ….potronaaaa rica…pídelo, pideloooo!
Exigía el ruso a Sandra aumentando la presión sobre su clítoris, al tiempo que la punta de su lengua jugueteaba con sus labios.
- Aaaaaaaaahhhhh………… ooooooohhh…. Siiiiiiii, no sé que me pasaaaaaa, no aguanto máasssss siiiiiiiii, cómeme, devorameeeeee, soy tu putaaaaaaa, haz que me corraaaaaa, siiiiii!
Aullaba enloquecida Sandra, girando la cabeza y cerrando los ojos, totalmente cegada de deseo y lascivia, sin ni siquiera reconocer el bulto que yacía a su lado, su marido Sergio completamente drogado a menos de un metro de ella en su propia cama.
El ruso empezó a lamer y a frotar con sus dedos regordetes ferozmente el clítoris de Sandra, sintiendo como ella se ponía tensa y su clítoris palpitaba velozmente.
- Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Estallo en un enloquecido grito de placer Sandra, corriéndose su clítoris como si fuera una fuente, regando la cara del viejo y barrigón ruso que recibió el chorro de Sandra abriendo la boca y saboreando el sabor de la joven y lozana madre rubia y tetuda de veintiséis años, un cañón de mujer.
Sandra se convulsionaba aun retorciéndose de placer mientras el ruso se desnudaba completamente, sacándose los pantalones y los calzoncillos, mostrando un rabo pálido y grueso bajo su barrigón grande y lánguido, recorrió el lateral de la cama con su polla en ristre, hasta alcanzar la cabecera de la misma, se colocó a un lado de la cabeza de Sandra y empezó a golpearle suavemente con su tiesa polla sobre los labios carnosos y preciosos de su boca.
- Vamos mami ahora me toca a mi darte de mi lechecita…verdad que tienes sed, putita mía, mamita casada, palga rubia y tetuda….jejeje…
Sonreía victorioso el ruso.
Sandra no salía de su asombro, como si su mente estuviera dividida en dos, a pesar de haberse corrido tan abundantemente como ni recordaba, su vientre seguía ardiendo, y aquel penetrante olor a polla de hombre. Aquella verga llena de liquido pre seminal, que no apestaba como la de los policías, y que era el doble de grande y grosor que la de Sergio su marido. Como era posible! Se había casado con el hombre con la verga más pequeña de la tierra! Daba igual, el deseo seguía nublándole el sentido, solo deseaba tragarse aquella polla, aunque su cabeza le dijera, no!
- Ooooohhhh, asi, me gusta, asi mamitaaaaaa! ,asiiiiiiii!
Empezó a jadear de placer el ruso, cuando Sandra tumbada pero vuelta hacia el ruso Gutiérrez empezó a lanzar breves pero contundentes lengüetazos sobre el glande, cada vez que este suavemente golpeaba sus labios.
- Siiiiiii, siiiiii, vamos mamitaaaaaaa, vamos demuéstrame lo puta que eres y lo bien que cabeceas….siiiiii!
Le provocaba el ruso barrigón y con papada, sin dejar de gemir de placer, mirándola muy fijamente.
Sandra se incorporó y se volvió completamente hacia el ruso. Deseaba sentir la polla de aquel viejo, feo, gordo y paliducho en su boca, más de lo que nunca había deseado otra polla en su vida. No entendía nada, con la cabeza dándole vueltas, pero ya le daba igual, solo quería mamar y lamer aquel pollón firme y tieso, y sentir como aquel gordo barrigón temblaba de placer y se corría en su boca.
Tomo con su mano derecha la tranca del ruso sosteniéndola por la base del tronco y extendiéndola toda, lanzando lengüetazos intensos desde la base del tronco hasta el prepucio, deteniéndose en el prepucio, ajustando los labios mucho y metiendo y sacando el prepucio, de su preciosa y delicada boquita, sin parar de lanzarle húmedos y grandiosos lengüetazos al glande. Mientras con los delicados dedos de su preciosa mano izquierda acariciaba suavemente las pelotas del ruso, al tiempo que el ruso había avanzado sus manos y sostenía magreaba, y amasaba sus inmensas y maravillosas mamazas, con los pezones duros como el granito.
Y vuelta a empezar desde el tronco al prepucio, de vez en cuando cabeceaba adelante y atrás con los labios ajustados al diámetro de la verga del ruso sin dejar de mover su lengua. Abría y cerraba los ojos, y cuando los abría, allí a escasa distancia junto a ella, podía ver la cara placida del cabrón de su marido, que dormía completamente inconsciente de todo.
Ella lo miraba sin remordimientos completamente desorientada y poseída por el deseo, había descubierto que le daba un morbo inmenso tenerlo allí tan cerca de ella, al lado, mientras otros hombres la usaban y humillaban, convirtiéndolo a él en un cornudo consentido.
- Aaaaaaahhhh mamiiiiiii, ves como te dije que eres una gran putaaaaaa, una corbejaaaaa de primerraaaaa, ves como teníaaaa razooooón, mamiiiiiitaaaaaa, ooooooohhhh, maravilloooossooo.
Se retorcía de placer gimiendo y jadeando el ruso. El cual dejo de magrear los enormes melones de Sandra, y aferrándose con ambas manos a la cabeza, separadas por el gancho del pelo que sujetaba en coleta su preciosa melena rubia beige brillante. Empezó a bombear violentamente en la boquita preciosa y sensual de Sandra, adelante y atrás, atrás y adelante. Mientras Sandra se la tragaba con gran placer y sin quejas, controlando las arcadas y respirando por la nariz, apoyada con una mano en la cama, mientras con la otra se acariciaba la ardiente raja que seguía soltando fluidos.
- Aaaaaahhhhhh….. aaaaaahhhhh…. Ya vengooooo mamiiiiiiiiiii!
Exploto en un grito de placer el ruso, al tiempo que Sandra sentía como la caliente crema del viejo gordo barrigón disparada en varias ráfagas le inundaba la garganta, tragándosela en parte.
Sandra hizo un gran esfuerzo, por mantener la mayoría en la boca. Y cuando el ruso saco su verga que había perdido intensidad, Sandra se irguió de rodillas, mirando fijamente con sus ojos verdes de gata sensualmente entreabiertos al ruso y su cara con papada, con sus oscuras y perfectas cejas, su rostro de ángel, convertida en una puta lasciva, mientras abría y cerraba su boca, jugando con la corrida del ruso en su preciosa boquita de joven mama casada veinteañera, como si se estuviese enjuagando con la leche del viejo barrigón, mostrándola varias veces, sacando la lengua llena de la viscosa corrida del gordo mafioso, para acabar tragándosela toda, para deleite del ruso y ante la incomprensión de una parte omnisciente de su cerebro, que repulsaba todo aquello y no entendía nada, pues Sandra nunca había hecho algo así en su vida, ya que normalmente solo sentir el sabor del semen en la boca, le daba arcadas.
- Que hembraaaaa…. Que putooooon…. Que palgaaaa reriiiiicaaaa eres….mamita casada rubia y tetudaaaaa… como te lo vas a pasaaaaarrr! Ves como eeeeerreeeees una putaaa potronaaa miaaaa!
Exclamo el ruso, justo antes de tomarla suavemente por las mejillas, y darle un largo morreooo, al que Sandra respondió con gusto y pasión, con la cabeza dándole vueltas como una lavadora, y aquella voz como “Pepito grillo” retumbando en su cabeza diciéndole: “no, no, no”!
El ruso, viejo y de piel blanca y rosada, se tumbó sobre Sandra aplastándola parcialmente con su barrigón. Mientras ella reposaba su cabeza sobre la almohada a pocos centímetros de la cabeza de Sergio, el cabrón de su marido. Sandra respondía apasionadamente a los morreos de el ruso, gordo viejo, con papada y perilla rala, buscando desesperadamente su lengua, y enroscándose en ella, abandonada a su deseo y lujuria, a pesar de los chispazos de lucidez, que le provocaban sensaciones de repulsión a la sola presencia a su lado de aquel viejo gordo, que no solo la devoraba con sus besos, sino que además acariciaba con sus dedos regordetes su precioso rostro de ángel con ojos verdes de gata en celo.
- Muuuaacccch….muuuuaach… que preciosa eres mamita, eres un sueño, con tu cara redonda de ángel, con tu melena rubia espectacular, con esos ojitos verdes brillantes de tigresa, con esos pómulos redondos, tersos, sonrojados naturales, con tu boquita dulce de labios carnosos y apetitosos, ….hhuuuuuummm, con esta piel tan suave y este cuerpo de curvas perfectas como una escultura, potrona lozana cargada de tetas y lechita, y solo con veintiséis añitos, van a pagar fortuna por coger tu chocha, mi corbeja…muuuuaacchhhh, muuuuaaaaccchhh, porque eres mi putita…verdaaaad?
Susurraba sensualmente con voz autoritaria pero suave el viejo ruso, mientras acariciaba y besaba sin cesar a Sandra. Su verga, a pesar de su edad, volvía a estar dura como un mástil y el ruso había empezado a balancearse adelante y atrás, atrás y adelante, frotando los labios ardientes de la raja de Sandra, que no dejaba de segregar fluidos.
- Noooo, ooooohhh, noooo, no quiero ser unaaaa putaaaaa……. Oooooooooohhhhh, aaaaahhhh…… siiiiiii, siiiii, siiiiii!
Empezaba a negar Sandra saliendo de su ensoñación y desconcierto, cuando el ruso guiando su mano izquierda coloco su tranca entre los labios de Sandra y la ensarto inesperadamente, bombeando en su raja, violentamente, adelante y tras, atrás y adelante.
- Siiiiii, queeeeee corbejitaaa mia, mi perraaaaa, siiiii, queeee, ehhh? Siiiiii eres mi putaa, eres mi putaaaaaa, dimelooooo, diselooooo a tu amooooo, o paro maldita palgaaaa, te prometo, que parooo!
Gritaba el ruso apoyando las manos en las curvas y firmes caderas de Sandra, sin dejar de bombear, sudoroso y casi sin aliento, clavándole su verga violentamente.
- Siiiiiiii, siiiiii, aaaaaahhhh, no pares por Dios, por favooooorrrr, no pareeeesss….siiiii, soy tu putaaaa, tu putaaaaaaaa, solo tuyaaaaa, aaaaaahhh soy una putaaaaaaa!
Aullaba de placer Sandra cerrando los ojos, tirando la cabeza hacia atrás, con todo el cuerpo temblándole, mientras abría las piernas en forma de “uve” con estas estiradas en el aire, más de lo que lo había hecho nunca, disfrutando de la penetración, mientras su raja succionaba posesivamente la verga que le estaba llevando a la gloria.
- Mi potronaaa, perritaaaa caliente mía, tienes la mejor popola que he probado en mi vida, esta ardiente como un volcán y como estruja la estrecha….. voltea y ensíllame, galopa mi tranca, corbeja mía!
Dijo el ruso, dándole un morreo a la diosa veinteañera, rubia y tetuda de Sandra, dándose la vuelta con su barrigón hacía el lado donde estaba inconsciente el cornudo desgraciado de Sergio, empujándolo hacía el extremo de la cama.
- Siiiii, siiiiii, siiiiii, déjame montarte mi machoooo, dejameeee montarteeee….siiiiii!
Respondió Sandra completamente poseída por el deseo y la lujuria, totalmente entregada a satisfacer el calor de su raja, con la mente totalmente en blanco y totalmente enmudecida la voz interior, que le sugería repulsa al gordo y viejo ruso y sentimiento de humillación y vergüenza.
- Oooooohhhh, siiiiii, siiiiii…. Que espectáculo, oooooohhhh, que visión más divinaaaaaa, mi putaaaa, mi perrraaaaaa…. Así, asiiii, galopaaaaa….aaaaaaaahhhhh!
Gemía aullando de placer el ruso, derritiéndose de gusto ante el bombeo de Sandra arriba y abajo, abajo y arriba sobre su tranca, al tiempo que se extasiaba contemplando como Sandra con los ojos cerrados y expresión de vicio desbordado en su cara, movía violentamente su cuerpo arriba y abajo, abajo y arriba al ritmo del bombeo, agitando ferozmente arriba y abajo, abajo y arriba, sus enormes, esféricas, turgentes, firmes, lozanas y maravillosas mamazas en forma de gota de lluvia. Un espectáculo impagable, puro deseo sexual.
- AAaaahhhh….. aaahhhhh… siiiii, siiiii, siiiii…… soy tu putaaaa, tu putaaa!
Jadeaba enloquecida de placer Sandra, subiendo y bajando, bajando y subiendo sobre el pubis de el ruso, al tiempo que movía sus caderas haciendo semicírculos hacia cada lado. Sacudiendo toda la cama y traqueteando el cuerpo inconsciente de su marido Sergio.
- Ooohhhh, ooooohhh, que potronaaaaaa, mueveeee las caderaaaa, siiii, asiiii!
Se retorcía de placer el ruso cerrando los ojos y sudando, mientras no dejaba de jadear, disfrutando de toda la lujuria y el vicio de hembra de Sandra, que estaba más caliente de lo que nunca lo había estado en su vida, perdido todo el control y todo el dominio de sí misma.
- No puedooooo más palga rubiaaaa y tetudaaa ahhhhh, ooohhh como exprimeeee tu chochaaaa, me va a dejar secoooo, que ma a vaciaaarr las bolaaass, te voy a inundaaaaarrr, mamitaa,yo no tengo perroooo y tú tampoocoooo y quiero bañar tu popolaaaaa
Dijo el ruso entre gemidos y jadeos, sudoroso y totalmente enrojecido, al tiempo que cogía a Sandra por la nuca y le daba la vuelta sin sacar la polla, poniéndola debajo y empezando a bombear adelante y atrás, atrás y adelante, abriendo la boca y aullando.
- Siiiiiiiiiiiii, siiiiiii te voy a rellenaaaarrrr con mi leche mamiiitaaaaa!!!!
Aullaba de placer el viejo y barrigón ruso, al tiempo que estallaba en un orgasmo, y sentía como la raja de Sandra se aferraba a su polla en un potente orgasmo exprimiéndole la verga.
- Aaaaaahhhhh, aaaahhhh, oooooohhhh, nooooo, noooo, no es seguro, me pueeedeesss preñaaaaaar, aaaaahhhhh, siiiiiiiiiiiiiiii, siiiiiii, llenameeeeee!
Estallo también Sandra en un orgasmo brutal sintiendo como la leche cálida y densa del viejo y barrigón ruso Gutiérrez inundaba su interior!
El ruso salió del cuerpo de Sandra sacudiéndose la verga contra sus preciosos y lozanos muslos, extendiendo las últimas gotas de su corrida sobre la blanca y firme piel de los muslos de la diosa veinteañera, rubia y tetuda. La cual todavía con la cabeza dándole vueltas y con una sensación entre de placer y asco, pero con la temperatura del vientre rebajada, completamente agotada, se sacó la camiseta de lycra que el ruso nunca había llegado a sacarle del todo y completamente desnuda se metió dentro de las sabanas, junto al cabrón desgraciado de Sergio su marido, acomodándose para dormir.
- Bueno mamita aquí en la mesita de noche, te dejo la píldora del día después, para limpiar los efectos de mi lechita viscosa y caliente, jejeeje! No te preocupes de nada, os daré los documentos, móviles y tarjetas de crédito cuando nos dejéis. Todos los gastos del hotel van a mi cargo, mañana, enviare al médico, para controlar a este! También te dará a ti un tratamiento para que estés tranquilita….putita mía! El recepcionista, Horacio, el manager del hotel y el médico están en mi nómina. Tienen derecho a gozarte una vez al día, antes normalmente de que te ponga a disposición de los clientes, ya te daré instrucciones! Jejeje. Ya tengo tu perfil completico de fotos de tus duchas de hoy y de cuando te has cambiado varias veces. Tengo cámaras en la habitación, jejeje. En tu perfil pone solo quince días y lo de tu lechita, Jejejeje, van a matar por cogerte!
Recito el ruso con su habitual frialdad e impasibilidad, mientras se vestía, al tiempo que dejando a continuación una píldora del día después encima de la mesita de noche, se inclinaba sobre Sandra que ya dormilaba con los ojos cerrados y la cabeza aún dándole vueltas.
- Muaaacchh! Que descanses querida, vas a pasar unas vacaciones inolvidables, inolvidables, jamás vas a haber cogido tanto y también en tu vida. Jajajaja.
Beso en la boca el ruso a modo de despedida a Sandra, la cual respondió gustosa, con los ojos entrecerrados, antes de dirigirse a la puerta entre carcajadas de éxito. Dejando a Sandra que se sumiese en el sueño, mientras esa vocecita indignada, humillada y avergonzada volvía a lanzarle chispazos a su mente haciéndole correr las lágrimas por las mejillas, mientras la abundante corrida del ruso se deslizaba desde su raja sobre sus muslos abajo hasta la cama.