Vacaciones Húmedas I

La climatología, el corazón roto, los pocos amigos de la playa y el aburrimiento de pasar las vacaciones solo con sus padres, hacían intuir a Dani, que estas no serían unas vacaciones para ser recordadas precisamente.

Eran las nueve y media de la mañana y la lluvia golpeaba con fuerza en los cristales del coche familiar. Salímos de Madrid con el cielo nublado y ahora caía un auténtico aguacero, era uno de los primeros días de septiembre.

Habíamos parado en un pequeño restaurante de la provincia de Cuenca, a mitad de camino entre Madrid y nuestro destino, nuestro apartamento en Cullera. Siempre parabamos allí a desayunar y estirar las piernas, porque el local era limpio, el trato exquisito y sobre todo por la tortilla de patatas que allí hacían y que a mi madre le chiflaba. Mi madre y yo pasamos a los aseos, mientras mi padre pedía un pincho de tortilla y una coca cola para mi madre, y dos cafés con tostadas de aceite y tomate para nosotros dos.

Desayunamos y seguimos con nuestro viaje. Yo iba en el asiento de atrás mirando las fotos que Sonia había subido a su instagram de la noche anterior en las fiestas del pueblo de sus padres. Se la veía feliz, rodeada de amigas y también de chicos. Joder, ¡yo no era capaz de aceptar que lo nuestro había terminado!.

En ese instante, en la radio del coche, dieron el parte meteorológico, lluvias intensas en los próximos días en todo el norte y este peninsular y especialmente fuertes, con una intensa gota fría, en todo el levante, principalmente en toda la Comunidad Valenciana. Mis peores presagios, empezaban a hacerse realidad, ¡serían unas vacaciones horribles!.

Permitirme que me presente, me llamo Dani, tengo 22 años y soy de Madrid, y me iba a pasar unos días al apartamento familiar que tenemos en Cullera, en la provincia de Valencia, junto a mi padre Daniel de 46 y mi madre Yolanda de 44 años.

  • De verdad, no se ni para que he echado el bikini y los bañadores.

  • Pues si Yoli, la verdad es que no sé ni por que hemos venido.

  • Y yo no sé por que tuviste que alquilar el apartamento este año en agosto, cuando siempre lo utilizamos nosotros, y a gente que no conocemos de nada, ¡miedo me da ver como me lo voy a encontrar!.

La verdad es que mis padres jamás habían alquilado el apartamento en agosto que es cuando nosotros lo solemos usar, y más aún, a personas extrañas. Mis padres solo alquilaban el apartamento a familiares, amigos, o al menos a conocidos. La verdad es que mi padre puso el anuncio en un portal de internet de alquiler y venta inmobiliaria, y lo puso con un precio alto, dijo que si por si acaso colaba, y la verdad es que coló. Primero llamaron una pareja de pensionistas de Zaragoza y lo alquilaron la primera quincena, y la siguiente quincena, la dividieron en dos semanas distintas, la primera semana una familia con niños pequeños de Segovia y la última semana unos chicos jóvenes de Madrid, esos inquetaban más a mi madre.

Económicamente no lo necesitábamos la verdad. Mis padres tenían una asesoría, en la que trabajaban los dos, y además tenían dos empleados, y el negocio les iba bastante bién.

  • Nada Yoli no te preocupes, hablé con Gregorio y el dijo que se encargaba de todo.

-Ya pero no estoy tranquila, además otra excusa del viaje es por lo que hablamos el otro día.

Mi padre habló con Gregorio, el conserje de los apartamentos, para que se hiciera cargo del cobro del alquiler, además de que echara un ojo a todo, y le pidió por favor que recogiera las pocas ropas y algún que otro objeto de valor que hubiera en el apartamento. Como solo lo alquilábamos a personas de confianza, teníamos allí ropa de cuando íbamos en invierno y puentes, o algún que otro finde. Mi padre se llevaba genial con Gregorio, pues hace veinte años que compró el apartamento y Gregorio ya trabajaba allí. Además les unía otra pasión, ¡el Atlético de Madrid!

De la otra conversación que decía mi madre, creo que era por mí, porque saliera de Madrid y así distraerme, porque sabían que no estaba bién, Sonia y yo llevabamos saliendo desde cuarto de la E.S.O. ¡Casi siete años! y estaba un poco depre, me dejó en Semana Santa y aún no era capaz de superarlo. Pero creo que esa idea no era muy acertada. En Madrid estaban mis amigos, tenía mi bicicleta, que era mi pasión, mis videojuegos, y además, de mis amigos de la playa, no quedaría casi ninguno, ya que casi todos veranean en agosto, si a esto le sumamos la lluvia, creo que las vacaciones serían un fracaso.

Llegamos al apartamento, la lluvia no cesaba, bajamos las maletas del coche, Gregorio corrió a saludarnos y darnos las llaves del apartamento.

  • Daniel, dame un abrazo.(Exclamó Gregorio)

  • Hola Gregorio, ¿todavía no te jubilas? (Mi padre siempre le vacilaba con esa pregunta)

  • Sabes que no, aún me quedan tres añitos. Yolanda ¡estás guapísima! dame dos besos

  • Hola Gregorio, por favor, dime que mi apartamento está en perfecto estado (preguntó mi madre)

  • Que sí mujer, no sufras. (Se rió) -Joder cuánto tiempo, Dani chavalote y tu ¿que tal?, llevo sin verte un año, no has venido ni en Semana Santa, ni en el puente de mayo, ni ningún fin de semana ni nada. ¡Estás mas delgado!.

  • Si Gregorio, es que cada vez le doy mas a la bici. (Contesté)

  • Bueno Gregorio a ver, dinos la verdad, que ésta está para darle algo, que tal está el apartamento, ¿nos lo han destrozado? (Dijo mi padre riendo)

  • Tranquila Yolanda, no te preocuopes ya te he dicho que está todo en orden. (nos reímos todos)

  • Gracias Gregorio. (Respondió mi madre mas aliviada)

Mi madre y yo subímos al apartamento, es un septimo, con unas vistas preciosas al Mediterraneo. Ella dijo que íba a cambiar las sábanas y a hacer una pequeña limpieza. Mientras, mi padre pasó a la portería donde vivía Gregorio, éste le pagó, y le dió una bolsa de viaje donde había guardado nuestros enseres que le dijo mi padre.

  • Lo ha dejado con Sonia.

  • Ya, ya me he dado cuenta Daniel, espero no haber metido la pata.

  • No hombre, no pasa nada, lo que ocurre es que está muy afectado, no es capaz de superarlo y lo dejaron hace cuatro cinco meses. Toma esto es para tí y muchas gracias por el favor.

  • Es que han sido muchos años, y ¡no me tenías que haber dado nada!.

  • Si, cogeló por favor.

  • Vale lo cojo, pero con una condición, el domingo te invito a tomarnos unos cacharros viendo el partido.

  • Trato hecho Gregorio, pero el domingo va a estar jodido, vamos a Bilbao.

  • Ná, no tengas miedo, fijo que ganamos.

Mi madre respiró al ver que todo estaba en orden. Como no había nada, bajamos a comer a un restaurante debajo del apartamento. Después de comer mis padres se fueron a comprar al supermercado, yo me subí para arriba, mientras recordaba los polvos que había echado allí con Sonia, cogí el móvil y mandé un whatsapp al grupo de amigos de la playa.

"Chicos ya he llegado, ¿estáis alguno por aquí?

El primero en contestar fué Alex, me preguntó como estaba, (ya que todos sabían que Sonia y yo habíamos cortado.) Me dijo que él y Celia, su hermana, se habían ido el domingo. ¡Vaya por diós! (Celia, era perfecta para hacerme olvidar a Sonia, siempre la había gustado  y estaba buenisima, rubia con el pelo largo, 19 años, ¡un pibón vamos! Pero yo siempre le había sido tan fiel a Sonia, que ni se me pasaba por la cabeza liarme con Celia. Viendolo a toro pasado, he de reconocer que fuí gilipollas.

Al poco tiempo Celia también contestó:

"Lo siento Dani, me hubiera gustado estar contigo, pero ya estamos en casa muaaakk"

"No te preocupes guapa, ya nos veremos en otra ocasión,(la contesté con el emoticono de la cara mandando besitos y corazones)

Ví que había cambiado su foto de perfil, había puesto una con un bikini rosa, de rodillas en la arena con el mar al fondo, las tetas se le salían de la parte de arriba, tenía arena pegada en los muslos, y al ampliarla se podía apreciar como se le marcaba la rajita en las braguitas del bikini. Me puse muy burro, corrí y me fuí a mi cama, y allí me hice una paja de campeonato.

Cuando llegaron mis padres ya había quedado para cenar con David y su novia Tania, y con Toni y Olga, estos dos  se marchaban al día siguiente porque el domingo bautizaban a un sobrino de Olga,  y me dijeron que si quería verlos tenía que ser esta noche.

Quedamos en una cafetería a la que vamos siempre, porque hacen unas hamburguesas riquísimas. Era viernes pero como el tiempo no era bueno, no había mucha gente, también pensé que en septiembre no habría el jaleo de agosto. Cenamos dentro pués en la terraza hacía frío a pesar de que ahora no llovía. Tomamos unos gin tonics, aún era pronto, pero entre que había poco jaleo, la morriña de pensar en Sonia y que era el único que no tenía pareja de la mesa, me dió el bajón. Para colmo, dos de la pandilla que eran de reativamente cerca, dijeron en el chat del grupo que tampoco íban a venir. Fran, de Cuenca, por la climatologia y Javi de Albacete, por la feria. En estos días mas de la mitad de pueblos y ciudades españolas celebran sus fiestas. Cada vez lo tenía mas claro, ¡que larga se me iba a hacer la semana! Me despedí de ellos cuatro y me fuí.

Llegué al apartamento y me sorprendió que mis padres no estuvieran en el salón, entré muy despacio y empecé a escuchar ruidos en su habitación. Me quedé junto a la puerta que estaba abierta, supongo que pensaron que iríamos a alguna discoteca y que llegaría no antes de las dos o las tres de la madrugada. Con la tenue luz de las lamparitas de sus mesitas de noche encendidas, se podía ver perfectamente la escena, mi padre tumbado boca arriba, mientras mi madre a cuatro patas y con todo el culo hacia mí, le chupaba la polla, luego cambiaron e hicieron un rico sesenta y nueve.

  • Vamos Daniel,  a que esperas cariño ¡metemelá ya!.

  • Voy Yoli, abreté mi vida.

  • Siii que gusto joder.

  • Dios que gustazo, que ricura,  que bien entra ¡estás chorreando!.

  • Si mi vida estoy muy cachonda, y mojada, ahhh ahhh, ahh, tumbaté tú boca arriba vamos a cambiar.

-Vaaale ayy, vooy, voooy, ahhhh ahhh ahhh.

En ese instante mi padre se tumbó en la cama boca arriba, pude ver como mi madre se sentaba encima, y agarraba su polla con la mano derecha para situarla en la entrada de su coño, su melena morena y rizada, cubría la mitad de su espalda. Poco a poco se fué dejando caer, para clavarsela entera. Para ese momento yo ya tenía la polla agarrada con mi mano derecha y los bermudas desabrochados, estaba bién empalmado. Entonces me pareció ver que mi padre me había visto y me miraba fijamente a los ojos. Me asusté y me eché hacia atrás, pero al ver que seguían, pensé que eran imaginaciones mías. En un momento mi madre se acercó a mi padre y comenzaron a besarse, pude intuír que él la dijo algo al oído. Mi madre se dió la vuelta y lo cabalgó de espaldas a su cara, es decír, de  frente a mí. Podía ver su coño, tenía el vello púbico negro y recortadito, sus preciosas tetas, ni grandes, ni pequeñas votaban de una forma rítmica y sensual, y en ellas se vislumbraban unos preciosos pezoncitos marrones, no muy grandes. Ví como de vez en cuando miraba hacia la puerta, mientras sus gemidos cada vez eran mas fuetres, ¿le habría dicho mi padre que me había visto? El corazón se me iba a salir por la boca, y cuando los dos se incorporaron para hacerlo a cuatro patas y mirando hacia mí, salí corriendo directo a mi cuarto.

Estaba en la cama asustadísimo, ¿me habrían pillado?. Sin embargo ellos no habían parado, los gemidos de mi madre cada vez eran más intensos y el ruido que hacía el viejo colchón de su cama iba al compás. Entendí que no me habían visto, y que eran cosas mías. Enseguida me corrí y lo hice en abundancia. Entonces los ruidos cesaron, rapidamente me limpié con un clínex, y lo dejé encima de la mesita de noche.

Escuché unos pasos por el pasillo, y poco después, abrirse la puerta de mi habitación, era mi madre, me hice el dormido, me dió un beso en la frente y se marchó. Estuve un buen rato en vela, hasta que me quedé dormido, pensando en si me habían pillado espiándolos, o no.

Me desperté, era sábado por la mañana, y comencé de nuevo a menearmela recordando la escena de mis padres follando en su habitación. Me limpie con un clínex y busque el de la noche anterior para tirarlos a la basura. ¡No estaba¡. Miré en la mesita de noche, el suelo, por debajo de la cama y el pañuelo con mi corrida de la noche anterior no apareció. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, ahora no había dudas. ¡Me habían pillado!

Continuará...............