Vacaciones familiares parte 1
Una familia y 3 nuevos amigos. Blanca y Ana, madre e hija se hacen amigos de 3 hombres en sus vacaciones junto a sus maridos en las Bahamas, en un resort. Una serie de acontecimientos les hará romper sus barrera de inocencia y terminaran sucumbiendo ante la atracción.
Cruzaba el año 1960, una familia conformada por cuatro integrantes llegaron al conjunto de cabañas del resort ubicado en una de las Islas en las Bahamas. Hicieron el check-in y se dirigieron a sus cabañas correspondientes.
Ronaldo agarró las maletas de su mujer Blanca y de él. La cabaña conformada por una habitación, era muy grande, suit matrimonial y un pequeño cuarto aparte que era la cocina. Una inmensa cama queen en el centro de la habitación, dos veladores elegantes pero sin dejar el estilo de playa, había unas cuantas sillas y el baño, sencillo y elegante. Dos cabañas, alado de esa, el yerno de Ronaldo, Alvaro, agarró las maletas de su esposa Ana y las puso sobre la cama. Era una habitación exacta a la primera pareja. Ronaldo, el padre de familia de 46 años, había pagado para unas vacaciones con su familia, esposa, hija y yerno. Su hija, Ana de 21 años se había casado hace menos de un año con Alvaro. Ronaldo al principio no le caía bien Alvaro, se quería llevar a su hija, pero ahora que ya estaban casado, aunque no lo caía del todo bien, lo toleraba. Blanca por otro lado veía en Alvaro un bien muchacho para su hija, el la protegía y siempre la guiaba. Ana era muy inocente, extremadamente limpia y sin malicia, creía en las personas y era fácil engatusar, claro que no ha ocurrido... hasta ahora.
Pastora era igual que su hija de inocente. Pese a sus años, no tenía experiencia, ella solo había conocido a un hombre, Ronaldo, era su amigo y posteriormente su esposo. Nunca conoció a otro hombre, nunca trabajo y siempre se mantuvo en la casa, ama de casa. Nunca salía ni tenía amistades, solo su familia sanguínea y política. Ana era igual y tenía la misma mentalidad de su madre, estar en casa y atender a su marido, y posteriormente los hijos que vengan. Ronaldo y Alvaro le encantaban la inocencia de sus mujeres, no le veían un lado negativo, aunque todo extremo lo tiene....
Blanca sonreía parada en el balcón de su cuarto, mirando la playa, el mar, mientras Ronaldo salía del baño con unas bermudas azul floreadas.
-vamos a bañarnos al mar, cariño-
-yo solo quiero tomar el sol-le dijo su marido mientras sacaba su gorra de la maleta. Él quería tomar un poco el sol, estaba muy blanco-cuándo sacaras la ropa de las maletas y los pondrás en el closet?-a Ronaldo no le gustaba mucho la playa. Le gustaba los climas fríos. Por eso a él le encantaba Canadá, donde ellos vivían.
-antes de la merienda-dijo mirándolo-me encanta... este lugar, tiempo que no pasamos en la playa. La primera y última vez fue cuando Anita tenía 12 años-
Ronaldo solo asentía sin prestarle atención-esta semana hay que disfrutar al máximo, no sabemos si serán nuestras últimas vacaciones en una costa-
A Blanca le encantaba el mar. Esta era la segunda vez que conocía el mar.
-aprovecha-le dijo-sabes que odio el sol, los mosquitos y el calor.... todo lo que tenga que ver con la costa. Esta probablemente sean nuestras últimas vacaciones en un lugar así-
Fue un trabajo duro para que Ronaldo acepte pagar esas vacaciones, Blanca y sobre todo Ana insistieron en la playa, a Alvaro le daba igual, no era fan del mar, pero al fin de cuentas las vacaciones eran pagadas.
-ten-Ronaldo le entregó su traje de baño. Un conjunto de una sola pieza negro.
-huy.. que vergüenza-dijo sonrojada imaginándose ese traje de baño en la arena ante la vista de turistas.
-tienes buen cuerpo Blanquita-dijo mirándola. Blanca sonrió y cerró la puerta del balcón, y caminando presurosa se encerró en el baño.
A varios metros, Ana salía del baño con su bikini de rallas. Agarró un blusón largo blanco que le llegaba hasta la mitad de sus muslos que estaba ubicado en el respaldar de una silla. Alvaro ya estaba listo parado en el marco de la puerta. Alvaro estaba pasado de peso, por lo que no le gustaba la playa. Mar y arena significaba poca tela, y él era pasado de peso como para andar sin camiseta pese a que si andaba con bermudas.
Juntos, salieron de la cabaña, para ir a la playa. Era muy temprano, 10 de la mañana, por lo que podían divertirse hasta el almuerzo.
Ana llevaba una bonita sonrisa mirando las cabañas y posteriormente la playa.
El día estaba un poco caluroso, normal para el lugar.
Ana agarró la mano de su marido mientras caminaban hacia su la arena. Alvaro miró de soslayo a su mujer.
Ana tenía cara y cuerpo bonito. Sus ojos eran grises, cabello negro azulado natural y cuerpo esbelto. Un buen par de bonitas tetas redondas y bien rapadas, grandes de acuerdo a su estatura, unas caderas llamativas y cintura estrecha. Abdomen firme y piernas esbeltas. Alvaro, una vez que llegaron a la arena, sacó del bolso de su mujer dos toallas. Una para él y otra de su mujer, la de él la puso sobre la arena y se acostó boca arriba, no sin antes darle la toalla a Ana.
Alvaro miró a lo lejos que su suegro y suegra llegaba. Ana era la viva imagen de Blanca. Pese a que Blanca tenía el cabello rubio y ojos verdes, sus facciones y cuerpo eran el mismo. Solo que Blanca tenía senos más grandes que su hija, muy grandes y llenas que casi desproporcionan su cuerpo, seguramente por la maternidad, y con caderas, y nalgas grandes sin pasar a la exageración.
Alvaro sonrió mientras se ponía las gafas y se acostaba, seguramente su suegro disfruta tanto o más como él disfruta con su mujer.
-Anita desde que hora estas aquí?-dijo Blanca sonreída.
-recién llegamos mamá-
-hija!-dijo Blanca de forma baja pero avergonzada-no te da cosa andar con ese bikini-
-pero mamá... es la moda-
-yo no podría por más que este de moda-
-pero tienes buen cuerpo, como yo, deberías usar algo así... aunque sea para probar-
Blanca negó incómoda, su traje de baño era antiguo y le quedaba apegado al cuerpo destacando sus tetas y trasero.
-ufff!-dijo Ronaldo molesto por el sol-voy a sentarme alado de Alvaro-
-vamos a caminar por la playa-le dijo su hija.
-bueno, pero no nos alejemos mucho-
Caminaron a orillas del mar. Mojando sus pies y riendo mientras conversaban. En la playa habían pocas personas. La isla era muy grande y el resort igual, además no era temporada de turistas.
Caminaron varios metros, sus esposos ya ni se los veía. Estaban tan entretenidas que no se fijaron que tres hombres caminaban hacia ellas.
-buenos días- dijo uno, el más alto.
Madre e hija los miraron y saludaron.
-son de Estados Unidos?-
-mi hija y yo somos de Canadá-dijo Blanca-y ustedes?-
-de USA, Carolina del Sur-respondió el del medio-son madre e hija-dijo sorprendido-parecen hermanas-dijo mirando sus cuerpos-a ambas les paso desapercibida aquella mirada.
-si... bueno, la tuve joven y ustedes? son amigos?-
-somos primos-
Los tres hombres llevaban tanga como traje de baño. Haciendo notorio sus miembros y testículo. Ana se dio cuenta al igual que su madre, pero sabía que era la última moda por lo que incómoda y sonrojada, no miraba aquella parte de ellos, en cambio Blanca sus ojos miraban sin disimulo y asombrada aquellos miembros que se notaban. Los tres hombres se dieron cuenta y sonrieron de forma lobuna.
-me llamo Nicolás-dijo el alto-él es Juan-el más bajo-y Stuart-el de estatura intermedia.
Los tres eran alto y fornido, se los veía atléticos. Stuart era el bronceado, pelo rubio lacio y de ojos azules. Nicolás era el de piel un poco más oscura y pelo rubio, ojos cafés, mientras que Juan era el más blanco, anglosajón, de cabello café y ojos oscuros.
-yo soy Blanca y mi hija se llama Ana-
-Blanquita y Anita-dijo Stuart.
Todos rieron menos ambas mujeres que asintieron.
-donde van? Nosotros los acompañamos-les dijo Juan.
-ya nos regresamos con nuestros esposos-les dijo Blanca.
-les acompañamos-
Nicolás se puso alado de Ana, caminaban adelante. Stuart y Juan iban tras de ambos, y entre ellos estaba Blanca. En todo el camino hasta donde estaban sus maridos, más de 15 minutos, se divirtieron conversando. Blanca y Ana por primera vez, pensaron que tenían amigos. Blanco los veía como muchachos correctos, en lo poco que hablaron.
Al llegar, Alvaro estaba dormido y Ronaldo vio a su mujer e hija llegar. Se sorprendió el ver aquellos hombres casi desnudos, por no decir totalmente desnudos. Solo les tapaba una pequeña tela de la hombría del hombre.
Los 3 hombres vieron a los esposos de las mujeres y se despidieron de ellas con un beso lento, y baboso en cada mejilla.
-y esos... jóvenes?-preguntó Ronaldo una vez que ellos se fueron y su mujer e hija.
-nuevos amigos, son buenas personas-
-vistes como estaban vestidos!-dijo críticamente.
Ana se encogió de hombros restándole importancia y Blanca habló a su marido-déjalos, son jóvenes-
-esta juventud de ahora-dijo negando con la cabeza.
Ronaldo era un hombre medio amargado y serio, no agraciado, pese a que no era feo. Tenía mejor cuerpo que su yerno obeso.
-mientras hablábamos les comentaba que nos quedaríamos por una semana y ellos un poco más, están solos, nos dijeron que pasar juntos las vacaciones y nos pareció-señaló a su madre y ella-una excelente idea-Rolando miró a su mujer e hija.
-esta bien-dijo sin importancia.
~•~
Alvaro:
A pesar del sol que me daba directamente, me quedé dormido por una hora. Me levantó Ana, con una sonrisa y poniendo sus generosas tetas casi en mi cara. Mi esposa era muy inocente, de ley no se daba cuento lo que hacia o provocaba en los hombres. Mejor para mi. Noté cómo el sol pegaba con fuerza sobre la ropa, quemándome, convirtiendo en un horno. Lastimosamente yo era muy gordo como para andar sin camiseta, sobre todo aquí, que todos tienen su físico cuidado inclusive mi suegro. Odio mi barriga y mi estatura. Medía un metro sesenta y nuevo, era muy bajo para ser hombre y sumando mi barriga, mis kilos de más.... estaba muy pero muy mal. Hasta el día de hoy me preguntaba como pude llevarme una mujer como Ana y de paso virgen a la cama. Me levanté rápidamente. Ibamos a almorzar, por eso me levanto, junto a sus padres fuimos a resort. Ronaldo y Blanca iban adelante, lo bueno que tenía las gafas puestas, ya que mi vista solo iba en las nalgas generosas de mi querida suegra, al caminar se bombeaban de arriba y abajo. Ana no se daba cuenta, iba absorta en el paisaje. Ana daba saltitos al caminar, como ella hacia cada vez que estaba contenta, sus tetas iban de arriba y abajo, con descaro. El bikini parecía que en cualquier momento se iba salir. Mire a mi alrededor y casi no habían personas, una que otra persona, en pareja. Y me fije, en lo poco que había, los hombres miraban a mi suegra y mujer. Pero cómo no hacerlo?! Las dos eran unas preciosuras.
Sudaba como un cerdo mientras ingresamos al comedor.
Blanco y Ana hablaban sobre unos nuevos amigos suyos, se me hizo raro, Ana y peor Blanca, no tenían amigos. Pero al parecer se hicieron amigos en la playa. No le di mucha importancia, al igual que Ronaldo, que como siempre amargado, se limitaba a comer sin prestarle atención a su esposa e hija. La tarde paso sin novedad, fuimos a nuestras cabañas, Ana se baño primero y de ahí yo, tras bañarme, busque a mi mujer pero no la encontré. Imaginé que se habia ido donde sus padres, por lo que una vez vestido, fui a la cabaña de mis suegros.
-hola, suegro-salude-y Ana?-
Ni siquiera me miro, seguía leyendo el periódico-salió, con su madre-
-sabes donde fueron?-
-no se en el mar asumo-alzó su vista-deberias de cuidar de tu mujer que esta joven, mi Blaquita es distinto.... ya es... como lo digo... mayorcita-se encogió de hombros.
"Mayorcita?!" Dijo internamente-"este si que esta loco, tiene a tremendo mujerón"-
Molesto por la contestación de su suegro, salí de la cabaña hacia el mar. Unas risas de mujer se escuchaban y era imposible no saber a quien pertenecía aquella voz. Blanca, mi querida suegra.
Al acercarme vi a Blanca riendo sentada a orillas del mar junto con un hombre. Blanca llevaba un short y camiseta, el hombre de alado asumía que llevaba pantaloneta, ya que como estaba sentado no se veía. Ambos estaban de espaldas a mi y reían con mucha emoción.
Me acerqué a ellos.
-señora Blanca?-
-Ah?-dijo Blanca al mirarme-Alvaro-dijo sonreída-Juan-le dijo al hombre alado de ella-te presento al esposo de mi Anita, Alvaro. Alvaro, él es nuestro amigo Juan-
Aquel hombre se lo notaba un poco mayor que yo, quizás veinte y tanto o treinta. Se lo notaba a gusto alado de Blanca. Estaban muy apegados ya tocándose sus piernas.
-hola-salude, este solo me miro como si no tuviera gracia.
-y mi mujer?-
-Anota esta jugando con Stuart-señaló el mar.
Justo antes de llevar mis ojos a la dirección donde señalaba Blanca, pude ver como Juan, miraba con descaro las tetas de mi suegra. A él, como a los hombres menos su esposo, le pasaba por desapercibido el cuerpazo de mi suegra.
Al mirar a mi mujer, me sorprendí. Estaba toda mojada jugando con un hombre. Muy alejados de donde estaba.
El mar le llegaba a mi Ana abajo de los pechos y al desconocido solo de la cadera para abajo. Ellos estaban forcejeando y riendo hasta que él se colocó tras de ella, la rodeó con sus fuertes brazos, aplastando sus tetas en el proceso y apretándose contra ella, empujando cayeron al agua, donde se sumergieron unos segundos hasta que volvieron a la superficie, aún el abrazaba su cuerpo. Me adentré al agua, no me importó que estuviera con ropa, y me puse a nadar hacia su dirección. Cómo podía agarrar así a mi mujer?! Acaso... eso es un juego?!.
Ana consiguió darse la vuelta y enfrentándolo, apoyó sus manos sobre sus hombros y se saltó para hacerle una ahogadilla. El le agarraba la cintura mientras reía. Debido al esfuerzo por hundirlo, la parte superior del bikini, aquella que tapaba sus lindas aureolas, se había movido, dejando ver la parte inferior del crecimiento de sus tetas.
En eso Ana rodea con sus piernas el torso del hombre. Éste acabó perdiendo el equilibrio y terminaron otra vez bajo el agua. Esta vez ella encima de él.
Sin esperar, me sumergí y pese a que no llevaba gafas para nadar, abrí mis ojos bajo el agua, pude observar cómo se hundían abrazados y forcejeando. Las tetas de Ana ahora estaban sobre la cara del tipo. Ambos se mantenían presionando.
Cuando no pude seguir teniendo aire en mis pulmones, salí a la superficie justo al mismo tiempo que mi esposa y aquel. Ambos se desprendieron el uno del otro en la superficie. Ana no paraba de reír por la situación.
-Ana!-dije molesto a pocos metros de ella.
Ana sonreída me dijo-ahí voy, ve con mamá-
Estaba muy cabreado, como era posible que haga eso, restregarse con un hombre que no era su marido.
Al comenzar a caminar y llegar donde Blanca, esta estaba parada llamándome, con Juan sentado tras de ella, veía como se la miraba de arriba a abajo, le decía algo que aunque no escuchaba pero asumía que eran piropos ya que Blanca se estaba poniendo sonrojada, muy sonrojada. Pero para ser honesto no me importaba si la piropeaba o no, si se la tiraba o no, al fin de cuentas no era mi mujer, además ella deberia estar cuidada con mi suegro pero como a el no le importa, no es mi problema.
Al llegar a lado de ambos, era como que no estuviera, no me miraban. Conversaban entre ellos.
-Alvaro-dijo Ana mojada alado mío-déjame presentarte a mi amigo, Stuart-
Al saludar a Stuart pude apreciar que estaba empalmado. Como no notarlo con aquellas bermudas que se apegaban mucho y hacia notar su tontera.
-hey!-me dijo ese tipo. Solo asentí y mire a mi mujer.
-ya vámonos-
-pero porque...-dijo triste-estoy con mis amigos-
-Ana!-
-pero...-
-ven!-dije agarrándola del brazo llevándola donde Stuart no escuchara-que haces con esos hombres?-
-son mis amigos. Stuart, Juan y Nicolás-dijo haciendo un puchero-déjame divertirme-
-estrujándote?! Eso no es diversión!-dijo cabreado.
-no estamos haciendo nada malo!-dijo sorprendida por mis palabras-te lo aseguro! Ellos son buenas personas, buenos amigos. Nos tratan bien-dijo con sinceridad que poco a poco se me fue bajando lo molesto que estaba y le creí-yo nunca he tenido amigos y sabes que nunca mas los tendré-dijo triste-y lo sabes! Déjame ser amiga de ellos, no le hacemos daño a nadie-sus ojos comenzaron aguace.
No podía decirle no a Ana.
Trate de sonreír-esta bien, amor-bese sus labios-pero no llores, puedes ser amigas de ellos-
-en serio-dijo saltando contenta- gracias!-
Corriendo fue donde su madre y amigos estaban. Solo estaban dos de los tres amigos, donde estará aquel.
Comencé a acercarme.
-entonces en eso quedamos?-
-si Blanquita, en la noche nos vemos-dijeron alejándose.
-chao Stuart, chao Juanito-dijo Blanca haciendo de la mano.
-hasta luego-dijeron a la vez ambos hombres.
-que paso?-les pregunte.
-en la noche van a ir a la cabaña de mis padres para hacer una parrillada, ellos van a llevar las carnes-
Ana estaba encantada con la idea de la parrillada con esos hombres.
Horas despues, en la parrilada, Ronaldo estaba poniendo carbón a la parrilla mientras que Stuart y Nicolás sacaban las carnes y chorizos de las fundas. Mi mujer estaba riéndose con Juan sentados en la pequeña sala de estar mientras que Blanca sacaba los platos desechables y los ubicaba en la mesa. Yo me encontraba vigilando todo, con una cerveza en la mano.
No me gustaban aquellos hombres. Miraban a mi mujer como hembra soltera y ni se diga a mi suegra. Los 3 llevaban pantalonetas y camisetas propias para la playa. En eso escuché unas risas de Ana y al verla me encontré que Juan la tenía bien abrasada, uno alado del otro, y con sus manos le hacía cosquillas. Ana se ría tratando de alejarlo, pero se notaba que lo hacía sin esfuerzo. Las manos de Juan se metían bajo la camiseta de tiras de Ana casi tocando sus tetas. No se que cara puse, pero justo al ir donde ella para enfrentarlos, Blanca se me interpuso.
-Alvarito-así me decía Blanca-tranquilo-susurró.
-ese tipo...-
-no tienes que preocuparte, créeme-me interrumpió.
-pero...-
-son amigos... además-se me acerco-son gays-susurró
-qué?!-dije sorprendido.
-si-aseguró-son gays y amigos nuestros, no te preocupes por Ana-
Sonreí-"así que son maricones"-pensé.
-y porque no me había dicho Ana?-
-capaz se le paso, pero tranquilo, incluso Ronaldo sabe-asentí.
-con eso estoy mas tranquilo-dije sincero.
"Aunque yo debería tener mas cuidado y casi no andar con ellos". Pensé.
La parrillada transcurrió tranquilamente, por mi parte y de Ronaldo.
Por momentos conversábamos con Nicolas. Este, que al parecer era mayor que los otros con 34 años, tenían mayor fluidez al hablar con Ronaldo. Yo, por mi parte me dedique a mirar a Blanca y Ana mientras conversaban con Juan, Stuart se quedó en la parrilla moviendo la carne.
Blanca llevaba un vestido largo oscuro, hasta la rodilla. Se la veía todo un mujeron, con esas curvas. Obviamente no fui el único que se dio cuenta. Juan se la pasaba tocando sus brazos e incluso abrazando, sinceramente no me parecían Gays, pero bueno.
Stuart estaba virando la carne cuando Ana se regó toda la cerveza sobre su blusón blanco y piso. Todos miramos como se había regado, me pare a buscar un trapo mientras que Ana iba al baño toda mojada. Cuando regrese al salón solo estaba Ronaldo y Nicolas de espalda a mi, conversando. Stuart y Ana no estaban, solo Blanca que se había ido a la parrilla y Juan que estaba con ella. Mientras trapeaba, vi que en cierto momento, Juan, abrazó desde atrás a Blanca y hundió su cara en el cuello de ella. Como justo me moví para ir a la cocina y guardas en la escoba, estaba de lado a ellos, mire Juan mordió en cuello de Blanca y comenzó a succionar, se escuchaba perfectamente el ruido de la succión, miré a Ronaldo pero este estaba distraído conversando. Blanca se sintió muy incómoda y no se movió. Se quedó estática con sus manos a los lados de la parrilla, mientras que Juan la succionaba, el puso sus manos en la cintura de ella aprisionando su cuerpo con el de él, e incluso puedo asegurar que Juan comenzó hacer movimientos con la cadera pegando el trasero de Blanca, como si se la follara por detrás. Pocos segundos después Juan dejo de succionar, soltando la piel de Blanca, haciendo el ruido de "PLOP". Blanca comenzó a reírse bien sonrojada y él igual.
Me encaminé rápido a la cocina y deje la escoba para irme a donde Ana, ya que no veía a Stuart.
Al acercarme por el pasillo hasta el cuarto matrimonial de mis suegros, escuché el sonido del agua de ducha cayendo, ya cruzando el marco de la puerta del cuarto, escuché los gritos de Ana en el baño, de forma silenciosa me acerqué. Cuando entré al baño, la vi abrazada a él, aún con el vestido blanco pero bajo la ducha, gritando y riendo por lo fría que estaba el agua. Ellos ni siquiera me vieron.
Ana y Stuart estaban dentro de la ducha, por fortuna los podía ver, no habían cerrado la cortina. Podía ver como él aprovechaba para apegarse a su cuerpo y abrazarla. Sus piernas estaban entrelazaban. Ana tenía las piernas abiertas y Stuart tenía sus piernas en medio de las de ella, me daba la impresión que Stuart se frotaba contra ella. Él intentaba sacarle la ropa, decía, por lo que sus manos trataban de subirle el blusón. En un movimiento el la empujó sobre la pared del baño.
Ana quedo todo su cuerpo pegado contra pared, con las piernas bien abiertas y el cuerpo de Stuart sobre el de ella, con sus piernas entre las de ella, sus piernas estaban bien metidas tanto así que Ana dejo de tocar con sus pies el piso. Quedo literalmente, casi sentada entre los muslos de Stuart, este aprovechó y levanto hasta abajo de sus tetas el blusón dejando a la vista la tanguita blanca que usaba mi Ana. En eso, puedo asegurar que Stuart comenzó a oscilar su cuerpo sobre el de ella, como si la embestía en su vientre y ombligo. Ana llevo sus manos a la espalda de él, ya que no había espacio entre ellos, Ambos tenían sus cuerpos apegados. Ana no paraba de reírse y Stuart casi puedo decir que hacia sonidos de follar.
Cuando al final me vieron, Stuart se demoro en parar de hacer, haciéndose el tonto se alejo de Ana y saliendo de las duchas. Yo estaba bastante cabreado. Me repartía una y otra vez que era Gay. Disimulando la agarre de la mano y la llevé de nuevo a la sala. No me importó que ande mojada.
Como estaba completamente empapada, se fue a nuestra cabaña a cambiarse de ropa. Claro que me quede custodiando a Stuart, ya que los otros estaban ocupados, pude sentir que Stuart se molestó, parece que tenía ganas de seguir a Ana.
Al poco tiempo llego Ana.
Estaba vez entre todos nos pusimos hablar.
Nicolás explicó que estaba trabajando a medio tiempo, después del medio día, como entrenador en el gimnasio del resort. Ronaldo, dijo que su mujer quería hacer desde hace tiempo ejercicio y le pregunto si podía ayudar a su mujer a adelgazar los pocos kilos de más. Nicolás aceptó muy gustoso y entre los tres amigos, se dieron una cara de complicidad que no me paso desapercibida.