Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Prosigue el acercamiento entre Mario y su cuñada Sonia. ¿Hasta donde será capaz de llegar Mario?

Cuando entre en el salón principal de la casa, la televisión estaba encendida y mi hermano Fernando zapeaba con en mando de televisión, sin prestar mucha atención a lo pasaba a su alrededor. Una jodida metáfora de su vida , pensé yo para mis adentros. La mesa estaba a medio poner y mi cuñada entraba y salía hacia la cocina para terminar de colocar todo para el almuerzo.

  • Hola, Fer… ¿Cómo ha ido la mañana?- pregunté tratando de romper el silencio de la habitación.

-  Ah, hola canijo. Pues regular. El acuerdo que tenía firmado con una empresa de Marruecos se ha torcido un poco, pero bueno no te quiero aburrir con detalles de la empresa familiar que no te interesan.

  • No seas capullo, anda. Una cosa es que no quiera trabajar en la empresa y otra muy distinta que no te pueda echar un cable cuando te haga falta.- le reñí, molesto por la dureza de sus palabras.

Mi hermano se levantó del sillón y, dejando el mano sobre el brazo del mismo, se acercó a mí, dándome un golpe cariñoso en el hombro.

  • Lo siento, hermano. No quería hablarte así; ya sé que te importa lo que ocurra en mi trabajo. No te preocupes, ya haces suficiente por mí pasando tus vacaciones con Sonia. Es la primera vez que le anuncio que me voy de viaje y no protesta. Me gusta que estés con ella.

Esta perorada de mi hermano me hizo sentir fatal. Él me agradecía que cuidara de su mujer y yo se lo pagaba corriendo entre las tetas de mi cuñada. Me sentía un autentico hijo de puta, y eso que nuestra madre es una santa.

  • Anda, ¿por qué no le pides a mi mujer un par de cervezas y nos las tomamos mientras termina la comida?- me pidió Fernando con otro golpe en el hombre.

  • Si, claro. Nunca diré que no a una cerveza fresquita- bromeé tratando de que no notara mi súbito ataque de moralidad.

Me dirigí a la cocina, mientras mi hermano volvía a sentarse en el sillón de macho alfa de la casa. Allí estaba mi cuñadita, con un pantaloncito cortísimo y una amplia camiseta que marcaba sus voluptuosos pechos.

  • Hola Sonia.- dije un poco cortado aún por el recuerdo de la frase de mi hermano.

  • Hola guapo, ¿qué tal te ha ido la mañana? Cuando te dejé no tenías buena cara, parecías cansado, jiji.- bromeó ella, dejando lo que hacía en la vitrocerámica y dándome un beso en la mejilla mientras me rodeaba el cuello con los brazos.

  • Bueno, me ha ido bien… Vengo a por un par de cervezas para tu marido y para mí.- contesté a la vez que me separaba de ella y abría la puerta de la nevera para cogerlas.

  • ¿Sabes que tu hermano se va de viaje todo el fin de semana?- me informó con un brillo especial en la cara.

  • Si, lo sé. Pero Sonia, córtate un poco… No puedes cambiar así de la noche a la mañana; no puedes deprimirte porque se iba hace una semana y ahora que te note radiante por ese mismo motivo.

  • No te preocupes, tu hermano no se entera de esos detalles. Simplemente sabe que me haces buena compañía y ya está… ¿O tú te arrepientes de algo?- terminó con algo de tristeza en sus ojos.

  • No, o sea, sí… No lo se. Sólo digo que debemos de tener cuidado.- dije bajando el tono de voz.

  • Joder como tardas con las cervezas…- me sorprendió mi hermano entrando en la cocina sin avisar.- ¿Qué cuchicheáis tanto los dos?

  • Nada, el canijo éste que me decía que a sus macarrones no les ponga cebolla ni pimienta… Vaya hermano más rarito que tienes.- salió del apuro mi cuñada sin un atisbo de rubor.

  • Siempre ha sido un coñazo para la comida, ya lo sabes.- rió Fernando, quitándome la cerveza de la mano y saliendo de la cocina.- Anda, vamos al salón  y deja acabar a mi mujer el almuerzo.

Fernando y yo nos bebimos la cerveza charlando sobre trabajo, futbol y los preparativos de su viaje; hasta que Sonia llegó con los platos preparados y nos llamó a la mesa para almorzar. Nos sentamos todos en la mesa y seguimos comentando sobre el viaje a Marruecos que mi hermano tendría que hacer. Yo comía mis macarrones sin cebolla, que no sabían a nada, mientras estaba atento a la conversación de mi hermano y su mujer sobre los lugares que tenía que enseñarme a mí en su ausencia.

  • No se puede ir de aquí sin subir al Teide y sin ver el Loro Park…- decía mi hermano emocionado preparándonos una ruta.

  • Bueno, cariño, tampoco es cuestión de agobiarlo, que encima de que le haces cargar conmigo el fin de semana, que al menos descanse y disfrute de sus vacaciones.- defendió mi cuñada más por llevarle la contraria a mi hermano y que por defender mi descanso.

Entonces todo se desató. El pie desnudo de Sonia se apoyó en mi paquete por debajo de la mesa y fuera de la mirada de mi hermano. Un tremendo ataque de tos me hizo casi atragantarme con los macarrones.

  • ¡Canijo, que te ahogas!- sonrió Fernando mientras me atizaba en la espalda para ayudarme a tragar el nudo.

-Lo…Lo siento… Se me ha ido por otro lado- me disculpé mirando de reojo a Sonia con incredulidad, a la vez que ella no paraba de masajear mi polla con su pie.

  • Jajaja. La madre que te parió- rió mi cuñada, siguiendo la broma de mi hermano pero sin dejar de sobarme el rabo por encima del pantalón- A ver si te vas a atragantar y quien me cuida a mi, mientras tu hermano no éste.

  • Bueno cariño, yo ya he acabado.- dijo mi hermano totalmente ajeno a la situación que se vivía debajo de la mesa del comedor.- Voy a echarme a descansar un poco hasta las cinco y media que me tengo que ir a la reunión, ¿vale?

  • Si, no te preocupes amor, tu hermano mi ayudará a recoger la cocina,¿no, canijo?- contestó quitando, por fin, su pie de encima de mi rabo que a estas alturas parecía una barra de hierro.

Yo simplemente asentí, porque apenas me salían la voz del cuerpo. Había descubierto una nueva sensación en el plano sexual para mí: el morbo más absoluto. Creo que nunca me había excitado tanto como con el hecho de que me estuvieran tocando la polla a escasos centímetros de mi hermano, sin que se diera cuenta. Fernando se despidió de mí, con una sonora colleja mientras salía de la sala y se dirigía, escaleras arriba, hacía su habitación matrimonial.

Mi cuñada, antes de que se marchara su marido, ya había cogido dos platos y los llevaba a la cocina. Yo cogí mas utensilios de la mesa y fui hacia la cocina también; cuando llegué, me encontré a Sonia con el culazo en pompa, mientras vaciaba las sobras de los platos en la basura. Esta visión acabó con toda mi resistencia moral; la cogí fuerte del culazo, provocando una ligera queja por parte de ella. Le bajé el pantaloncito hasta los tobillos, lo que hizo que tuviera que agarrarse a la encimera para no caerse.

  • ¿Qué haces, Mario?- susurró por miedo a que nos oyera su marido.

  • Lo siento, Sonia pero no aguantó más- le contesté con la voz entrecortada por al excitación.

Me puse de rodillas y le hice levantar un tobillo para sacar la pernera del pantaloncito y, poder así, separar sus piernas. Sin guardar ni un segundo de espera, y con mi cuñada apoyada en la encimera con sus piernas semiabiertas y el culo en pompa, abrí los cachetes de ese culo y metí mi cara entre medias, empezando a devorarse ese coño que había visto masturbarse esa mañana..

  • ¡Dioooos! Nene, que me haces, ummm- gemía en silencio mi cuñadita, que mordía el dorso de su mano para no hacer demasiado ruido.- Espera, espera…

Me separé lo justo para que ella se diera la vuelta y se sentara sobre la encimera con las piernas más abiertas aún. De nuevo, pude observar ese coñito que me volvía loco, abierto, húmedo. Me metí entre sus piernas, comiéndonos la boca, pasándole con mi lengua el sabor salado de su sexo; ella apretaba mi culo contra ella, para notar el bulto que tenía yo en el short. Me volví a agachar entre sus piernas, ahora mucho más cómodo, y volví a devorarle el coño, ésta vez con ansía.

  • Que bueno, Mario, ¡así mi vida, así!- exclamaba Sonia, mientras jugaba con mi pelo a la vez que mi lengua percutía contra su inflamado clítoris. Los jugos me llenaban la barbilla y la nariz.

Escuché un ruido en la encimera de caerse algo, al coger mi cuñada un trapo de cocina para ponérselo en la boca, presa de un inminente orgasmo. Apretó mi cabeza contra su coño, provocando que yo acelerará las lamidas y abriendo las piernas al máximo. En segundos, su cuerpo se tensó; se podían oír unos gritos ahogados por ese trapo en su boca y como mi rostro se llenaba de una barbaridad de jugos provenientes de una corrida bestial de la mujer de mi hermano. Me levanté dejándola subida en la encimera; le ayudé a ponerse el pantaloncito, porque le temblaban las piernas y le faltaba el aire.

  • Mario, ha sido increíble… Nunca me lo habían comido, así.

  • No es para tanto, guapa. Simplemente es el morbo de que sea yo quien te lo ha hecho.

  • Bueno, será mejor que suba con tu hermano…- dijo arreglándose su descolocado peinado.- siempre dormimos juntos la siesta y mucho más antes de que se vaya de viaje.

  • Muy bien, yo me iré a descansar un poco a mi habitación.- le dije dándole un beso en los labios y saliendo de la cocina.

Me fui hacia el jardín y lo crucé camino de la casita de la piscina que hacía las veces de mi habitación. Llegué y me quite la camiseta y el pantalón quedándome en boxer, para tumbarme en la cama a descansar mientras veía un rato la tele. Así me quedé dormido a los pocos minutos.

Un ruido en la puerta de la habitación, me despertó de repente. Abrí los ojos sobresaltado y ahí estaba Sonia… Despeinada de nuevo y acercándose a mi cama a la que se subió colocándose a horcajadas sobre mí.

  • Ya se ha ido, Mario. Ya estamos solos.- mientras decía esto, con voz excitada buscaba ansiosa mi boxer.

Como dos autómatas, la ayudé a bajar el boxer, saltando como un muelle mi polla durísima. Ella fuera de sí la cogió, ajustándola a la entrada de su coño y se dejó caer muy lento clavándosela entera.

  • AHHHHHH, JODEEER- gritó, ya confiada en que no había nadie en la casa y comenzó a cabalgarme despacio con las manos en mi pecho.

  • Ummm, así Sonia… Fóllame, fóllame.- se pedía dejandome llevar por el momento.

  • ¿Lo notas suave, cariño? ¿Esta húmedo?- preguntaba mientras aceleraba un poco los movimientos.- Es la leche de tu hermano, que me acaba de follar antes de irse, pero como siempre me ha dejado a medias.

Esa confesión despertó mi morbo al máximo haciendo que, cogiéndola de la cintura, girásemos para situarme yo encima. Poniendo sus piernas en mis hombros empecé a follármela como si se fuera a acabar el mundo. Plaf, plaf, plaf, plaf . Mis huevos sonaban al chocar con su culo, a la vez que ella se subía la camiseta para mostrarme esos dos globos que tiene por tetas y a los que me amorré en un instante.

  • AH, AH, AH…ME MATAS!!- gritaba Sonia, fuera de sí y agarrándose las tetas.- QUE GUSTO, CABRÓN… ME VOY A CORRER YA!!

Yo aceleré las embestidas al escuchar eso, porque también estaba apunto de correrme y quería que llegásemos juntos.

  • ME VOY A CORRER, SONIA, ME VOY, DIOS!!- le comuniqué a gritos, en el mismo tono que usaba ella.

  • Lléname, amor… Córrete dentro, tomo precauciones y quiero sentir tu leche mezclada con la de tu hermano. Ummm, dios…

Ya no puede aguantar más y me corrí entre gemidos profundos, soltando tres o cuatro chorrazos de lefa para llenarle ese coño que rebosó lleno de la crema de los dos hermanos. Ella se corrió al notarse inundaba de ese néctar caliente…

Quedamos los dos tumbados en la cama; uno al lado del otro unos instantes. Mi cuñada se incorporo e inclinándose, comenzó a comerme la polla para limpiármela. Tras dejármela brillante, se volvió a tumbar quedándose profundamente dormida.

A partir de ese momento ya éramos dos animales en celo, que buscábamos cualquier oportunidad para follar en cualquier rincón de la casa. Me la follé encima de la mesa del comedor, tras cenar esa noche y tirar todos los platos al suelo en una escena digna de “El cartero llama dos veces”. Me la follé en una de las  de las tumbonas de la piscina a cuatro patas agarrado a esas caderas, mientras veía sus tetas bambolearse. Dormíamos juntos en mi habitación, porque lo único que respetábamos era la habitación de mi hermano.

Llegó la mañana de ese día en la que mi hermano llegaría del viaje y se acabaría nuestra particular “luna de miel”. Ella dormía desnuda y abrazada a mí, después de los dos polvos que habíamos echado la noche anterior. Me desperté antes que ella y situándome entre sus piernas empecé a comerme ese coñito que me tenía obsesionado.

  • Umm, que rico, cariño…- dijo ella despertando con voz melosa.- Que buen despertar.

  • Es la hora del desayuno, jeje- bromeé mientras ella acariciaba mi pelo para guiar mis lamidas en su clítoris.

  • Umm, hoy que quiero hacer un regalo, ooohh… De despedida.- jadeaba mi cuñada.

  • ¿Si? ¿Qué regalo?- le dije saliendo de entre sus piernas y besándole la boca pasándole su sabor, una cosa que le encantaba.

  • Te aprovechas de que tomo la píldora, para correrte siempre dentro. Hoy quiero que lo hagas como el primer día. Quiero que te corras en mis tetas y en mi cara.

  • Umm, no suena nada mal, jeje.- le susurré al oído mientras le daba la vuelta poniéndola como una perrita a cuatro patas.

En esa postura que le encantaba, puse mi polla en la entrada de su coñito y empecé a follarla despacio, metiéndola hasta el fondo.

  • Ahhh, Mario… Voy a echar esto tanto de menos; que pollaza tienes, cabrón.

  • Vendré otros años, ya sabes que estoy haciéndole un favor a mi hermano, y yo por mi familia lo que sea.- bromeé acelerando el ritmo.

  • AHHHH, ESO ES… FOLLAME DURO- gritó ella que empezó a culear contra mi polla.

  • TE GUSTA QUE TE TRATE COMO A UNA ZORRA, ¿EH?-le replicaba yo, con palabras obscenas que sabía que la ponían a mil.

  • SI CABRÓN, SOY TUYA… HAZME LO QUE QUIERAS.

Aproveche ese permiso para sacar mi polla de su coñito y apuntar hacia su culo haciendo presión en la entrada de su ojete.

-¿Qué haces? Nene, no… Que me vas a partir en dos. Que tu hermano lo hace pero tu polla es más grande. MMMMMMHH- se quejó hasta interrumpir sus justificaciones al sentir mi capullazo entrar en su culo. Mordio la almohada y levantó más el culazo, abriéndose ella misma los cachetes; despacio y tomándome mi tiempo, conseguí que entrara entera y empecé a bombear despacio durante unos cinco minutos ese culo, mientras ella se masturbaba furiosamente el clítoris

  • ME TIENES EMPALADA, DIOS SANTO!!- gemía fuera de control.- ME VOY A CORRER POR EL CULOO, JODEEER.

-ASÍ PUTA, CORRETE… ESTO ES LO QUE TE QUEDABA PARA SER MÍA.- le grite yo viendo como se convulsionaba con una fuerte corrida.

Rápido, se la saqué del culazo y dándole la vuelta y tumbándola en la cama, comencé a pajearme unos segundos, hasta correrme en su cara y sus tetas. Ella con la boca abierta tragó una buena porción de lefa, enseñándomela en su lengua.

El resto del día decidimos descansar, ya que no sabíamos muy bien la hora de llegada de mi hermano y no queríamos tentar a la suerte. Arreglamos la casa lo mejor que pudimos, menos la planta de arriba, la que ni siquiera subimos, puesto que Sonia durmió el fin de semana en mi casita de piscina; incluso llevaba muchas veces la comida allí para que “su canijo”, como decía ella, no tuviera que molestarse.

Mi hermano llegó a mediodía, mientras cada uno de nosotros dormía la siesta cada cual en su habitación para no levantar sospechas. Esa noche cenamos juntos bebiendo vino hasta altas horas de la madrugada, para después despedirse mi hermano cogiendo a mi cuñada de la mano.

  • Bueno, canijo. Sonia y yo nos vamos a la cama, que creo que mi mujer me habrá echado de menos, ya me entiendes y tendrá cosas que “contarme”- bromeó mi hermano.

  • No le digas esas cosas a tu hermano, Fernando. Que me da vergüenza…- le riñó Sonia interpretando muy bien su papel de esposa pudorosa. Al marcharse me guiñó un ojo y me lanzó un beso al aire.

A las dos semanas, en las que mi cuñada y yo aprovechábamos cualquier momento a solas para follar como salvajes, mi hermano me acompañó al aeropuerto para que volviera a casa.

  • Muchas gracias por todo, canijo… Me has hecho un gran favor. Te voy contar una cosa, pero no quiero que se la cuentes a Sonia.

  • Claro, Fer… No solemos hablar por teléfono todos los días, ¿recuerdas?- rechisté de forma burlona.

  • Ya lo sé, es una forma de hablar… Llevamos tiempo buscando un niño y no había forma de que llegara; yo he ido a psicólogos incluso, porque los dos somos fértiles, y me diagnosticaron que podía ser debido al estrés por el trabajo.- me confesó Fernando, mientras a mi se me abrían los ojos como platos.- La cosa es que, gracias a ti y a tu visita nos ha hecho mucho bien, porque tras intentarlo, Sonia tiene un retraso de dos semanas y estamos ilusionados.

Subí al avión muy sorprendido, porque con casi toda seguridad el hijo que esperaba mi cuñada era mío. Pero bueno, como decía mi hermano le había hecho un gran favor.

*

Se meneaba la polla de forma compulsiva mientras veía esa película casera en la televisión de plasma del salón. Sentía que cada vez que la veía se le salía el corazón por la boca al llegar el momento de correrse. En ese instante Sonia, embarazada de tres meses, se sentó al lado suya en el sofá.

  • Fernando deja ya el video, que vas a dañar el archivo y costó trabajo que lo grabaras.

  • No pasa nada, amor… Hay doce archivos más, os tirasteis el fin de semana entero follando, cabrones, jaja. Y yo mientras escondido en el dormitorio para que no me viera, joder.

  • Bueno, es lo que querías, ¿no? Que tu hijo fuera de tu sangre, aunque tu fueras esteril- sonrió Sonia, observando la escena de la televisión, donde aparecía su cuñado Mario follándosela en la hamaca del jardín- Además tu hermano tiene una polla que como para desperdiciarla…

  • Si, no folla nada mal el “canijo”…- gimió Fernando antes de correrse a cataratas sobre sus huevos.

Sonia, como buena esposa que era, se inclinó para mamar la leche que se escurría por el tronco de la polla de su marido, pero recordando siempre que no moriría sin volver a probar la polla de su cuñado Mario