Vacaciones en Tanger - Interracial - Parte Cuarta
Y como por fin terminaron las vacaciones.
A la mañana siguiente, bajamos a desayunar a las 09:00 para que nos diese tiempo a hacer el equipaje, pues nos recogían a las 12:00 para llevarnos al aeropuerto. María se puso un vestidito corto de playa, elástico en la parte de superior, que se ceñía a su pecho y así se sujetaba sin tirantes. Iba sin sujetador pues se había despertado con las tetas hinchadas y doloridas del ajetreo de la noche anterior. Durante el desayuno nos pareció que el personal de servicio cuchicheaba entre ellos y nos miraban. Desayunamos y nos dispusimos a regresar a nuestro cuarto. Cuando íbamos cruzando por la zona de la piscina, vimos al socorrista sacando de un cuarto las tumbonas y demás enseres de la piscina. Entre el haber dormido poco y los recuerdos de la noche continuábamos cachondos. La pregunte si no quería despedirse de su amigo y de su polla con sarcasmo, a lo que sonrió y dijo que sí, me dio un profundo beso y con un – luego te cuento – se dirigió con paso decido hacia el almacén de la piscina. Yo mientras aproveche y me fui a recepción hacer el checkout.
Llego, toco con los nudillos en la puerta que estaba entreabierta a la vez que decía hola y paso adentro. Allí estaba el socorrista que la miro sorprendido, la saludo nervioso y mirándola de arriba abajo la dijo que estaba preciosa, se acerco a ella, la abrazo apretandola su culo con las dos manos y la beso.
María entreabrió su boca y comenzaron a morrease mientras se frotaban sus cuerpos el uno contra el otro excitadamente, subió sus manos, agarrando sus pechos empezó a sobárselos por encima del vestido hasta que enganchando el borde del elástico empezó a deslizárselo hacia abajo hasta descubrir sus tetas por completo, bajo su cabeza y comenzó a comérselas. Cuando María sintió su boca mordisqueando sus hinchados senos comenzó a agitarse y suspirar fuerte, su mano bajo buscando el bulto de la entrepierna y se lo empezó a frotar.
El socorrista la comenzó a presionar sus hombros hacia abajo y entendiendo María lo que él quería, se arrodillo frente a él, pego su cara contra su paquete y agarrando el bulto de su miembro con una mano, empezó a friccionar y a morderlo por encima de la ropa, el desato la cuerda del bañador y deslizo la prenda hacia abajo, saltando su pene de la prenda como un resorte, quedando provocadoramente inhiesto frente a la cara María, que lo miro durante unos segundos, lo agarro y empezó a recorrerlo con su lengua desde los cojones hasta la punta, que chupo golosamente durante un rato, hasta que termino metiéndosela en la boca lo que provoco un hondo suspiro en él y empezó a mamársela.
María excitada engullía aquella polla ansiosamente, el jadeaba y con sus manos bajadas tocaba sus tetas, hasta que la alzo agarrándola de las axilas, la tumbo sobre una pila de colchonetas de las hamacas que había, la despojo del vestido y la abrió de piernas, colocando su culo al borde de las colchonetas, aparto hacia un lado la costura de su braga y de pie frente a ella, acerco su polla y se la empezó a frotar por sus labios y su clítoris, busco su entrada y le metió el prepucio dentro, ella dio un grito de dolor, pero él lo ahogo tapándole con una mano la boca, María se empapo de saliva la palma de su mano y la extendió por el tronco de la polla y el continuo introduciéndosela poco a poco hasta el fondo, comenzando a bombearla despacito y haciéndola empezar a gemir.
María entre suspiros le insto a que se diera prisa, que nos teníamos que ir en un rato. Cuando de repente se oyeron unos ruidos y un murmullo de voces en árabe en la entrada del cuarto. María se sobresalto cubriéndose los pechos con las manos y recogiendo sus piernas sobre su cuerpo. Entonces entraron dos tipos llamando al socorrista, vestidos con monos verdes, eran los jardineros del hotel - dos de los que estaban la noche anterior también en las escaleras- , se quedaron perplejos mirando la escena.
El socorrista les dijo no se que en su idioma y haciendo un gesto con la mano les invito a que se acercaran, en vez de echarlos. María alucinada protesto continuando tapándose con las manos pero con la polla del socorrista empalándola que la imposibilitaba moverse. Los recién aparecidos cerraron la puerta del cuartucho y se pusieron cada uno a un lado de ella, agarrando sus brazos se los apartaron descubriéndole las tetas, lanzándose cada uno a por una.
María protesto e intento librarse de ellos agitando su cuerpo, sus tetas oscilaban provocativamente con los forcejeos y lo único que consiguió es excitar más a los recién llegados. El socorrista la volvió a empezar a follar con fuerza, haciéndola empezar a gemir de nuevo y de desistir de su intento de escapar. Los otros dos la sobaban las tetas y pellizcaban sus pezones, se las chupaban y mordían dándose el festín con ellas. Se fueron desabrochando sus monos y sacaron sus vergas medio morcillonas, la llevaron las manos de María hacia ellas, haciéndola agarrárselas. Ella, para que todo finalizase cuanto antes y porque todo lo que le estaba ocurriendo la rebasaba y la excitaba a más no poder, empezó a masturbarles mientras el socorrista seguía follándola. Uno de ellos le soltó la mano de su polla y se la coloco a la altura de la cara, era un tipo corpulento, con barriga y pinta de sucio, tenía una verga oscura y grande, torcida hacia arriba, con un capullo descomunal y adornada con dos peludos y grandes huevos que colgaban obscenamente. Entonces el socorrista dijo:
- Puta, chúpasela a mis amigos como tú sabes -.
María le miro y le llamo bocazas cabrón, despectivamente, pero obedeció y empezó a chuparle la polla. Noto un sabor agrio al metérsela en la boca y un olor fuerte mezcla de sudor y orina que la excito. El otro, un chaval más joven, bajito y también fuerte, al poco se la acerco también a la altura de su cara, en clara señal de querer lo mismo que su compañero y ella giro su cara y comenzó a mamar. Este último tenía un miembro normal. Girando de vez en cuando entre jadeos su cara para cambiar de polla, disfrutando como una zorra. Mientras ellos tocaban sus tetas, frotaban su pubis, manoseaban su culo y la introducían sus dedos en el ano y la decían guarradas en castellano. El socorrista paro su bombeo se la saco del coño e invito a sus paisanos a sustituirle.
- Yo regrese de recepción y pase por el cuarto, acercando mi oreja a la puerta, escuche gemidos procedentes del interior, lo cual me excito de sobre manera, agarre el picaporte e intente abrir la puerta para ver lo que sucedió, pero estaba cerrada y no pude. Me subí a la habitación a esperarla.
Le reemplazo el tipo barrigudo y grande, que abriéndola las piernas más, se coloco entre medias de ellas, la saco su culo de las colchonetas le elevó las piernas y la saco las bragas entre manoseos por todo su cuerpo y la volvió a abrir de piernas y se recostó sobre ella besándola y metiendo con desenfreno su lengua en su boca, bajo con su cabeza babeándola las tetas y atrapándoselas con sus grandes manos y continuo hasta su coño, que chupo excitado, escupió en él y alzándose llevo su polla hasta él y se la metió de golpe dando un gruñido y soltando unas palabras en su idioma.
Le dio seis o siete embestidas, arrancando en cada una gemidos en María y se retiro para dejar a su compañero. Comenzando este a penetrarla y a intercambiarse cada poco entre ellos para alargar la situación y gozar más. María por el morbo que la producía la situación les dejo hacer sin protestar – nunca había follado con tres tíos a la vez -. Continuaron así durante un buen rato, rotando entre su vagina y su boca, explorando cada centímetro de su cuerpo con sus manos, haciéndola correrse varias veces. Hasta que uno a uno, ellos se fueron corrieron dentro de su coño.
Cuando todo acabo María se quedo un rato inmóvil tumbada, respirando agitadamente, con sus piernas abiertas que dejaban ver su hinchada vulva y el agujero de esta, abierto y chorreante de líquidos. Se puso de pie, dejando un manchón blanquecino y espeso en la colchoneta y cayendo algunos goterones al suelo, cogió un trapo que había allí y se limpio el coño bajo la mirada de los tres, que sonrientes y hablando entre ellos se recomponían sus vestimentas, se puso las bragas y el vestido y se fue con sus piernas aun temblorosas.
Regreso a la habitación, yo la esperaba en la puerta de la habitación asomado al pasillo, la vi aparecer por la escalera, girar y dirigirse por el pasillo caminando deprisa hacia mí, se mordió los labios y se retiro el elástico del vestido. Continúo andando con sus enrojecidas tetas al descubierto y balaceándose estas con sus pasos, sin importarle que la pudiese ver alguien. Llego a mi lado, me pego un morreo en la boca, me dijo arrastrándome hacia dentro del cuarto:
Que había sido muy puta.
Venia alterada. Siguió morrenándome y empujándome hacia la cama y me volvió a decir:
Que había sido muy puta, más que la pasada noche, más puta que nunca en su vida, que no me enfadase con ella, que yo tenía tanta culpa como ella.
Me hizo tumbar en la cama, desabrocho mi bragueta con brusquedad y sacando mi pene se sentó encima de mí, se aparto la braga a un lado, -pude contemplar por un instante su raja enrojecida y llena de flujos- y se lo hundió de golpe, note su coño pringoso y caliente por dentro, empezó a mover su pelvis sobre mi despacito de atrás adelante y de arriba abajo, estrangulándome con los músculos de la vagina mi polla y a contarme excitada, todo con pelos y señales, mientras se apretaba las tetas. Veía en mi polla cuando ella se retraía hacia detrás, como rezumaban cantidad de líquidos, y se iba formando alrededor de su base un anillo blanquecino y pastoso, del semen que salía de dentro de ella y que escurría pringándome hasta los huevos. Yo me corrí dos veces seguidas sin sacársela, mientras ella me contaba todo entre jadeos y gemidos. Fue el mayor morbo vivido de mi vida.