Vacaciones en Mallorca.Dia 5 .Parte 1. Crema Milag

Vacaciones en Mallorca.Dia 5 .Parte 1. Crema Milagrosa--La reación que producia esta crema en Diana era espectacular, hasta yo me quede sorprendida y los mirones no pierden el tiempo.

Habían sido cuatro días de locura continuada. Disfruté como nunca había imaginado, no solo eso, sino que cada aventura me llevaba otra más excitante todavía. Gori, Gori, repetía en mi cabeza, como dominar a esta bestia, Gori Gori...Diana...Gori...Diana...Diana En mi cabeza ya se estaba preparando un plan para darle a Diana lo que se merecía. Diana había pedido guerra y yo no la defraudaría, tendría su bestia correspondiente.

Llegamos al hotel sin darme apenas cuenta. Subimos a la habitación y yo le pedí a Juan que al día siguiente no hiciera planes, quería un poco de tranquilidad, había superado todas las expectativas para esas vacaciones. Mientras me preparaba para una ducha Juan me dijo que iba a por comida china, que hoy cenaríamos en la habitación.

Juan tardo aproximadamente veinte minutos. Cuando llegó me comentó que se había encontrado con Alex y Diana, que había estado hablando con ellos. Nos habían propuesto ir juntos el sábado a la disco latina que había por allí al lado, que el sábado estaría más animada. Bueno, pensé yo, era jueves, tenía todo el viernes para descansar. Cenamos tranquilamente y me dispuse a descansar, disfrutar de una noche tranquila no me vendría nada mal.

Me desperté al día siguiente, abrí los ojos y Juan no estaba, mire el reloj, marcaba las diez de la mañana, encima de la mesita de noche un ramo de flores con una nota "Gracias por ser como eres, tu admirador Ricardo".

Me sorprendí, Ricardo había estado aquí, yo por supuesto estaba desnuda, solo una sábana desordenada tapaba algunas partes de mi cuerpo.

Sin haberme movido apenas en diez minutos, oí como abrían la puerta, eran Ricardo y Juan:

-Hola Merche, te ves esplendida. Esto me lo ha recomendado Ricardo, es para después de lo que tú ya sabes. Continuó explicándome Juan, dejando un tubo de crema encima de la mesita.

-Hola preciosa, gracias por la maravillosa tarde que nos diste ayer. Me dijo Ricardo, portando una bandeja con mi desayuno que dejo encima de mis piernas.

Yo no contesté a ninguno estaba sorprendida, no era lo que yo buscaba, una relación continuada con Ricardo, me parecía peligrosa en aquel momento, pero pronto mi mente empezó a trabajar, con un par de palabras le podía dar la vuelta a la situación. Pensé entonces en Diana, mientras tomaba el desayuno, un plan se desarrollaba en mi cabeza.

Ellos salieron a la terraza y se encendieron un cigarro, yo aproveche para darme la crema en mis partes íntimas, estaban como nuevas, la crema que me puso Ricardo sin duda era bastante buena, mientras tanto mi cabeza daba vueltas a tres nombres.

Ricardo me llamo en ese preciso momento:

-Merche ven aquí con nosotros.

Yo lo dude un instante, pero fui, rodee mi cuerpo con una sábana y me quede en el umbral de la puerta, no quise salir a la terraza, demasiado expuesta. Además Diana y Alex podían estar en la terraza contigua, tampoco había terminado de darme aquella crema. Ricardo me explicó entonces que aquella crema debía repartirse por dentro de mí, me cogió por un brazo y me hizo salir. Me quede paralizada mientras el introducía la mano entre la sabana para untarme la crema, mi movió permanecía quito mirando cómo me iba cambiando la cara por la calentura. Note entonces que sí, que en la terraza contigua había gente, los paneles biselados dejaban ver el movimientos de sombras, Casi estaba a punto de correrme cuando llamaron a la puerta.

Ricardo eme dijo que fuera a abrir, pero se quedó con la sabana en la mano. Mire a mi novio esperando una respuesta que por supuesto no apareció. Demasiado caliente para oponerme.

Pregunte quien era primero:

-¿Quién es?

-Alex. Me respondió una voz, estaba desnuda completamente. Juan y Ricardo vinieron hacia mí, se metieron en el aseo mientras Ricardo me decía al oído:

-Quiero que seas muy mala.

Abrí la puerta despacio, Alex se quedó asombrado seguramente no esperaba verme así.

-Bajo para la playa, oí voces y pensé que estabais aquí, Diana ya fue hace tiempo a coger sitio. Me dijo Alex mientras miraba mis pezones rectos por la calentura que llevaba en ese momento.

-Estoy sola, habrá sido la televisión, ¡pero pasa y ves nuestra habitación!

Me di la vuelta y avance hasta la cama, note como no apartaba su mirada de mi trasero Me senté en la cama y el siguió avanzando hasta la terraza, no sé si para asegurarse que no había nadie o para mirar si veía a Diana.

Divise entonces a nuestro amigos los mirones, seguían haciendo fotos, fue la chispa que me faltaba, me decidí, me acerque a la puerta de la terraza y me puse de rodillas, cuando Alex se dio la vuelta se quedó parado, pero no le di tiempo a reaccionar, le baje el bañador y allí estaba mi premio, solo cuatro lametones y se puso a tope. Comencé a chupar con fuerza pero me di cuenta que en esa posición no saldría muy bien en las fotos, así pues Salí a la terraza girando cuarenta y cinco grados a mi derecha, así tenia controlados a los mirones y a Ricardo y Juan que miraban desde el servicio, Alex creía que estábamos solos y su excitación subió tanto que tardo solo dos minutos en correrse. No era mi intención, pero era tan tímido que sobrepase sus límites sin darme cuenta.

Alex hasta me pidió perdón por correrse en mi boca, se despidió con un “abajo nos vemos” y salió casi corriendo... Acto seguido llamé a Juan para hablar con él y le dije:

  • Tienes que pedirle a Ricardo que el sábado lleve a Gore a la disco latina. El me devolvió una mirada picara y fue al servicio a comunicárselo, mientras salían de la habitación.

Me fui a lavarme un poco y me puse la ropa interior, después una blusa ajustada de flores, un escote bastante pronunciado, con dos tirantes y una falda blanca corta, por encima de las rodillas.

Me apetecía pasear por la playa, así se lo dije a Juan. Cuando llegamos abajo Ricardo se despidió con un hasta pronto y nosotros nos dispusimos a pasear por la orilla de la playa mojándonos los pies.

A lo lejos distinguí a Diana y Alex, cuando nos acercamos un poco más, enseguida nos vieron y saludaron, ella llevaba su bikini rojo, pero claro sin su parte de arriba, parecía que no le daba ya importancia a enseñar sus pechos, nos acercamos un poco más y ella me comentó que quería ir de compras esa tarde porque no tenía ropa adecuada para ir a la disco, me invito a acompañarla de tal manera que no pude negarme, mientras tanto yo veía que Juan se quedaba bizco, la verdad es que tras la aventura en el servicio Juan y Diana ya no disimulaban su atracción sexual.

Continuamos nuestro camino y Juan me propuso tomar algo en el chiringuito, empezaba a hacer calor y accedí gustosamente, pedimos un refresco mientras echábamos un vistazo al mar.

Alguien me dio en la espalda, me volví y eran los cuatro mirones, un saludo cada uno, un beso y un apretujón, estos individuos no escatimaban esfuerzos en provocar el roce, cualquier excusa valía para acariciar mis pechos y mi trasero. Nos contaron que era el último día de su estancia y nos invitaron a unas copas por la noche, en la verbena que hacia la terraza de su hotel, tendríamos que ir, la verdad es que no habíamos pasado ninguna noche en esas fiestas que proponen los hoteles de la playa, al menos los dos juntos, a mí me dio un poco de corte, podría haber alguno que me reconociera y Juan todavía no sabía nada de esa noche.

Uno de ellos colocó su mano en mi cintura y en unos instantes ya me estaba tocando el culo, ya no se cortaban un pelo, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al parecer aquella crema que me puse estaba surtiendo efecto, el masaje que éste me estaba proporcionando me estaba poniendo a mil, me estaba subiendo la falda, esquivando como pude me senté en un taburete, mirando a la playa me sentía más segura , detrás quedaba la barra, los mirones seguían insistiendo , sobre todo uno, acariciaba mi pierna subiendo hasta donde se acababa, una y otra vez, entonces vi a Alex no me quitaba ojo,,. Al principio retiraba su mano, pero luego le deje hacer, Juan entonces se aproximó a mi oído y me dijo:

-¡Quítatelas, lo estas deseando!

La verdad era que sí, entre el masaje al untarme la crema, Alex que no aguanto nada y el calor que me subía por mi interior debido a la crema dichosa, estaba para reventar, solo tuve que hacer unos cuantos movimientos para dejar bis braguitas a la altura de mis muslos, el circulo que habían hecho alrededor de mi me ocultaba de la gente. Tampoco hizo mucha falta , aquel viejo mirón en cuanto vio la maniobra tiro hacia abajo y se las guardo como un trofeo, mi novio procedió entonces a desabrocharme el sujetador, aparecer le estaba gustando aquella situación, también porque vio que Alex no se perdía detalle, el bullicio de la gente encubría nuestro juego , el sujetador salió por debajo de la blusa mientras el viejo me hacía correrme con sus dedos, tuve que parar aquello, ni era el momento, ni el sitio adecuado, no le deje seguir, era capaz de cualquier cosa en ese momento. Le propuse a Juan dar una vuelta a la manzana, para calmar el ambiente, no era hora de comer todavía.

Terminamos nuestros refrescos, nos despedimos de ellos hasta la noche y colocándome (más bien descolocándome) la falda logré dejarla a mi gusto, a la altura de mis muslos, comencé a mover mis caderas y empezamos a caminar. No me di cuenta hasta que lo vi, estábamos prácticamente al lado del palacio de Marivent, cosa curiosa, casi enfrente, una tienda que cerraba a las diez de la noche, tenedores de plástico, etc., y alcohol, de todas las marcas que podíamos imaginar, pillamos dos de crema de orujo, dos de wiski y un paquete de seis vasos de chupito. Si la noche se daba mal, ya teníamos con que alegrarnos el cuerpo.

Cuando llegamos al hotel subí a la habitación, mientras él se fue a coger mesa al comedor, pensé en darme crema otra vez, dejé la bolsa con la bebida y cogí el tubo. La verdad es que era un tubo raro, sin especificaciones, parecía tener un nombre alemán, lo cierto es que desde que me lo apliqué por la mañana cualquier roce aumentaba notablemente mi calentura, me unte un poco y lo metí dentro del bolso.

De pronto llamaron a la puerta, pensé que era mi novio, algo que se le habría olvidado, abrí la puerta sin preguntar. Era Ricardo:

-Hola Merche…lo que me pediste esta mañana tiene su precio…

Diciendo esto saco una tela y me vendo los ojos, me cogió del brazo y me llevo a otra habitación, en la misma planta, alguna habitación que quedo vacía esa mañana, pronto advertí la presencia de más gente, no estábamos solos, alguien me desnudo mientras Ricardo me decía al oído:

-Recuerda que tu novio te entrego a mí.

-Sí. Le respondí yo.

Seguidamente doblo mi cuerpo hacia delante y sentí que algo quería entrar dentro de mi boca, debía estar bastante grueso, su barriga me daba en la cabeza cuando la paso toda dentro, solo me dio tiempo a darle cuatro o cinco chupadas, note su presencia detrás cuando metió dos dedos en mi ano para dilatarlo, pues la mano para impedirlo, un acto reflejo que me costó un azote en el trasero:

-¡Quieta, puta! Escuche una voz que no reconocía. Comprendí que ese hombre estaba excitado a tope. Siguió hablando pero ya no se dirigía a ni:

-Parece que está bastante buena y un poco rebelde, como a mí me gustan.

No era muy delicado que digamos, la introdujo toda de golpe sin vacilar, con movimientos cada vez más acelerados a la vez que azotaba mi trasero sin piedad, solo tardo un par de minutos y todo acabo, me había usado para aliviarse, no conto conmigo para nada. Ricardo me dio mi ropa y me acompaño a mi habitación sin dejar ponérmela, no entendí nada.

Me coloque la ropa, tenía el trasero rojo y baje a comer, ya estarían echándome de menos. Cuando pasé al comedor allí estaban los tres, mi novio como de costumbre medio embobado por los encantos de Diana, cualquier movimiento que ella hacia era motivo para desviar su mirada del plato.

Yo pensaba que Diana iba a montar otra escenita, pero no, llevaba puesto el mismo pareo y la parte de abajo del bikini, aparte de las miradas provocativas hacia mi novio durante la comida, entre chistes y comentarios no pasó nada, yo mientras buscaba el desconocido que me acababa de follar por detrás el culo, por lógica tendría que estar allí. Terminamos de comer y subimos a la habitación, quería descansar un poco más antes de ir de compras, no le dije nada a mi novio, eso de los azotes no era para comentarlo.

Un par de horas de siesta, me levante como nueva, me puse el blusón con aberturas en los lados, el que me compró Ramón, un cinturón para subirme las aberturas hasta donde yo quisiera,  unas braguitas y unas sandalias blancas de tacón, no necesitaba más, estaba cómoda y fresquita, cogí en bolso y llame a su puerta, Diana ya estaba preparada y salimos del hotel. Me di cuenta de que practicaba una competencia disimulada, si yo movía las caderas, ella un poquito más, si se movían mis pechos, ella los movía un poquito más, despertó mi curiosidad por saber hasta dónde podría llegar.

El destino había dejado en mis manos vestir y preparar a la presa que iba a devorar la bestia, iba gustosa a desarrollar mi trabajo.

La primera tienda, ya me conocían, había ido más de tres veces en cuatro días, los dos dependientes nos saludaron, de allí era el blusón que llevaba puesto.

-Buenas tardes, que desean. Preguntaron.

-Algo fresquito, para la noche. Respondió Diana.

Sacaron tres vestidos largos.

-¡No, no, cortos para bailar! Aclaró Diana.

Nos enseñaron algunos para elegir. Ella eligió uno azul cortito y otro negro no mucho más largo, con un poco de vuelo. Yo no los hubiese elegido mejor para mis planes. Fuimos al probador y se desnudó, tenía un cuerpo espectacular y unas curvas de escándalo. Se probó el azul y luego el negro, me pregunto que como le quedaban. Bien le dije yo, el negro un poquito largo.

El dependiente, que estaba boquiabierto, pues yo había mantenido abierta la cortina que hacía de puerta en todo momento, al oír mi comentario vino hacia nosotros para ofrecer un arreglo gratuito de la prenda, ella acepto, en una hora estarían las prendas listas. Yo le advertí a Diana que aquellos vestidos eran muy finos y que la ropa interior se le iba a notar, a lo que ella respondió:

-Con usar ropa interior oscura o no usar ninguna se soluciona el problema.

Me lo estaba poniendo en bandeja. Toda los tabúes que tenía desaparecía cuando Alex no estaba presente. Iba ella solita a la boca del lobo. Esperaba que las compras se alargaran un poco más, pero no fue así, en la primera tienda que habíamos entrado se acabó todo, se puso el vestido azul dándolo por estrenado y salimos en dirección a un bar que había frente a la tienda. El vestido azul que llevaba si era fresquito, era tan fresquito que se transparentaban sus bragas y su sujetador, cuando pasamos al bar, al trasluz de la puerta era como si no llevara vestido.

Pedimos dos cervezas y fuimos al servicio a retocarnos, yo le comenté que se le transparentaba su ropa interior y ella se la fue quitando, primero el sujetador, ya no se le verían las tiras de los hombros de éste, después sus braguitas deslizándolas por sus piernas hasta el suelo.

Abrí mi bolso sacando un pintalabios y ella vio el tubo de crema misterioso, me pregunto, para que era. Yo le conteste que era un relajante, que me dejaba como nueva. Atrevida como era ella, cogió el tubo y se aplicó una cantidad considerable, terminamos de componernos y salimos dispuestas a degustar una cerveza, me senté en la primera mesa a la derecha de la salida del servicio, ella fue a por las dos cervezas a la barra, diez metros de pura exhibición, era imposible no mirarla, el movimiento exagerado de sus caderas provocaban un movimiento acompasado de sus pechos, parecían moverse libremente dentro de ese vestido semitransparente. Era inevitable que atrajera la mirada de alguno de los paisanos que estaban mirando el futbol en el televisor, una vez sentada Diana en frente de mí, observe que entre aquellos hombres conocía a dos eran los del karaoke, ya me había olvidado de ellos, solo tardó un minuto en acercarse un paisano a presentarse:

-Hola, soy Antonio, te he escuchado y no pareces de aquí. Preguntó dirigiéndose a mí.

-No, soy del centro de la península. Respondí haciéndome la loca.

Antonio pidió tres cervezas más y las trajo a la mesa, Diana le hizo un sitio, para que se acomodara, no sé si lo hizo a propósito, pero al retirarse subió tanto el vestido que se hizo evidente que no llevaba bragas, acto que envalentonó a nuestro nuevo amigo. Mientras me explicaba, que era de Bolaños de Calatrava, un pueblo de Ciudad Real, que fue allí de vacaciones y se quedó a vivir, estaba metiéndole mano a Diana que no oponía resistencia alguna, yo apreciaba como se iba abriendo de piernas más y más debajo de la mesa, su cara se iba transformando poco a poco, sin duda la crema que se había puesto estaba empezando a hacer efecto, estaba saliendo la putita que tenía dentro. Antonio subió su mano hacia los tirantes del vestido y los apartó, dejó los dos pechos al aire, tenía los pezones de punta, Diana estaba a tope y Antonio lo sabía.

-¡Ve al servicio y desnúdate! Le ordenó.

Me quedé perpleja, Antonio se fue en dirección a la barra y Diana se levantó sin decir palabra. Estaba tan caliente que parecía que no tenía voluntad. Pase a ser una mera espectadora, nadie me dijo nada. Me moví de asiento para ver lo que ocurría en el servicio pues ni la puerta cerró al entrar, vi como deslizo su vestido hasta el suelo, lo recogió y lo dejo encima del lavabo. Al momento apareció Antonio con un amigo y entraron los dos al servicio, la cogió por detrás mostrándole los pechos puntiagudos a su amigo que enseguida saco su polla de las bermudas que llevaba y la empezó a mover. No había palabras, ella sola doblo su cuerpo para saborear esa polla desafiante, no le hicieron falta indicaciones, sabía perfectamente lo que ellos querían y se lo iba a dar.

Antonio inmediatamente comenzó a follarla por detrás, no tardaron en llegar los jadeos de Diana que perecía estar fuera de sí, agarraba esa polla con fuerza como si se le fuera a escapar, yo quede inmóvil, como si no estuviera allí.

Termino Antonio sin sacarla, dentro de ella y su amigo ocupo su lugar, siguieron los jadeos mientras Antonio abandonaba los servicios captando mi atención, se dirigió hacia mí y se sentó a mi lado para terminar su cerveza.

  • La próxima vez que quieras follar, ven sola, no distraerás mi atención.

Me dijo al oído mientras me acariciaba los muslos.

  • Te he reconocido desde que entraste por la puerta, también estuve aquella tarde en la discoteca que fuiste con tu pareja y me quede muy caliente. Me aclaro momentos después.

Me di por invitada si algún día me apetecía volver. Los jadeos pararon y el amigo de Alberto salió del servicio, Antonio se levantó y junto con su amigo abandonaron el local. Yo me levante y fui al servicio, allí estaba Diana recomponiéndose el vestido, queriéndose disculpar por su comportamiento. Hasta me hizo prometer que no se lo diría a Alex. Comprendí que Diana estaba en mis manos desde entonces y descubrí que también me gustaba ver desde fuera esas situaciones, estaba muy caliente y el modo en que me había hablado Antonio me puso más todavía.

Diana se colocó el vestido como pudo y salimos a la calle a que nos diera un poco el aire, iba temblorosa, como si no se creyera lo que acababa de hacer, me confeso que con dos a la vez no lo había hecho nunca.

Un beso a todos, gracias por los correos os aseguro que los leo todos e intento contestarlos.

Me despido, como siempre, vuestra.... Merche

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