Vacaciones en Mallorca Dia 3 parte 2 . La timba

Una noche , un club de socios, el jefe de mi marido y una timba. todo esplota.

Juan estaba un poco alterado, solo llevábamos tres días en la isla y habíamos vivido muchas experiencias diferentes, yo más que él, pero según me confesaba todo le estaba gustando, algunas cosas más que otra. Le pregunte por si le había dicho algo Ramón, donde íbamos, que planes tenia, pero no supo darme explicaciones concretas, solo que íbamos a cenar fuera esa noche.

Me vestí como la primera noche, aquel traje chaqueta, ya le había cosido la falda y estaba como nuevo, claro que los flecos ya no los puse y deje una gran abertura en la parte derecha, bajamos a la puerta del hotel a la hora prevista y no esperamos mucho, apareció Ramón bien trajeado, subimos al vehículo y nos preguntó:

  • ¿Que tal estáis?.

Juan respondió:

-Bien, un poco tostados por el sol.

Yo, después de lo que había vivido con él por la mañana respondí:

-Preparada para todo lo que tenga que venir.

Ramón detuvo el vehículo y dijo:

-Primera parada.

Miré a la derecha y a la izquierda, no comprendía nada. Ramón se bajó del vehículo abrió mi puerta y me invitó a bajar, me señaló con la mirada, era una peluquería. Pasamos los tres, Ramón estuvo hablando sobre el tono de mi pelo, y me pidió consentimiento, habían elegido un tono cobrizo y un recogido para darme un estilo más estirado. Yo no me opuse incluso me apetecía cambiar un poco de imagen. Juan se acercó y me dijo que iban a estar en la terraza de la esquina tomando algo.

Más de una hora le llevo al peluquero dejarme como le pedimos. Cuando salí de la peluquería yo me notaba diferente el aire acariciaba mi nuca desnuda dándome una sensación de indefensión y libertad, quizás por la situación en la que me encontraba metida. Llegue por fin a la terraza donde me estaban esperando, estaba casi llena de extranjeros, note algo en la mirada de Juan, era la misma mirada de la discoteca, al parecer la conversación que habían tenido durante esa hora, seguramente sobre mí, había subido el listón que habían puesto para mi esa tarde. No espere al camarero, me fui para la barra a pedir un refresco.

Era hora de entrar en acción, fui al servicio y en un minuto me quite la ropa interior, era lo que Juan me pedía con los ojos. Al salir me notaba aún más ligera, las dos prendas que me acompañaban, sobre todo la chaqueta sin flecos, dejaba ver mi ombligo y se movía por la presión de mis pezones que bailaban a cada paso que daba.

Cogí el refresco de la barra y me dirigí a la mesa, ya se habían dado cuenta del cambio, el movimiento de mis pechos me delataba. No busque una silla, me senté encima de las rodillas de Ramón, no sé porque lo considere excitante en aquel momento la diferencia de edad hacia más evidente que no era mi pareja. Con un leve movimiento de sus piernas hizo que mi falda subiera diez centímetros de pronto, prácticamente mis muslos estaban totalmente al aire, aun así me deje hacer, sabía que el momento y el lugar no daban mucho más margen, claro que mi novio se enteró muy bien de la maniobra.

Ramón viendo que yo colaboraba sin impedimento alguno me dijo:

-Parece que tu calentura no tiene fin.

Ni siquiera hable, le eche el brazo por detrás de su nuca, provocando que se alzara un poco mi chaqueta dejando así ver la base de mis senos. Iba notando que la temperatura de Ramón iba en ascenso, más bien por el bulto que apreciaba debajo de mí que por otra cosa.

Ramón entonces interrumpió el calentón:

-Venga, vamos terminando esto. Aún falta lo mejor.

Me callé, no sabía que podría ser lo "mejor". Subimos al coche u al cabo de dos minutos se paró otra vez. Bajo esta vez mi novio y me invitó a salir del coche, Ramón me indico para que pasara, era una boutique, vestidos largos de noche, sombreros, bolsos y demás artículos de lujo asomaban a izquierda y derecha. Tres dependientas, a mi disposición tras la orden de Ramón hojeaban un libro a la vez que me miraban, se decidieron por un vestido blanco compuesto por un corpiño y una falda , el corpiño se abrochaba en la parte posterior de mi cuello y en la parte posterior de mi espalda, la falda que era corta iba provista de una tela semitransparente arropada por mantón de manila blanco, con pedrería que bajaba hasta mis tobillos, para la parte superior se dispuso también de otro mantón pues el corpiño no bajaba mucho mas de mis pechos, para los pies, unos zapatos blancos también, de tacón no muy exagerado, de ropa interior unas braguitas de encaje blancas junto a un liguero y medias del mismo color.

Para mi novio, un traje gris oscuro, pues según Ramón, tampoco iba preparado para la ocasión. Mi novio lo tengo catalogado como estándar, todo le sienta bien, hay pocas ocasiones donde se tiene que arreglar la ropa.

En veinte minutos ya estábamos preparados para la próxima parada, que ya sabía que era ir a cenar. Entramos en un restaurante bastante lujoso, no destacaba mucho mi presencia allí pues todos iban muy bien vestidos, seguramente era la otra Mallorca, la que no conocíamos, la de la gente pudiente. Nos sentamos en la mesa que índico el camarero y nos dispusimos a cenar. Definitivamente no era sitio para dar un espectáculo. Cenamos tranquilamente hablando de unas cosas y otras, tres cuartos de hora y ya estábamos otra vez de ruta, no por mucho tiempo. Dejando la carretera principal nos dirigimos a la derecha por un camino asfaltado, al fondo unas luces adivinaban un caserón grande o algo parecido.

Ramón lo llamo "El club", era un club privado de socios al que el pertenecía y al cual cada socio podía llevar cuantos amigos quisiera.

Pasamos dentro, un salón bastante amplio, casi cuadrado, con una barra enfrente a la izquierda una pequeña pista de baile, y a la derecha lo que parecían reservados tipo sofá rinconeras, nos aproximamos a la parte izquierda de la barra quedando la pista de baile a mi espalda. La luz era tenue, no muy fuerte, lo suficiente para vernos las caras, se mezclaba con otra luz azul que provenía de la pista de baile, esto provocaba que mi atuendo blanco resaltara con más fuerza. Ramón fue saludando mientras avanzábamos a unos y a otros con la mano.

Aunque había mayoría de hombres yo no era la única mujer, cosa que me tranquilizó en cierta medida, eran muchos para una sola hembra.

Pedimos unas copas, yo elegí una crema de ron, me apetecía en ese momento algo suave, después de varios tragos se abrió una puerta al lado de la barra y un señor nos indicó que pasáramos, pasamos los tres y le preguntó a Ramón:

-¿Ésta es la señorita?

Ramón le respondió:

-Sí, muy golfa y exquisita, ya la he probado.

Levantándome la mano derecha me hizo girar sobre mi misma para deleite de aquel señor que Indicándoles la puerta quedó a solas conmigo, se acercó a mi oído y me dijo:

  • Ya me puso Ramón al corriente, pero quiero verlo por mí mismo, levántate la falda quiero ver que llevas debajo.

Ya veía lo que iba a pasar, pero no, el señor me bajó las bragas y me las quito llevándoselas al bolsillo, a continuación me metió dos dedos en mi coño y los movió, cuando me iba a correr paró de repente y me indicó la salida.

Me había dejado a punto, yo fui al encuentro de mi novio, estaba un poco cabreada y se lo conté. Mientras comprobaba con la mano por encima de mi falda que no llevaba bragas, Juan me respondió:

-Tranquila cariño.

Y me comentó lo que estaba pasando allí. Había prevista una timba y yo era el premio pero antes tenía que haber una puja para optar a las cuatro plazas de la partida de póker. No lo podía creer, era un premio como si de un juguete se tratara. Me tomé un par de copas de un trago.

Se abrió la puerta de aquel club y mi novio se puso nervioso. Dos parejas entraron en ese momento, mi novio había reconocido a Carlos su jefe, acompañado de su señora Clara que había estado flirteando con el toda la mañana. No tardo en reconocernos y después de hablar con el camarero, que supongo le puso al tanto de la situación, se acercó a saludar:

-Hombre Juan!!. Como tú por aquí, yo sabía que te iba la juerga, pero no imaginaba que a tu pareja también.

Me cogió por la cintura y me saco a bailar a la pista que estaba detrás de mí a no más de dos metros. Percibí que había parejas que iban abandonando la sala, aun así todavía quedábamos unas cuarenta personas allí.

Las caricias de Carlos sobre mi cintura estaban haciendo efecto en mí, por un lado era el jefe de mi novio, por el otro yo estaba caliente de verdad.

Me solté un instante para quitarme el mantón que cubría mi espalda y el que cubría mi falda semitransparente, se los da a mi novio que sujetaba la copa con una mano. Volví a los brazos de Carlos que me acogió con una caricia sobre mi espalda casi desnuda, Carlos iba bajando sus manos para tocarme el culo, descaradamente recogía mi falda haciéndola subir cada vez más, pude apreciar que el borde de la pista se iba llenando de espectadores desconocidos para mí, clavaban los ojos en mi trasero que estaba siendo masajeado y expuesto con mi consentimiento. Carlos cedió su sitio a otro desconocido que apretó mis nalgas fuertemente para introducir sus dedos en mi entrepierna y comprobar que estaba tremendamente húmeda y así fueron pasando uno a uno como si estuvieran comprobando el buen estado del género que iban a comprar. Yo veía que algunos de los que bailaban conmigo se acercaban a la barra para entregar un sobre al camarero, supuse que había empezado la puja por los asientos de la esperada partida de póker, que por cierto era a una mano.

Tres minutos y todo acabó, ya estaba la mesa dispuesta con cuatro sillas, una de mi novio por derecho propio y las otras tres por las cifras más altas que hubiesen salido en los sobres.

Mi novio tomó su posición y el camarero fue nombrado para que ocupasen su sitio. En cuarta posición para mi sorpresa entro Carlos para mi sorpresa, nunca creí que le pudiera gustar tanto. Empezó la partida y mi novio ni jugó, no porque no quisiera sino porque no sabía ni cómo empezar. Se levantaron tres de la mesa, dos desconocidos y mi novio, la partida había finalizado, como ganador y esperando su trofeo, Carlos, que esperaba sentado. Dispusieron una escalera con tres peldaños par que me subiera a la mesa y empezara a bailar. Yo lo hice despacio, sabía lo que se esperaba de mí, desabroche mi corpiño de la nuca y de atrás para liberar mis pechos dejándolos a la vista de Carlos y todos los allí presentes, después seguí con mi falda bajándola suavemente hasta que llego a mis pies, luego me tumbe en la mesa para recibir lo que tanto había esperado esa noche. Carlos se puso de pie y comencé a acercarme, poniendo a su disposición mi coño para que fuera penetrado, el agarro mis piernas con fuerza y lo hizo despacio, pude notar como entraba dentro de mí centímetro a centímetro hasta notar sus huevos pegados a mi culo. Entonces divise a Juan, Clara se estaba ocupando de él, aprecie como su polla tiesa desaparecía dentro de la boca de Clara, pero no eran ellos solos, casi todas las mujeres que allí se hallaban daban cuenta de un caballero o dos, los reservados que había, se fueron llenando poco a poco con todos los que estaban mirando al borde de la pista, una orgia incontrolada de deseo. Yo por mi parte seguía disfrutando de aquel maravilloso instrumento que tenía dentro de mí, definitivamente, este hombre sabía lo que hacía, un acompañamiento arrítmico de entradas y salidas me llevaban a lo más alto de mis orgasmos, teniendo que gritar como una bestia para así desahogar mi interior. Se empezó a inflar, sabía que duraría poco, por la gran excitación de Carlos, así que, la saque de dentro y me la introduje en la boca empezando a chupar como loca, quería saborear ese manjar y lo quería ya. No tuvo escape, ni remedio, lo hizo dentro de mi boca y yo recogí lo que se me escapaba por la coyuntura de mis labios con la lengua para posteriormente tragarlo todo, asegurándome de que me habían visto hacerlo.

Intenté jugar mi mejor baza, sabía que el empleo de mi novio y mi reputación estaban en juego, tenía que asegurarme de que Carlos estaba completamente satisfecho.

A continuación Carlos me incorporo pidiéndome que fuera al servicio a arréglame un poco, mientras él se dirigió a la barra a tomar una copa. Yo me dirigí al servicio y en camino pude ver a Juan, se dirigía a la barra para hacer compañía a su jefe que allí le esperaba. Me arregle despacio componiendo cada parte de mi cuerpo, concienzudamente para que me vieran esplendida cuando saliera de allí.

Creo que lo conseguí, cuando me aproxime a ellos mi novio exclamo:

-Te veo preciosa Merche. A lo que Carlos replicó:- Si, verdaderamente vos sos exquisita.

Ramón llegó oportunamente para sacarme de aquel apuro, pues no sabía que decir en aquel momento:

-¿Os llevo al hotel? Es que yo mañana salgo para Ibiza,

Nosotros dijimos que sí, nos despedimos de Carlos y salimos para la puerta. Ramón nos comentó que había cerrado un trato y que se tenía que desplazar a Ibiza para comenzar los preparativos de una nueva obra, que posiblemente no nos veríamos más en esas vacaciones. Cuando llegamos al hotel nos despedimos de Ramón, nos deseó una buena estancia y me dio un beso cortito en los labios.

Mi novio entonces me contó que Carlos su jefe le había dicho que cuando regresáramos de las vacaciones fuera a hablar con el que tenía una sorpresa. También me comento que había anulado con los mirones lo de la playa nudista porque con la hora que llevábamos no íbamos a estar al cien por cien al día siguiente.

Subimos a la habitación, y Juan me desnudo muy lentamente con las luces encendidas, hicimos el amor apasionadamente, a mí me duraba la calentura todavía. Todo era perfecto.

Un beso para todos, espero vuestros comentarios,

se despide...siempre vuestra. Merche