Vacaciones en Mallorca. Dia 3.. 1ª Parte Corregido

Ramon. Perversion o perfecion erotica. Era impredecible lo que pasaba por su cabeza. Alex y Diana irrumpen en nuestras vacaciones arrasandolo todo. Despertaron en mi un lado que creia que no tenia

Como Juan se durmió temprano se despertó muy bien, descansado, como nuevo, yo me tuve que reponer cinco minutos mas, relajando todo mi cuerpo. Prepare la ropa que me iba a poner, el "palabra de honor" y la falda verde abotonada. Me puse mis braguitas un sujetador sin tirantes para que no se me vieran por encima de los hombros. La verdad es que el alcohol no había dejado ninguna señal externa, no había ojeras ni resaca.

Juan salió a la terraza a echar un vistazo y me dijo:

  • Nos han cogido la hora, sal a saludar.

Claro, Juan no sabia nada de la noche anterior y yo tampoco quería contarle de momento. Salí y estaba el mirón de enfrente, el único que no me había hecho nada el día anterior, con una mano sujetaba la cámara y con la otra saludaba, parecía que disfrutaba solo con eso. Yo le alce la mano, y él puso la maquina en posición para hacernos una foto. No me corté, me quite el sujetador y le enseñe los pechos. Pensé que un poco de atrevimiento por mi parte no perjudicaría en nada mi situación.

Juan me dijo entonces:

  • No te preocupes, me prometió ayer que esta noche me regalaría una tarjeta de memoria con todas las fotos dentro.

Me alarme un momento, no sabia si todas las fotos, serian todas, incluidas las de la noche anterior. Pase a la habitación poniéndome el sujetador, ya era hora de vestirnos, me puse toda la ropa y me recogí el pelo dejándolo caer hacia delante por la parte derecha de mi cuerpo.

Un desayuno ligero en el bar del hotel, aprecie algunas miradas y me asalto la duda, quizás alguna persona de las que me estaba mirando me pudo ver la noche anterior, me ruborice un poco, los camareros también dirijan sus miradas hacia mi, terminamos el desayuno y salimos para la calle, sin tardar un minuto. Mi novio Juan llamó a un taxi y se despidió con un beso en los labios. Quedé en la acera esperando, desde allí se podía divisar el karaoke y la tienda de ropa pero no tardó mucho en aparecer Ramón con un BMV grande, muy grande, estaciono el coche y se bajó, llevaba un traje elegante:

  • Estas preciosa, pero no es lo que tenia pensado para hoy

Sin dame opción a responder me dio un beso en la mejilla, me cogió la mano y me dirigió hacia la tienda de ropa, el dependiente al verme se quedó sorprendido, tres veces en dos días, estaba haciendo negocio conmigo.

Ramón se acercó al rincón de las ofertas y eligió un blusón de tirantes con abertura en los lados, me hizo pasar al probador y sin cerrar la cortina me lo dio esperando que me lo probara, me desnude y así lo hice quedándome de frente al dependiente en sujetador y bragas.

Éste ni se inmutó, pase a creer que era gay, Ramón a continuación pidió complementos y eligió un bolso amplio y un cinturón ancho para mi blusón. Me probé el cinturón pero no comprendía para que.

Salimos de la tienda, con la ropa que me había comprado allí, subimos al vehículo y comenzamos el viaje. Se incorporo a una autovía, yo la verdad es que los carteles de la carretera no los comprendía, estaban escritos en mallorquín, cosa que me aclaro Ramón, "vía de cintura " o algo parecido no recuerdo bien.

Salió después a una carretera secundaria y al llegar al primer pueblo paro el coche a la derecha de la calzada, se bajó del coche y me indico que hiciera lo mismo, baje y sin preguntar nada tiró de mi blusón para arriba diciendo:

  • Ya está. Pero, mejor quítate el sujetador.

Me miré en el espejo derecho exterior del vehículo, comprendí que con un movimiento había transformado mi atuendo en una maquina de seducir, al subir el blusón para arriba las abertura laterales de éste me quedaban casi a la altura de las caderas y los tirantes de arriba quedaba holgados y se iban de un lado para otro, el blusón al ser de tela fina y medio transparente hacia que mis pezones se marcaran bien en el.

Me indico que abriera la guantera había un bote de lubricante y se lo enseñe. Lubrícate me dijo, yo le conteste que llevaba las bragas puestas, él no dijo nada, espero para ver cual era mi reacción. Procedí a quitármelas y, empecé dando un poco por encima del clítoris para bajar introduciéndome dos dedos en mi interior, lo hice tres o cuatro veces, cuando me iba a correr Ramón me dijo que en el culo también, volví a coger más de este producto y lo introduje en el ano.

Acto seguido Ramón me dio varios pañuelos de papel para limpiarme las manos. Una vez hecho esto, tire los pañuelos al suelo y cerré la puerta. Ramón me cogió de la cintura y comenzó a pasear, no sabia donde me quería llevar, era temprano para ir de copas.

Una taberna casi vacía, tan solo una persona al fondo de una barra en forma de U, en las paredes espejos colgados para aumentar en lo posible el tamaño del local, al pasar note como el blusón casi desaparecía por la luz del sol, nos colocamos a la izquierda, a un par de metros del único cliente que había, los buenos días como saludo y un par de vinos que pidió Ramón.

La verdad es que no sabia que hacíamos allí, el único cliente del bar parecía borracha, sucia, y con un aspecto descuidado, sin duda llevaba horas bebiendo, pero aun así no me quitaba ojo de encima. El camarero después de poner los vinos desapareció en lo que parecía la cocina de aquel sitio.

Pronto Ramón paso a la acción, sentándose en un taburete alto me atrajo hacia él y deslizando su lengua por mi cuello llego hasta mi oreja me dio un mordisquito dejando al borracho asombrado, por la sorpresa supongo, no era la hora ni el lugar adecuado para ello.

Ramón ya se había disparado, dejo caer sus manos a lo largo de mi espalda hasta llegar a mi culo masajeándolo, mientras yo por el espejo de la pared veía como iba subiendo el blusón hasta dejar parte de mi trasero a la vista de aquel desconocido.

Yo notaba como aquel sucio borracho se iba aproximando tímidamente, despacio, mientras mi calentura seguía aumentando en parte por las caricias de Ramón sobre mi cuello con su lengua. No dio tiempo a mas, dejando un billete encima de la barra me cogió del brazo y salimos de allí, no entendía nada, creí que era lo que tenia planeado pero no, la mente de Ramón era aun mas retorcida, nos dirigimos hacia el coche, ese corte en el ambiente que se había creado me produjo una gran incertidumbre y curiosidad a la vez.

Arranco el coche y reanudemos la marcha despacio, atravesamos el pueblo y Ramón me dio un pañuelo grande diciéndome.

-Tapate los ojos, que me vas a dirigir.

Me tape los ojos y entonces me explico las reglas del juego, yo tenia que decirle por donde tenia que ir, próxima a la izquierda, próxima a la derecha, etc., El jueguecito terminaría cuando encontráramos al primer hombre, entonces lo seduciría y me lo fallaría. Yo le dije a Ramón que no sabía si estaba preparada para hacer esto, que no sabría seducir.

-¡Tranquila! Dijo Ramón. Si veo que te paras intervengo.

Ya no supe que decirle y empecé el juego, primero a la derecha después a la izquierda, a la izquierda nuevamente, el coche entonces paro, me quite la venda expectante sin saber lo que me iba a encontrar.

Un pastor de ovejas, un pastor negro, a mi me entró pánico, tenían fama de poseer unos instrumentos inmensos.

Salió Ramón del vehículo porque me vio un poquito parada y se puso a hablar con este hombre.

-Buenos días, tienes agua para el vehículo.

  • Si dentro, espera que termine de soltar el ganado. Dijo el pastor negro con un acento extraño. Esperamos allí como dos minutos y salió de nuevo el negro. Ramón le pregunto de nuevo:

-¿Vives aquí?

  • Si con otro compañero, solo salimos para hacer la compra. Respondió el pastor.

Era una casa vieja, de cal, parecía que iba a venirse abajo. Siguió preguntando Ramón:

-¿Es una casa de labor antigua, nos la enseñas?

-Ningún problema. Respondió el pastor mirándome.

Hasta ese momento no me había prestado atención alguna. Abrí la puerta del coche baje una pierna asegurándome de que el negro me seguía mirando para que comprobara que no llevaba bragas y después baje la otra incorporándome después. Me subí un poco el blusón tirando por encima del cinturón hacia arriba. Comprobé que las aberturas laterales llegaban casi a mis caderas me uní a ellos para aproximarnos hacia la casa. El negro no paraba de mirarme y obtuve la aprobación en los ojos de Ramón.

Me ofreció pasar primero, muy educado este señor negro, siguiéndome sin quitar ojo de mi movimiento de caderas que yo iba moviendo exageradamente

Si era vieja la casa y parecía muy amplia, el salón primero, después un pasillo cortó. Una habitación a la derecha y a la izquierda el aseo, que parecía estar reformado hace poco.

Cada vez que me acercaba al umbral de la puerta de cualquier habitación para echar un vistazo, el pastor aprovechaba para restregar su bulto cobre mi trasero. Yo ya estaba a cien otra vez. Al llegar a lo que parecía el dormitorio vi dos colchones en el suelo al lado de una gran ventana. Estaba su compañero dormido, desnudo. Yo me frené de golpe, era tremenda, muy grande y estaba en reposo.

El pastor pego una voz y el compañero de éste se despertó de golpe, siguió hablando con las dos o tres frases más. Yo no entendí nada, pero desde donde estaba este si que seguramente me vio parte de mi coño.

Cogiéndome de la cintura me deje llevar por el pastor hacia la ventana, quedándose el que estaba en el colchón pegado a mi pie derecho, cruzaron una frase los dos negros, pues eran los dos de color y mientras me explicaba señalando por la ventana donde dormían las ovejas, bajo su mano hasta mi trasero, seguramente estaba esperando que Ramón le dijera algo, pero como no lo hizo, me lo empezó a sobar despacio, la verdad es que yo miraba mas para abajo que por la ventana , aquella cosa estaba creciendo, intentaba taparla con su mano pero era imposible, sabia que desde el colchón se me vería todo, pero lo único que hice fue un movimiento de hombro paraqué el tirante se me bajara y dejara ver parte importante de un pecho no paso desapercibido .

A continuación el pastor me señalo una puerta que daba a un patio, salimos y como a cinco metros había un grifo a la derecha. Me dio una garrafa de cinco litros para que la llenara, y se quedo esperando. Yo comenzó a andar, Ramón y el pastor se quedaron observando como movía mis caderas hasta llegar al grifo que estaba a unos treinta centímetros del suelo. Doble mi cuerpo hacia delante, yo sabia que se me estaba viendo todo, puse la garrafa y abrí el grifo. El pastor se acercó para ver más de cerca y Ramón a coger la garrafa diciéndome:

  • Ahora vuelvo, es posible que haya que llenarla otra vez.

Me levanté y el pastor me volvió a coger de la cintura señalándome una nave chiquitita que había allí al lado, solo tenia tres paredes, yo deduje que era para guardar algún coche, me llevó ata allí, por el camino ya me iba introduciendo la mano en la rajita de mi culito con delicadeza acariciándome de arriba hasta la entrada de mi ano, yo estaba a mil, me bajo el tirante que estaban medio suelto y me acaricio el pecho, extendió una manta que tenia en aquella nave en el suelo y me tumbo con delicadeza, me quito el cinturón, y yo colabore quitándome el blusón, me abrió las piernas despacito yo las encogí y las abrí mas, todo lo que pude, se agacho y se fue aproximando a mi coño y empezó a darme un masaje circular con la lengua, insistiendo mas en mi clítoris, despacito , mi calentón iba subiendo como cuando subes una escalera peldaño a peldaño, no paraba de subir. A lo lejos, como a cien kilómetros (para mi en ese momento). Entro Ramón con el otro negro que llevaba la garrafa en la mano, la soltó al vernos, como Ramón no dijo nada se acercó arrodillándose delante de mi cara.

Ramón se acercó después y sacando una cámara fotográfica del bolsillo, me la enseño. Yo como estaba en el cielo y además con lo que había vivido el día anterior, he de reconocer que hasta me gusto.

Le puse la mano encima del bulto al que tenía al lado y me comprendió, no tuve que decir ni una palabra, se la saco y la cogí con la mano.

¡Menuda herramienta! No tenia claro que el tamaño de ese instrumento pudiera caber dentro de mí. Llame a Ramón y le pedí que me trajera lubricante pues el que tenia abajo se lo estaba comiendo todo. Empecé a chupar, pero apenas entraba en mi boca. Para compensar la falta de profundidad de mi boca sacaba mi lengua y la lamia entera.

Llego Ramón con el lubricante, el de abajo aparto su boca de mi coño se echo en la mano y me lo empezó a extender. Ramón empezó a hacer fotos con la cámara, como la chupaba, como me retorcía de gusto, como se preparaba para penetrarme, el pastor lo hizo despacito, poco a poco, yo notaba como iba ocupando todo mi interior, como me iba elevando, parecía que mi cuerpo no tocaba el suelo. Ramón saco el móvil, y me hizo dos fotos con él, empecé a masturbar con la mano sacando la polla de mi boca. Ramón me dio el teléfono tuve que soltar la polla de la mano y me dijo:

-Contéstale a tu marido que le he mandado dos fotos tuyo.

Me puse al teléfono y si era él

-¿Merche?

Yo le contesté:

-Cariño, casi no puedo hablar, ya me ha dicho Ramón que te ha mandado dos fotos, te lo contaré todo cuando llegue.

Juan me pregunto:

-¿Pero con dos negros?

-Siii...

Le dé el teléfono a Ramón y el pastor que había relajado sus movimientos mientras estaba hablando por teléfono, empezó a acelerar, era increíble el placer de sentirme toda llena con una sola polla, agarre con fuerza el miembro que había soltado para coger el teléfono y comencé a chuparlo como si me fuera la vida en ello, con ansiedad, moviendo mi lengua alrededor de su punta. Me apetecía gritar de placer, pero no quería dejar de chupar aquella polla tan formidable, no recuerdo las veces que me corrí, no me daba tiempo a contarlas. Sin avisar aparto su miembro de mi boca, repartió el semen sobre mis pechos, yo lo extendí sobre los dos mientras me los frotaba. El que estaba penetrándome seguía con su ritmo frenético, hasta que su miembro exploto dentro de mí, era como un volcán, me inundo toda de semen, al sacarla noté como choreaba aquel liquido. Era increíble la cantidad.

Ramón sacó un pañuelo y me lo dio, me limpié e intente ponerme de pie, me era imposible. Me ofreció su mano aquel pastor y me ayudo a incorporarme, me fui al baño dando tumbos, no me aguantaban las piernas, detrás de mi venia el pastor, me dijo que había agua caliente y me encendió la ducha saliendo de allí. Yo no creía que mi cuerpo pudiera aguantar tanto.

Me duche con agua templada. Cuando me disponía a salir por la puerta del baño, apareció Ramón con la ropa para que me la pusiera, había ido a por el sujetador y las bragas al coche, me dejo sola para que me arreglase. Tarde como dos minutos, tampoco era mucha la ropa que me tenía que colocar. Al salir me vio Ramón y se despidió, y los dos pastores se aproximaron a mí dándome un beso en la cara me dijeron:

-Vuelve cuando quieras. Estamos a tu disposición.

Salimos de la casa y nos subimos en el coche, dio media vuelta en el camino y emprendimos viaje. Ramón metió la mano en la chaqueta y me dio la cámara de fotos y me dijo:

  • Para que veáis las fotos los dos juntos, es el primer regalito, luego pasare esta tarde a recogeros, que tengo otros regalitos para vosotros.

Yo calle no dije nada, estaba rendida y me quede durmiendo.

Dormí media hora mas o menos, me despertó Ramón y pregunte:

-¿Donde estamos?

El me respondió:

  • Míralo tu misma.

Estábamos aparcados en la puerta de la taberna que visitamos por la mañana.

-Toca cervecita. Me dijo.

Al entrar a aquel local note que no había cambiado nada, estaba completamente igual, hasta el desconocido era el mismo, perecía que vivía allí. Nos colocamos en el mismo sitio y de la misma forma. Solo una diferencia, esta vez llevaba ropa interior. No tarde en comentárselo a Ramón y él les dijo que hiciera lo que quisiera.

Sin presión, era la oportunidad de dar rienda suelta a mi imaginación y me dirigí al servicio, por cierto demasiado pequeño y un poco sucio.

Paso una idea por mi cabeza entonces, conquistar al conquistador, para ello vi necesario aparte de quitarme la ropa interior subirme aun mas el blusón aquel.

Cuando salí del servicio me lleve una sorpresa, tres cervezas en la barra, Ramón hablaba con aquel borracho como si lo conociera de toda la vida, el desconocido no era tan desconocido para Ramón, me acerque y tome un trago de la cerveza, sin dar tiempo a tragármela Ramón me cogió del brazo y me dijo al oído que me quedara con la ubicación del local porque el próximo día tendría que venir sola.

Ramón no dejaba de sorprenderme, cuando pensaba yo que había llegado al limite él siempre iba un poco mas allá.

Entonces fue cuando Ramón se dio cuenta de mi atrevida compostura, con los tirantes caídos y aquel blusón subido más de la cuenta apenas mis pechos se mantenían dentro de él y las aberturas laterales llegaban hasta mi cintura. Esta dispuesta a darle todo lo que se merecía después de todo él no había hecho nada conmigo aun. Pero Ramón adivino mis intenciones, no estaba por la labor pago todo lo de la barra y salimos, ese tira y afloja me desconcertó, Salimos de aquella taberna, iba un poco confusa me había rechazado, claro que el borracho se quedo a cuadros cuando vio que no llevaba ropa interior alguna.

Subimos al coche y emprendimos el camino de regreso al hotel, estuvo todo el camino diciéndome como tenia que llegar a ese pueblo, no tardemos mucho, tampoco estaba muy retirado.

En la puerta estaba Juan sonriente:

-¿Que tal el viaje?

-Bien. Conteste yo bajándome del vehículo. Ramón tocó el claxon y se alejó, nos fuimos a tomar algo al bar del hotel. Nos sentamos en una mesa y me dijo que se lo contara todo. Selo conté todo, pero todo todo y le entregue la cámara para que viera las fotos y me dijo:

-Si las quiero ver, pero vámonos arriba para estar más tranquilos.

Se notaba que estaba nervioso o excitado. Me cogió de la mano y subimos a la habitación. Juan se echo en la cama y me dijo que fuera con el, me eche a su lado, encendió la maquina y comenzamos la sesión.

No me acuerdo si eran cuarenta o cincuenta fotos, yo estaba de todas las formas posibles , con la boca llena de pene con el pastor comiéndome el coño, lamiéndole la polla al negro, repartiéndome su leche por todo el cuerpo, siendo penetrada por el pastor, etc.,. Juan entre foto y foto, hacia su comentario o me formulaba alguna pregunta. Que grande la tiene, que sentiste cuando te penetro con esto. etc.,

Yo le iba respondiendo una a unas todas sus preguntas y me estaba calentando al verme en esa situación. Trate de cambiar de tema, sabia que por la tarde tendría que estar dispuesta para vivir otra aventura seguramente, y le pregunte por su jefe.

-¿Y tu jefe que te ha dicho? Le pregunté.

-Nada especial. Me respondió el explicándome que había venido con su mujer, era un viaje corto para cerrar un trato en la isla. Que por la tarde, al día siguiente salía su vuelo para Madrid, que iban a disfrutar poco esta vez. Estuvo almorzando con ellos y que la mujer del jefe estuvo especialmente amable con él, o por lo menos eso pensaba.

Me levante de la cama y salí a la terraza, fui a echar un vistazo a la playa, estaba a tope ese día.

De pronto oí unas risas que provenían de la terraza de al lado, solo nos separaba una mampara semitransparente, no acertaba a distinguir nada mas que figuras, opte por asomar la cabeza como mirando para otro lado,

-Hola. Me dijo un hombre.

-Hola. Conteste.

Se acercó a la esquina donde yo estaba y me dijo que habían llegado por la mañana al hotel, que se quedarían una semana, eran de Zaragoza. Después de contar unas anécdotas del embarque en el avión y reírnos un poco, quedamos en el comedor para conocernos los cuatro.

Bajamos nosotros primero, nos sentamos en una mesa al lado de una ventana, Al momento aparecieron ellos e hicimos las presentaciones. Alex y Diana, él era un joven fuerte con la piel blanca y el pelo castaño, Diana era de piel morena pelo negro y ojos marrón claro, poseía un cuerpo espectacular, al hablar note un acento raro y pregunté, ella me respondió que llevaba años en España, vino buscando trabajo y se enamoro de Alex. Me contó que era de Medellín, Colombia.

Había oído hablar de Medellín pero no lo ubicaba en ningún mapa. Estuvimos hablando durante toda la comida, de música, de aficiones, del tiempo de la isla. Quedamos en ir un día de esos a bailar salsa, decía Diana que le gustaba mucho. A mi novio se le salían los ojos, cada vez de se decía la palabra salsa Diana movía sus hombros agitando así sus pechos.

Terminamos de comer y ellos se fueron a su habitación, mi novio me comento de quedarnos abajo en la terraza disfrutando de la brisa, yo le dije que iba a cambiarme y subí a la habitación, cuando pase por la puerta de nuestros nuevos amigos escuche unos ruidos y pensé, estos están follando como locos, cuando bajé, busque a mi novio y no lo veía, estaba en el kiosco con los cuatro mirones, yo llevaba puesto el bikini del primer día, me acerque y me dieron un beso en la mejilla diciendo

:-Hola esta esplendida.

Mi novio me miró y continúo explicándome que le habían dado la tarjeta de memoria con las fotos dentro, pero que se habían quedado con una copia de recuerdo por si no volvían a vivir una experiencia similar, me entro algo de pánico no sabia si eran todas o faltaban las de por la noche todavía no le había comentado nada de lo ocurrido.

En ese momento cruzaron por delante de nosotros Alex y Diana. Llevaba un bikini rojo, demasiado pequeño para su exuberante figura, y volviéndose hacia nosotros nos pregunto:

--¿Vais a venir, os reservamos sitio?

Juan le respondió que si y ella siguió su camino.

El morbo estaba servido, los mirones lo intuían y mi marido lo deseaba, se respiraba en el ambiente. Yo pude adivinar el los ojos de los mirones el deseo que despertaba a su paso y en los ojos de mi novio el deseo de poseerla. Continuamos la conversación con los mirones, nos comentaron que al día siguiente iban a ir a una playa nudista cercana que si nos apuntábamos. Juan empezó a hacer cálculos y dijo que sí.

Nos preguntaron por nuestros nuevos amigos y respondimos que loa habíamos conocido por la mañana, se interesaron especialmente por ella. Yo lo tomé como un reto, darles de comer a los hambrientos mirones. Cuando íbamos acercándonos le pregunte a mi novio si le gustaba Diana, él me dijo que si, que tenía un cuerpo nada despreciable y continué preguntándole hasta donde quería llegar, el me respondió:

  • Hasta donde tú quieras, cariño.

Mi novio se sentó al lado de Alex, expectante no sabia que se me podría ocurrir, me tumbe boca abajo y le pregunté a Diana si me podría dar crema en la espalda, ella me respondía que si, entonces me quite la paste de arriba del bikini. Ella se quedo extrañada pero empezó a darme crema por la espalda, los mirones ya se habían acomodado a una distancia prudencial.

Yo, apoye mis codos sobre la toalla, levantando así mis senos para exponerlos y busque con la mirada a los cuatro vejetes. Allí estaban, dispuestos a ser cómplices de mi nueva travesura. Diana frotaba sus manos en mi espalda, no lo hacia mal, a mi me gustaba. Había leído por ahí que a la mayoría de los hombres les gustaba ver a dos mujeres juntas, por mi parte lo único que me gustaba en aquellos momentos era la provocación que podría llegar a causar en el ambiente. En apenas unos minutos acabó pasándome el bote de crema para que hiciera yo lo mismo, yo me senté tranquilamente y noté que ella se puso algo nerviosa y me dijo:

  • No te llamarán la atención.

Con una carcajada le conteste que eso en aquella zona estaba permitido, no había ningún problema. Claro que el problema no esta en hacer las cosas sino en como se hacen.

Me dispuse a darle crema, pero para acalorar el ambiente un poco me senté sobre ella, concretamente sobre sus muslos, ella levanto sus hombros, entonces desabroche su parte del bikini superior liberando así sus pechos, su mirada se volvió hacia su marido esperando algún reproche que éste no hizo. Pude ver como se ruborizaba o así me lo pareció. Comencé con masaje en los hombros haciendo balancear sus pechos a la vez que los míos, de vez en cuando estiraba mi cuerpo rozando mis pezones contra el suyo, me estaba calentando no por este contacto sino por las miradas que suscitaban nuestra postura, incluida la de Alex. Se lo comenté al oído a Diana, el bulto de Alex era bastante pronunciado, se adivinaba su erección debajo de aquel bañador.

Diana soltó una carcajada al ver como estaba su compañero. Yo me daba cuenta de que, con la colaboración de ésta pareja podríamos dar un giro a nuestras vacaciones en la isla.

Desmonte a Diana como si de un caballo se tratase y se dio la vuelta para darse crema por sus pechos, yo hice lo mismo pero se le notaba que le estaba gustando la situación, lo hacía despacio, recreándose en sus pezones, cosa que a mi novio no le pasaba desapercibida, esto iba a ser más fácil de lo que parecía en principio.

Pasaron unos diez minutos y Alex sacó una pelota inflable su mochila:

-¿Quien viene a darse un baño?

Levantándose se dirigió hacia el mar, acto seguido Diana hizo lo mismo, sus pechos iban balanceándose de un lado para otro causado por su exagerado movimiento de caderas, yo aproveche ese momento para cambiar impresiones con mi novio.

Juan me dijo que estaba tremenda y que la mayoría de los hombres que había alrededor no nos habían quitado ojo.

Nos levantamos y Juan se dio media vuelta haciéndoles una pequeña seña a los mirones, avanzamos hacia Alex y Diana que ya estaban tirándose la pelota el uno al otro, cuando vi que los cuatro mirones avanzaban por el agua igual que los tiburones, acechando a su presa, esto se podría desmadrar un poco:

-La ligas tú. Le dijo Alex a Diana, tirándole la pelota a Juan, este que no supo reaccionar se llevo el primer restregón de Diana. Juan que se vio inundado por los pechos de Diana lanzo la pelota que fue a caer a uno de los mirones, preguntando éste:

-¿Podríamos jugar todos?

Así fue como un juego inocente, se convirtió en un juego de lo más perverso, lo único que tenias que hacer es mantener la pelota para que Diana te restregara las tetas por todo el cuerpo y poder acariciar todo su cuerpo, yo estaba tan caliente después de ver como le metían mano todos hasta su pareja que en diez minutos estuve a punto de quitarme la parte de abajo de mi bikini para corresponder a esa locura, pero me aviso mi novio diciéndome que nos quedaba una hora y que teníamos que irnos a secar.

Había quedado con Ramón, así que nos excusamos y nos fuimos, cuando me puse la parte de arriba del bikini me gire preguntándome quien estaba disfrutando más, si Diana, Alex o los otros cuatro mirones, nos había salido un poco viciosilla nuestra nueva vecina.

Un saludo para todos mis amigos y gracias por vuestros comentarios de verdad me motivan y me desinhiben por completo para contaroslo todo.

Un beso ..siempre vuestra...Merche