Vacaciones en Mallorca (3)

Algo que no esperaba ocurre y no puedo quitármelo de la cabeza.

Me despierta la claridad que entra por el ventanal de mi cuarto y me encuentro sólo en mi cama, en algún momento de la noche, Raquel se ha ido para que no nos descubrieran. Estoy desnudo y recuerdo haber soñado con ella, haber estado follando toda la noche sin necesidad de controlar nuestros gritos y gemidos, viéndome completamente empalmado y desnudo, ni siquiera me puse los boxes anoche.

Miro que no haya nadie en el pasillo y salgo del cuarto metiéndome directamente en el baño para darme una ducha. Entro bajo el agua y mientras está cae comienzo a pajearme, necesito aliviarme o si no, no voy a dejar de estar empalmado todo el día. Me apoyo en una de las paredes de la ducha y cierro los ojos mientras una de mis manos mueve suavemente mi polla y la otra acaricia mi abdomen. La imagino arrodillada frente a mí, tocando suavemente mis huevos y lamiendo la punta de mi polla, pidiéndome después que le folle la boca.

Incremento los movimientos de mis manos, al igual que muevo mis caderas intuitivamente hasta que me corro, imaginando que me corro en su boca, viendo cómo se traga mi semilla sin desperdiciar ni una sola gota. Termino de ducharme y regreso a mi cuarto para buscar mi móvil y bajar a por un café revisando un par de informes antes de hacer la videoconferencia.

Estoy llegando a la cocina y escucho unos gritos, afino un poco el oído y puedo distinguir la voz de mi madre y de Raquel.

-          Pero porque no, sabes lo mucho que me he esforzado – le dice ella con un aire de desesperación.

-          Ya sabes los motivos, no te lo voy a repetir más, si lo quieres vas a tener que conseguirlo por ti misma – le responde mi madre.

-          Pero es mi futuro, sabes que no voy a tener beca si la solicito – contesta Raquel.

-          Se acabó el tema, no voy a discutir más contigo, ya sabes que tienes que hacer – le dice mi madre saliendo al jardín por la puerta de la cocina.

Me mantengo en mi posición, no término de creer bien que ha sucedido, el motivo de esa discusión y mucho menos si es por dinero, “acaso no quiere pagarle los estudios”, para ser sinceros, me preocupa un poco el asunto, pero comienzo a andar hacia la cocina a buscar el café y entablar conversación en Raquel, a ver si me cuenta que ha pasado para poder entenderlo bien.

-          Buenos días – le digo educadamente.

-          Los serán para ti – me contesta no muy bien.

-          ¿Todo bien? – le pregunto para intentar sacarle algo.

-          No, nada está bien, pero a ti que más te da, en un par de días te largaras y sólo volverás al año que viene, si es que vuelves – me responde alterada elevando el tono más de lo que me gustaría.

-          Si estás cabreada por algo o alguien, págalo con quien te dé la gana, pero a mí me dejas en paz – le digo regresando a  mi cuarto para leerme los malditos informes antes de la conferencia. La niñata ésta, en lugar de compartir lo que pasa va y me responde de malas maneras, ha conseguido que esté de mala leche todo el día.

Enciendo el portátil, colocándolo bien en la habitación para que no parezca que es donde estoy realmente, me pongo la única camisa que he traído para dar la formalidad que la conferencia necesita y me siento en el escritorio a revisar los informes para la reunión.

Ésta se alarga más de la cuenta, complicándose en algunos asuntos, debido a los malos resultados obtenidos en el trimestre, quieren hacer unos cambios organizativos con respecto a todos los niveles de la empresa y los empleados básicos son los que peor lo van a pasar y necesito pensar bien cómo actuar.

Al mira la hora, es casi la una del mediodía, me pongo unos pantalones de lino claros, una camiseta de algodón y cambio las sabanas, dejando al cama echa antes de salir a la calle, necesito pasar lo que queda de día fuera de casa, no cruzarme con nadie si no se van a llevar alguna que otra mala contestación sin tener nada que ver.

Me siento en una mesa libre de una terraza cercana, pegada a la playa para tomar algo y comer. Apenas puedo darle un trago a la cerveza que me han servido cuando veo que Olga se sienta a mi lado, así como sin nada. Comenzamos a conversar y comemos juntos, hablando de infinidad de cosas, hasta que consigue sacarme el verdadero motivo de mi cabreo. Me propone algo a lo que no puedo negarme, en apenas diez minutos estamos besándonos mientras subimos a su piso, asegurándome bien que vive sola antes de hacerlo.

Nada más verla, cuando se sentó en la mesa, me encendió, con la minifalda vaquera, camiseta de tirantes blanca y sandalias, estaba más que guapa. Antes de entrar por la puerta, tengo mi camiseta en mis manos, y ella la falda arremangada en la cintura. Menos mal que no nos cruzamos con nadie. Nos besamos salvajemente y termino subiéndola sobre la mesa del salón. No puedo evitar soltar un gemido al sentir sus manos en mi miembro, mientras yo toco sus tetas, sus pezones están muy tiesos y duros. Me pongo un condón que saco de mi cartera y sin previo aviso la embisto fuertemente, soltando un grito que no sé bien si es de placer o dolor.

Comienzo a moverme fuertemente, manteniendo un ritmo adecuado para no correrme rápido, aunque quiero correrme, también quiero que ella lo haga. Se tumba sobre la mesa lo que hace que mis embestidas sean más profundas y cuando me avisa que está llegando al final, mantengo mi ritmo, a mí me queda un poco. Coloco sus piernas hacia arriba, penetrándola fuertemente y siento que mi polla comienza a dar espasmos, y ella se corre a la misma vez que yo.

Salgo de ella y me quito el condón, siguiéndola hasta el baño. Nos metemos en la ducha y a pesar de que no creía recuperarme tan pronto, mi polla vuelve a estar dura cuando la masajea suavemente, mientras el agua cae sobre nosotros. La dejo pajearme, pero al sentir que voy a correrme de nuevo la paro. La aprisiono contra la pared cogiéndola en brazos, cruzando sus piernas en mi cintura.

Mis manos tocan suavemente su sexo, vuelve a estar tan húmeda, tan caliente que tengo ningún impedimento para meter un par de dedos en su interior. La escucho gemir suavemente en mi oído y a la vez que la follo con mis dedos, busco su entrada trasera, me encantaría follar su culo, ese culo que tanto me ha llamado la atención desde que se contoneaba en la piscina.

Al mirarla, pone cara de sorpresa, pero no se opone, comienza a estar dilatada y uno de mis dedos entra completamente en su ano. Cerramos el grifo y vamos a la habitación, empapados, pero no nos importa. Se pone a cuatro patas sobre la cama y me vuelvo loco al ver su clítoris completamente hinchado, sobresaliendo entre sus labios y el agujerito de su culo bastante abierto.

Busco otro condón en la cartera y no me hago esperar, sin ningún miramiento la penetro fuertemente, haciéndola gemir fuertemente. Me muevo suavemente mientras uno de mis dedos se folla su culo, pero no puedo más, saco mi polla de su chochito y la meto en su ano, de una sola embestida entra hasta el fondo. Sin esperar a que se aclimate a mí, comienzo a moverme fuertemente, gimiendo de placer y escucharla a ella gemir. No sé muy bien porque, pero viene a mi mente la noche de ayer, ver a Raquel follar así, aunque ella estaba atada, pero es la misma postura.

Sin poder evitarlo, pienso en ella, y mi mente vuela imaginando que realmente estoy follando con Raquel y no con Olga. La siento flaquear, y la agarro por la cintura con una mano para que no se venga abajo, aun me queda un poco y no podría mantener el rimo si se tumba. Con mi mano libre comienzo a torturar su clítoris y la escucho gemir de nuevo, mientras mis embestidas son aún más fuertes, juego con un par de dedos en su chochito, follandola por dos agujeros a la vez.

-          Sí, no voy a aguantar mucho más – le digo.

-          No pares, ummmm – me responde.

Mi polla comienza con espasmos y termino corriéndome junto con un gemido rondo y soltando sin ser muy consciente de ello “Raquel”. Cuando salgo de su ano, se deja caer en la cama, en la misma posición y yo pienso que he dicho su nombre, deseando que Olga no me haya escuchado.

Voy al baño para darme una ducha y ella me sigue, pero no hacemos nada, necesito, necesitamos recuperarnos de estos dos polvos tan brutales. Nos sentamos en el salón y continuamos conversando de muchas cosas, en mi mente continuo teniendo el desliz que he cometido al llamarla Raquel, pero ella continua sin decirme nada, o no me ha escuchado o se hace muy bien la tonta. Sin muchos rodeos, le pregunto por mi madre y su marido, necesito saber que pasa exactamente en esa casa y Olga canta como un pajarito. Sin cortarse en lo más mínimo.

Después de un poco de comida china y tres polvos más, en el suelo de la cocina, en el sofá y en el baño, regreso a casa pasadas las dos de la mañana. Estoy hecho polvo, han sido demasiados fuertes y necesito dormir. Me voy directamente a mi cuarto pensando en lo que Olga me ha contado, sin terminar de creérmelo del todo, necesito investigar bien antes de sacar las conclusiones. Me pongo el pantalón del pijama y salgo al balcón, necesito un poco de aire fresco antes de meterme en la cama.

-          Creí que no volverías a dormir – le escucho decir a mi espalda.

-          Pues ya ves, aquí me tienes – le digo escuetamente, aún sigo cabreado con ella aunque venga de buenas.

-          Quería pedirte disculpas, está mañana la pagué contigo sin querer – susurra apoyándose en la barandilla a mi lado.

-          Disculpas aceptadas – contesto.

-          ¿Folla bien Olga? – me pregunta con un tono que no sé bien cómo interpretarlo.

-          Te ha contado ella, y si, folla bastante bien – le susurro sin ni siquiera mirarla.

-          Lo has hecho por como te hable está mañana – me dice.

-          ¿Esos son celos? – le pregunto mirándola a los ojos para ver si me miente.

-          No, claro que no son celos, tú puedes tirarte a quien te dé la gana – me contesta con ese tono de nuevo.

-          Ha, ya decía yo, que va a tener celos – susurro mirándola.

-          ¿Qué estás queriendo decir?, no tengo celos, ni siquiera se me ha pasado por la cabeza – responde.

-          Nada, no quiero decir nada, si tú lo dices, todo está bien – contesto.

-          ¿Es tanto como dicen por ahí los tíos? – pregunta insistiendo en lo mismo.

-          Yo no sé qué es lo que dicen de ella, yo puedo decirte lo que he hecho con ella esta tarde, y hemos follado, mucho – contesto.

-          Espero que lo hayas pasado bien – me contesta con un tono melancólico y volviéndose para entrar en su cuarto.

-          Espera, ¿Qué es lo que quieres Raquel? ¿Quieres que te compare con ella?, ¿Quieres que te diga las diferencias que hay entre las dos? – la interrogo sujetándola por la muñeca para que no se vaya.

No obtengo ninguna respuesta por su parte, simplemente miro sus hermosos ojos marrones y veo que una pequeña lágrima quiere escaparse. – No puedo compararte con ella, las cosas son muy diferentes entre ella y tú, las dos soy muy diferentes y si es cierto, la primera vez sólo follamos, pero las demás hemos hecho el amor, eso no se puede comparar -. Me abraza fuertemente y yo la correspondo. “¿Qué me estás haciendo Raquel?”, me pregunto una y otra vez.

Comenzamos a besarnos y entramos en mi cuarto, me aseguro que he cerrado el cerrojo de la puerta y me tumbo en ella en la cama, pegándola a mí para besarla, besar su cuello, su clavícula y bajar hasta sus pezones ya que mientras yo cerraba la puerta ella se quitaba la camiseta del pijama. Se tumba boca arriba y no puede evitar soltar un pequeño gemido mientras cierra los ojos.

Torturo sus pezones mientras una de mis manos baja hacia su sexo, sintiendo como arquea su espalda cuando tan solo aprieto suavemente por encima del pantalón. Meto mi mano en su interior y está muy húmeda, muy caliente y hago suaves círculos alrededor de su clítoris haciendo que se estremezca. Agarra mi polla, la cual ha liberado de mis pantalones, haciéndome también gemir. Me pongo a cuatro patas sobre ella y aprieto mi cintura sobre ella, para que sienta mi erección en su sexo, sin tener que penetrarla.

Nos quedamos desnudos y abre las piernas todo lo que puede y me tumbo sobre ella, apoyando mi peso en mis brazos, penetrándola suavemente, sintiendo su estrechez, su chochito tan húmedo no necesita más lubricación. Una vez que llego al fondo, comienzo a moverme suavemente, pero manteniendo un ritmo constante, besando alguna que otra vez sus pezones, succionándolos, y tirando de ellos al morderlos. Para mi sorpresa, aguanto más de lo que pensaba, a medida que pasaba el tiempo, mis embestidas sonmás fuertes y cuando siento que mi polla comienza a hacer espasmos, le hago saber que voy a correrme. Cruza sus piernas en mi cintura pudiendo llegar aún más a su interior y termino corriéndome dentro. No he podido, más bien no me ha dejado salir y mi leche se mezcla con sus líquidos, en su interior.

Salgo de ella dejándome caer a su lado, dándole un suave beso en la cara. Nos limpiamos con una toalla que tengo en mi cuarto y nos quedamos dormidos en mi cama.