Vacaciones en Mallorca
Unas vacaciones que parecen ser un incordio, puede que no lo sea tanto desde que piso la isla.
Me encuentro metido en este maldito avión, revisando los informes de la empresa, pero es la única opción que tengo si quiero ver a mi madre, viajar hasta Mallorca es una paliza de más de doce horas de vuelo.
Os cuento un poco mi vida, soy el hijo mayor de mi madre, la cual se separó de mi padre cuando yo apenas tenía cinco años, tras un largo proceso judicial, me tuve que ir con mi padre a Florida, donde me he formado en todos los sentidos y en donde vivo. Actualmente tengo 37 años y viajo cuando puedo a Mallorca para ver a mi madre y mis hermanos pequeños, frutos del segundo matrimonio de mi madre.
No me apetece nada estar rodeado de unos mocosos, nunca me gustaron los niños, aunque sean mis propios hermanos y primos, pero no me queda otra si quiero ver a mi madre.
Cómo era de esperar, nadie está esperándome en el aeropuerto, recojo mi maleta, paro un taxi y me monto para ir a casa de mi madre. Después de dar un par de veces en el timbre, por fin me abren la puerta.
- Ya era hora – le digo a la persona que tengo delante.
- Hola Marcos, ¿Qué tal tú vuelo? – me pregunta la chica que tengo delante sin llegar a reconocerla.
- ¿No sabes quién soy? Soy Raquel, he crecido mucho – le digo sorprendida.
- ¿Raquel? Pues sí que has crecido – le respondo.
Entramos en la casa y dejo mi maleta en el que será mi cuarto durante una semana, regreso al jardín y tras saludar a todos, me despido de ellos regresando a la habitación cogiendo algo en la cocina para cenar. Estoy demasiado cansado así que me dejo caer en la cama y me quedo dormido al instante.
Me despierto bañado en sudor, hace demasiado calor en esta maldita isla y tengo que meterme en la ducha para refréscame. Estoy saliendo del baño y me cruzo con mi hermanita, va vestida con un mini pijama de encaje color crema, veo la silueta de su tanga negro y su espalda al aire, sin sujetador. Siento que mi polla comienza a cobrar vida propia y ha comenzado a crecer dentro de mis boxes. Hacía mucho, mucho tiempo que no la veía y ni siquiera la reconocí cuando me abrió la puerta.
Ha crecido muy rápido y se ha vuelto una mujer muy atractiva para tener sus 18 años recién cumplidos. Me tumbo en la cama y comienzo a pajearme, imaginando a mi hermana desnuda a mi lado, tocar sus pequeñas y redonditas tetas, tocar ese chochito, seguramente depilado por completo, lamer su humedad.
La imagino encima de mí, cabalgándome y no puedo aguantarme más, un par de movimientos más y me corro en mis manos. Lo he puesto todo perdido, esta fantasía me ha matado, lo limpio y me dejo caer de nuevo en la cama.
A pesar de que lo intento, no soy capaz de dormir ni cinco minutos, el calor me puede aunque tenga puesto el aire acondicionado. Unos ruidos llaman mi atención, aunque sean muy leves, escucho unos gemidos que llegan de la habitación que tengo al lado, siendo la de mi hermana Raquel.
- Se está tocando la cabrona – me digo a mí mismo.
Mi polla vuelve a crecer al imaginarla tocándose, y es cuando caigo en algo, nuestras habitaciones están conectadas por un mismo balcón. Salgo a éste y sigilosamente me asomo por las cortinas de su cuarto, tiene las puertas abiertas y por ello han llegado sus gemidos a mí.
- No te quedes hay parado, entra a ayudarme – me dice sorprendiéndome.
- No, eso no está bien, somos hermanos – le contesto.
- Eso no es lo que me está diciendo tu entrepierna – me responde señalando mi abultado paquete.
- El que esté así no tiene nada que ver – le susurro ya que se ha acercado demasiado a mí.
Me separo de ella quitándole mis manos de mi paquete aunque un calor ha comenzado a subir desde mi entrepierna haciendo que la erección hasta llegue a dolerme.
- Venga Marcos, los dos tenemos ganas, estamos en el lado opuesto de la casa y nadie nos va a escuchar, además, tú has venido a pasar unas vacaciones – me susurra comenzándome a besar.
Intento controlarme pero me es imposible, su lengua juega en mi boca y sus manos vuelven a tocar mi polla, la ha liberado de mis boxes y está en todo su esplendor. Mis manos agarran sus nalgas y siento su tanga entre mis dedos. Acaricio su trasero llegando a su sexo, está muy húmeda un pequeño vibrador está funcionando en su interior. Eso me ha vuelto loco, la muy zorra estaba sintiendo placer mientras hablaba conmigo.
Nos dejamos caer en la cama y sin darme cuenta me encuentro boca arriba y está lamiendo mi polla, enseñándome su coñito, su hinchado clítoris y la punta del vibrador asomando.
Juego con el vibrador, entrando y sacándolo de su interior, pellizco su clítoris y gime aún más, ahogando sus gemidos con mi polla, metiéndosela hasta la garganta.
Siento que voy a correrme y no quiero, ya que estamos en ello, quiero probar ese chochito que me está llamando. Le agarro por la coleta para que pare y veo las venas en mi polla, está a reventar.
Le digo que se ponga a cuatro patas y cuando lo ha hecho no puedo aguantarme más, saco el vibrador y de un solo embiste meto mi polla en su interior, haciéndola gemir fuertemente, mordiendo un cojín para agorar el grito.
Comienzo a moverme suavemente, siento como me acoplo a ella, su chochito es muy estrecho y dulce, se pega a mí todo lo que puede. Mi movimiento comienza a ser más rápido y duro. Mi polla cobra vida propia y siento unos espasmos llegando a llenar su chochito con mi leche, sintiendo un orgasmo increíble, hacía mucho que no sentía uno así. Raquel también se ha corrido, al mismo tiempo que yo, cayendo exhausta sobre la cama.
Me tumbo a su lado para recuperarme y cuando lo he hecho, me limpio con unos pañuelos que ella me pasa. – Creo que van a ser unas vacaciones muy interesantes hermanita – le susurro poniéndome mis boxes y saliendo por el mismo lugar por el que entre.