Vacaciones en la tienda (1)
Todo empezó con una violación y terminé disfrutando del sexo con personas mayores que yo.
Tenía 16 años cuando por un castigo por malas calificaciones empecé a ayudarle al compadre de mi papá en su tienda durante un período de vacaciones. Julián, el compadre de mi papá, tenía 2 amigos que seguido iban a la tienda a visitarlo, se tomaban unas cervezas y se iban. Cabe señalar, que los 3 ya estaban apenas entrando a los 40 años, al igual que mi papá.
Varias veces pude notar las miradas de los 2 amigos de Julián hacia mí, debo reconocer que no me molestaba, al contrario, me agradaba sentir esas caricias que me prodigaban con sus ojos en mis pechos a través de mis escotes, pero nunca había pasado más allá, solo se limitaban a mirar, saludarme cordialmente y era todo. Uno era de complexión robusta, pero sin llegar a ser gordo, el otro era más delgado, no se veían mal, cabe señalar, de 1.75 más o menos cada uno de ellos, eran uno o dos centímetros de diferencia en la altura entre uno y el otro.
Normalmente Julián, siempre me acompañaba a mi casa, que estaba como a 5 calles de la tienda, pero una ocasión, al ir cerrando la tienda, recibió una llamada de su esposa, que había surgido una emergencia en su casa, así que Julián se disculpó conmigo y me dijo que esa vez no me podría acompañar, le dije que no había problema. Sus 2 amigos estaban en la tienda y al escuchar esto, se ofrecieron ellos a acompañarme, no le vi algún problema y acepté.
Salimos de la tienda y nos subimos al carro de uno de ellos que estaba estacionado afuera, me cedieron el lugar del copiloto y emprendimos la marcha. Al subir, Mario y Alberto, que es el que iba manejando, me empezaron a hacer la plática, me preguntaban por mi papá, sobre la escuela, que si tenía novio, me resultaron agradables en esos momentos. Les contestaba lo que me preguntaban y yo también les hacía algunas preguntas. No me di cuenta hasta después de un rato, que habían detenido el carro 2 calles antes de llegar a mi casa. Todo iba bien, hasta que empezaron con preguntas íntimas, algo que me empezó a incomodar un poco, pues aun llevaban ellos unas cervezas y seguían tomando. Esquivaba sus preguntas con algo de dificultad e incertidumbre, les dije que ya se me había hecho tarde y que en mi casa ya me estaban esperando, me dijeron que esperara un poco, que no pasaba nada, y empezaron con sus piropos, a decirme que estaba muy bonita, me incomodé aun mas y les volví a pedir que me llevaran ya a mi casa, Mario, que venía en el asiento de atrás, me abrazó y me dijo que tenía unos pechos muy ricos, al mismo tiempo que los apretaba, traté de quitarle las manos, pero Alberto tomó las mías en seguida.
que te haces la santa, si te encanta andar enseñando. Me dijo Alberto
si hemos visto como te encanta andarte luciendo. Le siguió Mario
me llené de pánico e intenté gritar, pero Mario me tapó la boca y me detuvo, mientras Alberto echaba a andar nuevamente el carro. Forcejeaba con Mario, pero era mucho más fuerte que yo y no me podía mover. Vi que agarramos una avenida principal, hasta llegar a un punto donde a los lados solo hay bosque, todo esta oscuro, tomó una pequeña desviación y entramos hacia ese bosque, en el cual tantas veces he acudido con mis amigos, por lo mismo que hay poca cantidad de gente.
Cuando llegamos ahí, yo ya iba llorando y aterrada, todo el camino me iban diciendo que me iban a coger, que iba a disfrutar y que iba a saber lo que era un verdadero hombre, que mejor cooperara y lo disfrutaba, yo solo me limitaba a llorar, pues en un intento de morderle la mano a Mario, me jaló los pelos con mucha fuerza y sacó una navaja la cual me puso en el cuello.
Cuando el auto se detuvo, me bajaron de el y me internaron un poco en todo ese bosque desierto, cada uno me tomaba por un brazo y me decían que ni se me ocurriera gritar. Mario, que era el mas corpulento, me abrazó por detrás, apretándome los pechos con una mano y con la otra tapaba mi boca, mientras Alberto iba desabrochando mi pantalón, cuando lo logró, lo comenzó a bajar seguido de mi tanga, intentaba patearlo, pero me detenían, no podía hacer nada contra ellos. Cuando quitaron mi pantalón, me tumbaron al suelo y en seguida se puso encima de mi Alberto, mientras Mario sostenía mis manos, Alberto desabrochó su pantalón y sacó su verga, que sin mas miramientos me la clavó en seguida, sentí un gran dolor al sentir como me penetraba, nunca había sentido algo así, estaba seca, y como entro ese miembro duro, sin miramiento alguno, empezó a moverse, a meter y a sacar. Recuerdo bien como Mario, que ya me había subido la blusa y descubierto mis senos, se acercó y me dijo al oído
deja de forcejear, no puedes hacer nada mamita, por que no mejor lo disfrutas
me limité a cerrar los ojos y llorar en silencio, dejé de forcejear y sentí como Mario aflojó mis manos, tenía algo de razón en lo que me había dicho, pero no estaba dispuesta a disfrutar, solo quería que todo eso terminara pronto. Sentía esa verga que me taladraba una y otra vez, que iba y venía sin miramiento alguno, ahogaba mis gritos de dolor, el cual ya había disminuido un poco al acostumbrarse mi vagina a estar recibiendo ese trozo de carne, y también sentía las manos de Mario en mis pechos, fueron como 5 minutos los que Alberto estuvo cogiéndome, hasta que entre gritos comenzó a venirse, pude sentir su leche caliente dentro de mi
listo compadre, te toca, esta rica la putita. Le dijo Alberto a Mario, quien iba desabrochando su pantalón.
Cuando estuvo entre mis piernas Mario, lo vi con una mirada de odio, la cual respondió con una burla el, al tiempo que iba poniendo su verga, mas grande que la de Alberto en mi vagina, y mas burla hizo al sentirla
pero si ya esta bien mojada la putita, mira la que no quería
todo esto lo dijo a la par que me la iba metiendo
si bien que me hizo caso y ya lo está disfrutando
entre mi pensaba que no, que no debía disfrutarlo, que no podía hacerlo, pues estaban violándome, que yo nunca había querido estar con ellos, me decía esto a mi misma, pero me daba cuenta que mis lágrimas habían dejado de salir, que mi vagina ya no sufría las embestidas de esta segunda verga que me estaban dando, que es mas, desde antes de que acabara Alberto ya se había mojado, las manos ahora de Mario en mis pechos ya no me quemaban, ahora las disfrutaba, que pasa conmigo pensaba, ya antes me habían dicho que era una puta, pero no lo aceptaba, en esos momentos me decía que si debía ser una puta para estar disfrutando esa violación. Alberto ya había subido mis piernas a sus hombros y seguía embistiéndome, con fuerza, arrancándome gemidos y gritos a cada embestida que me daba, sentía toda su verga en la posición en la que estaba, tenía mis ojos cerrados, abandonada a esos pensamientos que trataban de oponerse a lo que estaba sintiendo, con mis manos apretaba y arrancaba el pasto, yo quería pensar que era por la rabia del abuso que estaba sufriendo, pero mi cuerpo me decía que era por el placer que estaba sintiendo. Alberto empezó a acelerar sus movimientos, hasta que se descargó también mí, pude sentir en mi interior su néctar caliente, mezclarse con el de Mario y con mis jugos. Cuando terminó, se levantó y acomodó su ropa, al igual que el otro, yo me quedé unos segundos acostada, aun debatiéndome yo misma sobre lo que había pasado, pero a ellos ya no los podía engañar, pues a pesar de que me había tragado palabras, mi rostro ya les había dicho que lo había disfrutado
párate y vístete, ya nos vamos
hice caso y acomodé mi ropa, fuimos hacia el carro y me subí ahora en la parte de atrás, todo el camino fui viendo por la ventana, seria, cuando escuché que uno de ellos se ponía a hablar por teléfono, le decía a la otra persona que todo listo, que había sido mejor de lo que habían pensado. No supe con quien hablaba, hasta que llegamos a mi casa. Ahí supe que era con Julián con el que hablaban, que entre los 3 lo habían planeado todo, que la llamada que había recibido de parte de su esposa había sido puro teatro, me medio peine y arreglé mi imagen para entrar a mi casa, me dijeron que Julián ya había llamado antes para decir que me había quedado a hacer el inventario con el. No pude con la sorpresa, no les dije nada, solo un Adiós, que mas bien fue un hasta luego, pues no fue esta la última vez.
Entré a mi casa y ya todos estaban acostados, solo avisé que ya había llegado, me metí a bañar, donde estuve pensando en todo lo que había pasado y ahí si ya no me pude engañar mas, comencé a masturbarme recordando lo que había pasado, alcancé un orgasmo y salí de la regadera, me puse mi pijama y me fui a dormir.
Al otro día, pasaron aun mas cosas, me quedaba todavía una semana de vacaciones, las cuales disfruté bastante, pero eso vendrá en la siguiente parte de este relato.