Vacaciones en la sierra (11)
Por mucho que me empeñe en formalizar una relación con la vecina por el qué dirán, ¿quién renunciaría a seguir explorando cada uno de los rincones del cuerpo de mi hermanita?
Sentir el agua fría de la piscina bajándome la temperatura fue un alivio. A los pocos minutos notaba cómo la tensión acumulada en aquél polvo maravilloso iba disminuyendo, y empecé a relajarme, dejándome llevar en el agua, flotando boca arriba; no oía nada, ya que tenía la mitad de la cabeza dentro del agua, sólo oía sonidos atenuados, del mismo agua rebotar en las paredes de la piscina, y cerré los ojos. Noté unas manos que me sujetaban desde abajo por el cuello, y cuando miré me encontrñe con los ojos de Alicia, que sonreía, preciosa. Me dí la vuelta y la besé en la boca, despacio, y su cuerpo pronto quedó roeado por mis brazos. Los dos quedamos abrazados, besándonos sin prisas.
Era una sensación maravillosa, distaba de los momentos de sexo salvaje que teníamos con nuestros respectivos hermanos, era algo más romántico. Esta vez mis manos no intentaron perderse en sus rincones más escondidos, sino que vagaron lentamente por su cuello y por su espalda, acariciando la piel mojada y fresca. Era en momentos como ese en los que me daba cuenta de que el tiempo pasaría y que difícilmente podríamos sobrellevar todo aquello en veranos venideros. Y eso era una putada enorme, no poder tener a Alicia y a Laura a la vez en tiempos venideros. A menos que Alicia se quedase conmigo y Laura con Manu. Tampoco era plan de quejarse, el resto del año, cuando no podíamos estar con los vecinos, mi hermana y yo no nos privávamos de gloriosas sesiones de sexo, y sabíamos que Manu y Laura también se consolaban mútuamente cuando no iban al chalet. Pero pensé que todo un año sin poder disfrutar de los besos de Alicia era demasiado. El resto del año solíamos quedar unas cuantas veces por Madrid, pero a falta de un lugar en el que poder disfrutar los cuatro como solíamos hacer en verano, todo quedaba en tardes de cine o de paseo. Le propuse entonces a Alicia que saliésemos juntos. Puede parecer una gilipollez cuando conocía cada rincón de su cuerpo y ella del mío, pero suponía formalizar una relación bien vista a ojos de los demás, que nos permitiría por lo menos algún que otro escarceo el resto del año. Su respuesta fue otro beso más, el enésimo con el que acompañábamos el abrazo dentro del agua. Tiempo después nos pusimos de acuerdo, aunque permitiendo asímismo que no nos cerraríamos a disfrutar del cuerpo de otros y de otras si llegaba el caso, otros y otras sin incluir a Manu y a Laura, con los que seguimos compartiendo más que amor fraternal durante mucho tiempo. Pero eso es otra historia. Entre beso y beso, pensamos en la posibilidad de que también se formalizase la relación de Manu y Laura, pese a la diferencia de edad. Cuando Alicia y yo miramos hacia el rincón en el que presumíamos que mi hermana y el vecino estarían en plena faena, nos soprendimos al no verles allí.
Vamos a ver qué están haciendo -propuse.
Creo saber lo que están haciendo -me dijo pícara Alicia-. Lo que no sabemos es dónde.
Así que los dos salimos del agua dispuestos a contemplar la fase en la que se encontarían aquellos dos. Dimos una vuelta al jardín para asegurarnos, y al no verles, nos metimos en la casa para buscarles. Alicia iba delante de mí, lo que me permitía tener una visión perfecta de su perfecto culito apenas cubierto por la braguita del bikini. Verle contonear las caderas a cada paso con sus pies descalzos me hacía recobrar fuerzas para unirme al numerito al que se uniría con mi hermana y el vecino en cuanto les encontrásemos.
El silencio de la casa se veía ligeramente atravesado por pequeños y regulares gemidos que precedían de nuestro dormitorio. La puerta estaba entreabierta, Alicia y yo cruzamos el umbral y les vimos. Manu estaba tumbado boca arriba en una de las camas. Laura se encontraba subida encima de él, en cuclillas, dándole la espalda, y trabajaba los abdominales moviendo el cuerpo hacia adelante y hacia atrás para meterse una y otra vez la polla del vecino en su maravilloso coñito. Manu se dejaba hacer, con una mano sujetaba a mi hermana por la cintura para evitar que se cayese y con la otra horadaba su ano con un par de dedos. Las enormes tatazas se movían sin control hacia arriba y hacia abajo, y mientras que con una mano mi hermana se aferraba a la cama, con la otra se frotaba el clítoris.
La polla de Manu entraba y salía de Laura con celeridad, lo que unido a la estimulación en el clítoris y los dedos en su culito hacía que mi hermana jadease cada vez más fuerte. Alicia y yo éramos espectadores del enorme orgasmo que estaba teniendo mi hermana. En un momento dado soltó un gritito y se hundió la polla de Manu en su interior, quedando sentada y exhausta encima de aquél. Se había corrido. Pero Manu no, así que hizo que en aquella posición Laura se tumbase como estaba sobre él. El sonrojado capullo del vecino asomó de entre las piernas de ella, la levantó las caderas con las manos y se preparó para darla por el culo. Manu tumbado, mi hermana prácticamente tumbada bocarrriba también sobre él levantando las caderas para hacer más accesible el culito que había sido dilatado por los dedos del vecino. Aquello no hacía sino volver a concentrar gran parte de mi sangre en la entrepierna.
Laura fue bajando las caderas lentamente hasta que el rabo de Manu desapareció engullido por aquél agujero negro. Las volvió a subir y en la segunda ocasión no hubo tiempo para andarse con zarandajas, literalmente se sentó de un golpe sobre el vecino, lo que arrancó a ambos un gemido enorme de placer. Empezó a subir y a bajar, a botar con el culo ensartado por la polla de Manu mientras nos miraba a Alicia y a mí con lujuria en los ojos. Estaba echada hacia atrás, bocarriba sobre el cuerpo de Manu, con las manos apoyadas en la cama, a ambos lados del cuello de éste, lo que ofrecía una visión perfecta de sus tetas botando al compás de las embestidas, su coñito abierto, su culo traspasado una y otra vez... Alicia y yo nos miramos. Los dos queríamos que fuese el otro el que satisfaciese el coñito de mi hermana, por deferencia, sabiendo que a los dos nos encantaba. La vecina me empujó suavemente para cederme el honor, pero no acepté, quería que fuese ella quien hundiese la cabeza entre las piernas de Laura, lo que me ofrecía a mí a su vez una visión perfecta de su no menos perfecto culito, ya que para comerle el sexo a mi hermana, Alicia quedaría en pompa enfrente mío. Sin mediar palabra, la vecina se subió al borde de la cama sobre sus rodillas, se giró para encontrar mi mirada y con un gesto me invitó a hacerle lo que considerase oportuno mientras le comía el coño a mi hermana. Acto seguido se volvió y fue bajando el cuerpo hasta colocar su cara entre las piernas de Alicia y Manu.
Allí la tenía, con el culo en pompa, haciéndole un cunnilingus a mi hermana, que no dejaba de botar con la polla de Manu en el culo. La mirada loca de mi Laurita me pedía que me uniese a ellos, que me comiese a la vecina por detrás para recompensarla por el placer que le estaba proporcionando con la lengua en sus bajos. Sabía que me moría por volver a taladrar el culo de la vecina, pero preferí esperar un poco para estar al cien por cien.
Me arrodillé tras Alicia y empecé a sobarle el trasero, a acariciarlo, a morderlo, y no tardé en bajarle la braguita el bikini, que aún pemanecía mojada, ya no sabía si se debía al agua de la piscina o a sus fluidos. Le separé las nalgas con ambas manos y dirigí mi lengua hacia su ano, que me recibió aún fresco por el agua fría de la piscina. Empecé a trazar círculos, sujetándola bien para que no se moviese demasiado, cosa difícil con la cabeza metida entre las piernas de los otros dos, que botaban a un ritmo desenfrenado. Entre el sonido húmedo que producía el rítmico culeo de Manu en el trasero de mi hermana, podía distinguir pequeñísimos jadeos que pertenecían a Alicia, que recibía de buena gana mi lengua en su interior. Las pasadas de mi lengua fueron cada vez más prolongadas, se extendían desde el culito hasta su clítoris, y cada vez apretaba más la cabeza contra ella para hacer los lametones más profundos.
Empecé a utilizar los dedos, quizá también por evitar la tentación de empezar a masturbarme lentamente ante el panorama, metía un dedo en su coñito, luego dos, tres, otro en su ano e iba alternando las caricias proporcionadas por mi lengua por la de mis dedos. Cada vez estaba más excitado, el culito y el coño de Alicia, el "chop chop" que retumbaba en la habitación por las embestidas de Manu, las tetas de Laura botando sin control, los jadeos de las chicas... El culo en pompa de la vecina me estaba volviendo loco, me moría de ganas por volvérselo a follar, y sabía que antes de correrme lo haría. Pero decidí hacer otra cosa. Retiré a Alicia del coñito de mi hermana, y la besé en la boca, de la que resbalaban los fluidos de Laura, un beso que me dejó el regusto acre del sexo de mi hermana.
La hice a un lado nada más besarla y ella comprendió lo que iba a hacer. Por la cara que puso, Laura también lo supo. Me subí en la cama, sujeté los muslos de mi hermana, los separé, sin dejar que la polla de Manu saliese de su culo, y apunté directo hacia su sexo. Entró como si estuviese recubierto de seda. Se la metí hasta el fondo, y cuando la saqué, Manu siguió bombeando dentro de su ano, y tuve que acompasar las embestidas, mientras una polla salía del culo, la otra entraba en el coño, una y otra vez. Sin bajar el ritmo, giré mi cabeza hacia un lado, en donde se encontraba Alicia, la volví a besar y dirigí mi boca después hacia sus pezones oscuros y duros, que mordí con fuerza, siempre con el debido cuidado y precaución para no lastimarla, y la vecina mostró su beneplácito utilizando una de las manos para masturbarse. Mi boca pasó entonces a los enormes pezones de mi hermana, con quien mostraba menos cuidado sabiendo que aguantaba lo que le echasen. Cada vez empujaba con más fuerza, la polla entraba hasta los huevos en el sexo de Laura, que jadeaba ya sin control al sentirse doblemente penetrada, y llegó un punto en el que el rabo de Manu y el mío entraban a la vez en su cuerpo, sin piedad, sabiendo que no deseaba otra cosa.
Sentía la mano libre de Alicia acariciándome la espalda y las nalgas, y en un momento se situó detrás de mí buscando con la lengua mi ano, en el que se afanó para proporcionarme un placer extra. Mi hermana se corría por enésima vez, Manu decidió hacer más lentas sus acometidas y yo decidí salir de aquél cuerpo para dedicarme por un tiempo al cuerpo de Alicia. Pero ésta no me dejó, me empujaba hacia adelante y no retiraba la lengua de mi ano. Antes de que volviese a metérsela a mi hermana, ésta me agarró la polla y comenzó a masturbarme con fuerza, justo en el momento en el que la espalda de Manu se tensó hacia arriba para presagiar con unos segundos de antelación su orgasmo. Tras dos o tres espasmos con la polla aún dentro del culo de mi hermana, la sacó, y un par de borbotones de su lefa fueron a parar a mi rabo, preso por la mano de aquélla, que seguía masturbándome. Decidí rematar la faena colocando la polla en el lugar que había ocupado la del vecino momentos antes.
Le subí un poco las caderas a mi hermana, retiré el rabo de Manu, que perdía volumen por momentos y la dirigí hacia su culito. El ano de mi hermana me recibió ardiente y viscoso por la parte de la corrida de Manu que había terminado en su interior. La sensación me excitaba aún más, el culo de Laura lubricado por el esperma del vecino, que comenzaba a bajar goteando hasta mis huevos según mis embestidas en el agujerito de mi hermana se hacían más profundas. Mientras tanto, la lengua de Alicia seguía haciendo de las suyas detrás de mí, y decidí ponérselo más fácil separando un poco las piernas, para dejar más expuesto mi culo en el momento en el que me corriese. Y ese momentó llegó, tras tres pollazos profundos que llegaron a rozar las entrañas de mi hermana, que estalló con un grito monumental, empecé a correrme sin sacarla, llenándola por completo, inundando sus intestinos con mi semen, momento en el que sentí un dedo taladrándo mi esfínter en perfecta sincronía con mi orgasmo. Fue brutal. Abrí los ojos y me sorprendió ver a Alicia a mi lado. No tardé en darme cuenta de quién era el dedo que en ese momento salía de mi culo. La mano de Manu fue retirándose hacia atrás, lo había hecho aún tumbado bajo mi hermana, estirando el brazo todo lo que podía.
- Te jodes -dijo riendo.
Manu, Alicia y yo rompimos a reir, relajadísimos y rendidos. Laura no. Estaba como drogada, el cuerpo le temblaba y aún respiraba entre jadeos. Manu y no nos bajamos de la cama, dejándola tumbada, y tras un par de minutos, salió del trance y nos fue besando uno por uno, con una sonrisa cansada llena de ternura que pedía una tregua, dejando el suelo encharcado por los goterones de semen que escapaban de su culito.
Alicia se dirigió hacia ella, la cogió de la mano y, poniendo la otra libre bajo la entrepierna de mi hermana para recoger los restos de las corrida de Manu y la mía en el interior de Laura, se la llevó hacia el baño.
Vamos a darnos una ducha y a despabilarnos un poco -dijo la vecina-, ¿verdad Laura?
Sí -logró decir mi hermana, medio grogui.
Despacito, por lo incómodo de la posición, las dos se metieron en el baño. Todavía desnudo, me acerqué a la cocina y saqué de la nevera un par de refrescos, volví al dormitorio y le dí uno a Manu. Los dos, en pelota picada, sentados cada uno en el borde de las dos camas, brindamos por el glorioso polvo.
- Menudos mariconcentes estamos hechos -dije riendo tras dos sorbos a la lata del refresco-. Al final vamos a tener que pedirles a estas que nos metan un dedo por detrás para corrernos como bestias...
Manu recibió el comentario con una carcajada.
Pues la verdad es que para ser la primera vez que le metes el dedo por el culo a un tío parece que no te falta práctica -contestó Manu riendo.
Joder, contigo hay confianza, total, me follo a tu hermana... -dije descojonado.
Y yo a la tuya, no te digo -respondió el vecino con el mismo tono-. De todas formas, menudas cabronas están hechas, espero que lo que tienes pensado hacerlas compense el numerito que les hemos dado, meneándonosla el uno al otro.
Bueno, tampoco es que haya sido desagradable. No es que me apasione, pero como experiencia no ha estado mal. Ni a mi mejor colega de toda la vida se me ocurriría ni tan siquiera tocársela, pero no se cómo decirlo... -comenté.
No, si ya... -me interrumpió Manu tratando de justificarse también-. O sea, que no es que seamos gays ni nada, sólo que como no creo que todo el mundo se folle a sus hermanas, pues con todas las cochinadas que a ojos de otros estamos haciendo un día sí y otro también, tampoco pasa nada porque nos las toquemos casualmente, o qué coño, si nos la pelamos el uno al otro si esas dos se empeñan que lo hagamos para después meterlas los pollazos que se merecen.
Joder, ni yo lo hubiese dicho mejor -respondí-. Por cierto, le he pedido salir a tu hermana, más que nada por que nadie se mosquee si nos ven a los cuatro demasiado tiempo juntos.
De puta madre, así la próxima vez que te toque la polla, por lo menos seremos de la familia -dijo Manu descojonado de la risa- Yo tendré que esperar un poco más para quedar en lo mismo con Laura, más que nada por el tema de la edad. Pero aún de parejitas, podremos seguir follando con cualquiera de las dos, ¿no?
Trato hecho -dije, y levantándonos los dos de las camas, en vez de apretarnos las manos para confirmar el acuerdo, nos cogimos cada uno la polla del otro, meneándolas como si de un apretón de manos se tratase, partiéndonos de risa.
Pensando que las chicas llevaban demasiado tiempo en el baño, decidimos entrar para ver qué hacían. Tanto Manu como yo ya nos las imaginábamos follando como locas la una con la otra, pero al abrir la puerta, vimos que en ese momento se estaban secando tras haberse pegado un duchazo. Las dos reían.
¿Os podéis creer que esta guarra se me ha meado encima? -dijo Alicia, reprochando a mi hermana mientras reía.
Joder, si no te hubieses empeñado en limpiarme del culo todo el semen de estos dos con la lengua... -se justificaba en broma mi hermana.
¿Pues no la meto en la bañera para dejarla bien limpita, vamos, limpita del todo, me arrodillo para eso, para limpiarle bien el culito y empieza a decir "que me caigo", y "que me meo"? Vamos, porque me he retirado a tiempo que si no esta tía me ahoga... - dijo Alicia riendo a carcajadas.
Es que entre los tres me habéis dejado de un sensible... -respondía melosa Laura, siguiéndole el juego a la vecina.
Bueno -interrumpí yo al notar el ruido que emitían mis tripas-, habrá que comer algo que va siendo hora, ¿no?
Los tres se miraron para ver quién era el primero en responder. Alicia fue la que se adelantó para seguir el chiste fácil.
- ¿Es que te has quedado con hambre?
Los cuatro nos reimos, y aún en pelotas, nos fuimos para la cocina, calentamos un par de pizzas y nos sentamos a la mesa a comer como dios nos trajo al mundo sabedores de que mis padres aún tardarían un buen rato en llegar.
Continuará...