Vacaciones en la playa II

La misma amiga me ayuda a tener un encuenro con la chica de la playa, y se acaba uniendo a nosotros consentidamente.

Esa noche Julio y Carmen volvieron a salir como de costumbre, y nosotros cuatro nos fuimos a dormir después de cenar. Me desperté a las 4 de la mañana al oír la puerta. A parecer habían vuelto Julio y Carmen, y por los golpes que oía en las paredes debían venir bastante borrachos. Oí abrirse la puerta de su habitación, pero no la oí cerrarse, así que me levanté pasados unos minutos para ver si estaban bien, y para cerrarles la puerta. Había dejado la ropa en el suelo y Julio estaba metido en la cama, pero Carmen se había dormido antes de llegar, de modo que estaba en el suelo, boca abajo y con las piernas medio abiertas. Uno de sus pies no dejaba cerrar la puerta, así que me agaché para apartarlo y poder cerrar. En ese momento salió Berta de la habitación, también desnuda, y me vió allí agachado tras Carmen desnuda, con las piernas abiertas, desnudo, y con la mano estirada.

  • Pero bueno, ¿ahora vas a meterle mano a Carmen?

  • No no, esto, no. Es que... A ver, que no te lo vas a creer, pero la puerta... es que el pie... se ha dormido y... iba...

  • ¿Ibas a qué? Relájate un poco, que no te voy a morder, que no soy Sara.

  • A ver. Es que no podía cerrar la puerta porque está su pie enmedio, ¿ves? Y me he agachado para apartarlo y poder cerrar.

  • Pues ya que estás agachado, aprovecha y echa un vistazo, que con lo borracha que está creo que puedes hacer lo que quieras con ella, jaja. Mira.

Se agachó ella también y le abrió más las piernas, dejando ver un coño completamente depilado. Se chupó un dedo, estiró la mano y lo llevó a su raja, acariciándola de arriba a abajo. Carmen no hizo ni un movimiento, pero en mi entrepierna si que hubo un ligero movimiento.

  • ¿Ves? Puedes hacer con ella lo que quieras. Bueno, lo que queramos... Y llevó su mano a mi abultado pene.

Cogí su nalga más cercana con la mano, tocando su raja con la punta de los dedos, uno de los cuales dió a parar con su ano. La retiré enseguida.

  • No, mejor déjalo, no sea que alguno se despierte y jodamos las vacaciones. Ya nos la jugamos bastante ayer por la tarde.

  • Venga, no seas soso, déjame chupártela un poco para untarla bien de saliva, y luego se la metes, yo te guío.

  • No Berta, que nos metemos en un lío.

  • Sólo meter y sacar, lo justo para poder decir que lo hicimos.

Yo ya estaba completamente empalmado y con la mano de Berta masturbándome ya estaba excitado. Me dejé hacer. Berta me empujó ligeramente, haciendo que me sentase en el suelo y, poniéndose de rodillas frente comenzó a lamerme la polla de arriba abajo, lubricándola como había dicho, para finalmente metérsela en la boca, mientras yo no podía dejar de mirar el expuesto y depilado coño de Carmen.

  • Ya estás listo, ahora vamos a meter este trozo de carne dentro de Carmen.

Me puse sobre ella, apoyándome en mis brazos, y acerqué la polla a su coño. Berta se mojó la mano con saliva, y se la restregó un para lubricarla, tras lo cual agarró mi miembro y lo colocó en la entrada. Descencí y entró apenas sin esfuerzo. Según metí la punta la saqué y Berta me sujetó, haciéndome señas de que se la metiese entera. Volví a descender y volvió a entrar sin esfuerzo. Esta vez la metí hasta que choqué contra su culo, y tras parar un instante para disfrutar de su calor, la saqué de nuevo. Salimos de la habitación y Berta se agachó para volver a chupármela.

  • No, déjalo ya. Ahora si que paramos.

  • Bueno, tienes razón. Pero que conste que me hubiese encantado ver una polla corriéndose en un coño depilado. Igual me lo depilo yo y así lo puedo ver con Julio.

Finalmente apartamos el dichoso pie de Carmen, cerramos la puerta y nos fuimos a dormir. Cuando me tumbé al lado del cuerpo desnudo de Sara seguía tan cachondo que no pude evitar acariciarle los senos y pasar el dorso de mi mano bajando por vientre hasta su monte de venus. Se quejó entre sueños y se giró dándome la espalda. Me quedaría con el calentón.

Al día siguiente Julio y Carmen no pudieron ir a la playa de la resaca que tenían, así que sólo fuimos nosotros cuatro. Sara se puso a leer, y Julio estaba en el agua cuando llegó de nuevo el grupo de chicas del día anterior. Esta vez sí pude contemplar los pechos de la chica del bikini de rayas, que esta vez traía un bikini blanco que se mediotransparentaba, ya que tras echarme una mirada se colocó de frente a mi y se quitó la parte de arriba. Berta me dió un ligero codazo en el costado cuando la vio de frente.

  • Se te van los ojos, y más con ese bikini. Seguro que cuando salga del agua se le transparenta todo - me dijo en bajo para que no lo oyera Sara.

Tras unos minutos de observación la chica se levantó y, tras mirarme, se dirigió a sus amigas, bastante alto, así que pudimos oírla perfectamente.

  • Me voy a dar una vuelta por la playa, ¿os venís alguna?. - Ninguna hizo gesto afirmativo, así que se fue ella sola a alegrar la vista del resto de la playa.

Berta me miró con picardía.

  • Oye, ¿os venís alguno a dar una vuelta? Así nos da el solecito mientras caminamos.

Niguno de los días que habíamos estado allí se nos había ocurrido ir a dar una vuelta por la playa, así que Sara la miró extrañada, para luego decir que no con la cabeza, volviendo sus ojos hacia su libro de nuevo. Julio, que volvía del agua, también dijo que no, que se quedaba a secarse después del baño. Yo, viendo que Berta tenía algo en mente, e imaginando lo que era, dije que sí. Nos levantamos, y nos dirigimos en la misma dirección que la chica.

Llegamos al final de la playa, unos 10 metros por detrás de ella. Al llegar al final se volvió fugazmente, creo que para ver si iba detrás, y se metió por un sendero que subía por una cuesta hasta unas piedras más arriba. Había un viejo cartel medio borrado que ponía "Mirador", con una flecha. El sendero era estrecho, y tras una pronunciada cuesta daba a unas piedras desde las que se podía ver parte de la playa y el mar, y seguía adentrándose en un pequeño bosque. La chica estaba allí, asomada en una barandilla. Tenía los brazos cruzados y sus senos descansaban sobre ellos, realzándolos más aún de lo que ya lo estaban al natural.

  • Hola, ¿sabes a dónde lleva el sendero? - le pregunté para decir algo mientras hacía todo lo posible para mirarla a los ojos.

  • Pues la verdad es que no, pensaba ir ahora a averiguarlo después de descansar de la subida. ¿Os animáis a explorar un poco?

  • Uff, yo casi me voy a dar la vuelta y a bañarme para refrescarme. Ve tú si quieres con ella. - Berta se estaba desmarcando para dejarme a solas con aquella belleza, pero estaba seguro de que nos seguiría para ver qué pasaba.

No adentramos ambos por el sendero. Ella delante y yo detrás viendo sus culo moverse a cada paso que daba. Tras un par de ojeadas atrás vi que Berta nos seguía a cierta distancia, utilizando las curvas del sendero para no estar muy a la vista. Tras una última curva del sendero llegamos a una explanada de piedras perfectamente pulidas, que parecían hechas para tumbarse y descansar a la sombra, rodeadas por el bosque. Alba se paró en seco, buscando algún lugar por el que continuase el sendero, sin hallarlo.

  • Vaya, parece que no había nada interesante más allá del mirador de antes.

  • Pues yo estoy viendo algo interesantísimo aquí mismo.

Me acerqué por detrás y rodeé su cintura con mis brazos, las manos sobre su vientre. Ella se puso rígida en un primer instante, pero tras besarle el cuello se relajó y puso sus manos sobre las mías, echando la cabeza hacia atrás para exponer su cuello a mis besos. Tras algunos momentos de caricias por el vientre y los muslos, me senté y, cogiéndola de la mano, la indiqué que se sentara a mi lado, de espaldas al sendero para que Berta pudiera acercarse sin ser vista. La eché hacia atrás y comencé a besar su cuello de nuevo, bajando entre sus pechos, aquellos maravillosos pechos, y rodeándolos por debajo, sin llegar a tocárselos aún. Ella había puesto con sus manos sobre mi cabeza, intentaba dirigirme hacia ellos, pero yo quería hacerla rogar. Besé su vientre, su ombligo, los costados, los brazos, bajé con mis besos hasta sus rodillas, para luego subir por el interior de sus muslos. Su bikini blanco empezaba a humedecerse y a transparentarse. Recorría todo el borde del mismo con mi lengua, y volví a subir hacia sus pechos, pero volví a pasar por enmedio sin tocarlos, para llegar a besar su boca, haciendo que nuestras lenguas se encontrasen. Rodeé sus pechos con mis manos, enmarcándolos entre ellas, y bajé de nuevo para rodearlos por el borde con mi lengua.

  • Ahhh... Madre mía, cómeme las tetas de una vez. Si no me chupas los pezones voy a reventar.

  • Estaba deseando oír eso.

Apreté ligeramente uno de ellos con mi mano, y llevé mi boca hasta él, succionando para introducir parte de su pecho en ella, tras lo cual empecé a mover mi lengua sobre su pezón, que comenzó a endurecerse con las caricias. Ella comenzó a gemir al instante, y llevó su mano al otro pecho, rodeándolo y apretándolo igual que había hecho yo con el otro. Llevé mi boca hasta él y repetí la operación que había hecho momentos antes. Me quité el bañador, dejando libre mi polla que ya estaba completamente dura.

Al levantar la vista vi que Berta estaba al final del sendero, a apenas 3 metros de nosotros. Se había quitado el bikini y tenía una mano en su coño y otra en uno de sus pechos, acariciándose y mirando la escena sin perder detalle. Al verme se apretó los pechos y con su lengua simuló estar comiéndose una polla. Enseguida entendí lo que quería, así que me puse sobre aquella chica, de la que no sabía ni el nombre, de tal forma que mi polla quedase entre aquellos senos perfectos y comencé a mover mi cadera adelante y atrás, de tal forma que pasara rozando entre ellos. Ella los apretó contra ella con sus manos, y yo llevé las mías a su cabeza y la levanté, de forma que al subir mi polla llegase hasta su boca, que ya estaba abierta para recibirla cada vez que se acercaba. Miré a Berta, que ya estaba tocándose de nuevo y me hizo un gesto afirmativo.

Tras un par de minutos retiré mi polla de aquel suave y precioso emplazamiento y, tras besarla en la boca, comencé a bajar por su cuerpo hasta tener la cabeza sobre su pelvis. Estaba completamente empapada, y la transparencia de la braga del bikini dejaba ver un coño completamente depilado. Desanudé la braga en uno de sus lados, y comencé a retirarlo lentamente a la vez que iba besando la zona que iba descubriendo. Cuando dejé al descubierto su coño recorrí con mi lengua sus labios mayores, de piel ligeramente más oscura que el resto, provocando sus gemidos. Abrió las piernas flexionándolas, haciendo que sus labios se separasen y dejando a la vista una entrada maravillosamente húmeda. Rodeé aquella delicia con mi lengua, provocando que de nuevo rogase por mis atenciones.

  • Hazlo ya, por favor, mete la lengua entre mis labios que ya no aguanto más. Necesito sentir tu boca pegada a mi.

Me miraba con cara de súplica y de deseo a la vez. La vi tan necesitada y tan expuesta que me arriesgué a incluir a Berta en el juego.

  • Claro que me lo voy a comer, lo voy a saborear de arriba abajo y te voy a meter la lengua en él para saborearte también por dentro. Pero cuando lo haga, quiero que mires hacia la entrada del sendero.

Tras decirlo, y antes de que mirara hacia el sendero puse mi boca sobre su coño, recorriéndolo con mi lengua de arriba abajo, moviendo sus labios de un lado a otro e introduciéndose entre ellos. Levanté la vista y vi que se había quedado mirando a Berta mientras ésta se tocaba. Al principio se quedó parada, pensando que la había pillado allí mirándonos y que montaría un escándalo, pero cuando dirigió sus manos a sus pechos y cerró los ojos gimiendo por mis lametones sin prestarle más atención, se acercó hasta donde estábamos.

  • Hola, yo soy Berta, y como veo que no te importa, me voy a unir a vosotros.

  • Yo soy... ahhh... Alba - dijo casi sin aliento.

Berta se tumbó debajo de mi, entre mis piernas, y comenzó a hacerme una mamada a la vez que me acariciaba los huevos. Alba se sujetaba las piernas para mantenerlas abiertas y levantadas para que yo tuviera acceso pleno a su coño, y no paraba de mover sus caderas por la excitación, por lo que tenía que hacer esfuerzos para sujetarla. Estaba a punto de correrse, pero yo quería que lo hiciera con mi polla dentro, así que me detuve.

  • No por favor, no pares, estoy a punto de correrme.

Sin decir nada saqué la polla de la boca de la excitada Berta, me tumbé boca arriba y agarré a Alba por las caderas para que se sentara sobre mi, dirigiendo mi polla a su empapado, abierto y palpitante coño, por lo que entró sin ninguna dificultad. Empezó a mover su cadera arriba y abajo completamente desbocada. Desde esa posición podía ver sus pechos, aquellos perfectos y maravillosos pechos, saltando y vibrando con las sacudidas. Cuando noté que empezaba a correrse me incorporé, los capturé con mis manos y dirigí mi boca a uno de ellos, haciendo que Alba gritase aún más y que su coño se contrayese más fuerte, apretando mi polla una y otra vez.

Tras el orgasmo se dejó caer sobre mi, con los brazos como una muñeca de trapo, casi como desmayada tras el esfuerzo. La llevé al suelo sobre un costado, me tumbé tras ella y abrí sus piernas. Coloqué el glande en la entrada de su ano y, al ver que no ofrecía resistencia ni decía que no, comencé a apretar. Lo tenía estrecho, así que no debía usarlo habitualmente, pero la gran cantidad de flujos vaginales expulsados anteriormente, así como su relajación por el orgasmo permitieron que entrase sin que apenas se quejase.

Berta se tumbó frente a ella del revés, haciendo un 69 de lado y, sin dejar de tocarse, comenzó a chuparle el clítoris mientras yo la sodomizaba. Colocó la pierna bajo su cabeza, de forma que su cara quedaba frente a su coño, casi rozándolo. Alba apenas se movía, pero estaba empezando a gemir nuevamente. Pronto empecé follarla rápidamente y a notar que se acercaba mi orgasmo.

  • Esta vez quiero que te corras en mi cara, dámelo todo a mi y no a ella, quiero sentir tu semen chorreando por mis mejillas.

Aquellas palabras de Berta hicieron que me llegase el orgasmo instantáneamente, apenas me dio tiempo a sacarla del culo de Alba y apuntar a la cara de Berta, que seguía comiéndole el coño. Dejó de hacerlo para recibir mi semen sobre su cara, abriendo su boca para saborearlo. Justo tras ello le llegó el orgasmo a ella, momento en que pegó su coño a la cara de Alba mientras yo volvía a meter mi pene, aún erecto, en su culo, usándola así los dos para nuestro propio placer.

Tras tanto ejercicio estábamos todos exhaustos, sobretodo Alba, que seguía medio desmayada y sin apenas fuerzas. Berta y yo nos vestimos, y mientras ella recogía mi semen de su cara para llevárselo a la boca, yo le puse el bikini a Alba, que empezaba a recuperarse. La ayudamos a levantarse y nos dirigimos de nuevo por el sendero hacia la playa. Cuando llegamos entramos en el agua para refrescarnos, momento en que Alba terminó de despejarse.

  • Madre mía chicos, me habéis hecho tener el mejor orgasmo de mi vida, apenas recuerdo lo que ha pasado después hasta ahora.

Berta y yo nos miramos y nos reímos.

  • Nada especial, hemos tenido nosotros también nuestro orgasmo y poco más.

  • Vámonos ya, que con lo que estamos tardando tu novia nos va a hacer muchas preguntas.

  • ¿Novia? Pues será mejor que no le respondas con la verdad, porque igual no le hace mucha gracia.

Nos despedimos y nos volvimos a las toallas. Julio y Sara apenas hicieron preguntas, se limitaron a echarnos la bronca por hacerles esperar tanto y entre risas nos amenzaron con irse la próxima vez al apartamento a ducharse juntos. si ellos supieran...