Vacaciones en la playa I

De vacaciones con otras dos parejas en la playa. Durante un encuentro sexual con mi novia, en parte provocado por el recuerdo de una chica de la playa, una de las amigas se nos une sin que mi novia se entere.

Era verano, estaba de vacaciones, hacía un sol espléndido y me encontraba en la playa con mi novia y dos parejas de amigos. Habíamos alquilado un apartamento para los seis cerca de la playa, llevábamos tres días allí y nos quedaban casi dos semanas por delante para seguir disfrutando de aquel merecido descanso.

Pedro y Carmen eran la típica pareja que sale de fiesta siempre que pueden, volviendo completamente borrachos de madrugada, y solían meterse toda la mañana debajo de la sombrilla a dormir, cosa que hacían en ese momento. Julio y Berta eran más como mi novia, Sara, y yo. Salíamos alguna noche a tomar algo, y procurábamos no acostarnos demasiado tarde para poder aprovechar la playa toda la mañana.

Aunque a Sara le gusta hacer topless, al estar con gente conocida le da vergüenza. Es curioso como no nos importa que desconocidos vean ciertas cosas, y sin embargo entre conocidos nos cortamos. Estaba tumbada boca abajo, tomando el sol y leyendo. Dado que no podía disfrutar de ver sus pechos bajo el sol, me entretenía viendo los de las chicas que sí los mostraban, para lo cual siempre ayudan unas gafas de sol que permiten mirar sin ser visto. Julio creo que estaba haciendo lo mismo, sentado en su toalla, y Berta estaba tomando el sol boca arriba con los ojos cerrados.

Me estaba fijado concretamente en un grupo de chicas que estaba a unos 5 metros de nosotros y que me quedaba justo enfrente, por lo cual no necesitaba girar la cabeza para verlas. Habían llegado hacía unos 20 minutos, habían colocado las toallas, se habían quitado los vestidos y dos de ellas también la parte de arriba del bikini. La del bikini verde, con el pelo castaño, tenía los pechos generosos, pero desgraciadamente no se había quitado la parte de arriba, por lo que no podía verlos. La chica del bikini a rayas sí lo había hecho, pero tras un instante que se me había hecho demasiado corto, se había sentado de espaldas a mi. Una lástima, porque tenía unos pechos realmente perfectos, con el tamaño y la firmeza justos. De frente me quedaba una chica rubia con media melena, con los pechos más bien pequeños aunque bien definidos y un bikini amarillo, y de perfil la otra chica, con un bikini de lunares, también castaña y algo más rellenita que las otras, sin perder tampoco la figura. La verdad es que no me importaría disfrutar de las atenciones de ninguna de ellas, y mi "amiga" debía pensar lo mismo, porque estaba empezando a engordar ligeramente.

  • Voy al agua a refrescarme, ¿alguien se viene? - en realidad lo que quería era ver los pechos de la chica que estaba de espaldas al volver de agua.

Pedro y Carmen seguían desmayados, Sara dijo que no con la cabeza y Julio debía estar atento a "otras cosas" porque ni contestó.

  • Yo me apunto - dijo Berta levantando la cabeza y protegiéndose los ojos de sol con la mano. - Estoy a punto de fundirme con este calor.

Entré en el agua rápidamente para esconder mi sospechoso bulto en el bañador y esperé a Berta en el agua.

  • ¿Por qué tienes tanta prisa? ¿Es que tenías algo que esconder? - me dijo señalando hacia abajo con la cabeza. Me eché a reír.

  • La verdad es que sí, no se te puede esconder nada. Entre el calor y los cuerpos semi-desnudos que hay por aquí...

  • Bueno, tendré que hablar con Sara para que te ayude a evitar estos calentones con un buen polvo.

Berta siempre ha sido muy abierta con respecto al sexo, y habla de ello sin tapujos y sin importar quién esté delante. Sara en cambio es más recatada y a veces se sonroja cuando Berta dice cosas similares. Yo siempre la he seguido el juego, me hace gracia que sea tan abierta, y cuando Sara no está delante a veces nos tiramos los tejos medio en broma.

  • Si te dice que no también me puedes echar tú una mano cuando quieras. - Se lo dije en broma guiñándole un ojo, pero en realidad tampoco me importaría, ya que era una chica con un cuerpazo y seguro que sabía complacer a un hombre. - Eso sí, procura que no estén ninguno de estos delante, no se vayan a mosquear.

  • Jaja, bueno, ya te contaré esta noche cómo han ido las negociaciones.

Salimos del agua, esta vez juntos, y pude volver a deleitarme con la vista de aquellos senos perfectos. Berta se dió cuenta de la dirección de mi mirada y me dió un golpecito con el codo en el costado.

  • La verdad es que son perfectos, me he fijado antes cuando se ha quitado el bikini. Apuesto a que parte de la culpa de tu calentón de antes tiene que ver con ella.

No dije nada, pero tampoco hacía falta, la miré sonriendo y volví a dirigir mis ojos a aquellas bellezas por un instante, justo en el momento en que la chica levantó la vista, encontrándose con mi mirada. Sonrió y volvió a bajar la vista.

Era la hora de irse a comer, así que despertamos a los juerguistas, recogimos las cosas, eché un último vistazo al grupo de chicas y nos fuimos al apartamento. La playa nos había abierto el apetito, así que comimos nada más llegar y luego empezamos con los turnos de ducha. Había dos baños, así que mientras Pedro y Carmen se duchaban en uno, y Julio y Berta en el otro, Sara se puso a fregar y yo nos a recoger la mesa. Yo no me quitaba de la cabeza los pechos de aquella chica de la playa y tenía unas ganas terribles de follar, por lo que en cuanto terminé me acerqué a ella por detrás, metiendo mis manos por el bajo de su camiseta para subir hasta sus pechos y comenzar a masajearlos suavemente mientras le besaba el cuello.

  • Estás muy sexy con el bikini y la camiseta, me están entrando ganas de no dejarte fregar.

  • Ahora no, que éstos van a salir en cualquier momento.

  • Si sólo quiero jugar un poco... En cuanto salgan del baño me apararto rápido y disimulamos.

Bajé una de mis manos por su vientre, y la introduje en el bikini, acariciando su escaso vello púbico. Sara echó la cadera hacia atrás para notar mi ya notable erección entre sus nalgas, por lo que me animé un poco más y comencé a acariciar sus labios bajo el bikini y a pellizcar suavemente su pezón. Abrió las piernas para dejarme espacio para continuar con mis caricias y me bajó la parte delantera del bañador. Agarró mi pene y, bajándolo por entre sus nalgas, empujó su bikini hacia abajo y lo puso entre sus piernas, de tal forma que mi glande tocaba sus labios. Comencé a mover mi cadera alante y atrás para rozar mi pene contra su ya húmedo coño.

En ese momento oímos una puerta del baño abrirse y a Berta dirigiéndose a la cocina.

  • ¡Chicos, es vuestro turno de magrearos en la ducha!

Sara intentó apartarse y recomponerse la ropa pero yo la sujeté, de modo que cuando entró Berta seguía con mi polla entre sus piernas.

  • Vaya, pero si teníais aquí montada la fiesta... Jaja. Bueno, pues os dejo, para que sigáis si queréis. - dijo con una sonrisa de oreja a oreja. - Por cierto Sara, tienes un culo muy bonito, al menos la parte que no está tapada. Jajaja.

  • ¿Pero a qué ha venido eso? - dijo en cuanto Berta se fue.

  • No sé, me ha dado morbo.

  • Ya bueno, pero no sé, me ha dado un poco de corte que Berta nos viera así. Además, habíamos quedado en que en cuanto salieran parábamos. Anda, vamos a la ducha y espero que Berta no diga nada, que con lo cortada que soy yo...

Sara entró en el baño mientras yo me quedaba fregando, para hacer tiempo para que se me bajase la erección. Los otros cuatro se iban a ir a la compra, así que Sara y yo podríamos disfrutar de una buena ducha juntos. En cuanto terminé entré a la ducha con Sara. Era una ducha amplia, con paredes de cristal. Nos enjabonamos el uno, con especial énfasis en ciertas zonas, de modo que enseguida recuperé mi erección. Tras aclararnos Sara se dió la vuelta, apoyó los brazos cruzados en la pared, echó el culo hacia atrás y me dirigió una mirada lasciva mordiéndose el labio.

  • Anda, sigue por donde ibas cuando Berta nos interrumpió.

Volví a colocar mi polla entre sus piernas y comencé a pasearla por sus labios mientras acariciaba sus pechos. Sara apoyó la frente sobre sus brazos, quedando frente a la pared de forma que no podía verle la cara y comencé a fantasear con que era la chica del bikini de rayas. En cuanto noté que estaba suficientemente lubricada coloqué la punta en su entrada agarré sus caderas con las dos manos y comencé a penetrarla suavemente.

En ese momento me di cuenta de que la puerta del baño estaba abierta ligeramente, y por el espejo vi que era Berta la que nos miraba. ¿Pero no se había ido a la compra? Al principio pensé fingir no haberme dado cuenta, pero finalmente decidí invitarla a pasar haciéndole un gesto con la mano. Berta entró silenciosamente. Tenía la camiseta levantada, sin sujetador dejando a la vista unos bonitos pechos, con pezones pequeños y puntiagudos. Se estaba masturbando con la falda levantada y una mano bajo sus bragas, sin apartar la mirada de mi polla penetrando el coño de Sara. Para darle una mejor vista aparté las manos las caderas de sara, y la usé para abrirle las nalgas, dejando perfectamente a la vista tanto su coño como su ano, el cual me había dejado penetrar en alguna ocasión. Sara estaba gimiendo más alto de lo normal, así que supuse que, aunque no lo hubiera reconocido, la pillada de Berta la había dado mucho morbo.

  • Reconoce que te ha gustado que Berta nos haya visto antes. Por lo cachonda que estás me parece que te ha dado tanto morbo o más que a mi.

  • Ahhh, la verdad es que sí, me ha puesto súper cachonda que Berta nos haya visto casi follando.

Berta me hacía señas para que me callase, no fuese que con la conversación le diese por volver la cara y la pillase allí mirándonos.

  • A mi me está poniendo muy cachondo que estés de cara a la pared, sin verme la cara, y con tu culo expuesto a mis caprichos. - Le guiñé un ojo a Berta.

  • Si haces que me corra antes que tú te dejo follármelo.

Miré a Berta, que me indicó por señas que quería ver ese espectáculo. Llevé una de mis manos al coño de Sara, y comencé a masajear su clítoris para que llegase antes al orgasmo, y asegurarme así poder sodomizarla.

  • Ahhh... Eres un cabrón tramposo, pero de todas formas ni se te ocurra parar.

Llevé la otra mano a su coño y, tras empaparla en sus jugos, la llevé a la entrada de su ano para lubricarlo, y comencé a meter un dedo poco a poco. Berta se había desnudado por completo y estaba pegada a la mampara para no perder detalle. Poco después, Sara llegó al orgasmo entre convulsiones y gemidos, podía notar las contracciones de su coño sobre mi polla, y de su culo sobre mis dedos.

  • Ahora vamos a ir a la habitación, y te voy a follar este precioso culo, pero quiero que mantengas los ojos cerrados y que te dejes hacer.

  • Soy toda tuya - dijo Sara mordiéndose el labio.

Salimos de la ducha, y sin secarnos siquiera la llevé a ciegas hasta la habitación, y la senté en la cama. La eché hacia atrás, levanté sus piernas y coloqué su culo en el borde, de tal forma que su coño y su culo quedaban a la vista. Comencé a darle lametones en ambos, lamiendo los jugos de su coño y lubricando la entrada de su ano. Berta me dió un toque en el hombro y me hizo entender que quería probarlos ella también, así que me aparté a un lado para que pudiera hacerlo. Se sujetó el pelo con una mano para que Sara no lo notase y, sin dejar de masturbarse, comenzó a lubricar el culo de Sara.

  • Ahhh, sigue así, me están entrando más ganas que nunca de que me encules.

No podía esperar más. Me levanté y aparté a Berta con la cadera para follarle el culo a Sara, momento que aprovechó Berta para cogerme la polla y darme un lametón desde los huevos hasta el glande. Aquello me puso tan cachondo que agarré la cabeza de Berta y presioné mi polla sobre su boca, haciendo que la abriera para recibirla, y comencé a follarle la boca.

  • Cariño, ¿a qué esperas para metermela? Métemela ya por favor, no me hagas esperar más.

Hubiera preferido seguir con la boca de Berta un poco más, pero no quería arriesgarme a que Sara abriera los ojos, así que se la saqué y la dirigí a la entrada del culo de Sara. Berta la cogió por la base, se puso tras de mi y comenzó a empujarme con su cadera, de tal forma que fuese entrando poco a poco. Una vez que hubo entrado entera empezó a masajearle el clítoris a Sara con el pulgar.

  • Ahhh... Sí mi amor, sigue tocándome así mientras me enculas. Ahhhhhhhhh.

Mientras con una mano sujetaba una pierna a Sara para mantener su coño bien abierto, dirigí la otra al coño de Berta, introduciéndo dos dedos en él. Rápidamente comencé a notar que su coño se contraía como prueba de su orgasmo, y comenzó a susurrarme al oído.

  • Madre mía que cachonda estoy viendo ese culo tan dilatado por tu polla. Un día me tienes que follar a mi así, incluso con otra mujer si hace falta. Quiero ver cómo te corres dentro de Sara, y ver como chorrea el semen saliendo de su culo. Mírala, está a punto de correrse.

Efectivamente, gracias a las caricias de Berta, Sara estaba llegando a un nuevo orgasmo, y pronto comenzaron las contracciones de su ano, que junto con las palabras de Berta me hicieron llegar inmediatamente al orgasmo, haciendo que le llenase el culo a Sara con mi semen. Le saqué la polla del culo, haciendo que las última eyaculaciones fueran a parar tanto a su culo como a su coño, dejándola chorreante de mi líquido blanco y espeso.

Berta se apartó rápidamente y salió de la habitación sin hacer ruido antes de que Sara abriera los ojos. Me tumbé a su lado unos momentos, tras los cuales tuvimos que volver a la ducha después de tanto ejercicio.

Al rato volvieron Julio, Pedro y Carmen de la compra, y al preguntarles por Berta nos dijeron que al final no había ido, que había preferido ir a dar una vuelta que quería ver una cosa. Pues la vió, vaya que si la vió, y bien de cerca...