Vacaciones en la playa

En unas vacaciones como tantas por recordar viejos tiempos sufrí una de las experiencias fui violada por tres sujetos.

Ese día hacia mucho calor, por eso yo únicamente vestía un pequeño top y un short sobre mi nuevo bikini en combinación de rosa y lila. Como todos los años me encontraba pasando mis vacaciones en la costa, en casa de mis tíos para huir de la difícil situación que se daba entre mis padres. Esta vez era un poco diferente mis primos gemelos, cercanos a mi edad, no estaban pues habían ingresado a la Universidad, igual que yo, por lo que ahora vivían en otra ciudad. Decidí ir a un lugar al que solíamos frecuentar cuando niños, así que caminando por la playa me dirigí absorta en mis pensamientos. Soy una chica normal, recién cumplí los 20 mi pelo es largo y de un castaño natural, hago algo de gimnasia por lo que mantengo un cuerpo aceptable, si bien tengo pechos pequeños mis nalgas son respingadas y paradas por lo que me dicen soy ago sexy y así me sentía ese día.

Llegue hasta el sitió aunque note que había algo de basura y yo lo recordaba como un lugar prístino y muy bello. El lugar era un farallón que separaba la playa principal de una pequeña ensenada con una vista maravillosa al mar abierto, el pueblo se veía en la lejanía.

Disfrutaba de la vista como lo había hecho muchas veces con mis primos y amigos en el pasado cuando oí una voz que me decía –Buenas Tardes- volví la cabeza y pude ver a dos hombres parados detrás de mí, ambos vestidos con playera, bermudas y sandalias, uno algo mas joven y alto que el otro.

-Perdone no puede estar aquí-dijo el mayor.

-Disculpe hace mucho que no venía y no sabía que estaba prohibido – contesté.

Empezamos a bajar por el camino que había yo tomado para subir, dado que era algo angosto caminamos en fila, el hombre mayor, yo y al final el hombre joven, al llegar a un punto en el que el camino se dividía yo hice ademán de seguir por el camino que bajaba a la playa, el hombre joven me tomó por los hombros y me dirigió por el otro.

-No- dijo – Nos vas a acompañar-

Yo sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda. Continuamos el camino sin hablar hasta que llegamos al palmar que rodeaba a la ensenada, y entramos en un pequeño ranchito por una puerta hecha a base de los resortes de lo que debió ser un colchón viejo y luego a una vieja cabaña desvencijada.

El hombre mayor entró conmigo, yo balbuceaba que creía que no debía estar ahí pero el no pareció hacerme caso.

-hace calor ¿verdad?- dijo mientras servía un vaso con agua y me lo estiraba. Mi cuerpo sudaba copiosamente por la caminata en el sol

Entro el joven con varias botella de cerveza las colocó en la mesa y caminó lentamente rodeándome, yo lo seguí con la mirada pero no pude apreciar cuando tomo una cuerda y rápidamente me ató las manos a la espalda, entonces me tomó por el pelo y metió una de las cervezas en mi boca. Lo hizo tan rápido que casi me ahogo al tratar de beberla, casi la mitad del líquido cayo sobre el top que cubría mis pechos. Entonces sacó una navaja de resorte, y sin miramientos cortó primero la parte de atrás del top el cual cayó hacia el frente, luego cortó el tirante del sostén del bikini haciendo que mi prenda cayera al suelo arenoso de la cabaña dejando mis senos totalmente descubiertos, entonces acarició mis pechos con el filo de la navaja como si los rasurara mientras una sonrisa malévola se dibujaba en su cara. La emoción que yo sentía era una mezcla de miedo y morbo al tener que mostrar mis pechos desnudos a ese hombre rudo y desconocido. Mis pezones estaban totalmente rígidos. Él me puso sus grandes manos en los pechos y me empujó hacia la desvencijada cama que había en una esquina de la pequeña cabaña.

Lloré un poco pues no sabía que pasaría, cuando de repente entró una viejita, que me había parecido ver cuando llegamos, yo trate de pedirle ayuda, pero ella parecía no oírme, hablaba sin cesar diciendo

a ver señorita, tiene usted que comer algo, venga pa’ ca-

Colocó un plato de sopa y algún guisado en la mesa y como si fuera lo más natural del mundo que yo estuviera ahí atada y con los pechos desnudos me jaló del brazo y me sentó en la silla de madera que estaba junto a la mesa y me dio de comer en la boca. Yo insistía

-Señora, ayúdeme, por favor-

Pero ella seguía como si no oyera nada,

-¡coma, coma!.- terminó con la comida y agua de fruta y me llevó de regreso a la cama y se fue, pude oír como cerraba la puerta de la cabaña. Me arrinconé en el extremo de la cama y lloré hasta quedarme dormida.

Me despertó un ruido cerca de la puerta, la luz que se colaba por las paredes de la cabaña había desaparecido era de noche y la cabaña se encontraba sumida en una oscuridad impenetrable, sin embargo el calor no había cedido, yo sudaba por todo el cuerpo.

Los dos hombres que me habían traído entraron en la cabaña, iluminándola con un quinqué. Traían consigo botellas de varios licores. El hombre joven se estiró y tomó mis pezones acercándome a él me levantó y me puso una botella de alcohol (quizá era ron) en la boca, sentí que me quemaba la garganta y el pecho. Luego se acercó mucho a mí y con el mismo cuchillo de la mañana cortó el resorte de mi short el cual cayó a mis pies dejandome sólo el calzoncito del bikini. Luego me dio otro trago de ron y me obligó a sentarme en la silla, entonces sacó su polla era grande y gruesa. Yo ya había mamado antes y sabía lo que quería decir que un hombre te pusiera la verga justo en la cara. Con la punta de su pija tocó mis pezones y luego la acerco a mi boca.

Antes de que acabara de decirme –mámala puta- yo empecé a lamerla, era grande y muy obscura en relación al resto de su piel me metí lo mas que pude hasta la garganta, luego la saque y bese sus testículos que se pegaban al tallo de su emocionada polla parada. Yo un poco mareada por el efecto del alcohol luchaba dentro de mí por no aceptar que estaba gozando aquello, sentí mi entrepierna húmeda. Cuando estaba a punto de venirse saco rápidamente su miembro el que reventó toda su leche en mi cara, alcance a relamerme algo pero todo quedó esparcido por mi mejilla, boca y nariz.

El hombre mas viejo, que había visto toda la escena sentado en un viejo sofá bebiendo de una botella creo que de brandy. Se levantó y llegó hasta mi me dio de beber de su misma botella, aumentando el mareo pero con eso el morbo, después tomó los dos listones que tenia mi calzoncito y de un tirón los desató, quitándome la última prenda que protegía mi desnudez , mi coñito depilado quedó expuesto. Aprovechando que yo seguía con las manos amarradas a la espalda me colocó la cabeza en el asiento del sofá del que se acababa de levantar. El olor fétido del sillón mohoso mezclado con el de sus nalgas no hicieron mas que incrementar el morbo que se apoderaba de mí.

Lo primero que sentí fue un escupitajo que cayó justo en mi culo, deslizándose espesamente por la hendidura de mis nalgas, luego un fuerte golpe a cada nalga después las separó, metiendo primero su grueso dedo pulgar en mi ano –que tampoco era virgen- realizando círculos en el interior de mi recto lo cual empezó a generar en mí una sensación de placer pocas veces alcanzada. Metió luego su dedo índice y continuo excitándome hasta la locura, culminando con meter su dedo medio al mismo tiempo. Para ese momento las sensaciones que yo tenía eran irrefrenables, tuve un primer orgasmo que se manifestó con una producción abundante de jugos vaginales que él limpio con la punta de su pija que alcance a ver por un lado, no era tan grande como la otra. El hombre puso entonces la punta de esa verga ansiosa en la entrada de mi culo, aumentando así mi deseo de que me follara el culo. Para mi gusto su polla se deslizó suavemente hacia mi interior, el pequeño dolor que sentí cuando alcanzó lo mas profundo se vio ampliamente compensado por el placer que me produjo el mete y saca, primero lento y luego mas rápido hasta que alcanzo un ritmo fabuloso que era acompañado por mis gritos de placer hasta que llegué a un orgasmo mas, el tercero de la noche. En ese momento, al igual que lo había hecho su compañero sacó su empalmado miembro y con un simple movimiento de la mano vació su contenido en mi espalda y nalgas.

Apenas si me podía sostener en pie, parte por el placer que había experimentado y parte por el alcohol que había bebido. Convencido de que no escaparía el hombre más viejo me desató. En ese preciso instante se abrió la puerta de la cabaña y entró un hombre, alto y mas joven aún que los otros dos. El pareció reconocerme y yo también creí reconocerle. Se acercó a mí me besó en la boca con toda pasión, abrazándome por la cintura haciéndome sentir su fuerte musculatura abdominal. Fue entonces cuando lo reconocí era Rómulo, un chico que había conocido con mis primos desde hace muchos veranos, siempre nos gustamos pero nunca hubo ninguna relación mas allá de la socialmente aceptada entre el hijo de un lanchero y una chica de sociedad.

Rómulo metió su musculoso brazo en mi entrepierna, sentí su fuerza apretando mis hinchados labios vaginales, me levantó en vilo y me llevó a la orilla de la cama, se quitó la playera húmeda con la mezcla de su sudor y el mío. Abrió sus bermudas y las bajó apenas lo suficiente para que su hermosa verga saltara totalmente erecta y dura dejando ver que no traía calzoncillos. Abrió mis piernas y puso mis pies en sus hombros metiendo ese hercúleo pedazo de carne de un solo aspadazo hasta el fondo de mi cueva de placer. Me encontraba en un estado tal de excitación que tuve un orgasmo sobre otro, cada entrada y salida del aparato de Rómulo me llenaba mas de placer aunque a mi me parecía casi imposible ir más alla. En el colmo de mi éxtasis sacó su pieza de mi interior y casi simultáneamente vació su esperma sobre mi abdomen, pechos y mi coño.

Tardé un poco en recuperar el aliento cuando lo hice Rubén –que así se llamaba el hombre más viejo del grupo- había encendido una fogata en la arena afuera de la cabaña, salimos los cuatro y disfrutamos de la noche tal y como estábamos, desnudos y sudorosos bebimos del licor y comimos algunos pescados asados.

Antes de terminar la noche cada uno me folló al menos una vez mas, casi al alba Rómulo me acercó a la casa, al entrar pensaba como explicar a mis tíos no sólo la hora sino el estar vestida sólo con una vieja camiseta, pero al entrar encontré una nota, seguramente dejada poco después de que yo saliera a caminar, diciendo que habían salido de compras a la ciudad y que no regresarían sino hasta el día siguiente.

Espero que les haya gustado si desean que les siga contando de mis vacaciones escriban a serenight@terra.com.mx