Vacaciones en la India

Como unas vacaciones en la India muestran nuevos caminos en la búsqueda del placer.

Después de terminar mi último contrato como preparador físico de un equipo de fútbol profesional, decidí tomarme unas vacaciones antes de entrar de nuevo en el estrés de mi trabajo, que si bien no luce a los ojos de los espectadores, es de mucha importancia y demanda mucha atención y dedicación, lo que implica un gran estrés.

Un amigo me recomendó viajar bien lejos, donde me olvidara del fútbol y perdiera contacto con toda fuente de estrés. Mi amigo me recomendó India, su costa oeste, donde existe una gran cantidad de playas con una infraestructura bastante buena y un gran número de turistas y locales en busca de diversión. Recuerdo exactamente sus palabras, es el país del Kamasutra, encontrarás todo lo que se te ocurra, y descubrirás lo sensual y excitante que son las hindúes.

Así llegué a ese extraño lugar del globo, al menos para los latinos, donde realmente uno puede olvidarse de todo, menos de las bellezas que allí se encuentran y de las citas que uno arregla

Reservé una semana, como para poder irme si no me agradaba, pero lo extendí una semana más y luego otra más, era realmente un paraíso. El sitio resultó maravilloso, sumamente barato, con una infraestructura que sin deslumbrar hacía que se respirara un ambiente de aventura y libertad. La costa era una interminable línea de playas, playitas, calas y ensenadas, donde se podía encontrar cantidades de turistas, como lugares solitarios, dependiendo de su belleza, así como la facilidad para acceder por los caminos disponibles, escasos en algunos sitios, y por el estado de los mismos en otros, particularmente por las tremendas lluvias que traía la estación de los monzones.

Todos los días despertaba y luego de tomar un desayuno liviano, me dedicaba a correr unos 8 Km. por la costa, y ahí recién empezaba mi día de playa.

A mis 37 años debía mantenerme en forma, era buena imagen para mi trabajo. Agregado a que desde mi divorcio comprobé que un buen cuerpo, fibroso, de 1.90 metros, sumado a una cara atractiva y un aspecto juvenil, eran garantía de buena compañía en la cama.

Tomaba sol hasta las 11, momentos donde aprovechaba para dormitar, y más tarde buscaba alguna actividad acuática, como snorkeling, windsurf, entre las tantas disponibles.

Por las noches, luego de una reparadora siesta, no había dificultades para encontrar compañía, las chicas hindúes eran un encanto, sumamente calientes y complacientes, además nunca faltaba alguna turista, principalmente europea que estuviera disponible. Tanta era la oferta, que a veces no me preocupaba por volver a llamar a las chicas, sencillamente buscaba otra nueva.

Una mañana decidí buscar una playa más solitaria, pues se me ocurrió tomar sol desnudo, si bien había chicas que hacían topless, no vi a ningún nudista. Fue una idea alocada, pero me quería sacar el gusto. Manejé bastante en una Lada Niva que tenía rentada, y finalmente encontré una pequeña playa, a la que se accedía bajando una empinada escalera tallada en las rocas, no admitía casi baño pues estaba llena de rocas, por lo que era el sitio ideal.

Eran las 9 de la mañana, ya había corrido, y pensaba tomar una siesta al sol, desnudo y tranquilo.

Baje con cuidado y busqué un sitio que no se veía desde el camino, y que solo era visible para alguien que bajara, y además debía llegar hasta allí. Me desnudé y unté mi cuerpo con bastante protector solar, especialmente en donde imagináis, luego me tendí boca abajo en mi estera, dispuesto a disfrutar del astro rey.

Desperté acalorado y transpirando, el sol estaba bastante fuerte, giré para sentarme y de pronto vi a una chica caminando en mi dirección a escasos metros de mí. Ahí tomé conciencia de mi desnudez, por un instante miré mi verga colgante, que es de dimensiones respetables, y pude ver como las chica me miraba. Sólo atiné a girar sobre mí, y la oí reír con ganas, giré mi cabeza y la miré, sintiendo un poco de vergüenza por mi incómoda posición, y vi que me seguía mirando y riendo, mientras pasaba frente a mí.

Era una hindú, con un hermoso cuerpo oliva, unas piernas largas y torneadas como las de una deportista, unas caderas perfectamente redondeadas, cintura estrecha, vientre liso, y unos senos respetables debajo de una blusa blanca que dejaba su vientre al aire. La tanga se clavaba entre sus perfectas nalgas, tenía un rostro muy agradable, una sonrisa amplia y el cabello corto que se cerraba sobre su cuello.

Reaccioné rápidamente y mientras casi se marchaba, la llamé.

Hey, no te vayas, disculpa mi aspecto, pensé que estaba solo en esta playa abandonada, no lo tomes a mal.

Ella se detuvo a cierta distancia y entre risas me contestó.

No debo disculparte por nada, siéntete a gusto, no es mi problema.

No quería que se fuera, me había impresionado y realmente me gustaba la idea de conocerla mejor, en mi cama si era posible. Me cubrí con mi toalla y le dije.

Se que no estoy en la mejor posición, pero me gustaría compensarte el mal momento e invitarte a cenar esta noche. – Dije, arriesgándolo todo, frente a la posibilidad que se fuera.

No fue un mal momento, es común que los turistas se sientan cómodos en playas como estas, que además son testigos de cosas más subidas de tono. No hace falta que me compenses, gracias igual. – Respondió, disponiéndose a marchar.

Ok, no te compensaré, solo me gustaría cenar contigo, conocerte un poco más. – Contesté, intentando una vez más.

Si puedes ponerte ropa, ve por el Bar Ámsterdam, como a las 10. – Contestó, y dándome la espalda, vi como su hermosa figura se alejaba con un andar ágil y grácil.

Me puse el bañador y la observé subir por la escalera en la roca, casi sin esfuerzo, hasta que se perdió de mi vista.

Quedé pensando en lo ridículo de mi encuentro y lo afortunado que resulte. Me maldije por no preguntarle su nombre ni su teléfono, y empecé a rezar para que existiera el bar Ámsterdam y que ella realmente fuera esa noche.

El día transcurrió sin más sobresaltos y luego de la playa dormí un par de horas. Me duché y me vestí lo más casual que pude. Me puse una T-shirt negra sin mangas que destacaban mis bíceps y un pantalón de lino blanco que destacaba mi bulto, era un conjunto efectivo para enganchar chicas.

Como a las9:30 pasé por recepción, averigüé donde estaba el bar y monté en la Lada, me metí en el caótico tránsito, donde se maneja por la izquierda, se toca bocina por deporte y existen pocas veredas lo que hace que personas y animales anden por las calles con naturalidad, poniendo una complicación más para los conductores.

Llegué en hora al sitio, quedaba sobre la costa, el estacionamiento no era muy grande, pero había lugar. Caminé hasta la entrada, era un sitio sencillo, con unas mesas al aire libre, pasando la puerta habían dos barras, y más adelante pasando por otra puerta más mesas al aire libre, ubicadas casi sobre una punta rocosa de la playa, desde donde se dominaba el mar.

Tomé asiento y pedí una cerveza, y esperé mientras el ruido de las olas al romper se confundía con la música.

Cuando pedía mi segunda cerveza la vi llegar, lucía un vestidito negro ajustado que cubría hasta la mitad de sus muslos y destacaba su hermosa figura. Estaba con un hombre de aspecto local, y los vi discutir acaloradamente. Me sentía un tanto desorientado, decidí esperar, no sabía si ella me había visto, y no me pareció oportuno intervenir.

El hombre la tomó con firmeza de una muñeca y le habó acercando mucho su cara a la de ella. Ella le contestó y con un fuerte tirón se liberó de él. El hombre se marchó mascullando y ella suspiró. Apenas me vio, sonrió y avanzó decidida.

Separó la silla y se sentó mientras alisaba su falda.

Hola, guapo.

Hola… No recuerdo que nos hayamos presentado

Evelyn, mucho gusto. Y tú eres

Fernando, para servirte. - Contesté extendiendo mi mano.

Ella me la estrechó con delicadeza y reímos. Mientras buscaba algo en su cartera observé sus hermosos pechos, que empujaban la tela del vestido, mostrando unos pezones grandes, señal de que no llevaba sostén. Sacó los cigarrillos, me ofreció uno y rechacé amablemente, mientras ella encendía uno y aspiraba profundamente. Dejó salir el humo y un camarero se aproximó. Me interesé por sus piernas mientras ella hablaba con el chico, y me imaginé lo que sería estar entre esos formidables muslos.

Ordenamos unos mejillones fritos y un Bloody Mary para ella.

Charlamos animadamente, me dijo que era de Mumbay y que se había mudado allí pues adoraba la playa y la vida sencilla y en libertad que el lugar permitía. Yo le conté algo de mí, mi trabajo, mi pasión por la actividad física y mi gusto por viajar. Ella me dijo que se notaba que me ejercitaba mucho, particularmente mis nalgas que las que notó bien firmes, mientras reía pícaramente.

Reímos por la forma en que nos conocimos, me disculpé una vez más, pero ella contestó que no le importaba, y que tenía la ventaja de conocerme mejor de lo que por lo general se lograba en un primer encuentro. Reímos nuevamente y comimos y bebimos mientras hablábamos de todo un poco.

Luego bajamos a la playa, caminamos un poco y nos sentamos a mirar el mar. Evelyn era encantadora, y tenía un cuerpo excelente, además de una cara bonita, me felicité por mi suerte. Observaba el perfil de sus piernas, sus senos, y sentí como mi polla tendía a endurecerse.

Ella se levantó de un salto, se sacudió la arena de su trasero y con las sandalias en la mano me invitó a correr hacia las rocas. Me encantó la idea, ella demostraba mejores iniciativas que las mías. Corrimos unos 50 metros y llegamos a una pared rocosa, ella se apoyó en la pared y simuló desfallecer de cansancio. Yo me aproximé y la tomé por la cintura, ella giró hacia a mí y sin decirnos nada nos empezamos a besar. Su boca sabía a alcohol, y era muy fresca, su lengua invadía mi boca con pasión y su cuerpo se apretaba al mío.

Yo la atraje contra mi cuerpo aún más, y sus manos descansaron en mis nalgas, acariciándomelas. Elogió la firmeza de las mismas, y me confesó que desde que las vio no pensaba en otra cosa que estrujármelas. Yo le respondí que eran para ella y nos continuamos besando.

Mis manos exploraron aquel hermoso cuerpo, sus nalgas eran maravillosas, las acaricié bajo el vestido, firmes y redonditas, su espalda desnuda tan suave que me excité locamente. Palpé sus senos firmes y tibios, el pezón estaba erecto, y la oí suspirar cuando lo presione entre las yemas de mis dedos.

Su mano palpó mi abultada y erecta polla y sentí como desprendía mi pantalón y se hacía con la posesión de mi miembro. Lo acarició con suavidad, jugó con el prepucio y me agarró las bolas con firmeza, para murmurar en mi oído que le encantaba lo que sentía su mano, pues ya le había encantado cuando la había visto en la playa.

Traté de desnudarla me lo impidió con clase, en cambio, la vi arrodillarse y empezar a mamarme con ganas. Era una experta, su boca se apoderó de mi polla para succionarla y lamerla enloqueciéndome de placer. Al tiempo, me masajeaba los testículos con una habilidad poco creíble. Sus dedos acariciaban mi perineo con suavidad y volvía a mis testículos para masajearlos, lo que sumado a la mamada me enloquecía al punto de hacerme gemir.

Su boca era como una aspiradora y su lengua acariciaba los lugares exactos donde me brindaba un placer único. No recordaba una mamada tan espectacularmente placentera. Sus dedos eran mágicos, de acariciar mis testículos y perineo, a veces llegaba hasta mi ano y me arrancaba un suspiro o gemido involuntario. Por más que algo en mi mente me decía que mi ano no era para ser acariciado, el placer que me daba no me permitía resistirme.

Evelyn chupaba y se tragaba mi polla entera y me seguía acariciando como un demonio. Su boca calida y húmeda engullía mi miembro con avidez. Cada vez se ocupaba más de mi ano y yo no atinaba a resistirme. Me preguntó si me gustaba como la mamaba, y yo respondí que sí. Sentí su garganta en la cabeza de mi polla y me resultó excitante, al tiempo que la yema de su índice me palpaba el ano, sentí como mi ano acunaba su suave yema y no pude más que disfrutarlo. Note que su dedo estaba húmedo y que se adentraba despacio, con paciencia en mi ano, que no atenía a resistirse.

De pronto sentí como se avecinaba mi orgasmo y le advertí que me venía, poco pareció importarle, pues redobló esfuerzos y me mamó con más ganas. Vi como su boca iba y venía en la extensión de mi verga, desapareciendo en su boca cada vez que la tragaba entera, cuando una oleada de placer me invadió, mis caderas empezaron a moverse instintivamente y empujaba con fuerza en su boca, ella resistió estoica y aceptó de buen grado mis embestidas.

En un momento de lucidez sentí como mi ano aceptaba la primera falange de su dedo índice, pero al empezar a correrme ya no pude razonar más. Sentí los poderoso y hermosos espasmos mientras descargaba mi semen en aquella generosa boca. El éxtasis invadió mi cuerpo y bufé como loco. Apenas tuve conciencia que mi ano palpitaba como nunca entorno a su dedo. Pronto las contracciones disminuyeron y sentí como ella retiraba su dedo.

La vi lamer mi verga hasta dejarla limpia. Luego se puso de pie, y relamiéndose vi como terminaba de beberse mi semen, me sonrió y me besó. En otras circunstancias no la hubiera besado, pues nunca me agradó besar a ninguna chica que se hubiera tragado mi semen si no se enjuagaba la boca, pero increíblemente no me importó.

El beso fue suave, delicado, y mientras su mano acariciaba mi polla que empezaba a aflojar su tensión, por primera vez en mi vida saboreé lo que supe eran restos de mi semen.

Evelyn me ayudó a subir mis pantalones y me los prendió nuevamente, su habilidad denotaba una gran experiencia, lo que no me molestó en absoluto, sino que me encantó.

Me tomó de la mano y me dijo que debía marcharse muy a su pesar. Yo la traté de disuadir, y ella me dijo que no era el momento. La invité a mi hotel, pero se excusó, diciéndome, para mi sorpresa, que no era conveniente, que yo no estaba listo para ella.

Mi desconcierto era mayúsculo, le pregunté el por qué, y ella dijo que yo no lo entendería. Le pregunté si el hombre con el que discutió tenía algo que ver con lo que me decía. Ella me miró y sonriendo me dijo que no, y agregó que la había pasado muy bien, que yo le gustaba mucho, pero debía marcharse.

Insistí para que me diera una oportunidad. Ella me miró y me dijo que era muy pronto, que no creía que nos fuéramos a entender.

Le dije que me probara, que me explicara el por qué de su actitud. Me preguntó si eso era lo que quería y yo respondí que sí. La vi levantar y apoyar uno de sus pies en un saliente de la roca como si pisara un escalón, su mano se deslizó por el costado y debajo del muslo de la pierna que estaba apoyada en el saliente. Movió su cuerpo un poco, como si acomodara sus pantaletas. Luego me miró y me pidió que me acercara, cosa que hice. Tomo mi mano derecha con su mano izquierda y la dirigió bajo su falda.

La miré sin entender nada, hasta que mi mano se encontró con algo que no entendí lo que era, hasta que me hizo agarrarlo, y su mano se cerró sobre la mía para que no la retirara, obviamente sabía que esa iba a ser mi reacción, pues lo que agarré era una polla a mitad de erección, bastante larga y con un diámetro nada despreciable.

No entendía nada de lo que pasaba, era como despertar de un lindo sueño en el medio de una pesadilla real. Mi confusión era total. Ella me miró esperando por lo que dijera o hiciera, su mano apretaba la mía como si castigara mi curiosidad. Mi garganta no era capaz de articular palabra, estaba shokeado.

Nunca había agarrado una polla que no fuera la mía, nuca imaginé siquiera que era algo tan suave y tibio, esponjosa… agradable? Me pregunté que diablos hacía allí, agarrando una polla, frente aquella… hombre… travesti, o lo que fuera que sea.

Evelyn soltó mi mano, pero yo no pude soltar su polla, algo superior a mi voluntad me mantenía agarrando aquella cosa. Me miró levantando las cejas, entre asombro y extrañeza. La miré y me pareció hermosa, instintivamente mi mano apretó tímidamente la polla de Evelyn, mientras ella me miraba desconfiada respecto a mi próximo movimiento.

No sabría explicar el por qué, pero me mantuve agarrando su polla, la tomé por la cintura y, aproximando mi rostro al de ella le dije.

Dime lo que querías decirme, no entiendo por que te quieres ir, y estoy seguro de que nada de lo que digas me hará cambiar de idea, respecto que eres una mujer hermosa, y que me gustaría que me acompañaras a mi habitación, pues no hemos terminado lo que empezamos. – Mi voz temblaba un poco, creí que me iba a arrepentir de mis palabras.

Pues, no se que decir, quizás soy un poco tonta, y pensé que eras solo un tío lindo. Parece que me equivoqué y te pido disculpas. – Dijo distendida, aunque con timidez.

Empecemos de nuevo, dime si tienes algún problema o impedimento para acompañarme a mi hotel. - Contesté, mientras presionaba su polla suave e insistentemente, como un niño con un juguete nuevo; y la vi sonreír.

Ninguno, si tú no lo tienes. Pero mira que nada es tan sencillo como parece, soy un ser caliente por naturaleza, muy creativa, y me gustan los juegos de seducción y persuasión. Ten cuidado con lo que deseas, quizás tengas más de lo que imaginas. Me resultas demasiado atractivo… - Dijo, dejando inconclusa la frase.

No se que pasará, pero pienso que me gustas demasiado como para al menos no intentarlo. – Dije, consiente del riesgo que enfrentaba.

Solo te pido que no me odies por desearte… - Contestó, sonriendo pícaramente.

Te aseguro, que no me molestaran tus deseos, trataré de satisfacerlos. – Respondí con firmeza, sin imaginar las consecuencias de lo que decía.

Te tomo la palabra, yo te aseguro que me ocuparé de satisfacer todos tus deseos, los expreses o no, los conozcas o no. Se exactamente lo que los hombres desean, cuando, como, donde y cuanto lo desean. – Dijo, con una sonrisa maliciosa, mientras sus labios buscaban los míos y nos besábamos con pasión.

Mi mano se animó a más y además de apretar su polla, jugué tímidamente con su prepucio y la acaricié con suavidad, no sabía cómo ni por qué, pero aquello me gustaba más de lo que puedo expresarles con palabras.

Como continuó la historia en el hotel es parte de otra historia.