Vacaciones en Ibiza
Relato con fotos de unos amigos que se van de vacaciones a Ibiza...
Vacaciones en Ibiza
Fue en junio, hace ya unos años, cuando vivimos unas de las vacaciones mas excitantes. Decidimos viajar a Ibiza. Mientras preparábamos el viaje, yo la fui animando para que se comportase lo mas provocativa posible y la verdad es que no me defraudó. Durante la semana que estuvimos en la isla ella estuvo prácticamente todo el día con las tetas y el coño al aire. Ya sabeis que ella suele tomar el sol completamente desnuda y, sino se puede, con un pequeño tanga, pero aquella vez fue algo más lejos.
El primer día fuimos a Es Cavallet. Nos colocamos en la parte central de la playa, junto a unas dunas, desde donde se asomó algún que otro mirón que pudo disfrutar viendo como mi mujer tomaba el sol, se bañaba y daba paseos con las tetas y el coño al aire. Fue el inicio de una semana en la que se sucedieron escenas subidas de tono. Yo tenía miedo que la presencia de mirones la molestase y le dije que si quería nos cambiábamos de sitio. Ella se rió y me dijo que no, que le parecía divertido y siguió tumbada entreabriendo sus piernas para mostrar con descaro su sexo húmedo y brillante. Aquello sin duda gustó a los mirones, que poco a poco iban situándose en posición de contemplar el espectáculo.
"le divertía que la mirasen y abrió sus piernas para lucirse mejor"
Lo máximo fue un hombre de unos 40 años que se tumbó a unos dos metros mirando descaradamente a mi mujer. Colocado boca abajo sobre su toalla y con todo el disimulo que podía, se tocaba la polla sin perder de vista ese precioso coño. Tanto atrevimiento hacía más excitante la situación y ella decidió darle un "escarmiento". En un momento que el mirón se estaba tocando la polla, ella me dijo "ya verás", se levantó y se acercó a él. Se puso en cuclillas y abrió sus piernas, de modo que su coño totalmente abierto quedaba a unos pocos centímetros de la cara del hombre. "Perdona, ¿tienes hora?", le preguntó. El se puso muy nervioso, y al girarse para mirar el reloj dejó a la vista su pene erecto. "Las doce y diez, preciosa" contestó y después, aunque intentó disimular, se notó como hacía una profunda inhalación para atrapar el olor del coño de mi mujer.
"Junto al paseo de San Antonio le saqué una foto tapada solo con una braguita transparente"
Después de darle las gracias ella volvió conmigo. Estaba excitadísima y disfrutaba con el juego, por lo que siguió provocando a los mirones, especialmente al más cercano. Se puso de rodillas, con la excusa de buscar algo en la bolsa, de manera que les mostraba una perfecta visión de su culo y el coño por detrás. Yo me hacía el dormido mientras por el rabillo del ojo veía como nuestro mirón de "preferente", se pajeaba con la vista que le ofrecía mi mujer. Ella cogió un libro y se sentó a leer con las piernas cruzadas de manera que su sexo abierto quedaba perfectamente expuesto a la mirada de tan respetables espectadores. Aunque trataba de disimular, el movimiento de su brazo denotaba que el más cercano se estaba masturbando viendo aquello, y unos leves espasmos le delataron cuando se corrió. Tanto ella como yo nos pusimos a cien con aquello y tuvimos que ir a darnos un baño para bajar la temperatura, así que en cuanto nos metimos a cierta profundidad nos pusimos a follar como salvajes, en un polvo que fue de los más rápidos e intensos que recuerdo.
"Así se puso cuando pasaron los dos muchachos"
El segundo día fuimos a San Antonio. Después de dar una vuelta por el pueblo decidimos buscar una playa para darnos un baño, pero antes tenía que comprar crema para el sol, así que paramos en una tienda que había en un paseo junto al mar. Mientras yo hacía la compra, ella se acercó hasta unas rocas junto al agua. Cuando salí de la tienda, ella me llamó para que viera lo bonito que era aquello y que la hiciese una foto. Se sentó en una roca y cuando yo iba a disparar la cámara me dijo "igual mejor así" y se quitó el vestido corto que llevaba, quedándose con las tetas al aire y únicamente tapada con unas braguitas casi transparentes, llamando la atención de quienes pasaban por allí. Después de hacer la foto fuimos a una cala de la zona, un precioso lugar que está dividido en dos zonas, la de la izquierda, nudista, y la de la derecha, de ambiente más familiar, ambas unidas por una zona de paso, todo ello unos metros por debajo de la zona de aparcamiento desde donde se ve toda la cala. Ella fue la que decidió que nos colocásemos en la zona de paso más cercana a la de ambiente más familiar, donde no había nadie en pelotas. Decía que ese sitio era más tranquilo, sin dar importancia a que desde arriba se nos veía perfectamente y los que iban de una zona a otra tenían que pasar a nuestro lado.
Nada más llegar ella se quitó el vestido y las braguitas y, después de darse la crema, se tumbó a tomar el sol, primero boca abajo, mostrando su precioso culo a los que desde lo alto disfrutaban del espectáculo.
Al ser una zona de paso bastante estrecha, era cuestión de tiempo que alguien pasase por allí y los primeros fueron un par de jovencitos de unos 18 años. Según se iban acercando miraban su culo, seguro que tenían una preciosa visión de su coño por detrás. Decidí avisarla de que venían para ver como reaccionaba, y lo que hizo fue darse la vuelta y tumbarse boca arriba con las piernas entreabiertas justo antes de que pasaran a su lado, mostrándoles con descaro su coño abierto, mientras ella se cubría la cara con los brazos haciéndose la dormida. Por los bultos que llevaban en sus bañadores creo que disfrutaron de lo que vieron.
"Ella era la única que se bañaba desnuda"
Después de un rato tomando el sol, llegó el momento de darse un baño. Era maravilloso verla bañándose totalmente desnuda entre el resto de la gente que lo hacía con el bañador, todo lo más alguna otra en topless. Sin duda ella ofrecía la vista más sexy de la cala, sobre todo al salir del agua con las tetas y el coño al aire, mientras las gotas de agua resbalaban por su cuerpo. Desde encima de la playa también había bastantes mirones que podían ver como se exhibía mi mujer y como yo le hacía fotos. Pero justo cuando estaba saliendo, pegó un pequeño grito y se llevó la mano al muslo, le había picado algún bicho. Apenas tenía un poco enrojecido, pero preferimos ir hasta el puesto de socorro. Recogimos las cosas y nos vestimos, aunque ella tan solo se puso el vestido.
Cuando llegamos a la caseta de los socorristas, tres chicos y una chica que estaban sentados fuera, ella les comentó lo sucedido y se levantó lo suficiente el vestido para que vieran no solo la herida, sino parte de su precioso coño. Todos se quedaron con la boca abierta y el primero que reaccionó la dijo que pasase, se tumbase en una camilla y se descubriese la zona para curarla. Ella siguió las instrucciones al pie de la letra y se quitó el vestido antes de tumbarse con las tetas y el coño al aire delante de los muchachos. Se tumbó en la camilla y, como la picadura era en el interior del muslo, abrió sus piernas para que la atendiesen y claro, su sexo perfectamente expuesto. Estaba húmedo, delatando su excitación.
Los cuatro socorristas entraron en la caseta, alucinando con lo que estaban viendo. Cuando uno de ellos fue a cerrar la puerta, mi mujer le dijo "sino te importa deja abierto, hace mucho calor". Cualquiera que acercase al puesto podía ver a mi mujer totalmente desnuda tumbada en la camilla. Uno de los chicos comenzó a limpiar con un líquido el muslo y, claro, no pudo evitar en tocar la zona genital en varias ocasiones. Cada vez que el chico pasaba el algodón junto a la raja, aumentaba el sofoco en su cara y me miraba con un gesto de disculpa..
"Desde lo alto había gente que veía como ella se exhibía y yo le hacía fotos"
Como la puerta estaba abierta, mientras esto sucedía, se asomó a la puerta un chico que debía ser amigo de los socorristas, pero al ver aquello se asustó y de un salto salió hacia fuera pidiendo perdón. La chica socorrista que permanecía mirando la escena, no se si por inocencia o por seguir el juego de mi mujer, le llamó y le dijo que pasase, que era una cura "sin importancia". Mi mujer, que era el centro de todas las miradas también le animó, "no te preocupes, que no vas a ver nada que no hayas visto en la playa". Y el chico entró uniéndose a los que disfrutábamos del espectáculo.
Entonces otro de los socorristas tomó el relevo en la cura. En el momento que se disponía poner pomada en la zona enrojecida, le vencieron los nervios y apretó tan fuerte el tubo que parte de la crema fue a parar al sexo de mi esposa. Inmediatamente reaccionó y con la mano recogió la pasta, pasando sus dedos por el coño, cada vez más húmedo de mi mujer. El chaval estaba tan apurado que no pudimos evitar una carcajada todos los que estábamos allí. Entonces el tercer socorrista cogió un papel y limpió la crema que aún quedaba en la raja, dando varias pasadas para asegurarse de que quedaba bien limpio. Por fin la extendió la crema por la zona enrojecida asegurándose de que estuviese bien extendida. Tanto que cuando parecía que había terminado siguió tocándola el coño, sin que ella pusiese ningún impedimento.
Aquello me estaba poniendo a mil, tanto que cuando me miró yo le hice un gesto para que siguiese. Con la mano que le quedaba libre comenzó a tocarle las tetas. Eso animó a los otros dos socorristas, que se acercaron y comenzaron a tocarla, mientras los demás contemplábamos el espectáculo. El amigo que había llegado después miraba con envidia y excitación hasta que se animó, "¿puedo?" preguntó mirándome, antes de unirse el grupo para tocar la poca piel de mi mujer que quedaba libre.
El mismo fue quien abrió las piernas de María y se puso a lamerla el clítoris. Ella gemía de placer, mientras mi polla estaba a punto de reventar el bañador viendo a los chavales tocándole las tetas, chupándola el coño y metiéndole los dedos por todos sus orificios como si fuese una auténtica puta. Ella estaba disfrutando tanto que explotó en un sonoro grito al correrse, que asustó a los muchachos. Entonces fue la chica socorrista, que disimulaba como podía la excitación, quien dio por finalizada la cura. "Yo creo que ya le habéis dado bastante pomada", dijo entre risas.
"Los socorristas disfrutaron haciendole la cura"
Muy aliviada, mi mujer les dio las gracias diciendo que nunca la habían curado tan bien. Todavía desnuda se despidió de todos ellos con un par de besos, momento que todavía alguno aprovechó para darle un último toque a las tetas o el coño.
Ella ya estaba "curada" pero yo tenía los huevos a punto de reventar, así que en cuanto ella se puso el vestido, fuimos a toda prisa hasta el coche para que allí me hiciese una mamada. Naturalmente con un par de chupadas me corrí como un animal, llenando de semen toda su cara, el vestido y el asiento del coche.
Todavía vivimos más experiencias excitantes en esas vacaciones que ya os contaré mas adelante.