Vacaciones en familia V (final)
Mi tío aprovecha toda la tarde
Después de que mi familia llamase informando de que iban a pasar todo el día fuera y que mi tío y yo tendríamos la casa sola para nosotros, mi imaginación viajó a todos los lugares posibles.
-¿Vamos a seguir? -pregunté ansioso.
-Me acabo de correr, tengo que descansar.
-Pero yo todavía no me he corrido.
-Mejor, así después te corres con más ganas -me dio una palmadita en el muslo y se levantó-. Dúchate mientras yo echo tu ropa a lavar, que apestas a meado y la corrida está goteando por todos lados.
-Que casualidad que ni el meado ni la corrida son mías -dije enfadado.
-No olvides que soy tu tío. No te pongas chulo y obedéceme.
Ni siquiera me miró a la cara. Enfadado, cogí y me fui al baño a ducharme. No era un niño mimado, pero sí es cierto que a esa edad no me gustaba esperar demasiado para conseguir lo que quería, y menos cachondo. No sabía cuánto tiempo necesitaría para descansar, y conociendo a mi familia, podían cambiar de planes en cualquier segundo, así que quería aprovechar al máximo. Pero si mi tío decía que tenía que obedecerle, mejor no provocarlo para que me dejase sin sexo y seguir sus órdenes.
Entré en el baño y me miré al espejo. Estaba muy delgado, la gente siempre me encontraba o muy sexy y apetecible (rollo twink) o decían que daba asco y necesitaba comer más. El final de las costillas y los huesos de las caderas se me marcaban un poco, no era algo exgaerado pero sin duda se marcaban. Mi piel blanca y suave estaba roja, todavía tenían en las caderas las marcas de las manos de mi tío, que me había agarrado a lo bestia. Los hombros estaban igual de marcados, seguro que en unos días me saldrían cardenales. Me ponía pensar en el hecho de tener marcas, o heridas de batalla, de la follada que me había metido mi tío. Solo de pensarlo, mi polla dio un bote. Comencé a acariciarla. Era pequeña, sin ningún pelo, y mis huevos eran también pequeños, no tenían ni punto de comparación con la polla y los cojones de mi tío, que eran enormes y peludos.
Seguí masturbandome frente al espejo, teniendo mi cuerpo femenino delante. Comencé a acariciar y pellizcar mis pezones rosados, estaban suaves y eran muy delicados. Notaba cada pellizco y cada cm de mis dedos rozándolos. Llevo dos dedos de mis pezones a mi culo y, metiendolos lo más al fondo que puedo, cojo toda la corrida posible. Me llevo los dos dedos a mi boca y empieza a follarmela como si mis dedos fuesen la polla de mi tío. Sabía a él y a mi culo, todo mezclado dentro de mi boca, que yo disfrutaba como si le estuviese comiendo la polla ahí mismo. Comencé a gemir suavemente, pero conforme iba pasando los minutos iba aumentando el volumen
-¿Qué haces? -dijo mi tío, sorprendiendome con los dedos en la boca y una mano en mi polla pequeña.
Me cogió del pelo y me pegó tres hostias en la cara.
-Te he dicho que te duches y esperes para correrte, maricón.
Del pelo me arrastró hasta la ducha. Pude ver como su polla estaba más dura que nunca. Sabía a lo que venía.
-Si no te puedes duchar tu solo, te tendré que duchar yo. Como a los niños pequeños.
Abrió el grifo del agua caliente y comenzó a caer por mi cuerpo desnudo. Abrió mis piernas y comenzó a frotar con jabón. Frotó por mi estrecho agujero, que ahora estaba un poco más abierto por la violada que me había metido. Metió dos dedos y comenzó a follarlo con la excusa de limpiarlo bien. Cuando me quise dar cuenta, había conseguido meter cuatro dedos.
-No me creo que no te hayan follado este culito de puta.
-Te lo juro tito, eres el primero.
Oír eso le calentó, y comenzó a follarlo con más fuerza todavía.
-Esto ya esta limpio, ahora date la vuelta.
Obedecí a aquella voz varonil y seria, y me giré. Quedamos frente a frente, y agachándose un poco comenzó a comerme la boca. Su lengua, como siempre, jugaba con la mía y nuestros fluidos se entrelazaban en nuestras bocas. Podía comerme sin esfuerzo la boca pues la mía era más pequeña, aunque mis labios eran mucho más gorditos que los suyos. Me masajeaba el culo con pasión, como si fuese de plastilina.
-Ven.
Saió de la ducha desnudo y, sin apartar la vista de su culo musculoso y redondo, lo seguí hasta su habitación. Se agachó y de una maleta sacó unas braguitas.
-Póntelas -dijo lanzándomelas.
Eran las braguitas de su hija, mi prima pequeña. Obedeciendo me las puse y, mirandome al espejo, pude comprobar lo bien que quedaban con mi cuerpo femenino. Eran blancas con una flor amarilla en el elástico. Mi tío se sentó en una butaca y palmeó sus muslos indicándome que me sentase sobre él. Pero no obedecí.
Con las braguitas puestas, me acerqué lentamente hacia él, y a escasos centímetros de donde estaba sentado, comencé a acariciarme la polla por encima de la tela de las braguitas. Estaba empalmado, pero las bragas hacían presión y mi polla de adolescente se mantuvo protegida. Mi tío me cogió del brazo y me lanzó sobre él. Abrí mis piernas y puse cada rodilla a un lado. Mi polla quedaba apoyada en su polla, y ambos comenzamos a frotar como si me estuviese follando el coñito que no tenía.
-¿Te gusta? -dije gimiendo para provocarle.
Me cogió del cuello y apretó.
-Me encanta -dijo agresivamente.
Siguió frotando su polla contra la mía, la suya estaba desnuda y la mía cubierta por la tela de las braguitas, que ya estaban húmedas por el precum de mi tío. Me cogía del cuello mientras me besaba y acariciaba mi fina espalda.
Bruscamente me giró y, de un tirón, bajó las braguitas dejando al aire únicamente mi culo. Mi polla y huevos seguían cubiertos.
-Prepárate -susurró en mi oído.
Me cogió del pelo y de la cadera, y acercándome poco a poco, noté la punta de su nabo abriendo lentamente mi culo. Lo abría, pero no terminaba de entrar entera, lo único que metía era la cabeza.
-¡Fóllame! -grité impaciente.
Me dio un pequeño guantazo y tiró más de mi pelo.
-Estoy entrenandote cariño, pero tú lo has querido.
Me soltó el pelo y las caderas, y cogiéndome ambas piernas y levantándolas hizo que me sentase sobre su polla, que tenía metida hasta los huevos en mi culo. Solté un grito que se tuvo que escuchar hasta en las casas vecinas. Mi tío comenzó a mover las caderas de arriba a abajo, metiendomela cada vez más profundo, algo que parecía imposible. Yo giré la cabeza y, tirándole del pelo esta vez yo a él, comenzamos a comernos la boca mientras me follaba el culo. Solo necesitó un par de embestidas más para llenarme entero de su lefa. Entre gemidos, yo me corrí sin sacar mi polla de las bragas de su hija, que acabaron llenas de mi corrida y la suya. Me levanté como pude, ya que apenas podía juntar las piernas, y me agaché de rodillas delante de él. Comencé a limpiarle la polla con mi lengua.
-Ya no necesitas ni mis órdenes -dijo acariciándome el pelo.
Y después de dejarsela bien limpia, volvimos a besarnos.
Hasta aquí las vacaciones con mi tío. Tengo más relatos de él y de otros muchos tíos y chicos. Los iré escribiendo en el futuro. Gracias por los comentarios y las valoraciones y, como siempre, no dudéis en escribirme al correo o dejarme lo que pensáis en los comentarios! :)