Vacaciones en familia: Andy goza con sus padres
Andy se doctora cum laude en sexo, nuestros hijos hacen realidad sus más íntimos deseos mutuos y llegan los padres de Andy. Les acogimos con las piernas abiertas y los miembros lubricados. Su hijo les demuestra lo mucho que había aprendido.
Si no lo habéis hecho, os sugiero leer los tres relatos anteriores de esta serie “Vacaciones en familia”. Creo que no os defraudarán y acompañarán vuestra inmersión en el tórrido relato de estas hedonistas vacaciones en Formentera:
- “En la playa con mi nuera”:http://www.todorelatos.com/relato/96115/
- “Cariño, fóllate al niño!”:http://www.todorelatos.com/relato/96277/
- “Compartiendo a nuestra hija”http://www.todorelatos.com/relato/96947/
Os deseo una cálida y húmeda lectura…
Con la salida del sol nos fuimos despertando unos y otros. Angel, mi marido, y yo subimos a cubierta tan desnudos como dormimos, para disfrutar de la fantástica salida del sol desde el barco, con los abruptos islotes d’Es Vedrà a un lado y el perfil de la costa sureste de Eivissa al otro.
Abrazados, nos fuimos acariciando uno al otro, mientras yo le contaba la excitante sesión de distendido sexo que mantuve, antes de irme a dormir con él, con Noe, nuestra nuera, y el invitado canadiense de nuestra hija, Andy. Tal como entraba en detalles más jugosos, sus manos pasaban de mi nuca y costados, al culo y las tetas, perdiéndose después entre los pliegues de mi coño.
Al mismo tiempo, su polla empezó a endurecerse y elevarse sin descanso, con lo que tuve que cogerla amorosamente entre mis dedos e inclinarme hacia ella para darle una reconfortante mamadita de buenos días. ¡Se lo merecía!
Mientras nos entreteníamos en estos preliminares sin malicia, Andy salió de su camarote y apareció en cubierta tan vestido como nosotros. Aprendía rápido.
Viéndome con la verga de mi marido en la boca, se acerco y acariciándome un pecho con su mano, me dio un cálido piquito de buenos días. Le hice un señal para que me acercase sus genitales y compartir caricias, pero se sentó a medio metro escaso de nosotros y me dijo:
Anna, me encanta compartir mi cuerpo y mi placer contigo, pero ahora nada me apetece más que relajarme viendo hacer el amor sin prisas a una pareja tan compenetrada y con tanta experiencia como vosotros. ¿Puedo?
Claro mi amor, pero no aproveches para correrte tu solo, que hoy tenemos mucho por descubrir, le contesté, volviendo a introducir el falo de mi hombre en mi boca.
Mientras Angel me acariciaba el coñito con suavidad, tocando allí donde era más conveniente para mi placer, yo se la continué chupando despacito, acariciándole su escroto y perineo, llevando de tanto en tanto un dedito bien untado con mi saliva hacia su ano. Continuamos así hasta que ambos experimentamos un suave orgasmo matinal. Nos dimos un cálido beso de viejos amantes, compartiendo nuestros flujos y humores y sonriendo a Andy, le invitamos a darnos un baño matutino en el acogedor y calmado Mediterráneo.
Retozando los tres en el agua, vimos salir por el tambucho, lanzarse al agua y nadar hacia nosotros a Juani, nuestra asistenta más desinhibida. Cuando nos alcanzó, nos miró a Angel y a mí y nos dijo con una media sonrisa:
- Joder. Menuda hija tenéis. ¡Tiene un vicio que no se lo acaba! ¡Me ha dejado el chocho y el culo más abiertos que las puertas de El Corte Inglés el primer días de rebajas! A ver si el agua de mar me los repara un poco. Hemos pasado una noche como hace años no disfrutaba, Anna. Mira como me ha dejado. Me ha metido la mano entera, yo creo que hasta el codo.
Tomó mi mano y la llevó a la entrada de su vagina. Realmente la tenía dilatada a conciencia. Se notaban perfectamente los labios menores distendidos y muy abultados, saliéndole el clítoris de su capuchón. La cogí del cuello como pude en medio del agua y le di un morreo con ganas mientras le pellizcaba un pezón. Ella lo correspondió, se rió con ganas y se fue nadando hacia el barco, subió a cubierta y desperezándose nos dijo que se iba a preparar el desayuno.
Desayunamos en cubierta, ya que el tiempo era espléndido. Entre tanto, Clara, nuestra hija, salió de su camarote, nos fue dando un piquito con gusto a coño de Juani a cada uno, acompañado de un tirón de polla, un pellizco de pezón u otro detalle simpático. Se morreo con Juani mientras le acariciaba el culo, eso sí, sin olvidar meterle dos enérgicos dedos por detrás y se tiro por la borda al mar. Así es ella.
Con el ajetreo, Pere, nuestro hijo y su mujer, Noe, también salieron a cubierta. Noe lo traía cogido por su preciosa polla y nos lo acercó diciendo:
- ¡Mmmmm… que hambre me da el sexo matutino!
Se iban a sentar a desayunar, pero Angel, con toda la razón, les envió de cabeza al agua. Olían a sexo, a sudado y un poco a mierda de la buena. A saber que habían hecho desde que dejé a Noe al concluir el juego a tres con que obsequiamos a Andy como regalo de bienvenida…
Al finalizar el distendido desayuno, nos vestimos. Ellos para trabajar: camiseta, pantalón y escarpines. Nosotras, nos declaramos en huelga de ayudar en la navegación y seguimos en pelotas para completar nuestro tostado. Izaron la mayor sin rizos a pesar de que empezaba a subir el viento y un génova de tamaño medio y pusimos rumbo a nuestro amarre en el puerto de Sant Francesc, ya en Formentera.
A todos nos gusta el mar y tenemos amplia experiencia, pero al empezar a subir el viento alrededor de los treinta nudos, rolando frecuentemente en la zona del cabo de San Antonio, tuvimos que abandonar nuestro solárium, ponernos al menos una camiseta y algo en los pies y ayudar en la navegación. Los chicos parecía que querían ganar una regata otra vez. Pedro se puso a la caña y gobernó nuestro Anian III, sacando lo mejor que daba de sí. Andy disfrutó la experiencia aunque hubo algún momento que creo que sus gordos huevos se le llegaron a unir con las amígdalas, especialmente cuando el ordenador de a bordo señalaba más de diez nudos e íbamos tan escorados que no podíamos salir de la bañera sin enganchar los arneses a la cinta de vida.
Llegamos a puerto a una media que rozaba los ocho nudos desde que izamos el ancla. Sin comentarios.
Javi, nuestro fantástico asistente, nos esperaba con la furgoneta en el puerto. Cargamos los equipajes y subimos los seis. En un cuarto de hora estábamos en casa.
Le enseñamos nuestra casa a Andy. Se enamoró inmediatamente de la casa, en especial de la piscina y solárium. Probablemente, las casas de su familia eran más grandes y mucho más lujosas, pero las vistas que nos regalaba la naturaleza en este entorno y el hedonismo que desprendía, son incomparables.
Me quité la camiseta y la bragas del bikini que me había puesto y me dispuse a acompañarle a la que sería su habitación, pero Clara se avanzó y me dijo con una mirada que emanaba vicio en estado puro:
- Mamá, Andy va a dormir conmigo en mi habitación de siempre. Sus padres me lo dejaron en custodia para que pudiese enseñarle y tengo que demostrarles que soy una buena profesora, aunque no te preocupes, que ya os lo dejaré de tanto en tanto.
Me reí de buena gana, le di un piquito cariñoso a Andy y le dije a Clara:
- Te lo dejo, pero no me lo canses mucho y no engañes demasiado a Juani, que ya sabes que los hombres no son su fuerte.
Por la tarde, mañana en la costa este de Canadá, llamamos a los padres de Andy para invitarles a venir y arreglar las cosas prácticas del viaje y la estancia, que en su caso, eran muchas. Para ellos, parecía que un viaje familiar de vacaciones se transformase en una visita de estado. Quedamos que llegarían la mañana del próximo miércoles, hora local, aprovechando así la noche para el vuelo y se irían con Andy el mismo día que ya tenía él previsto. Pasaríamos cinco días juntos.
Nos pidió que nuestro responsable de seguridad atendiera a un tal señor Attabic, su jefe de seguridad. Él llamaría a continuación. Después de reírnos un rato ante la cara de circunstancias que puso Andy, decidimos nombrar a Juani nuestra jefe de seguridad. La llamamos, le explicamos con seriedad de que iba la cosa y le pedimos que también hablase con el comandante del puesto de la guardia civil, que seguro que agradecería enterarse de primera mano que venían los padres de Andy y no por boca de una llamada impertinente de su “gran jefe”, como él decía.
Juani, aparte de una lesbiana cargada de vicio, es una mujer inteligente y culta, sensible y a la vez perfeccionista y dura como pocas cuando conviene. Seguro que haría un gran papel. Habla un perfecto inglés y un aceptable francés (aunque no lo practicase en su acepción más placentera…), lo cual iba como anillo al dedo para este encargo. Lo primero que hizo fue coger a Andy de la mano y llevárselo a un lugar tranquilo para que le contase cómo funcionaba esto de la seguridad en su casa. Cuando acabó la conversación, se nos acercó con cara seria y solo nos dijo: ¡Ostias!
Dejando a un lado el impresionante revuelo que causaron los preparativos de la visita de los padres de Andy, nosotros pasamos los dos primeros días de los cuatro que faltaban para su llegada disfrutando del mar, de la piscina y el sol y sobre todo, de nuestros cuerpos. Andy aprovechó para follar con todas las mujeres de la casa y de paso apuntarse a un trió con Noe y mi hijo. La cosa fue así:
Clara, después de hacerle una deliciosa mamada en la tumbona de la piscina, que todos pudimos observar y aplaudir, le dijo así, a la brava:
- Cariño, estás aprendiendo mucho sobre cómo recibir y dar placer a una mujer, pero la humanidad se compone de hombres y mujeres. No debes perderte lo bueno que te puede ofrecer cada sexo. Anda, habla con Pere y dile que su hermana te ha dicho que no puedes irte de Formentera sin que te hayan dado por el culo y que esta noche la quieres compartir con él y Noe. Habrás notado que es bisexual y además te puedo asegurar que tiene experiencia. Mañana ya me contarás como te ha ido.
Andy le dio un beso espectacular mientras le acariciaba cariñosamente el culo, se levantó y se fue andando lentamente hacia la piscina. Pere y Noe estaban en la parte menos profunda, jugando como críos después de mirar la enorme mamada con que su hermana y cuñada le había obsequiado. Se tiró a la piscina con estilo y acercándose a ellos, dijo a Pere sin tapujos:
Oye, Pere, tu hermana me ha dicho que os pida que esta noche nos lo montemos los tres.
Que bien, dos estupendos chicos para mí sola, le respondió Noe. ¿Me encularás tu, Andy? Pere la tiene demasiado gorda y a veces me duele, aunque no puedo decir que no me guste. Consigue que me corra sin tocarme el chochito.
Todo lo que quieras, preciosa, pero también quiero probar el pollón de Pere. Nunca he estado con un hombre y Clara dice que no os puedo abandonar sin estrenar mi culo. ¿Hace Pere?
Por mí, adelante. Esta noche dejarás de tener un culo virgen. Prepárate, que mi instrumento no es poca cosa.
No te preocupes, cariño, que yo te dejaré el ano con una puesta a punto tan bien hecha, que te va a encantar. Además Pere, mucho hablar, pero después es más delicado que una mariposa comiendo una flor, le tranquilizó Noe. Para corroborarlo, sacando el culo en pompa del agua, añadió: mira que bien conservado tengo el mío y eso que no pasa semana que no me sodomice una o dos veces y aquí de vacaciones, unas pocas más…
Esa noche, nuestra hija Clara no quería dormir sola y se vino con nosotros. Me encontró a cuatro patas en la cama, con Angel detrás envainándomela con decisión mientras yo me acariciaba el botoncito del placer a todo trapo. No dijo nada. Se estiró delante de mío, con las piernas bien abiertas y me puse a comerle el coño con pasión. Variamos posiciones y agujeros, usamos manos, lenguas, pene y chochitos… como sólo pueden hacerlo los aventajados en la materia.
Yo me corrí tres o cuatro veces, nuestra hija una primera y después entró en un orgasmo continuado, con sus altos y bajos, que le duró muchos minutos. Su padre, la primera vez, eyaculó en el coñito de su niña, que yo limpié con certeros golpes de lengua, para después compartir la lechada de su padre y sus propios jugos con ella. La segunda y última, en el mío, mientras nuestra hija no dejaba de comerme el chochito por delante, sin descuidar mi clítoris. Al acabar de vaciar sus huevos, ella le pidió a su padre que me comiese el coño lleno de los flujos de ambos y los compartiese con ella, que le daba mucho morbo y él lo hizo, vaya si lo hizo. ¡Como negarle nada a una buena hija!. Así somos en casa.
A la mañana siguiente, Clara se levantó antes que nosotros y se fue con Andy para que le contase su experiencia bisex nocturna. Aunque no lo aparente, a nuestra hija le da un morbo mal disimulado estar al corriente de estas cosas antes que nadie… Cuando volvió, venía con una cara de vicio que no podía con ella. No os explico los detalles, ya os los podéis imaginar. Lo que si os digo es que después de esa noche, Andy no rechazó ningún contacto bisexual interesante. Aunque participase su padre, pero eso ya os lo contaré unos párrafos más adelante.
Por la tarde, sucedieron dos acontecimientos dignos de ser relatados. Tuve una íntima conversación con nuestra cocinera y persona de confianza, Adela, con sus posteriores consecuencias y el segundo: decidimos montar una fiesta de “sexo al revés”, a la que invitamos a una pareja alemana, vecinos nuestros, mayores que nosotros, pero muuuuy activos. Fue un éxito completo, ya veréis.
Después de comer, mientras la mayoría holgazaneaba en las tumbonas de la piscina, Adela se me acercó para pedirme si podíamos hablar de un tema personal. Nos sentamos en la pérgola de madera cubierta de buganvilias violáceas, entre un agradable sol y sombra. Me senté sobre mi toalla, ya que continuaba desnuda y ella repasándome de arriba abajo me dijo:
Anna, menuda envidia me das, tienes un moreno precioso y sin marca alguna. Mis hijos también toman el sol sin ropa como vosotros y aunque al principio les regañaba, ahora me he ido acostumbrando e incluso más de una vez les acompaño en la terraza de nuestra casa d’Es Pujols. Y entre en medio de una risa socarrona, añadió: Me estáis pervirtiendo entre todos: ¡Tú la primera!
Sí, pues creo que lo mejor es que me lo demuestres. Ahora no estás trabajando. Venga: ropa fuera y así estaremos como dos amigas en igualdad de condiciones.
Adela, mirándome con una cara nueva y desconocida para mi, se levantó y se desprendió de toda su ropa con sutileza, diría que casi intentando provocar, sin apartar su mirada de mis ojos. Me gustó esta actitud y me sorprendió más cuando vi la ropa interior que usaba: un mínimo tanga de fina muselina y un sujetador a juego, breve y también casi transparente, aunque cómodo. Al quitarse la tanguita, lo hizo levantando más de lo imprescindible una y después otra pierna, enseñándome bien su chochito, o mejor dicho, chochazo. Tenía un coño amplio, pero muy bien delineado y parecía disfrutar enseñándome como se había recortado su vello púbico, sin dejar ni un mechón entre sus labios y perineo. La verdad es que lucía muy bien, tanto que empecé a humedecerme.
Tienes unas tetas preciosas, le dije, acercando una mano para acariciárselas mientras le daba un piquito. Las has de lucir más a menudo.
De esto y otra cosa quería hablarte, Anna. Como sabes, el mes que viene voy a cumplir cuarenta y cinco. Ya conoces que al desgraciado de mi marido hace seis años no se le ocurrió otra cosa que morirse. Se empotró contra un autobús de los Barceló mientras conducía borracho como una cuba. A esto le has de añadir al menos cuatro o cinco más sin tocarme, porque ni se le levantaba, ni tenía ganas de otra cosa que no fuese acrecentar su cirrosis.
Ya ves, hace prácticamente diez años que si exceptuamos mis dedos, algún juguete que me he comprado en la península y cuatro polvos de circunstancias, pues… a pan y agua. Aunque te parezca que soy una mujer algo fría, en realidad tengo un volcán entre las piernas y lo he pasado muy mal. Más todavía trabajando en vuestra casa, donde el sexo desenfadado y sin prejuicios, es el alma y la salsa de cada día. Además, se os ve a todos tan unidos, felices y equilibrados que todavía me da más envidia.
La guinda ha sido Juani. Disfruta de la vida como una más de vosotros cuando toca, provocando sin prejuicios y compartiendo a Clara, sin más objetivo que la busca del mutuo placer. Contándome cómo disfruta follando con otra mujer y la voluptuosidad de Clara, al final hace unos días me convenció para pasar la noche con ella. ¡Nunca había estado con una mujer, pero disfruté del sexo como no lo había hecho con un hombre!
Lo que quiero decirte con todo esto, Anna, es que veo que he dejado pasar parte de mi vida sin aprovechar lo bueno que nos puede dar. Gozar del sexo sin inhibiciones, de buenos orgasmos compartidos, es muy importante y no lo he disfrutado hace ya demasiado tiempo. ¡Quiero recuperar mi derecho al placer! Anna, enséñame como puedo conseguirlo.
Cogí a Adela de la mano, le ayudé a levantarse abrazándola por la cintura y dándole un cálido piquito, le dije:
- Acompáñame a nuestra habitación, Adela, hablaremos más tranquilas mientras compartimos una siesta de las de dormir poco. Me has puesto bien cachonda, le dije, cogiéndole su mano y llevándola a mi coño, que ya destilaba el mejor de los jarabes.
Ya os podéis imaginar: le comí el chumino hasta que casi pierde el conocimiento del placer. Realmente, es un volcán, una mujer cuyo cuerpo experimenta el placer sexual sin concesiones. Después de un primer orgasmo ligero, con las primeras caricias, disfrutó de otro intensísimo y continuado que le duró muchos minutos. Las sábanas y mi cara quedaron completamente empapadas. Escurre un caudaloso río de deliciosos flujos, ¡la muy guarra! Al bajársele la curva del placer, perdió los sentidos. ¡Qué mujer más maravillosa por descubrir!
Comenzó a acariciarme ella, pero cuando quiso voltearse en la cama para lamerme el chochito con esa lengua gruesa y fuerte que tiene, la paré.
Cariño, acaríciame los pechos y la barriga y te dejo que me toques un poco el coñito si quieres, pero no quiero correrme ahora. Te voy a hacer una propuesta que creo que te va a gustar: Esta noche vamos a hacer una fiestecilla desenfadada, ya sabes, y me gustaría que participases como una más de nosotros y que después pases la noche con Angel y conmigo, en esta misma cama. Yo lo arreglo. Angel me ha dicho más de una vez que si no fuera porque fueses como creíamos que eras, le hubiese gustado follar contigo, ya que le pones mucho, con lo cual, todo va a ir sobre ruedas. ¡Mañana vas a empezar la vida de la nueva Adela!
Ahora, cuéntame la segunda cosa.
Mira, sabes que mis hijos no son como yo, o al menos, como era hasta ahora, me dijo entre risas y caricias amicales, aunque por muy amicales que fuesen, no dejaban de ponerme los pezones como fresones maduros. Maria tiene relaciones sexuales desde los quince años. Tomeu no sé cuando se inició, pero ya sabes que se tira a más de una madurita italiana con mucho éxito y creo que aceptando más favores de ellas de los que debiera, pero no es de él que quiero hablarte ahora.
Lo que quiero pedirte, si te parece bien, es que tus hijos inviten a Maria a alguna de las salidas que hacen, mejor sin vosotros, ya que os tiene demasiado respeto para soltarse y creo que con ellos será más fácil. Quiero que vea otras formas de relacionarse entre amigos, que aunque incluyan el sexo por placer, siempre sea con respeto entre todos y con reciprocidad. Conozco bien a tus hijos para saber que aunque me la desmadren todavía más de lo que ya está, la van a tratar mejor que nadie.
Maria es una chica muy caliente, como mínimo tanto como yo. Yo he aguantado mis impulsos durante demasiado tiempo, ahora me doy cuenta que erróneamente. Ella es de otra generación y no se priva de nada, pero veo que está yendo por un camino que no es el bueno. Sale con un grupito de chicos de aquí y unos cuantos turistas algo mayores y con pocos escrúpulos que sólo buscan su coño y encima únicamente para su placer, sin contrapartidas y con muy poco respeto. Ella está con ellos porque supongo que no conoce otra cosa y le gusta más comerse una polla que un helado, pero esto va a acabar mal para ella, estoy convencida.
Adela, lo que me pides, se lo has de decir a ellos, le respondí. Por mí parte, estaré encantada de ayudarte. Maria es una chica preciosa y creo que juiciosa, aunque los impulsos que nos salen a unas del coño, y a otros de los huevos, nos puedan hacer perder el norte alguna que otra vez… ¡Si yo te contara! Habla mejor con Pere i Noe, ya que Clara es mucha Clara para empezar. ¿También le gustan las chicas?
Creo que ha estado con alguna, más por imposición de sus compañeros que por propia iniciativa, pero no sé hasta dónde ha llegado. Aunque ya me has visto a mí: Cuarenta y cinco años sin probar un coño y hace un par de días Juani me convirtió en tortillera y todo fue tan fácil y tan placentero…
Mañana quieren ir a una de las macrodiscotecas de moda de Eivissa con Andy. Le enseñarán el ambiente y así no se irá sin conocerlo. Hablaré con ellos, pero tú se lo dices también y convence a Maria de que al salir de la discoteca, no hay ningún problema en que acabe de pasar la noche en casa o en un hotel de Eivissa, no sé lo que querrán hacer. ¡Seguro que alguien le hace un hueco en su cama!
Después de esta íntima conversación, pasamos una hora más en la cama, dándonos algunos arrumacos, pero sin querer llegar a más ninguna de las dos. Bajamos desnudas tal cual estábamos a la piscina, donde nos encontramos a Clara haciéndole una suave paja a su invitado, bajo la atenta mirada de Noe y Pere. Angel estaba tumbado leyendo un libro, pero su pija, más hiniesta que la Tour Effiel, señalaba que no era indemne a los quehaceres de su hija.
Me hice ver y cogiendo cariñosamente a Adela de la cintura, les comuniqué:
- Queridos y queridas, os presento a nuestra nueva Adela. Todos aplaudieron de gusto. Creo que sin palabras lo entendieron todo. Vi que la cara de Clara se transmutaba en pura excitación. Seguro que había hablado con Juani sobre la noche que pasaron juntas y sabía más que yo… Continué: esta noche hará su presentación en “sociedad” en nuestra fiesta. La he invitado expresamente. Creo que tú, Clara, debieras prepararla esta tarde para que esté al caso de todo. Como vienen nuestros vecinos Ulva y Stein, el desmadre será de órdago.
Ulva y su marido, Stein, eran vecinos nuestros. Alemanes de origen, vivían jubilados en Formentera desde hacía ya algunos años. Eran una pareja encantadora, lo que no quitaba que fuesen unos viciosos de mucho cuidado. Hacía más de tres décadas que habían hecho de la promiscuidad sexual su estilo de vida. Iban un par de veces al año a la zona de Cap d’Age, en la costa azul francesa, donde es sencillo picotear cada noche en una flor, que es lo que les gusta y conocían mejor los clubs liberales de medio mundo que el más experimentado empresario del sector.
Sólo deciros que hace dos años fueron con unos amigos suyos holandeses a visitar Barcelona y les llevaron al Bagdad, una de las salas con espectáculos de porno en vivo más conocidas de Europa. Como parte de la función, pidieron voluntarios para follar con la chica y el chico del show en el escenario. Ellos dos se ofrecieron los primeros. Juani de Lucía, propietaria y alma mater del club, esa noche estaba siguiendo el espectáculo. Al ver su edad, se lo desaconsejó. Ellos no le hicieron caso y subieron al pequeño escenario circular desnudándose ambos aceleradamente sobre la marcha. Al parecer, su actuación no consistió sólo en un medio polvo al uso, sino que cuando Stein sacó su pene de la vagina de la guapa y recauchutada actriz porno y Ulva cogió el pollón del chico que le había tocado en suerte con su mano y lo extrajo de su empapado coño, se dio media vuelta, puso su culo en la cara de su marido y él le encasquetó su kilométrica lengua hasta lo más hondo del ano, mientras ella pedía a gritos lubricante.
Stein, después de quitarse el preceptivo condón que había usado para follarse a la actriz, no tuvo suficiente y porculizó de manera apoteósica a su mujer. Se corrió en medio de fuertes bufidos de placer, se estiró en el suelo, abrió su boca todo lo que daba de sí y Ulva hizo una sentadilla, dejando la salida de su recto a la altura de sus labios y vació su ano en la boca de su marido, el cual compartió el cóctel de fluidos que salieron de tan original y poco enjuagada coctelera con su esposa, en un interminable beso. Mientras, él la masturbaba con toda la mano dentro de su coño hasta que ella explotó en un orgasmo descomunal. Al bajar del escenario, entre los aplausos más entusiastas de la noche, Juani, no sólo les felicitó, sino que les ofreció contratarles, si querían. Así son ellos.
Él había sido jugador profesional, creo que de rugby y conserva un cuerpo de atleta, delgado, fibroso, sin un gramo de grasa y con una resistencia física a prueba de cualquier esfuerzo. Puedo dar fe de ello. De hecho a sus sesenta y ocho años, todavía corre dos o tres maratones importantes al año. Para entrenase, es habitual verle dando la vuelta a la isla a primera hora de la mañana, sin olvidarse subir a La Mola, dos días por semana.
Creo que los padres de Ulva, le pusieron un nombre muy acertado. Ulva en alemán significa “loba” y eso es lo que ha sido toda su vida y sigue siendo a sus sesenta y seis. Según nos ha contado su marido, desde que acabó la universidad, siempre siendo la mejor de su curso, tuvo una meteórica carrera laboral, llegando a ser una de las ejecutivas alemanas más significadas y bien pagadas. Tenía fama de ser más exigente y dura que cualquiera de sus compañeros masculinos del comité de dirección de la multinacional alemana de bienes de equipo en la que prestó sus servicios durante más de veinte años, antes de jubilarse.
En el sexo, es igual, encantadora en el trato, pero dura y depredadora nata para dar y recibir placer. Nunca dejará de sorprenderme que incluso a sus años, sea incapaz de quedarse satisfecha. Siempre quiere más (y da más, todo hay que decirlo…), casi sin límites para aceptar cualquier proposición sexual, por guarra o degenerada que sea. Si a esto le unimos una característica fisiológica curiosa, creo que se podrá entender mejor la manera de vivir de esta pareja tan especial. Aunque ella es alta, muy alta de hecho para su generación, también es delgada, eso sí, con un buen pecho y culo respingón. No mantiene un tono muscular tan fibrado como su marido, pero sí que está en una increíble forma física para su edad. Podría pasar por una mujer de veinte años menos, con alguna arruguita de más.
Lo que la hace físicamente singular, es su coño. Su cavidad vaginal es inmensa. No cuesta nada introducirle una o las dos manos completas en su interior. Como ella es como es, además disfruta exhibiendo hasta dónde es capaz de introducirse todo tipo de objetos en su vagina. Hace ya muchos años que decidió que esto no era suficiente y empezó a agrandar su agujero trasero. Persistente y metódica como es ella, no ha parado de forzar sus esfínteres hasta poder albergar las dos manos de su marido a la vez en su culo, incluidas sus respectivas muñecas. Todo un espectáculo, aunque a veces lo lleva más allá de lo razonable y acaba siendo apto sólo para estómagos poco sensibles.
Con estas características, parece ser que al poco de casarse, ya se dio cuenta que la polla de Stein no era suficiente para satisfacerla y al revés, ésta se perdía entre los repliegues del coño de Ulva y él no llegaba a correrse. Aunque los juegos manuales, bucales, vaginales y anales entre ellos satisfacían plenamente a los dos componentes de la pareja, decidieron que tenían que buscar algo más y así empezó su abierto peregrinaje sexual. La cirugía podía arreglar la singularidad de Ulva, pero ella siempre se la ha tomado como un atributo especial, propio y nunca ha accedido a remediarlo. Por ello, sigue gozando con un buen fisting o cuando encuentra a alguien con una polla como la de un caballo (y por lo que sé, alguna vez directamente con la de un caballo…) y él, en los coños de otras mujeres más normales. Todo queda en perfecta armonía.
Mamá, me llamó Clara, esta noche vamos a ser cuatro hombres y cinco mujeres. ¿Me dejas invitar a Monchito?. Hace años que no le veo y tengo ganas de follar con él. Ya sabes que salí, o algo parecido, un par de veranos con él y te aseguro que es un diez para dar placer, es discreto y no le hace ascos a nada. Aunque lo más importante no sea que estemos equilibrados los dos sexos, para lo que quiero preparar, irá mejor. Porqué, mamá, ¿me dejarás que yo organice la fiesta, verdad?
Moncho se ha casado, pero le diré que venga solo, continuó Clara. Su mujer es una estrecha que no es capaz de apreciar una buena polla y menos un chochito. Sé que casi no va a la playa en su isla, por si se les pone alguien desnudo cerca o a sus amigas se les ocurre quitarse el sujetador del bikini y reírse de ella por ir con un traje de baño de abuelita de pueblo. Acepta que Moncho se tire a quien quiera, siempre que no se sepa. No sé cómo se ha casado con ella, aunque creo que fue cosa de sus padres.
Su familia, originaria de Eivissa, es una de las “de siempre”. Ya en el siglo XVII eran unos terratenientes importantes. Una de las ramas, se desplazó a Valencia en aquella época y desarrollaron el comercio con sus familiares de las Pitiusas. También dieron lugar a una saga de religiosos franciscanos. Conservadores en lo social, de los que ya pocos quedan en la isla, les ha salido un hijo desmadrado como pocos, sin oficio ni beneficio, pero siempre dispuesto a seducir a la niña mona de turno o a alguna más madurita. Tengo alguna amiga mía que ha catado muy a gusto su verga… No pierde ocasión de disfrutar de la noche, a veces por caminos demasiado oscuros o tal vez, demasiado empolvados de blanco.
- Clara, hija, por mi puedes invitarle, pero dile que se ha de poner condón para follarnos, que lo único que sé cierto de él, es que excepto el de su mujer, cata tantos coños y culos como olas llegan a la playa. Organiza lo que quieras, pero sin que se te vaya la mano y controlando a nuestros vecinos. No quiero que Adela ni Andy se encuentren en medio de una orgía sin control y además a tu padre y a mí, también nos apetece algo más sensual que extremo. Confiamos en ti, aunque miedo me das…
Sé de buena tinta que Moncho le pidió a Clara que se casarse con él hace tres años. Clara nunca me lo ha dicho, pero en las islas pequeñas, todo, o casi todo, se sabe. A Clara eso de casarse o sencillamente, comprometerse con alguien, no le va hoy por hoy, pero él le gustaba, así que le convenció para dejar lo del matrimonio y pasar directamente a la luna de miel: Se fueron dos semanas juntos a un complejo para parejas liberales en Jamaica. Moncho volvió tan agotado del viaje que una joven amiga de la familia tuvo que cuidarlo todo el mes. Hoy es su esposa.
Cenamos en la mesa rectangular del porche que tenemos en la parte delantera de la casa. Clara había preparado la zona de la piscina expresamente para la fiesta y quería darnos una sorpresa. Todos nos vestimos casual, pero elegantes.
Extremada, aunque elegante, sólo vino Ulva: mini, o mejor, micro shorts elásticos plateados de Versace, sin cinturilla ni botones y que más parecían unas braguitas con múltiples costuras. Para rematar, le iban tan ajustados, que se le remetía más ropa en el chocho que la que le quedaba fuera. Le marcaba a dos leguas, no ya la raya del coño, sino una cueva. Para completarlo, una blusa, o mejor, un trozo de tela, que por más que fuese de Gautier Couture, no era más que un retal de seda salvaje cortado a laser sin costuras, atado al cuello y por detrás de la cintura. Sólo podía marcar sus pezones sin ambigüedades y mostrar el resto de las tetas con generosidad por los laterales. Completaban el ajuar unas sandalias de finas tiras, que subían cruzadas hasta la parte alta de los gemelos y un inmenso bolso de sencilla rafia natural, con el anagrama de la marca casi tan grande como el propio bolso. ¡A saber lo que llevaba dentro!
A este despliegue de lujo caro y buscado exceso, le añadió un maquillaje muy marcado, aparentando una puta barata en un envoltorio de lujo. A pesar de su edad, mostraba un cuerpo apetecible. Tendría sus años, pero se conservaba divinamente, sobre todo, de cuerpo, ya que en la cara lucía las arrugas que nunca había querido arreglarse. Su figura delgada, contrastaba con unas tetas importantes, propias de una buena teutona. Ceo que es lo único que se ha retocado, ya que es imposible que con su volumen y años, se le mantengan casi sin descolgarse.
Para poder acompañarnos sin tener que estar pendiente de la cocina, Adela había preparado una cena fría. Ostras de los viveros de la familia Gillardeau, en un lecho de hielo picado y perfumado con hinojo, conchas finas marinadas en su valva, navajas salvajes y otras delicias del mar combinadas con ahumados acompañados de una fina mantequilla de trufa. Escogió para acompañar estos entrantes un delicado Sauternes. Lo elabora un buen amigo de Bordeaux, sin ni siquiera etiquetarlo. El importante aporte de las uvas semillon, le daba su dulzor característico y las sauvignon blanc el contraste de acidez. Lo redondeaba un punto de la variedad muscadelle, para completar los aromas frutales y melosos. Un acierto.
Continuamos con un delicioso tartar de buey viejo, especiado con la secreta receta de la ya fallecida abuela de Adela. Ligero, pero revitalizante. Los hombres tenían que hacer acopio de energía, pero sin que la digestión se hiciese pesada y requiriese que la sangre se desplazase a sus estómagos en vez de a sus pollas. Para acompañarlo, nos sorprendió con una cerveza artesanal de doble fermentación y barrica. Todo un lujo trapense belga que encajaba mejor que bien con el plato.
Los postres: fruta, fruta y fruta, eso sí, en su punto y preparada con una presentación esmerada y fácil de tomar con las manos. En medio de las cinco bandejas, destacaban en vertical unas papayas miel de la isla canaria de La Palma, alargadas, pero de un grosor más que considerable, alguna de ellas superando los diez centímetros de diámetro. Un cava Llopart Leopardi nos acompañó los postres. Por cierto, un caldo al que acaban de premiar en la prestigiosa Wine Enthusiast.
Llegado ese punto, Clara decidió que era el momento de pasar a la piscina y empezar el previsible desmadre:
- ¡Venga, que empieza la fiesta! Id moviéndoos hacia las tumbonas. Ya llevamos las fuentes de fruta y las botellas de cava allí. Las chicas entrad por la puerta del office. Allí encontrareis vuestros vestidos para la fiesta. Juani os informará y ayudará. Los chicos, pasad por la pérgola y coged las ropas en el living. Yo os acompañaré para despejaros cualquier duda. Cada colgador tiene el nombre de su destinatario. Sed buenos y buenas y seguid las instrucciones. ¿Listos para gozar? ¡Adelaaaante!
En el office, las cuatro mujeres nos encontramos con cinco caballeros de noche con un vestido masculino completo y sus complementos colgados en cada uno. Todos tenían colgada una elaborada tarjeta con nuestros nombres, indicando su destinataria . Juani nos recibió pulcramente vestida de mayordomo y dirigiéndose a nosotras de usted y en masculino, nos dijo:
Bienvenidos, estoy aquí para ayudarles a prepararse para que sus hembras puedan recibirles como ellas se merecen. Desnúdense, por favor.
Ulva, Adela, verán que les hemos preparado unas fajitas pectorales adicionales. Sus tetas las van a requerir. Vengan que les ayudo a enrollárselas.
Después de dejarlas con el pecho lo más plano que se podía, nos pidió que abriésemos unas bolsas de papel negro. ¡Oh sorpresa! Dentro de cada una, había un pollón de látex muy flexible con un arnés para atárselo a la cintura. Unos tenían un implante adicional para acomodarlo dentro de la vagina y otros lo dejaban totalmente libre, sujetándose por los muslos con otras tiras complementarias. Además, todos eran de colores, texturas y tamaños diferentes. Adela flipaba en colores con el juego, aunque se ataba su cipote de pega con gran interés, acomodándose la extensión adicional en su coñito sin dejar de tocarse el clítoris.
Adela, por favor, ¡deje en paz sus genitales!, rugió inmediatamente Juani, al percatarse de sus lúbricas manipulaciones. Lo hizo con una seriedad que no ligaba con lo esperpéntico de la situación.
Le ruego que se acomode las prendas preparadas para usted, sin aprovecharse de su cuerpo o del de los señores que le acompañan. La señorita Clara me lo ha dejado muy claro. Tiempo tendrán para sus juegos, añadió con actitud seria, realzada por su impecable y masculino uniforme. Vestida de hombre se encontraba en su papel…
Mientras, ellos, en el living, se encontraron con un escenario parecido. Clara les explicó lo que tenían que hacer para prepararse para la fiesta, eso sí, sin formalismo alguno:
- Venga putitas, tenéis diez minutos para vestiros y maquillaros. Os quiero tan sexys que cuando entréis, a los hombres se les levante la polla al veros. Vamos a organizarnos. Pasad de uno en uno al baño. Irrigaros bien los chochetes hasta que queden bien limpios y os los untáis con los lubricantes que tenéis cada uno. No os los cambiéis, cada uno es de un gusto diferente. Si alguien necesita ayuda, que se la pida a una compañera, añadió riéndose viciosamente mientras miraba a Moncho.
Al salir del baño, Clara les esperaba con las bragas de cada uno en la mano, un trozo de tira adhesiva y las medias, si el look escogido las incluía. Su padre fue el primero en salir con el culo, digo… coño, bien lubricado, aseado y con olor a mango.
- Venga papá, ponte este tanga, pero deja primero que te esconda bien esto que te cuelga entre las piernas, no sea que te haga un bulto en los pantalones. ¡No te empalmes, joder! que no hay manera de ponerlo en su sitio y luego te va a doler.
Pasó dos vueltas de esparadrapo por el tubo de su verga y el breve fondillo del tanga. Como la polla de Angel no es muy grande, le quedó toda dentro. Los huevos, se los cruzó hacia atrás entre las piernas, bien sujetos. A continuación, su padre tomó los pantalones que Clara le había escogido, unos de Lasserre, muy femeninos y tan ceñidos por delante, que si hubiese tenido el “coño” en la posición habitual, no dudo que le marcarían los labios. Completó el atuendo con una blusa blanca cruzada que transparentaba sutilmente un sujetador de encaje. Lo llenaba con unas prótesis pectorales de silicona muy realistas. Topolinos a los pies, pendientes, fino colgante al cuello y unas pulseras gruesas y desenfadadas.
- Estás preciosa, papá, le dijo Clara mientras le perfilaba los ojos y le pintaba los labios, todo ello en un sutil tono morado profundo. Le añadió un suave fondo de maquillaje en el rostro y dio por acabada la transformación, despidiéndole con un piquito mientras le ponía las tetas en su sitio con una delicada caricia.
Así fueron pasando los cinco. Parece que Moncho se le resistió un poco al ver que lo vestía como habitualmente luce su mujer. Además, la peluca, el maquillaje y los complementos eran idénticos a los de ella. Sus reticencias se volatilizaron cuando ella le susurró: Venga no te hagas la estrecha, que luego voy a ser yo quien destroce tu coño. Andy casi se le corrió en la mano al engancharle su polla atrás, pero al final, pudo sobreponerse a sus impulsos fisiológicos.
Nosotras, acabamos de vestirnos y acicalarnos antes que ellos y Juani, finalmente, nos dejó pasar a la zona de la piscina, despidiéndose de nosotros. Ella y Javi tomaron el coche de éste último y se fueron a sus casas. Normalmente, nuestros empleados no se quedan en casa durante las fiestas “especiales”.
La piscina estaba preciosa. Clara se había esmerado en el diseño de la decoración, seguro que con la ayuda de Juani y Javi. La puesta en escena, creaba un ambiente muy sensual. Había cinco tumbonas dispuestas en círculo alrededor de una especie de plataforma redonda central, cubierta con colchonetas. La piscina, estaba rodeada de antorchas de aceite con colorante, que teñían la noche de una frívola luz roja.
Al lado de cada tumbona, una mesita baja con una de las fuentes de fruta, una cubitera llena de hielo con su botella de cava en el centro y copas. En el suelo, al lado de cada mesa, una caja con condones, lubricantes, aceites de masaje, estimulantes genitales para nosotras y para ellos, juguetes varios, toallas, toallitas perfumadas,…
Para rematarlo, habían fijado un vástago metálico un metro por detrás de cada una de las amplias tumbonas, uniendo los cinco mediante una cuerda de cáñamo en su parte superior. De la cuerda, colgaban multitud de farolillos de papel de arroz rojo, y bambú, en cuyo interior quemaba una velita. Glamuroso, exótico y a la vez, con marcados tintes sexuales. ¡Un diez!. Estaba claro que el interior de ese pentágono iba a ser el centro de la fiesta.
Al fin nos pudimos instalar en la playa de la piscina. En su día, la hicimos construir con lamas de lapacho, una madera proveniente de América del Sur, muy dura y resistente al agua y la humedad que ya se usaba desde tiempos ancestrales para la construcción naval. En ese momento, apareció Clara, quitándose sobre la marcha la ropa que llevaba. Nos indicó que cada uno (estaba tan metida en su papel, que también nos hablaba en masculino…) nos acomodásemos a nuestro antojo, pero sin ocupar las tumbonas, ya que estaban reservadas para las chicas. A continuación, volvió al office para acabarse de cambiar y acompañarlas a ellas.
A los cinco minutos, entraron las “chicas”. Estaban imponentes. Andy y Moncho, uno por casi imberbe y el otro por ir totalmente depilado, podían pasar por auténticas mujeres. Angel y Stein, entre la edad, los marcados rasgos masculinos de sus caras y lo peludos que tenían sus brazos y piernas, pues…
Pere, también se depilaba, pero, aunque iba con una coqueta minifalda y un top de licra escotado y pegado al cuerpo, marcaba unos hombros y un cuello de tío que echaba para atrás. Además, su paquetón era difícil de esconder. Creo que su hermana, que entró con él cogido por la cintura, había querido buscar ese punto que le daba un aire confuso, como a transexual de pega. Las voluptuosas tetorras que le había puesto, todavía le alejaban más de parecer una niña bien.
Chicos, mirad que putas traigo. ¡Nos las vamos a follar hasta desfallecer!, gritaba Clara. Vamos chicas, escoged cada una vuestra tumbona e ir preparando vuestros agujeros. Nosotros estamos muy salidos y ya tenemos los cipotes duros como estacas y así van a seguir toda la noche, os lo puedo asegurar, continuó, mientras reía a todo trapo.
Vosotros, nos dijo, mirándonos una a una a los ojos, escoged a vuestra primera putita de la noche. Pongamos nuestras pollas a punto, que sus coños nos esperan. A Monchita, de momento, me la quedo yo.
Noe se acercó sin dilación a Andy, antes de que Ulva lo escogiese, ya que con su fama de depredadora, le preocupaba que dejase traumatizado de buen inicio a tan tierno mancebo. Viéndolo venir, Ulva corrió hacia nuestro hijo Pere. Creo que le tenía ganas desde hacía tiempo. Adela eligió a mi marido, no sé si para que yo no me viese obligada a emparejarme con él o, como pienso, porque a ambos ya hace años que les hubiese gustado compartir sus cuerpos. En mi caso, sacándome la polla artificial de dentro de un tradicional slip Ocean blanco, me dirigí directamente al último culo, quiero decir, coño, disponible: el de Stein.
Y empezó el desmadre. Casi todos iniciamos una aproximación como la que se podría esperar de un chico experimentado a una chica, tanteándola con respeto y subiendo la tensión sexual poco a poco. Besos de aproximación, cada vez más voluptuosos, jugando con las lenguas, enviando una mano a explorar las tetas, luego el resto del cuerpo, besitos y lamidas en el cuello, sin descuidar las orejitas, llegando poco a poco a los genitales. Caricia por aquí, dedo por allá, ahora dentro de las braguitas, se las bajamos un poco, vamos a preparar sus agujeritos, en este caso agujerito y… otras cosas, más bien con forma de espada que de vaina.
Ulva, no era uno de esos “chicos”. Se sacó su polla de látex púrpura, la más gruesa y larga, de un tanga que le dejaba el culo y el coño aire. Era de Blue Line, una marca que comercializa ropa interior para hombre cómoda y de calidad, pero siempre muy sexual y orientada al público gay. Con el pollón en la mano, se acercó directamente al “coño” de Pere, y se la metió sin contemplaciones ni preliminares, diciéndole:
- ¡He venido a disfrutar de la más guarra! ¡Toma, toma y toma! Huy, que “coño” más delicado que tienes. La próxima vez pediré una puta más curtida.
Mientras le decía esas lindeces y muchas otras en alemán que yo no comprendí del todo, pero podéis imaginar, le metía y sacaba la polla de plástico de su experimentado y por suerte, bien lubricado culo y no dejaba de frotarle su cipote con la mano, sin olvidar recorrerle el glande con la puntita de las uñas. Con este tratamiento, le llevó hasta las cercanías del orgasmo. En ese momento, se la sacó con un empujón de órdago. No le volteó el ano de milagro. Le chillaba una exquisitez detrás de otra:
- Venga putón de puerto, ¡cómemela! Disfruta de los jugos de tu sexo. ¡Límpiemela, que tenías tu coño más sucio que mi culo después de una diarrea! ¡Te voy a llenar la garganta de leche de macho viejo!. ¡Te untaré el coño con tabasco y te quitaré los picores a pollazos!. Así siguió su piadosa letanía…
Con ese tratamiento, consiguió que él se corriese con una intensidad desbordada. Toda su leche quedó desparramada en el suelo, pero Ulva enseguida se arrodilló a lamerla con devoción, mirando a los ojos de Pere y con una mano hurgando su coño, completamente metida, muñeca incluida.
- ¡Quiero más! ¡Rómpeme el coño si puedes! ¡Yo quería una guarra que se tirase a viejos marineros, vagabundos sucios y delincuentes sin escrúpulos, no a una puta fina de barrio pijo! A ver que me haces. ¡Quiero que mi corrida te llene tanto la boca, que me la puedas embutir de lavativa!
Las demás nos habíamos follado los “coños” de nuestras parejas con nuestros juguetes atados bien prietos, cuidando sus esfínteres y sin escatimarles placer con nuestras manos y lenguas. Conseguimos que todos se corriesen, aunque no todas nosotras logramos un orgasmo. La situación no favorecía la reciprocidad. Moncho dio muestras especialmente visibles de su placer al ser enculado, lo que sin duda Clara apuntó con letras de molde en su más que consciente inconsciente.
Llegados a ese punto, nos fuimos quitando los arneses. El juego había sido divertido, placentero y morboso, pero todas y creo que casi todos… queríamos follar de verdad.
Clara le sugirió a la que sin duda era la más guarra, Ulva, que se estirase en la plataforma central para que todos pudiésemos ver y participar en el espectáculo. Llamó a su pupilo Andy y le propuso:
Cariño, hoy vas a aprender algo que podrás practicar con muy pocas mujeres. Vas a hacerle a Ulva un fisting a dos manos por el coño y si quieres, también por el ano.
Abretelo, guarra, le dijo a ella.
Ella pinzó con el índice y el pulgar de ambas manos sus labios menores y metiéndose el resto de los dedos dentro, hizo fuerza hacia los lados, dejando un hueco ancho y profundo. ¡Creo que se le podía ver el útero sin el menor esfuerzo!
- Ven precioso, fuérzamelo hasta que no puedas meterme nada más. Soy una mujer muy especial y vas a hacer que me corra dilatándome el chumino y el ano hasta donde nunca has visto. ¡Ni siquiera en esas pelis porno que seguro que miras mientras te pajeas!
Sin duda, subestimamos a Andy. En vez de ir corriendo a trabajar a Ulva, la miró, Se acercó parsimoniosamente y pidiéndole que forzase al máximo la abertura con sus propias manos, lo examinó detenidamente y sentenció:
- Stein, me hace falta tu experiencia y conocimientos. Quiero que fuerces tanto como puedas los dos orificios de tu mujer. Los quiero ver tan grandes y distendidos que le quepa… un extintor?. Cuando la tengas preparada me avisas, que mientras quiero que me la coma Adela.
Todos, excepto Stein y Ulva, nos quedamos con la cara traspuesta. ¡Joder con el novato!. Ellos con lo que se quedaron, fue con una cara de vicio brutal ante la propuesta de Andy. Stein se marchó corriendo al bolso de su mujer y extrajo un tarro negro de gran tamaño en el que se podía leer: “Eros Fisting gel slide X”. ¡Claro que necesitaba un bolso king size! Es que esos alemanes son tan organizados...
Realmente, nuestro amigo y su mujer tenían práctica en esos menesteres. En menos tiempo que el que tardó en levantársele la polla a nuestro Monchito, Stein tenía sus dos manos dentro del coño de su mujer. Siguió haciendo fuerza lateral con ellas, para ampliar todavía más el agujero. Andy le pidió entonces que cambiase al ano y que se dejase de mariconadas, que quería ver un agujero mucho mayor que el que había abierto en su vagina. Cuando lo consiguió, Ulva ya se había corrido al menos dos veces. Stein, se giró hacia Andy y cayéndosele baba de felicidad, le dijo:
- Mira, ya tienes sus dos orificios a tu disposición. ¿Quieres continuar tu? Creo que todavía se pueden abrir un poco más. En el coño ya no le has de poner más lubricante, con el orgasmo, lo tiene a rebosar de sus propios jugos.
Andy, ni le contestó. Se dirigió hacia una de las bandejas de fruta y cogió con decisión la papaya del centro. ¡Qué casualidad, había ido directo a la bandeja que tenía la más grande! Desandó lo andado y plantándose delante del distendido coño de Ulva, siguió dando órdenes mientras le apoyaba la cabeza de la fruta en los labios de su vagina y rotándola, la empujaba a dos manos en tan flexible cueva:
- Noe, coge otra papaya bien grande y tráela, quiero ver si eres capaz de metérsela por el culo sin que yo saque la mía de su coño. Tú, Stein, ve a comerle la polla a Moncho, que necesita alguien que le ponga en su lugar. Adela, pídeles a Clara y Pere que te hagan gozar hasta que ya no puedas decir ni basta. Son unos hermanos muy compenetrados. Además, los has visto crecer y estoy seguro que eso te proporcionará un morbo adicional y, por lo que he oído a Anna, mañana seguro que se van a follar a tu hija y así sabrás anticipadamente lo que va a sentir.
Noe y Andy, no consiguieron mantener introducidos los dos frutos a la vez en los orificios de Ulva. Como eran frutos maduros, con la presión y los manejos a los que los sometieron, iban rompiéndose al comprimirlos en sus improvisados estuches. Muy especialmente, la que Andy forzó a entrar en su coño, ya que el frescor y textura de la fruta, junto con la tensión en las paredes vaginales, hizo que Ulva se corriese de forma exagerada. Al contraer los músculos pélvicos con el orgasmo, trituró la fruta. La rica pulpa, mezclada con los flujos que emanaban sin descanso de su coño, creó un cóctel delicioso.
Él lo extraía de sus profundidades, utilizando sus dos manos cual cucharón y lo iba repartiendo entre todos. Los últimos lo tomamos directamente de la fuente, aprovechado para lamerle los labios y el clítoris, provocándole así algún que otro nuevo orgasmo. Clara sorbió y sorbió hasta llenarse la boca para luego compartirlo en un descarado morreo con la propia Ulva. Creo que con lo morboso y sucio de la situación, se corrió de nuevo. Los únicos que no participaron del juego, fueron Monchito y Stein. Estaban muy ocupados compartiendo un glamuroso sesentaynueve.
El marido de Ulva, pareció ver nuevas posibilidades a su recién conocido amigo y le llevó hacia ella. Le sugirió que rompiese la papaya que sobresalía de su culo respingón y la sodomizase sin retirar los restos que quedaban dentro. La fruta le ayudaría a mantener una buena fricción. Sin ella, sería difícil correrse sin otros estímulos en el boquete que tenía por culo.
Cuando vio que el ritmo con que Moncho penetraba a su mujer era el adecuado, Stein se dirigió a su retaguardia y le porculizó sin miramientos. Ese no era ese el objetivo final, ya que después de unas embestidas iniciales, cuando consideró que había hecho ya el trabajo previo, sacó su verga y tomando un buen pegote de ungüento del tarro que había utilizado antes para el ano de su mujer, se lo embutió en de Moncho. Tardó media hora, pero le consiguió meter los dedos de sus dos manos. De mucho, no pudo llegar a los extremos de Ulva, pero es que ella lleva años de práctica y además, aunque no lo manifestase, le gusta sufrir a manos de su esposo.
Al verlo Ulva, se giró inmediatamente con una excitación fuera de medida y empezó un morreo sin descanso, acompañado de caricias desordenadas y peticiones en alemán a su marido. Él le iba contestando con un nicht detrás de otro. Es decir, se negaba a realizar sus peticiones. ¡No quiero ni pensar lo que le pedía!
Con todo este ajetreo y con la polla de Stein llenándole el culo con su experiencia acumulada, Moncho se corrió sin remisión. Por suerte, Carla lo vio venir y pudo tomarle su falo a tiempo entre sus labios, para no desperdiciar la eyaculación. Con la boca llena, se giró y con una traviesa sonrisa en sus ojos, compartió el semen con Adela. Ella, no sólo no la rechazó, sino que aprovecharon para jugar con sus lenguas y llevar sus manos a la vulva de la otra. Creo que hasta llegaron a regalarse un suave orgasmo.
Como podéis imaginar, los juegos continuaron un buen rato. Al final, fuimos pasando por las duchas para quitarnos los excesos de encima y nos dimos una baño reconfortante en la piscina. Hacía una noche preciosa. Además al estar muy próximos a la luna llena, todo quedaba envuelto en una sensual luz plateada. Unos lo completamos con una sauna, otros se retiraron directamente. Los únicos que continuaron la fiesta, fueron Ulva y Stein. Les dije que al marcharse, cerrasen la puerta y les dejamos a su aire. ¡Son la ostia! ¡Los mayores y los que más aguantan! Aunque he de decir que a mí, me gusta disfrutar un sexo más gratificante en lo personal, con sentimientos, no sólo físico y casi circense.
Angel, Adela y yo nos encaminamos a nuestra habitación. Nos dormimos enseguida. Al despertarnos, disfrutamos los tres juntos de forma relajada pero muy placentera. Descubrí que nuestra querida Adela era capaz de mantener un orgasmo casi diez minutos y liberar tal cantidad de jugos sexuales que Angel ya no tuvo que tomarse su zumo de naranja para desayunar.
Clara y Monchito se encerraron solos en la habitación de ella. ¡Seguro que tenían asignaturas pendientes! Los otros tres, tomaron un hammam muy juntitos. Al salir, Andy iba en medio de la pareja, pasando un brazo por las desnudas cinturas de mi hijo y su pareja, se fueron hacia su dormitorio. No me contaron nada, pero cuando aparecieron a media mañana en el comedor de la piscina, sus caras eran de felicidad y a la vez, de cansancio…
Después de comer, nos desplazamos lo seis, como una familia unida, a Ses Illetes. Sólo pretendíamos desperezarnos tomando el sol y disfrutando de la playa y el mar cristalino. Andy ya tenía la polla tan morena como el resto del cuerpo, un buen signo de que estaba del todo integrado en el ambiente y de que Clara había cumplido los compromisos adquiridos con sus padres en Canadá.
En la playa, Noe, Clara y Andy acabaron de organizar el viaje discotequero a Eivissa. Pere escuchaba, pero no intervenía. Ellas dos se bastaban y Andy, no se quedaba atrás. Ya habían hablado con Adela para que Maria, su hija, los acompañase. La noche anterior, Adela había compartido sexo con los cuatro, por lo que cuando Andy le dijo que Maria lo pasaría muy bien y no solo en la disco, Adela le lanzo una sonrisa complaciente con pleno conocimiento de causa.
Al final, decidieron coger nuestro barco después de cenar. Así, podrían atracar en la isla vecina sobre la una. Ya habían arreglado que alguien de la discoteca les enviase una furgoneta para llevarles. Además podían dormir en el barco. Clara me pidió si podía decirle a Juani que les acompañase y así tener el barco y el desayuno a punto por la mañana. ¡Para eso sería! Tuve que negarme, ya que con los preparativos de la llegada de los padres de Andy, la necesitábamos en casa.
Su padre intervino para indicarles que estuviesen antes de las seis de la tarde de vuelta a casa sin falta, ya que intuía que había cosas a pactar y preparar para la estancia de Carnie y Paul, los padres de nuestro invitado.
Volvimos pronto, ya que Juani nos llamó. Los padres de Andy y su servicio de seguridad querían programar una videoconferencia con nosotros, para discutir los últimos puntos de su estancia, traslados y las actividades a realizar. Aunque no lo veíamos necesario, quedamos para las ocho, hora local nuestra. A pesar de tener videoconferencia en la casa, le pedimos a Juani comunicarnos sólo por voz, eso que los anglosajones les gusta tanto hacer y llaman “call conference”. No queríamos vestirnos para estar en casa y no era plan que nos viesen despelotados. Vete a saber quien estaría al otro lado. Además, seguro que lo gravaban.
Al llegar a casa, Juani nos esperaba vestida con falda, blusa y una chaqueta formal. Era muy extraño. Solo vernos no dijo en un tono profesional que nunca utilizaba y menos con nosotros:
Anna, Angel, Clara y Andy, os quiero vestidos a las siete treinta. Vais a participar conmigo desde aquí en la primera video a las ocho. Por su parte, en Canadá, estarán Carnie y Paul, George, su jefe de seguridad, Nancy, la asistente personal del matrimonio y el señor Daring, comandante de la flota aérea de su empresa y primer piloto en el viaje. Todos ellos hablan inglés y francés. Nosotros elegimos el idioma.
A las nueve, tendremos una segunda video a cuatro. Por su parte, George y su segundo Nagel Dipointe. Desde la embajada de Canadá en Madrid, participarán el primer secretario y el jefe de seguridad de la cancillería. De Interior, entrarán un general de la guardia civil, un jefazo de la policía y el director general de todavía no se qué. Además, el almirante de la zona marítima y un coronel de la región aérea por parte de Defensa. A nuestro buen comandante de la guarda civil de Eivissa, que es el que de verdad trabaja y en quien sé que puedo confiar, lo iban a ningunear y como los canadienses querían que participase alguien local, en su lugar intentaron que estuviera la delegada del gobierno en Baleares.
¡A tomar por culo! He hecho que desde Canadá les dijesen que querían al comandante Berrugón, porque ya se estaba ocupando a plena satisfacción de su hijo y que ya era suficiente gente. No han tenido más remedio que aceptarlo. Al pobre, me lo hacen ir a Mallorca. Seguro que la delegada y alguien más, estarán mirando su cogote. En España somos así de productivos. Igual que para hacer una zanja: cinco mirando y uno trabajando.
Parece que todos los de aquí que mandan algo, chapurrean francés, pero tres de ellos, de inglés, nada de nada. No es el caso de nuestro comandante, que lo habla la mar de bien. Para joder, he hecho que pidan que la video sea en inglés. ¡Que lo aprendan los políticos que dicen que gobiernan el país, que los demás bien nos hemos tenido que espabilar! Por nuestra parte, aunque es a nivel de los responsables de seguridad, como me has puesto los galones hace muy poco, me gustaría que me acompañases, Angel.
La verdad es que Juani me sorprendía cada vez más. Desde siempre ha sido muy buena en su trabajo, inteligente y discreta, pero cada vez descubro en ella nuevas virtudes, sin hablar de las de tinte sexual... Sus palabras desprendían una notable capacidad de coordinación con curtidos responsables de diferentes áreas y culturas. Además, había conseguido que todos hiciesen lo que ella quería y como lo quería, sin significarse, premiando a unos y castigando a otros con una envidiable sutileza. ¡ Chapeau !
La conferencia, resultó chocante por las dimensiones que estaba adquiriendo lo que en principio era un viaje familiar vacacional. Me estaba dando cuenta por momentos del peso y relevancia que tenía a nivel global la empresa del padre de Andy. Sus intereses, movilizaban gobiernos a un nivel muy alto. Nada de eso sorprendió a Angel. Creo que sin decirme nada había hecho sus deberes con anterioridad.
En lo práctico, Juani me volvió a maravillar. Como nosotros éramos los anfitriones, ella desarrolló el orden del día de la reunión, repartió la palabra y remarcó las conclusiones de cada punto, pidiendo la conformidad a todos antes de darlo por cerrado. Yo no podía haberlo hecho mejor en el comité de dirección de mi compañía.
A las ocho, de común acuerdo, convinimos en que el personal de seguridad de los canadienses no residiría en nuestra casa. Al ser Formentera una isla tan pequeña y fácil de controlar, nadie veía necesario un plan específico para las fuerzas de seguridad locales. Únicamente solicitaríamos que los efectivos locales estuviesen más atentos, se estableciese un único punto de coordinación y como mucho, enviasen un par de personas sénior de los servicios de información a la zona. En playas y espacios similares, lejos, lejos y del barco, más lejos todavía.
Respecto a la agenda, nos desconcertaron un poco, ya que nos comunicaron que el sábado tenían prevista una cena en París, a la que estábamos invitados. Volveríamos a última hora de la madrugada, a menos que nosotros tuviésemos interés en quedarnos en la ciudad el domingo. Por lo demás, preveían llegar al aeropuerto de Eivissa sobre las diez de la mañana. Les propusimos ir a Formentera en nuestro barco, como hicimos con su hijo.
De la siguiente videoconferencia, mejor no hablar. La conclusión, para frustración de más de uno, fue que nos dejasen en paz, que el comandante Berrugón coordinase con nuestro experimentado personal de seguridad y no nos tocasen lo que no suena. Los de la embajada lo forzaron, seguro que por indicación de Paul. No sé que se traía Juani con el comandante y el jefe de seguridad canadiense, pero el buen rollo y la confianza mutua eran evidentes.
Angel y yo estábamos en nuestra habitación antes de la cena. Yo le acariciaba los huevos y él a mí el pecho, mientras comentábamos lo que podíamos hacer estos días, cuando sonó su móvil.
Era el ministro del interior, un hombre amable, cuyo principal mérito ha sido ser siempre fiel al aparato de los diferentes partidos en que ha militado. Su superpertenencia a la obra, también le ha sido de ayuda. Aunque piense que la principal tarea de los de su tierra de adopción, es contribuir holgadamente a pagar su salario, y el de otros muchos como él, como vienen haciendo desde hace unos cuantos siglos, eso no le privó usar la lengua vernácula de mi marido.
Le llamaba para rogarle encarecidamente que le transmitiese al señor Paul Bolodrè que él, el ministro, estaba día y noche a su disposición, por si surgía algún problema o bien necesitase algo. Para ello, me facilitó el contacto de su asistente… ¡Los políticos, son tan serviles con los poderosos, como insensibles con los que realmente necesitan el amparo de la Administración!
Pasadas las diez, tal como habíamos quedado, llegó Maria, preciosa y sexy a rabiar. Cenamos todos juntos. Le pedí a Adela, Juani y Javi que nos acompañasen. Íbamos a tener unos días inolvidables, pero también complicados para ellos. Además al tener a María invitada, me pareció que lo adecuado era que su madre también estuviese con nosotros.
Los jóvenes cenaron deprisa. En cuanto acabaron, Javi les acompaño al puerto. Inmediatamente soltaron amarras rumbo a la pitiusa mayor. Nosotros pasamos una noche tranquila. Ni tan sólo eché un mal polvo con mi marido.
Atracaron en la Marina Botafoch de Eivissa, donde compartíamos un amarre con unos amigos. Durante el trayecto, aprovecharon para explicar a Maria y Andy las intenciones que llevaban y ponerles al día sobre cómo desenvolverse para sacar lo mejor de la noche discotequera.
- Finalmente, iremos a Amnesia, les informó Clara. Tal vez no sea la que más me gusta a mí, pero sin duda es, hoy por hoy, la más cool y espectacular de la isla. Tiene los mejores DJ residentes y como es del grupo Matinée y tengo muy buena relación con uno de los socios, nos tratarán como a los VIP más vipeados.
Noe, entrando en trapos, les informó:
Chicas, yo me voy a cambiar.
He traído un short elástico de marinerita. Es de hace años, pero creo que aunque me marque los pelos que no tengo, me cabrá. Me he cambiado las bolitas del piercing del clítoris por una joya más grande para que se me note bien. ¡Seguro que pongo cachondos a los tíos cuando me den un primer repaso! Arriba un top fácil de quitar para la fiesta de espuma. Además, vuestra madre me ha dejado maquillaje para el coño y los pezones.
Maria, ven a ver qué tono me queda mejor.
Cuando bajó Noe, Clara y María también entraron al interior del barco para arreglarse. Las dos últimas, cogieron las bolsas que traían y dejándolas en los asientos del salón, encendieron todas las luces y se desnudaron.
Noe abrió el lujoso estuche lacado con ideogramas japoneses que guardaba el maquillaje íntimo que yo le había dejado. Enseñándole su contenido, le dijo a Maria:
- ¿Que tono crees que me irá mejor para mi coño? En los pezones y los morritos, me pondré el mismo color.
Para que pudiese opinar con criterio, se abrió completamente de piernas y separó sus labios vaginales con el pulgar y el dedo medio de su mano derecha.
En un primer momento, la cara de Maria se tiñó de rojo, pero reaccionó rápidamente. Pasó suavemente los dedos por sus marcados labios menores, mientras le acariciaba el piercing con el pulgar. La miró profundamente a los ojos y con una media sonrisa le dijo:
Todavía no te conozco a fondo como para tener en cuenta tus gustos, Noe, pero viendo tu sonrosada almeja y que la joya que llevas parece de titanio azulado, creo que éste tono azul noche te quedará muy bien. Además, va a resaltar una pasada con las luces ultravioladas que usan en la discoteca, al menos en la boquita…
Ayúdame cariño. Tú puedes ver mejor allí abajo. Límpiame y sécame primero, que me estoy poniendo burra y me está rezumando el coñito.
Maria la volvió a mirar sonriendo. Guardó la toallita húmeda que acababa de coger, se puso en cuclillas y empezó a lamerle es coño con su lengua y a sorberle los jugos que destilaba. Cuando vio que Noe se estaba poniendo demasiado contenta, paró. Tomó un pañuelo de celulosa y le secó la vulva y los labios vaginales. Le extendió el maquillaje y dándole un besito en el capuchón del clítoris, haciéndole titilar el piercing que se lo traspasaba, le dijo:
- Arréglate tu misma los morros y los pezones, ¡no quisiese que te mojaras otra vez!
Clara, mientras tanto, se había puesto un vestido de Wolford sobre su piel desnuda. No era otra cosa que un tubo de fina lana fría. De color negro mate y por su sutil transparencia, más parecía confeccionado para usarse de interior. Obviamente, le marcaba hasta el grano del culo que se quitó el año pasado. Entró en el baño para completarlo con un maquillaje negro humo en párpados y labios. El efecto final era el de una dulce dómina terriblemente sexual.
Cuando Noe acabó con el maquillaje, se puso el top y se embutió, no sin esfuerzo, los microshorts. Completó el conjunto con unas sandalias totalmente planas con cristales en las tiras frontales y del talón.
Vamos a ver que hacemos contigo, le dijo a Maria. ¿has traído más ropa?
No, pensaba ir así. La que he traído, son camisetas y shorts para ir mañana en el barco y un bikini por si nos bañamos o tomamos el sol. ¿No voy bien?
Estás preciosa, Maria, le respondió Noe. Solo era para ver si querías ponerte otra cosa, pero con esta faldita y la camiseta que llevas vas a romper. Solo vamos a hacer una par de toques: Tanga fuera. Sin bragas, es más fácil enseñar el chumino a los que quieren verlo. Además, esas tetas que tienes, merecen protagonizar las miradas y como con las fiestas de espuma y meneos semejantes, siempre pierde una el sujetador, ¡mejor no ponerse!
Ahora pasemos al tema maquillaje. Venga desnúdate. Te voy a dejar un coño y unas tetas que van a dejar pasmados hasta a mis amigos gays.
Riéndose, Maria dejó toda su ropa en el banco y, como Noe, abrió las piernas y los labios del coño. Noe decidió darles el mismo tratamiento que Maria le había dado a ella. La puso espatarrada en la mesa, se sentó en el banco y empezó a comerle el coño, digo, a recogerle las humedades. A diferencia de María, Noe no terminó de jugar con su sexo hasta que ella se corrió entre lengüetazos bien dados y dedos que sabían muy bien donde acariciar. ¡Poco tardó!
Se besaron y Noe aprovechó la desnudez de Maria para recorrerle el cuerpo con sutiles caricias. Clara acompañó el tratamiento, pinzándole los pezones entre sus dedos.
Volviendo a la faena, le secó el chochete, lleno de saliva de una y jugos sexuales de la otra y las tetas, bien chupadas. Le maquilló sus intimidades de un color plateado fosforescente, diciéndole que con ese maquillaje, no podía hacer otra cosa que mostrarlo. Se rieron las tres y Maria se puso de nuevo su breve falda y la prieta y escotada camiseta. Realmente, sin sujetador le quedaba mucho mejor. Tenía unos pechos preciosos: voluminosos pero firmes, redondos y muy compensados.
Salieron las tres a cubierta justo cuando estaban entrando en puerto. Los tres chicos les lanzaron un silbido propio de los más experimentados albañiles en pleno horario laboral. Andy añadió:
- Estáis preciosas las tres. ¡Vais tan sexys que vamos a tener problemas para contener a los moscardones!
Acabaron de atracar. La van de cortesía de la discoteca ya les estaba esperando. Ellos bajaron al interior y en dos minutos volvieron a salir cambiados. No pensaron mucho. Con pantalones y una camisa o polo bastaba. Uno con náuticas y el segundo con unas falsas deportivas de una conocida marca de culto.
Los pantalones de Pere, eran de fino lino blanco desestructurado. Estaba segura que se los había puesto expresamente para que mojados, como seguro que acabarían, transparentasen sin ambigüedades su pollón. ¡Es que mi hijo es un exhibicionista al que su mujer estimula todavía más!
Llegaron a Amnesia. Entraron directamente por una de las dos discretas puertas VIP y pasaron al área reservada. Las ventajas de tener bula. Sentados y con una copa en la mano, empezaron a catar el ambiente. Andy se quedó sorprendido. A pesar de haber viajado por muchos sitios y conocer los mejores locales de NY y California, nunca había visto nada igual. Aquello era un desmadre a gran escala, pero con todo organizado. Un macroespectáculo cada noche.
Esa noche, estaban acompañados en su elitista área reservada, por un par de famosillas televisivas, gente del mundo del futbol, algún que otro político de vacaciones pagadas por algún constructor o entre todos nosotros, que al final es lo mismo y un globalmente conocido jugador de básquet de la NBA, acompañado de su séquito, entre otros personajes. Obviamente, en todo hay clases. El jugador NBA, estaba en la cresta y cuando Andy le llamó y él le saludó efusivamente, vino hacia nosotros, encajaron al estilo americano y nos invitó a unirnos a su grupo, el resto de mortales, nos miraron con envidia.
Parece ser que la empresa del padre de Andy patrocina a su equipo y les invitaron hacía unas semanas a una fiesta en su casa de campo. Nos lo presentó y él crack del básquet hizo lo propio con sus acompañantes, empezando por su esposa, una guapísima mulata de metro ochenta largo, que también conocía a Andy. Clara no le conocía personalmente, pero tenían amigos comunes en América y estrecharon lazos rápidamente.
Ellos, y al menos una de ellas, se comían con los ojos a nuestras chicas y más de una de las acompañantes empezaba a tontear con Pere.
Clara intuyó que algo podía pasar y guiñándole el ojito a Chris, la mujer del jugador, se la llevó a los servicios VIP para interrogarla a fondo. Al traspasar la puerta vieron a tres chicas muy jóvenes, vestidas con unos modelitos tan caros como horrendos. Estaban limpiando de polvo la encimera del tocador, usando sus fosas nasales cual aspiradora.
Chris les llamó inmediatamente la atención, explicándoles los problemas que les ocasionaría en su salud y las relaciones. Más tarde le contó a Clara que su hermana hacía dos años que había muerto por sobredosis y estaba muy concienciada. Ellas, la tomaron por idiota y cuando iban a comenzar con otra raya, Chris se les acercó, tiró al lavamanos todo lo blanco que se veía y lo que no se veía, vaciándoles los bolsos hasta encontrárselo.
Las tres chicas se giraron con los ojos inyectados en sangre. Parecía que la iban a coser a patadas y puñetazos. Chris era mucha mujer, pero ellas eran tres, psicóticas y muy, muy cabreadas. Clara iba a pedir ayuda a seguridad, cuando vio como Chris, sin despeinarse y con cuatro gráciles y precisos movimientos, dejó a las tres besando el suelo, totalmente noqueadas.
Sin inmutarse, las continuó sermoneando mientras le explicaba a Clara que no era necesario que se preocupase: De joven, había pasado unos años en las fuerzas especiales de la Navy y no precisamente de asistente. Lo dejó para llegar a ser una conocida modelo, aparte de ser la esposa de uno de los jugadores escogido más veces MPV del All-Star Game de la NBA.
- Chicas, en vez de meteos tanta mierda, que os acabará matando, dedicaos a disfrutar del sexo, que no solo es mucho más placentero y os dejará como nuevas, sino que os mantendrá en forma. Acabó su discurso con una demostración práctica. Fijaos:
Se giró hacia Clara y tomándola entre sus brazos, la besó con pasión. Tiró su vestido hacia abajo, dejándole las tetas al aire y se las empezó a chupar. Clara envió una mano debajo de la falda de Chris y le acarició el chichi, percatándose de que como ella, se había olvidado las bragas en casa.
Entre ambas acorralaron a las tres jóvenes y empezaron a magrearlas a fondo. En un momento, las tenían medio desnudas, aunque les costó más de lo previsto. Los vestiditos tenían más ropa y corchetes que los que suelen ser habituales en el lugar. Además, debajo, llevaban ropa interior tipo abuelita deportista. Cuando las tuvieron desnudas, las “atacaron” sin piedad a base de dedos y lenguas.
La experiencia es un grado y en menos de cinco minutos consiguieron que dos de ellas se corriesen entre gemidos. Pidieron a las dos que ya habían disfrutado de su orgasmo que las ayudasen con la tercera. Una se apuntó en seguida, la otra, con la cara más roja que los granos de una granada madura, se lo miraba balbuceando:
- Caro, esto no está bien. ¿Qué nos dirán en casa si se enteran?. ¿Y si se le rompemos el virgo sin querer?
Pero mientras hacía esas reflexiones, alargó la mano a las tetas de su amiga y empezó a acariciarlas. Nuestra hija y su compañera, pasaron a la acción. Se agacharon y cogiendo un cachete cada una del culo de la que no había gozado, le comieron el coño a dos lenguas mientras jugaban con sus dedos en la puerta trasera. Cuando Chris le estaba introduciendo su dedo más listo en el chocho, se dio cuenta que tenía el himen intacto y exclamó:
- My god! The only virgin in this den!
La compañera de tan raro espécimen femenino, mostrando un excelente dominio del inglés, la sacó de su error.
- Perdone, señora, no sé si hay más vírgenes en este antro, como usted lo llama, pero al menos nosotras tres somos vírgenes.
Caro, la tercera en discordia, con vocecilla de no haber roto nunca un plato, la sacó de su error:
- Habla por ti y por Cuca. Mi novio hace más de seis meses que me la mete. No os lo he dicho, porque con lo mojigatas y lengüilargas que sois, mis padres y las monjas ya estarían al caso. ¡No sabéis lo que os perdéis! Aunque por los gemidos que he escuchado, a lo mejor, entre vosotras ya os apañáis.
Así son muchos de esas hijas e hijos pijos de familias reaccionarias: falsamente atados con cabo grueso, reprimidos, celosos en guardar las apariencias e hipócritas. Con una doble moral en muchos aspectos de la ética personal, en especial, en aquellos que tienen que ver con el sexo.
Parece que entre Clara y Chris las convencieron de que un buen revolcón, no podía darles más que placer y acabar con sus cuerpos relajados y revitalizados. Siendo cuidadosas, sin duda era mucho más saludable que un viaje con mal retorno o una resaca de dos días. Para que quedase claro, se lo montaron entre las cinco en el pulcro lavabo de diseño. Al final, fueron siete, ya que entraron dos chicas japonesas y las dos con experiencia, no dudaron en invitarlas a la fiesta.
Las cinco acabaron su fiesta particular ya como amigas. Clara le preguntó a Chris si quería compartír a su hombre. La risa que le dedicó, ofrecía pocas dudas, aunque poniéndose seria le hizo dos advertencias:
- Primero, queramos o no, somos celebrities. Él es un ídolo para muchos jóvenes y ya conoces la doble moral de nuestro país. La prensa carroñera nos podría llevar al infierno. ¿Podrás garantizarnos absoluta discreción? Por otro lado, tus ojos me dicen que quieres incluir a nuestras nuevas amigas en la fiesta. Él tiene una herramienta a la que incluso a mí me ha costado adaptarme. Todavía hoy no ha conseguido darme por el culo. No creo que sea el más indicado para desvirgarlas. Además, me da miedo que se llegase a saber. Demasiada gente desconocida. ¡Vete a saber quiénes sean los padres de alguna de las tres!
Convinieron que al salir de la discoteca, los tres irían a pasar un rato agradable en el loft que la pareja había alquilado en la ciudadela alta de Eivissa. Por otro lado, Clara convenció a las tres chicas para que pasaran la noche en el barco con Andy. Ya tenía la experiencia suficiente y era tan duro, como dulce. No dudaba de que le convencería. Sería una cita a ciegas. Ni le conocían todavía, aunque al decirles Clara que era su amante y que no haría nada que ellas no quisiesen, las acabó de convencer.
Clara vio claro desde que llegaron que Maria, Noe y Pedro pasarían la noche juntos. Como al menos unas horas todos compartirían el barco… algo pensaría para que la fiesta pasase de un cuatro más tres a un siete completo, ocho cuando ella llegase… Esta noche se sentía una celestina perversa.
Sólo os diré que a las seis de la mañana, en el barco, no quedaba ni una virgen. A Caro, la más lista y golfa de las tres, le había parecido más que bien que Andy le estrenase el ojete, ya que por delante no tenía nada que desvirgar. A las siete, Maria se sentía una mujer nueva y plena. Había descubierto lo que es gozar de verdad del sexo con un hombre, con una mujer y… con un hombre y una mujer. Descubrió que no siendo egoísta, es como se obtiene lo mejor para uno mismo: cuando la finalidad no es obtener el propio placer sin más, sino sobre todo, proporcionárselo a los demás.
A las ocho un chofer trajo a Clara de su particular orgía. Había sorprendido a Chris gratamente. A pesar de que su hombre tenía un pollón enorme, bastante más grueso que el de su hermano, que tan bien conocía, la penetró tanto por delante como por detrás sin grandes problemas. Las íntimas caricias que se intercambiaron entre las ellas y con él, les llevaron a compartir múltiples orgasmos, lo que les dio una gran complicidad y les abrió las puertas a una duradera amistad.
Como pasado mañana el rey del aro iniciaba una tournée promocional de tres días por Londres, Barcelona y Berlín, Clara le propuso que su mujer se quedase. La invitaría a pasar alguno de los esos días con nosotros. Le prometió que se la devolvería con el culo bien entrenado, preparado para soportar el grueso calibre de su pollón. Le explicó que Iba a pedirle a su padre, a Andy y a su hermano que la enculasen sucesivamente y yo, como experta en esas lides, supervisase el proceso de su dilatación anal. Él lo aplaudió y ella morreó tan fogosamente a mi hija, que Clara dio por aceptada la propuesta.
A las nueve, ya repuesta de los estragos que le habían causado Chris y su jugador de básquet, Clara se unió al resto de ocupantes de nuestro camarote, el más espacioso. Las tres chicas estaban retozando con Maria, Pere y su mujer y Andy. Las pudorosas jovencitas, descubrieron lo que era una desenfadada orgía en toda regla y… les gustó. La melé duró poco: todos estaban agotados y tenían sus mucosas escocidas, aunque, sin duda, fue provechosa para los ocho.
A las diez decidieron dejar el amarre y salir a navegar. Querían pasar el día holgazaneando bajo el sol y bañándose en las paradisíacas aguas de la isla. Las tres nuevas tripulantes llamaron a sus casas. Menuda bronca les cayó. Al final, Clara se puso al teléfono con una madre tras otra y éstas, cuando supieron con quién estaban sus hijas y al oír que pasarían la noche en con nosotros en casa, pues… acabaron por aceptar y les dieron permiso para pasar una segunda noche fuera.
Clara le aseguró a cada una que su hija usaba la misma talla que ella y les dejaría el bikini, algo de ropa y un pijama. Una de ellas hasta le comentó: Mira, así irá más decente, ¡no sabes a veces que bikinis se pone! ¡No conocían nuestras costumbres y menos el desenfreno de nuestra hija! A la vuelta, las chicas no serían nunca más las que conocieron cuando entraron en el baño de la discoteca.
Pere, Andy y Maria, se pusieron una camiseta y pantalones cortos y salieron a cubierta para sacar el velero del puerto y poner rumbo a la isla de S’Espalmador, al final de la playa de Ses Illetes, ya en Formentera. Pensaban fondear en la zona para bañarse y tomar el sol relajadamente en el barco o usar la pequeña neumática para llegar a una de las playas de la isla y estirarse en la arena.
Caro, Cuca y Mery, la tercera de las chicas, salieron del camarote en ropa interior. Preguntaron a Noe y Clara si les podían dejar unos bikinis y unas camisetas. Noe rió con ganas. Señalando sus tetas y pubis desnudos y el de su cuñada, les dijo:
- ¿Veis marcas en nuestra piel? En este barco nadie usa ropa para tomar el sol ni para bañarse. Os vamos a dejar unas camisetas para salir del puerto, pero cuando nos hayamos alejado, todos en pelotas, ¡a disfrutar de la naturaleza!
Clara se puso una de las camisetas del montón que sacó de la cancela de uno de los camarotes de proa, mientras observaba sus caras enrojecer de susto o de vergüenza y les decía:
- ¿Cómo es que usáis esta ropa interior? Parece que vengáis de una clase de Pilates. Venga, quitaos esos ridículos sujetadores y bragas y poneros una camiseta, que subiremos a cubierta para ver la salida de puerto.
Al quitarse el sujetador, dos de ellas mostraron unas tetas preciosas, pero más blancas que la leche. Los culos les iban a la par. Sólo Caro tenía los pechos morenitos, casi parejos con el resto del cuerpo y el pubis con un poco de color. Las tres se arreglaban sus pelitos, pero Mery había ido más allá: tenía el pubis completamente pelón. No me extrañaba que lo llevase así, ya que lucía unos labios preciosos, largos y gruesos, pero cerraditos. En la parte alta, enmarcaban un capuchón muy marcado del que sobresalía un grueso clítoris. Seguro que aunque todavía no lo disfrutase plenamente, era una mujer muy fogosa.
A plena luz, Cuca y Mery miraron con incredulidad el moreno de las tetas y el coño de Caro y le preguntaron escandalizadas cómo era que los tenía así y si su madre lo sabía. Mi hija y Noe, se miraron con cara de incredulidad: a pesar de ser amigas íntimas, no se debían cambiar juntas ni se enseñaban sus tetas o los arreglos de bajos, ¡si todas lo hacemos a su edad! Ella, les contestó, con una voz melosa, pero también desafiante:
- Cuando estamos solas, mi madre y yo en la casa de Ayamonte, subimos a la terraza. Desde allí no nos puede ver nadie y tomamos el sol sin bikini y cuando voy a la playa con mis padres, sin amigas del colegio, hago topless. Además, hace dos semanas, fui a una playa nudista con mi novio y al ver lo felices que estaban todos despelotados, decidimos pasar el día en bolas. Mi madre también pone las tetas al sol si no está con las vuestras y aunque no me lo ha dicho, creo que con papá van a playas nudistas. Nunca lo hemos hablado porque sois como sois, pero después de lo de esta noche, ¡ya no puede haber secretos entre nosotras! Además, Noe y Clara tienen razón: es fantástico tomar el sol y bañarse desnuda.
Caro cogió la única camiseta de tirantes que había entre las del montón que había sacado Clara, se la puso y salió a cubierta. Mery tomó la primera que le vino, pero Cuca rebuscó la más larga que pudo encontrar, se las pusieron y todas subieron a cubierta.
La travesía era corta y las condiciones eran óptimas para un paseo: viento constante y una mar calma. De las tres, excepto Cuca, sus dos amigas fueron las primeras en desprenderse de las camisetas y estirarse a tomar el sol en cuanto se separaron media milla de la costa. Uno tras otro, se fueron quitando la ropa y al cabo de media hora, decidieron quedarse al pairo para tomar el primer baño. Clara se quedó al timón y el resto, excepto Cuca se tiraron al mar para disfrutar del agua.
- Anda ven, dijo Clara a Cuca. Quítate esa camiseta y enséñame ese cuerpo precioso que tienes y no sé por qué quieres esconder.
No sin esfuerzo, se quedó desnuda. Tenía los pezones salidos, duros, mostrando la excitación que sentía al recrearse mirando el cuerpo de mi hija. No le quitaba la vista de su coño y al girarse, acariciaba sus nalgas con la mirada, mientras se mordía el labio inferior. Clara, experimentada, sabía perfectamente lo que quería y hacía años que no se atrevía a buscar. Por ello, lo forzó de una vez por todas:
¿Te ha gustado más que Andy te hiciese el amor por primera vez o que Noe te comiese el chichi y te matase a besos?
Con Andy me lo he pasado muy bien. Ha sido delicado y he gozado mucho. Algunas amigas me habían dicho que la primera vez sólo duele y no lo pasas bien, pero con él ha sido diferente. Me ha dolido un momento cuando he notado que me rompía el himen, pero como al mismo tiempo Noe me besaba y me acariciaba los pechos, casi ni me he enterado. Luego ha sido todo placer. Me ha dado un poco de asco que Noe me comiese mi cosita después de que Andy me la sacase. Seguro que no estaba demasiado limpio, pero me ha encantado y me he corrido como nunca lo había hecho con mis dedos.
Mira, Cuca, lo a que ti te pasa es lo que a mí, eres bisexual. La mayoría lo somos. Nos gustan tanto los chicos como las chicas y, al menos en mi caso, si es juntos, mejor. ¿Por qué renunciar a la mitad de la humanidad? Anda ven aquí y mientras los otros retozan en el agua cómeme el coño. Quiero correrme en tu boca. Yo te guío, ¡te he de ir entrenando para tu nueva vida!
Al subir todos a bordo, decidieron que las tres nuevas amigas necesitaban un curso acelerado de cómo sacar partido a su cuerpo. Hablando claro: de sexo. En verano la zona de fondeo de S’Espalmador es un hervidero de barcos y follar bajo el sol de cubierta es más divertido que hacerlo en el interior. Como no era cuestión de dar el cante, decidieron que impartirían las clases y sobre todo, las prácticas, mientras navegaban dando largos bordos hacia su destino.
Maria les dio una primera lección magistral en el arte de la felación, usando indistintamente a Pere y a Andy para las prácticas. Clara y Noe, les mostraron como comerse un coño de manera provechosa, tanto para la que aporta lengua, como la que aporta coño. El arte del sesentaynueve lésbico ya no tendría secretos para ellas. Las tres lo practicaron formando un perfecto triangulo equilátero. Tres orgasmos probaron que habían sabido sacar provecho de las lecciones. El de Cuca, fue de órdago. En pleno éxtasis, hizo atragantarse a su comedora y mordió el clítoris de la comida. A ellas, en vez de desincentivarlas, las ayudó a incrementar el nivel de su propio clímax.
A continuación, María decidió que también debían aprender a degustar los jugos de los chicos. Noe le propuso que, para aprovechar mejor el tiempo y hacer dos ejercicios a la vez, rebañasen a golpe de lengua la leche de los chicos de una de oquedad femenina en la que acabasen de eyacular. Como ellas tres hasta el momento no tomaban precauciones, Maria sugirió que fuese en su coño (todo lo referente a la participación del culo en el placer sexual, lo dejaron para un curso más avanzado).
Maria se marcó un polvazo antológico vaciando los huevos de los chicos en su vagina. Se corrió dos veces, con lo que no hizo un feo a ninguno de los dos. Con la degustación a tres lenguas del cóctel resultante, no pudo cuadrar el balance con la misma pulcritud: ¡le regalaron cinco orgasmos brutales! Andy y Pere aprovecharon la paz posteyaculatoria para trabajar alternativamente los clítoris y las tetas a las tres chicas. Ellas, entre una cosa y la otra, se corrieron muy a gusto y les recompensaron sus esfuerzos con unos húmedos besos, en los que intercambiaron fluidos de todos los participantes de la clase práctica.
Entre lecciones y sobre todo, prácticas concienzudas, llegaron al lugar previsto y fondearon. Se bañaron, tomaron el sol y descansaron. Sobre todo ellos, estaban agotados: eran sólo dos y ellas seis.
Sobre las tres, comieron un rissotto marinero. Con los congelados de emergencia que siempre hay en el barco, un caldo de pescado Aneto de brick y un fantástico arroz Acquerello, Maria cocinó en un plis plas un plato excelente. Había heredado algunas virtudes de su madre, más allá de las que había demostrado durante la noche…
Pere llamó a nuestra casa para avisar a Javi de que les podía recoger en el puerto en una hora. También habló conmigo para explicarme las novedades: seríamos tres más a cenar y a dormir. Como él ya suponía, se lo recriminé, ya que a la mañana llegaban los padres de Andy de Canadá y teníamos un montón de cosas que preparar. Más cuando supe que eran tres adolescentes pijas de las que ni la familia conocíamos. El sólo me respondió:
Habla con Clara. Ya la conoces, nos las envió al barco mientras ella se fue a compartir la cama con un simpático gigantón de la NBA y su mujer. Pero nos lo hemos pasado bien juntos. Sólo decirte que llegaron dos de ellas vírgenes y vamos a devolverles tres mujeres. Hemos quedado que las dejamos en puerto al llegar y alguien de sus familias pasará a recogerlas.
Bien, dejémoslo. Seguro que se irán contentas. Oye, ¿ Maria se lo ha pasado bien?.
Mamá, Maria es un diez. Es tan caliente como descubrimos que es su madre, pero más desinhibida. Alocada y responsable para todo, también en el sexo. De verdad, a todos nos ha encantado compartir la noche con ella y creo que a ella más con nosotros. No sé qué amigos tiene, pero le hemos descubierto otra manera de darse y compartir. Andy seguro que estará muy contento si la invitamos otro día. Ya te contaré con más detalle o, mejor, queda con ella para una conversación de mujer a mujer.
La noche transcurrió tranquila, eso sí con algún sobresalto para las tres chicas invitadas. Les recibimos con atuendo veraniego y les presenté a Angel y a nuestros asistentes, Adela y Juani puesto que a Javi ya le conocían.
El primer susto vino cuando Maria saludó con un sonoro beso a Adela , diciéndole que se lo había pasado mejor que nunca con sus amigos, pero que había follado tanto, que tenía el coño y el culo escocidos y se iría a casa con ella a descansar. Clara les aclaró la razón de tanta familiaridad: era su madre. Esa revelación, todavía las dejó más traspuestas, imaginándose las consecuencias que les acarrearía esa conversación con sus propias madres.
El segundo sobresalto, les afectó en propia carne. Después de las presentaciones, las acompañaron a tomar una ducha para quitarse la sal y luego darse un remojón en la piscina. Quedaron gratamente impresionadas con la zona de la piscina y las pérgolas del jardín. Iban a pedir prestada ropa de baño y vieron que todos, incluidos nosotros, nos desprendíamos de la ropa que llevábamos. Se miraron entre ellas. Caro se encogió de hombros y se quitó la camiseta y las bragazas que llevaba. Las otras dos la siguieron, aunque a Cuca, la vi bastante cohibida. Ya hablaría yo con ella más tarde.
Nosotros dos nos estiramos en las hamacas y todos los que llegaban del barco fueron a ducharse. Luego se bañaron, aprovechando para jugar a juegos no muy inocentes. Las tres adolescentes, nos miraban continuamente, creo que para ver si nos dábamos cuenta de lo que pasaba. Caro era la excepción: me miraba directamente a los ojos, como pidiendo mi aprobación cuando, por ejemplo, cogía la polla de mi hijo bajo el agua o se dejaba meter un par de dedos.
Al acabar los chapoteos, la mayoría se estiraron a secarse en las hamacas y solo Maria, Caro y Andy decidieron tomar una sauna. Cuando salieron, más rojos que un tomate, se tiraron de nuevo a la piscina y al salir se unieron a nosotros. Al cabo de algunos minutos, Adela nos indicó que la cena estaba a punto.
Hacía una noche preciosa, muy cálida y ligeramente húmeda y si no hubieran venido ellas, seguro que todos optaríamos por cenar desnudos en la mesa de la pérgola del jardín. Con ellas, yo había previsto que nos pusiéramos al menos una camiseta para no incomodarlas.
La sorpresa final, la que les generó el desconcierto suficiente para que todo lo que viniese a continuación les diese igual, se produjo cuando le pidieron a Clara que les prestase algo para vestirse para la cena. Clara no opinaba lo mismo que yo y me dijo:
- Supongo que con una noche como ésta, no hace falta que nos vistamos ¿verdad mamá?.
Sin esperar mi contestación y ante las afirmaciones con la cabeza que hacían todos los de la casa y afines, liderados por Maria y mi esposo, Clara forzó la situación y dirigiéndose a las tres, les indicó mientras les acariciaba una nalga, un muslo o un pecho:
- Ya veis que en casa, siempre que el tiempo y los acompañantes nos lo permiten, no acostumbramos a usar demasiada ropa. Como hace un tiempo esplendido y vosotras ya sois de confianza, podemos cenar todos desnudos. ¡Veréis que agradable es en una noche como la de hoy! Además, tenéis que completar vuestra formación.
Javi reía por lo bajo viendo las caras de las chicas, mientras nos daba una toalla a cada uno para poner en nuestra silla. Noe acabó de completar el rojo de las mejillas de Cuca al comentar:
- Aparte de que siempre son necesarias por higiene, así no mancharéis las sillas con vuestros jugos. Seguro que las caricias de algún compañero libidinoso harán que se os moje el coño durante la cena. Imaginad que luego a la madre de mi chico, Anna, se le empapase el chocho con vuestro flujo. ¡A lo mejor, hasta se corre del gusto!
No voy a entrar en más detalles. Las tres chicas se fueron integrando en el grupo y sus prácticas. Después de la cena, todos menos nosotros dos y Clara se fueron a jugar a un juego de naipes con apuestas. Si no entendí mal, el pago de las apuestas se dejaba para la noche, en la cama que le correspondiese a cada uno según los resultados.
No quise preguntar, pero estoy segura que las tres invitadas noveles, esa noche vivieron suficientes experiencias para olvidarse de los prejuicios de por vida, o hacerse un millar de pajas, según lo sincera que cada una quisiera ser consigo misma. Sólo les dije a todos que mañana el desayuno era a las siete y salíamos hacia el puerto a las siete y media.
Clara, Angel y yo nos reunimos con Adela, Juani y Javi para preparar los detalles de la estancia de los padre de Andy. El apartado de la seguridad era complejo y un rompecabezas diplomático. Suerte que Juani lo tenía perfectamente controlado. Las comidas y los gustos personales de nuestros invitados, los dominaba Adela, que ya había hablado unas cuantas veces con Nancy, la asistente personal del matrimonio canadiense. Lo referente a la logística de los viajes, lo había tratado directamente Angel con el primer piloto y el propio Paul.
Con los deberes hechos, nos fuimos a dormir. Al despedirnos, Clara pidió a su padre si podía dormir con nosotros. Después de la ajetreada noche pasada y a la espera de las que vendrán, a mi niña le apetecía una noche de sexo tranquilo y cercano, con sus padres. A mí, la verdad, es que despertarme acariciando a Clara, mientras ella me da un buen repaso al chochete, también me atraía y más si su padre la penetra con dulzura mientras le exprime los pezones, hasta el borde del dolor, como le gusta a ella.
Duchados y desayunados, Javi nos llevó a los seis y a tres dormidas adolescentes al puerto de Sant Francesc. Allí recogimos a Juani y partimos hacia Eivissa de nuevo. A nuestras tres ninfas, las recogerían nada más llegar a puerto. La verdad es que no las reconocía. Dos de ellas, con sus conjuntos de lencería deportiva y los vestidos de verano más recatados que habían encontrado en nuestros armarios, no se parecían en nada a las alocadas jóvenes desnudas de anoche. ¡Cuánta hipocresía iban a vivir!
Como intuía, Caro se disponía a salir del nido opresor: había aceptado que Noe le prestase un bonito vestido de fino lino con tirantes cruzados a la espalda y un generoso escote cuadrado. Al verme, me dio un piquito y se levantó el vestido para enseñarme que había sustituido las bragas deportivas por un mínimo tanga. Lo complementó ahuecando el escote y mostrándome libres sus preciosos pechos. A boca de oreja me susurró:
- Anna, tu hija y vosotros me habéis enseñado a ser libre. ¡Hasta ayer era más mojigata que mi madre! Esta noche la he pasado follando con Andy y Maria. No sólo no me arrepiento, sino que quiero volver a estar con ellos.
Le devolví el beso y le acaricié las tetas por encima del vestido, mientras le decía que disfrutase de su cuerpo con libertad, pero sin coartar la de los demás y que confiase más en su madre. Además le sugerí, riendo, que si lo creía razonable, la próxima semana le podía dar mi teléfono a su madre y a tal vez podíamos quedar un día.
Atracamos en Eivissa y empezó el follón. Nos esperaba un montón de gente, o mejor, dos.
Por un lado, una madre, un hermano y un padre de nuestras tres invitadas. De los dos hombres, mejor no hablar. Nos dieron unas gracias obligadas, por cuidar a las niñas y echándoles un rapapolvo de aquí te espero, por lo que habían hecho y sobretodo… ¡por tener que ir tan temprano a recogerlas estando en vacaciones!
La madre de Caro, actuó muy diferente. Primero dejó que ella me presentase. Lo hizo como Anna, la madre de la chica que les había invitado en la discoteca. Me saludo con dos besos y enseguida felicitó a su hija por lo bonita que estaba, aunque no dejó de remarcarle las ojeras que tenía… Después le preguntó si se lo había pasado bien y ella, mirándome a mí, le dijo bajito:
- Clara, la hija de Anna, nos pilló esnifando un poco de coca que nos había vendido un desgraciado que conocemos del colegio. Junto con una amiga suya, nos la hicieron tirar y nos dijeron que cambiásemos los hábitos si queríamos disfrutar de la vida y llegar a viejos. Yo les he hecho caso y esta noche la he pasado follando con ese chico de ahí, señalando a Andy y una chica preciosa amiga suya. Además ayer estuvimos tomado el sol y bañándonos en bolas con ellos y sus amigos y me encantó. Anna me ha dicho que he de confiar más en ti. Espero que no se haya equivocado.
Su madre la tomó por la cintura con ambas manos y la atrajo hacia ella abrazándola. Viendo cómo iban las cosas, me despedí de Caro con un piquito. Iba a dar dos besos a su madre, pero me lo pensé mejor. Le di otro pico. Ella me lo devolvió, pero más húmedo y entonces le dije:
- Tu hija tiene mi teléfono, si os apetece, llámame la próxima semana, que ésta la tenemos muy complicada. Antes de alejarme, acercándome a su oído y pasándole mi mano derecha por la cadera, casi sobándole las nalgas, le añadí: tienes una hija que no solo es preciosa, sino que es toda una mujer, inteligente y muy capaz. Aunque rezume sexo por los cuatro costados, déjala volar, sabrá aterrizar en suelo firme. Si no crees que es meterme donde no me has llamado… te diré que tal vez debieras llevarla a tu ginecólogo. Ella se rió y Caro nos miró intrigada.
El otro grupo que nos esperaba, era mucho más heterogéneo y estaba relacionado con la llegada de Carnie y Paul, los padres de Andy. Extrañamente, lo encabezaba el joven embajador de su país, en mangas de camisa y tejanos, acompañado del responsable de seguridad de la cancillería. También estaba presente el responsable del puesto local de la guardia civil, nuestro comandante Berrugón. Sorpresivamente, Juani se nos adelantó y dándole dos besos, le saludó en primer lugar, con un familiar: hola Jaime.
Les acompañaba el gerente en España de una empresa charter internacional de yates y los dos capitanes de los barcos que habían contratado para el personal de seguridad y la logística.
Fuimos a recibirles al aeropuerto. Viajaban en el jet privado de su empresa, un impresionante Gulfstream G550. Con más de 12.300 Km. de autonomía, era muy adecuado para los más largos vuelos transoceánicos. Nos presentamos en el propio avión.
Cuando Carnie vio al embajador, se lanzó a sus brazos y le dio unos sonoros besos
Vincent, ¡que alegría verte! No esperaba que nos vinieses a recibir tú. Cuanto tiempo sin verte. Ven, ¿conoces a Paul? Y dirigiéndose a su marido, le dijo:
Te presento a Vincent, un buen amigo de la universidad. Entre otras cosas, le has de agradecer que me enseñase alguna de las guarradas que tanto te gusta que te haga en la cama. Te aseguro que ahora me salen tan bien porque entonces practiqué mucho con él.
Al oírla, él se quedó a cuadros: una sola llamada de aquel hombre podía hundir sin remedio su carrera. Pero Paul evaporó la tensión, ofreciéndole un abrazo y dándole las gracias por poder disfrutar de una mujer tan experimentada. Al final, quedaron en hacer una escala en Madrid a la vuelta y cenar las dos parejas. A pesar de la incredulidad de Carnie, él había acabado casándose hacía unos años.
Se abrazaron con Andy. Su madre le acarició la mejilla y le besó los labios sutilmente. Él le acarició el culo por debajo de la falda y le dijo algo que no oí, pero a ella la hizo reír. La caricia fue tan discreta, que sólo nos dimos cuenta su padre y yo. Carla saludó a la pareja con unos disimulados picos en los labios de cada uno y nos los presentó alegremente. Encajadas, besos y miradas cargadas de sensualidad que prometían unos días inolvidables.
El funcionario de aduanas subió detrás nuestro y realizó todos los tramites in situ. Al bajar del avión, nos dirigimos a la sala de autoridades del aeropuerto, donde esperaba el resto de la comitiva.
Angel conocía a casi todos los presentes y tomó el protagonismo para abreviar. No se equivocó al prever un paripé propio de la extinta corte isabelina y ellos habían venido de vacaciones, no para asuntos profesionales. Se los fue presentando a la pareja recién llegada, con la ayuda del embajador canadiense cuando fue necesaria.
Habían ajustado el horario de descanso para minimizar el jet-lag, ya de por sí menor en los vuelos oeste-este y durmieron plácidamente en pijama, o sin él, en la amplísima cama doble de la habitación del propietario del avión. A pesar de ello, se excusaron en el cansancio del vuelo para marcharnos lo antes posible hacia casa.
Nosotros seis y ellos dos, acompañados del embajador, tomamos el minibús de cortesía que había alquilado la embajada y partimos hacia el puerto. Carnie i Paul, sólo habían cogido una breve bolsa de mano. Ya les llevarían el equipaje a casa en la lancha de servicio.
Mientras, Juani, el señor Attabic y nuestro querido comandante, se reunieron en una sala para acabar de coordinar todos los puntos relativos a la seguridad y la logística con las autoridades españolas y canadienses y con los pilotos, conductores y patrones de las dos embarcaciones auxiliares. Cuando estuvieron convencidos de que todo estaba en orden, también se marcharon al puerto para embarcar hacia Formentera en el yate de seguridad.
Cuando íbamos de camino a la Marina Botafoch, donde teníamos atracado el barco, Andy iba contando a sus padres lo que había hecho durante esos días y lo mucho que había disfrutado. Era un chico listo: como estábamos con otra gente, obvió introducir en la conversación cualquier episodio con tintes sexuales, aunque no se cortó en explicar con socarronería la realidad a sus padres:
- Además, he aprovechado a fondo las lecciones que le pedisteis a Clara que me diese durante estos días. Sus padres y unos amigos me han ayudado mucho en las prácticas. Creo que cuando tengamos un rato tranquilo, podré haceros una demostración del buen nivel que he alcanzado.
Mientras les explicaba sus avances, me giré en mi asiento y posé mi mirada en la entrepierna de Paul. Las palabras de su hijo, le habían hecho crecer un bulto más que considerable. Al volver a mi posición, me fijé en los enhiestos pezones de su madre y vi cómo dejaba descuidadamente una mano entre sus muslos, a la vez que se mordía el labio respirando profundamente.
- Cariño, veo que has aprovechado bien tus días de vacaciones en casa de Clara. Seguro que a la vuelta, podrás aplicar esas enseñanzas para triunfar en la vida y participar más intensamente en las actividades familiares, le respondió su padre, entre sonrisas.
Llegamos al Anian III. A Paul le encantó el barco, alabó sus formas y la buena hechura del casco. Además valoró las cualidades del aparellaje y la instrumentación de a bordo como un experto. Se veía que le gustaba la navegar a vela. Vincent bajó con nosotros al salón. Estuvieron recordando viejos tiempos con Carnie, hasta que él tuvo que irse.
Cuando se iban a despedir, ella picó el ojo a su marido, este hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y ella morreó con ganas a Vincent, metiéndole lengua hasta la campanilla y acariciándole la polla por encima del pantalón, delate de todos, le dijo:
- ¡Por los viejos tiempos! Me ha gustado ver que tu cacharro se te mantiene en forma cuando me ves. Anda, dame un beso, que no muerdo y ya ves que a mi hombre, no sólo no le importa que le agradezca a un antiguo amante los servicios prestados, sino que incluso le gusta. Es tan pervertido como tú. Por eso me enamoré de él.
Viendo lo que había, él no se cortó y cogiéndola por el culo, la recostó contra su pecho y se comieron la boca como dos adolescentes. Al acariciarle el culo, se dio cuenta que no llevaba bragas y sorprendido le dijo:
- Faire foutre ! Si has venido desde el avión sin bragas.
- Te equivocas, cariño, le respondió. Hemos venido a pasar unos días desinhibidos en este paraíso. Para no tener que quitármelas tantas veces y como ya me ha bajado la regla este mes, no me he traído ropa interior, ni puesta, ni en la maleta. Ya ves, ¡en Madrid tendré que cenar con tu mujer sin bragas! Anda, vete, Vincent, que perderás el avión.
Dirigiéndose a nosotros, nos dio su móvil y nos pidió que si necesitábamos cualquier cosa de su país, contactásemos con él sin reservas. Se despidió de todos y volvió al aeropuerto.
Eran casi las doce de la mañana y finalmente, estábamos solos. ¡Ahora sí que empezaban las auténticas vacaciones con nuestros invitados!
Sacamos el barco del puerto y pusimos rumbo sur. Andy nos había sugerido fondear frente a cala Jondal, como hicimos al recogerle a él y llegar a Formentera por la tarde. En cuanto dejamos atrás las boyas de la bocana del puerto, paramos el motor, izamos la mayor y desplegamos el génova. Paul nos ayudó tan entusiasmado que en cuanto nos alejamos de la costa, Pere le pasó la caña, dándole únicamente los consejos propios del conocedor del barco.
Se notaba que a Paul le gustaba el mar. Estuvo explicando a Angel y Pere que ellos tenían un yate de 165 pies y salían a navegar por la costa este americana algunos fines de semana de primavera. Un par de veranos, lo habían hecho trasladar al Caribe y habían pasado unas semanas entre las islas de Sant Martin, Sant Barts y Guadaloupe.
Le gustaba, pero claro, él sólo subía al puente para saludar al capitán Haalmö y su tripulación profesional. Además, por decirlo de alguna manera, quedaban aislados del mar y el viento, no se disfrutaba de la naturaleza y de usar los elementos en propio provecho, como en un velero. En realidad, el barco también era de su empresa y su uso principal no era otro que agasajar a clientes y políticos o bien realizar actos sociales y corporativos.
Las chicas y Andy, empezaron a salir a la bañera del barco. Yo me había puesto una camiseta como mi hija y mi nuera. Carnie llevaba el vestido con que había llegado, pero a media escalerilla, se lo sacó con un gesto estudiado y lo tiró al sofá del interior, quedándose tan desnuda como la parieron. Toda su piel ya tenía un ligero tono dorado, muy favorecedor.
- Vengo a tomar el sol, que me hace más falta que a vosotras, nos dijo. ¡Andy, cariño, sal de una vez que necesito que me pongas bronceador!
Su hijo no tardó en salir por la escotilla. Llevaba el tan demandado filtro solar en una mano y dos toallas en la otra. No necesitaba nada más. Salió erguido, mostrando su polla morena y medio morcillona a su madre con orgullo.
Estiró las dos toallas por delante del mástil, en la zona que no cubría la maniobra del génova e invitó a su madre a estirarse. Cuando Carnie estaba bien acomodada de espalda al sol, se puso en horcajadas encima de su culo, escanció una generosa cantidad de crema en sus manos y empezó a esparcirla por la anatomía materna. Lo hacía con maestría. Clara me dijo después que Juani le había dado clases particulares, tomando a mi hija como cuerpo de prácticas.
Cuando se le acabó el cuello y la espalda, le amasó los glúteos con fuerza dosificada, sin descuidar el interior de los muslos y la parte trasera de los prominentes labios vaginales. Tenía un ano muy oscuro y pequeñito, plegado en estrías, como las de un filtro de los que se ponen en las máquinas de café que usan los anglosajones. No se le olvidó poner cremita en esa delicada mucosa. De hecho, un dedo le resbaló y cuando quiso darse cuenta, lo tenía completamente dentro del culo de su madre. Ella, al percatarse, optó por abrirse más de piernas y emitir un suave ronroneo.
El truco no le sirvió de mucho. Andy, como un profesional, le pidió que se diese la vuelta para poder continuar con su delicado trabajo. Al quedar boca arriba, la mirada de Andy quedó fijada en su coño. No era de extrañar. Llevaba el pubis muy coqueto. Únicamente conservaba un círculo de vello, bien delineado encima del capuchón del clítoris, de unos tres dedos de diámetro.
Empezó por sus hombros, cuello y escote. Su madre era muy bella. Tenía unos pechos erguidos, elegantes, no muy grandes y con los pezones pequeñitos, pero prominentes, enmarcados por unas delicadas aureolas oscuras. A continuación tomó sus tetas y les aplicó el protector dándoles suaves giros a su alrededor. Siguió con su barriga, pasó con rapidez por la zona genital y concluyó con un completo masaje en las piernas. Entonces, le separó las piernas y volvió a trabajar su vulva. Con caricias manifiestamente sexuales, concluyó su tratamiento cuando su madre explotó en un orgasmo de escándalo.
¡Cariño, cuanto has aprendido! ¿Quieres que yo te aplique también crema protectora?
No mamá, lo que deseo, es que me comas la polla hasta que me corra en tu boca. Clara me ha dicho que a papá le haces unas mamadas muy buenas.
Carnie se sentó en la toalla, indicó a Andy con la mano que se le acercase y cuando estuvo a su alcance, le tomó de su cipote, bien erecto, con un tamaño, forma y tersura que lo hacían delicioso al paladar. ¡Bien lo sabíamos!. Le aplicó toda su sabiduría en el arte de chupar una polla. Lametones de arriba abajo, juego de lengua alrededor del glande, todo el tallo adentro hasta traspasar la campanilla, el tronco hacia un carrillo y la lengua atacando el otro lado, cambio de lado, afuera y adentro suave, mete saca rápido y con deliciosa presión de los labios…
Su hijo, le agradeció esas atenciones con una brutal eyaculación sobre su lengua, mientras resoplaba con cara de plácida beatitud. Ella quería degustar el esperma de su hijo con calma antes de engullirlo, pero Andy la sorprendió de nuevo. La tomó de la nuca y le estampó un morreo de órdago, en el que intercambiaron leche y saliva, relamiéndose los labios mientras aprovechaban para refregar con las manos de uno los genitales del otro.
Entre tanto, con el espectáculo, Clara, Noe y yo nos pusimos a cien, pero como era su momento, lo respetamos. Poniéndonos cara a ellos dos, con las piernas bien abiertas, nos hicimos un dedito cada una de nosotras. Noe y yo nos corrímos suavemente y mi hija, seguramente con el incentivo del recuerdos de las experiencias vividas con ellos dos, tuvo un orgasmo más violento, consiguiendo incluso que Carnie se desconcentrase en su tarea y la mirase con una sonrisa.
Su padre no perdía ojo de los acontecimientos. Creo que nuestra paja le gustó, pero no tengo ninguna duda: lo que realmente hizo que su mástil se erizase hasta crear una tensión peligrosa en su bragueta, fue ver la desinhibición con que su mujer y su hijo compartían sus cuerpos. Le miré, metí dos dedos en mi chocho, se los ofrecí a la distancia y le lancé un beso.
El viento arreciaba un poco y sugerí a mis compañeros de solárium que era mejor guardar las toallas, calzarnos y ponernos algo encima.
Paul vio la oportunidad de disfrutar de la navegación y les dijo a Angel y Pere si podíamos sacar más partido al barco. ¡Buena la hizo!. Angel se puso a la caña. Como el viento nos entraba por popa, Pere llamó a su hermana, sacaron un spinnaker simétrico y enviaron a Paul a enganchar el tangon al palo mayor. Entre los dos hermanos completaron el complejo montaje de la vela en el tiempo record que permite la práctica y la compenetración con el que gobierna.
Paul vio lo que daba de sí el barco cuando con un viento de entre once y catorce nudos estábamos navegando rozando los ocho. Parecía un niño con zapatos nuevos. Casi todos nos instalamos en la bañera de cubierta, disfrutando del mar y el viento. Sólo Andy y su madre se quedaron en el interior, compartiendo las nuevas posibilidades recién descubiertas de su relación.
Al rolar el viento y tener que ir de ceñida, arriamos spy e izamos un génova con mayor superficie que el original. Apuraron las posibilidades del barco, trimando la mayor todo lo posible y jugando con precisión con la abertura del carro y la escota. Cuando el viento subió unos nudos más, Pere incrementó la tensión del backstay hidráulico, curvando así el palo para aplanar más la mayor y nos envió a todos a hacer banda. Volábamos.
Disfrutamos navegando unas quince millas. Nos plantamos delante de cala Jondal y fondeamos alejados de la costa. Carnie y yo nos quedamos a preparar la comida y el resto, tiraron las ropas que llevaban por doquier y se lanzaron al agua.
Nos habían enviado pescado fresco de la mañana antes de partir. Lo hicimos a la plancha con ajo, perejil y una punta de sal flor de las salinas de la propia isla de Eivissa. Unas buenas ensaladas y fruta completaron el menú.
Cuando acabamos, nos miramos una a la otra y le dije a la madre de Andy:
- Creo que vamos a pasar unos días muy divertidos y gratificantes, ¿no te parece?
Le ayudé a quitarse el cómodo vestido de verano que llevaba, me quité mi camiseta y le acaricié las tetas mientras nos besábamos. Nos acariciamos el cuerpo una a la otra, como para descubrirnos, sin intencionalidad sexual alguna. Le sonreí y le dije:
- Venga preciosa, vamos a darnos un remojón y a llamar al resto, que tengo hambre.
Llamé al resto para que se acercase y cuando el primero ya estaba subiendo a bordo, las dos nos tiramos al mar. Fue sólo un chapuzón, para quitarnos el calor y disfrutar del agua. Llegué la última, después de Pere. Al subir por la escalerilla, le quedaban colgando sus huevos y la impresionante polla que calzaba. No puede evitar darles unas maternales caricias a los unos y a la otra. Se le puso dura y os he de decir que eso me excitó mucho.
Comimos tranquilamente en la mesa exterior. A pesar de su posición y relevancia pública, nuestros invitados eran gente sencilla entre los amigos. Sobre todo, les encantaba poder hacer lo que les viniese en gana, en el anonimato y sin tener que soportar el encorsetamiento a que estaban obligados en sus tierras. ¡Se les notaba que estaban felices con estas mini vacaciones! Disfrutar del sexo con gente cercana e integrar su hijo a su estilo de vida, eran un aliciente perfecto.
Seguimos tan vestidos como salimos del agua y Noe aprovechó su desnudez para flirtear descaradamente con Carnie y Paul. Sentada frente a ellos, mantenía las piernas separadas, mostrando su chumino bien lustrado y el erótico piercing que lo adornaba. Pere enseguida se dio cuenta de la jugada y contribuyó a la provocación acariciando descuidadamente los labies de su mujer. Sin duda, les estaban proponiendo un intercambio para esa noche.
Al acabar la comida, nos dimos otro baño. Nuestra nueva pareja lo aprovechó para ir conociendo a nuestra familia, o mejor dicho, sus cuerpos. Nos dimos una ducha para sacarnos la sal y holgazaneamos un rato. Unas tomando el sol en cubierta y otros marcándose una siesta en los camarotes. Sólo Andy y nuestra hija decidieron que necesitaban un poco de ejercicio y se marcaron un polvo con notables repercusiones acústicas. Creo que Andy quería marcar el camino con sus padres.
Levamos ancla y partimos hacia Formentera. Llegamos a puerto en algo más de una hora. Como ya nos esperaban, llegamos a casa en un momento. Les presentamos a Adela y les enseñamos la casa. Juani se ya había ocupado de que encontrasen ordenado todo el equipaje en su habitación.
Habíamos decidido ofrecerles una cena de bienvenida, con fiesta a continuación para conocernos a fondo, aunque visto lo visto en el barco, creo que más bien sería para entrar en materia… La cena decidí personalmente que fuese elegantemente informal y nos vistiésemos para la ocasión. Todas lo aplaudimos y ellos, se encogieron de hombros.
Dedicamos las dos horas que nos faltaban para la cena a descansar y arreglarnos. Noe pidió, con una sonrisa cargada de vicio, a Juani si podía darle un masaje a Carnie, para relajarse del estrés del viaje. Además, quedó con ella en su habitación, cuando acabase el masaje, para arreglarse las dos. ¡Estaban preparando su noche!
Creo que todo estaba preparado a mis espaldas. Juani llevó a Carnie a una zona del jardín cubierta por una pérgola enmarcada por rosales y cubierta de buganvilias azules y blancas. En ella había instalado dos camillas de masaje, tipo balinés. Una estaba ya preparada, cubierta con suaves toallones. Al lado, una mesita auxiliar con varios tarros de aceites y perfumadas cremas.
Carnie se quitó el vestido con que bajó del avión y las sandalias y se estiró boca abajo en la camilla. Juani la cubrió completamente con un paño caliente, húmedo y perfumado y se preparó para el masaje. Cuando Carnie vió desnudarse completamente a su masajista, se sorprendió, pero enseguida le vino una sonrisa a los labios. Viendo la inicial cara de sorpresa, Juani le explicó:
- Perdone, señora, pero como voy a darle un masaje intenso y muy completo, prefiero que la ropa no me haga sudar y la verdad, es que estoy más cómoda. Además, Noe me ha pedido que lo hiciese así, que a usted le gustaría.
La señora, sólo cerró los ojos y se rió. Juani era una preciosidad.
Primero, tomó un aceite relajante, una sabia mezcla de sésamo, mostaza y ricino, con un toque floral que lo hacía más sensitivo. Se untó las manos en el cuenco que mantenía ya caliente y retirando hasta el final de la espalda la tela que cubría a Carnie, empezó el masaje por el cuello y la nuca.
Continuó aplicando sus manos sobre todo el cuerpo. Al llegar al final de la espalda le quitó el paño, diciéndole:
Si tiene fresco, le cubro la espalda con la tela, si no, prefiero tenerla sin nada que me estorbe para trabajar los pases largos. Además, es un placer verla completa. Tiene usted un cuerpo maravilloso.
Querida, no te preocupes, no hace frio y encima, a mí, ¡me están empezando a salir unos calores internos que de algún modo tendré que disipar!
Juani continuó amasando su culo y pasó a las piernas y los pies, con una especial dedicación a los talones de Aquiles y los empeines. Cuando dio por finalizado el camino de bajada, volvió a subir por la cara interior de los muslos, hasta acariciar sutilmente su sexo. No era ese su objetivo. Siguió con un profundo masaje en los glúteos y las caderas que completó con pases largos cubriendo toda la espalda, hasta aflojar los deltoides.
Carnie iba a girarse mientras Juani se había separado para prepar una nueva crema y acercar una especie de bandeja con forma anatómica, pero no la dejó.
- No se mueva todavía. Le falta la primera parte de mi técnica especial. Además Noe me ha pedido que no la descuide. La va a dejar bien preparada para la noche. Separe las piernas, por favor.
Esparció la crema directamente en su ano y se lo masajeó con pases externos, introduciendo sus dedos en el interior cada vez más profundamente. Le acariciaba las paredes de recto por dentro, untándole la crema con parsimonia y dándole a la vez un masaje circular sobre el fruncido externo del propio ano con los dedos que no mantenía en el interior.
Con ese tratamiento, a Carni se le iba acelerando la respiración y su excitación se incrementaba por momentos. Los flujos cada vez más abundantes que secretaba su coño, daban fe de ello. Juani siguió con lo suyo, mezclando pases de una exquisita suavidad con otros enérgicos. Al final consiguió lo que perseguía: Carnie se corrió estrepitosamente sólo manipulándole la zona anal.
Le besó cariñosamente las nalgas, se limpió bien las manos y le acarició los costados con pases largos y lentos, hasta tomarle los laterales de sus pechos unas cuantas veces. La dejó relajarse uno par de minutos y volvió a su culo para proseguir el tratamiento, introduciéndole un líquido depurativo para dejarlo en las mejores condiciones.
- Ahora sí, apriete bien el culete, dese la vuelta y permítame introducir el recipiente debajo suyo.
Dio un masaje profundo a la zona abdominal para favorecer la acción de la tisana depurativa y le pidió que hiciese fuerza para expulsarlo completamente en el recipiente preparado. La limpió bien, retiró el recipiente y continuó con el masaje.
Esta vez, inició el recorrido por las piernas. Subió muslos arriba, cuidando especialmente el interior, lo más sensible. Cuando llegó a los genitales, hizo lo mismo que con el culo. Breve masaje, con algún toque especialmente sensual. Siguió con la zona abdominal, los pechos, el escote, cuello y brazos. Volvió a las tetas, dándoles ahora un tratamiento mucho más sexual, trabajando a fondo los pezones. ¡Qué pezones tan maravillosos tenía esa mujer!
En ese punto, el coño de Juani rezumaba tanto como el de su clienta, por llamarla de algún modo, y decidió que era el momento de abordar la segunda parte de su tratamiento especial. Aplicó los labios a los pezones de Carnie, jugando con su lengua, dura y musculosa. Los hacía tintinear y sus botones crecían y se endurecían más y más. Los abandonó para centrarse en su sexo. Sin medias tintas, separó sus labios con los dedos y lo penetró con su lengua. Mordió sus labios menores con cierta fuerza, chupó su clítoris y le dio tan sabios pases con la lengua que Carnie se empezó a correr sin remedio.
Juani no cejó el tratamiento, acariciándole los pechos mientras su boca al completo estaba enganchada a su sexo. Los flujos de Carnie ya le llenaban la boca y entonces la masajista decidió que debía compartirlos. La soltó, por poco tiempo, y subió hasta su cara para morrearse con gusto, dándole a probar sus propios jugos. Al acercarse, Carnie intentó acariciarle el coño a ella y le pidió que se le estirase encima para poder disfrutar las dos a la vez de sus sexos, pero Juani se mostró inflexible:
Déjame acabar el “masaje”, preciosa. Tendremos tiempo. Cuando yo no esté trabajando, aquí puedo hacer lo que quiero y me tratan como una más. De hecho, te aseguro que me he acostado con todas las mujeres de la casa.
¡No me creo que los hombres se te hayan resistido! ¡Qué no habrás hecho también con ellos!
Cariño, soy lesbiana convencida. Me gusta acariciar un cuerpo, de hombre o mujer, pero sólo me excitáis las mujeres. La única vez que intenté tener sexo con un hombre, fue un desastre y , te aseguro, que no fue por su culpa.
Bueno, Juani, para mí no es un problema. Ya debes saber que en la cama me gustan tanto los hombres como las mujeres y mejor si es con uno de cada. Aunque te he de confesar, que de tanto en tanto, un rato a solas con una mujer ardiente y experimentada como tú, me vuelve loca. ¡Ya lo estás viendo!
Después de estas mutuas confesiones, se creó un clima de especial confianza entre ellas. Juani completó el masaje, cambiado los aceites relajantes por otros más energéticos y lo finalizó acariciándole el chochito, sin meterle dedo alguno en el coño, hasta que ella se corrió de nuevo con un orgasmo largo y delicado. Se dieron un beso en los labios y Carnie, muy bien relajada y desnuda como estaba, se fue a la habitación a arreglarse para la cena.
Cuando Noe la oyó entrar, la llamó y le pidió que pasase antes por la suya. Acababa de ducharse y estaba rebuscando en su armario un vestido para la cena y Pere estaba cantando a pleno pulmón mientras se duchaba en el cuarto de baño anexo. Sin duda, tiene otras virtudes, pero una voz afinada, no es una de ellas.
- ¡Carnieeee, cariño! Ven a ayudarme a escoger que ponernos para la cena.
Noe dejaba encima de la cama la toalla que aún llevaba enroscada a modo de pareo, cuando ella entró a la habitación con unas sandalias de esparto en la mano. Cada una evaluó el cuerpo de la otra con conocimiento que sólo puede una mujer de otra. Riéndose, mi nuera le dijo:
Anda, yo creo que tenemos la misma talla. Tal vez yo tenga un poco más de pecho y tú la cintura más marcada, pero seguro que también gastas una cuarenta.
Así es en la mayoría de marcas para los vestidos y faldas, pero a veces, sobre todo con prendas de modistos americanos o nórdicos, como tienen un patronaje más completo, me quedo una treinta y ocho de chaqueta.
Te propongo una cosa: tu escoges un vestido mío y yo me pongo uno tuyo, así vamos iniciando los intercambios para estar entrenadas por la noche…
Entre tanto, Pere entró a la habitación, secándose la cabeza con la toalla y con todo el resto de su bien delineada anotomía al aire. Tenía su pollón a medio trempar. ¡Seguro que en la ducha estuvo imaginando las guarradas que pensaba hacer esa noche!
Oye, ¡no me habías dicho que tu hombre la tenía así de grande!. Para la cena te dejo los vestidos que quieras, pero por más tarde, me tendrás que prestar la polla de tu chico. En justa compensación, te dejaré a Paul. No la tiene tan gorda, pero tiene un buen ejemplar ¡y lo sabe usar muy bien!
Si, ya me lo ha contado mi cuñada. Creo que en Canadá lo probó a fondo, contigo y sin ti. Pasemos la noche los cuatro juntos. Va a ser más divertido y así, Pere me podrá ayudar a mamársela. ¿Te gustará, verdad Pere?
Claro, pero sin descuidar a Carnie. Desde que esta mañana la he visto en el avión, estoy pensando en follar con ella. Bueno, si he de serte completamente sincero, me encantaría encularla mientras Paul le come el coñito y de tanto en tanto, se traga mi cacharro. Además, cuando nos ha explicado que se ha venido sin ropa interior para todo el viaje, he visto que es tan guarra como nosotros. ¡Estos días nos lo vamos a pasar muy bien juntos!
¡Que cerdo eres Pere! !Si podría ser tu madre!
Cariño, tienes unos pocos años más que nosotros, pero estás más buenísima. No has visto como te miraba tu amigo Vincent: ¡te seguía viendo igual que cuando hacías locuras juntos! Además, si fueras mi madre, todavía me daría más morbo. ¡Me pasa cuando me acuesto con Anna, la de verdad!
Estás haciendo que me moje ya sabes dónde y no quiero ducharme después de que Juani me haya hidratado el cuerpo con esos deliciosos aceites. ¡Ahora entiendo porqué me ha preparado mi cuito como lo ha hecho!. Sois unos pervertidos.
Casi tanto como tú, querida, le contestó Noe entre risas. Se lo he pedido yo. Así Pere podrá llevar a cabo su fantasía con plenas garantías sanitarias y tu hombre comerá una buena polla con gusto a polla y no a mierda. Tú podrás disfrutar de ese instrumento, que tanto dices que te gusta, por delante y por detrás por entero, dándote sólo placer desde el primer momento. Soy muy previsora.
Se dieron un besito de amigas, eso sí de las cachondas con derecho a roce y Pedro las dejó solas. Carnie repasó el armario de Noe. Seleccionó tres conjuntos: dos vestidos de verano, ambos de líneas sencillas, pero de ricos tejidos y muy sexys y un conjunto de falda tejana corta o mejor dicho, muy corta, en denim envejecido y blusa blanca cruzada por delante y simplemente atada atrás con dos cintas que daban la vuelta a la cadera.
Se probó primero la falda y la blusa. Le quedaban fantásticas. Como tenía unos pezones prominentes y oscuros, la fina blusa, al ser de lino blanco, se los marcaba con rotundidad. Eso le gustó. La falda, era eso: una falda muy cortita. Sencilla, pero de un tejido muy trabajado, que le daba personalidad. Como era ligeramente acampanada, tenía la garantía absoluta de enseñar las bragas que no llevaba. Eso también le gustó.
Se lo quitó todo y se puso el primer vestido. Era de corte minimalista, del excéntrico diseñador japonés Kazuhiro Watanabe. Confeccionado con seda salvaje y cáñamo, una mezcla de hilos que le daba una textura diferente. De color rosa palo degradado, con un generoso escote bajo cuadrado, sujeto por unos finísimos tirantes, casi imperceptibles, le llegaba a medio muslo. Al tener unas piernas largas, la hechura le favorecía mucho y además las tetas casi le quedaban mejor puestas que a su propietaria.
- Estas preciosa, te queda mejor que a mí. Anda pruébate el último y elijo, porque, supongo que lo tienes claro: voy a escoger tu look de esta noche yo.
Sin contestarla, solo dejando escapar una sonrisa, pasó al último seleccionado. Era totalmente diferente: un lujoso vestido largo de fiesta de Max Mara. Clara lo compró en el propio atelier, en Reggio Emilia, durante un viaje que hizo al norte de Italia el año pasado y se lo regaló a Noe por su cumpleaños. Le quedaba como un guante, todo en su sitio. El profundo escote en uve le definía un pecho espectacular, aparentando un volumen mayor del que ella tenía. Los quilométricos cortes laterales, le dejaban las piernas descubiertas hasta la ingle al menor movimiento. Muy excitante, pero tal vez más apropiado para una fiesta frívola. No es que fuese excesivamente sofisticado, pero Noe vio enseguida que no era para la ocasión.
Visto lo visto, Noe se lo pensó poco:
- El vestido rosa te queda precioso. Te quiero ver con él esta noche. Mira si tienes unos zapatos te combinen. Yo uso una cuarenta y uno y no ten va a ir bien los que compré para llevar con ese vestido. Tengo los pies grandes, ¡como el coño!. Te voy a dejar un perfume íntimo con olor a rosa pitiminí. Póntelo sin escatimar. Quiero que te podamos oler el sexo desde veinte metros. Verás cómo nos excitas a todos, pero especialmente a mi suegra. El olfato, para ella, es una fuente de placer muy potente. Ya la irás conociendo. Es una mujer tan leal y buena persona como fogosa y desinhibida sexualmente.
Pasaron a la habitación de invitados. Paul ya no estaba. Pere le había ido a buscar y ambos salieron al jardín de la piscina a tomar un coctel mientras esperaban la cena.
Carnie ya se dejó el vestido puesto para la cena, pero Noe estaba tan desnuda como antes. Ella repasó su cuerpo otra vez. Le tomó los pechos con ambas manos, le resiguió los costados, le sopesó los muslos con una mano por fuera y otra por dentro, sin tintes sexuales, sólo catalogando la mercancía. No pudo detraerse a acariciar el piercing que adornaba el capuchón de su clítoris. ¡Era un imán para las manos y las lenguas!. Le dio una lamida con su lengua cálida y musculosa y se levantó.
- Cariño, yo te voy a decir lo que vas a llevar. Después de ver y aprenderme tu cuerpo, creo que tengo muy claro lo que más te conviene para esta noche. Todavía no lo he estrenado, pero tú eres la indicada para hacerlo.
Separó varias prendas y al fondo, encontró lo que buscaba. Un mono-short o peto, como le llamaban en mis tiempos, con un breve pantaloncito de amplias perneras y un escueto peto, atado con dos cintas verticales a la espalda ajustables por delante. Obviamente, su diseñador lo pensó para llevar con una camiseta o top ajustado y si se le quería dar un look más sensual, un sujetador.
Como Noe supuso inmediatamente, no era esa la idea de Carnie.
Anda, pruébatelo. Le dijo, acercándoselo.
Espera, que voy a buscar unas bragas, porque de lo contario, acabará mojado en diez minutos. ¡Me conozco y os conozco!
No te preocupes por eso. Seguro que a Paul le gustará más llevárselo bien empapado de tus jugos y yo voy a ocuparme de que se pueda escurrir, porque un pajarito me ha dicho que cuando te corres, lo inundas todo. ¡A mí también me gustan las chicas muy húmedas y esta noche te lo voy a enseñar!.
Noe se lo puso a pelo. Como pensaba, las tetas le salían por los lados y a la mínima, enseñaba su sexo al completo. Como tenía claro que es lo que quería Carnie y a ella le importaba un comino, incluso le gustaba, saber que sus suegros y amigos le verían todo el coño a la mínima, se lo dejó puesto con una sonrisa.
Acabaron de arreglarse y salieron a la terraza. Javi las esperaba con una bandeja repleta de copas de un delicioso coctel a base del ancestral vodka polaco U’luvka, jengibre y tónica-limón. Un ramillete de hierbas aromáticas, del que sólo Adela sabía el contenido, redondeaba el paladar. AL ver a las chicas, no pudo menos que lanzarles un piropo. ¡Nuestro Javi, cada día es más descarado!
- Noe, como siempre, es un placer verte esas tetas preciosas que tienes. Seguro que los invitados y tu familia las apreciaran en lo que valen. Y pasándose al inglés, le espetó a Carnie: Señora, creo que las suyas no desmerecen en nada a las de su amiga, con su vestido me puedo hacer una idea, pero es una lástima que las lleve tan ocultas.
Carnie rió de buena gana y mirando a Noe, le pidió que le desabrochase la cremallera del costado, cogió un tirante del vestido con cada mano y se lo bajó hasta el ombligo.
¿Opinas lo mismo después de verlas?
No, señora, todavía tengo una impresión mucho más favorable. Tiene usted un pecho muy bello.
Gracias, adulador.
Tomó una de las copas mientras Noe le aseguraba el cierre y ajustaba los tirantes. Al probarla, se quedó gratamente sorprendida con el coctel. Singular y a la vez cercano. Seco pero muy sensual.
Aunque éramos ocho, la cena fue íntima y divertida. Andy contó abiertamente sus quehaceres sexuales de esos días, incluyendo sus juegos con Pere, acompañados por Noe. Clara les pidió a Paul y Carnie que nos explicasen sus fantasías, ya que pensaba que podíamos llevar a cabo algunas en común. Angel le dijo abiertamente a Paul lo que todos sabíamos: después de oír como disfrutó Clara con él, yo también quería acostarme con él. Solos, con él o los dos matrimonios. La elección se la dejaba a él.
No me pasó por alto, y creo que menos a Clara, que al contar Andy sus aventuras bisexuales, a sus padres se les encendieron los ojos. Especialmente a Paul, al que además, se le levantó la polla como un mísil. El gesto no me pasó desapercibido y como estaba sentada a su lado, alargué la mano para pinzársela entre mis dedos, por encima del pantalón. Lo había visto desnudo en el barco y en la piscina, pero su verga en erección era muy diferente a cuando estaba en reposo. ¡Era perfecta para una mujer! Me hizo salivar con ganas, aunque sabía que esa noche no sería mía.
Tenía a Pere a mi lado y mientras me metía mano descaradamente entre los muslos, aunque sin llegar acariciarme las ingles, como yo ya empezaba a desear, me dijo susurrándome en la oreja:
Has visto como se le ha puesto de dura. Como a mí. Esta noche se la voy a chupar y creo que cuando la saque del culo de Noe, le pediré que la meta en el mío. ¡Ese hombre me excita casi tanto como a ti! Si su mujer me deja, también lo voy a encular y estoy seguro de que no solo me va a dejar, sino que me lo va a pedir. Cuando vuelvan a Canadá van a disfrutar mucho los tres. Andy es tan vicioso como yo. Entre su mano y su conversación, me estaba poniendo a mil y le pedí algo más:
Méteme un par de deditos, cariño, ¡tengo el chocho que echa lava!
No, mamá. Solo caricias amables. Hoy te toca papá, porque Clara y Andy esta noche ya tienen planes exclusivos para ellos dos y el resto, tenemos cama reservada…
La cena, como siempre, fue deliciosa y llena de sorpresas. Ligera, pero energética. Adela sabía lo que vendría después y no quería que el comer nos quitase capacidades para la actividad principal de la noche. Predominaron los platos tradicionales de las pitiusas, con un plato principal de pescado, como no podía ser de otra manera. Carnie y Paul, quedaron encantados y felicitaron efusivamente a Adela.
Cuando acabamos de cenar, no hubo baño ni fiesta. Clara tomó a Andy de la mano y con un sucinto buenas noches, entraron en casa. Los otros cuatro hicieron lo mismo a los cinco minutos y tomaron el camino de la habitación de invitados abrazados unos con otros.
Cuando sólo quedábamos Angel y yo, mi hombre me sugirió, él es así, que invitásemos a Adela a compartir la cama con nosotros. ¡Se había encoñado de nuestra querida cocinera!. Cuando salía de la cocina, se lo propusimos:
- Adela, mi marido no puede vivir sin ti y dice que si tu quieres, le gustaría follarte esta noche. Yo sólo puedo añadir que si decides quedarte, no vas a levantarte sin que me hayas comido el coño. ¡Ya sabes cómo las gasto!
Se le iluminó la cara con un esplendor que presagiaba mucho placer y sólo contestó:
- Dejadme llamar a Maria para decirle que no iré a casa. ¡Ah! y muchas gracias. Desde antes de ayer con vosotros, no me he vuelto a correr y ya tengo ganas de disfrutar de un buen orgasmo.
Maria no bajaba del huerto y cuando su madre le dijo que pasaba la noche en nuestra casa, sólo le dijo dos cosas, una de las cuales, no por esperada, dejó de descolocarla: la primera, que cuando yo estuviese en pleno orgasmo, me pidiese que otro día la invitásemos a ella a compartir nuestra cama. La segunda y esa es la que no sé si la dejó traspuesta o con el coño hirviendo, que la noche siguiente ¡tenía que enseñarle a ella todo lo que había aprendido conmigo! Se despidió con un mensaje para Andy:
- Mamá dile a Andy que echo de menos a su polla, bueno y a él también un poco. A ver cuando me llama. ¡No pensará marcharse sin que nos echemos otro polvo de los buenos!
Pasamos una noche divertida y relajada. Intercambiamos sabrosas caricias los tres antes de dormirnos, pero no fuimos más allá. Adela es una mujer de polvo mañanero. Al despertarse, me morreó hasta conseguir que abriese lo ojos. Señaló el relajado cipote de Angel y fuimos las dos a por él. No paramos hasta que se corrió en nuestros labios. Lo reanimamos a base de lengua y coño y cuando estuvo en plena forma, le ayudé a que enculase a Adela.
Mientras, yo le iba comiendo el chumino. Como la otra vez, soltaba más fluidos que las cataratas del Niágara. ¡Esa mujer era extraordinaria! Continuamos jugando hasta que quedamos exhaustos, pero satisfechos y bajamos los tres a darnos una ducha en la piscina y a remojarnos un poco. Después tomamos una sauna y repetimos el baño. Quedamos como nuevos.
Al salir de la sauna, Juani, que acababa de llegar, nos vio salir a los tres juntos y nos saludó riendo y recriminándole a Adela que ella le enseñaba las cosas buenas y otras las disfrutaban... Yo no me corté:
Cuando se vayan los padres de Andy, estaremos más tranquilas y nos marcamos un baile las tres juntas. ¿Te parece?
Me parece muy bien, pero díselo también a tu hija y a Noe. ¡Un día de chicas!. ¡Dímelo unos días antes para no comerme nada esos días y llegar tan hambrienta que os deje secas!
De Clara y Andy, poco os voy a contar. Ella pretendía practicar con Andy nuevos juegos. Creo que aparte de su predisposición pedagógica, la realidad es que le había cogido cariño.
Los otros cuatro, se lo pasaron pipa. Carnie y Paul, a pesar de que podían pasar por los padres de Noe y Pere, eran como unos niños grandes con zapatos nuevos. Las restricciones que les impone en su casa su ritmo de vida, se desvanecieron como por arte de magia en la nuestra. Aquí no tenían que esconder ni aparentar nada.
Paul y Pere hicieron todo lo que dos maricones pueden hacer y… les gustó. Como les acompañaban sus mujeres, la cosa degeneró, de un intercambio de parejas al uso, a una franca orgía y… les gustó. Aparecieron en la piscina bien entrada la mañana, con una cara de cansancio y de increíble felicidad. Ellas dos, bien agarraditas como dos amigas de toda la vida y es que… como se dice: lo que el sexo ha unido, que no lo separe el hombre …
Pasamos el día en casa. Después de la comida, nos tomamos un tiempo para una siesta reparadora. Entonces, decidimos enseñarles a nuestros invitados la cercana playa de Migjorn. Está a menos de diez minutos andando, por lo que los ocho decidimos ir a pié, como solemos hacerlo siempre. Avisamos a Juani y George, de acuerdo con el protocolo de seguridad acordado. Nos pusimos algo de ropa encima e iniciamos la expedición. Al llegar a la playa, sucedió un hecho que un tiempo después cambió la vida de Juani. Os cuento.
En la zona de playa más cercana a la casa no había mucha gente, aunque al ser verano, precisamente solos, no estábamos. Buena parte la gente que había en la playa, estaban en pelotas. Al verlo, Paul se encogió de hombros, estiró la toalla, se sacó la ropa y, con media sonrisa, me ayudó a quitarme la única prenda que llevaba. El resto hizo lo mismo y nos fuimos a bañar.
Juani y George habían convenido que se harían pasar por una pareja. Así podrían estar cerca de nosotros sin delatarse. Ya os he dicho que ella es muy perfeccionista y enseguida se quitó el sujetador para no desentonar.
George no estaba acostumbrado a trabajar con las tetas al aire de su compañera a veinte centímetros de sus ojos y menos a ver a sus jefa salir del agua mostrando las suyas y su coño perlado de gotitas de mar. Tampoco se hacía a la idea de que a su patrón no le importase que le cimbrease la verga como un badajo al andar hacia su toalla, delante de todos. ¡Y en eso sí que se fijó bien!
Además, el pobre, hacía semanas que no mojaba en caliente y estaba bastante salido. Resultado: le creció un imponente champiñón bajo el traje de baño. A un profesional como él, esa reacción en horas de trabajo, con su patrón a pocos metros y su compañera viéndolo al lado, le incomodó en extremo, hasta el punto de tener que estirarse cara al suelo y perder la concentración. Por ese motivo, fue Juani la que se percató de unos inusuales reflejos unas decenas de metros detrás suyo.
George, veo algo raro detrás nuestro. Voy a ver qué sucede. Si levanto la mano dos veces, llama al comandante para que nos envíe a alguien.
Vale, pero no te preocupes y aprovecha para dar una vuelta de reconocimiento. Seguro que es una falsa alarma.
Lo que él pensó, es que viendo su penosa situación, ella buscaba una escusa que le diese un tiempo de cortesía para que su cipote volviese a su normal estado y así él no tuviese que pasar más vergüenza. ¡Que poco la conocía!
Dando un rodeo, Juani llegó sin delatarse a la parte trasera de los matorrales donde había detectado los brillos. Lo que vio no le gustó nada, nada.
Dos tipos grandes y curtidos, con mochilas, uno de ellos enfocando a su grupo con una cámara y el otro con una antena extraña en las manos. ¡Joder con los paparazis! Hasta aquí llegan para amargar la estancia a gente como ellos. Iba a actuar, dándoles un susto y quitándoles la memoria de la cámara, pero se fijó mejor en algunos detalles y decidió esperar. Allí pasaba algo más.
La cámara era de tipo aficionado, con lente fija, cosa extraña en alguien dedicado a vivir de la calidad de las imágenes que lograse conseguir y la velocidad con que pudiese disparar. En un primer momento, supuso que la antena era para captar y grabar las conversaciones, lo que ya era el colmo de la intrusión en la intimidad, pero veía que no la usaban mientras Paul y yo estabamos hablando entre grandes risas y toqueteos mutuos. No encajaba.
Esperó un rato, sin mover ni una ceja y cuando vio que Paul cortó la conversación con Anna para coger un teléfono satélite que siempre llevaba encima y que en ese mismo instante el de la antena, la enfocó inmediatamente hacia él y el otro empezó a tocar el teclado del ordenador al que estaba conectada, no tuvo duda alguna: allí pasaba algo extraño y gordo, relacionado con la vida profesional de Paul y no con hacer dinero a costa de enseñar las tetas de Carnie en un tabloide.
Reflexionó un par de minutos. Hubiese querido hablar primero con George. Seguro que sabía muchas más cosas, pero si se movía no podría sorprenderles sin que destruyesen lo que tenían guardado y decidió que lo que necesitaba era conseguir que su amigo el comandante Berrugón los pudiese retener legalmente en la isla mientras investigaban el tema a fondo. Apareció una cínica sonrisa en su rostro cuando vislumbró la solución.
En cuanto sus oponentes se enfrascaron con el ordenador y la antenita, Juani saltó encima del más robusto, clavándole la rodilla en la columna vertebral y pinzándole a la vez la nuez de Adán desde atrás. Como esperaba, el efecto fue fulminante: Cayó redondo. Al girarse el otro, se encontró con un certero golpe de talón en plenos genitales y al encorvarse, recibió una patada justo en el ángulo que forman la mejilla y el cuello, en plena carótida. Sabía que es suficiente para dejar fuera de combate a una persona, pero él se levantó y su mano fue directa a coger algo de su cintura. Como lo más probable, visto lo visto, era que fuese un cuchillo, no se estuvo con chiquitas y le envió su mejor golpe de piernas al diafragma y aún a costa de hundirle la tráquea, uno a la media vuelta con el canto de la mano en el frontal del cuello. Al encorvarse, le clavó la rodilla en plena cara, dejándole la nariz hecha añicos.
No os lo he dicho, pero Juani entre los quince y los veintiséis años practicó judo y karate, llegando a formar parte del equipo olímpico en la primera disciplina, ya que la segunda, la practicaba únicamente para estar siempre preparada, como ella decía. En su tierra natal, montó con otra socia un gimnasio del que han salido dos subcampeonas europeas y una de las atletas que compitió en los pasados juegos de Londres. Siempre mujeres, eso sí.
Rápidamente, levantó los brazos, llamando silenciosamente a George. Este tardó unos segundos en percatarse, ya que no esperaba ningún incidente y estaba ensimismado con sus problemas sexuales. Al ver que le hacía el gesto de llamar, cogió el móvil y telefoneó inmediatamente al comandante de la guardia civil para que se desplazase al lugar sin hacer escándalo. Mientras hablaba, ya estaba corriendo hacia donde estaba ella.
Cuando llegó y vio lo que había, soltó un sonoro ¡ putain de merde ! y empezó a preguntar.
Pero qué coño ha pasado aquí. ¡Joder! Éste ha pasado por el CKSOD. Ves ese tatuaje pequeño en la zona del deltoides derecho, se lo hacen a veces los de ese cuerpo de operaciones especiales de nuestro país al licenciarse. Pero dime, ¿quién eres tú?. Has dejado fuera de combate a un comando especializado y a otro del que no sé nada, pero que de entrada, al menos pesa cien quilos de músculo bien entrenado.
Luego te contesto lo que quieras saber, aunque como me dijiste hace unos días que estabas impresionado con mi eficiencia y buen hacer, no quería defraudarte… Oye, ¿sabes que es esa mierda de antena?
George la examinó con detalle y también lo que aparecía en la pantalla del portátil de uso industrial que la acompañaba. Mientras, sacó de su pequeña mochila la Para-Ordnance Warthog que siempre llevaba consigo. Fabricada en su país, es segura, tiene un cargador de diez balas, una gran potencia de fuego y se puede llevar oculta fácilmente, al ser una de las pistolas más pequeñas del mundo de calibre 45.
Al acabar el examen de la antena, lanzó un largo silbido y le dijo a Juani, con cara de preocupación:
Esto pinta muy mal. Estos dos son profesionales que vienen a buscar una información delicada y creo saber cual. No sé cómo los retendremos mientras tiro de los hilos para completar el puzle y neutralizarlo.
Deja eso de mis manos, George. Ahora, obedéceme sin hacer preguntas y el comandante los podrá tener en el calabozo unas semanas si es necesario. Démonos prisa que van a llegar en unos minutos. Arráncame con fuerza las bragas del bikini, rápido.
Sin entender nada, él le dio un fuerte tirón, hasta el punto de hacerle un moratón y ella se quedó completamente desnuda. George no pudo privarse de recorrerla con la mirada y pensar lo buena que estaba. Observador como era él, se fijó en que también debía tomar el sol sin ropa, ya que no tenía marcas en la piel. Todo esto casi le provocó otra erección…
Mientras, ella le desabrochó los pantalones al último noqueado y se los bajó junto a los calzoncillos. De allí surgió una polla chiquita, con un piercing, de esos que llaman Principe Alberto en el glande, más grande que todo el capullo y unos huevos gordos y peludos. Empezaba a recobrar el conocimiento y George le apuntó al pecho y le miró. Sólo eso, pero él entendió el mensaje perfectamente.
- Saca unas bridas de plástico que tengo en la mochila y pónselas al cabrón de al lado, que también se está empezando a mover.
Juani las encontró enseguida y le puso unas alrededor de los pies y otras bien prietas en las muñecas, después de forzar que las desplazase a la espalda. Para rematarlo, hizo lo mismo con la víctima de polla decrépita y enorme arete.
Siguió con el que tenía la polla al aire. Se abrió de piernas delante de sus ojos y empezó a masturbarse. Geoge alucinaba. Actuaba como la mejor de las actrices porno. Cuando tuvo la polla suficientemente erecta, le guiñó un ojo y se la cogió con la mano. Empezó un sube-baja de órdago. Le estaba haciendo una paja de campeonato. George seguía sin entender nada, pero eso sí, con el nabo como un pimiento rojo. Dada la situación, al chico le costaba eyacular y como tenían poco tiempo, Juani se aplicó con la boca. El piercing, era demasiado grande y le estorbaba pero, con cara de asco, se la metió dentro y empezó a succionar enérgicamente. ¡Al fin! La polla dio síntomas de que iba a soltar su carga.
Ella se apartó rápidamente y continuó con la mano hasta que ésta se le llenó de lefa calentita y densa. ¡EL chico estaba bien cargado! Se la refregó por su vulva, metiéndose un poquito en el interior y le esparció la que le quedaba al compañero de su eyaculador. Untó una parte de la que tenía en la mano por la cara y los labios. Bajándole también los pantalones, le introdujo con fuerza el resto en su culo, dándole un masaje profundo y sin miramientos, con tres dedos, lo que le dejó un ano bastante dañado y sobretodo, bien abierto. Al parecer no le gustó demasiado. Para acabar, se limpió la mierda del culo que le había quedado en los dedos de la mano, en la polla de la primera de sus víctimas.
George, seguía con la misma cara de alucinado y también con la misma erección.
Juani cogió sus bragas rotas del suelo y con ellas tomó el cuchillo que efectivamente llevaba en la cintura el eyaculador. Corto y recogió las cintas de plástico con que les habían atado y después de dejar las huellas de su propietario en el mango, lo tiró a un lado, junto a lo que quedaba de las bragas.
Dos viejos Peugeot de la guardia civil llegaron hasta el fin del camino y de él salieron cuatro números, un sargento y el propio comandante Berrugón. Corrieron hasta donde estaban ellos y se encontraron una escena dantesca.
Juani estaba acurrucada sobre unas matas, desnuda y llorando, tapándose como podía con sus manos las tetas. George, apuntando a los dos desgraciados con su arma y con un bulto en su bañador que parecía una erección a media asta. De los dos hombres, uno con los pantalones bajo las rodillas, una polla más encogida que un caracol en un día seco y adornada con un aro metálico gigantesco atravesándole el capullo. Los restos de una corrida eran evidentes. El otro, con el culo mirando al sol, mostrando algún que otro desgarro, ya que se veía sangre alrededor y semen reseco. Ambos estaban magullados y con golpes en el cuello.
Para acabarlo de completar, había un cuchillo de grandes dimensiones junto a lo que parecían unas bragas de bikini rotas en el suelo, una cámara y un par de mochilas. Entonces oyeron un débil grito de Juani:
- Comandante, por favor, controle a estos desgraciados para que el señor Attabic pueda ir a buscarme algo que ponerme en mi bolsa. ¡Estoy muerta de vergüenza, así desnuda!.
El comandante dio instrucciones a sus hombres. Rodearon a los dos desaprensivos y les esposaron. Viendo el estado de la pobre Juani y en el que estaban ellos dos, llamaron a dos ambulancias. Mientras, George volvió con el bolso, del que Juani sacó un blusón, que se colocó pudorosamente de espaldas a los guardia civiles sin cejar en su llanto.
AL recoger el bolso, George había aprovechado para decir a Paul que habían visto a unos fisgones con una cámara y que los policías españoles habían venido para requisarles el material y convencerles para que les dejasen en paz. Probablemente Juani y tal vez él les tendrían que acompañar un momento. Hacía caso a lo que le había sugerido Juani antes de que llegase los guardias civiles: no quería que se preocupasen si no era necesario.
- ¡Esos cerdos me han violado!, chillaba Juani sin salirle del todo las palabras. El rubito estaba dándole por el culo al otro y al oír gritos, vine a ver qué pasaba, ya que nuestros patronos estaban en la playa. El mariconazo ese, no tenía bastante con partirle el culo al otro, sino que me cogieron entre los dos y me forzó. ¡A mí, que soy lesbiana!. Estoy completamente destrozada.
Ellos intentaban hablar y quejarse, pero uno porque tenía la laringe hecha caldo del golpe y el otro porque entendía demasiado y mirando con cara de profundo odio a Juani, se deba cuenta de que como menos hablase, mejor le iría, no se hicieron entender nada en claro.
George, seguía alucinado, pero eso sí, algo menos trempado. ¡Esa tía cañón acababa de decir que era lesbiana!
Berrugón se hizo cargo enseguida de la situación y cuando llegaron las ambulancias, envió a los dos delincuentes, porque ya había decidido que eso es lo que eran, con dos guardias a una de ellas, dando instrucciones, a sugerencia de Juani, de que los atasen a las camillas, no los limpiasen y pusiesen un coche delante y otro atrás. En la otra ambulancia, se fueron él y Juani, junto con las pruebas del delito y el otro material convenientemente resguardado y fotografiado en el escenario.
Sugirió a Attabic que se quedase con su jefe, por lo que pudiese pasar. Él lo aceptó de buen grado. Ya habría tiempo para hablar y se daba cuenta que Juani tenía la situación mejor controlada que él.
En la ambulancia, la enfermera le ofreció su ayuda y comprensión a Juani. Ella la aceptó de buen grado, excepto cuando le iba a limpiar un poco sus genitales y darle unas braguitas de papel, a lo que rehusó. Cerraron la comunicación con el conductor y la enfermera y entonces, Juani le contó al comandante la situación real y su estrategia para poder descubrir y neutralizar la acción que querían llevar a cabo y que ella no conocía.
Con cara sonriente, Juani le indicó al comandante que creía tener pruebas suficientes de la violación a que la habían sometido. Ya en confianza, para que lo pudiese corroborar, subiéndose el blusón de playa y abriendo las piernas, le dijo:
- Fíjate, Jaime, tengo todo el coño lleno de leche de ese desgraciado. Además, por lo que vi, estoy convencida de que el otro lleva el culo a rebosar. Me amenazó con el cuchillo, seguro que tiene sus huellas. Y el muy capullo, me rompió el bikini nuevo de un tirón. Mira, hasta me ha dejado moratones.
Se acabó de subir la ropa para que le pudiese ver bien el culo con las marcas. De lo que también se percató Jaime, es de que pocos bikinis usaba habitualmente para tener ese tono de piel tan perfecto y uniforme. No dijo nada, pero repasó a fondo su anatomía, siempre de un modo muy profesional, claro.
- En el hospital, me tendrán que sacar muestras y a ellos también, tanto de semen como de heces. Hay que cotejarlo todo. Además necesitaremos un informe médico bien completo con todas las marcas y señales que me han hecho. Tuve que resistirme mucho, ¡aunque entre ellos menudos mamporros se arrearon! Suerte que llegó George a tiempo, que si no, me matan.
Como estos no son los hechos que seguramente más nos interesan de este relato, sólo explicaros que esos dos se pasaron una larga temporada en prisión preventiva, a la espera de juicio. Las pruebas de violación y posible estupro eran abrumadoras. Como habían demostrado tanta agresividad entre ellos, los mantuvieron en celdas aisladas. Su declaración de que la pobre Juani les había reducido a ambos sola, no sólo generó incredulidad, sino que les inculpó todavía más.
Los antecedentes de uno en las fuerzas especiales de Canadá, de las que fue expulsado por mala conducta y del otro, colombiano formado en España en electrónica, pero con antecedentes en su país de origen, no les ayudaron en nada. Nadie se preguntó que hacían en Formentera, ni se revisó de forma ordinaria su sofisticado y poco habitual equipaje, más de allá del inventario genérico del depósito de comisaría.
Sí que lo hizo George Attabic, con la inestimable colaboración del comandante Berrugón y de un discreto equipo de los servicios de inteligencia españoles. Destriparon el ordenador y los teléfonos y analizaron las idas y venidas y los contactos de nuestros amigos. Con toda esta información, tres semanas más tarde abortaron un intento de secuestro de Paul en una visita a un país sudamericano en el que su compañía iba a firmar un importante contrato con el gobierno. Ese proyecto, dejaba al margen del negocio a una compañía local de dudosa reputación y más dudosos métodos. En el momento, detuvieron a doce tipos in situ y cinco más en Canadá y EEUU.
Lo más importante fue que en unos meses, se pudo probar la relación directa con el intento de secuestro de una parte de los dirigentes de esa compañía mafiosa y se les detuvo junto a un político de primer nivel implicado. El mundo es como es y el político no fue ni acusado y los dirigentes de la compañía se fueron de rositas en unos meses, pero sin duda, les sirvió de “último aviso” y ni ellos ni otros de similar calaña de ese país y los cercanos se atrevieron a coaccionar a Paul ni a su gente nunca más.
Sin que casi nadie entendiese las razones, al cabo de unas semanas, Juani retiró la denuncia por violación que pesaba sobre esos dos inocentes. La fiscalía, extrañamente, no intentó convencer a la víctima de que perseverase en su acusación, dada la gravedad de los hechos. Se les extraditó por la vía rápida y al llegar a su destino, les detuvieron por otras razones más próximas a la realidad.
De lo que de verdad pasó, únicamente se enteró Paul, aunque casi todos algo sospecharon, ya que nadie se creyó ni por el forro, que hubiesen forzado a Juani en forma alguna.
Cerremos este pequeño paréntesis. Os lo he puesto a modo de un buen sorbete de fruta fresca en medio de una comida contundente. Va bien para hacer un alto en el camino y tirar todo hacia abajo, empezando los últimos platos con fuerzas renovadas.
Olvidado el incidente, Angel y yo, junto con nuestra familia e invitados retomamos el ritmo normal de las vacaciones. Ya era sábado y por la noche teníamos la famosa cena en París. Íbamos a ir sólo las dos parejas, dejando a nuestros hijos en Formentera.
Andy me pidió si podía invitar a Maria a pasar la noche con ellos. El haberse acostado conmigo, con mis hijos y con…, sin duda le permitía esa confianza. Sin dudarlo, le dije que sí. Únicamente le previne que tuviese cuidado con Clara y sus maniobras. Ya sabía lo depredadora que podía llegar a ser. Andy, cogiéndome cariñosamente de la cintura, me contestó directo, como es él:
- No te preocupes. Ellos que hagan lo que quieran. Seguro que físicamente me darían mucho placer, empezando por tu hija, pero quiero pasar la noche a solas con Maria. Te he de confesar algo que ni mis padres saben y eso que ahora, ya sabes hasta que punto no tengo secretos para ellos. Maria me gusta mucho. Creo que me estoy enamorando de ella y que yo no le soy indiferente.
Le cogí con fuerza del pecho, lo abracé y le besé suavemente los labios. Es un chico magnífico, aunque creía que debía prevenirlo de algunos problemillas más que posibles:
Cielo, Maria es una chica estupenda. La conozco desde hace muchos años y la quiero mucho. Has de vigilar que no le hagas daño, ni te lo hagas a ti. Sois de mundos distintos.
Aunque las diferencias sociales para mí no son impedimento alguno, si lo son para mucha gente. En cualquier caso, has de aceptarlas y manejarlas. Creo que si hay algo entre vosotros, has de hablarlo cuanto antes con tus padres. Aunque les conozco muy poco, me doy cuenta que son maravillosos, abiertos y comprensivos.
Anna, lo que me dices, lo estoy reflexionando desde anteayer. Te agradezco que me lo comentes y lo tengo muy, muy en cuenta, pero déjame soñar solo y ya veremos cómo avanzamos, si se da el caso. Lo que si te garantizo, es que no nunca le voy a hacer daño y siempre la respetaré.
De ello estoy convencida, cariño.
Nosotros cuatro nos preparamos para el viaje y la cena. Carnie y yo nos fuimos a tomar una sauna juntas antes de comer y aproveché para comentar con ella como debíamos ir vestidas, donde iríamos y que haríamos. Estaba intrigada, y Angel, tanto como yo.
Al decírselo, se rió de mí. Me dijo que lo que haríamos, me lo podía imaginar, aunque no del todo. Sólo me recomendó ir bien limpia y aseada. Sobre lo demás, sí me podía avanzar alguna cosa:
Vamos a cenar con dos parejas de amigos. Ya verás que son muy íntimos, tanto que nosotros siempre hablamos de ellos como si fuesen una sola pareja. Cenaremos en su casa. Te va a encantar, es un piso antiguo y espectacular, en la misma Île Saint Louis, a pocos pasos de Notre Dame, con vistas a la propia catedral y al Sena. No viven en él. Lo mantienen sólo para las fiestas y reuniones íntimas con los amigos. Tanto una como otra pareja, viven en su château familiar.
Son amigos nuestros desde hace años. Nos los presentó una pareja de libertinos daneses con la que hemos compartido muchos momentos inolvidables. Seguro que os van a sorprender. Viviréis momentos imposibles y disfrutaremos con una morbosidad que va más allá del sexo. No os avanzo más. Lo tenéis que descubrir por vosotros mismos.
Descienden de una de las familias francesas con más raigambre. Muy conocidos por la mayoría por sus títulos y por una selecta minoría, entre los que nos contamos nosotros y después de hoy, también vosotros, por su desenvuelta forma de gozar de sus cuerpos en las orgías que montan en su casa o en reuniones íntimas de amigos, como la de esta noche.
Me dejas anonadada, le respondió Anna. Entonces, ¿será una cena formal, casi de etiqueta y luego cachondeo?
No, preciosa. En esa casa, el desmadre empieza sólo al pasar el recibidor. El servicio está acostumbrado a ver de todo y es de plena confianza. No ven, no oyen y, sobretodo, no hablan. A veces, hacen cenas temáticas. Les gustan mucho las representaciones e ir desarrollando una trama en la que cada participante tenga un rol sexual definido, aunque al final, siempre se desmadra todo, se pierde el argumento y se folla sin tregua.
Hoy, como somos pocos, iremos a nuestro aire, tal como vayan surgiendo las cosas.
No tenéis que preocuparos por aseguraros un sexo seguro. Siempre exigen y ofrecen garantías sanitarias. En nuestro caso ya las tienen y nosotros hemos certificado las vuestras. Antes de venir Andy aquí, Carla ya nos validó que todos vosotros estabais limpios y viceversa. A Andy lo tenía ella bien controlado.
Oye, Anna, salgamos de la sauna, yo ya tengo bastante. Nos damos un baño. Luego, vamos a la habitación y elegimos la ropa las dos juntas, así te voy diciendo lo que pienso. Creo que lo mejor es vestirnos sin demasiada sofisticación, pero sexys. Ellas siempre enseñan lo que tienen, te lo advierto. Es una cena con amigos, no una fiesta en la que una ha de marcar el territorio…
Así lo hicimos. Nos tiramos a la piscina, hicimos unos largos y nos fuimos a duchar, enjabonándonos mutuamente con un jabón exfoliante. Al entrar a la casa, nos encontramos con Juani que nos llamó para decirnos:
- Venga chicas, no podéis iros sin relajaros con un masaje. Pasad a las camillas del jardín, que ahora vengo.
Nos miramos y pensamos que era una excelente idea. Teníamos tiempo sobrado. Lo que no sabíamos, es que se lo habían pedido nuestros maridos, añadiéndole instrucciones precisas para prepararnos para la noche.
Nos estiramos una en cada camilla y esperamos a Juani. Mientras, escuchábamos una suave música oriental y olíamos los aceites esenciales que se consumían lentamente en los evaporadores de aromaterapia. A los cinco minutos, llegó ella.
Se quitó toda la ropa. Igual que le dijo a Carnie hacía unos días, era para no mancharse. Empezó a darnos un masaje conjunto con un aceite muy relajante. Se puso en medio y dedicó una mano a cada espalda, con una exquisita sincronización. Luego fue pasando de una a la otra, incrementando paulatinamente la longitud de los pases y la intensidad. Era una delicia.
Acabó con toda la parte de atrás del cuerpo, incluyendo el culo, pero sin tocarnos la zona genital. Esto no es habitual en ella y menos si empieza desnudándose. ¡Algo tramaba!
Nos hizo dar la vuelta y más de lo mismo. Un delicioso masaje, con la tensión sexual de tener a la masajista en pelotas y saber que a ella le encantan los bollos a media tarde, pero nada. Cuando acabó, entendimos que sólo era la primera parte. Eso nos gustó a ambas.
Primero, sacó los trastos de depilar de un cajón y repasó el pubis a Carnie. Poca falta le hacía, su circulito de vello lucía bien delineado, pero aún así, le dejó algún pelito rebelde a su medida justa o lo eliminó. Ella tenía depiladas a láser las zonas laterales, los labios y perineo y alrededor del ojete, pero el centro del pubis se lo hacía a la cera, para poder lucirlo según desease o según la moda del momento. ¡Que mujer tan previsora!. Al acabar, ahora sí, le masajeó toda la vulva con un aceite tonificante y refrescante. Le comió el clítoris y su capuchón con certeros golpes de lengua, pero no la hizo acabar, ni dejo que ella se tocase para conseguirlo.
Luego vino hacia mí, o mejor, hacia mi coño. Hace años que lo llevo casi siempre igual, con todo en vello fuera, excepto una pequeña franja vertical en el centro del pubis. Creo que tengo una vagina bonita, cerrada a pesar de los partos, con los labios finos y simétricos y con la abertura justa. Por ello, en las playas nudistas, me gusta tomar siempre el sol con las piernas ligeramente, o no tan ligeramente, abiertas. Los de casa, la conocen con todo detalle. Unas pensamos que lo mejor que tenemos son las piernas o el pelo y lo resaltamos para lucirlo. Yo creo que lo mejor que tengo en mi coño y me encanta enseñarlo cuando es posible.
Pero Juani, ¡si hace cuatro días que me hiciste tú misma la cera!
Anda déjate, que me han dicho que hoy lo has de tener perfecto. Mira, aquí tienes dos pelitos y allá un punto rojo.
Me puso cera semifría en las zonas exteriores y me repaso con un empaste de azúcar las zonas más íntimas y delicadas. Usaba una fórmula ancestral a base de azúcar de caña de doble evaporación, limón, resina de almendro y especies relajantes. La verdad es que depilarse la vulva con ese jarabe en manos de Juani, más que una tortura, era un placer.
Siguió con las axilas. Es verdad que esa zona, aunque la tenía presentable, se podía mejorar. Ella lo hizo. Al acabar me pasó un empaste a base de caolín y arcillas sulfurosas que me las dejó más suaves que el culo de un bebé. Para finalizar, el mismo tratamiento que a mi compañera. Me llevó casi al orgasmo, pero no me dejó llegar. Eso sí los aceites que aprovecho para esparcirme, hicieron su efecto.
Nos íbamos a levantar, pero no nos dejó. Faltaban los últimos toques.
Nos introdujo una cánula a cada una en el interior del ojete y le dio una suave presión al irrigador. Según nos dijo luego, nos llenó el recto de una infusión de camomila y jengibre. Al acabar la dosis, nos dejó descansar diez minutos estiradas y nos pidió que luego pasásemos por el inodoro que teníamos al lado. Así lo hicimos. A la vuelta, nos esperaba otra sesión irrigadora, en este caso, con un aromático jarabe que incluía un protector de la mucosa intestinal y un suave relajante muscular. Como ya estábamos bien limpias, en esta ocasión, lo dejó escurrir allí mismo.
Por la preparación que les estás dando, veo que piensas que esta noche nuestros culos van a gozar de un tratamiento intensivo. ¿Sabes algo que nosotras no sepamos? Le preguntó Carnie.
Solo sigo instrucciones, cariño. Yo no sé nada.
Nos puso un gel en los plieguecillos anales y nos mandó a las dos dar la vuelta.
- Ahora os tocan vuestros coños, queridas.
Nos introdujo una crema espesa, también muy aromática y fresca en nuestras vaginas. Según nos contó, era un desinfectante íntimo que preservaba la flora vaginal, relajaba los músculos de la zona y también servía para incrementar el placer y dar un potente efecto frío-calor, pero sólo cuando se mezclaba con otra crema. ¡Ya podíamos suponer dónde se aplicaba la crema complementaria!
Cuando acabó, nos esparció un nuevo aceite en los labios y la zona del clítoris. Espeso, denso y sin olor, aunque nos informó riendo, que era de calidad alimentaria. Para demostrárnoslo, nos dio un repaso con su larga y pulposa lengua a cada una. Nos excitó, pero no nos llevó al clímax. Cuando, decepcionadas, se lo hicimos saber, nos dijo:
Mis preciosas amigas, éste es un producto especial, retarda la llegada del placer para que cuando os venga, sea de una intensidad desbordante. Además os mantendrá secas hasta la noche, que todos conocemos como os mojáis cuando se le va la mano a un tío bueno, y vais a estar muy bien acompañadas durante el viaje. Si no fuese porque a mí no me van los hombres, ya me hubiese follado a vuestros maridos. Los dos tienen un morbo desbordante.
Oye, Juani, si quieres te los dejamos, aunque si los pruebas, a lo mejor te gustan y luego los tenemos menos entre nuestras piernas. ¡Eso sí que nos cabrearía! Si no pruebas, no lo sabrás. Ya nos ves a nosotras, hemos aprendido a disfrutar con lo bueno de unos y de otras.
¡Mmmmmm! Tal vez me lo piense algún día. Si así fuese, preparaos. ¡Soy insaciable!
Acabado el tratamiento, nos fuimos hacia nuestras habitaciones con una sensación en un punto medio entre la de relax completo y la de plenitud sensitiva en nuestros sexos. En el camino, nos encontramos a nuestros hombres con una nueva sorpresa:
Vestíos cómodas, nos dijo Paul. Tenéis que ir con lo que os pongáis desde aquí hasta el avión y desde el piso de nuestros amigos hasta la vuelta a casa. Anna, coge otra ropa para cambiarte a la vuelta si lo deseas, Carnie ya tiene cosas en el avión.
En el dormitorio del avión, tenéis preparados los vestidos y complementos para la cena, incluyendo zapatos. Ya veis que bien os cuidamos.
Nos dejaron con la intriga en el cuerpo y ambos se fueron hacia el jardín. Juani les estaba esperando para darles también un masaje semejante al nuestro. ¡Espero que no se confundiese de aceite al untarles sus pollas!
Nos vestimos con ropa informal. Ella con un vestido primaveral directamente sobre su piel y yo con una sencilla camiseta de tirantes y una falda amplia a la rodilla. Cogí una chaqueta de fino punto de vicuña. Compré dos trozos de tejido en nuestro último viaje a Perú. Uno de invierno y el de ésta, finísimo, para entretiempo o incluso verano, si me lo pongo directamente sobre la piel. Es de un tejido hecho con la lana del animal, la más fina del mundo y la mejor, la del primer corte. No hay tacto más agradable. Aunque en las tiendas selectas de Europa o Estados Unidos, son prendas muy caras, yo conozco a unos productores locales que tejen artesanalmente los tejidos madre, fuera del circuito que trata de gestionar toda la lana de vicuña en los Andes, pagando una ínfima parte a los productores locales. La compré sin confeccionar y me la cosió mi modista de Barcelona.
Me iba a poner las bragas, pero Carnie me riñó enseguida:
Venga Anna, si yo he venido sin desde Canadá, ¿cómo te vas a poner tu bragas esta noche? Ya me lo has dicho: eres una chica húmeda. Pero con el tratamiento de Juani no vas a mojar nada. ¡Al cajón!
Está bien, pero me llevo unas para la vuelta, por si acaso.
Oye , porqué no te pones la chaqueta y dejas la camiseta, yo creo que te quedará mucho mejor con el escote en pico que tiene. Esa lana tan fina, pero a la vez compacta, te va a marcar unos pechos preciosos. Me has de decir dónde puedo comprar alguna chaqueta para mí. Me gusta muchísimo.
Eso sí que lo veo bien, de hecho me la pongo así muchas veces. Mira, pruébatela tú antes de que me la ponga yo y ves como te queda.
Carnie se quitó el vestido y se probó la chaqueta. Al tener unos quilos más que yo, le hacía un escote precioso y marcadísimo a pesar de no tener unos pechos grandes. Las tetas le quedaban divinas, bien sujetas por lo compacto del tejido, pero sin perder un ápice de la elasticidad natural. Claro, con el coño al aire el efecto no era completo. Le pedí que se pusiese una falda. Cogió una tejana corta del armario. ¡Ahora sí quedaba perfecta!
- Anda, Carnie, déjatela puesta hoy, estás para comerte, le dije mientras le pasaba mi mano por esas tetas tan maravillosas que tenía. Luego te la quedas, que es muy difícil conseguir ese tejido, pero yo ya tengo el contacto. Pediré para las dos y te enviaré una pieza para que te confeccione otra tu modista, como hago yo.
Me besó los labios con cariño y me dio las gracias entusiasmada.
- Creo que tu vestido también me irá bien a mí. ¡Ya verás cómo este intercambio pone a nuestros hombres como una moto! Pensarán que predispone a otras cosas. La imaginación es el afrodisiaco más potente…
Me lo puse y, como preveía, me quedaba estupendamente, de hecho, creo que mejor que a ella, ya que soy un punto más delgada, pero con más tetas.
Cogí un juego de ropa adicional y otra chaqueta y salimos al comedor interior. Nuestros hombres nos estaban esperando vestidos tan insulsos como siempre. Eso sí, alabaron nuestros vestidos y nos felicitaron por el intercambio. Creo que a Paul hasta se le levantó el mástil dentro del pantalón al ver a su mujer con esa ropa mía, aunque fue a mí a quien hizo el chiste fácil:
Coño, Anna. A ver si te confundo con mi mujer y me acuesto contigo.
Anda que no sois predecibles los hombres. Vigila que no se confunda mi marido y sea él el que se acueste con tu mujer. Aunque yo tengo una solución mejor: compartamos cama los cuatro, ¿será lo más divertido, verdad Carnie?
Claro, mucho mejor, así puedo disfrutar de los tres. Porqué, Paul, cariño, has de saber que creo que me estoy enamorando de Anna, por no hablar de su hija.
Javi nos esperaba con la furgoneta en la puerta de la casa. Montamos los cuatro y nos fuimos hacia el puerto. Desde el incidente en la playa de Migjorn, en cualquier salida llevábamos una escolta policial y la propia. Un coche camuflado nos precedía y otro nuestro con Juani y George nos siguió hasta el puerto. Allí embarcamos en el yate de soporte y la escolta conjunta nos acompaño en la lancha de seguridad. En el puerto de Eivissa, nos recogió una furgoneta y nos llevó directamente a pie de la escalerilla del avión de nuestros amigos canadienses.
Completamos las formalidades administrativas sin enterarnos, gracias a un agente que ya nos esperaba. Subimos los cuatro al avión, acompañados de Juani y George. En menos de cinco minutos habíamos despegado y en poco más de una hora aterrizábamos en Le Bourget. Es un aeropuerto con menos operaciones que los dos grandes de París, muy utilizado para los vuelos privados, por la rapidez para desplazarse al centro de la ciudad vía la Autoroute du Nord , cruzando el Périphérique , el anillo viario de la ciudad, por la Porte Saint Denis.
Un simpático empleado de la embajada canadiense en Paris, acompañado de un gendarme, nos facilitó los tramites a bordo. Además, al tener prevista la vuelta bien entrada la madrugada, ya dejaron preparada esa documentación. El joven de la embajada era de Perpignan, ciudad del sur de Francia, a unos cuarenta quilómetros de la frontera. Como en esa región también se habla catalán y sabía que nosotros veníamos de las Baleares, se nos dirigía a Angel y a mí en un catalán con fuerte acento del Roussillon . Todo un detalle que agradecer.
Ni el joven de la embajada ni el gendarme, pensaran lo que pensasen, mostraron sorpresa ni hicieron comentario alguno por los atuendos con que los recibimos. Los cuatro íbamos cubiertos por una especie de bata larga de rayitas azules y grises, parecidas a las de los tenderos de ultramarinos de antes. La ropa que llevábamos debajo, no era precisamente la más adecuada para mostrar por la calle.
Aprovechamos el viaje desde Eivissa para arreglarnos y vestirnos. Carnie pidió a la dulce azafata que les acompañaba desde su país hasta el retorno que nos dejase en hielo un par de botellas del 2000 de Egerier de Pannier, en la habitación. Un champagne exquisito mitad/mitad Pinot Noir y Chardonnay, con algo menos del veinte por ciento de la variedad tradicional Pinot Meunier. En el valle del Marne toda la vida se han trabajado buenos caldos y Paul siempre pedía que hubiese una caja embarcada.
Sophie, la azafata, nos dejó solos y atendió en la parte delantera a Juani y George. Abrimos los cuatro portatrajes y las cajas que los acompañaban. Cada uno iba con un tarjetón con nuestro nombre. Si alguno de nosotros esperaba algo sofisticado y lujoso, seguro que se llevó una decepción. Quienes esperábamos algo vicioso en estado puro, acertamos sin paliativos.
Las chicas teníamos un vestido, o mejor dicho, una cintas, de delicada muselina blanca. Nos costó ponerlas en su sitio, pero con la ayuda de una y otros, lo conseguimos. Cruzaban el pecho por debajo de las tetas, mostrándolas en cazoleta y se recogían en el cuello, siguiendo por la espalda, entrecruzándose en la cadera, atándose finalmente por delante con un lazo a la altura del ombligo. Abajo, una especie de pantalones del mismo tejido, de fina cintura baja y hasta los pies. Abiertos, sin yuxtaponer el tejido, de arriba abajo, por delante y por detrás de cada pierna. Sólo cerraban al tobillo. En resumen, ¡mostrábamos las tetas, el coño y el culo a quien quisiese mirarlos!
Los hombres, no lo tenían mejor. También de blanco: Una chaquetilla muy abierta y sin botones les dejaba el pecho al descubierto y unos pantalones parecidos a los nuestros, pero sin ropa en el triángulo de sus genitales y trasero. Eso sí, ¡el corte de las piernas se cerraba en tres puntos!
¿De dónde habéis sacado eso?, les pregunté intrigada a Carnie y Paul, ya que no lo veía propio de su estilo.
No es cosa nuestra, Anna. Nuestros anfitriones lo hicieron llegar ayer. Seguro que ellos visten igual. Son muy teatrales, ya los iréis conociendo.
Además, hemos de completar nuestro atuendo con el contenido de las cajas. Seguro que hay más sorpresas.
Abrimos las cajas. Contenían los zapatos de cada uno. Sencillas bailarinas blancas para nosotras y mocasines igualmente blancos para ellos. Además, unas preciosas pulseras, colgantes y pendientes de oro blanco y marfil para nosotras y un brazalete de corte masculino en piel de serpiente blanca para ellos. El repertorio se completaba con tres cajitas más. Una rotulada con un “ Pour les filles ” y la otra “ Pour les garçons ”. En la última, una bolsa cerrada y un papel en el que le indicaban a Paul que llevase su contenido, sin abrir, a la reunión.
Paul, nos aclaró:
- Entre nuestros anfitriones, contamos con Philippe. Tiene uno de los talleres de joyería más reputados de Francia. Las joyas son para vosotras. Él os lo dirá directamente, no lo dudéis. Vamos a abrir la cajas, seguro que son juguetes. Ya os hemos dicho que les encanta sorprender a los amigos.
¡Efectivamente! Dos balas vibradoras vaginales bien gordas. De un material metálico muy delgado y bastante flexible, como una tela. Yo nunca las había visto como esas. Ellos, ya os podéis imaginar: un artilugio semejante, pero más largo y fino, con rugosidades. Se ve que nuestros anfitriones eran muy previsores e incluyeron un pequeño tubo de lubricante acuoso. Al verlas, ambos se llevaron las manos al ojete… Carnie fue directa al grano:
- Venga mariconcetes míos, poned el culo en pompa que os vamos a meter estas cositas tan interesantes para que os meneen bien la próstata y os corráis de gusto.
Manos a la obra. Yo lo lubriqué y se lo metí a Paul con ganas y sin descuidar algún que otro toqueteo de huevos y Angel recibió el mismo tratamiento por parte de Carnie. Luego ellos, en justa venganza, metieron los juguetes vaginales en nuestros agujeritos. Eran gruesos de verdad y les costó un poco, pero estaban muy bien diseñados y al final, no sólo entraron, sino que quedaron alojados cómodamente dentro de nosotras.
- Esto no hace nada, dije. Lo que hay en la bolsa cerrada deben ser los mandos a distancia. ¡No quieren que disfrutemos sin que estén ellos!
Nos vinieron a recoger a pie de escalerilla una van y un sedán, gentileza de nuestros anfitriones. Nosotros cuatro nos metimos en la furgoneta y nuestra Juani y George en el coche. Cinco minutos antes de la hora prevista llegamos a su casa. Un mayordomo de edad indefinida nos bajó a recibir a la puerta del edificio. Indicó a nuestros dos empleados la entrada de un piso anexo en el que les servirían la cena y podrían esperar a que terminásemos la reunión. También a los choferes, las plazas donde aparcar los vehículos, antes de unirse a los demás.
A nosotros, nos acompañó en un ascensor de época magníficamente restaurado al piso de sus señores. Al entrar, en cuanto cerró la puerta, nos encontramos con una joven camarera que nos pidió “nuestros abrigos”. Nos quitamos las batas, quedándonos prácticamente en pelotas, pero más grotescos. Sin inmutarse un ápice, nos hizo pasar a un amplísimo hall que más parecía una sala de museo.
¡Menuda sorpresa nos llevamos! Al menos Angel y yo.
Dos hombres idénticos, acompañados de dos mujeres idénticas. ¡Eran dos parejas de mellizos casados ente ellos!. Iban vestidos igual que nosotros, como Paul imaginaba, o tal vez ya sabía. Carnie y Paul se echaron a reír al ver nuestras caras y Paul nos los presentó formalmente:
- Anna, Angel, os presento a nuestro matrimonio amigo más singular: Philippe y Jean Paul, marqueses de Lovigny y y sus esposas Dafnée y Sélène. No me pidáis que os diga quién es quién, porque no voy a ser capaz de distinguirlos. Pero eso tiene poca importancia, ya que viven juntos y ¡hasta ellos mismos confunden sus parejas muchas noches!.
Y siguió:
- Mis queridas Sélène y Dafnée, queridos Jean Paul y Philippe, quiero presentaros a una pareja catalana tan alegre y desinhibida como vosotros: Anna y Angel. Mientras follábamos con su hija en casa, ella decidió invitarnos a pasar unas cortas vacaciones con su familia en la paradisiaca casa que tienen en Formentera. Aceptar ha sido uno de los mejores aciertos de nuestra vida.
Nuestros anfitriones nos dieron una calurosa bienvenida, besándonos en los labios uno por uno. Debía ser el protocolo de la casa. A pesar de su porte y formas distinguidas, no se cortaron en aprovechar la ocasión para tocarnos a todos por delante y por detrás, por arriba y por abajo. Además, tanto ellas como ellos, valoraron nuestros atributos tan adustamente como podía haberlo hecho un pescadero del antiguo mercado central de Les Halles:
Carnie, querida, tienes unas tetas tan buenas que no podré empezar a cenar sin darles un mordisco.
Me alegro de conocerte Angel, mi amiga me ha dicho que comes el coño como los ángeles, espero que esta noche me lo demuestres.
Joder, Paul, la polla te cuelga más que la última vez que me diste por el culo.
Querida Anne, sé que tienes un ano perfecto para la verga de uno de mis maridos. Como no las podrás distinguir, les ayudaré los dos a correrse en tu culo.
Y así siguieron, hasta que uno de los gemelos, no se cual, porque aparte de ser idénticos, tenían la misma voz, pidió a Paul que depositase nuestros cuatro mandos a distancia en un bol de cristal tallado en el que ya había cuatro más y los mezclase bien. A continuación nos explicó las reglas de primer juego:
- Queridas, queridos, uno de nosotros, tú Dafnée, por ejemplo, cogerás un mando de la fuente y pondrás a funcionar uno de los juguetitos que todos llevamos dentro. La intensidad del estímulo, es cosa tuya. El elegido, se sentará a la derecha de Dafnée. Éste, cogerá otro mando, hará lo mismo que ella y así hasta que cerremos el círculo. Al acabar, parad los juguetitos y los devolvéis a su sitio.
Continuó su hermano, aunque era como si siguiese hablando él mismo. Era una auténtica pasada. Las locuras que debían haber hecho juntos de jóvenes.
- Mientras dure la cena, solo podemos jugar con quien tengamos a nuestra derecha en la mesa. No hay nadie zurdo ¿verdad?. !Ah! No podéis hacer que nadie goce durante la cena. Sólo toqueteos para irnos conociendo todos. Anna y Angel, no os importe que esté presente el servicio. Son de confianza y a veces incluso los utilizamos en nuestros juegos. Están todos sanos.
¡Estos franceses son cartesianos hasta para follar!, pensé.
Nos sentamos, respetando el orden asignado, en la rica mesa circular de estilo Chippendale situada en el de centro de uno de los comedores. Aparecieron dos camareras ataviadas únicamente con una ridícula y anticuada cofia y un delantalito de puntillas. ¡Joder! Eran más viciosos que nosotros y mucho más rebuscados. Deben ser cosas heredadas de los borbones.
A mi derecha tenía a una de las mujeres de la casa. Supe que era Sélène porque su hermana había escogido el mando de Paul y a él le sabía distinguir. Para tantear el terreno, alargué una mano hasta tomarle el seno izquierdo. Se lo acaricié con suavidad, sin llegar al pezón. Me miró con una sonrisa en los labios y me dijo con su voz de niña mimada:
- Eres muy dulce, cariño. Demasiado para mí. Más tarde, para que vayas conociendo mi parte menos dulce, me joderás el chocho con tu mano bien prieta y luego iremos al baño y me mearás todo el cuerpo mientras mis hombres me parten el coño. Verás cómo me caben las vergas de los dos a la vez. A Dafnée también. Ahora, haz que mi botoncito salga de su capuchón y tócamelo mucho.
Uno de los anfitriones estaba a mi izquierda. Ni sabía cuál de los dos era, ni a nadie importaba. Esa ambigüedad formaba parte del morbo. Untó sus dedos en la crema de verduras que tenía en el plato y me la esparció por las tetas. Se giró y me las lamió hasta dejarme pringada de sus babas, pero sin verdura alguna. Me lanzó una risueña mirada y me dijo:
- De plato principal han preparado albondiguillas de ciervo. Una delicia. Para mí, serán todavía mejores, porque las voy a comer directamente de tu precioso coño.
Lo decía muy en serio. Cuando tocó servir a mi vecino de mesa, la camarera le saltó y le dejó esperando hasta al final. Entonces, le sirvió una generosa ración en el plato, lo dejó en el suelo, se metió debajo de la mesa y le indicó que ya podía acompañarle. La chica me pidió permiso para retirar el juguete que llenaba mi vagina. En cuanto se lo di, lo sacó, lo lamió con profesionalidad y comunicó el resultado de la cata a su señor:
- Mmea dessécrétions vaginalesdélicieux, monsieur.
Él solamente le dijo : Adelante. La chica me iba introduciendo las pelotillas en mi coño de dos en dos y el señor de la casa, metía su lengua en mi chumino hasta sacarlas y comérselas con gran placer. Lo hacía con una habilidad que sólo podía ser fruto de una larga experiencia. Yo no salí indemne. Me estaba excitando rápidamente. ¡Ese tío tenía una lengua prodigiosa!. Tuve que advertirle de que parase o me correría sin remisión.
Me dejó descansar un momento para que pudiese relajarme, pero enseguida volvió al ataque. Se trataba de un plato caliente y no quería que se le enfriase. Cuando acabó su ración, pidió a la fiel camarera que me hiciese la toilette y devolviese mi entrepierna a su estado previo.
La sirvienta me chupó los labios a consciencia después de limpiarme el interior de mi vagina con un trapito hipoalérgico humedecido y me volvió a introducir la bala vibradora. Creo que le gustó mi sexo, ya que se despidió con un besito en mi botón más íntimo.
Durante el tiempo que necesitó nuestro anfitrión para degustar el plato de caza, la cena continuó como si nada pasase. Sólo vi alguna mueca de placer y un continuo movimiento de las manos derechas desplazándose bajo el mantel.
Los postres, consistían en una imponente tarta adornada en su parte superior con lo que a todas luces era un brutal exceso de nata. Pero claro, en esa casa nada era casual. Cuando vi que a las mujeres nos sirvieron dos raciones y a los hombres una, pensé, acertadamente, que ese postre iba a tener alguna función más que la gastronómica.
Se levantó el gemelo de mi vecino y nos dijo con su voz cantarina:
- Allez! Faire tremper vos attributs.
- Y después de remojarlos, ya sabéis de donde comer.
Vimos como las anfitrionas restregaban sus tetas en la nata y sus maridos se levantaban de la silla con sus cipotes en ristre, rehogándolos a fondo en sus porciones de pastel. ¡Claro, por eso a nosotras nos sirvieron dos trozos y a ellos uno!. Los cuatro invitados no fuimos menos y les imitamos sin demora.
Encontramos, bajo la nata, la carne más o menos consistente según fuese el sexo de nuestro vecino de la derecha, pero todos disfrutamos de la teatral ocurrencia. En mi caso, he de decir que entre las caricias de la magistral lengua de mi vecino y el sentir como se le crecían los pezones a mi vecina con cada succión de mis labios, estuve a un dedo del orgasmo. Mis sabios compañeros se retiraron en ese justo instante. Lástima.
Nos limpiamos los restos de nata, tomamos café y quien quiso copa. Para degustar los puros y los licores más íntimos, pasamos a otra sala mucho más espaciosa. Al entrar, no me creía lo que oía y veía: la estancia estaba diseñada únicamente para el sexo.
Música sensual. No, perdonad, música guarra, de sala de estriptis. Una gran plataforma acolchada en el centro. Muebles tipo chaise-longue ergonómicos, pero para practicar las posturas del Kamasutra. Unas diseñadas para follar por delante, otras por detrás. Unas para facilitar las posturas en vertical otras en horizontal. Todo el mobiliario estaba forrado de eskay de colores chillones.
En las paredes, tapizadas de un terciopelo impermeable, colgaban desde barras para apoyarse a diferentes alturas, hasta argollas para atar. En un lateral estaba dispuesta una zona de “aguas”. Era semejante a una larga bañera de hospital, pero de siete u ocho metros de largo. Tenía diversos caños de agua y espacios para sentarse o apoyarse inclinada.
En la puerta había dos grandes fuentes con una especie de ponche y copas. El de una, era azul y el de la otra, amarillo limón. Una de las anfitrionas, me cogió por el brazo para decirme:
- El nuestro es el amarillo. Va mejor para los estrógenos. Toma una copa y vuelve a llenarla a menudo. No te arrepentirás. Nosotras hemos follado ocho o nueve horas seguidas gracias a esta poción mágica. Para ellos, la azul, ya se sabe. Se la mantiene dura tanto tiempo como a nosotras el chichi mojado la amarilla. Aunque al final ya no les salga nada de sus pitos, no se les ablandan y siempre podemos aprovecharlos.
Mientras la estaba escuchando, los gemelos no perdían el tiempo. Acababan de estirarse en la plataforma central capiculados y se la chupaban uno al otro con entusiasmo. Sus parejas corrieron a prodigarse el mismo tratamiento. Me di cuenta de que eran unos exhibicionistas compulsivos.
Siempre empiezan así, nos explicó Carnie. Os voy a contar como se conocieron y acabaron juntos:
Cuando todavía eran adolescentes, una noche coincidieron en una fiesta y tontearon entre ellos. Philippe se emparejó con Sélène y su hermano con Dafnée. Cada pareja buscó un rincón para dar rienda suelta a sus hormonas. Empezaron los arrumacos, perdieron la ropa, intentaron penetrarlas, pero… ellas tenían el coño más seco de un pan de dos semanas y ellos, las pollas tan blandas como un globo sin aire.
Ni unos ni otras, entendían qué les ocurría. En su círculo social, las hermanas eran conocidas por ser las más putas y las que más buenas estaban del grupo. En el de ellos, no había chica sin prejuicios que no hablase maravillas del saber hacer y la experiencia sexual de los twins , como eran conocidos por sus amistades.
- Ambas parejas de gemelos estaban muy unidos. No sabían hacer nada separados y llevaban años follando entre hermanos. Entonces, se dieron cuenta que ya no gozaban haciéndolo por separado, aunque el chico o la chica fuese una bomba sexual. Lo hablaron entre los cuatro y vieron que estaban hechos para andar juntos el camino de la vida. Decidieron que lo que necesitaban no eran dos parejas, sino un cuarteto.
- Se marcharon de la fiesta y se fueron a un piso que tenía en la cuidad una prima mayor de las chicas. Estuvieron follando tres días sin salir del piso. A partir de ese momento siempre iban juntos a todas partes. A los pocos meses, se jugaron a los dados quien dirían que formaba pareja con quien y delante de sus padres, se prometieron amor eterno entre Sélène y Jean Paul y Dafnée y Philippe, con la salvedad que Jean Paul les estaba presentando a Dafnée y Philippe a Sélène.
- A los dos años y medio, con veinticuatro años ellos y uno más ellas, se casaron. Fue una boda que dio mucho que hablar y hoy todavía recuerdan los invitados.
Los padres de los chicos eran tan libertinos como ellos y tenían claro que a sus hijos les importaba muy poco con cuál de las gemelas compartirían la cama la noche de bodas y cada una de las noches siguientes. De hecho, intuían que como les costaría acertar cual era su novia, optarían por disfrutar de sus cuerpos los cuatro juntos. Así no podían equivocarse.
Los padres de ellas eran de otra pasta. Conservadores y puritanos, especialmente la madre, estaban preocupadísimos cuando las dos parejas decidieron vestirse, maquillarse y peinarse idénticas. Era materialmente imposible distinguir quién era uno u otro entre los gemelos. Lo máximo que había conseguido la madre de las novias, después de mucho insistir, es que Dafnée se pusiese un conjunto de bragas y sujetador rosa y Sélène otro del mismo modelo, pero azul claro. Quería estar segura que aún después de los vinos y licores del banquete, no existiese ni la más remota posibilidad de que pudiese ocurrir un trágico error.
Lo que más la consternó, fueron las singulares palabras del obispo, justo en el momento de la ceremonia en que declaró a los contrayentes marido y mujer: “Queridos Jean Paul y Philippe, Philippe y Jean Paul y Sélène y Dafnée, Dafnée y Sélène, os declaro maridos y mujeres”. Fue tal la confusión que causaron al ministro de la iglesia al no poder identificarlos, que optó por una fórmula ecléctica, pero probablemente, sin él saberlo, la que más se correspondía con la realidad. Cuando llegó a oídos del cardenal, lo reprendió severamente, pero el mal, o el bien…, ya estaba hecho.
- Durante la cena nupcial, justo al finalizar los postres, las novias fueron juntas al baño, como acostumbramos a hacer siempre las mujeres. A la vuelta, le pidieron a su madre que les guardase una bolsa bien cerrada. Las madres son como son y la de ellas, más. Antes de iniciar el baile, no resistió la tentación y en un rincón, abrió la bolsa. Al ver la ropa interior de sus dos hijas en ella, se desvaneció.
Cuando recuperó el conocimiento, las dos parejas de novios estaban dándose un beso de tornillo ante los aplausos de los invitados. Al cabo de unos instantes se dieron otro igual de desvergonzado. Pero ella no había sacado el ojo de sus hijas y ¡se estaba besando con el otro novio!. Optó por volver a perder el conocimiento, mientras reflexionaba sobre cómo podría afrontar el resto de lo que le quedaba de vida.
Poco después de la boda, los padres de ellos murieron en un trágico accidente de automóvil. Parece ser que el padre perdió el control de su nuevo deportivo en una revirada carretera de montaña. Por los restos de semen encontrados en la garganta de su esposa, el forense dedujo que su madre le hacía una mamada en un momento inapropiado. Esto fue lo que les informó extraoficialmente a los afligidos hijos. Al ver la cara de felicidad con que murió el padre, optó por cascarse una paja a su salud y no hacerlo constar en la autopsia. A partir de ese momento, los cuatro viven en el château familiar, lo que les ha permitido no tener que aclarar nunca quien es quien entre hermanos.
Mientras escuchaba las esclarecedoras explicaciones de Carnie, me excitaba viendo como se acariciaban con dedos y lenguas los sexos entre las dos parejas de hermanos gemelos. ¡Joder! estaban tan concentrados en su labor que parecía que no existíamos. Decidí que era hora de participar. Carnie y yo nos desnudamos y nos estiramos a su lado. Incitamos a nuestros hombre que hiciesen lo mismo.
Después de compartir todos las mieles con un compañero de nuestro mismo sexo, fuimos cambiando de pareja. Yo empecé probando las virtudes de las pollas de mis dos anfitriones a la vez. Cuando se vaciaron, sus mujeres lo aprovecharon hasta no dejar huella alguna de sus hombres en mis agujeros. En medio de la orgía, porque eso es lo que era, las dos doncellas iban y venían con copas de ponche llenas. Mojaban sus tetas en ellas y nos las daban a beber o las sorbían e intercambiaban el elixir con nosotros en cálidos besos.
Los ponches debían ser efectivos, porque a los chicos no les bajaron sus erecciones durante las tres horas que duró la fiesta y nosotras, estuvimos todo el rato tan calientes y mojadas como en el primer instante.
Hicimos todo lo que pueden hacer ocho personas sin inhibiciones y experimentadas en los placeres que ofrece el sexo. Los cuatro gemelos eran casi unos depravados sin más límite que el respeto físico a sus cuerpos.
Dafnée y Sélène eran dos máquinas de dar y recibir placer. Para ello, se habían preparado a consciencia. Angel se llevó la mayor de las sorpresas cuando una de ellas se metió en esa especie de bañera que ocupaba toda una pared y le llamó a él y a Paul. Cuando los tuvo a su lado, se llevó la mano a la boca y se sacó su dentadura superior e inferior. Riendo, empezó a hacerles la mejor mamada de su vida.
Ambas se habían hecho quitar los dientes y llevaban una exquisita dentadura postiza para poder chupar las pollas de la forma más suave y profunda que uno pueda imaginarse. Se lo enseñó una de las más cotizadas prostitutas de París. Cuando ellos se corrieron en sus bocas, llamaron a sus maridos y les besaron hasta dejar sus bocas vacías. La limpieza de las vergas de nuestros hombres, también fue cosa de ellos.
Al finalizar, nos llamaron a todos. Los dos gemelos se estiraron en la bañera. Vinieron las dos chicas de servicio con un ungüento y se lo aplicaron a conciencia en los esfínteres de ellas dos. A continuación, ellas se empalaron a fondo sus culos con las pollas de sus maridos y una de ellas nos gritó a los cuatro que quedábamos:
- Vite! Votre pisse
Abrieron sus bocas desdentadas y exigieron nuestros líquidos amarillos. Tragaron, dejaron resbalar por sus cuerpos, se los restregaron entre los cuatro… Mientras, ellos iban taladrando sus culos. Cuando al último de nosotros se le acabaron los meados, ellos dos se corrieron a la par entre visibles estertores y gritos de placer. Se desacoplaron para lamerse rápidamente los cuerpos y oquedades entre todos ellos ¡Los cuatro eran unos guarros de cuidado!.
Entre tanto, las dos doncellas se habían quitado las cofias y los delantales y vinieron con nosotros cuatro a las duchas para enjabonarnos y lavarnos delicadamente. Se dejaban tocar y meter los dedos con una sonrisa, pero ellas no hacían otra cosa que limpiarnos de la forma más agradable. Cuando acabaron con nosotros, pasaron a dar el mismo tratamiento a sus amos.
La fiesta, o mejor, la orgía, duró una hora más. Hicimos de todo y nos lo pasamos muy bien. Los gemelos eran insaciables. Descubrimos que nuestros invitados canadienses eran como nosotros: tan golfos como el que más, pero siempre discretamente y entre amigos.
Al acabar nos vestimos con nuestra ropa para la vuelta a casa. Nos dieron sus datos para contactar con ellos cuando quisiésemos y nos pusieron en su lista de parejas a invitar a sus fiestas. Como regalo de despedida, nos ofrecieron dos preciosas botellas de cristal tallado. Contenían lo que había sobrado de los cócteles.
Os va a ir bien para los días que vais a pasar juntos. Me dijo una de las gemelas. La otra continuó:
Por cierto, en octubre vamos a organizar una fiesta para los jóvenes. Creo que a tu hijo y su mujer les va a gustar. Tal vez vuestro hijo ya sea mayor para acompañarnos con una amiga, continuó, dirigiéndose a Carnie. Decídselo.
Nos despedimos afectuosamente y bajamos a tomar los coches: Nos llevaron al aeropuerto para volver a casa. Los cuatro dormimos como unos benditos en el trayecto de vuelta y vimos salir el sol en la lancha que nos llevó hasta Formentera.
Cuando bajamos a desayunar, bien entrada la mañana, nos encontramos a Andy y Maria bañándose en la piscina y haciéndose arrumacos en las hamacas. Mi hijo y Noe se habían ido a ver a unos amigos y Clara no apareció en toda la mañana. Maria nos saludó con cariño a todos, dándonos un piquito a cada uno, ya sin importarle su desnudez o que sus pechos rozasen con nuestros cuerpos. Esta chica aprendía rápido.
Pasamos los dos días de vacaciones que les quedaban disfrutando de nuestros cuerpos, del sol, la playa, el barco y de alguno de nuestros amigos más íntimos. Fueron días de sexo, sí, pero tranquilo, de acercamiento y de relajados orgasmos entre amigos.
Maria se integró el grupo. Con sus veintipocos años, era más madura que casi todo el resto de nuestros hijos. Tuvimos una larga conversación nosotras dos y creo que también tuvo otras parecidas con su madre y con Carnie. La noche antes de iniciar el viaje de vuelta, la pasaron juntos ella, Andy y sus padres. Debió ser algo más que sexo, porque a la mañana siguiente tanto Paul como Carnie, se dirigían a ella con un “ fille ”.
Así concluyeron unas placenteras vacaciones, desinhibidas pero también de amoroso acercamiento entre la familia y los amigos. Gozamos e hicimos unos nuevos amigos, cuya amistad hemos mantenido a lo largo de nuestra vida. Además, con el tiempo, esas vacaciones, trajeron muchos cambios positivos y no previstos en nuestra casa.
EPILOGO
Por las vacaciones de Navidad, Andy regresó solo. Estuvo en nuestra casa de Barcelona. Como ya os debéis imaginar nos pidió que invitásemos a Maria. Follaron mucho, hicieron planes y decidieron pasar el verano juntos en Canadá. Los padres a Andy la tomaron como una más de la familia y le facilitaron la admisión y sustento para hacer un máster en una universidad americana de primera fila. Al acabar, se fueron a vivir juntos y a los tres años, se casaron y tuvieron hijos en seguida. A los pocos años, Andy para sus amigos y amantes, como nos dijo Clara cuando le conocimos, pero ya Andrew para el resto del mundo, pasó a dirigir una de las divisiones de la compañía y Maria brilló con luz propia como esposa y nuera de uno de los principales empresarios. Se dedicó a su familia, sin descuidar a sus suegros, con quienes le unía algo más que el parentesco. Pasar la noche haciendo el amor los cuatro, se convirtió en un placer recurrente cada quince días.
Adela, su madre, continuó viviendo en Formentera, pero pasando largas temporadas compartiendo con nosotros nuestra cama en Barcelona. Angel estaba loco con ella. Le sugerimos que abriese un restaurante. Nos hicimos socios, le presentamos un amigo nuestro del gremio que la ayudó con todas las cosas del negocio, menos la cocina y se lanzó. El éxito ha sido desbordante. A pesar de la crisis, su restaurante está siempre lleno. Maria y claro, los amigos y familia de Paul, le han hecho una impresionante campaña en EEUU y Canadá y es uno de los restaurantes de moda en Barcelona para el público selecto americano. Ya se comenta que el año que viene tiene muchos números de obtener la primera de las preciadas estrellas. Su desenfadada forma de ser y desparpajo con la prensa, sin duda le han ayudado. Para acabar de redondearlo, este verano una conocida revista, la sacó en bolas en una playa nudista de la Costa Brava. Los elogiosos comentarios a su fantástico cuerpo maduro y su forma de explicarlo en las entrevistas en TV, le han proporcionado dos cosas: una notoriedad, que lleva perfectamente y tener su cama más concurrida que la nuestra.
La sorpresa más inesperada, nos la llevamos con nuestra hija Clara. Al año siguiente, hizo un paréntesis en su aventura americana y sin decir nada a nadie, se fue a ver a la madre de Moncho. La invitó a pasar un fin de semana solas, para hablar entre mujeres, dijo. Al volver, la madre era otra mujer. Se divorció de su marido, putero y maltratador. Su hijo hizo lo propio con su mujer, frígida y aprovechada. Clara y Moncho se casaron en Eivissa, en una boda tan medida y tradicional que hasta las familias más conservadoras elogiaron. Se establecieron, junto a la madre de Moncho, en Nueva York y allí descubrió Moncho su valía: abrió la discoteca mas cool de la cuidad. Franquició el modelo y se hizo de oro.
Clara y Moncho, pasaron a ser una de las parejas de moda de la gran manzana. Su éxito profesional y su capacidad, experiencia y abertura para compartir el placer con los amigos era legendaria. Su madre, explotó sus conocimientos de costura y bordado. Aprovechando su nuevo glamur con las mujeres, montó el club de punto de cruz en el que el “todo NY” hacía cola para ser socia. Fue tal el éxito, que tuvo que abrir sucursales en Hollywood, San Francisco (aquí era mixta) y otras ciudades americanas y japonesas. Su libro “Como puede mejorar tu experiencia sexual el punto de cruz” ha sido muchos años un best seller entre los títulos de autoayuda.
¿Y nuestra Juani?. Demostró su valía y eso no pasa desapercibido entre los especialistas. George Attabic hacía años que quería independizarse y le pidió que fuese su socia para la nueva singladura. Montaron una empresa de seguridad personal para personalidades y altos directivos. Su primer cliente, como no podía ser de otra manera, fue la empresa de Paul. Se establecieron en Montreal y ella hacía frecuentes visitas a Carnie. La protegía y… hacían el amor apasionadamente. Paul les pidió repetidas veces participar. Paul era tan dulce y Carnie le insistía tanto. que al final aceptó para probar. Carnie le pidió que primero pasase una noche sólo con él. La experiencia fue tan gratificante, que por la mañana se levantó de la cama una bisexual convencida. Es que a veces, una primera vez con un desgraciado o un inepto, jode la sexualidad de una mujer de por vida.
De Pere y Noe que os voy a contar. Nos han dado ya dos nietos. Dos varones con la polla tan larga como la de su padre. Siguen siendo los mismos, con nuevas responsabilidades profesionales. No les vemos todo lo que quisiésemos, ya que viven en Frankfurt. Nos han contado que tienen un rollo con la mujer de uno de los mandatarios del BCE, ya que su marido es homosexual. No sale del armario y no le da lo que ella necesita, pero quieren mantener las apariencias. Hace tres meses han ido los tres juntos a una fiesta de los matrimonios gemelos en París, en la que se encontraron también con Maria y Andy y han vuelto con un ¡uffff, no damos para más!.
Este verano, hemos quedado otra vez todos en Formentera. Será diferente, con los nietos y los hijos de Andy y Maria. Yo ya tendré por encima de la sesentena. Aunque me sigue encandilando comerme una buena polla, ya no tengo treinta años y tendré que medir mis fuerzas. Seguro que será un buen momento para compartir recuerdos y disfrutar de nuevas experiencias. ¡Veremos!
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Espero que hayáis disfrutado de este último capítulo de nuestras “Vacaciones en familia”. Compartidlo con vuestra pareja, os llevareis agradables sorpresas, estoy convencido, desde la experiencia propia y de amigas y amigos.
Tal vez este último relato sea demasiado largo, pero quería concluir la serie para escribir otras cosas y ya tenía los escenarios a desarrollar previstos en el guión inicial.
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