Vacaciones en el pueblo
Crónica de mis mejores vacaciones. Contiene escenas de sexo guarro y que pueden herir alguna sensibilidad. Si no te gusta este tipo de sexo, no lo leas.
Aunque nací y crecí en Barcelona, a mis padres les dio por alquilar una casa de pueblo del pirineo barcelonés cuando yo tenía unos diez u once años. Año tras año íbamos para allá cada agosto, donde hice algunos amigos y amigas. No todos ellos eran del pueblo. Muchos venían de Manresa, Badalona o Barcelona, como yo, pero tampoco hicimos por mantener esta amistad pasajera en la ciudad. Sabíamos que cada verano nos volveríamos a ver.
Al cumplir los 18, a mi no me apetecía pasarme un verano más en aquel pueblo. No es que lo pasara mal, pero tenía novia, y Barcelona me resultaba mucho más atractiva que un pueblo de 3000 habitantes. Mis padres si continuaron subiendo y yo subía a verles algún fin de semana. Al final, ellos vieron que no les compensaba alquilar más la casa y dejaron de ir.
Sin embargo, ahora que ya estoy cerca de la cuarentena veo que lo del pueblo no es una mala opción para descansar del ajetreo de la ciudad. No estoy haciendo apología del famoso anuncio de la tele de adoptar un pueblo, pero no tener un lugar fijo donde pasar las vacaciones o algunos puentes hacen que estas sean menos atrayentes. Así que ni corto ni perezoso, llamé a mis padres para que me dieran el teléfono de los propietarios de la casa y ver si aún estaba disponible para alquilarla un par de semanas (más ya sería demasiado). Me atendió el señor Pep, quien dijo acordarse de mi y de mi familia, pero que lamentablemente vendió la casa hace unos años cuando falleció su esposa. Me dijo que su hijo había montado una especie de hotel rural, fuera del pueblo pero a unos 10-15 minutos a pie, y que alquilaba habitaciones. Pensé que sería buena idea. No tendría una casa para mi pero a cambio tendría todas las comodidades de un hotel (no tener que limpiar, hacer la cama, etc). Así que llamé al hijo de Pep, que se llamaba igual que su padre, y esa misma noche partí hacia el pueblo para pasar dos semanas alejado de la gran ciudad.
La carretera había mejorado considerablemente, con muchos tramos de autovía, así que en apenas hora y media ya había llegado a mi destino. Me costó reconocer el pueblo, tras veinte años sin subir, pero poco a poco vinieron a mi mente recuerdos de la infancia y preadolescencia.
La chica de recepción me recibió y me mostró la cabaña donde me alojaría. Genial, pensé que sería una habitación y me encontré con una cabaña donde podría estar completamente a mi gusto. Me mostró además las instalaciones de la propiedad: piscina, pista de padel, sauna finlandesa… Lo cierto es que estaba genial y el precio era bastante asequible (por culpa o gracias a la crisis, como se quiera ver). En ese momento salía Pep de la sauna, solo cubierto por una toalla. Yo no lo recordaba, pero se ve que él a mi sí, porque empezó a preguntarme sobre mis padres, mi hermano y mi tía que a veces subía al pueblo para pasar unos días. Yo estaba en estado de shock. Pep podría haber pasado por una productora porno de musclebears. Con barba, vello muy bien recortado, unos brazos impresionantes y un estómago que sin estar definido apenas tenía grasa.
Me alojé en la cabaña, que tenía una pequeña nevera y un fogón por si quería cocinarme algo, me desnudé y me sorprendí empalmado pensando en Pep. ¿Cómo no podía recordar aquel pedazo de tiarrón? Claro, que yo en aquella época todavía no había descubierto los placeres entre hombres… Tras deshacer las maletas, me duché, me hice una paja y me quedé dormido en bolas en la cama, con el reguero de lefa en mi pecho.
Me desperté muy temprano. Llevaba más de 9 horas durmiendo, y sin ducharme para quitarme los restos de lefa (sinceramente no me acordaba) me puse una camiseta, unos pantalones cortos y unas chanclas y me acerqué al comedor a desayunar. Estaba situado en el edificio principal, y observé que todas las mesas estaban vacías, así que me senté en la primera a esperara a que me sirvieran. En ese momento entró Pep completamente sudado y con la cara enrojecida, me vio y se acercó a saludarme.
- Perdona Victor, ¿no?
- Sí, sí, me llamo Victor. Y no hay nada que perdonar.
- Es que he salido a correr un rato y por eso vengo de esta facha. Lo cierto es que el desayuno lo servimos a partir de las 9,30 y son poco más de las 8. Si quieres sube arriba a mi habitación y te preparo un café y unas tostadas. Lo siento mucho, Alicia tendría que haberte informado.
- No no, tranquilo. No es necesario. Me acercaré al pueblo andando y me tomaré algo en algún bar.
- No es molestia; es más, será una ofensa si no aceptas desayunar conmigo. Así me cuentas que ha sido de tu vida estos años.
Yo aluciné… ¿A este qué le importa de mi vida? Pero bueno, tampoco pasaba nada y además estaba tremendo, así que me subí con él. Mientras preparaba el café se quitó la camiseta dejandome ver de nuevo ese torso velludo y yo le conté que dejé de subir porque me puse a estudiar y que mis padres ya no vieron la necesidad de subir, etc.
- Ajá, eres ingeniero entonces, ¿no? ¿Y no te han “cazado”?
- ¿A qué te refieres? ¿A si me casé?
- Sí, hombre… además de buen trabajo, estás de buen ver.
- Vaya, gracias, viniendo de ti es todo un cumplido, pero no, no me casé. Estuve con mi novia unos años y lo dejamos – y aquí es donde omití que lo dejé porque me iban más los rabos que a un niño unos caramelos - ¿y tú? ¿no estás casado?
- No. Ahora no. Lo estuve, pero mi marido me dejó.
- ¿Tu marido?
- Si, bueno, soy gay. Montamos este hotel juntos y al principio lo orientamos a este tipo de turismo. Se fue con uno de los huéspedes y luego ya decidí abrirlo a personas solteras (hombres o mujeres) y parejas sin hijos, para estar más tranquilos ¿No tendrás problemas con esto, no?
- No no, para nada. Es lo que venía buscando. La tranquilidad y… algún tío bueno.
- Algo me he imaginado. Por eso te he invitado a subir, jejejeje. Además, ayer se te quedó cara de asombro al verme salir de la sauna.
- Claro, es que no esperaba ver a un tiarrón como tu, medio desnudo, con ese cuerpazo y el sudor cayéndote y mojando tu cuerpo en medio del bosque.
- Jajaja, ¿estás intentando ligar conmigo?
- Noooo tio, no. Perdona si te he dado esa impresión.
- ¡Qué va! De hecho, me apetecía que continuaras. ¿El café te gusta con mucha leche? – me preguntó mientras se acercaba a mi. Este tío no perdía el tiempo.
- Si está caliente y recién ordeñada, mejor (me tiré a la piscina… no me iba a quedar atrás).
No pude aguantarme y mi boca fue hacia esos pezones duros y grandes y mis manos hacia su estómago.
- Ufff, ¿vamos a empezar ya? Mmmmm, como me gusta que me los coman tio. Hace mucho que no estoy con un hombre y tengo los huevos llenos de lefa.
- Pues me la vas a dar toda… seguro que está muy sabrosa.
- ¿Y tú? ¿Cómo vas de cargado? – No me dejó contestar. Me empezó a morrear.
Su gran y carnosa lengua exploraba mi boca y mientras sus grandes manos magreaban mi polla y mis huevos por encima de los vaqueros. Pep olía a macho, cosa que me ponía mucho. Empecé a aspirar las axilas peludas, que aún tenían gotas de sudor después de la carrera que se había echado. Recogí unas cuantas con la lengua mientras él me metía la lengua en la oreja derecha. Eso me ponia muy cachondo.
- ¿Me ducho?
- Calla loco. Me pone cerdaco el olor a sudor y a macho.
- Vale, mejor, así sudamos los dos.
Palpé su calzón mientras él me miraba a los ojos y hacía lo mismo. Descubrí que el tío tenía una buena tranca, corta pero gorda, y no circuncidada. Yo estaba orgulloso también de mi polla. Coronada con un gran capullo y cercana a los 20 cm, mi polla me había proporcionado grandes sesiones de placer.
Poco a poco nos fuimos desnudando hasta quedarnos en bolas. Me amorré a comer el rabo de Pep. Tuve que abrir bastante la boca para abarcar toda la circunferencia de su polla. Mi lengua pasaba de su nabo a sus pelotas peludas, y de nuevo al nabo. Me había acostumbrado a su tamaño y me costaba cada vez menos. Sin embargo, no podía abrir del todo la garganta para que me atravesara la tráquea. Me costaba respirar, y cuando esto pasaba, volvía de nuevo a sus huevos.
Pep gemía y me tocaba la cabeza a la vez que se chupaba sus dedos dejandolos bien pringados de saliva. Acercó su mano a mi culo y empezó a hurgar en mi ojete. Al ver que me los podía meter sin problemas, su polla se puso aún más dura y más gorda si cabe. Tuve que sacármela de la boca porque estuve a punto de vomitar.
- Joder tio, que nabo. Me mola mucho pero me dan arcadas si lo tengo mucho rato en la boca, no puedo respirar y comer al mismo tiempo.
- Pues si te dan arcadas, vomita y sigues comiendo, ¿no?
- Ufff, lo paso fatal cada vez que vomito. Solo lo hago cuando voy ciego.
- De acuerdo, por cierto, buen ojete y muy tragón…. Me gusta.
- ¿Tienes ganas ya de metérmela? Joder, acabamos de empezar.
- Tio, no veas la de tiempo que llevo sin catar un culo, el otro día por poco me follo una oveja.
- Bueno, de aquí un rato me follas y me da a mi que durante la semana que me voy a quedar acabaras más que saciado de culo.
- Eso espero
Y nos volvimos a morrear. Su gran lengua paseaba por toda mi boca, con una mano me cogía la cabeza mientras que con la otra mano me apretaba los cachetes del culo. Yo tenía mis manos apoyadas en sus pechos, que estaban duros. Los pezones eran más bien pequeños pero se podían comer fácilmente. Deslicé una mano hacia su culo, grande y peludo, y empecé a acariciar con la yema del dedo su ojete.
- Espera Victor. Será mejor que me duche.
- No, ya te he dicho que me gusta el tema de olor de hombre y te prefiero así.
- No es eso, es que esta mañana corriendo me han entrado ganas de … ya sabes. Y lo he hecho en medio de la montaña y me he limpiado con una piedra, así que no creo que esté del todo limpio.
- Ajá, mmm….
Y en ese momento le di la vuelta, cosa que le cogió de sorpresa, y metí mi cara en su culo para empezar a lamer y a oler. Olía agrio y sabroso. Es una sensación que siempre me ha dado mucho morbo. Aún se notaban restos de su cagada, pero me daba igual. Estaba completamente cachondo e ido. Pep empezó a gemir como si le fuera la vida en ello.
- Me molas Victor, eres un puto cerdo… como yo, jejejeje. Sigue comiendo, cabrón.
Yo tenía otros planes… mientras le comía el sucio ojete, me cogí un poco de mi saliva en la mano derecha y empecé a pajearme. Me daba placer y al mismo tiempo estaba lubricándome el rabo. Me tenía que follar a aquel osazo pirenáico ya mismo.
Me levanté y sin pensármelo dos veces le metí la polla. Pep gimió.
- Hostiaaaaaaa, cuanto tiempo sin ser follado. Uffff. Joder, me escuece un huevo, sácamela.
- Ni de coña tío, tengo que disfrutar de tu ojete caliente ahora.
- No tio, sácamela que me escuece mucho. Espera y luego me la metes de nuevo hasta los huevos.
Le saqué la polla. Pep la cogió, la miró y empezó a darle lengüetazos como si fuera un helado. Yo estaba en la gloria. De pronto se fijó en mi abdomen.
- ¿Pero esto qué es? – Y empezó a chuparme también los pelos de la tripa. Me acordé que la noche anterior no me había limpiado la corrida. – Mmmmm, que rico tío.
- Jejeje, luego te la comerás recién salida de los huevos.
- Siiii. Joder tío, que bueno. Hacía mucho que no follaba.
- ¡Pero si aún no hemos follado!
- Bueno, me escuece todavía el culo, si eso no es follar.
- Joder, no la he tenido ni 20 segundos dentro de ti. Date la vuelta y te calmaré el escozor con mi lengua.
Nos acercamos a su cama y nos pusimos en postura del 69. Él me comía la polla hasta los huevos y yo le lamía el culo. Aún tenía algún resto que otro, pero me la sudaba. Aquel tío era puro morbo y me daba completamente igual lo que hiciéramos. Estuve comiéndole el ojal y los huevos durante más de cinco minutos, y él me dejó la polla completamente embadurnada de su saliva. De pronto vi aparecer dos dedos suyos en la entrada de su culo. Transportaban uno de sus lapos y vi como desaparecían dentro de su ojete. Se giró y se sentó a horcajadas encima de mi.
- Venga machote, fóllame ahora. Me tienes cachondo.
Puse mi rabo en la entrada de su culo. Mi polla, bien lubricada con su saliva, empezó a resbalar poco a poco dentro del ojete. Noté cómo mi capullo iba atravesando sus anillos, hasta quedar completamente encajado dentro de él. Cuando mis huevos chocaron contra su culo, gimió y me dijo.
- Ahora con tranquilidad, empieza a moverte. Luego haz conmigo y con mi culo lo que te dé la gana.
Dicho y hecho, sin sacar ni un milímetro la polla de dentro, empecé a subir y bajar mi cuerpo mientras él estaba encima. Tenía la mirada perdida. Cada vez que subía él gemía. Su polla estaba morcillona, dejando en mi tripa un charco de precum. Cogí un poco con los dedos y me lo llevé a la boca. Pep no estaba circuncidado, así que rebusqué en su pellejo a ver si había algo más. No encontré nada más, solo el néctar transparente. Él mismo empezó a subir y bajar haciendo que el recorrido de mi polla dentro de su culo fuera mayor. Me tiré un lapo en la mano y le saqué el rabo para embadurnarlo y que todo fuera más fluído. Al meterla de nuevo, abrió la boca de placer y le metí la mano en su bocaza grande para que me la limpiara. Pep estaba en el cielo. El olor a sexo dentro de su habitación ya era notable. Los dos estábamos sudados y en celo. Eché de menos estar un poco colocado de poppers, pero el aroma de su sudor era intenso y con eso me bastaba.
Como la postura para mi era cómoda pero me apetecía dar más caña, le saqué la polla, me escurrí bajo sus piernas, lo puse a cuatro patas y se la volví a clavar sin miramientos.
- Hostiaaaaa cabrón, me desgarras. Menudo rabazo, ni siquiera mi hermano la tiene como tú.
- ¿Tu hermano? No jodas
- Sí, no lo veo desde hace un año largo, pero cuando viene al pueblo me llena de lefa. Me pilló follando con uno del pueblo cuando éramos adolescentes y desde entonces me follaba cuando su novia no le daba lo que quería.
Aquella historia me puso cachondo y le dije:
- Joder tio, no puedo más, me corro.
- Ufff, sí tio, préñame
- Ahí va cabrón. Aaaaahhhhhhh
Y me corrí. Le saqué la polla y se giró para limpiarme los restos de lefa y de su interior. Cuando me la dejó bien limpia, mi polla necesitaba descanso. Me puse a comerle las tetas y a magrearle los huevos para que se pusiera duro. Su polla se levantó pronto y empecé a comérmela. La introduje en mi garganta. Me costaba respirar y notaba que me faltaba el aire. El muy cabrón se dio cuenta y mantuvo mi cabeza apretada contra su polla. No pude soportar la abertura de la boca y cuando su rabo rozó mi campanilla empecé a vomitar sin poder sacar la polla de mi boca. Pep gimió y se corrió a la vez que yo intentaba respirar. Acabé tragando parte de mi vómito y toda su lefa. Con sus dos manazas tiró mi cabeza hacia arriba y su polla salió de mi garganta como el tapón de una botella de cava, haciendo pop.
Yo intenté respirar y coger el aire que notaba que me faltaba; mi cara estaba toda roja y estaba realmente algo agobiado, pero Pep sonreía y se notaba que estaba feliz. La habitación ya olía a pocilga. Nuestro sudor, mi vómito, su interior… estaba mareado. Cuando me recuperé, mi estado de ánimo mejoró.
- Tío, esto ha estado genial.
- Y tanto, y ni siquiera te has enterado de que te has vuelto a correr.
- ¿Cómo?
Vi mi polla chorreante de lefa. No me había dado cuenta, pero cuando vomité me corrí. Pep me la volvió a lamer, mientras yo le metía dos dedos por el culo, rebuscando mi primera corrida. Los saqué y se los di a chupar.
- Joder tío, qué bien lo vamos a pasar estos días.
- Jeje, si… tendré que plantearme lo de buscarme una casa en este pueblo para subir más a menudo.
- ¿Por qué? Mi casa es tu casa. – Y diciendo esto, me morreó.
Nos fuimos a la bañera a ducharnos. Allí, de pie, nos abrazamos y volvimos a comernos la boca. Noté que meaba y su líquido caliente corría por mis piernas y mis rodillas hasta mojar mis pies. Yo hice lo mismo. Cuando acabamos, abrimos el grifo y dejamos caer el agua y que nos limpiara. Le embadurné de gel: mis manos pasaron por todo su cuerpo, y él hizo especial hincapié en mi culo. Metió hasta tres dedos dentro de mi, y allí mismo me clavó su gordo rabo. El jabón sirvió de lubricante. Nos corrimos los dos de nuevo (a mi ya me dolía la polla). Tras aclararnos, nos fuimos desnudos a la cocina que tenía en su habitación, preparamos café y unas tostadas y nos sentamos en el sofá.
Después de desayunar (tres horas más tarde de haberme levantado) volví a la cabaña a recoger mis cosas y me instalé en su habitación para el resto de la semana.
Por las mañanas le acompañaba a correr, aunque más de una vez paramos a follar en mitad del camino. Mientras él trabajaba, yo visitaba el pueblo o tomaba el sol en la piscina. Por las noches follábamos como si se fuera a acabar el mundo. Pep disfrutaba más como pasivo, pero era muy exigente y deseaba tener su ojete lleno el más tiempo posible. De hecho, llegué a correrme dos veces dentro de él sin sacar la polla de su culo. En su día de descanso, nos fuimos de excursión por la montaña y nos bañamos en bolas en el río y acabamos follando y llenos de barro. Unos excursionistas que también pasaban por allí se quedaron pillaron en plena faena y, aunque no nos dijeron nada, se fueron algo indignados mientras nosotros nos descojonábamos.
Fueron unas vacaciones inolvidables. Estoy esperando a que llegue el próximo puente y pueda subir. Estará nevado, y Pep me ha asegurado que la experiencia de follar al aire libre rodeados de nieve es impresionante. Ya lo estoy deseando. Lo que él no sabe, es que no voy a subir solo, me acompaña el pescatero de mi mercado…