Vacaciones en el pueblo (1): mi primo, el macho.

Todos los años me voy a pasar las vacaciones de verano al pueblo, una pequeña aldea al norte de España casi perdida entre árboles y montañas. Ya que mis padres trabajan, no suelen acompañarme más que un par de semanas, por lo que el resto del verano me lo paso solo en casa de mi tío y su mujer. Mi tío tiene 48 años, y no son pocas las veces que me he tocado pensando en él. Sus dos hijos tienen 18 y 28 años, y es el mayor de ellos el que más loco me pone por lo macho que es y lo bueno que está. Es un morenazo de metro ochenta, ojos oscuros, espalda ancha y fuerte, marcado por su trabajo en la construcción. No es el típico macho gilipollas sin dos dedos de frente, sino que es un tío simpático de esos con los que uno enseguida se siente agusto.

Todos los años me voy a pasar las vacaciones de verano al pueblo, una pequeña aldea al norte de España casi perdida entre árboles y montañas. Ya que mis padres trabajan, no suelen acompañarme más que un par de semanas, por lo que el resto del verano me lo paso solo en casa de mi tío y su mujer.

Mi tío tiene 48 años, y no son pocas las veces que me he tocado pensando en él. Sus dos hijos tienen 18 y 28 años, y es el mayor de ellos el que más loco me pone por lo macho que es y lo bueno que está.

Es un morenazo de metro ochenta, ojos oscuros, espalda ancha y fuerte, marcado por su trabajo en la construcción. No es el típico macho gilipollas sin dos dedos de frente, sino que es un tío simpático de esos con los que uno enseguida se siente agusto.

CAPÍTULO I. BAÑO COMPARTIDO.

Cuando mi primo llega de trabajar suele sentarse un rato en el sofá a tomar una cerveza, normalmente sin camiseta y con las piernas bien abiertas, marcando un buen paquete en sus pantalones. Entre sus pectorales discurre una línea de vello oscuro, al igual que bajo sus axilas y desde su ombligo hasta perderse bajo la tira que asoma de sus calzoncillos.

Me gusta sentarme a su lado y disfrutar del olor a macho que desprende mientras comentamos cualquier tontería que estén echando en la tele.

- ¿Qué tal hoy por el curro, mucha caña?

- Como siempre peque, hasta los cojones del jefe.

- Al menos este finde te quedas de vacaciones y puedes olvidarte unos días de él.

- Sí, supongo que marcharé unos días a la cabaña y así paso de todo.

- Joder, qué envidia. ¿No me llevas contigo o qué?

- ¡Jajaja! No te piques enano, pero esa plaza ya está reservada.

-Antes las tías que tu primo, ya veo... - le dije de manera dramática. En ese momento se abalanzó sobre mí y empezó a hacerme cosquillas mientras me inmovilizaba.

-¡No te celes pequeñajo! Que cuando vuelva si quieres te enseño a conducir la moto, pero no le digas nada a tus padres. Ni a tus tíos.

- Vaaale - le dije un poco con desgana. No porque no me gustase la idea de que me esneñase a andar en moto, sino porque él ya se había incorporado y no lo tenía sobre mí.

- Voy a ducharme, si sales y ves a Rubén dile que me llame.

Yo me quedé un rato en el sofá sin poder levantarme por lo empalmado que estaba. Aún estaba impregnado de su olor y no podía dejar de recrearme en lo cachondo que me ponía sentir a mi primo encima de mí. En cuanto me tranquilicé un poco, decidí irme al cuarto a hacerme una paja antes de salir a dar una vuelta. Así como estaba iría resfregándome contra las farolas.

Me tumbé en la cama y me desnudé por completo. Empecé a imaginar a mi primo sentado en el sofá, sudado y marcando paquetazo. Fantaseaba con acariciarlo entero, con pasar mi lengua por todo su cuerpo y masajear su pollón por encima del pantalón. Empecé a pajearme la polla ya mojada desde hacía rato, poniéndome más y más caliente, respirando de forma entrecortada y soltando algún gemido entre medias. Pensando en cómo se había lanzado sobre mí, me dí media vuelta y me tumbé sobre la cama, con mi culito en pompa y resfregándome contra el colchón. Casi podía sentirlo tumbado sobre mi espalda, clavando mi culito y follándome como un buen macho. Apenas tardé unos segundos en retorcerme de placer y correrme enytre gemidos y suspiros.

Me limpié un poco con un pañuelo y me puse los calzoncillos para ir al baño y darme una ducha antes de salir. Entre lo relajado que me había quedado y que hacía ya un rato desde que mi primo se había metido al baño, ni siquiera me planteé que estuviese ocupado. Entré sin picar, y ahí me lo encontré en gayumbos frente al espejo, afeitándose la barba de unos días.

Me quedé embobado, no porque hubiese nada de malo en ver a mi primo así, sino porque de forma sorprendente, nunca lo había visto sin pantalones.

- ¿Vas a quedarte ahí como un tonto o quieres algo? - me dijo un poco extrañado.

- Eh... no no.

- No, ¿qué?

- Que venía a ducharme, pero espero no tengo prisa.

- Ahora salgo, cierra la puerta.

"Joder, soy gilipollas" pensé para mi. Me sentía avergonzado por haberme quedado mirando a su paquete y a su culo fijamente, pero también por no haberle dado normalidad y haber pasado a ducharme mientras el se afeitaba.

A los pocos minutos salió del baño y yo entré en su lugar. Me desvestí y entré la ducha, y sin poder dejar de pensar en lo que había visto, tuve que hacerme otra paja del calentón que llevaba. Menudo culazo marcaba en calzoncillos, menudas piernas fuertes que tenía, y menudo paquete que dejaba imaginar una buena polla coronada por unos buenos huevazos. En ese momento, apoyado contra la pared de la ducha y con mis piernas abiertas, fantaseaba con ser enculado por mi primo en la ducha, tapándome la boquita y siendo preñado por ese semental. Esta vez quise estirar la paja un poco más, y tan zorrita como me había puesto, empecé a acariciar la rajita del culo y a presionar en la entrada con mis dedos. Imaginando a ese macho tras de mí, comencé a meterme deditos como si de su pollón se tratase, al mismo tiempo que me pajeaba y caía el agua sobre mi cuerpo.

- "¿Te gusta cómo te folla tu macho, putita?" "Menudo culito tienes peque, te lo voy a llenar enterito" "Vamos enano, pídeme más polla" "Así zorrita, gime mientras te folla un buen semental". - Imaginando cómo mi primo me susurraba todo eso al oído mientras me enculaba, con los dedos follándome el culito, empecé a correrme y a sentir cómo mis piernas temblaban del orgasmo que estaba teniendo.

En el próximo capítulo, mi primo me hace una propuesta que no podré rechazar.