Vacaciones en el mar (16)

Después de recuperar el resuello, continuamos con la pirámide del amor y, por fin, ambos hermanos, Toni y Alba se inician en los encantos del amor incestuoso.

En primer lugar, quiero pedir a todos los lectores y lectoras de Todorelatos, mis disculpas por el retraso en mandaros la continuación del relato. La conexión a internet se me quedó bloqueada durante cerca de un més, con lo que no pude mandarla hasta hoy; una vez arreglado el problema os envio esta nueva entrega de "Vacaciones en el mar"; para refrescar un poco la memoria, diré que nuestros padres habían salido a cenar con unos amigos y nos habían dejado a nosotros en el barco; para amenizar la velada, Laura había propuesto, a imagen y semejanza de lo contado por un grupo de jóvenes florentinos en el Decamerón, que cada uno de nosotros narrase una historia de corte erótico en la que hubiera tomado parte; y como el movimiento se demuestra andando, empezó ella misma explicando lo que le sucedió cuando fue a pasar unos días a la casa de unos conocidos para ayudar a los hijos en los estudios; trabajando una de las asignaturas, le plantearon unas preguntas sobre el cuerpo humano y, a raíz de ello, acabaron jugando a las prendas y descubriendo por primera vez los encantos del amor.

Continuamos con la narración de Laura que nos había dejado a todos absortos escuchándola. Apenas nos movíamos y aunque intuyésemos el desenlace, no nos perdíamos detalle del relato; tal como ella nos dijo, ahora venía la parte más "interesante de todo".

"Bien, como os iba diciendo, mientras esperábamos que Alba se recuperase, a pesar de no haberse hecho una herida importante, Toni y yo juntamos las dos camas de la habitación de Alba para formar una cama sola para poder pasar la noche los tres juntos. A Alba aún le escocía un poquito y, como se la veía animada a continuar, de hecho los tres lo estábamos, decidí que lo mejor era comprobar si ya no sangraba; con cuidado de no lastimarla más, le retiré el pañuelo que antes había mojado en agua oxigenada para limpiarle la herida e introduje uno limpio; después de un breve tiempo, retiré este segundo pañuelo y, al ver que no salía con restos de sangre, le pregunté si estaba decidida a continuar, a lo que ella respondió que sí.

Los tres nos hallábamos sentados en la cama que habíamos formado juntando las dos de la habitación de Alba y ninguno nos avergonzábamos de nuestra desnudez, algo absolutamente imposible unas horas antes; y, en cambio, ahora, lo veíamos como lo más natural del mundo. Para tener la absoluta certeza que nadie nos pudiera sorprender "in fraganti", en especial los padres de ellos, Alba fue a la puerta de entrada y, sin correr el cerrojo, puso la llave por dentro, de forma que nadie pudiese entrar sin llamar al timbre previamente.

Cuando Alba llegó a la habitación, Toni y yo estábamos sentados encima de la cama con la espalda apoyada en el cabecero charlando amigablemente; se acercó al borde de la cama y se sentó apoyando también la espalda en el cabecero y dejando a su hermano en medio de las dos. Continuamos la charla, ahora a tres voces; aunque los tres sabíamos o intuíamos lo que iba a venir, nadie daba el primer paso, hasta que me decidí a ser yo la primera y les dije:

¿Estais seguros que quereis continuar?

Claro –respondió Toni-; ¿que os quereis ir ya a dormir?

No, al menos yo –les respondí- ¿y vosotros?

Tampoco –respondió Alba-, al menos sí podemos probarlo.

Todos de acuerdo, pero, ¿Quién empezaba? Ésta era la cuestión. Un poco para ganar tiempo les dije que viesen si en la habitación de sus padres había una caja de preservativos; esto les sorprendió un tanto, puesto que, a pesar de sabñer cuál era su utilidad, creían que si iban con cuidado no podía pasar nada; les tuve que explicar que el creer esto era una de las principales causas de embarazos no deseados, y que, como lo más seguro era hacer el amor con un preservativo, lo mejor era que desde un principio se acostumbrasen a ello; con un "Esperadme y no empeceis sin mí, que ahora vengo", Alba se levantó como movida por un resorte y se fue directa al dormitorio de sus padres buscando el tan preciado tesoro; cuando dio con ello, en el cajón de la mesita de noche de su padre, dijo que ya lo había encontrado y vino a la cama donde la estábamos esperando.

Ya los tres en la cama, abrí la caja y saqué un preservativo. Antes, pero, les dije que para evitar sospechas ante sus padres, teníamos que fijarnos en la cantidad que quedaban para que mañana pudiésemos salir a comprar una cajita igual, y dejarla de nuevo en el cajón con la misma cantidad que la había puesto su padre. Con cuidado, abrí el sobre protector procurando no romper ni desgarrar el preservativo y, una vez fuera les mostré como había que colocarlo en el pene como si fuese un calcetín y siempre vigilando de no dañarlo con la uña. Toni aún estaba con su pene flácido y, evidentemente, el preservativo no le entraba bien; como había que solucionarlo, les dije que nos tumbásemos en la cama quedándose él en medio de las dos; a continuación, y tras decirle a Alba que luego lo iba a hacer ella, me tumbé de lado a pocos centímetros de Toni y empecé a acariciarlo suavemente sus incipientes pectorales; mi pecho desnudo rozaba su piel, al tiempo que mi mano iba describiendo movimientos oscilatorios hasta llegar a su cintura; con un gesto de mis ojos, le hice notar a Alba como al mismo tiempo que utilizaba mi mano, mis pechos también podían servir para proporcionarle placer a Toni, a la vez que a mí misma.

Alba estaba encima de la cama mirando fijamente como yo acariciaba el cuerpo desnudo de su hermano; cada vez llegábamos a más, pero el punto culminante vino cuando situé mi mano encima del pene de Toni y lo masajeé ya abiertamiente y sin tapujos; con mi mano lo rodeé por completo y la fui bajando y subiendo suavemente; ella me miraba con una mezcla de sorpresa y de nerviosismo contenido; sorpresa porque todo ello le resultaba absolutamente nuevo, y nerviosismo contenido porque intuía que, de un momento a otro, le iba a pasar el listón y le correspondería a ella el turno; cuando me dí cuenta que el pene de Toni estaba ya en su máximo esplendor, les dije "Y ahora la guinda final", y arrodillándome a su lado acerqué mis labios a la punta de su miembro; abriendo mi boca, poco a poco fui tragándome aquel trozo de carne hasta que desapareció por completo; mis labios habían llegado hasta su base e iban recorriendo todo el tallo; de reojo vi como Alba me miraba aún más sorprendida que antes por mi atrevimiento, pero ni ella, ni mucho menos él, soltaron la menor palabra de reproche. El pene de Toni ya no podía crecer más, y levantando mi cabeza les dije que ya estaba en su punto; coloqué el preservativo en su glande, y desplegándolo fui recubriendo todo el pene de Toni; cuando el preservativo estuvo perfectamente colocado, les dije que ahora ya estaría a punto para hacer el amor.

Los tres nos quedamos un tiempo mirando el pene de Toni "enfundado"; como aún no quería que finalizásemos nuestros juegos, quité el preservativo y nos pusimos a charlar sobre qué les había parecido; en un momento me di cuenta que su miembro comenzaba a flaquear y, con un "Ahora es tu turno", cogí la mano de Alba para ponérsela en las partes nobles de su hermano; pero, al alargar mi mano, involuntariamente le rocé un pecho; al principio no me atreví a ir a más, pero al ver que no tenía ninguna reacción de rechazo, continué acariciándoselo unos segunditos; ella se dio perfecta cuenta de ello, y me correspondió con una sonrisa, dando a entender que estaba completamente de acuerdo con la situación. En cuando Alba hubo puesto su mano encima del pene de su hermano, repitió los mismos movimientos que me había visto hacer a mí, masajeándolo de arriba abajo; señalándole su pecho, le di a entender que también debía utilizarlo adecuadamente, y, moviéndolo al mismo tiempo que su mano, fue acariciando el pecho de Toni con sus senos ya erectos.

Queriendo añadir un "ingrediente" más al "cocido", les dije que al mismo tiempo, Tony podía irnos acariciando y nosotras besándolo, para de esta forma obtener una mútua satisfacción y excitación pareja. Él alargó sus manos y nos fue acariciando nuestros sexos; los tres estábamos en la gloria, y más aún cuando, más por casualidad que por otra cosa, empezó a introducirnos uno de sus inexpertos dedos. El goce y la satisfacción iban en aumento y, dándo una vuelta más de tuerca, con un gesto de la cabeza le indiqué a Alba que hiciese como yo; poniendo mi cabeza al lado de la de Toni le fui dando besos hasta que mis labios se unieron a los suyos; al poco, retiré mis labios, y con una inclinación de mi cabeza le indiqué a Alba que prosiguiera ella; mientras, su mano no dejaba de acariciar el pene de su hermano, mientras que nuestros sexos eran penetrados por los dedos de él. Al principio, Alba dudaba al besar a su hermano, puesto que una cosa era hacerlo suavemente en la mejilla, y la otra abiertamente en los labios; llegó un momento en que, en una perfecta sincronía, ella levantaba su cabeza para que yo inclinase la mía y prosiguiera yo con los besos; con todo ello, Tony estaba empezando a tener la respiración un tanto entrecortada; en una de las veces, falló la sincronía e incliné mi cabeza antes de que Alba retirase la suya, con lo que nuestros labios quedaron en contacto. Mi primera reacción fue la de apartarme para no incomodarla, pero al ver que si yo apartaba los labios ella me buscaba con los suyos comprendía que deseaba continuar con ello. Juntamos de nuevo nuestros labios y nos besamos suavemente hasta que noté que su lengua pugnaba por abrirse paso dentro de los míos; comprendiendo que era ahora o nunca, abrí mis labios permitiendo que nuestras lenguas se tocase e iniciasen una especie de baile la una con la otra. Como mis manos estaban libres, dirigí una de ellas hacia el pecho que antes había acariciado involuntariamente; esta vez, pero, las caricias eran ya más abiertas, y procuraba disfrutar del roce con su piel tanto como ella disfrutaba con mis caricias.

No sé el tiempo que pasamos así; lo que sí recuerdo es que cuando creí que ya había que cambiar un poco de postura, le dije a Alba que ahora le tocaba de nuevo la guinda final. Su respuesta fue un "¿Qué?", a lo que yo le respondí que era lo que habíamos acordado: que ella haría lo mismo que yo. De pura lógica, a la chiquilla le habían subido los colores por cuanto tenía que, como yo había hecho antes, chupar el pene de su hermano; incorporándose un poco, lentamente fue inclinando su cabeza hacia la entrepierna de su hermano; cuando sus labios estuvieron a punto de rozar el pene ya erecto, ella sacó su lengua y tímidamente empezó a pasarla por el miembro de su hermano; poco a poco iba cogiendo confianza, hasta que se decidió y, abriendo completamente su boca, se tragó el pene entero de Toni y empezó a chuparlo como si de un helado de palo se tratase.

Cuando Alba dio por terminada su sesión, dijo que al principio le había dado un cierto reparo pero que, habiendo llegado hasta donde habíamos llegado, no iba a echarse atrás. Ahora que ya nos habíamos besado y acariciado, venía la parte más delicada del programa: la hora de hacer el amor. Y fue Toni quien rompió un poco el silencio que se había creado y preguntó "Y ahora, ¿qué?". Pues ahora sólo nos quedaba hacer el amor; aprovechando que Alba se había tumbado de nuevo le dije a él que hiciera lo propio encima de ella como si imitasen el acto pero sin llegar a la penetración; ambos dijeron que en alguna película habían visto como se hacía; realmente, se notaba que eran unos primerizos; en su primer intento, lo único que hicieron fue tumbarse el uno encima del otro sin más; cuando les dije que no se tenían que quedar quietos, no sabía como moverse y me pidieron que se lo mostrase. Estando ambos hermanos tumbados en la cama, me coloqué encima de Toni y, poco a poco, fui bajando mi cintura hasta que nuestros sexos se tocaron; sin llegar a consumar la penetración, fui moviendo mi cintura rítmicamente mos trándoles cómo debían de hacerlo. Cuando ya llevaba un tiempo así, le dije que ahora cambiaríamos de posición y que él se colocaría encima mío; al principio, no daba con el ritmo adecuado, pero, colocando mis manos alrededor de su cintura lo fui acompañando hasta que ya lo hizo de forma automatizada.

"Ahora que ya sabes como, ya lo puedes hacer", le dije a Toni. Los tres estábamos como en una nube: él y yo por haber participado, y Alba excitada por habernos visto. Fue ella quien dijo que para empezar era mejor que lo hiciese primero conmigo y que luego ya lo harían ellos dos. Supongo que al decir esto procuraba aplazar un poco el momento de hacerlo ella; como no era cuestión de esperar mucho para que no se le bajase la erección, le dije a Alba que abriese otro preservativo y que lo colocase en el pene de su hermano. Dicho y hecho, abrió uno de los sobrecitos y extrajo de él la goma protectora procurando no desgarrarla; espontáneamente, y sin que nadie le dijese nada, se inclinó sobre su hermano y abriendo su boca, se tragó el pene de Toni humedeciéndolo con su lengua; a continuación, levantó la cabeza y colocando el preservativo en el miembro de su hermano, lo dijó listo y preparado para su "estreno".

Toni se tumbó encima mío y, ante la atenta mirada de su hermana, con mi mano le ayudé a que su pene ereecto penetrara dentro de mi ser. A medida que su miembro iba entrando dentro de mí, una agradable sensación de placer me iba embargando al recordar tiempos pasados en los que había podido disfrutar junto a un antiguo compañero de instituto. Al principio le costaba mantener el ritmo e ir acompasado junto a mí, pero, tal y como hiciera antes, le puse mis manos en su cintura y conseguí que sus movimientos fueran parejos a los míos. Una vez cogido el ritmo, bajé mis manos y decidí ser yo quien siguiera sus movimientos; disfrutando sobremanera del momento, estiré mi mano y me encontré que la suave piel del vientre de Alba. Muy bien, yo no sabía lo que hacía puesto que el inexperto Toni me estaba haciendo cabalgar hacia el paraíso, pero lo que sí recuerdo es que Alba me cogió mi mano entre las suyas y me la llevó hacia su pecho con la clara intención de no quedarse al margen. ¿Qué más podía pedir yo? Por un lado, estaba siendo penetrada por Toni, y por el otro estaba acariciando el cuerpo adolescente de su hermana, recorriendo con mis dedos la piel suave y tersa de sus pechos turgentes.

Al final pasó lo que tenía que pasar, y ambos alcanzamos el orgasmo. Primero fue Toni, y se lo noté porque después de acelerar el ritmo, se quedó quieto de golpe. Una vez recuperados del "susto" les dije que al finalizar el amor, el pene se reetraía y que podía provocar que el preservativo se saliese del miembro con el correspondiente peligro de que un poco del semen contenido en el mismo se escapase y provocase un embarazo no deseado; por mi parte no había ningún problema puesto que tomaba la pastilla, pero a pesar de ello quería dejarles las cosas bien claras. Alba besó a su hermano dulcemente felicitándolo por su estreno, y como ambos estábamos aún con los restos de nuestro disfrute fuímos a tomar un baño para asearnos.

Al principio, Toni entró sólo a la ducha y nosotras fuímos detrás esperando a que terminase; evidentemente, no corrió la cortina para ocultar su cuerpo desnudo de nuestra vista; de pura lógica, ninguno de los tres nos avergonzábamos de nuestra desnudez, más bien al contrario, la llevábamos con una absoluta normalidad. Alba sacó a relucir su curiosidad y empezó a preguntarle a su hermano qué era lo que había sentido y experimentado, a lo que él le respondió sin ningún tipo de tapujos. Mientras se secaba Toni, su hermana pasó a la ducha y continuamos hablando sobre el sexo, la sexualidad y el amor. Una vez que ya había desaparecido entre nosotros cualquier atisbo de pudor, charlábamos de ello con la misma naturalidad que si lo hiciésemos sobre la última película que hubiésemos visto o sobre las flores que crecían en el jardín. Mientras hablábamos de todo ello, salió a relucir el tema de las posturas y la frecuencia con la que un chico puede tener una erección; yo les respondí que en el segundo caso depende de cada persona; en cuanto a las posturas les comenté varias, algunas de las cuales yo ya había probado con un antiguo novio mío, pero que en algún caso, como el de la pirámide, no la había hecho nunca.

Y ¿por qué no la probamos aquí? –preguntó Alba sin ocultar su curiosidad.

Pues, porque es un poco comprometida –respondí yo titubeando un poco.

Y ¿eso? –preguntó Toni.

Pues… -continué yo-, porque en esta postura intervienen tres.

¿Dónde está el problema? –inquirió Alba.

Pues que si lo hiciéramos –les dije-, vosotros dos tendríais que chuparos el sexo y nosotras también; por esto os decía que es un tanto comprometida.

Visto el interés por parte de los dos, empecé a contarles en qué consistía la pirámide. Para hacerlo, uno de los tres se tumbaba boca arriba, otro se sentaba encima de su sexo mirándole a la cara y el tercero encima de su cara mirando al segundo. Mientras, los dos que estaban sentados, se acariciaban y se besaban.

¿Comprendéis por qué os decía que es un tanto comprometido? –les pregunté.

Ya veo, pero no creo que haya para tanto –dijo Alba.

¿Cómo que no? ¿qué quieres decir con esto? –le preguntó su hermano Toni.

Bueno, pues que creía que sería peor. –le respondió Alba-; si tú y yo vamos a hacer el amor, no veo que sea muy diferente a esto.

Un poco diferente sí que lo es –afirmé yo-; si llegásemos a hacerlo, tú y yo nos tendríamos que besar y, al sentarnos la una encima de la otra, nos tendríamos que chupar el sexo.

Tienes razón –continuó Alba-; sí que lo es, pero si os parece, lo probamos a ver hasta dónde llegamos.

Los tres nos quedamos unos momentos como en blanco, sin saber muy bien qué decir; queríamos probar pero no nos atrevíamos, hasta que Toni sugirió que fuese yo la primera en tumbarme; siguiendo su propuesta, me tumbé boca arriba esperando la reacción de los dos hermanos; no sabían cómo ponerse y, tomando la iniciativa, al final Alba se sentó encima de mi cintura quedando ambos sexos en contacto. Como no le quedaba ninguna opción más, Toni se puso a horcajadas encima de mi cara y fue bajando poco a poco. Estando así, yo me quedé con su pene al alcance de mi boca y ambos hermanos sentados cara a cara. Por un momento nos quedamos los tres quietos, sin apenas movernos hasta que yo levanté mis manos y acaricié suavemente el pecho de Alba. Al notar como mis dedos recorrían su seno adolescente, dejó escapar un "Mmmm" de placer y me guiñó un ojo en señal de complicidad; como Toni aún no se había sentado del todo, pude girar mi cara y devolverle el guiño cariñosamente; cómo no acababan de decidirse, y tomando de nuevo la iniciativa, baje una mano del pecho de Alba y, tirando suavemente, me introduje el pene de Toni en mi boca; al principio me limitaba a mantener mis labios cerrados alrededor de su tallo, pero poco a poco me fui animando a ir a más; hubo un momento en que involuntariamente moví un poco mi lengua y me encontré de lleno con el pene de Toni; poco a poco lo fui recorriendo en toda su longitud, deteniéndome especialmente en la puntita del mismo; como no podía ser menos, el miembro de Toni fue adquiriendo una gran dureza y firmeza, ayudado por los movimientos de succión de mis labios.

Mientras yo estaba ocupada con el pene de Toni dejándolo bien limpio y reluciente, medio de reojo miré a ambos hermanos y pude ver como él empezaba a acariciar suavemente el pecho de ellos y tímidamente se daban un cariñoso beso en los labios; poco a poco nos fuímos animando y cada vez íbamos a más; por mi parte recorría con mi lengua toda la longitud del pene de Toni, al tiempo que ambos hermanos se iban besando cada vez con más pasión; al rato noté como Alba acariciaba mi sexo con su dedo corazón frotándolo poco a poco; ligeramente de soslayo la miré a la cara y pude ver como me guiñaba un ojo en señal de complicidad, gesto que yo le devolví; por encima de mi cuerpo y ladeando ligeramente la cabeza, ví como Alba, además de introducir su dedo índice en mi "cueva del placer" acariciaba con su pulgar su sexo. Así estando, disfrutábamos los tres y yo creía estar en el paraíso.

Queriendo "alargar" un poco más la pirámide y para evitar que el orgasmo de cualquiera de nosotros tres viniera a interrumpir el placer propuse un "cambio de parejas"; desmontamos la pirámide y les pregunté quién de los dos quería tumbarse boca arriba a lo que Toni se ofreció voluntario, yo me senté encima de su pene y Alba encima de su cara; como ella se sentó medio de golpe, dejó a su hermano casi sin respirar, por lo que tuve que decirles que no se trataba de sentarse completamente sino de arrodillarse a horcajadas y de ir descendiendo poco a poco hasta que el sexo de quien se sentaba estuviera al alcance de la boca de quien estuviera tumbado en el suelo. Yo no quería que Toni me penetrase de nuevo, puesto que prefería "reservarlo" para que pudiera hacer el amor con su hermana, por lo que me senté de manera que su miembro carnoso sólo me rozara mi zona más íntima sin llegar a penetrarla. Alba, por su parte se había arrodillado como yo les había dicho y poco a poco fue bajando hasta que su sexo estuvo al alcance de la boca de su hermano Toni; les comenté que él tenía que sacar la lengua y recorrer con ella las zonas más íntimas del cuerpo de Alba. Por la lógica inexperiencia del chico, al principio estaba como un pasmarote, pero poco a poco se fue soltando hasta que nos dimos cuenta que ya estaba haciendo "sufrir" a su hermana con sus lengüetazos.

Con un "¿Tenemos que estar tan quietecitas?", Alba inclinó un poco su cuerpo y, acercando su cara a la mía, me dio un suave beso en los labios. Al principio me hizo estremecer un poquito, tanto por la sorpresa del gesto como por lo inesperado del mismo, puesto que en absoluto me esperaba tamaña reacción por parte de Alba; pero he de reconocer que me gustó mucho y, siendo sincera, también me excitó. Sin saber hasta dónde seríamos capaces de llegar, le devolví el beso, pero esta vez saqué levemente mi lengua y le dí unos suaves golpecitos y roces en sus labios; ahora la sorprendida fue ella y, siguiéndome el juego, hizo lo propio con su llengua, con lo que llegaron ambas a estar en mútuo contacto. Ahora ya no disimulábamos para nada y nuestras lenguas se rozaban entre sí, y nuestros labios se besaban apasionadamente. Nuestras manos, que en un principio colgaban casi inmóviles de los brazos se abrieron y se dedicaron a acariciar el pecho ya firme y erguido que tenían delante. De nuevo pude experimentar el placer de acariciar el adolescente pecho de Alba, turgente, duro, firme, al tiempo que sus gràciles dedos recorrían la tersa pìel de mis senos. La sensación de placer era indescriptible y, al darme cuenta que habíamos dejado un poco de lado a Toni, aparté una de mis manos del pecho de Alba y la dediqué a masajear y a acariciar sin ningún tipo de tapujo ni impedimento el pene de Toni.

En esta situación yo misma me preguntaba si era normal que hallase tanto placer cuando estaba con Toni como cuando estaba con su hermana Alba; tenía muy claro que no, pero por otro lado era más que evidente que lo que yo pudiera hacer a ella como lo que ella pudiera hacerme a mí era algo que me producía un gran placer y, mientras pudiera quería poder disfrutar de ello. A pesar de ser hoy su primer día en estas lides, Alba me acariciaba el pecho con una dulzura que me dejaba extasiada, al mismo tiempo que yo me dejaba llevar con mis dedos recorriendo la suave piel de su anatomía adolescente.

La temperatura ambiente estaba muy caldeada e intuí que ya era hora para que ambos hermanos se iniciasen en la aventura del incesto. Proponiendo un nuevo "cambio de parejas", deshice la pirámide y propuse que Alba se sentara encima del sexo de su hermano y que yo hiciera lo mismo en la cara de él. Tal como estábamos los tres de "animados", intuía que ésta iba a ser la definitiva; como intuía que no habría mucho tiempo para prepararse, habíamos abierto un preservativo de su padre y lo habíamos dejado junto a la mesita de noche para que, cuando llegase el momento, estuviera todo a punto y pudieran hacer el amor sin esperar a que la "calentura" disminuyese. Ella se fue sentando poco a poco encima de su hermano procurando no dejarse caer de golpe para no lastimarlo en su parte más íntima. Sus sexos estaban casi en contacto, y si ambos no fueran tan inexpertos, no les habría costado ni lo más mínimo iniciar la penetración. Cuando llego mi turno, me arrodillé a horcajadas encima de Toni hasta que me quedé sentada encima de mis talones; enseguida pude notar como él empezaba a acariciar con sus labios y su lengua las partes más íntimas de mi ser; un escalofrío empezó a recorrer mi cuerpo, y, sin que pudiera ni quisiera remediarlo, me incliné ligeramente y besé suavemente los labios de Alba. Ella, lejos de experimentar ningún rechazo me devolvió el beso y su lengua pugnó por abrirse camino entre mis labios. Poco a poco se fue desfrenando la pasión y, entre caricias y besos, llegamos a un punto en el que me di cuenta que la ocasión era absolutamente propicia y era cuestión de ahora o nunca.

Los tres estábamos con nuestros corazones desbocados y como creí que ya había llegado el momento para los dos hermanos, alargué mi mano y pude agarrar el preservativo que había dejado preparado a nuestro lado. Aprovechando que, como es lógico suponer, el pene de Toni estaba en su máxima y mejor expresión con suavidad le coloqué el condón para evitar males mayores. Hasta que no lo tuvo bien colocado no se dieron cuenta que ya había llegado su hora y, con un ligero gesto de la cabeza, me indicaron que estaban dispuestos. Estaban en una situación un tanto comprometida, puesto que iban a hacer el amor y tenían el lógico nerviosismo de tamaña situación, aparejado por el correspondiente gusto por lo prohibido. Separándome de la "pirámide", me puse al lado de ambos hermanos y, agarrando el pene enfundado de Toni, lo dirigí hacia la vagina de su hermana. Ya no había vuelta atrás, y con una gran suavidad, ella se fue dejando caer encima de su hermano mientras el miembro erecto de él la iba penetrando por su anatomía más íntima. Apoyándose en los antebrazos, Alba empezó a imitar los movimientos que me había visto a mí anteriormente. Al principio les costaba un poco ir al compás por lo que tuve que guiarlos un poco; con un gesto de mis labios, les indiqué que mientras hacían el amor podían besarse; así lo hicieron y, poco a poco, la pasión empezó a brotar de sus labios.

Viendo a ambos hermanos disfrutando de su primer acto sexual juntos, no pude por menos de llevar mi mano a mi entrepierna y dar rienda suelta a mi pasión. En un momento, Alba me miró y me guiñó un ojo en señal de complicidad, señal inequívoca de que estaba disfrutando. Llegó un momento en el que Toni tuvo su segundo orgasmo de la noche y soltó un sonoro suspiro de satisfacción. Se quedó quieto como si quisiera recuperar un poco el aliento y, al poco tiempo, su hermana estalló de placer. Como no era cuestión que el pene de Toni recuperase su flacidez y se escapase el preservativo, les dije que era mejor que se separasen. En sus caras se reflejaba la satisfacción del momento, como de haber superado un gran hito.

¿Qué os ha parecido? –les pregunté.

Uf, ha sido genial, ¿no? –contestó Alba mientras inquiría la opinión de su hermano.

Y tanto que sí –respondió él- ¿lo repetiremos?

Uy, ya veo que os ha encantado –les dije-; si quereis, estos días que estaremos solos lo podremos volver a hacer, pero no olvideis que vuestros padres me pidieron que os ayudase en los estudios. Si por la mañana trabajais bien, luego por la tarde puede haber "premio".

No hay que decir que la idea les pareció muy bien; nos miramos y vimos que estábamos hechos un desastre; por nuestros cuerpos caían gotas de sudor y en la habitación flotaba un aroma de sexo y pasión; para recuperarnos de la actividad y para acostarnos limpios y relajados, nos fuimos a la ducha. En ningún momento se nos pasó por la cabeza ducharnos por turnos o cerrar la puerta; más bien al contrario, entramos los tres juntos y nos enjabonamos mútuamente sin importarnos lo más mínimo si tocábamos "zona prohibida" o no. Nos aclaramos y, una vez secos, nos fuímos a la cama. Para nada queríamos dormir separados y, colocando los colchones en el suelo, nos quedamos profundamente dormidos."

Cuando Laura acabó su relato nos quedamos todos un momento en absoluto silencio. Creíamos que continuaría narrando sus días de "profe particular" con Toni y Alba, pero ella dijo que cuando descansaban del estudio y si habían trabajado bien continuaban con las actividades de eros, y que era un poco absurdo alargarlo innecesariamente. Además, tal como se encargó ella de señalar con una mirada muy picarona y señalando con el dedo, la temperatura ambiente había subido por momentos y la anatomía de Martin y de mi hermano era un buen testimonio de ello, puesto que sendos penes estaban en su máxima expresión y apuntaban al firmamento. Con un "Caray, como te has puesto", Laura puso su mano en la entrepierna de Juan y acariciándole suavemente su miembro, propuso que, para refrescar la caldeada temperatura ambiente, nos diésemos un baño nocturno en las frescas aguas marinas y bajo un techo de estrellas. Aunque ellos dos fuesen los que, de una forma más aparente, testimoniasen la excitación y la calentura producidas por el relato de Laura, todos necesitábamos refrescarnos un poco, por lo que la idea de zambullirnos en el mar nos pareció perfecta. Después de comprobar que ambas anclas estuviesen bien aseguradas y que la escalerilla desplegada nos tiramos de cabeza al agua. Lo que vino a continuación fue un juego de bromas y aguadillas en el que en más de una ocasión las manos fueron allá donde no debían, pero en ningún momento nadie le dio la más mínima importancia.

Estuvimos un buen rato haciendo el oso en el agua hasta que subimso de nuevo a bordo. Mientras nos secábamosa, íbamos comentando el relato de Laura y Juan fue quien antes puso el dedo en la llaga:

Un poco fuerte tu relato, ¿no? –le dijo a Laura.

Hombre, no veo el por qué –le respondió ella.

Pues por que Toni y Alba pasaron en poco rato de estar peleados a desnudarse y hacer el amor –continuó Juan.

Tampoco fue tan poco rato –arguyó Laura-; estuvimos bastante tiempo hasta que no empezó todo; además, no creo que hicieran nada que no hayamos hecho nosotros.

¿A qué te refieres? –preguntó Isabel.

Pues ¿a qué va a ser? –dijo Laura-; a hacer el amor y cosas así con un hermano, primo o familiar; si no me equivoco todos lo hemos hecho.

También es cierto –afirmo Martín-, una cosa u otra sí que hemos hecho; ahora, en el caso de María no lo sabemos.

En este momento varios pares de ojos fijaron su mirada en María inquiriendo una respuesta u otra. Al principio, se sintió un poco turbada por verse tan observada, pero enseguida reconoció que en unas vacaciones que pasó con sus padres y su hermano en un apartamento del pueblecito naturista de El Fonoll, en la provincia de Tarragona, sí que hizo algo. Hay que reconocer que nos dejó un tanto intrigados, puesto que si bien había hecho algo, no sabíamos si sólo fue con su hermano o si también participaron sus padres. Una nube de misterio empezó a planear encima del barco mientras le íbamos preguntando acerca de su aventura erótica en familia hasta que con un "Cuenta, cuenta, nos tienes en ascuas", Isabel le pidió que entrara en detalles y no nos tuviera más en vilo.

Un besote a tod@s