Vacaciones en el mar (15)

Continúa el relato de Laura en el que los juegos entre ella y los dos hermanos cada vez suben más de tono y poco a poco se van preparando para la gran traca final.

Antes de continuar con la narración de Laura, quiero agradecer todos los comentarios que me habeis escrito, tanto los buenos como los malos, puesto que de todos ellos se aprende; también quiero pediros que no me escribais mensajes para que os mande alguna de las fotos que hicimos durante este viaje; con las fotos pasa lo mismo que con las "meigas" gallegas: haberlas, hailas; no voy a cometer el error que han cometido algunas otras personas de mandar alguna foto suya confiando en alguien y luego ha aparecido circulando por internet; en alguna ocasión que nos hemos encontrado algun@s amig@s, y algun@s surgidos entre l@s lector@s y autor@s de estos relatos, nos hemos visto, charlado y mostrado fotos nuestras, de nuestros viajes, etc, pero una cosa es mostrar alguna foto a alguien a quien se tiene delante, y otra muy distinta es a alguien totalmente anónimo que ni se ve ni conoce, y que no se sabe qué uso va a hacer con esta foto. Por favor, os ruego que no insistais más.

También habeis sido bastantes que me pedís que incluya más sexo explícito en mis relatos, alegando que, además, de esta forma, tendría más lectores y, por lo tanto, más votos y valoraciones. Nada más lejos de mi intención, puesto que ni quiero ni es mi intención entrar en esta dinámica de competir por quién obtiene más valoraciones o entra en la lista de los "Top ten"; mis relatos reflejan unas situaciones vividas en las que no me invento nada, las palabras de alguna conversación a lo sumo, pero no su contexto ni esencia. Hay lo que hay, y lo que no hubo no se puede inventar.

A todos nos estaba sorprendiendo el relato de Laura; a pesar de que a ninguno de nosotros se le escapaba cuál iba a ser el desenlace final de su historia con los dos hijos de su profesora, la verdad es que nos había dejado totalmente absortos como si fuésemos crios de colegio a los que su maestra les estuviera contando un cuento. Sentados en cubierta, nos habíamos puesto en corro disfrutando de la agradable brisa nocturna; arropados por un manto de estrellas escuchábamos con atención la historia de Laura y no pude dejar de mirar a mi hermano que había apoyado su cabeza en el hombro de nuestra prima Isabel mientras ella le rodeaba tiernamente con su brazo; y esto era lo que más me estaba gustando de este periplo marítimo: las buenas migas que habían hecho Juan e Isabel, y, en menor medida, Martin y María.

Como si quisiera tomarse un respiro en su relato y quisiendo emular el lenguaje judicial, Laura dijo que decretaba un breve receso en la sesión; en medio de un "Oooh" generalizado, no obstante aclaró que sólo iba a interrumpir el relato para ir a buscar al bebé; como ya habían pasado unas tres horas desde la anterior toma, debía darle el pecho de nuevo. Con el crío ya en brazos, se sentó de nuevo entre nosotros y mientras el pequeño iba succionando el seno materno, este seno que anteriormente nosotros habíamos probado, continuó el relató por donde lo había dejado.

"Como os iba diciendo, había ido al baño con la excusa de hacer mis necesidades; pero en realidda lo que yo quería era ver cuál era la reacción de ambos hermanos ante lo que les había dicho anteriormente sobre que si querían saber más podíamos caer en el "peligro" de entrar en las relaciones sexuales; después de un tiempo prudencial, fuí hasta el salón procurando no hacer ruido y poder así escuchar la conversación de Toni y Alba:

¿Siempre se te pone así tu "cosa?

¿El pene?

Sí, claro;

Cuando una situación me excita sí;

Jo, pues no me imaginaba que pudiera crecer tanto; ¿me dejas?

Con esta última pregunta parecía como si Alba quisiese recabar algún permiso o autorización por parte de su hermano; pero no era más que una pura "formalidad", puesto que ahora que ya hacía rato que todos nosotros habíamos superado nuestra inhicial timidez e inhibición ya nos atrevíamos a más; buena prueba de ello era que cuando entré en el salón pude ver como tras este "¿me dejas?", Laura tenía el pene erecto de su hermano en sus manos y lo estaba examinando detenidamente;

¿qué estais haciendo? –les pregunté como si no lo supiese realmente.

Nada; simplemente me estaba fijando en cómo le ha crecido; parece mentira que algo así nos pueda caber dentro.

Realmente –continué yo-, os sorprenderíais de lo flexible que puede llegar a ser nuestra vagina; y porque el pene de Juan aún no tiene el tamaño que tiene uno adulto, que si no ya veríais la diferencia.

Aún así, no creo que te cupiera –le dijo Toni a Alba.

Ahora, en este momento, creo que no –les contesté yo.

¿por qué no? –preguntó Alba.

Pues porque cuando las chicas aún somos vírgenes, tenemos lo que se llama el himen, y es una especie de membrana que hay dentro de la vagina; y después de la primera relación se rompe.

Uy, que daño –dijo Alba.

No tanto –les respondí yo-; se nota como si se te desgarrase una pielecita que tengas en un dedo, por ejemplo; si cuando se hace el amor por primera vez, se hace con un poco de cuidado, no duele tanto.

¿y cómo es? –preguntó ella

Se nota como si fuera una pielecita húmeda y un tanto viscosa; luego, si vas al baño, puedes comprobarlo si te introduces bien un dedo –le respondí yo.

¿y por qué al lavabo? –inquirió ella toda curiosa.

Pues porque se trata de algo un tanto íntimo –continué yo.

En esto estoy de acuerdo, pero ¿no crees que con el rato que llevamos ya así, ya podríamos irnos olvidando un poco de nuestra intimidad?

Realmente, Alba tenía razón; después de todo, ¿qué importaba ya perder un poco de intimidad? Y como si quisiera demostrar con hechos la verdad de su aseveración, poco a poco fue introduciendo su dedo índice en su vagina. Sin manifestar por un momento ni un rasgo del pudor que horas antes la habría atenazado por completo ante esta situación, Alba permaneció sentada ante nosotros con las piernas estiradas y sin importarle lo más mínimo que su hermano y yo estuviésemos ante ella viéndola con todo detalle, fue dejando que su "cueva del placer" fuera penetrada por uno de sus dedos; sin prisa, pero a la vez sin pausa, su dedo índice fue desapareciendo atrapado por los labios de su vagina cubierta ligeramente por el que, más tarde, pude comprobar era un suave vello de color claro. Tanto Toni como yo, manteníamos la vista fija en su entrepierna, abierta hacia nosotros, sin disimular ya la excitación que a ambos nos embargaba. A cabo de un rato, Toni preguntó qué notaba, obteniendo como única respuesta por parte de su hermana, que era igual como yo les había dicho: húmedo y un tanto viscoso. Ante la curiosidad de él, y deseando por mi parte dar una vuelta más de tuerca a todo, le contesté que a lo mejor su hermana le dejaba comprobarlo por si mismo. Al principio ella me miró un tanto sorprendida, pero comprendió que en reciprocidad a su hermano que antes le había permitido acariciar su pene, respondió que "no hay problema; pruéblo si quieres".

Ahora sí que ya habíamos traspasado la línea de lo "políticamente correcto" y estábamos a punto de entrar en el jardín de lo prohibido; esta invitación de Alba a su hermana no era más que el inicio de una noche de amor y de pasión, pero por el momento ninguno de nosotros se imaginaba lo que en realidad se estaba avecinando. Yo me fijaba en ellos y me daba cuenta como disfrutaban ambos hermanos: ella por ser penetrada por primera vez aunque no fuera hasta el fondo y sólo fuese el dedo de su hermano, y él por poder estar ante una mujer desnuda y ante tamaña situación. La mágica del momento sólo se vio interrumpida cuando les pregunté a ambos qué habían sentido:

Una sensación muy rara –respondió Toni; se notaba húmedo y ligeramente viscoso; tenías razón.

Claro –les expliqué-; esta humedad y viscosidad son las que permiten que cuando se haga el amor, el pene pueda penetrar con una mayor facilidad y no le duela a la chica; y tú, Alba, ¿qué has notado?

Yo también he notado lo mismo, pero a la vez me ha dado un cierto gustirrinín cuando el dedo me iba penetrando. ¿se siente lo mismo al hacer el amor?

Bueno, más o menos sí –le contesté-; también se penetra, pero como el pene de los chicos es más grueso que un dedo, el placer es mayor; además el contacto con la piel de la otra persona también ayuda mucho.

Cuando conozca la persona que me quiera, me gustaría probarlo –dijo Alba.

Ya te llegará la hora, cielo –le contesté-; pero no hace falta que esperes tanto; tienes a tu hermano a tu lado y él te quiere.

Uy, no sé, es mi hermano; además no creo que me atreviese.

Bueno, ¿y qué que sea tu hermano? –le pregunté-; aunque para muchas personas sea algo pecaminoso, para otras no lo es; además, piensa una cosa: ¿Cómo él te quiere, no haría nada que te pudiese hacer daño, y de esta forma todo quedaría en casa. ¿no?. Y, no hace mucho que decías que no sabías si te atrevirías a desnudarte aquí, y mira como nos encontramos ahora.

Claro; yo jamás le haría daño; bueno, alguna travesura de vez en cuando, sí.

Ya lo sé –respondió Alba-; pero me daría mucho corte; bueno, ya veremos.

Yo misma, y supongo que ellos dos también, no dejaba de sorprenderme por el vuelo que estaban tomando los acontecimientos; habíamos empezado jugando a las prendas y desnudándonos, y ahora ya nos planteábamos el mantener unas relaciones sexuales que, en su caso, serían incesto, a lo que ninguno se había negado. Sólo era cuestión de tiempo que la fruta madura cayese del árbol, y tanto más cuando Alba había dicho este "Ya veremos". Estaba absorta en mis pensamientos cuando la voz de Toni me sacó de ellos:

Y tú, ¿también tienes esta membrana como Alba?

No, ya se me rompió hace tiempo.

¿Y que se nota? –preguntó Alba.

Pues cuando se rompe, ya os lo dije antes, se nota como un leve desgarro, como si te arrancases una pielecita alrededor de la uña; ahora, se nota lo mismo que contigo: todo está un poco húmedo y viscoso, pero no se nota esta membrana.

¿sí? ¿igual que con Alba? –preguntó Toni.

Sí, claro, el interior de la vagina es siempre parecido, pero sin esta membrana. ¿quereis comprobarlo?

Uy, no sé si debo; las dos somos chicas.

Quien así hablaba era Alba, y a la timidez o al pudor lógicos de acariciar el sexo de otra persona, se añadía el hecho que ambas fuésemos chicas. Ninguno de los dos acababa de decidirse, pero al final pudo más la curiosidad, y fue Toni el primero en acercarse y alargar la mano; alargando su dedo índice, poco a poco fue introdiciéndomelo dentro de mi sexo; a pesar de haberlo hecho antes ya con su hermana, aún se le notaba un poco indeciso e inseguro, por lo que tuve que ayudarle con mi mano; mientras, su hermana miraba absorta como su hermano me introducía su dedo y, al mismo tiempo, yo le agarraba su mano obligándolo a entrar y sacar su dedo repetidas veces; él parecía estar viviendo una especie de sueño, y yo en el paraíso; esto era mucho más de lo que él jamás había podido imaginar; hasta ahora su experiencia sexual se limitaba a algunas fantasías con sus compañeros de clase, y a mirar alguna revista a hurtadillas; y en cambio ahora se encontraba junto a dos chicas desnudas y ante la posibilidad de experimentar por si mismo aquello que antes sólo había pasado por su imaginación; por mi parte, un cosquilleo muy agradable recorría todo mi cuerpo, puesto que a la sensación de hacer algo prohibido se añadía los dedos que la mano inexperta de Toni iban entrando y saliendo de mi ser. En más de una ocasión estuve tentada de olvidarme de los prolegómenos y de ir directa al grano, pero el temor de una reacción adversa por parte de ambos hermanos me hizo desistir de ello y preferí ir poco a poco siguiendo el curso de los acontecimientos, puesto que, como dicen los italianos, "piano, piano, si va lontano".

Es verdad, es igual que tú pero sin esta membrana; el dedo se me va hasta el fondo –dijo Toni dirigiéndose hacia su hermana.

¿también está húmedo y viscoso? –preguntó Alba

Sí, claro; ¿no son todos así? –volvió a preguntar Toni.

No siempre –les respondí, y continuando con la explicación les dije-; esta humedad y viscosidad depende bastante del grado de excitación que se tenga y de cómo se estimule. Si se estimula más, se segrega más líquido que permite que en el momento de la penetración el pene entre más fácilmente. Como ahora tú me estás estimulando con tus dedos seguro que se nota más viscoso que tu hermana.

¿sí? –preguntó Toni un tanto sorprendido.

Sí, ya os lo he dicho; bueno, si Alba no tiene ningún inconveniente puedes comprobarlo con las dos al mismo tiempo.

No pasa nada –respondió ella venciendo los últimos atisbos de pudor que aún conservaba-; supongo que, después de todo lo que hemos hecho, no tenemos que escondernos de nada.

Dicho esto, , y sin extraer su dedo de lo más profundo de mi ser, alargó su mano que tenía libre y, tal como había hecho un poco antes, empezó a introducir su dedo índice dentro la vagina de su hermana. Parecía que hiciera tiempo ambos se hubieran estrenado en estas lides, puesto que viéndolos ahora nadie diría que apenas hacía unas hora eran incapaces de quedarse el uno frente al otro en ropa interior; y en cambio, ahora, estábamos los tres completamente desnudos, sentados en el suelo y comprobando "in situ" la veracidad de mis explicaciones. Habíamos empezado de la forma más inocente, con una pregunta sobre la evolución del cuerpo humano al entrar en la pubertad, y ahora Toni estaba viendo, o mejor palpando, por sí mismo la diferencia entre un cuerpo con el himen intacto (su hermana Alba) y otro con dicha membrana desflorada (yo misma). Al principio de quitarnos las bolsas con las que cubríamos nuestra desnudez, adoptábamos posturas más bien pudorosas, evitando mostrar de una forma abierta y clara "nuestros más mínimos encantos"; en cambio, ahora, nos importaba más bien poco, por no decir nada, el que se nos viese algo; más bien al contrario, cuando alguno de nosotros pedía ver o tocar algo, procurábamos facilitar al máximo las cosas sin poner ningún tipo de traba.

Toni estaba ensimismado con sus dedos índice introducidos dentro de nuestras vaginas y comprobando táctilmente la diferencia entre un himen intacto y otro que ya no lo estaba. En más de una ocasión se me pasó por la cabeza dar por terminadas las "clases", o al menos tal y como lo estábamos haciendo ahora, y volver a los libros y apuntes; pero pensándolo bien llegué a la conclusión que quizás mejor continuar como estábamos, puesto que siempre habría tiempo para abrir los libros, y, además, ésta también podía ser una buena forma de aprender al mismo tiempo que lo pasábamos bien; y, por otro lado, era muy difícil que se volviese a dar otra oportunidad como esta con la buena disposición que había entre ambos hermanos. Al final, decidí que ya que habíamos empezado desnudándonos, podíamos continuar jugando y practicando, sin saber aún muy bien dónde íbamos a llegar; y, ¿por qué negarlo? Un cosquilleo muy agradable me recorría todo el cuerpo cuando los miraba a los dos completamente desnudos, en la flor de su adolescencia, pero también cuando me daba cuenta que tanto como yo los veía a ellos, ellos me podían ver a mí, con lo que el solo hecho de sentirme observada estando desnuda ante ellos añadía un cierto grado de "picantez" a la situación.

Mientras sentía el dedo de Toni entrando y saliendo desde dentro de mi ser, miraba a Alba y pensaba lo afortunada que tendría que ser la persona que pudiera disfrutar de él. De cuerpo alto y espigado, y con unas caderas que a duras penas sobresalían de los límites de su silueta, tenía el pelo largo y ligeramente ondulado que le caía encima de los obres llegándole sus últimos mechones a la altura del pecho que lo cubrían parcialmente; su seno era pequeñito, aún en formación, y una aureola rosada apenas sobresalía de la base de su pequeño pezoncito; tal y como habíamos visto al principio, la primera vez que nos habíamos mostrado desnudas, su pecho aún no estaba completamente formado, y parecía que unos dedos invisibles tirasen de él hacia fuera, dándole una forma casi cónica y uniforme. Mis ojos fuero resiguiendo con deleite su cuerpo de la cabeza a los pies, y, al llegar a su entrepierna, pude ver como un suave vello clarito apenas cubría su vagina dentro la cual se hallaba el índice de su hermano Toni.

¿qué te ha parecido?- le pregunté a Toni-; ¿te has fijado en la diferencia que os decía?

Claro que me he fijado; se nota que Alba aún es virgen; lástima que ella no lo haya notado.

¿por qué lo dices? –le pregunté.

Pues…, porqué ahora que estamos así, viéndolo y comprobándolo todo, es una lástima que no lo pueda probar.

No veo por qué no –le respondí intentando desconocer a qué se refería él.

Bueno…pues…porque las dos soys chicas y, no está bien que lo haga.

No veo que pudiera haber de malo en ello –les dije-, el que dos personas del mismo sexo se toquen o se acaricien, no es ni malo ni bueno; todo depende mucho de cómo y cuándo se haga; pero sobretodo ambas tienen que estar de mutuo acuerdo; bueno, y esto también vale cuando son de sexo diferente, puesto que si no fuera así, ya sería una cuestión de violencia.

No sé, me da un poco de vergüenza –dijo ella.

Mirala, la que decía que era tan valiente –respondió Toni retándola como iba siendo ya habitual en ellos.

¿cómo que no? Ahora verás.

Dicho y hecho, "picada" en su amor propio, Alba fue introduciéndose su dedo índice en su propia vagina, entrándolo y sacándolo repetidas veces pero a un ritmo, suave, lento, casi cansino.Una vez hubo comprobado la existencia y la textura de su membrana virginal, e imitando lo que anteriormente hiciera su hermano, alargó su mano y empezó a introducir su dedo índice en mi sexo. Poco a poco le fue imprimiendo a su dedo el mismo movimiento que había visto hacer a su hermano. Olvidando por unos momentos el pudor que inicialmente me atenazaba, le agarré su mano y, poco a poco, fui indicándole el ritmo que tenía que conferir a su dedo. Yo tenía la sensación de estar viajando hacia el paraíso y, por los gestos de su cara, Alba no me iba a la zaga. Por su parte, Toni estaba con su pene que parecía el mástil de una bandera; por la lógica de la edad, estaba formado del todo, y aún tenía el grosor de una salchicha a pesar de estar bien erecto.

Cuando Alba sacó ambos dedos, le pregunté lo mismo que había hecho antes a su hermano, y su respuesta fue que al principio le había dado un poco de corte introducirme su dedo, pero que al final, una vez se hubo acostumbrado, hasta incluso le gustó. Con todo esto, nos habíamos medio olvidado a Toni que, el pobre, estaba mirándonos y con una erección de campeonato. Al darse cuenta de la situación, Alba le tocó suavemente su miembro al mismo tiempo que le preguntaba:

¿no te molesta cuando se te pone así tan rígido?

Según el momento –le respondió Toni-; ahora, por ejemplo, me da igual porque al estar desnudos no hay nada que me lo impida; pero cuando llevo ropa, y si ésta me va un poco justa, sí que molesta.

Caray! –exclamó su hermana sin dejar de observarlo y acariciándole el pene-; es la primera vez que te lo veo tan empinado; bueno, tampoco es que te lo haya visto tantas veces.

A veces –continuó Toni- desearía que se quedase siempre tranquilo y encogidito.

En este caso –les dije-, nunca podrías hacer el amor, puesto que si el pene no está completamente erecto no puede penetrar correctamente

Uy, que asco!

Quien así se exclamaba interrumpiéndome era Alba; y es que el estar los tres desnudos, las caricias que le propinaba su hermana y la conversación que estábamos manteniendo acarreó las consecuencias lógicas para esta situación; sin que lo hubiese podido evitar, Toni experimentó un orgasmo y el fruto de su eyaculación, el semen, fue a parar a las manos y un poco al estómago de Alba. Ella jamás había experimentado nada así y era perfectamente compresible su reacción; como se nos había hecho bastante tarde, y ya era hora de irnos a la cama, les propuse pasar por la ducha antes de ponernos el pijama; habían sido unas horitas muy intensas y ponernos bajo el agua de la ducha fue la mejor solución que se me ocurrió para relajar ujn poco el ambiente. Quien más protestó fue Toni, que veía como se terminaba la sesión;

Oh, lástima que tengamos que irnos ya a la cama.

Es normal que no te apetezca demasiado irte a dormir si lo estábamos pasando bien –le dije-; pero mira la hora que es y mañana teneis que madrugar para acabar los deberes que, entre una cosa y la otra, hoy no habeis hecho.

¿No podemos estar un poquito más? ¿ni aunque estemos sólo charlando? –pidió Alba.

Es que ya son pasadas las dos de la madrugada –les dije yo-; ¿a qué te refieres con "sólo" charlando?

Bueno…es que… -respondía Alba entre balbuceos-; ya estaba empezando a gustarme todo esto de las caricias y los toqueteos. ¿Sabes una cosa? En el instituto, a veces, me daba un poco de vergüenza hablar de estas cosas con mis amigas porque yo no sabía nada de nada, bueno, sólo alguna cosa. si nos duchamos rápido, ¿no podríamos estar un ratito más charlando en la cama?

Por mí no hay inconveniente, si esto es lo que quieres –le respondí yo-, pero con la condición que todo el día de mañana estemos estudiando con los libros, como hubiésemos tenido que hacer hoy.

De acuerdo, te lo prometo –respondió Alba.

Y yo ¿qué? –protestó Toni-; si continuais luego en la cama y yo me voy a la mía, no me voy a enterar de nada, y yo también quiero poder hablar de estas cosas con mis amigos sin que se piensen que no sé absolutamente nada.

Bueno, chicos, está bien –les respondí yo intentando hallar una solución a ello, pero sin saber si era la más adecuada o no-; se me ocurre una cosa; si quereis, vamos los tres al baño, y mientras uno se ducha podemos continuar la charla.

Y si nos duchamos los tres a la vez –propuso Alba-, ahorraremos agua y ganaremos tiempo.

Como querais –les dije-; por mí no hay inconveniente.

¿sabeis? –dijo Toni-; jamás he estado desnudo con otra chica ni en la ducha ni en ningún otro sitio.

Ni yo –le respondió su hermana-; hoy puede ser nuestro primer día en muchas cosas;

Alba tenía razón; hoy había sido su primer día en desnudarse ante su hermano, en acariciar y ser acariciada; pero lo que era un misterio era en qué más hoy podría también ser su primer día. Dicho y hecho, nos dirigimos hacia el baño y, como hacía rato no llevábamos nada de ropa y estábamos completamente desnudos, entramos enseguida en la bañera; ésta era grande, cabíamos perfectamente los tres para darnos una ducha, pero no era lo suficiente como para que nos pudiésemos sentar en ella y relajarnos en el agua; llevando un poco la iniciativa, abrí el grifo y, cuando el agua estuvo templada empecé a ducharme y luego a hacer lo propio con ellos dos; mientras el agua resbalaba por nuestros cuerpos desnudos, me miraba a ambos hermanos y no podía dejar de preguntarme qué habría hecho o qué habría sentido si cuando yo tenía su edad me hubiera visto en una situación parecida; he de reconocerlo, creo que tambrién habría estado un poco "cortada" como estaba ellos ahora; por ello, decidí tomar la iniciativa y, destapando el gel, vertí un poco en los hombros y la espalda de Alba; con la palma de la mano, empecé a enjabonarle la espalda y cada vez que mi mano pasaba por su flanco, yo notaba como cada vez me acercaba más a su pecho; con movimientos circulares le iba haciendo un masaje en la espalda, hasta que en un momento que mis manos recorrían sus costillas, noté como mis dedos subían ligeramente por su seno; en un principio quise continuar, pero no sabiendo cómo se lo iba a tomar ella si se los acariciaba de una forma más abierta le dije "Lo siento, no era mi intención tocarte" a lo que ella me respondió que, después de lo que habíamos hecho ya no le importaba nada. Esto lo interpreté como si me diese su permiso para continuar acariciándole el pecho; y así continué, con la excusa del jabón, practicando un masaje a la espalda de Alba y…a sus pechos. Mientras así lo hacía yo notaba como mis pechos se iban endureciendo y una especie de escalofrío recorría toda mi columna vertebral.

Mientras yo aplicaba el gel a la espalda de Alba, bueno, más bien dicho, a sus pechos, Toni se había sentado en el borde de la bañera y nos miraba sin disimulo; en este momento, ambos hermanos se cruzaron la mirada y dirigiendo sus ojos a la entrepierna de Toni, ella le dijo:

Hay que ver; hace un ratito estabas super empalmado, y en cambio ahora tienes el pene completamente flaccido.

Claro; es que antes no hacía mucho que estábamos desnudos y para mí era la novedad; y en cambio ahora ya me he acostumbrado a veros sin nada; antes tenía el pene completamente rígido y en cambio ahora está pequeñito y flexible; mira –le respondió Toni al tiempo que con su mano se tocaba el pene y se lo doblaba mostrándole a su hermana el cambio.

Veis –les dije yo-; antes, cuando estaba erecto sí que te podías masturbar bien o incluso habrías podido llegar a penetrarnos; pero ahora, tal como está, sería más bien complicado, se escaparía.

¿y por qué? –preguntó Toni todo curioso.

Pues porque para poder penetrar bien, el pene tiene que estar completamente erecto ya que si no, se dobla; y para masturbarte, también necesitas que esté completamente erecto, ya que si no la mano es mas grande y no va bien.

¿sí? –continuó él.

Sí, ya te lo dijo; prueba y verás.

En cuanto se lo dije, se levantó del borde de la bañera y se acercó hacia donde estábamos nosotras; al verlo, Alba le preguntó qué hacía, a lo que él respondió que lo que yo le había dicho: que lo probase si quería. Enseguida me di cuenta de ello: yo me refería a que probase a masturbarse estando el pene fláccido, y él había entendido que si quería podía probar el penetrarnos sin estar su pene completamente erecto. Ahora ya no podía hecharme atrás y había que hacer algo; como Alba aún era virgen y, por otro lado, también me apetecía volver a tener un miembro dentro de mí, les dije que no me refería a esto, pero que tampoco pasaba nada. Ninguno de los tres sabía qué hacer; Alba se apartó un poco y esperaba acontecimientos, Toni se había acercado a mí como esperando instrucciones y yo no acababa de decidirme por miedo a que me tomasen por demasiado lanzada. Al final, viendo que si no tomaba las riendas podíamos quedarnos así hasta mañana, le dije que se acercase a mí, que me abrazase y que intentase introducir su pene dentro de mi vagina. Evidentemente no lo consiguió; aún no lo tenía lo suficientemente erecto como para conseguirlo y, además, tal como les dije, así de pie era más difícil que hacerlo en una posición horizontal.

¿lo veis?, ya os lo decía yo –les dijo a los dos.

Y yo que creía que era más fácil –respondió Alba.

Para la penetración no basta con ponerse uno delante del otro y apretar –les fui explicando-; primero es preciso que los dos lleguen a un grado de excitación suficiente: la chica para tener su vagina bien lubricada y que no le duela, y él para tener el pene bien erecto y facilitarlo todo; y para conseguir esto no se puede empezar de buenas a primeras.

¿no? ¿qué hay que hacer entonces? –preguntó Toni con gran curiosidad.

Pues es preciso lo que se llaman "juegos preliminares" como caricias, mimitos, besos, y cosas así. Esto y una posición horizontal es lo más adecuado, o al menos así lo creo yo.

¿tú lo haces así? –preguntó Alba.

Bueno, no es que lo haya hecho mucho, pero las veces que lo he hecho ha sido así.

Qué curioso –exclamo Alba-, y yo que creía que era entrar y meter.

No, que va; si se hace así, con dulzura y suavidad es mucho más bonito y agradable. ¿quereis probarlo?

Yo misma me sorprendí por haberles planteado esta cuestión de una forma tan abierta a alguien a quien apenas conocía, pero tal como se habían desarrollado los acontecimientos ya parecía que había una gran confianza y que el hielo que pudiera haber entre nosotros ya hacía rato que se había roto; por otra parte, ambos hermanos estaban ilusionados por seguir adelante una vez vencido el pudor y la vergüenza que suele haber entre la mayoría de hermanos, y más aún si se hallan en plena adolescencia. Por mi parte me seducía la idea de continuar con nuestros juegos y me proporcionaba un cosquilleo muy agradable por todo el cuerpo el estar allí los tres desnudos y viendo como me observaban mientras íbamos charlando de todo ello. Con un "bueno, por probar no pasa nada", diero su aprobación para ello, y como la bañera no era el lugar más apropiado les dije que podíamos ir a la habitación de Alba y juntar las dos camas.

Mientras se secaban, me puse una toalla alrededor de mi cuerpo para no mojar todo el piso, y fui a la cocina para beber un poco de agua. Estaba de pie, absorta en mis pensamientos, cuando oí la voz de Toni que me llamaba diciendo de fuese porque Alba se había hecho sangre. Como es natural, me preocupé, puesto que pensaba que se habría caído o algo por el estilo; la puerta del baño estaba abierta y al entrar vi a Alba que con su mano aguantaba una toalla en su entrepierna, dejando escapar unas gotitas de sangre.

No os preocupeis; debe de ser la regla –les dije.

No es la regla –respondió Alba; ya la tuve hace unos días.

Entonces, ¿qué te pasa? –le pregunté.

En un alarde de sinceridad, Alba "confesó" que se lo había hecho ella misma sin querer; una vez que ya se había roto el hielo quería continuar con nuestros juegos eróticos y, si hacía falta, llegar hasta el final, ni que fuese con su propio hermano; le había costado tomar esta decisión, pero que lo había pensado y no se quería hechar atrás; además, continuó diciendo que como les había dicho que a veces dolía un poquito, había preferido romperse el himen ella misma que esperar a que se lo hiciese Toni. Según nos contó, se introdujo el dedo índice hasta notar que estaba ante la membrana del himen, y, poco a poco, fue presionando con el dedo hasta que notó como se desgarraba el mismo; le dolió mucho menos de lo que creía al principio, y me dio la razón en el sentido de que era como les había contado yo sobre que era como si tirase de una pielecita que le hubiera salido.

Para evitar males mayores, le dije que, antes que nada, era mejor limpiar un poco la heridita; le dije que se sentase en el taburete del baño, que abriese un poco las piernas y que yo la curaría; mojé un pañuelo limpio en agua oxigenada y, envolviendo mi dedo índice en él, lo fui introduciendo con cuidado dentro de su vagina; cuando noté, o intuí, que ya había llegado a la zona afectada le pregunté:

-¿qué tal? ¿cómo va?

  • Bien; un poco como antes, cuando me introducíais un dedo tú o Toni; es una sensación agradable.

  • No me refería a eso –le dije-; me refería a si te duele o no.

  • Tanto como doler no; sólo que me escuece un poquito.

  • Es normal, - le respondí- te acabas de hacer una pequeña herida; aunque pequeña, no deja de ser una herida. Y tú no pongas esta cara de susto –respondí, viendo la cara de preocupación de Toni-, que pronto podrás volver a disfrutar de tu hermana.

  • ¿y tú no? –preguntó Alba.

  • Bueno….ehh.. si quereis sí respondí yo un tanto turbada por la "invitación" de Alba.

Pues nada, que lo pasaremos bien los tres –continuó Alba.

Mientras esperábamos un ratito para que Alba se repusiese un tanto de su desfloración, fuimos preparando la habitación para pasar la noche; juntamos su cama y la mía para tener una sola y, como era evidente que íbamos a estar los tres juntos y no era plan que sus padres se presentasen de improvisto y nos pillasen con las manos en la masa o en otra parte, pusimos la llave en la cerradura, como por descuido, para evitar que nadie pudiese entrar desde fuera sin llamar a la puerta; evidentemente no sabíamos lo que nos esperaba, pero los tres lo intuíamos.

Un besote a tod@s