Vacaciones en el mar (14)

Para amenizar la velada nocturna en el barco mientras nuestros padres están fuera con unos amigos, Laura nos cuenta qué le pasó cuando dio unas clases de repaso a los dos hijos adolescentes de su maestra.

Antes de continuar con el relato, quiero agradecer a todos los que me habeis mandado algún comentario, tanto si es positivo como negativo, a mis relatos; en referencia a los mismos, algun@s habeis dicho que mis diálogos son un tanto lineales; si bien ello es cierto, sólo lo es en parte, puesto que para no aburrir en demasía a la audiéncia, sólo he escrito lo más elemental de los mismo, obviando y prescindiendo de aquello que yo he considerado superfluo; con ello no he querido alargar de forma excesiva e inútil mis relatos.

A todos nos pareció bien la idea de entretenernos contando historias un poquito "picantes" en las que hubiéramos tomado parte; antes de empezar, pero, acordamos que durante el relato no se podía interrumpir y que nos sentaríamos alrededor de quien narrase la historia. También decidimos que el orden sería absolutamente aleatorio, que lo decidiríamos por sorteo, y que yo "levantaría acta" de la sesión para posteriormente elaborar el relato del mismo, cambiando, eso sí, los nombres de las otras personas que interviniesen en el mismo. El primer "afortunado" fue mi hermano, quien tuvo que reconocer que su experiencia era casi nula y que su primera vez había sido conmigo y con María, cuando unos días antes lo habíamos sorprendido en casa en una situación un tanto comprometida (ver primeros capítulos de este relato).

La siguiente fue Laura y empezó a contarnos lo que le ocurrió con dos hermanos a los que estuvo ayudando a preparar los trabajos de fin de curso un fin de semana que los padres de los dos niños, bueno, niño y niña, se fueron a un congreso. A continuación viene el relato que nos contó Laura y que incluyo entre comillas.

"Hará unos dos años, cuando acababa el instituto, mi profesora de matemáticas me comentó que ella y su marido tenían que acudir a un congreso científico durante tres días; sus hijos tenían que terminar los trabajos de fin de curso y, como ellos estarían fuera, me pidió si yo podría ir a su casa durante el tiempo que ellos estuviesen fuera para encargarme de sus hijos y echarles una mano con los apuntes y sus trabajos. Lo había comentado con su marido y decidieron que, puesto que tenían que contratar a alguien para estos tres días, ¿quién mejor que alguien que ya fuese conocido y de quien tuviesen buenas referencias?; la idea de quedarme los tres días con sus hijos me daba una cierta pereza, puesto que estaban en plena adolescencia, lo que se llama la "edad del pavo" y no sabía cómo evitar que me tomasen el pelo; pero, mirándolo por el lado positivo, la posibilidad de obtener un dinero extra para mis caprichitos hizo que aceptase la oferta que me hacían.

El día en cuestión, por la mañana, me llamó el marido de mi profesora diciéndome que me mandaban un taxi para ir a su casa puesto que no vivían en la misma ciudad, sino en una urbanización cercana; por el camino iba repasando mentalmente el programa de los estudios que tenía que organizar con sus hijos y, sin darme apenas cuenta, enseguida llegué a la casa; en cuanto oyeron que el taxi detenía su marcha, salió el matrimonio a recibirme y, mientras él abonaba el importe, ella me acompañó dentro de la casa presentándome a los hijos: Alba y Toni; me dieron un "tour turístico" por la casa y me indicaron que, si quería, podía acomodar mis cosas en la habitación de Alba; cuando terminé de instalarme, bajé con Alba al jardín donde estaban esperándome;

Alrededor de una mesa, habían dispuesto unos vasos, bebidas y unos platitos con un aperitivo; enseguida se rompió el hielo y en un tono de lo más distendido, me dieron las indicaciones sobre estos tres días; en un papelito pegado en la nevera habían apuntado los teléfonos a los cuales los podía localizar en caso necesario; antes de partir, me dieron dos sobres: en uno de ellos había el dinero acordado para estos tres días, y en el otro habían dejado unos billetes por si acaso hubiera alguna necesidad de comprar algo; me dijeron que Alba había estado unos días indigesta y que había tenido que comer a base de regimen, pero como ya estaba curada, la madre le había preparado unos buñuelos de pescado que le gustaban mucho. Estuvimos un rato hablando un ratito y, antes de irse, me dijeron que después de comer estuviese un rato con ellos ayudándoles con el estudio;

Cuando llegó la hora empecé a preparar la comida y Alba puso la mesa; habían llegado a un acuerdo y luego sería Toni quien la recogería; la ensalada ya estaba lista y oí unos gritos que venían del cuarto de Toni; ¡Ya están peleándose! Pensé y fui allí para poner un poco de paz. En cuanto entré comprendí enseguida el motivo de la discusión: al lado del ordenador había un platito con unos restos de comida que enseguida identifiqué: eran los buñuelos de Alba. Evidentemente, le recriminé a Toni que se los hubiera comido y, lo que era peor aún, que lo hubiera hecho a escondidas. Como ya se había comido los buñuelos, le dije que no tendría hambre para comer y que sus padres se iban a enfadar cuando lo supiesen. Esto fue lo que le supo peor, puesto que sabía que si sus padres se llegaban a enterar le iban a reñir por ello, y no paró de pedir disculpas y de decir que no lo volvería a hacer. Haciéndome la dura, le dije que el mal ya estaba hecho y que no insistiese más, y que Alba y yo nos íbamos a comer.

Nos sentamos a la mesa y al poco rato vino él con cara de pena y pidiéndole a su hermana que lo perdonara; en este momento tuve que hacer un esfuerzo para que no me diera un ataque de risa al ver la actitud de Alba que, en vez de guardar rencor a su hermano, se hacía la dura y le decía que ya se pensaría si lo perdonaba o no, al mismo tiempo que me guiñaba un ojo.

Después de comer y de recoger la mesa, nos sentamos en el salón y empezamos a repasar los libros de estudio; al principio no hubo problema puesto que la geografía siempre se me ha dado muy bien, y el repasar las regiones climáticas del mundo no tuve mayor dificultad; el problema, por decirlo de alguna manera, vino cuando tuve que repasar con ellos el capítulo dedicado a la sexualidad y al cuerpo humano; no sabía muy bien por dónde empezar, puesto que desconocía hasta dónde conocían ellos y hasta dónde querían sus padres que supiesen. Ahora sí que me encontraba en un auténtico atolladero, hasta que, para salir de él, se me ocurrió que antes de empezar yo a explicarles la lección mejor que ellos me contasen lo que sabían y así podría yo organizarme mejor. Para sorpresa mía, sabían perfectamente en qué consistía el acto sexual, pero por dónde iban más flojos era en la parte del cuerpo humano. La base ya la sabían, pero donde pusieron más interés fue cuando empecé a explicarles los detalles; en lo primero que demostraron una cierta sorpresa fue cuando les dije que a partir de una cierta edad, a las chicas nos empieza a crecer el pecho y que no es hasta pasado un tiempo que ya empieza a tener una cierta forma. Creían que desde un principio ya estaba con forma y lo único que hacía era crecer; les tuve que explicar que al principio los límites del pecho no están muy definidos, como ligeramente difuminados, y que parecía como si con dos dedos se pellizcasen la piel y tirasen de ella; continué explicándoles que a medida que nos vamos desarrollando el contorno de los pechos se va conformando progresivamente adoptando una forma redondeada por la parte inferior. A medida que iba avanzando en mis explicaciones, me iba dando cuenta de que la situación empezaba a gustarme, me encontraba cómoda alrededor de la mesa explicándoles nuestra anatomía; ellos dos estaban mostrando un gran interés, prestaban atención como si de un cuento se tratase y, mirando de reojo pude ver como el pantalón de Toni empezaba a tener un "bultito" un tanto sospechoso.

Pero, ¿cuándo pasa este cambio que nos dices? –preguntó Toni

Depende de la chica; no es un cambio repentino; a media que el pecho va creciendo se va formando.

Tú ya lo tienes formado, ¿no? – preguntó Alba señalándomelo.

Sí, ya se me ha formado, dentro de unos años a ti te pasará lo mismo.

¿Y cómo es? –continuó ella

¿A qué te refieres? ¿a un pecho ya formado?

Sí, claro.

Depende del tamaño. Imaginaroslo como si fuese media manzana cortada.

¿los tuyos son así? – me preguntó Toni señalándome de nuevo

Bueno…más o menos sí -respondí yo un tanto turbada.

Luego por la noche, al cambiarnos, ¿podremos compararlos y ver la diferencia de esto que dices?

Quien así habló fue Alba y me dejó un poco sin saber qué decir; no me importaba nada que ella me viese desnuda, además no iba a ser la primera vez que una chica me viese sin ropa, pero sólo hacía unas pocas horas que los conocía y al ser menores me daba un cierto reparo. Al final le dije que no me importaba y que no había ningún problema. Esto, evidentemente no le gustó mucho a Toni; tal como había ido evolucionando la conversación, nos habíamos ido desinhibiendo progresivamente, y lo que había empezado como una clase de repaso de una asignatura del instituto se estaba convirtiendo en una conversación clara y abierta sobre la sexualidad. Con la curiosidad propia de la edad, él, quizás un poco más que ella, fue animándose y cuando oyó la propuesta de su hermana protestó diciendo que ella jugaba con ventaja.

No hay derecho, tú juegas con ventaja;

¿por qué lo dices? –le inquirió su hermana.

¿por qué va a ser?; parece claro ¿no?; pues porque está noche podrás ver claramente lo que tenemos en los apuntes; y yo me lo tendré que imaginar;

Ale; pues te chinchas –le respondió Alba sacándole la lengua a su hermano e intentando buscarle las cosquillas-; no haberte comido mis buñuelos.

Yo no sabía que eran para ti –contestó Toni procurando disculparse-; además, si no me los hubiera comido también me habría quedado sin ver nada.

Claro, faltaría más! A ver si te crees que voy a desnudarme para que tú me mires.

Con lo cobardica que eres no te atrevirías.

Claro que me atreviría, pero no me da la gana.

Los ánimos iban subiendo y, como hermanos que eran, los dos estaban empezando a discutir de nuevo; se retaban el uno al otro con lo típico de que "tú no te atreves y yo sí", "mucha palabra pero a la hora de la verdad nada de nada", etc. Por mi parte, no quería que se tirasen los trastos por la cabeza, pero por otro lado me picaba la curiosidad por saber cómo podía acabar todo ello. Por un instante me pasaban por la cabeza las imágenes de los dos hermanos completamente desnudos mirándose el uno al otro; pero, en este caso, ¿qué papel pintaba yo?; que ellos dos se desnudasen y se mirasen, ya era cosa suya, pero yo no podía inmiscuirme ni participar de ello puesto que ambos eran menores y estaban a mi cargo, con lo que si pasaba algo y sus padres se enteraban, me podía caer el pelo. Al final, y como mal menor, se me ocurrió que se mirasen entre ellos:

No os peleeis; si quereis, podeis hacer una cosa; sin que se enteren vuestros padres, esta noche, al cambiaros, os desnudais el uno delante del otro y os podeis mirar.

Pero Laura –medio protestó ella-; suponiendo que lo hiciéramos, yo no podría ver esta diferencia que dices entre tú y yo.

Esto tiene fácil arreglo –dijo Toni-; os desnudais ahora y lo veis.

Que te lo crees tú –le dijo Alba sacando todo su genio-; lo que quieres es vernos desnudas y acariciarte como haces a veces en el baño.

¿Y tú que sabes? –protestó Toni al verse descubierto.

No disimules, que más de una vez te he visto como lo haces.

Idiota –le espetó Toni lanzándole un cojín a la cabeza.

Yo estaba viendo como los ánimos se iban caldeando, y para evitar que estallase un conflicto entre hermanos les propuse un descanso de unos diez minutitos para ir a la nevera para tomar algún refresco y regresar; mientras, me dispuse a repasar su libro de texto y me di cuenta que a continuación venía el cuerpo masculino; cuando se sentaron de nuevo alrededor de la mesa, les hice abrir el libro y les dije que empezasen a leer la lección. Al cabo de un rato Alba me preguntó si era cierto lo que decía el libro sobre que a los chicos poco a poco también cambian y que los testículos no les bajaban del todo hasta que ya se hacían mayores. Aquí tuve que reconocer mi ignorancia y así se lo dije.

Si éste no fuera tan miedica, nos lo enseñaría y podríamos verlo –dijo Alba señalando a su hermano.

Éste tiene un nombre –le corregí yo-, y no se trata de ser miedica o no; del mismo modo que tu no te desnudarías ante él, él tampoco lo haría ante ti.

Ala, chínchate! –le soltó Toni al tiempo que le sacaba la lengua.

Eso no es cierto –dijo Alba-; si él lo hiciese yo lo haría, pero como es un gallina y no lo hará, yo tampoco.

Esto que te desnudarías no te lo crees ni tú.

Ah, no, pruébalo y verás; atrévete!

¿No podeis estar normal sin pelearos? –les dije yo

.

Si no nos peleamos –protestó Alba-, simplemente que quiere hacerse el valiente, pero a la hora de la verdad, nada de nada.

Eso no es cierto, y aquí la única gallina eres tú –le respondió Toni.

No discutais; lo único que se me ocurre es que os vayais quitando una prenda cada uno hasta quedaros sin nada y entonces podreis ver lo que os digo.

Eso no es justo –protestó Toni-; Alba juega con ventaja porqué las dos soys chicas.

¿Y si ella se desnudase lo harías? –le inquirió Alba

Si ella también se desnuda, yo lo haré, pero no se atreverá.

Al decir esto, los dos me miraron a la cara como buscando mi respuesta a ello; ahora sí que me encontraba ante un buen dilema, puesto que por un lado me seducía la idea, pero por el otro me preocupaba el pensar que alguno de los dos se fuese de la lengua y llegase a contarlo todo. Al final, me armé de valor y les dije:

Basta de pelearos; si quereis lo hacemos, pero con dos condiciones;

¿Sí? ¿cuáles? –preguntó Alba curiosa.

En primer lugar, teneis que prometerme que nadie más que nosotros tres sabrá nada; si vosotros os desnudais no pasa nada, pero al ser menores de edad, a mí me puede caer el pelo; dentro de dos y de tres años no habría ningún problema puesto que sereis mayores de edad, pero ahora nadfie más lo tiene que saber.

Por mí de acuerdo –respondió Toni; -y ¿la otra?

Pues la otra es que nadie se puede retirar antes de tiempo; si empezamos, acabamos.

Yo misma me sorprendía por mi atrevimiento, pero la suerte ya estaba echada y, por lo que se veía no había ningún tipo de rechazo por parte de ellos. Lo que sí había era la correspondiente vergüenza por tenerse que desnudar, junto por un cierto deseo de probar lo prohibido. Ambos hermanos estuvieron de acuerdo en irse desnudando, pero antes de empezar les dije que como, además de estudiar nuestra anatomía en directo, podría ser divertido, antes debían de continuar con las lecciones tal y como se lo había prometido a sus padres; protestaron levemente, pero vieron que primero era la obligación y luego la devoción; antes debían de estudiar historia (Toni) y matemáticas (Alba), y si antes de cenar se sabían la lección, de "postres" habría premio. Mientras se quedaban estudiando, fui recogiendo el comedor para poder poner la mesa y cenar; mientras preparaba la cena, de vez en cuando acudían a la cocina y me preguntaban algo; al principio me sorprendió un poco tanta aplicación, pero al cabo de un rato lo atribuí a la promesa que les había hecho.

La primera en cerrar su libro y venir a la mesa fue Alba, y al poco llegó Toni. Durante la comida les fui preguntando si ya se lo sabían, y de vez en cuando les formulaba alguna pregunta para comprobarlo. Como habían estudiado bien, sabían que tendrían su recompensa, pero ahora la cuestión era quien empezaba primero. Al fin, alguien rompió el hielo, y este alguien fue Alba:

Laura, ¿de verdad que te desnudarás delante nuestro?

Bueno, en esto habíamos quedado ¿no? –les respondí yo-; además yo no voy a ser la única; recordad que vosotros dijísteis que también lo haríais.

Si, claro que lo recordamos; ¿cuándo lo hacemos? –preguntó Toni.

Primero hay que recoger la mesa –les dije yo-, hasta que no esté todo limpio y los platos y cubiertos en el lavaplatos no haremos nada.

¿Quién empezará? –preguntó Alba.

Lo sortearemos, si vosotros dos quereis –les propuse yo.

Ambos estuvieron de acuerdo; mientras recogían la mesa cogía tres bolsas de basura grandes y les hice una abertura en su parte superior. Cuando terminaron, nos sentamos en la alfombra del comedor y nos sorteamos el orden: primero sería Toni, después iría yo y, al final, Alba. En cuanto a las bolsas, les dije que cuando nos quedásemos en ropa interior, nos las podíamos poner como si fuesen un poncho y sacando la cabeza por el agujero; debajo de las bolsas nos acabaríamos de quitar la ropa, en la ronda siguiente las levantaríamos unos segunditos, a la siguiente, un poco más, así hasta que las levantásemos por completo. Al principio la situación estaba bastante tranquila puesto que íbamos bromeando sobre lo que estábamos haciendo y, por ahora, aún no nos habíamos quitada nada importante; quien primero enseñó algo fue Alba cuando tuvo que quitarse la camisa que llevaba y mostrarnos su pecho cubierto por un pequeño sujetador blanco. De hecho, no se veía nada del otro mundo, parecía que llevase un bikini, pero según dijo jamás había estado así ante su hermano y le daba un poco de vergüenza; a sus 16 años presentaba una buena figura, con un cuerpo robusto moldeado por la natación y un pecho más bien pequeñito. Se fue desabrochando los botones poco a poco intentando retrasar al máximo el momento en el que su hermano la viese en ropa interior; esta lentitud a Toni le pareció toda una eternidad y, a tenor del incipiente bulto en su entrepierna la situación le resultaba de lo más excitante.

A continuación me tocó a mí; como yo llevaba un vestido todo entero tuve que quitármelo del todo, con lo cual me quedé sólo cubierta por la ropa interior. He de reconocer que un poco de vergüenza sí me daba, y no tanto por el hecho de tenerme que desnudar sino por ser ésta la primera vez que lo hacía delante de ellos. En el ambiente se notaba una cierta tensión puesto que sólo era cuestión de tiempo que alguien tuviera que mostrarse sin ropa delante de los otros dos; y aunque a todos nos tocase hacerlo más pronto o más tarde, me di cuenta que, al no jugarnos la ropa en ningún juego o preguntas sino que nos íbamos quitando una cada uno, la primera en quedarse sin nada sería yo; intenté que no se me notara un cierto nerviosismo y procuré dar una sensación de absoluta normalidad. A continuación Alba se desprendió de su faldita quedando en ropa interior como yo; la temperatura ambiente iba subiendo por momentos, y cada vez estaba más cerca el "gran momento" tal como lo había bautizado Toni. Como era su turno, se quitó los pantalones y fue entonces cuando Alba y yo caímos en mía cuenta que, como estaba con el torso desnudo y se los había quitado con el cinturón incluído, él sería el primero en quedar desnudo delante nuestro; enseguida se dio cuenta de ello y quiso rectificar pidiéndonos que le dejásemos quitarse sólo el cinturón, pero nuestra respuesta fue unánime y firme: él había podido decidirlo antes y no lo había hecho.

Ahora sí que habíamos traspasado la gran frontera; a partir de este momento ya sólo era cuestión de segundos que nos quedásemos sin nada de ropa, y nos cubrimos con las bolsas de basura sacando la cabeza por la abertura que había practicado. Ahora me tocaba a mí y, al quitarme el sujetador y notar el contacto del plástico con la piel, me entró una especie de escalofrío; Alba me siguió y, cuando le tocó el turno a Toni, todos comprendimos enseguida que a la ronda siguiente se tendría que levantar unos segundos la bolsa para que pudiésemos verlo; su hermana se lo hizo notar provocándole y picándole, a lo que él respondió que sería el primero, pero que nosotras iríamos detrás; tenía razón, a todos nos llegaría nuestra hora. Tanto Alba como yo le llevábamos ventaja en que aún conservábamos nuestras braguitas y él ya no tenía nada más que la bolsa grande de plástico negra que todos nos habíamos puesto. Completada la ronda, no tuvo más remedio que levantarse rápidamente la bolsa; fue un solo instante, pero pudimos ver claramente su pene completamente erecto; cuando se bajó al bolsa y se cubrió de nuevo nos reclamó un poco más de ligereza al quitarnos las braguitas; se le notaba impaciente por vernos con la bolsa levantada, pero nuestra respuesta fue que no tuviera tanta prisa y que ya tendría tiempo de vernos.

Después que las dos nos hubiésemos quedado desnudas bajo la bolsa, le tocaba a Toni; esta vez tuvo que subirse la bolsa hasta la cabeza, contar hasta cinco y bajársela. Enseguida que pudo se tapó de nuevo y reclamó que ahora nos teníamos que subir nosotras las bolsas. Fue visto y no visto; me levanté la bolsa y la bajé enseguida; cumplí con el expediente: había mostrado mi entrepierna y, aunque sólo fuese por unos breves segundos, los dos hermanos habían podido ver mi sexo con el vello recortadito y arregladito. Por momentos estuve a punto de arrepentirme, de echarme atrás, pero temiendo que alguno de ellos se fuese a ir de la boca decidí seguir adelante. Como estuve muy poco tiempo con la bolsa subida, Toni protestó diciendo que casi no se me había visto nada, a lo que yo le respondí que no tuviera tanta prisa, y que si era un poco paciente tendría oportunidad de ver un poco más de "carne". A continuación fue el turno de Alba; por lo que nos dijo luego, estaba que se moría de vergüenza, puesto que hacía muchísimos años que no estaba desnuda delante de su hermano y jamás lo había estado delante de otro chico; con la cara colorada como un tomate, se levantó la bolsa que la cubría dejando a la vista sus "encantos" más íntimos; durante una fracción de segundo pude ver su monte de Venus cubierto por una pelusilla pelirroja que apenas destacaba en su piel;

Cuando Alba hubo bajado de nuevo la bolsa, ambas nos giramos hacia Toni; ahora le tocaba a él y ya se había subido la bolsa hasta la cabeza y, siguiendo la sugerencia de su hermana, ahora sólo le quedaba…quitarse la bolsa del todo y mostrarse completamente desnudo delante de nosotras. Al principio, él protestó un poco, pero enseguida comprendió que lo que él hiciera luego lo haríamos nosotras y así podría desquitarse. Con un "Ahora vais a ver lo que es bueno", levantó sus brazos y pasándose la bolsa por la cabeza la echó a un lado y volvió a sentarse junto a nosotras; al principio intentaba taparse con las manos para disimular su más que evidente erección, pero cuando se percató que era inútil intentar taparse, adoptó una postura lo más natural posible. Una vez que él se hubo acomodado, dos pares de ojos dirigieron sus miradas hacia mí. No tenía elección; ahora me tocaba a mí subirme la bolsa y desnudarme delante de ellos; con ambas manos, agarré la bolsa por los lados y la fui subiendo poco a poco; a medida que el plástico de la bolsa iba dejando más centímetros de mi piel al descubierto me preguntaba a mí misma cómo podía estar yo allí en esta situación; yo misma me sorprendía por mi atrevimiento, pero aún más sorprendidos se quedaron Alba y Toni cuando vieron que no me limitaba a subirme la bolsa hasta la cabeza y a bajármela, sino que me la quitaba quedando desnuda por completo. Pasado el primer momento de angustia y de vergüenza, pude ver como Toni me miraba fijamente sin acabarse de creer que pudiéramos estar así en esta situación.

Ahora sólo quedaba Alba; a pesar de la vergüenza que la atenazaba, imitó mi ejemplo y en un santiamén se despojó de la bolsa quedando desnuda delante de su hermano por primera vez en mucho tiempo; al principio quiso taparse sus senos cruzando los brazos por delante pero Toni le insistió en que tenía que hacer como todos, y que si él y yo nos habíamos desnudado ella también tenía que hacer lo mismo. Al final, bajo sus brazos y nos quedamos los tres un rato mirándonos nuestros cuerpos desnudos. Como no podía ser de otra forma, Toni estaba con una erección de campeonato; su pene estaba firme y apuntaba al firmamento; Alba se dio cuenta de ello y se lo dijo:

Ala, Toni, hay que ver como te has puesto al vernos; cualquiera diría que nunca has visto a una chica desnuda.

¡Jo! Como me habeis puesto vosotras; no soy de piedra y sí, es la primera vez que estoy con una chica desnuda en directo;

¿qué quieres decir con lo de "en directo"? –preguntó Alba.

Pues…así, como ahora, con vosotras dos; antes sólo había visto un cuerpo de chica en fotos; y tú ¿qué? –le dijo dirigiéndose a su hermana.

Yo en fotos no, pero tan de cerca tampoco; hace un par de meses, cuando con la escuela fuimos de excursión a la playa y nos cambiamos de ropa en la arena, mientras uno de los chicos se bajaba el bañador, le pude ver un momentito su "cosita", pero no la tenía como tú ahora.

Cuando un chico se excita –les expliqué- el pene se estira y se pone duro; es una especie de acto reflejo.

¿cómo lo sabes eso? –me preguntó Toni-; ¿has visto algún chico antes?

Sí, claro; hasta hace poco salía con un chico –les respondí-; y hacíamos cosa sde estas que hacen los novios.

¿y se la tocastes? –me preguntó Alba;

Sí, claro; tú también lo haras algún día.

Uy, no me lo imagino –respondió ella.

Pues esto tiene rápida solución –le respondí-.

Y sin esperar respuesta por parte de ninguno de los dos, cogí su mano y la puse encima del pene de Toni para que pudiera acariciarlo y se diese cuenta del tacto caliente, fino y suave que tenía el miembro de su hermano en erección. Como vi que los dos se quedaban quietos sin hacedr nada, puse mi mano encima de la de Alba forzando que ella moviese la suya alrededor del pene de su hermano. Poco a poco se fue "animando" y cuando me di cuenta que ya la movía por su propia iniciativa, dejé de presionársela. Cuando levantó su mano vimos como la "antena" de Toni estaba en su máximo esplendor. Él estaba a mil, y nosotras, sin haber llegado a este extremo, también íbamos finas.

Les dijé que ahora era el momento de comprobar lo que les había explicado al principio sobre que los pechos no sólo van creciendo con el tiempo, sinó que además se van formando. Les señalé el pecho de Alba; a sus 16 años ya le había crecido, pero aún tenía una forma más bien cónica, mientras que el mío ya se había formado. Los dos miraban atentamente, un tanto sorprendidos por la "clase magistral" que les estaba dando. En un momento dado, Toni alargó sus manos y puso una de sus manos encima de un pecho mío y la otra en uno de Alba acariciándolos suavemente; las dos nos quedamos un tanto sorprendidas por su "atrevimiento", aunque quien tuvo una reacción más inesperada fue Alba. En parte por lo imprevisto de su acción, en parte por la vergüenza lógica del momento, apartó la mano de Toni bruscamente y le preguntó enojada si se había vuelto tonto o qué.

Perdona –le respondió Toni un tanto compungido y sorprendido por su reacción un tanto violenta-, no pensaba que os lo fuerais a tomar así; como antes me habeis acariciado, creía que estabais de acuerdo en acerlo.

No seas tan idiota; si antes te he acariciado ha sido porque Laura me ha puesto mi mano en tu pene –le respondió ella;

Vamos, chicos, no os peleeis –les respondí yo intentando poner un poco de paz-; no teneis que discutiros por algo así; lo más difícil, que es desnudaros por primera vez ya lo habeis hecho, y tampoco habeis hecho nada malo; si quereis que lo dejemos, lo dejamos, pero ahora teneis que decidiros si quereis continuar o no.

Ninguno de los dos sabía muy bien qué decir; por un lado tenían la vergüenza lógica de estar desnudos y de haberse acariciado, aunque poco, siendo ambos hermanos; pero por el otro estaba el gusto por lo prohibido y a ambos les seducía la idea del juego que hacía mucho habían empezado. Como continuaban con su indecisión les dije que si querían lo dejábamos y aquí paz y después gloria; pero que si querían continuar no valía retirarse a medias y que esto tenía que quedar entre nosotros y en el más absoluto de los secretos. Al final, casi musitando, Alba dijo que podíamos continuar y propuso que le gustaría que les explicase más cosas sobre la sexualidad y sobre las relaciones sexuales; prácticamente no sabían nada, y a sus padres no se atrevían a preguntarles, y como veían que conmigo ya se había roto en parte el hielo me pidieron si les podría ir explicando. Les respondí que si estaban de acuerdo, por mí no había ningún problema, y que les explicaría la teoría de lo que ellos quisiesen.

¿Y la práctica ya la aprenderemos nosotros más tarde? –preguntó Toni.

Claro, a veces pareces idiota –le respondió Alba-; aquí no se puede la práctica porque tu y yo somos hermanos y sería incesto, y si Laura y yo hiciésemos algo no sería correcto porque las dos somos chicas.

Tranquilos –les dije yo-; el que personas de un mismo sexo o de una familia tengan relaciones, no es ni bueno ni malo si ambas consienten en ello; en algunas culturas no se considera nada pernicioso ni pecaminoso, e incluso lo aceptan como algo normal; antiguamente, los romanos mantenían relaciones con personas de su mismo sexo y su misma familia; para que os hagais una idea, un escritor clásico, creo que era Tucídides en su libro "Los doce césares" describía a Julio Cesar como "esposa de todos los maridos, y marido de todas las esposas"; y cuando la Iglesia católica difundió su doctrina, lo hizo con una moral absolutamente estricta en cuestiones de sexualidad que en muchos casos ha llegado hasta nuestros días.

¿Esto significa que tú lo aceptas? –me preguntó Alba

Si ambas partes están de acuerdo, no le veo nada malo.

¿y lo has hecho alguna vez? –preguntó Toni

No hagas preguntas indiscretas y no seas mal educado –le corrigió su hermana.

No te preocupes, no pasa nada –le dije-; sí, sí lo he hecho; fue unas vacaciones de Navidad con una prima mía, mi hermana y mi hermano.

Uy, yo no creo que pudiese –respondió Alba.

Bueno, todo es cuestión de probarlo –les dije yo.

Al final, los dos estuvieron de acuerdo en que, a pesar que les diese mucho apuro, por probar no pasaba nada y que si llegaba un momento veíamos que estábamos empezando a pasar de la raya, siempre podíamos interrumpirlo. Les dije que todo lo que quisierena saber sólo tenían que preguntarlo; como antes de continuar era mejor que conociesen a fondo su cuerpo, empecé a explicarles el cuerpo humano y sus principales zonas erógenas; como había que empezar por alguno de los dos sexos, dije a Toni que se tumbase delante nuestro y por él empezamos. Al principio ambos estaban un poco cohibidos, puesto que aunque se hubieran visto desnudos hacía un rato, ahora comprendían que estaban a punto de traspasar la frontera de lo que habitualmente se consideraba "políticamente correcto. Antes de continuar les pregunté qué era lo que sabían exactamente sobre el cuerpo humano y la sexualidad, y ambos me comentaron que sólo lo que a veces habían charlado con sus amigos o amigas en el colegio, puesto que como aún no habían tenido ninguna pareja "formal" nunca habían hecho nada y que nunca habían visto un cuerpo del sexo contrario completamente desnudo. O sea que su experiencia era … cero.

Recordando como hacía un par de años, durante unas navidades en nuestra casa de Suiza me encontré en una situación similar en la que actué de "maestra de ceremonias" en cuestiones de sexualidad, decidí empecé a explicarles todo desde cero; aprovechando que Toni se había tumbado boca arriba, le dije a Alba que se acercase para verlo bien; en aquel momento me di cuenta como el miembro de su hermano había recobrado su estado natural de flacidez y se lo hice notar a Alba; ella se mostró sorprendida de la flexibilidad del miembro de su hermano, puesto que antes ya había podido comprobar por sí misma como se había puesto duro. Si bien ahora ya se mostraba un poco más resuelta y decidida que antes, aún conservaba una cierta vergüenza y timidez y no acababa de decidirse; viendo su indecisión le dije: "Anda y no seas boba, que no quema". Aún un tanto indecisa, fue alargando su mano hasta colocarla encima del pene de su hermano Toni. Poco a poco fue describiendo una especie de movimientos circulares, como si estuviera amasando. El hielo que pudiera haber existido hasta entonces, desapareció por completo y ambos hermanos empezaron a dar síntomas de estar pasándoselo realmente bien. Por obra y gracia de las caricias de su hermana, el pene de Toni fue adquiriendo una consistencia ya más sólida, hasta acabar en una completa erección y apuntando al firmamento. Por su parte, a Alba los pechos empezaron a ponérsele turgentes y sus pezones rosados adquirieron la consistencia y el aspecto de unos garbancitos.

Una vez que el pene de Toni brilló en su máximo esplendor, les fui explicando las diferentes partes del mismo y mostrándoles dónde se recibía más placer y dónde se corría mñas riesgo de lastimarlo si no se iba con cuidado. Todo ello era seguido con una gran atención por parte de ellos dos, a lo que se sumaban las "comprobaciones prácticas" por parte de Alba, Cuando ya llevábamos un rato así, les pregunté:

¿Qué os ha parecido?

Al principio me daba mucha vergüenza, pero al final me he acostumbrado –respondió Toni.

¿Y tú, Alba? –le pregunté.

Supongo que más o menos como él, al principio cuesta acostumbrarte; se me hacía un poco estraño tocarle el pene a mi hermano, pero en cuando me he olvidado que era él ha empezado a gustarme.

No hay derecho –protestó Toni-, vosotras jugais con ventaja; yo no puedo evitar empinarme estando así con vosotras, y en cambio a vosotras no os pasa nada.

Claro que nos pasa, -les dije- aunque no se nos note tantp como a vosotros; a nosotras, cuando estamos excitadas los pechos se nos ponen duros y los pezones parecen garbancitos.

Pues no se os nota para nada –continuó Toni.

Pues porque no te has fijado bien –le dijo Alba-; ahora Laura está con el pecho duro.

¿Sí? –preguntó su hermano asombrado.

Sí, es verdad –le respondí-; y puedes comprobarlo si quieres.

Si ya se había quedado asombrado por lo que le había contado, aún se quedó más al oir mi "ofrecimiento". Al principio no sabía qué hacer, dudaba mucho; hasta que Alba le dijo que no fuese un gallina y lo comprobase; con su mano abierta empezó a acariciarme un seno y pudo ver, o más bien palpar como se había puesto duro y firme; por mi parte yo no le dije nada, le dejaba hacer, puesto que la situación me estaba empezando a gustar. Viendo que su hermana Alba se estaba quedando un poco al marge y que tenía los pechos aún un poco esponjosos, le dije que si quería "ver" como era un pecho antes de ponerse duro podía acariciar a su hermana; como si quisiese recabar su aprobación, la miró un poco de soslayo y cuando ella asintió con una ligera inclinación de cabeza, empezó a acariciar el suave seno de su hermana; aquellos senos que tantas veces había espiado furtivamente y había visto medio a hurtadillas, ahora los tenía al alcance de sus ojos, bueno, más bien de sus manos; una vez vencido el miedo y/ o la timidez iniciales fue acariciándolos con una mayor soltura como jamás antes habría imaginado que pudiera hacer. Al cabo de un rato, bajó sus manos y nos miró fijamente a las dos; al ver su mirada de niño travieso que acaba de cometer alguna travesura, nos entró un ataque de risa difícil de contener. Al fin, Alba fue quien logró reponerse antes y dijo:

Realmente, és mucho mejor aprender cosas sobre el cuerpo humano así que sólo con los libros.

Claro, es natural –añadí yo-; siempre se aprende mejor y más fácilmente con la práctica que con la teoría; pero como comprendereis, en estas cosas es imposible practicarlo en el estudio.

¿por qué? –preguntó Toni inocentemente.

¿A ti que te parece? –le respondí-; si antes, cuando Alba ha dicho aque alguna vez te había visto masturbándiote no hubiésemes medio jugado a las prendas con las bolsas de basura, ¿os habríais atrevido a desnudaros el uno delante del otro?

No, claro que no –respondió Alba.

Veis, pues a esto me refiero –les respondí.

¿por qué no nos explicas más cosas? preguntó Toni.

Si quereis no me importa; pero esto tiene que quedar en secreto entre nosotros y sólo será en la teoría.

¿pues no veo por qué? –respondió Alba-; si ya nos hemos desnudado y acariciado.

Ya lo sé –les respondí-; pero si os continuo contando cosas, enseguida ya vendrían las relaciones sexuales, y no creo que a vuestros padres les gustase que os lo explicase. Una cosa es estudiar la sexualidad en plan genérico, la otra es entrar ya en las relaciones sexuales, y no os digo nada de entrar en la práctica.

Si guardamos el secreto no pasa nada ¿no? – dijo Toni mirándonos a las dos.

Tanto como pasar algo, no –les dije-; pero con esto sí que me podría caer el pelo si vuestros padre o alguien más se entera.

Pues es cuestión de guardar el secreto ¿no?

Quien así hablaba era Alba, y la verdad sea dicha, me sorprendió enormemente puesto que dejaba entreveer que le gustaría "ir a más"; por lo que parecía, a Toni también le gustaba la idea; ninguno de los dos se atrevía a dar el siguiente paso, que era el de proponerlo. Si he de ser sincera, a mí también me seducía la idea, y lo que había empezado como una inocente clase de repaso podía acabar en quien sabe cómo. Los tres estábamos desnudos sin ningún atisbo de ropa que cubriese nuestra desnudez y nos encontrábamos en la tesitura de si continuábamos adelante o no; al final alguien dijo que "si todos quereis, yo me apunto" y como éste era el sentir general decidimos seguir adelante; antes, pero, les recordé que esto tenía que quedar en el más absoluto de los secretos; ambos estuvieron de acuerdo y, con la excusa de que necesitaba ir al baño, me alejé del comedor no sin antes recomendarles que mientras yo estaba en el baño, ellos podían pensar qué querían preguntar y qué querían saber para que cuando yo regresase ya se lo respondería.

No quieros ni cansaros ni aburriros más a l@s lector@s de Todorelatos; en la próxima entrega os contaré la segunda parte del relato de Laura y que fue un poco más "picante" que ésta su primera parte.

Un besote a tod@s