Vacaciones en Cuba

Tras un desengaño con su novio, Emma viaja a Cuba donde conoce a un bailarin cubano y...

VACACIONES EN CUBA.

Aquel verano acababa de romper mi relación de 5 años con mi novio. Juan había encontrado otra mujer que le interesaba más que yo, y eso me dolió bastante, acababa de cumplir 27 años, por lo que decidí ir a pasar las vacaciones a Cuba. Primero intenté buscar alguna amiga que me acompañara, pero como no tuve suerte al final decidí irme sola.

El hotel en el que estaba alojada era maravilloso y la primera noche que pasé a allí fue inolvidable para mí. Durante la cena hubo una actuación de un grupo de bailarines y no pude evitar fijarme en uno de ellos, era negro, alto, muy guapo y con un cuerpazo maravilloso.

Cuando terminaron de bailar se acercó a mi mesa:

¿Puedo sentarme? – me preguntó.

Sí, claro.

Me llamo Julio ¿y tú?

Emma. Bailas muy bien.

Gracias, ya me he dado cuenta de que no me quitabas ojo.

Lo siento, quizás he sido un poco descarada – me disculpé.

No, no te preocupes, me halaga ¿sabes? Y ya estoy acostumbrado.

Bueno, creo que me iré a mi habitación ya he terminado de cenar – le dije.

¿Tan pronto? ¿Por qué no vamos a pasear? – me propuso.

Bueno. Vale.

Fuimos a pasear por la playa y hablados de nosotros, nos contamos un montón de cosas y así supe que era el mayor de 3 hermanos, que llevaba 2 años trabajando en aquel hotel y que estaba soltero y sin compromiso a sus 20 años.

Así sentados en la playa y hablando se nos hizo de día.

Está amaneciendo ya – le dije – debería ir a dormir y tú también.

No, aún no – dijo mirándome a los ojos. Entonces acercó sus labios a los míos y me besó.

Cuando nos separamos me levanté.

No, espera, no te vayas – dijo levantándose también.

Volvió a besarme y mientras me besaba sentí como sus manos acariciaban mi espalda, lo que hizo que el deseo estallara en mí, lo mismo que en él ya que cuando nuestros cuerpos se unieron sentí su sexo erecto entre mis piernas.

Cuando nos separamos nos dijo:

Te deseo tanto.

Yo a ti también – añadí.

Entonces Julio me desabrochó el vestido de noche que llevaba y tras bajarme los tirantes, lo dejó caer al suelo. Dejándome en bragas y sujetador, a continuación me quitó el sostén y empezó a chupar mis senos, lo que hizo que mis pezones se erizaran, sus manos acariciaban mi cuerpo y mis pechos. Entretanto su boca chupaba con vehemencia uno de mis pechos y lo lamía, luego dirigiéndose al otro hizo lo mismo, provocando gemidos de placer en mí.

¡Oh, Julio, que maravilloso!

Siguió besando mi cuerpo y descendió poco a poco se sentó en una hamaca que había junto a nosotros a la vez que besaba mi sexo por encima de las bragas. Sentí como su mano se introducía por mis bragas y buscaba mi clítoris para empezar a masajearlo, lo que hizo que mi cuerpo se erizara. Me bajó las bragas y me las quitó, y entonces noté como uno de sus dedos se deslizaba hasta mis labios y empezaba a masajearlos muy suavemente y como la introducía en mi vagina, luego introdujo otro y los movió produciendo una agradable descarga de placer en mi cuerpo, haciendo flaquear mis piernas, por lo que se levantó de la hamaca y me dijo:

Siéntate, cariño.

Me senté, Julio se quitó la ropa, quedándose sólo con los calzoncillos, bajos los que se veía un gran bulto. Yo me tumbé en la hamaca e instintivamente abrí las piernas, Julio se arrodilló en el suelo junto a la tumbona y acercando su boca a mi sexo comenzó a lamerlo suavemente, primero dando suaves lengüetazos muy despacio y acelerando luego el ritmo poco a poco.

¡Oh, ah! ¡Uhm! – gemí extasiada.

Julio movía su lengua muy diestramente ahora acariciando mi clítoris, luego introduciéndola en mi vagina, haciendo que mi cuerpo se convulsionara y estremeciera en una imparable espiral de placer. Logró que alcanzara mi primer orgasmo entre espasmos y gemidos de placer. Entonces Julio se puso en pie y se quitó los calzoncillos dejando libre su hermosa y larga polla, al verla me quedé sorprendida, jamás había visto algo así, tendría unos 23 cm de largo y también era más gruesa de lo normal. Me senté sobre la hamaca y acercando mi mano a la verga la acaricié.

¡Uhm! ¡Qué fabuloso instrumento! – exclamé.

Sí y es todo para ti – añadió él.

A continuación acerqué mi boca a aquel maravilloso instrumento y empecé a chuparlo y lamerlo como si fuera un polo. Julio comenzó a gemir, mientras yo chupaba el glande y luego lamí el tronco resiguiéndolo de arriba abajo y al llegar a la base lamí los huevos, luego los chupeteé alternativamente Julio no paraba de gemir y convulsionarse.

¡Uhm, ah, oh! ¡Para, para, por favor!

Hice lo que me ordenaba y volví a tumbarme en la tumbona. Entonces Julio se puso de rodillas entre mis piernas, guió su sexo erecto hacía mi sexo y sentí como rozaba mi clítoris con la punta y luego reseguía hasta mis labios inferiores. Yo me sentía totalmente húmeda y excitada.

¿Estas preparada? – preguntó Julio con caballerosidad.

¡Uhm, sí! – gemí.

Julio llevó su pene hasta mi agujero y muy despacio empezó a penetrarme, introduciéndose muy despacio, poco a poco, centímetro a centímetro para no hacerme daño. Cuando tuvo gran parte de su polla en mi interior comenzó a moverse también muy despacio.

¡Oh, ah! – gemí.

Poco a poco Julio fue aumentando el ritmo de sus embestidas haciendo que el placer aumentara en mi cuerpo y empezara a convulsionarme.

¡Oh, sí, sí! – gemía Julio - ¡Sí, sí, disfruta!

¡Oh, uhm, ah, ah, ah! – gritaba yo presa del placer hasta que en pocos segundos logró que de nuevo alcanzara el éxtasis y fue entonces cuando también él lo logró vaciándose en mí.

Al terminar nos abrazamos y Julio me dijo mirándome fijamente a los ojos:

Creo que me estoy enamorando de ti.

Yo ya lo estoy de ti – añadí.

Nos besamos apasionadamente y decidimos irnos a dormir a mi habitación.