Vacaciones en casa de mi tío
Al fin podría quedarme a solas con mi tío, el hermano de mi padre era un hombre que me ponía demasiado cachondo y esta era mi oportunidad para cumplir mis deseos...
Por fin llegaban las vacaciones, me iría a la ciudad con mi tío. Me llamo Javier, soy un chaval de pueblo, tengo 20 años, tengo el pelo castaño clarito casi rubio con flequillo, mido 1.70, y peso unos 55kg, está claro que muy delgado. Este año me había propuesto pasar las vacaciones con mi tío Carlos, él tiene 39 años tiene perilla unos 75kg y 1.75 de altura, tiene un buen cuerpo debido a que cada mañana sale a correr y hace mucho deporte, trabaja como pastelero en su propia pastelería. Él vive solo, nunca he tenido constancia de que tuviera novia ni ningún lío, desde pequeño siempre he estado muy apegado a él. Siempre supe que yo era gay, y siempre me he sentido atraído sexualmente por él. En la semana que estaré con él intentaré satisfacer mi curiosidad y averiguar todo lo que podría hacerle.
Al llegar allí le saludo con un tímido beso en la mejilla. Me dice que aún no ha cerrado la pastelería y que tiene que ir para hacer unas gestiones.
Era genial, pasaría la mayor parte del día solo, así podría investigar a mi tío y averiguar si es o no gay, así sabría cómo debería seducirle.
Encontré en su ordenador personal algunas páginas porno gays, ya sabía que al menos él había fantaseado con la idea de montárselo con un tío, así que aprovecharía la oportunidad en cuanto volviera a casa.
- ¡Javier! ¿Estás ahí? Me preguntó justo cuando llegó.
- Hola tío, al fin llegas, estaba impaciente por verte.
- ¿Y eso?, ¿Por qué?
- Te he preparado la cena, y luego podríamos tomarnos una copa, ya que mañana no tienes que trabajar, y así charlamos un poco.
- Ah, vale, perfecto.
Pasó la cena, sin nada interesante que contar, estuvimos hablando de cómo había ido el año, que tal me iba la vida.
- Bueno, vamos a sentarnos en el sofá, voy a coger unos vasos y cubitos, tú ve a por algo de beber Le comenté.
- Vale, creo que cogeré una botella de ron y nos tomamos unas copas.
Nos sentamos los dos juntos en el sofá, sabía que este era el momento de atacar, ahora el alcohol haría algo de efecto, y al fin podría ver a mi tío en plena acción.
- Y bueno tito, ¿cómo es que nunca he conocido una novia tuya?
- ¡Ay! sobrino, si tú supieras Las mujeres sólo saben dar comederos de cabeza, es mejor estar solo que mal acompañado ¿Y tú? Tampoco he sabido que hayas estado con ninguna, y a tu edad eso es raro.
- ¿Qué va a ser raro? Más raro es lo tuyo, con lo guapo que eres, y lo fantástico que estás Que solo de verte a cualquiera se le haría la boca agua ¡Incluso a los chicos! Añadí.
- ¡Anda ya!
- Pues claro que sí Le corté, y aproveché para acercarme a él y tocarle el torso Fíjate con este cuerpo que tienes
- Desde luego sientes verdadero amor por tu tío ¡eh!
- Parece mentira que no sepas lo mucho que te quiero Y le puse la mano por la pierna, empecé a acariciarla Además, te has depilado, igual que yo Le cogí la mano, la puse en mis piernas, y empezó a acariciarme, rozándome suavemente.
- Tú también estás muy bien Le cogí la mano, y la subí por mi abdomen Está parte también la tienes bien.
- Ojalá algún día esté como tú.
- Lo estarás Entonces me quité la camiseta, le dije que también él, nos quedamos únicamente con unos pantaloncitos cortos.
- Así me puedes acariciar mejor tito Me acarició por los pectorales, admirándolos, y yo con sus piernas, cada vez acariciando más arriba. Noté que un bultito aparecía en su entrepierna, alguien se estaba despertando y yo estaba dispuesto a dar guerra.
- Bueno, ejem, creo que deberíamos de acostarnos ya, se hace tarde, y el alcohol está empezando a hacerme efecto en la cabeza.
- ¿Y qué más da?¡¡Si mañana no tenemos que hacer nada!! Además, para un día que estamos aquí, vamos a aprovechar.
Me acerqué suavemente a él, le planté un beso en la mejilla muy tierno. Nos quedamos mirándonos sin saber qué decir, en sus ojos veía el deseo y el miedo. Le acaricié la cara y le besé en los labios.
- No, esto está mal, eres mi sobrino, no deberíamos
- Algo que ambos llevamos deseando desde hace tanto no puede ser malo.
Le seguí besando y le acaricié todo el cuerpo, nos hicimos víctimas del deseo, allí estábamos en el sofá, sin camiseta como dos animales en celo.
Me recorría todas las partes de mi espalda con sus enormes manos, me mordía el cuello como si la vida le fuera en ello. Pude comprobar la dureza de su culo, era redondo, perfecto y esta noche, además era mío.
- Creo que estaremos más cómodos en mi cama Me dijo mi ya no tan inocente tío
Nos quitamos los pantalones por el camino a su habitación. Por primera vez, me miró como nunca antes lo había hecho, me cogió con sus brazos levantándome y nos fundimos en uno, a continuación me tiró a la cama, empezó a acariciar mi polla y besarme por todo el cuerpo, empezando por el cuello, pasando por las axilas, tetillas, jugueteando con el ombligo, para terminar en el tronco de mi polla, que empezó a saborear salvajemente, mientras me pellizcaba por todos lados. Yo gemía y gemía de placer, él seguía dándome lo que tanto anhelaba.
Como quería que ambos disfrutáramos al máximo, me giré e hicimos un 69 de lo más brutal. Me comía su polla, la lamía, la admiraba, empecé a chupetearle los huevos, y notaba como disfrutaba, gemía mucho más que yo, le encantaba que pasara mi lengua por sus pelotas. Le cogí las piernas, levantándoselas, empecé a hacerle el mejor beso negro que probará en su vida, le comí el culo y a continuación le metí la polla.
- Dame más fuerte, quiero sentirte dentro de mí, sentir tu calor y que te corras ahí.
Así hice, le embestí con todas las fuerzas que podía, en lugar de gemir gritaba, era un éxtasis total, ambos, unidos, cuerpo a cuerpo, sudando y follando.
El me gritaba que más, yo le daba más fuerte, hasta que empezó a chorrear leche. Fue tanta la excitación que me corrí en el mismo instante.
Los dos, tío y sobrino nos tiramos en la cama, cansados, jadeantes a partir de entonces nuestra vida habría cambiado, pero estábamos demasiado cansados para pensar en ello y nos dormimos.
Al día siguiente, me desperté, pero él no estaba, la habitación estaba vacía, le llamé.
- Javier, Javier ¿¿Dónde estás??
Entonces apareció por la puerta, con el desayuno en una bandeja.
- Esta mañana, me desperté abrazado por ti, me asusté de lo que había pasado, pero al contemplar que dormías con una sonrisa en la cara, y lo bien que me sentía contigo a mi lado, me di cuenta de que no habíamos hecho nada malo.
- Jamás me arrepentiría de lo de anoche Le dije asegurándole que yo estaba de acuerdo con lo que decía.
Desayunamos unas tostadas, y volvimos a follar de nuevo. Esta vez él se sentó en la cama, y yo en el suelo, a cuatro patas empecé a chupársela. Mientras él se deleitaba con mi culo, pasándole su dedo ensalivado. Le abracé con mis piernas y me hinqué su polla en un vaivén de frenesí. Nos volvimos a correr de nuevo juntos, a la vez. Él dentro de mí, yo encima de él.
Así nos quedaban aún por disfrutar unos cuantos días. Pero lo que yo no sabía es que lo que empezó como un simple polvo, podría acabar así, ahora tengo 30 años, hace 10 de esta historia, y seguimos viéndonos como el primer día, siendo pareja en secreto. Un secreto que jamás nadie debe conocer.