Vacaciones en Cabo de Gata - CAPITULO 5 (final)
Todo se había desmadrado y estaba muy cachonda... Sabía que de una vez por todas iba a poder tener sexo en esas vacaciones, pero no podía dejar tirado a mi cuñado.
VACACIONES EN CABO DE GATA (David & Sylke)
CAPITULO 5
Me sentía fatal por David, porque, aunque él mostrase naturalidad, tenía a su mujer follando con otro en su cama y yo para colmo, que le había calentado todo el día, me iba a follar con Fran. No era nada justo.
- Pues a ver esa copa que preparas tan rica – le dije a mi cuñado en un piquito en los labios para contentarle.
Fran también estaba cortado, primero porque sabía que David era el marido de Natalia y su amigo estaba en ese momento retozando en su cama con ella, luego también por la tranquilidad de mi cuñado y mi excesiva familiaridad con él. Lo cierto es que yo no me sentía nada bien, sabiendo que David se quedaba a aguantar la vela mientras los demás nos metíamos en los cuartos a follar, porque efectivamente, yo venía dispuesta a eso con Fran, pero al final tampoco me lo quería hacer con ese chico y que mi cuñado se quedara tirado. Siempre acabo siendo yo la hermana responsable y eso que me apetecía mucho echar un polvo en esas vacaciones y terminar lo de la playa y lo del pub con ese chico.
- Bueno, como hay confianza no os importa que me quite la ropa, ¿verdad? Total, ya me habéis visto desnuda - dije de pronto sacando el vestido por la cabeza quedándome en pelotas ante la atenta mirada de los dos chicos.
Ambos me miraban, mientras yo andaba por la casa despelotada, tan solo con mis tacones, bailando una música inexistente, pero quería que mis tetas y mis caderas fueran otro poder de atracción para los dos, aunque había algo dentro de mí que lo hacía especialmente por David.
- Pues yo te imito – dijo mi cuñado muy animado, quedándose en pelotas igual que yo, en un abrir y cerrar de ojos.
Un nuevo escalofrío me invadió en cuanto volví a verle desnudo y esa polla empezando a mostrar su grandeza.
Miré a Fran y él observaba mi cuerpo desnudo, el mismo con el que se había corrido en la playa, pero en ese momento estaba más cortado al tener delante a mi cuñado, que en ese momento viendo su turbación se fue a preparar las copas, eso sí, desnudito y aquella maravilla colgando que tanto me extasiaba.
- ¿Y tú? - le pregunté a Fran.
- Es que... - se le veía confuso
- Espera que te ayudo. - le dije entonces, soltando su cinturón viendo que se había quedado bloqueado.
Mi cuñado, desde la distancia se iba empalmando cada vez más, al verme como iba desnudando a mi nuevo amigo, pero él disimulaba y seguía preparando las copas. Al fin dejé a Fran desnudito también.
- ¿Quieres que te la chupe, Fran? - le pregunté al chico mientras acariciaba su duro tronco
- Sí, por favor, hazlo Raquel. - me dijo notablemente excitado.
Y eso hice, viendo que David estaba entretenido con las copas, me puse en cuclillas, sostenida por mis finos tacones, para meterme esa polla en la boca y empezar a mamarla con ganas mientras Fran acariciaba mis tetas. De vez en cuando miraba de reojo y me gustaba que mi cuñado me observara a lo lejos... sin duda quería ser él quien me follase o quien tuviera su polla en mi boca. De alguna manera me excitaba ponerle celoso.
Cuando regresó mi cuñado dejé de chupar la polla de Fran que se balanceaba totalmente empalmada. Nos sentamos en el sofá y volví a agarrar la verga de ese chico con la mano mientras recogía la copa que me ofrecía David con la otra.
- Veo que por fin vas a follar esta noche, ¿eh cuñadita? - me dijo David sentándose a mi lado en el sofá y acariciando mi cadera.
- Sí, por fin...
- Pues que lo disfrutes.
Me encantaba estar sentada entre esos dos hombres desnudos. Miré hacia la verga dura de mi cuñado y no pude evitar compararla con la del otro, no tenía nada que ver, la de mi cuñado era mucho más grande, más hermosa, ¡era única! Entonces le dije a mi amigo:
- Fran, ¿por qué no me esperas en la habitación y follamos allí de una vez por todas?
- ¡Claro! - dijo él sonriente dejándome allí junto a mi cuñado.
Esperé a que Fran se metiera en mi habitación y me volví hacia David para darle un morreo con todas mis ganas. Tenía muchas ganas de hacerlo, de sentirle de lleno, ambos desnudos besándonos con esas ganas contenidas. Tras un buen rato en el que nuestras bocas parecían no querer separarse, me miró fijamente.
- ¿Y eso? - preguntó.
- Me apetecía mucho, David. - le dije mientras él acariciaba con dulzura mi teta.
- Vaya que bien... Pues ahora no hagas esperar mucho a tu chico en tu cuarto. Te veo muy caliente y él también lo debe estar.
- Bueno, que espere un poco, así lo cogerá con ganas y mientras nos tomamos una copa.
- ¡Qué mala eres! - dijo él chocando su copa con la mía.
En ese momento, le sonreí, agarrando su polla para empezar a pajearle muy suavemente mientras charlábamos, como si aquello fuera la cosa más natural del mundo, pero quería estar así eternamente meciendo esa dureza que apenas abarcaba con mi mano.
- ¡Qué gusto, Natalia!
- Me encanta mecer esta cosa. - dije yo.
- Y yo que lo hagas.
- Estaba loca por sentirla entre mis dedos. - le afirmé por fin sin tapujos.
Entonces dejé la copa sobre la pequeña mesa para sostener su polla con mis dos manos y me parecía increíble ¡Todavía sobraba por arriba un buen trozo!
- ¡Qué grande es! - dije admirando una vez más esa enormidad tan atrayente.
David me sonreía, disfrutando de mi paja y de mi admiración a su verga, cuando de pronto apareció Natalia delante nuestro, sonriente, su cuerpo desnudo y las manos en sus caderas.
- ¡Lo sabía! - soltó ella de pronto - ¡No podías más, hermanita!
- Natalia, no pude resistirme. - le confesé sonriente.
Esta vez no fui capaz de soltar la polla de su marido y seguí pajeándole lentamente. De hecho, esta vez tenía claro que Natalia no iba a frenarme para seguir disfrutando de ese juguete entre mis dedos, porque necesitaba seguir masturbando a mi cuñado sin importarme nada más.
- Pobrecita, es que te has torturado tú sola. - añadió mi hermana – ahora la tienes para ti sola.
- Pero es que me da cosa... - dije aun algo apurada, al estar pajeando a su marido delante de ella.
- Vamos, no seas reprimida, cuando tu cuerpo te pide guerra y aquí tienes un buen “Satisfayer” y bien cargado. - añadió acercando su mano a los huevos de su marido y moviéndolos en círculos.
Mi cuñado estaba a tope, se le veía tan excitado o más que yo, porque miraba a su mujer, luego miraba mis tetas y después a mi coño que yo había empezado a acariciar suavemente, introduciendo la punta de mis dedos. Mi hermana tenía razón, aunque Fran estuviera esperándome para follar, con quien yo quería hacerlo era con David.
- ¿No sabes cariño que Raquel siempre había soñado con una polla grandota como la tuya? - le comentó ella a su esposo sin dejar de acariciar esas bolas depiladas.
- ¡Natalia! - la recriminé notando como mis carrillos ardían.
- ¿Acaso no es verdad, Raquel? Por fin tienes lo que querías. - añadió ella – algo bien diferente a los diez centímetros de César.
- ¿Diez centímetros? - preguntó sorprendido mi cuñado mirándome a los ojos mientras yo no dejaba de pajearle.
- Sí, tenía una pollita... pero la tuya es algo más grande. - dije sonriente y mi cuerpo encendido al sentirla tan gigante.
- ¿Algo más grande, hermanita?, ¡Pero si es el doble!, ¡Aquello era una pollita y esto es un pollón de veinte centímetros!
Me quedé alucinada cuando ella confirmó esa medida, pues se la veía enorme, pero nunca imaginé que tanto... pero era desde luego, ¡Es colosal!
- ¿No quieres ver lo que es sentirla en la boca? - me preguntó ella arrodillándose frente a su marido.
- No... - respondí a pesar de que mi cabeza decía otra cosa.
- ¡Eres una mentirosa, Raquel! Estás cachonda perdida y esta polla te tiene loca. Y como castigo te la vas a comer ahora mismo conmigo, así verás no sólo que no me importa, si no que me encantará que la compartamos como buenas hermanas.
- Pero... - intenté todavía sacar lucidez donde ya no la había.
- Sin peros... - intervino Natalia – a ti, cariño, ¿No te importa que las dos te hagamos una mamada a dúo, ¿verdad? - le preguntó de pronto Natalia a su esposo, aunque todos sabíamos la respuesta a tenor de su cara de felicidad.
Ya no fui capaz de contradecirla y me arrodillé junto a ella, pues mis ganas me dominaban y ya no era aquella mojigata, había dejado de ser reprimida y pudorosa, ahora estaba arrodillada pajeando a mi cuñado, junto a su propia esposa y los tres en pelotas.
Ella, cogió una de mis manos ayudándome a alcanzar los huevos de su esposo mientras que mi otra mano seguía estirando su prepucio. No me lo podía creer, pero por fin iba a chupar esa dureza, de una vez por todas iba a sentir en mi boca lo más ansiado. Desde ahí abajo parecía todavía más grande, con su glande brillante y sus venas marcadas. ¡Qué maravilla!
Empecé un sube y baja lento con mi mano, admirándole desde muy cerca sin despejar la vista de ese glande que brillaba y soltaba pequeñas gotitas en la punta. Mi cuñado disfrutaba de la paja, cerrando los ojos de vez en cuando, algo que me ponía más cachonda todavía. Me encantaba sentir su calor entre mis dedos y cómo casi me costaba abarcar su anchura porque estaba más dura y empalmada que nunca.
- ¡Cómetela Raquel! - me ordenó ella.
Yo negué con mi cabeza, pero Natalia me cogió por la nuca para llevar mi boca a escasos milímetros de ese capullo brillante. Al final mi cuerpo me pedía ceder e inmediatamente abrí la boca y ese glande se introdujo en mi boca, sintiendo por fin su sabor que invadió mi paladar. Pude notar la tersura de ese capullo en mis labios y en mi lengua, incluso las venas a medida que fui engullendo todo lo que pude, mientras Natalia le lamía los huevos por debajo de mí. Pasé mis labios por el lateral de esa dura polla y fue bajando hasta los huevos, pegando mi cara a la de mi hermana que chupaba uno y yo el otro. Subimos a la vez por toda la largura de ese tótem mágico, cada una por un lado, casi rozando nuestros labios, hasta llegar también al mismo tiempo hasta el capullo. Mi cuñado mientras tanto estiraba su mano para rozar mis tetas y me pellizcaba los pezones. Se le veía tan excitado...
Yo me sentía mucho más entregada, lamí el capullo, chocándome con la lengua de mi hermana, sin importarme nada más, tan solo disfrutar de chupar y lamer ese miembro soñado.
- ¿Qué te parece hermanita? - me preguntó Natalia en uno de nuestros intercambios de fluidos y lenguas sobre esa polla.
- ¡Es una pasada! - respondí extasiada.
En ese momento ella se incorporó para besar a David, quedando su tiesa verga en exclusiva para mí. Me la metía todo lo que podía en la boca, la chupaba, succionaba, haciendo ese típico ruido de chapoteo al sacarla de mis labios. A partir la empecé a mamar intentando tragarla lo máximo posible, aunque era imposible engullir entero semejante tronco.
Cogí mis dos tetazas con mis manos y las puse rodeando su polla. Las apretaba, haciéndole una cubana y chupándole el capullo al mismo tiempo. Dos o tres de mis dedos entraban con facilidad en mi coño mientras mi boca succionaba esa verga con total entrega. Estaba desatada. Ahora no había nada más ni nadie más en el mundo, tan solo mi cuñado y su polla que yo no dejaba de chupar, de lamer, incluso de morder ligeramente. ¡No me lo podía creer!
- ¡Dios qué gusto! - gemía David a cuenta de mi mamada cada vez más profunda, aunque mis intentos eran en vano
- Es buena mi hermanita, ¿eh cariño? - le alentaba ella.
- ¡Joder, como siga así me voy a correr! - respondió él jadeante.
- ¡Ah, eso no...! - dijo ella de pronto apartando mi cara de la polla de su esposo.
- ¿Pero? - protesté yo como esa niña a la que le han quitado una piruleta.
Necesitaba seguir chupándola, me había quedado con las ganas después de tanto tiempo deseándola, pero mi hermana, al parecer, tenía otros planes. Me cogió y me tumbó en el sofá con mis piernas abiertas.
- Ahora vas a ver que además de esa polla enorme, tiene una lengua alucinante, el cabrón. - me avisó Natalia.
David no se hizo esperar, bajó su cabeza hasta ponerla frente a mi coño, quedándose ahí un rato observando mi rajita abierta y húmeda. Me miró, me sonrió y le pegó un lametón a mi coño en toda su longitud y a partir de ahí me lo comió como nadie. Me lo chupaba, me lamía, me lo succionaba y jugaba con sus dedos en mi clítoris. Yo me estaba muriendo de placer. Mientras a mi lado, mi hermana se masturbaba mirándonos. No duré mucho más y gracias a la habilidosa boca de mi cuñado tuve mi primer orgasmo de la noche, entre gemidos que ya no podía reprimir por más tiempo.
- ¡Sí, joder, David, qué gusto! - dije gimiendo y atrapando su cabeza entre mis muslos mientras todo mi cuerpo temblaba.
Tenía razón mi hermana, David lo comía de maravilla y entonces comprendí que ella no mentía cada vez que me lo contaba. Ahora había podido comprobarlo directamente y descubrir por fin que los labios y la lengua de David eran mágicos. Después de terminar con mis convulsiones, mi cuñado no paraba y seguía comiéndomelo, arrancándome un montón de gemidos más, acompañados de largos suspiros. Hasta que su boca se separó de mi coño.
- Ahora vas a follar, querida y vas a ver el cielo con la polla de tus sueños. - añadió Natalia acariciando mi cara.
Yo estaba tremendamente cachonda y sus palabras me calentaban más, imaginando lo que podía ser sentir esa cosa tan grande dentro de mí... Me incorporé y entonces me acordé que el otro chico me estaba esperando en mi cuarto preparado para follarme.
- Pero, Natalia, Fran me está esperando...
- Déjamele a mí, tú ahora disfruta de la enorme verga de tus sueños, cariño. ¿O prefieres la otra? -preguntó y por mi sonrisa obtuvo la respuesta, pues no había ni comparación.
Natalia nos dejó solos y David se sentó a mi lado para comenzar a besarnos nuevamente, mientras sus manos iban de mis tetas a mi coño calentándome por momentos. De pronto abrimos los ojos para comprobar que Natalia se llevaba a Fran a su habitación y el chico nos miraba desde lejos alucinado, pues veía a dos cuñados desnudos besándose con toda la pasión... mientras mi hermana le llevaba de la mano a su cuarto.
- Seguramente la muy puta se lo va a montar con los dos. - comentó mi cuñado.
Entonces se puso de pie y su polla quedó a la altura de mi cara. Le pegué un lengüetazo y luego dibujé toda esa largura con mi lengua. ¡Parecía no acabarse nunca!
- ¡Qué rica! - dije cuando mi boca se impregnó de su líquido preseminal.
- ¡Ven, Raquel, vamos a cumplir nuestro sueño! - dijo y desnudos de la mano fuimos corriendo a mi cuarto.
Nada más cerrar la puerta de mi habitación detrás de nosotros, nos fundimos en un abrazo, juntando nuestros cuerpos y acariciándonos. En ese momento no era necesario decirle que me follase de una vez por todas, pero, aun así, se lo supliqué.
- ¡David, fóllame, no puedo más!
Mi cuñado me sonrió y se tumbó en la cama para invitarme después a que me subiera encima y que lo cabalgase. Sabía por mi hermana que era su postura favorita. Obedecí, subiéndome encima de él, sin pensar en que nunca me había metido nada tan grande. Coloqué con dos de mis dedos ese capullo enorme en la entrada de mi chochito y fui bajando lentamente. Mi vagina se fue adaptando y abriendo lentamente hasta que todo el glande quedó dentro. Apenas había entrado la punta y casi me sentía llena, pues ese era el tamaño al que estaba habituada con Cesar, mi ex y su ridícula pollita.
Mi cuñado puso las manos en mis pechos amasándolos y mi boca se posó en la suya, hasta que avancé unos centímetros más hacia abajo, sintiendo como las paredes de mi vagina la acogían. Subí un poco apoyando mis manos en el cabecero y de golpe me dejé caer, llenándome por fin con esa enormidad que se clavó en mis entrañas.
- ¡Sí, joder, sí... qué maravilla! - grité cuando me sentí empalada.
Si había soñado con tener eso dentro, sentirlo de verdad, superaba cualquier sueño. Lentamente la fui sacando hasta dejar solo la punta y volví a clavármela hasta el fondo. Mi coño se llenaba por completo y entonces disfrute de la tercera embestida, metiéndome cada centímetro de ese falo dentro de mí, a cámara lenta, sintiéndolo a tope. Me estaba reventando, llenando... Me incorporaba unos centímetros y volvía a dejarme caer hasta que oía nuestros cuerpos chocar y luego al sacarla, el chapoteo de su glande abandonando mis labios y de nuevo volvía a clavármela. Me encantaba ver la cara de placer de mi cuñado y de vez en cuando nos besábamos, con miradas cargadas de pasión y lujuria. Estuve un rato así, cabalgando sobre esa maravilla y disfrutando de su cara de placer. No había más mundo a mi alrededor. Lo único que necesitaba era que me reventase, así que en una de esas la clavé hasta el fondo apretando mi pelvis y los músculos de mi vagina, sintiéndola como nunca. Gemí de placer, de sentir una polla tan dentro de mí. El me chupaba los pezones, dándole mordisquitos, sin dejar de sobar mis tetas. Y yo empecé a cabalgar más deprisa, follándomelo por fin con todas mis ganas, Me la sacaba del fondo que saliese el capullo y otra vez para dentro. Me ardía dentro, y más caliente me ponía al ver su cara disfrutando de mi estrecho coño. Aumenté el ritmo de mi culo, clavándomela con fuerza dentro. Entonces veía en su cara que se iba a correr, pero él no quería hacerlo tan pronto, también quería alargarlo a máximo. Me hizo que me levantara, me cogió casi en volandas y me puso a cuatro patas sobre la cama. Yo me agarré al cabecero y mi cuñado se puso detrás, dispuesto a follarme en esa postura del perrito. Me sostuvo firmemente de las caderas y me embistió con fuerza, haciéndome sentir de nuevo ese intenso placer de ser llenada con ese pollón. En ese momento era él quien llevaba el ritmo sacando su capullo, dejando la punta metida para después clavarme hasta el fondo esos 20 centímetros. Sentía sus huevos chocar contra mi sexo. El chasquido de nuestros cuerpos impactando y los jadeos de ambos era el sonido que marcaba la música de eso polvo soñado y mágico.
- ¡Joder, cómo follas David... ¡Lo que me he perdido hasta ahora! - decía yo entre largos gemidos, cada vez que su polla se enterraba en lo más profundo de mi matriz.
Unos segundos después mi cuerpo empezó a convulsionarse y me corrí gimiendo y gritando apoyando mi cabeza contra la almohada. David no dejaba de taladrarme hasta que él tensó sus músculos y noté como se corría dentro de mí, inundándome con su leche caliente en innumerables espasmos en mi interior.
Permanecimos así un buen rato, disfrutando ambos del momento hasta que sacó su enorme verga de mi coño empapada con mis fluidos y el semen que se escurría por mis muslos.
- ¿Te ha gustado? - me preguntó acostándose a mi lado y acariciando mi culo con ternura.
- Ha sido increíble David ¿y a ti?
- Raquel, cuantas veces he soñado con follarme este coño. - añadió el acariciando mi rajita que yo notaba palpitar y extremadamente sensible con el roce de sus dedos.
- ¡Pues es todo tuyo!
- ¡No me lo puedo creer! - decía él dibujando mis labios vaginales y la entrada de mi coño que había quedado dilatada tras haber tenido semejante cilindro dentro.
Por un momento me acordé de mi hermana, porque, aunque fuera algo ridículo, me volvía a sentir mal, como si le hubiese robado algo.
- Me siento fatal, David – le dije. Acariciando su pecho todavía tumbados en la cama.
- ¿Por qué?, ¿no te ha gustado? - me preguntó él amasando una de mis tetas y jugando con mi duro pezón.
- Demasiado, pero Natalia... - le respondí todavía muy excitada.
Me tapó la boca con la suya dándome un beso largo e intenso, en el que nuestras lenguas no dejaban de enredarse. Se puso sobre mí y noté su polla endurecerse de nuevo en contacto con mi sexo. Era increíble su capacidad de reacción, porque esa polla volvía a estar a tope. Sabía que esa noche sería mío, pero yo no dejaba de pensar en mi hermana y en que de cierto modo la estaba traicionando.
- Vamos cuñadita, que voy a perforarte de nuevo ese estrechito coño que tienes. - me dijo en un susurro que me hizo olvidar todo.
- ¡Ay David! - le respondía gimiendo cuando su glande quería abrirse de paso de nuevo en mi chochito.
- Tranquila, Natalia y yo lo hemos hablado. Además, ella estará follándose a los otros dos.
Me clavó su polla hasta lo más profundo haciéndome estremecer y soltar un grito de placer. Casi había olvidado que acababa de follarme y era como volverlo a hacer de nuevo como si realmente se tratara de la primera vez. Era tanto tiempo deseando eso que el gusto era extraordinario, porque era incluso mejor que lo jamás hubiera soñado. Me sentía en el cielo... ¡Tanto tiempo sin follar y en ese momento era con David...!, ¡Ahora por segunda vez!
- ¿Habéis hablado? - le pregunté jadeante cuando sacó lentamente ese pene caliente dejando solo la punta metida y nuestros ojos muy cerca.
- Sí, quedamos en que hoy serías mía por fin. - añadió dándome otro empujón con su pelvis, clavándome esa tremenda polla de nuevo, que hizo que cerrara los ojos, emitiera un largo gemido y le comiera de nuevo la boca.
- Pero, ¿todo esto estaba premeditado, David?
- Sí, era un plan.
- Y yo que pensaba que le podía molestar.
- A ella le encanta que estemos follando ahora mismo.
- ¿Pero Fran y Víctor...? - pregunté.
- Bueno ellos no están al tanto de la operación, pero Natalia ha usado todas sus armas, para conseguir que tú y yo...
- ¿En serio que Natalia ha hecho eso por mí?
- Claro, Raquel. Tu hermana te quiere mucho y a mí también.
- Yo también os quiero a los dos.
- Por eso, tú me tienes loco de siempre y en estos días más. - añadió él dando varias embestidas a mi coño que se adaptaba al grosor de su miembro.
- ¡Y tú a mí, David! - respondí apretando con mis manos su culo contra mí.
- ¿Yo también? - me preguntó sorprendido parando el vaivén y mirándome de nuevo a pocos centímetros de mi cara.
- ¡Joder David me tienes loca!, no sólo esta semana, es desde siempre. No dejo de masturbarme pensando en ti cada día. - le solté sin pensar.
Mi cuñado me la clavó de nuevo haciendo sus embestidas más rápidas, sintiendo como nuestros cuerpos se entregaban a un polvo divino y tan intenso. Mis palabras le encendieron más y me follaba con toda la energía.
- ¡Qué fuerte Raquel! La de veces que me he pajeado pensando yo en ti... ¡soñando este momento!
- ¡Y yo, joder, sí, sí, sí!
Nos volvimos a besar mientras seguíamos follando cada vez con más fuerza, bailando al compás de nuestros cuerpos chocando, hasta que David se tensó volviéndose a correrse dentro de mí...
No sé cuántas veces lo hicimos esa noche mi cuñado y yo, pero es que no me importaba nada más, tenía el coño dolorido de tanto follar, pero no dejamos de hacerlo en todas las posturas posibles, como si quisiéramos aprovechar todo el tiempo perdido en una sola noche, hasta que nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente me desperté con el cuerpo de David sobre el mío y su duro miembro queriendo abrirse paso de nuevo en mi coño. Me calenté enseguida al sentirlo.
- ¡Qué dulce despertar! - le dije y le besé.
Entonces él movió su pelvis y esa enorme tranca me entró de nuevo arrancándome otro gemido intenso mientras mis uñas se clavaban en su culo sintiendo un placer intenso en cada una de sus embestidas. Me llenaba del todo y me arrancaba gritos y gemidos incontrolados.
En un momento en el que David no dejaba de taladrarme, abrí los ojos y vi a Natalia en la puerta apoyada, observándonos. La miré con mi cara compungida, mezclada de deseo y arrepentimiento por estar follándome a su marido, estando ella ahí, pero se limitó a sonreírme y levantar su pulgar, tranquilizándome.
- ¡Me encanta veros por fin follando! ¿Sabéis cuanto os quiero? - añadió sentándose en la cama, a nuestro lado, acariciando los huevos de su marido y al mismo tiempo mi agujerito posterior.
- ¡Ay Natalia, esta polla es increíble! - me limité a decir cada vez que me entraba hasta lo más hondo.
- Lo sé y me alegro que por fin la tengas en tu coño.
- ¡Ay, gracias, hermana, nunca te lo podré pagar!
- ¡Calla y disfruta! - añadió ella.
Yo cerraba los ojos, mientras David seguía follándome sin parar, totalmente entregado y yo sin creerme que mi hermana me estuviera regalando ese placer junto a su esposo. El dedo de Natalia entró de pronto en mi agujerito posterior mirándome a los ojos y acariciando la espalda de David que seguía bramando en cada embestida que me daba. Natalia tenía cara de felicidad y eso me transmitía paz y tranquilidad de poder disfrutando por fin de mi cuñado y de sus propias caricias.
- Cariño, creo que el culito también te va a gustar, es muy estrecho. – le comentó mi hermana a su marido al oído, pero pude escucharla claramente.
- Sí, hazlo David. - intervine yo sin dudar.
- ¿En serio me dejarás follar tu culo? - respondió él mirándome con la cara de ilusión.
Ayudada por los dos, volví a ponerme en cuatro patas sobre la cama con mis manos en el cabecero, Natalia puso una almohada debajo de mi abdomen lo que me permitió poner el trasero más levantado. Luego David empezó a jugar con sus dedos en mi rajita y lubricándolos empezó a follarme con ellos el culo. Estaba aterrada con la sola idea de saber que ese pollón podría atravesar mi esfínter, pero en el fondo era lo que más deseaba.
- Hermanita, relájate y verás cómo te entra. - me animaba ella al oído, notándome tensa.
- ¡Es muy grande! - decía yo jadeante.
Ella se limitó a acariciar mi clítoris para que me relajara totalmente y de hecho lo consiguió, porque empecé a jadear sintiendo las manos de ambos hurgando en mis dos agujeros.
Tras varios minutos dilatando, David acercó por fin su capullo a mi agujero posterior mientras mi hermana acariciaba mi botoncito, proporcionando un placer inusitado por todo mi cuerpo, además de conseguir relajar todos mis músculos lo que le permitía a David entrar con mayor facilidad. Y así fue, increíblemente, el glande entró con lentitud en mi esfínter. Sentí un pequeño pinchazo, pero mi hermana me pellizcó un pezón para desviar la tensión hacia otro lado, lo que ayudó a que mi cuñado fuera metiendo una buena porción de su enorme falo y contrariamente a lo esperado el gusto superaba al dolor, me sentía con mi culo lleno de polla y eso que no había entrado por entero. Me encanta sentir el fornido cuerpo de mi cuñado abrazando mis tetas por debajo. Natalia le jaleaba a él y no paraba de pedirme calma y relax. Entonces David, dio un golpe de cadera y me la clavó completamente hasta que di un grito ahogado que retumbó en la habitación, mezcla de placer y de dolor, pero luego sus embestidas me hicieron ver las estrellas, corriéndome en muy poco tiempo, en un orgasmo tan extraño como increíblemente placentero. Juro que nunca había sentido nada igual y eso que pensaba que no había nada como sentirla en mi coño, pero en cualquier sitio, la polla de David era magia pura.
MI cuñado seguía aferrado a mis caderas, insertando sus veinte centímetros hasta lo más profundo de mi culito y dos minutos después de varias embestidas y bufidos, la sacó y me inundó con su semen todo el trasero y la espalda, hasta quedar rendidos sobre la cama de nuevo. Natalia se tumbó al otro lado y acarició nuestros cuerpos dulcemente, tanto el de su esposo como el mío. Me sentí en la gloria, por haber probado la polla soñada de mi cuñado por todas partes y además con la ayuda de su mujer que me miraba con ese cariño de hermana,
Tras un rato recuperando la respiración me acordé de los chicos.
- ¿Oye y Fran y Víctor? - le pregunté a Natalia.
- Déjales que les he dejado rendidos.
- Te has follado a los dos, ¿verdad putita mía? - preguntó David.
- Como me conoces... jeje. Bueno y no lo hacen mal, pero sigue haciéndolo mejor mi maridito. - añadió Natalia ella acariciando su polla flácida y dándole un suave piquito en los labios.
- ¿Y con los dos a la vez, Natalia? - pregunté asombrada.
- Pues sí. Dos pollas mejor que una, aunque me sigo quedando con esta.
Natalia empezó a meneársela a su esposo y asombrosamente enseguida fue cobrando vida y entendí que el matrimonio quería volver a disfrutar su momento íntimo. Lo más sorprendente es que David enseguida se recuperaba y volvía a estar a tope. Miré esa enorme polla una vez más y no pude evitar, el volver a sentir envidia de mi hermana.
- ¿Se han ido ya? - le pregunté a ella por los chicos.
- No, están desayunando en la terraza, creo.
- Vale, me voy con ellos. - dije.
Salí de la habitación, dejando al matrimonio con sus arrumacos y besos. Caminé desnuda hasta llegar a la terraza y me encontré a los chicos allí, también totalmente desnudos. Ambos me escanearon el cuerpo de arriba abajo y me encantó esa forma de mirarme de ambos.
- ¡Joder Raquel, qué buena estas! - dijo Víctor al verme sin cortarse un pelo.
Le sonreí, pero entonces me dirigí a la silla de Fran y agarrando su nuca y pegando mis tetas en su pecho le pegué un morreo de lo más lascivo. Lo cierto es que yo acababa de follar con mi cuñado, pero seguía muy caliente y él también, porque su polla se puso dura en un santiamén.
- Perdóname Fran, anoche te dejé tirado – le dije cuando separamos nuestras bocas y yo acariciaba su pecho mientras él no dejaba de magrearme el culo.
- Tranquila, Natalia me contó todo. - respondió.
- ¿Todo?
- Sí, que tenías a tu cuñado enfilado y que, por eso, en estas vacaciones tenías que aprovechar para tirártelo.
- ¿Y no te molesta eso?
- Claro que no. Espero que hayas cumplido tu sueño.
- Ya lo creo. Pero siento mucho haberte dejado anoche...
- Tranquila, tu hermana nos dio caña a los dos – intervino Víctor.
- ¿Es verdad eso, Fran?
- Pues sí, nos hicimos un trío brutal. Espero que tampoco te importe.
Por mi cabeza pasaba la imagen de Natalia con ellos dos y la veía follando con uno mientras al otro se la chupaba en una escena de lo más porno.
- Si quieres, podemos enseñarte a hacerlo - comentó Víctor que miraba mis tetas y se acariciaba descaradamente su polla que ya estaba en ristre.
Inevitablemente volví a compararla con la de David y ninguno de esos chicos tenían nada que hacer, a pesar de estar muy bien dotados.
- Perdona, pero ahora tengo un asunto con Fran. - le dije a Víctor sacando mi culo para que tuviera una vista de mi coño en primer plano.
Sabía que le ponía cachondo y aunque me extrañaba de mí misma por mi comportamiento, me excitaba la idea de ser la nueva Raquel en la que me había convertido. Entonces me subí a horcajadas sobre el cuerpo de Fran y orientando su polla me senté sobre ella, clavándomela hasta el fondo.
- ¡Sí, joder! - dijo él, al notar inesperadamente que me la había clavado sin miramientos.
Comencé a mover mi pelvis ayudando a las profundas penetraciones, que me hacían gemir de placer. Me lo follé meneando mis caderas y mi culo delante de su amigo, provocándole también con esos lascivos movimientos. Mis tetas se balanceaban y mientras Fran jadeaba y me las chupaba. Su amigo, mientras tanto, se pajeaba viéndonos follar.
Las manos de Fran dibujaban mis curvas y nuestras bocas se encontraban cada vez que yo me dejaba caer en su regazo.
- ¡Como follas, Raquel! - gemía Fran, totalmente encendido.
En ese momento, con nuestros cuerpos enganchados se levantó y me empezó a follar de pie aguantando mi peso sosteniéndome por el culo. Se notaba que estaba muy fuerte y para algo sirven tantas horas en el gimnasio, porque además esa postura yo nunca había creído posible practicar. El chico todavía guardaba fuerzas para clavármela y mi gusto iba en aumento.
- Si, Fran, joder, qué gusto. - gemía yo oprimiendo los músculos de mi vagina para que no se saliera ese miembro duro que se insertaba incesantemente.
Tras unas cuantas embestidas en esa complicada postura, me tumbó sobre la mesa de la terraza, llegando a tirar unas cuantas tazas y platos al suelo y allí siguió follándome con todo su ímpetu haciendo sonar la mesa contra el suelo. Yo me agarraba a esos potentes brazos y me encanta sentir su cuerpo chocar contra el mío. En esa posición seguía clavándomela cuando noté que algo tocaba mi cara. Era la polla tiesa de Víctor, que se ubicó sobre mis labios. Desde esa posición le miré a los ojos durante unos segundos y casi sin pensarlo, abrí la boca se la empecé a mamar.
Notaba la dura polla de Víctor entrando hasta mi garganta y mientras el otro seguía clavándomela con fuerza, haciendo temblar toda la mesa. Nunca en mi vida me hubiera imaginado tener sexo con dos chicos a la vez. ¡Estaba totalmente desconocida!
- ¡Joder con las hermanitas, vaya dos golfas! - repetía Víctor moviendo su pelvis y metiendo su polla en mi boca que yo chupaba con ganas.
Su comentario, lejos de molestarme, me encendió más y es que ni me creía yo misma estar haciendo eso, follando con uno y chupándosela al otro. Desde luego me sentía muy puta, pero es que me gustaba demasiado mi transformación.
Me volví a correr entre espasmos y con dos pollas en mi cuerpo. Era un gusto sentir todo eso dentro y es que cuanto más follaba o más se la chupaba al otro, más cachonda me ponía.
- ¡Sí, qué gusto, Dios! - dije sacando la polla de Víctor de mi boca y recibiendo ese placer que inundaba todo mi cuerpo.
- ¡Me corro, me corro! - dijo de pronto Fran y sacando su miembro tieso de mi coño se empezó a correr bañándome con su semen mis tetas y mi tripita.
- ¡Me toca! - dijo desesperado Víctor que ocupó el lugar de su amigo retirándolo precipitadamente de entre mis piernas.
A partir de ese momento sin dejarme reponerme, esa nueva polla me empezó a taladrar el coño. A pesar de que apenas había comenzado el día, lo di todo porque yo quería seguir y seguir, me encantaba sentir tantas vergas en un día y por todos mis agujeros.
Víctor follaba muy bien, pero nada que ver con David tampoco y es que cuando una prueba la dulce miel, lo demás le parece superfluo... El chico me puso mis piernas estiradas y las colocó detrás de su cuello, estrechando aún más mi coño que abrazaba su dura polla, follándome como si fuera el último día de su vida y esa forma de hacerlo me encantaba. Mientras me la clavaba me besaba las rodillas y los muslos, haciendo movimientos enérgicos de su pelvis en cada clavada.
- ¡Joder, qué buena estás! - me repetía mientras me taladraba.
Víctor parecía tener más aguante que su amigo y no paraba de metérmela con energía sin desfallecer. En ese momento entendía por qué Natalia había querido repetir con él varias veces.
- Quiero probar ese culito – me dijo en una de las veces que tenía su polla enterrada en el fondo de mi coño.
- ¡Pues es tuyo! - solté totalmente desatada, observando su sonrisa de alegría.
A continuación, Víctor cambió de agujero y al haber tenido recientemente la polla de David, no le costó clavármela mientras con sus dedos empezaba a estimular mi clítoris bombeando mi culo con energía.
- Eres increíble Raquel. ¡Qué culito!
- ¿Te gusta?
- ¡Joder, es increíble... La primera vez que te vi no creí que fueras así... - me decía sin dejar de follarme el culo.
- ¿Tan puta? - le contesté mirándole a los ojos
- No, tan desinhibida, tan lanzada, tan increíblemente sexy y una diosa follando.
- Uy, ¿Todo eso? - dije mordiéndome el labio inferior poniendo cara de niña buena.
- Eso y más, tu hermana sí que me pareció desde el principio mucho más lanzada, pero tú eres aún más increíble.
Me sorprendió eso y me gustó mucho, pues superar a mi hermana en eso, era algo increíble. Si supiera Víctor que apenas unos días atrás no me atrevía ni a enseñar las tetas y ahora había perdido cualquier tipo de vergüenza, solo deseaba sexo, sexo y sexo hasta desfallecer.
En ese momento se oyó la voz de Natalia entrando en la terraza.
- ¡Vaya zorra que estás hecha! - dijo riendo al verme sobre la mesa mientras Víctor no paraba de clavármela en el culo.
Ella se puso a mi lado observando como Víctor me follaba y al otro lado vi el cuerpo desnudo de David que me miraba sonriente. Mi mano se dirigió inmediatamente a su enorme polla que fue creciendo rápidamente entre mis dedos. Cuando la noté dura del todo, la llevé a mi boca para empezar a mamársela sin que Víctor parase de partirme el culo una y otra vez.
Ahí estaba otra vez siendo perforada por dos sitios a la vez. Yo hacía lo posible por tragar esa enrome tranca de mi cuñado, pero imposible, así que jugaba con mi lengua en su punta y con mis dedos en sus huevos.
Mientras, mi hermana, en cuclillas, se la empezaba a chupar a Fran, que estaba sentado en una de las sillas y allí, con total seguridad, todo el mundo se estaba divirtiendo de lo lindo. David aprovechaba para pellizcarme los pezones y yo sin dejar de chupársela, hasta que Victor no pudo aguantar más y sacando su polla de mi culo empezó a correrse sobre mi tripa y mis tetas, llenándome con unos cuantos lefazos por todo mi cuerpo, algo que debió de calentar a David, y sacándola de mi boca, se corrió sobre mi cara y mi pelo, llenándome ojos, nariz y boca con unos cuantos impactos... Entre todos habían logrado llenarme con su leche tibia por todo mi cuerpo.
- ¡Vaya ducha me habéis dado! - dije sonriente, levantándome con restos del semen de ambos escurriéndose por mi cara, mis tetas, mis muslos...
Tuve que salir de allí corriendo a darme otro tipo de ducha, de agua caliente, pues me habían dejado totalmente manchada. Cuando pasé la esponja por mi culo lo tenía dolorido, al fin y al cabo, me lo habían follado en dos ocasiones y prácticamente era virgen por ahí, salvo algún consolador pequeño que probé tres o cuatro veces en el pasado.
Tras un buen rato en la ducha, además de limpiarme, me fui relajando cuando sentí que alguien entraba conmigo y me abrazaba por detrás. Cuando giré mi cara vi la de mi cuñado y poniéndome frente a él le di un abrazo juntando nuestros cuerpos desnudos y fundiéndonos en un largo beso.
- ¿Y Natalia? - pregunté.
- Déjala que ahora está muy ocupada con dos pollas y ya sabes que se vuelve loca.
- Y tanto...
- ¿A ti también te gustó estar rodeada de pollas?
- Pues sí, pero si te soy sincera, me quedo de todas con la tuya. - dije apretando su duro tronco y sintiendo como se endurecía entre mis dedos.
- ¿No dicen que dos mejor que una?
- ¡David, la tuya vale por diez!
Volvimos a besarnos mientras yo seguía masturbándole lentamente. Tras un buen rato nos secamos y fuimos a la cocina a preparar unos sándwiches que devoramos hambrientos, pues la mañana había sido realmente movidita. Mientras almorzábamos, de fondo se oían los gemidos de Natalia... debía estar disfrutando lo suyo con Fran y Víctor.
A mí, en cambio, me encantaba estar ahí, con David, compartiendo mordisquitos de ese sándwich y admirando ese cuerpazo y él debía estar pensando lo mismo con sus ojos clavados en el mío.
- ¿Sabes una cosa Raquel? - me dijo acariciando mi cadera.
- Dime.
- Nunca pensé que pudieras ser así.
- ¿Tan puta? - volví a preguntar riendo pues era la segunda vez que lo preguntaba esa mañana.
- ¡Tan increíble! - dijo devorándome con otro beso.
- ¿Entonces lo hago bien? - le pregunté.
David me miró y guardó uno segundos de silencio para decirme:
- Lo haces tan bien que estoy deseando enterrártela de nuevo en este coño - sentenció al tiempo que sus dedos hurgaban mi rajita entrando y saliendo de ella, sonando el chapoteo de esos dedos.
Evidentemente no pudimos acabarnos el bocado. Estiré mi mano y agarrándole de esa maravillosa polla le llevé hasta mi habitación como si le llevara de la mano. Me encantaba sentir esa dura tranca entre mis dedos mientras sus ojos debían estar clavados en mi culo que yo movía lascivamente mientras avanzábamos a mi cuarto... me había convertido definitivamente en otra mujer.
Tras meternos en mi dormitorio, volvimos a entregarnos a un sexo tórrido y mágico para ambos, dejándonos llevar a ese placer retenido por tanto tiempo y que pudimos soltar por fin en esas increíbles vacaciones en Cabo de Gata.
No sé cuántas veces follamos, se la chupé, me chupó él a mí, pero se hizo de noche cuando escuché que Natalia despedía a los otros dos chicos. Ella entró después en la habitación.
- ¿Qué tal parejita? - nos dijo mi hermana sentándose a los pies de la cama.
- ¡De maravilla! - dijimos David y yo a la vez y reímos los tres a carcajadas.
- Genial, os dejo solos el resto de la noche, yo estoy agotada. - dijo cerrando la puerta tras de sí.
Sin duda mi hermana sabía que yo quería desquitarme y nos dejó pasar la noche juntos. Ya no me sentí mal por ella, sabiendo que era lo que ella quería regalarme, el resto de la noche con su maridito para mí sola. Me encantó ese regalo tan cariñoso de mi hermana que era permitirme dormir acurrucada con David hasta quedarme agotada a su lado.
A la mañana siguiente me desperté escuchando la ducha. Era Natalia, pues se la oia canturrear. Noté el cuerpo de mi cuñado abrazándome por detrás. Mi mano se dirigió a su cadera y él clavó ligeramente su pelvis contra mi culo. Sentí su polla endurecerse, señal de que estaba bastante despierto. Llevé mi mano a su enorme pene y le empecé a pajear. Me seguía encantando sentirla a pesar de haber estado esos dos días a tope. Me giré, le di un tierno beso en los labios y luego bajé para acercar mi boca a esa polla, que empecé a chupar frenéticamente una vez más. La disfruté a tope, como si fuera la primera vez que lo hacía y me encantaba sentirla entrar en mi boca, llenándome entera. Alcé la vista a los ojos de mi cuñado, que me mirada con cara de placer, mientras yo seguía chupando, lamiendo, metiéndomela todo lo que podía. Con una mano le pajeaba y con la boca chupaba el capullo y lo alternaba deslizando mi lengua hasta llegar a sus huevos que metía en mi boca una y otra vez.
- ¡Joder, qué gusto, Raquel, cómo lo haces!
Me gustó oir eso y todavía me esforcé más, tragando todo lo que pude su enorme miembro, entregándome en esa mamada, cuando los gemidos de David se hacían más fuertes, señal de que estaba a punto.
- ¡Me corro, Raquel...!
No me aparté, ni mucho menos, seguí chupando con más fuerza y más rapidez, intentando tragarla entera, algo que era imposible. David me volvió avisar, pero mis labios se aferraban a ese duro falo y mi mano le pajeaba al mismo tiempo.
Le miré a los ojos cuando sentí el primer chorro en la garganta. Saqué el capullo un poco de la boca, puse la lengua para que siguiese descargando y luego seguí chupando hasta que se la dejé limpia sin dejar de apartar la vista de su mirada. Él estaba encantado de permitirle que se corriera entre mis labios y yo no digamos, sintiendo ese reguero de semen entrando en mi boca y deslizándose por mi garganta. Cuando terminé, solo pude oír a mi hermana decirme desde la puerta:
- ¡Joder hermanita, estas hecha toda una guarra!, ¡me le vas a dejar seco!
- ¡Perdóname Natalia, pero esta polla es alucinante! - respondí.
- Lo sé, pero al menos podrías compartirla, no te la querrás quedar para ti sola.
Los tres nos reímos con ganas.
Ni que decir tiene que el resto de las vacaciones tuvimos a David para nosotras solas, disfrutándole en cada momento, a veces una, luego la otra e incluso ambas a la vez.
Nunca podré olvidar esas vacaciones los tres juntos en Cabo de Gata.
FIN
David & Sylke
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Este relato forma parte de un experimento de relatos compartidos con diversos autores & autoras, lectores & lectoras de TR