Vacaciones en Cabo de Gata - CAPITULO 4

No podía evitar mi calenton ni mi deseo cada vez mayor hacia mi cuñado, pero aun seguia reticente por mi hermana. ¿Por qué no aceptada de una vez su invitacion a follármelo?

VACACIONES EN CABO DE GATA (David & Sylke)

CAPITULO 4

Me levanté muy temprano, creo que no eran ni las siete de la mañana, con bastantes ganas de vaciar mi vejiga y cierto dolor de cabeza, después de tanto ajetreo del día anterior, con más alcohol encima del normal, pero con tantas sensaciones en mi mente que no lograba despejar del todo. Salí corriendo hacia el baño, desnuda, como estaba siendo habitual últimamente.

Y lo que no me había quitado de encima era el calentón sin dejar de borrar de mi mente a David en pelotas y creo que la fuerza del destino estuvo de mi lado, porque nada más entrar al baño, casi corriendo, me encontré a mi cuñado afeitándose y una vez más, desnudo como yo.

-        ¡Qué madrugadora! - me dijo nada más verme y echando un ojo a todo mi cuerpo, especialmente a mis tetas bamboleantes.

-        Me senté en la taza del váter, justo a su lado y me di cuenta que no sentía vergüenza ninguna, ni por el hecho de estar meando delante de mi cuñado ni por el propio hecho de que ambos estuviéramos despelotados.

-        Es que no me aguantaba. - le dije después de terminar y limpiarme con un trozo de papel.

Era increíble mi transformación, ya apenas sentía un gramo de vergüenza delante de David, incluso disfrutaba verle excitado sin quitarme la vista de encima, se notaba que le gustaba mi cuerpo y mis movimientos, que yo además debía estar haciendo de forma exagerada, pues noté que su polla iba creciendo por momentos, hasta ponerse en semi erección, todo ello sin quitar su vista de mi cuerpo lo que me provocó ese delicioso cosquilleo extraño desde mi nuca a los pies.

-        Pues te has levantado justo para ver amanecer. Ven. - me dijo de repente estirando su mano y tirando de mí hacia la terraza.

Me coloqué apoyada en la barandilla en la que se dibujaban las primeras luces del alba en los tejados más alejados y al fondo se veía el mar.

-        Fíjate allí - me dijo de pronto David, pegándose totalmente detrás de mí, juntando su pecho en mi espalda y su cara a la mía, señalándome un punto en el horizonte por donde empezaba a asomarse el sol.

-        ¡Sí, qué bonito! - respondí cada vez más cachonda.

En ese momento lo que menos me importaba era el amanecer, sólo quería sentir a mi cuñado así, pegado a mí, abrazándome por detrás. Su polla completamente dura se había ubicado, en posición vertical, entre mis glúteos, totalmente aprisionada entre nuestros cuerpos desnudos. Los antebrazos de mi cuñado levantaban mis tetas y me sentía feliz abrazada por ese hombre fuerte, sintiendo cada centímetro de su tórax en mi espalda, su tripita en la parte baja de mi culo y lo mejor de todo, esa enorme tranca dura, totalmente insertada en el centro, justo en el valle que forman mis dos posaderas, mirando hacia arriba.

Como quien no quiere la cosa, las manos de David dibujaban mis curvas, desde la parte externa de mis pechos hasta mis caderas para volver a subir, rozar suavemente mi vientre, jugar con mi ombligo y viendo que yo no decía nada, se atrevió a amasar mis tetas con total descaro. Yo no dije nada, pero es que tampoco quería hacerlo, tan solo cerré los ojos por un momento sintiendo ese cuerpo pegado a mi espalda y esas manos que amasaban mis pechos con esa dulzura y algún pellizco travieso en mis pezones. Él, viendo que yo no le ponía ninguna objeción, siguió con su sobeteo cada vez más fuerte y bajaba levemente su pelvis pudiendo notar claramente como mis propios cachetes le estaban pajeando, subiendo y bajando la piel de su prepucio. ¡Dios, qué sensación!, ¡Estaba en la gloria!

-        ¿Te gusta Raquel? - me preguntó juntando nuevamente su cara impregnándome de su penetrante y delicioso olor.

-        ¡Sí, me encanta! - respondí en ese juego de despiste, porque estaba claro que ninguno de los dos, hablábamos del precioso amanecer.

En un momento dado, él separó su pelvis dejándome sin ese contacto de su dura verga, hasta que de pronto la sentí colarse entre mis muslos. Si no hubiera estado agarrada a la barandilla de la terraza me hubiera desvanecido. ¡Qué maravilla sentir esa polla rozando mis labios vaginales!

Sin duda sus movimientos ya no eran casuales, aquello no era un roce accidental, mi cuñado estaba metiendo y sacando su polla de mi entrepierna justo en el punto que permitía a nuestros sexos calientes frotarse con insistencia. Notaba cómo nos lubricábamos mutuamente. Podía oír su respiración y sus jadeos junto a mi oreja y sus manos seguían sobando mis tetas... pellizcando y endureciendo mis pezones.

-        ¡Ah, David! - solté un suave quejido, pero de placer.

-        ¡Me tienes loco, cuñada!

-        Pero David, tú y yo... Natalia... - intentaba detener lo imposible.

-        Anoche te hubiera follado, Raquel, además tu hermana te dio permiso. - seguía gimiendo él con cada palabra mientras su polla seguía acariciando mi sexo y mis muslos le pajeaban.

-        ¡Somos cuñados, David! - todavía intentaba ser cabal a pesar de estar desnudos y abrazados en esa terraza.

De pronto oímos la voz de Natalia a nuestras espaldas.

-        ¿Qué hacéis tortolitos? ¿No estaréis follando sin mí?

Empujé con mi espalda el propio cuerpo de David como si me hubiera dado un calambre, totalmente avergonzada, por primera vez en esa mañana.

-        No, Natalia, estábamos viendo el amanecer – dije con mi cuerpo tembloroso.

-        Pues por esa cosa no lo parece – dijo riendo y señalando la polla de David que estaba completamente erecta y empapada de mis propios fluidos.

-        Voy a ir preparando el desayuno. - dije saliendo precipitadamente de la terraza, bastante apurada.

Llegué a la cocina y tuve que agarrarme a la encimera, pues todavía me temblaba todo, después de esos roces más que descarados con mi cuñado. Mi coño estaba empapado y palpitante. Si sentí todo eso, con esa polla rozarme, no podía ni imaginar lo que sería tenerla dentro.

Apenas un minuto después oí gemir al matrimonio en la terraza. No había duda, ¡estaban follando!, mientras yo como una idiota seguía con un calentón tremendo. Allí mismo, en la cocina, empecé a meter dos dedos en mi sexo imaginando que era yo la que tenía dentro esa polla mientras los gritos y gemidos de mi hermana se oían continuamente.

-        ¡Joder, David, sí, fóllame, que rico, párteme, sí...! - eran los lamentos y gemidos de mi hermana, mientras yo seguía metiendo dos dedos en mi chochito frenéticamente.

Creo que nos debimos correr todos en poco tiempo, yo con mis propios dedos y ellos calientes en esa loca mañana en la que el sol ya iluminaba todo el apartamento.

-        ¡Huy hermanita, vaya polvo que me ha echado este... le has puesto como un toro! - dijo de pronto Natalia entrando en la cocina.

-        ¿Yo?

-        Vamos, Raquel, si te lo agradezco, pero no veas lo que te has perdido, tenía la polla más gorda y más dura que nunca.

Luego ella despareció hacia el baño para darse una ducha y yo seguí preparando el desayuno. Yo no había conseguido follar con mi cuñado, pero prácticamente lo habíamos hecho, o al menos estuvimos tan cerca...  Estaba segura de que si no hubiese entrado su mujer en la terraza la cosa habría acabado de otra forma.

A pesar de mi frustrante calentón, yo estaba feliz, contenta, alegre. Me gustaba estar así, cada vez más cachonda y más desinhibida, sin que nada me importase, en un comportamiento totalmente nuevo y alocado.

Desayunamos los tres, en pelotas, naturalmente y luego nos fuimos a la playa. Tampoco sentí pudor al salir de casa tan solo con una camisola de playa que transparentaba claramente mis pezones y el diminuto tanga. Sin duda esas vacaciones me estaban transformando por momentos y a toda velocidad.

Al llegar nos quitamos la ropa y nos quedamos esta vez los tres totalmente desnudos sin más preámbulos.  Las miradas de David cuando me despojaba del tanga, no tenían precio y me calentaban un montón. Lo primero fue darnos crema solar entre los tres y esta vez los toqueteos de mi cuñado hacia mí y los míos hacia él, eran más que obvios. David me dio crema bien dada, incluso estando tumbada boca abajo metió sus dedos muy cerca de mi rajita y se entretuvo ahí medio masturbándome. No quise expresar los gemidos del orgasmo que me proporcionó, porque tapé mi boca contra la toalla.

Luego, tras tomar los primeros rayos del sol, nos dimos varios paseos por la orilla y no me importó en absoluto lucir mi desnudez. Estaba totalmente desatada e incluso agradecía que la gente me mirase. ¿Quién me lo iba a decir apenas unos días antes?

En un momento, estábamos los tres bañándonos y jugando en la orilla, con las olas y con nuestros respectivos cuerpos, pero al contrario que días anteriores, sin importarnos en absoluto emplearnos a fondo, en esos roces, en los que mi cuñado ya no se cortaba a la hora de sobarme las tetas bajo el agua, incluso animado por mi hermana. Yo tampoco me corté en tocar su culo cuando quedamos pegados de frente notando su polla incrustada entre nuestros cuerpos, ni cuando él me daba pequeños besos en los labios, como un juego tonto, pero tan erótico como cargado de excitación. Mi mano llegó incluso a tocar su polla, acariciarla y darle dos o tres meneos bajo el agua. David llegó a tocar mi sexo y a meter un dedo dentro, aunque creo que Natalia no se percató de ese punto tan álgido...

Después de un tremendo calentón salimos a las toallas y seguimos charlando animadamente disfrutando de ese nuevo giro en nuestros comportamientos en las mejores vacaciones de mi vida.

Tras unos cuantos paseos y varias horas al sol, comimos los tres entre risas hasta que dije:

-        Qué suerte tenemos contigo Natalia.

-        ¿Por qué? - me preguntó ella.

-        Por poder compartir esta experiencia los tres, por hacerme tan feliz, por hacer feliz a tu marido... disfrutando los tres desnudos y sin que eso te parezca mal.

-        ¿Importarme? Ya sabes que David y yo lo hacemos encantados y nos encanta compartir. - dijo ella con toda la intención.

-        Lo pasamos genial los tres, ¿no?

-        Bueno, tú no has follado en estas vacaciones todavía.

-        Ya, bueno, pero lo estoy pasando genial. Me siento renovada.

-        Raquel, cariño, eso está muy bien, pero necesitas una buena polla. Y por cierto aquí tienes una bien grande – dijo ella acariciando la de su esposo, con disimulo para que nadie nos viera.

-        ¡Natalia, no empieces!

-        Raquel, sabes que te quiero, que quiero a David y me gusta que estemos pasándolo los tres tan bien. Si vosotros dos queréis follar, no seré yo quien lo impida. Es más, me encantaría veros follar a los dos. No soy celosa, hermanita, te lo digo de verdad. - dijo sonriente.

-        Oye, yo tampoco soy celoso. - protestó riendo David con su polla creciendo por momentos.

-        Bueno, eso habría que verlo. - añadió Natalia entre risas.

No era capaz de creerme cómo Natalia me ofrecía a su esposo en bandeja y en ese momento la pareja comenzó a besarse por lo que entendí que necesitaban un momento para ellos y preferí dejarles solos y fui a la orilla a darme un baño reparador, aprovechando los últimos rayos de sol. La playa se estaba vaciando de gente, pero yo estaba allí tan a gusto, refrescándome, sentada en la orilla, dentro del agua en una sensación tan placentera, que no me di cuenta que tenía alguien se había puesto a mi lado, hasta que me habló.

-        Hola Raquel – me dijo y me giré para descubrir que era Fran, el chico con el que había estado la noche anterior. Estaba también desnudo y mis ojos se dirigieron inmediatamente a su polla, que había podido tocar, pero no ver en vivo y, por cierto, no estaba nada mal.

-        Hola Fran, ¿qué haces aquí? - le pregunté admirando su desnudez.

El chico, al mismo tiempo, no dejaba de mirar mis tetas y mi coño, pues el agua me llegaba casi hasta mi entrepierna y entonces noté que su polla iba tomando mayor volumen, algo que me encantó.

-        Te he estado buscando por la playa y ahora que casi no hay nadie, te he visto.

-        Y veo que te alegras de verme – le respondí viendo que su miembro seguía creciendo.

-        Necesitaba verte de nuevo Raquel, anoche te fuiste tan rápido y luego lo de tu hermana con Víctor, que pensé que te habías enfadado o yo me había propasado.

-        No, tranquilo, no te propasaste, solo que bebí demasiado... y estaba algo mareada.

-        Me gustas mucho Raquel. - dijo acariciando mi espalda.

Miré a la orilla y vi que tanto Natalia como su marido me miraban atentamente en mi nuevo encuentro con Fran, sobre todo David que no disimulaba su cara de pocos amigos al verme tan cerca de ese chico... es curioso, pero David parecía no sentir celos de su esposa, sabiendo que había tenido sexo con un desconocido la noche anterior y ahora estaba celoso conmigo, que, al fin y al cabo, soy su cuñada y había venido a eso, a ligar con alguien y creo que Fran estaba más que dispuesto a follarme por fin.

No sé por qué lo hice, pero al no haber prácticamente nadie en la playa, mis últimos extraños comportamientos, me empujaron a acercarme a Fran y abrazarme a su cuerpo desnudo y besarle. Me gustó como lo hizo, así como sentir su polla dura aplastarse entre nuestros cuerpos. En el fondo, no sé por qué, también quería poner celoso a mi cuñado.

Miré de reojo a la orilla y David se había puesto de pie, seguramente intranquilo al verme con otro hombre y eso que acababa de decir con chulería que él no era celoso. Se debía extrañar del comportamiento de esa tímida cuñada que apenas dos días atrás se atrevía a enseñar las tetas y ahora se estaba besando con un tío al que casi no conocía y ambos totalmente desnudos. No sé por qué, pero me animé a más y cogí la polla de Fran y empecé a pajearle, intentando que no nos descubriera nadie, bueno, asegurándome de que nos viera David, ese era mi objetivo, que me observara claramente pajear a ese chico. Entonces seguimos morreándonos y Fran se atrevió a tocar mi sexo mientras seguíamos entrelazando nuestras lenguas.

-        ¡Dios Raquel, eres increíble! - gemía Fran, cada vez que nuestras bocas se separaban, pero yo no dejaba de mirar a la orilla viendo los movimientos de mi cuñado y mi mano seguía meciendo esa polla que crecía entre mis dedos.

El chico parecía más cortado, pues veía que desde la orilla tanto mi hermana como David, nos observaban y tocaba mi coño con cierto reparo, mientras que mi masturbación iba en aumento, lo mismo que mis besos y mi lengua dentro de su boca. Eso debió causarle un placer fuera de lo normal, se tensó y empezó a soltar innumerables chorros, bañando mi cuerpo de semen, mis tetas y mi tripita escurriéndose por los muslos. La imagen no podía ser más loca y más erótica. Nunca había hecho nada parecido en un lugar público... y el caso es que estaba feliz por hacerlo. ¿Me había vuelto completamente loca?

Me metí en el agua para limpiarme un poco, y tras un buen baño junto a Fran le invité a que me acompañara para volver junto a mi hermana y mi cuñado. Él no quería ir, se le veía cortado, no sé si por la paja que le acababa de hacer o por lo de su amigo y mi hermana de la noche anterior. Al final le convencí.

El saludo entre Fran y David fue algo tenso, uno por estar cortado y mi cuñado por sentirse celoso, seguramente envidioso de no haber sido su polla la que hubiese recibido esa paja prohibida.

-        ¿Y qué tal anoche? - preguntó David algo seco al chico que no sabía dónde meterse.

-        Bien. - respondió el otro cortado.

Yo notaba que Fran quería ocultar la aventura que había tenido su amigo Víctor con mi hermana y estar allí con David delante le debía resultar muy violento.

-        Bueno, me tengo que ir, que he quedado con Verónica y Hugo... - dijo el chico levantándose.

-        ¿No está Víctor? - le preguntó mi hermana muy interesada por el otro.

-        Sí también - respondió Fran más apurado, mientras ella le sonreía.

Yo me levanté, le di un tierno beso y acaricié con disimulo su polla.

-        ¿Esta noche nos vemos en el pub de ayer? - le pregunté.

-        Sí, claro. - respondió él sonriente y salió de allí apurado.

-        De hoy no pasa que follemos, Fran. - le dije, sabiendo que mi cuñado me escuchaba.

A continuación, le volví a besar, dándole un lascivo morreo, provocando que su polla diera un nuevo respingo, algo que me excitó aún más.

Nada más despedirnos, me puse a colocar mi toalla y noté la mirada de mi cuñado en mi culo que yo dejé a posta muy cerca de su cara, sin duda podía ver el dibujo de mi rajita por detrás y así me entretuve recolocando la toalla, aunque lo que quería era que viera mi coño desde bien cerca, incluso en algún momento lo dejé a pocos centímetros de su boca, hasta que por fin me senté.

-        ¿Entonces este era uno de los ligues de anoche? - preguntó David.

-        Sí, ya veo que te has puesto celosillo. - comentó Natalia guiñándome un ojo.

-        ¿Quién yo? ¡Para nada! - respondió él bien digno.

-        Yo creo que sí y eso que decías que no eras celoso. - añadió ella.

-        ¡Qué va, sabes que no me importa! Y menos con tu hermana que no es nada mío y no tengo ningún derecho sobre ella.

Mi hermana no pudo evitar la carcajada, pues conoce bien a su marido y aunque él disimulaba, aquello parecía molestarle, sobre todo porque él quería ser quien tuviera rienda suelta con mi cuerpo y tenía el permiso de ella, pero ¿y el mío?

Al final de la tarde volvimos al apartamento, nada más entrar, mi hermana me dijo:

-        Necesito unos minutos con David, ¿no te importa?

-        ¿Cómo me va a importar?, ¡Es tu marido!

-        Gracias, es que hoy le tengo muy caliente y todo gracias a ti por eso quiero aprovechar.

-        ¿Gracias a mí?

-        Sí, Raquel, cuando le hiciste la paja a ese chico, ya empezaste a calentarle... a provocarle y luego, joder, le has puesto a mil cuando pusiste tu coño pegado en su cara.

Notaba los carrillos arder, pues no me había percatado de que mi hermana hubiese visto mi plan de provocación, sobre todo esa parte en la que le puse en primer plano mi sexo a mi cuñado.

-        Pero no te sientas mal, tonta. - me comentó Natalia viendo mi turbación.

-        Perdona, es que...

-        ¡Que no!, que te lo agradezco, cuanto más le provocas más cachondo me le pones para mí... la pena es que no quieras aprovecharte tú de eso y follártelo de una vez.

Me metí en mi cuarto, como si no hubiera escuchado esa propuesta de mi hermana, aunque en el fondo no solo quería provocarle, sino como ella decía, follármelo de una maldita vez, aunque me seguía pareciendo una locura. Lo que me excitaba, además, era saber que a Natalia no le importaba que yo provocase a David... aunque acabase siendo ella la que terminase la faena, claro.

Me di una buena ducha reparadora y al salir, los gemidos que provenían de la habitación de mi hermana y mi cuñado, eran escandalosos. Para colmo dejaron la puerta abierta cuando salieron de la ducha, lo que me permitió esconderme y espiarles. Al mirar por la puerta, lo que vi me parecía increíble. Mi hermana a cuatro patas sobre la cama, con su cara enterrada en la almohada y mi cuñado la estaba dando por el culo, ¡Sí, joder, la estaba metiendo ese pollón por el culo!

Tarde en asimilarlo y es que no me podía creer que todo eso la entrase. Pero fijándome mejor, me di cuenta que, además, mi hermana, jadeando como una loca, se estaba metiendo un consolador en el coño. La imagen era alucinante y mis dedos se dirigieron al momento a mi sexo para empezar a estimular mi clítoris que rápidamente me hizo temblar de placer.

No dejaba de ver la enorme verga de David entrando y saliendo del culo de ella. No creía que algo tan grande entrase dentro. Yo, aparte de no haber metido un pene por ahí, pensar en la de David... no, definitivamente eso no me entraba, seguro que no. Recuerdo que alguna vez me había metido algún pequeño consolador por ese agujero, ya que a mi ex, César, le daba asco, pero lo que entró en mi culo debía ser la mitad en largura y grosor con respecto a esa enorme polla.

De pronto David, empezó a bufar, agarrando fuertemente las caderas de mi hermana y me di cuenta de que se corría dentro de su ano.

Viendo que ellos estaban acabando, abandoné mi escondite y regresé al baño como si nada pasase. Tardé un rato mientras me maquillaba, como si yo no hubiera visto nada en la habitación de al lado y entonces decidí salir. Obviamente lo hice desnuda, algo que cada vez me gustaba más, pero sin quitarme de la cabeza la imagen del culo de mi hermana siendo sodomizada por ese enorme falo, mientras ella se estaba metiendo un consolador en el coño. Después de ver eso, mis relaciones con mi ex me parecían anticuadas y muy simples.

El siguiente en ducharse fue mi cuñado, que volvió a cruzarse conmigo por el pasillo, echando una mirada a toda mi anatomía. Al rato salió secándose la cabeza con una toalla, pero con todo su fornido cuerpo despelotado. ¡Y qué cuerpo, joder!

Yo estaba caliente de lo que había visto unos minutos antes, no se me quitada de la cabeza. Mientras mi hermana se duchaba, aproveché para decirle a mi cuñado

-        David, ¿preparamos la cena?

-        Claro, vamos, preciosa.

Recordé las palabras de Natalia cuando hablaba de que yo provocaba a su marido constantemente y volví a estar juguetona con él, además de caliente. Desde luego, mi comportamiento era extraño, no parecía yo. Había subido de nivel... me gustaba sentir ese poder de provocación. Mientras él preparaba unos canapés, yo pasaba cerca de su cuerpo, rozando mi piel con la suya, con roces constantes y cada vez más intensos. Apoyaba mis tetas en su espalda, con la excusa de alcanzar algo, las movía rebuscando algo en un cajón, o en alguna ocasión me agachaba enseñándole mi culo en primer plano y por supuesto mi coño.

Yo sabía que el miraba y que además se iba excitando, porque en poco tiempo y cuando pasé delante de él, rozándole con el culo, su polla se puso en ristre. ¡Dios, qué cachonda estaba jugando a eso! En una de las ocasiones que me agaché a coger una cacerola de un cajón, pero en lugar de flexionar las rodillas, las dejé estiradas, poniendo mi culo en pompa y acercándolo a su cuerpo hasta que su polla se colocó entre mis glúteos de nuevo, como esa misma mañana en la terraza. Eso le debió dejar fuera de sí y mi cuñado me cogió por las caderas. Parecía totalmente decidido a penetrarme el coño. Enseguida noté su enorme glande queriendo abrirse paso en mi rajita. Reconozco que estuve a punto de ceder, pero seguía pensando en que no podía hacer eso con el marido de mi hermana, me seguía pareciendo mal, aunque me hubiese gustado que me la clavase hasta el fondo.

-        ¡Ay, David!, ¿Qué haces? - dije separándome de su cuerpo y girándome frente a su cuerpo.

-        Yo... Raquel, pensé... - titubeaba él.

Sus ojos brillaban de deseo. Le sonreí y mientras abría mis piernas, apoyé mi culo en la encimera y le traje hacia mí. El pobre, además de excitado estaba confuso con mi comportamiento.

-        Tranquilo David, no te sientas mal, pero no me la puedes meter. - le dije.

-        ¿Estás segura, Raquel?

En ese momento su verga estaba dura y su capullo había quedado apoyado en la entrada de mi coño, mientras yo le acariciaba la espalda y su pecho se pegaba a mis tetas. Atraje su cuerpo hacia el mío y noté como ese largo pene acariciaba mi rajita y subía hasta llegar ¡casi a mi ombligo!, ¿Cómo sería tener eso tan adentro?, ¡Me encantaba estar así abrazada a él! Con su dura tranca apoyada entre mis labios vaginales. A veces nos separábamos ligeramente lo que hacía que ese cilindro se restregase embadurnado con mis fluidos. Si hubiese querido, en alguno de esos intentos de subir y bajar, seguramente me la habría metido en esa nueva postura y lo cierto es que yo ansiaba que eso sucediera. Dejé que su polla quedara apoyada ahí, entre mis labios vaginales, justo a la entrada del pecado. Mis manos acariciaron su culo.

-        ¡Joder, estoy loco por follarte! - me dijo totalmente fuera de sí, con su cara casi pegada a la mía

Entonces le besé, no pude esperar y mi boca se apoderó de la suya, fueron apenas unos segundos, justo cuando mi lengua se abría paso y rozaba la suya, fue algo breve pero tan mágico que me hizo estremecerme, hasta que se oyó la voz de Natalia.

-        ¿Qué tal chicos? ¿Ya está la cena?

Volvimos a separarnos como un chispazo que hubiese roto el momento mágico y me fijé que la polla de David estaba apuntándome. Mi hermana se mordió el labio y después me sonrió a modo de agradecimiento por volver a poner a tope a su marido.

Cenamos algo ligero charlando de lo bien que estaban yendo las mini vacaciones.

-        ¿Hoy estás dispuesta a follar, hermanita? - me preguntó mi hermana mientras yo dirigía mi vista a los ojos de David que me miraba absorto las tetas o el coño cada vez que me levantaba.

-        Creo que sí, hoy tengo que terminar bien follada. - añadí mordiéndome el labio.

Al levantarme de la mesa me fijé que la polla de mi cuñado volvía a despertar gracias a mi comentario y debía estar pensando que sería él quien me perforase. Nos fuimos preparando para salir a tomar algo y ver si veíamos a Fran y a Víctor a pesar de que David insistía en que nos quedáramos en el apartamento. Sin embargo, mi hermana tenía ganas de marcha.

Nos fuimos vistiendo. Natalia eligió esta vez una minifalda blanca y un top mío del mismo color, anudado al cuello de esos que dejan la espalda al aire y sólo te permite ponerte unas cazoletas de esas pegadas a los pechos, aunque ella decidió ponérselo sin nada, con lo cual las tetas se la movían a cada paso y los pezones se revelaban marcándose en la tela. ¡Estaba guapísima!

Yo me puse un vestido suyo de color azul claro, que resaltaba mi piel morena. Era de tela muy fina, la parte de arriba de los tirantes se podían poner de varias formas al igual que una tira de tela que hacía de cinturón. Jugando con eso, permitía ponerse el vestido de una forma o de otra. Yo me lo puse cubriendo mi pecho y mi espalda al aire. Eso sí, esta vez volví a salir sin ropa interior como hice la otra noche. Además, el sujetador no pegaba con ese vestido, y el tanga, esta vez no se veía, pero es que además me apetecía ir así, desnudita bajo esa fina tela.

Al salir de mi cuarto con el vestido, mi hermana me lo recompuso, poniéndome todavía más sexy. Me bajó la tira que hacía de cinturón, me quitó los tirantes que yo los llevaba atados detrás del cuello y me los puso sobre los hombros. Al verme en el espejo, ¡bufff… no sabía yo si iba a poder salir así! Tenía el escote casi por el ombligo. Pero el caso es que esta vez no puse pegas, me daba casi todo igual y me encontraba increíble reflejada en el espejo.

A David pareció encantarle mi atuendo. Él también estaba guapísimo. Se había puesto una camiseta negra que marcaba sus potentes brazos y su fornido cuerpo y unos vaqueros finitos azul claro, con unas deportivas blancas. ¡Estaba para comérselo!

-        ¡Joder, que dos bellezones! - dijo él al salir del baño y vernos con esos vestidos tan seductores.

Nosotras chocamos las manos y las caderas sabiendo que estábamos rompedoras.

-        ¿Te has puesto tanga? - me preguntó Natalia al oído.

-        ¡No!

-        ¡Yo tampoco!, jajaja....

Así que salimos a tomar algo los tres. Una a cada lado de mi cuñado, meneando nuestras caderas y resonando nuestros tacones en el suelo. Él iba todo contento con dos mujeres sexys para él solo.

-        Chicos vamos a este pub, que estará ahí Fran. - dije cuando llegamos al garito del día anterior.

-        Mejor vamos a uno nuevo - insistió David, que volvió a mostrar ese toque de celos, pues estaba claro que no le gustaba mi tonteo con ese chico.

-        No, he quedado con él, aquí, ¡por fi! - le insistí dándole un besito en la boca.

-        Si a David no le importa – sentenció Natalia.

-        ¿Por qué me iba tener que importar? - comentó él disimulando su toque de celos.

Yo me quedé callada, sabiendo que además de Fran también estaría Víctor. David tuvo un momento de duda, pero claro ya no se podía echar a atrás.

Al entrar vimos a los chicos en la barra. Se podía notar la cara de tensión de todos, sobre todo de Víctor que se sorprendió de ver a Natalia del brazo de su marido. Obviamente ellos no debían sospechar que mi cuñado lo sabía todo y el rollo que se traían ellos como pareja. Fue curioso, porque había tensión y al mismo tiempo mucho morbo por la situación.

Tras un rato de charlas banales, todo se fue tranquilizando. Yo me solté del brazo de mi cuñado y me pegué al cuerpo de Fran. Nos besamos, a pesar de que él seguía algo cortado, pero mi lengua hizo que la suya saliera a encontrarse con la mía, cada vez con menos pudor.

Después nos fuimos a la pista y además de bailar, aprovechamos para tocarnos y besarnos constantemente, calentándome cada vez más y yo más, sabiendo que David no me quitaba ojo en todo momento. Al rato llegaron Verónica y Hugo, la pareja amiga de estos, y tras las presentaciones, empezaron a darle conversación a David y de alguna manera consiguieron que Natalia y Víctor se fuesen quedando a solas. Notaba que Natalia estaba muy cachonda también, porque le encantaba ese juego con Víctor, de hecho, le ponía mucho ese chico.

En apenas media hora ya habíamos bebido un par de copas, pero creo que mi cuñado, alguna más, ya que Hugo y Verónica no dejaban pagar una sola vez y sólo sacaban ellos nuevas rondas. Yo creo que su intención era emborracharle, para darle más juego a Víctor con Natalia, aunque sé que David tiene mucho aguante con la bebida.

En ese momento mi hermana y Víctor se adentraron junto a nosotros en la pista de baile entre risas. Con total descaro vi como mi hermana besaba a ese chico que aprovechaba para meterle mano bajo el vestido. Miré de lejos a mi cuñado que seguía hablando con la otra pareja sin darse cuenta de nada, afortunadamente. Yo me sentía muy incómoda, a pesar de que Natalia hablaba de ser una pareja liberal y todo eso, yo no quería que la viese tonteando con Víctor y menos que descubriera cómo se dejaba meter mano.

-        ¿Por qué no nos vamos más al fondo? - propuse.

-        Buena idea. Vamos a la otra barra- dijo Víctor que también estaba incómodo tan cerca de mi cuñado.

Llegamos hasta el otro lado del pub, en la otra barra, en una esquina apartada, desde la que apenas se nos veía desde la posición de David. Además, allí la luz era escasa, mientras pedíamos otra ronda. La mano de Fran, se adentró en mi escote y rozó mi teta, dándome mucho gusto cuando sus dedos tocaron mi pezón y le di otro morreo cada vez más suelta. Víctor se preocupaba de quedar lejos de la vista de mi cuñado y comprobando que no se nos veía, hasta que empezó a besar a mi hermana agarrándola por el culo. Ella no se cortó nada y le besó durante un rato, hasta que separándole y riendo le dijo.

-        ¡Tío que soy una mujer casada y mi marido está por allí! - dijo ella dándole un leve empujón.

Fran se quedó serio y yo casi me empiezo a reír, viendo el descaro de ella, mientras Víctor parecía confuso, quedándose ahí parado, eso sí, con la mano todavía en el culo de mi hermana.

-        ¡Joder, pues haz que se vaya, que ayer en el baño no decías eso! - añadió el chaval.

Era inevitable que todos nos echáramos a reír recordando el polvo en los baños

-        ¿Qué pasa que me quieres follar otra vez? - preguntó ella juguetona dándole la espalda al chico.

-        ¡Claro que sí!, ¡me tienes brutísimo! - respondió Víctor restregándola el paquete por el culo.

-        ¡Estás loco! - decía ella empujándole con su propio trasero, pero notablemente cachonda y yo también viendo su actitud provocadora.

-        ¡Natalia, joder, es que estás buenísima, me pones mucho!, ¡Vamos al baño! - rogaba desesperado el chico.

-        No, que ayer en el baño de tíos nos vieron follando cuatro o cinco. - dijo riendo.

-        No parecía importarte mucho. - añadía él restregándose contra mi hermana y sobándole las tetas encima del vestido.

-        A ver si va a entrar mi marido y para que queremos más.

-        Venga, pues vamos fuera, que me tienes loco, vamos donde quieras, ¡Porque es que te follaba aquí mismo!

Una miraba perversa apareció en la mirada de mi hermana.

-        ¿Aquí mismo?, ¿En serio te atreverías? - dijo ella mordiéndose un dedo con toda la inocencia.

-        ¡Te lo juro!

-        ¡Venga, si es aquí vale! - sentenció ella.

Nos quedamos todos a cuadros. Tanto Fran como Víctor creyeron que ella iba de broma, pero yo, conociendo a mi hermana me esperaba cualquier cosa, aunque evidentemente no algo tan fuerte. Pero estaba claro, Natalia no iba de broma, nos llevó hasta el final de la barra, cogiéndonos del brazo a mi acompañante y a mí, colocándonos frente a ellos a modo de parapeto, cubriéndolos para quedar ocultos de la barra y del resto del pub. Ellos, por detrás tenían una pared y delante a Fran y a mí, el único sitio por donde podría verlos alguien.

Natalia apoyó los codos en la barra, puso el culo en pompa y comenzando a levantar su vestido, retando a Víctor

-        ¡Venga a ver si es verdad y te atreves a follarme aquí! - añadió ella desafiante.

El chico estaba alucinado e impactado, normal, claro. Ella, al ver que no se movía, se dio la vuelta, agarró el cinturón de su pantalón, lo desabrochó en un momento, bajando la cremallera y sacándole la polla, dejándome alucinada a mí también. Noté los brazos de Fran acariciando mi cintura y su polla detrás de mi culo bastante dura, ya que sin duda,él también estaba excitado viendo la escena.

La polla de Víctor se puso bien dura gracias a los meneos de mi hermana, que empezó a hacerle una mamada mientras Fran y yo los mirábamos incrédulos. Cuando ella se aseguró de que ya estaba totalmente dura se incorporó, se dio la vuelta y volvió a poner sus codos contra la barra y el culo en pompa. Víctor que no lo dudó esta vez, metió su mano bajo el vestido para tocarla el coño y para quitarla las bragas, pero volvió a sorprenderse diciendo:

-        ¡Qué zorra, pero si no llevas bragas!, ¡vienes ya preparada!

Así que el chico colocó la polla por detrás de ella y en un visto y no visto la penetró. Sin creerme lo que veía, Víctor empezó a follarla agarrándose a sus caderas. Miré a mi alrededor, pero nadie parecía percatarse. Estiré mi cuello y logré cruzar la vista con mi cuñado que me guiñó un ojo, pero siguió hablando sin darse cuenta de lo que yo misma ocultaba. Las tetas de mi hermana botaban dentro del top a cada embestida enérgica que le pegaba ese chico.

En ese momento el camarero se acercó a ponernos las copas, y se quedó flipado viendo a mi hermana y a Víctor en plena faena. Supongo que, aunque sabía lo que pasaba y disimulaba, no podía quitar la vista de la pareja disfrutando de esa follada. Ellos pararon un momento al verse descubiertos, pero a continuación siguieron a lo suyo, follando como si no hubiera un mañana. Fran me ponían su paquete en mi culo y me metía la mano por debajo del vestido para hacerme un dedo.

-        ¡Tampoco llevas nada debajo! - me dijo al oído.

-        Si, también vengo preparada. - le respondí riendo.

Estaba cachondo como yo, estaba claro y es que viendo esa escena delante, nos estimulaba todavía más, así que los dedos de Fran enseguida empezaron a jugar con mi botoncito, arrancándome varios gemidos.

Víctor duró poco más y pudimos comprobar cómo las embestidas paraban y dejaba su polla dentro de su coño, con lo que se estaba claro que estaba vaciándose dentro del coño de ella.

Mi hermana se recompuso el vestido.

-        ¿Te has quedado a gusto? - le preguntó.

-        Ya lo creo.

-        Pues yo aún estoy cachonda - añadió ella.

Mientras los dos hombres se quedaban en la barra, mi hermana y yo nos fuimos al baño, porque ella necesitaba limpiarse

-        ¡Estás loca Natalia! - la dije cuando nos quedamos solas en el baño.

-        ¿Por?

-        ¡Joder, guapa, te has vuelto a follar a ese chico y tu marido ahí mismo!

-        Ya te he dicho que me deja... y, por cierto, ¿tú cuando vas a follar con Fran? - me preguntó.

-        Bueno, yo en un sitio más íntimo.

-        Pues si no te folla, ya sabes lo que tienes en casa a tu disposición.

Mi hermana insistía en eso, pero yo no lo veía ni medianamente normal, aunque sí que resultaba morboso y atrayente, claro. La verdad es que yo estaba cachonda y estaba segura de que esa noche por fin iba a poder follar con Fran. Al volver donde estaba mi cuñado, Verónica y Hugo hablaban de irse, pues ya habían hecho su labor.

Mi hermana sacó a bailar a su marido y yo me quedé con los dos chicos.

-        ¿Joder y vosotros cuando vais a follar? - nos preguntó descaradamente Víctor que también se extrañaba.

-        ¡Que bestia eres! - respondió su amigo.

-        Coño, con un pibón como Raquel, yo me la había follado varias veces. - añadió con su vista en mi escote.

Reconozco que su burrada era desproporcionada, pero me sentí curiosamente halagada. Yo miraba a mi hermana bailando con David y me imaginaba que se lo estaba contando todo.

Fran se pegó a mí y volvimos a besarnos, pero noté que una mano se metía bajo mi vestido y no parecía ser la de mi pareja, así que le di un manotazo al entender que era la de Víctor.

-        ¡Oye, no te pases! - le recriminé.

-        Es para animaros... - respondía él con descaro.

-        ¿No has tenido bastante con mi hermana? ¡Menuda folladita le has pegado!

-        Si quieres también te doy lo tuyo, tengo para las dos. - dijo él con chulería.

-        ¡Seguro! - respondí yo irónicamente.

-        Pues fíjate que tu hermanita ha repetido, se ve que su marido no la complace.

Estuve a punto de decirle lo equivocado que estaba y que mi cuñado le daba cien mil vueltas, además de tener una polla enorme, pero en ese momento Fran me besó.

-        Raquel, pasa de este... yo lo que quiero es follar contigo, no aguanto más. - dijo desesperado y pegando su paquete contra mí.

Estaba claro que ese chico quería llevarme por fin a otro sitio y terminar de una vez lo que empezamos. Entonces le dije que esperara que avisaba a mi cuñado y a mi hermana. Me acerqué a la pista a comentarles.

-        Me voy, que tengo a Fran a punto de caramelo. - les dije.

-        Genial hermanita, por fin vas a follar hoy. - me comentó Natalia.

-        No, espera. - dijo de pronto David sujetando mi cintura.

-        ¿Qué pasa David?

-        Pues, ¿por qué no subimos todos al apartamento y tomamos allí la última?

-        ¡Claro! - comentó mi hermana con sus ojos iluminados, ya que eso seguramente le daba pie a volver a tener algo con Víctor.

Con cierto disimulo yo intentaba decirles mediante señas que Fran y yo queríamos ir a follar.

-        ¡Chicos, vamos a nuestro apartamento! - se adelantó mi hermana desbaratándome los planes.

-        No, yo mejor me voy – dijo Víctor mirando a David con cara de evidencia.

-        De eso nada, tú te vienes - añadió Natalia agarrándose a su cintura.

Víctor estaba reacio, porque se creía que se iba a quedar de sujeta-velas. Pero al final no muy convencidos del todo, aceptaron. Yo evidentemente no quería más copas, solo estaba muy cachonda y quería follarme a Fran de una vez y de camino seguimos haciendo arrumacos y metiéndonos mano todo el rato. MI chochito palpitaba de emoción sabiendo que por fin iba a tener la follada soñada.

Cuando llegamos al portal del apartamento, Víctor volvió a insistir que él se iba, pero Natalia no quiso que se le escapase y de pronto se pegó a él, dándole un morreo de órdago, delante de todos y especialmente delante de mi cuñado. Se quedaron todos flipados, incluida yo, pero Natalia con todo el descaro del mundo le dijo a Víctor

-        Oye, ¿recuerdas que tú me has dejado a medias antes? - y nada más decir eso, le cogió de la mano y le metió para dentro….

La cara de David era un poema y es que mi hermana se pasó tres pueblos al meter a Víctor en casa de esa manera con tanto descaro dispuesta a follárselo de nuevo, sin cortarse un pelo. Y se cortó aún menos cuando llegamos al apartamento y se metió en su habitación con él, cerrando la puerta y dejándonos a nosotros tres en el salón.

-        ¡David, qué fuerte! - le dije a mi cuñado ante la actitud descarada de su esposa.

Él no me contestó y se limitó a sonreírme acariciando mi cintura con dulzura. Curiosamente era yo otra vez la que se sentía mal, cuando debería ser Natalia la que debería ser un poco más sensata como para montárselo con ese chaval en su cama de matrimonio, pero fue David, el que quería quitar hierro al asunto y me sonrió al ver mi cara para decirme:

-        No te preocupes, Raquel, está todo bien, de verdad, déjala que se desahogue.

-        Pero ¿y tú, David? - le pregunté.

-        Bueno yo me tomo ahora un copazo. Vosotros iros a tu cuarto y acabáis ahí la faena que tenéis pendiente. - añadió guiñándome un ojo.

CONTINUARÁ...

David & Sylke

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