Vacaciones en Cabo de Gata - CAPITULO 3

Estaba decidida a que esa noche iba a ser la que me llevara a soltarme y dejar de lado definitivamente tanta vergüenza y pudor.

VACACIONES EN CABO DE GATA (David & Sylke)

CAPITULO 3

Tras unas cuantas bromas comenzamos a arreglarnos para salir. Yo me decidí por un vestido de mi hermana blanco de lino, corto, anudado al cuello. Sin sujetador y como era algo corto me puse una braguita blanca de encaje tipo culotte.

A mi hermana le gustó un vestido negro de los míos. Era muy ajustado y corto también. La parte de arriba era palabra de honor con una pequeña zona de transparencia que iba del canalillo del escote hasta el ombligo. Yo normalmente me pongo ese vestido con un suje negro de encaje que queda muy bonito y se ve por la transparencia. Pero Natalia como no podía ser de otra manera, dijo que mejor sin nada. La verdad es que tengo que reconocer que así queda mucho mejor porque se ve lo justo, pero yo, francamente, nunca me he atrevido a llevarlo así. Luego ella se puso un tanga que se le marcaba de forma muy sugerente en sus caderas.

-        Se te nota un poco el tanga, cariño. - le dijo David a mi hermana.

-        ¿En serio? - comentó ella mirándose en el espejo – Entonces mejor me lo quito.

Acto seguido se lo sacó sin inmutarse.  Así que mi hermanita iba con ese vestido y nada más debajo, la muy fresca. Volví a admirar su valentía y es que siempre ha sido demasiado lanzada y yo todo lo contrario, a pesar de que me había propuesto dar esos giros a mi vida con todas mis ganas, con toda la intención de cambar mi actitud en este viaje.

Las dos elegimos dos sandalias de mucho tacón, lo que ensalzaba nuestras piernas con nuestros vestidos cortos. Y así salimos a buscar algo de bailoteo por la zona de ambiente y la verdad es que las dos hermanas íbamos como pidiendo guerra, de hecho, yo creo que había olvidado lo que era salir a lucirse de aquella manera para ligar. En cierto modo les estaba agradecida por sacar mi lado más atrevido.

Fuimos primero a un garito muy concurrido. Natalia me iba diciendo las miradas que me echaba uno u otro y yo me sentía deseada. Luego nos dirigimos a un disco bar dispuestos a mover un poco el cuerpo, pero también estaba bastante lleno.  Al entrar en ese local tuve un problema, y es que tenía luces de las llamadas “negras”, que hacen que todo lo blanco resulte fluorescente, y eso hacía que se me notasen mucho mis braguitas, a pesar de estar debajo del vestido, que curiosamente no se iluminaba tanto. Fue David el que me avisó pegándose a mi cuerpo para decirme al oído:

-        Raquel, no sé si te has dado cuenta, pero se te ven las braguitas resplandecientes.

Me quedé apurada, aunque en la oscuridad no se notaban mis carrillos rojos.

-        ¿Por qué no te las quitas y así vas como tu hermana? - volvió a decirme pegándose a mí, algo que me produjo otro nuevo cosquilleo y eso que esta vez estábamos vestidos.

Me quedé perpleja por su comentario y esta vez fui yo la que me pegué a mi cuñado pegándole las tetas contra su pecho y juntando mi pelvis contra su bulto con la excusa de que por el volumen de la música no pudiese oírme.

-        David, ¿Cómo me voy a quitar las bragas?, ¿Estás loco? Mejor cambiamos de sitio. - le dije con mi boca junto a su oreja, pero me mantuve unos cuantos segundos pegada a él, me encantaba sentir ese bulto contra mi vientre.

-        ¡Ah es verdad, que no te atreves! - me desafió él y su cara se quedó también a escasos centímetros de la mía. Si no hubiera estado mi hermana delante, estoy segura de que le habría besado.

David se quedó cerca de la pista y yo dándole la mano a Natalia, le pedí que me acompañase al baño. No hizo falta que ella me insistiera, en un plis plas, una vez dentro de los servicios, me despojé de mis braguitas y las metí en mi bolso.

Cuando regresé donde estaba mi cuñado, como una colegiala traviesa, cogí su mano y la puse sobre mi nalga derecha.

-        ¿Así mejor?

-        ¡Joder, perfecto, Raquel! Así ya lo tienes fresquito, preparado para la acción. - respondió él que tardó en soltar su mano de mi culo acariciándolo.

La música de ese lugar estaba muy bien, además, había ambiente, con grupos de chicos y chicas jóvenes y grupos de chicos solos que nos miraban a Natalia y a mí, pero al estar David con nosotras no nos entraban.

-        ¿Por qué no vas a por unas copas, cariño? - le comentó mi hermana a su marido.

Él entendió la jugada y nos dejó solas. Al minuto ya estábamos rodeadas de tres chicos. Eran muy jóvenes, la verdad, pero bueno yo me sentía también como cuando era una adolescente y que alguno me agarrase disimuladamente de la cintura o me dijera cualquier tontería al oído. Fue mi hermana, precisamente la que les fue dando conversación. Yo por mí les hubiese echado, ya que me parecían demasiado jóvenes para nosotras y al final ellos mismos debieron notar que yo no estaba del todo receptiva, por lo que acabaron largándose.

Un rato después llegó mi cuñado con las copas.

-        Pensé que no se iban, estaba esperando para no espantarlos - comentó David sonriente.

-        ¿Espantarlos? - pregunté.

-        Claro, no saben cuál de las dos está libre. - apuntó él.

-        Y precisamente mi hermanita que no pone mucho de su parte. - me regañó Natalia levantando sus cejas.

-        Bueno, tú que les has dado cuerda, pero eran muy jóvenes - comenté yo.

-        ¿Ves?, poniendo pegas. - intervino nuevamente mi hermana - Que si joven, que si viejo, que si esto… Hija, qué tenían, 5 años o 6 menos que tú. Uno era muy guapo, por cierto, pero tú ya los has puesto la cruz a los cinco minutos... ¡Así no consigues nada! Yo encima soy dos años mayor que tú y a uno de ellos le habría dejado darme una alegría...jaja

Enseguida mi cuñado, le hizo una mueca con una sonrisilla a su mujer que parecía estar diciéndola “¡guarra!”

-        Yo creo que mejor, os dejo solas. - dijo mi cuñado de pronto.

-        No, anda, quédate David – le rogué, pues lo cierto es que me apetecía que se quedara junto a nosotras.

Miré a Natalia y me di cuenta de que le hacía un gesto a su marido con la idea de dejarnos solas y que él volviese a la barra.

-        Como eres Natalia – la dije.

-        Hija, así no nos entra nadie.

-        ¿No se habrá mosqueado? - le pregunté.

-        ¿Quién, David? ¡Qué va! Nos ha dejado el campo libre y además a él lo de bailar no le va... ¡Anda, ven!

Mi hermana tiró de mí hasta la pista y allí empezamos a movernos al son de la machacona música. De vez en cuando yo miraba a la barra y David me sonreía y levantaba su copa en forma de saludo, animándome. A mí me resultaba incómodo estar ligando ella y yo, mientras él permanecía en la distancia.

Natalia se dejaba llevar por la música y se movía como si estuviese poseída, en cambio yo lo hacía con más cuidado porque, mi falda tenía más vuelo y tenía miedo de enseñarlo todo a la mínima de cambio, al no llevar bragas.

-        ¡Qué no se te ve! - me comentó ella, como si me leyera la mente.

Quise hacer caso a mi hermana y me fui relajando poco a poco, moviéndome cada vez más concentrada con la música. Al rato se nos pusieron al lado un grupo de unos cinco chicos. Yo me encontraba cortada, por el vestido y porque no soy tan lanzada como ella, en cambio mi hermana estaba disfrutando de lo lindo y se la veía mucho más suelta y feliz de verse rodeada de tíos. Miraban descaradamente el escote de ella o su culo cuando se daba la vuelta en cada giro. Ella lo estaba dando todo, hablaba con uno, con otro, les agarraba, bailaba con ellos, se decían cosas al oído, se dejaba agarrar por la cintura y alguno bajaba algo más su mano. Yo, en cambio, estaba más cortada e intentaba esquivar sus manos “sueltas” y de vez en cuando miraba hacia la barra por si David se pudiera sentir molesto, sobre todo con Natalia que no se cortaba nada, pero en cambio mi cuñado nos sonreía como si quisiera darnos más juego.

Los chicos nos invitaron a una copa y nos llevaron a la barra al otro lado en donde estaba mi cuñado y me sentí algo más relajada y me fui integrando un poco. Me encontraba menos incomoda por la situación y decidí ayudar a Natalia a dar un poco de cancha a esos chicos, porque la estaban atosigando entre todos. Lo cierto es que eran muchos para nosotras dos, pero ella parecía estar encantada y reía sin parar entre todos ellos. Yo me puse a hablar con dos, uno de ellos, por cierto, muy mono, que no dejaba de decirme que le encantaban mis ojos y mis piernas. Yo pensaba en la conversación que habíamos tenido en el apartamento y decidí no ser tan borde como debía parecer y me fui “dejando querer” pero guardando siempre las distancias. A esas alturas de la noche, yo ya iba algo tocada con él alcohol y supongo que mi hermana también. Cada vez que dirigía mi mirada hacia a ella, la veía rodeada de los otros tres, que no paraban de tocarla aquí y allá y ella les respondía con risas y poniéndose melosa. No dejaba de pensar en mi cuñado que debía estar vigilándonos y eso me hacía sentirme nuevamente incomoda, sobre todo por Natalia, pero ella en cambio no se cortaba un pelo.

En un momento dado me fijé que uno de los chicos que estaba con mi hermana le decía algo, ella ponía su cuello libre y juraría que la estaba pegando un mordisco en la oreja y besos en el cuello, mientras que una mano la tenía en la parte alta de su culo. Ella, al mismo tiempo, tenía su mano metida en el bolsillo del pantalón del chico. No conseguía centrarme y me parecía que tenía que cortar aquello, antes de que se desmadrase. Decidí ponerle fin de una vez por todas.

-        ¡Mejor nos vamos, Natalia! - la dije tirando a ella, dejando a los chicos algo cortados por mi repentina actitud.

-        ¡Joder, Raquel! - protestó mi hermana.

Me acerqué a David y le dije que mejor era irse de allí, aunque él no parecía muy mosqueado ni na por el estilo y casi hasta sorprendido de que yo quisiera irme tan pronto. El caso es que logré convencerle y caminamos calle abajo en dirección al apartamento, una a cada lado de David que nos llevaba agarradas de la cintura. Al llegar a un garito que había cerca de casa, Natalia se empeñó en entrar diciendo que tenía bastante buena pinta y que la noche pedía marcha.

-        Ahora vosotras solas, ¿eh? - nos dijo David, dejándome sorprendida.

-        ¿Cómo? - pregunté.

-        Sí, yo me voy al apartamento y os dejo terreno libre, sino no ligáis.

-        ¡Pero qué dices!, ¡No, David, quédate, estamos los tres de marcha! - protesté yo, pues no quería que él se fuera, primero por Natalia y por mí misma, ya que me encantaba sentirme a su lado.

Enseguida mi hermana, que estaba lanzada y algo borrachilla le dijo.

-        ¡Vete para casa, cariño, que nosotras nos valemos solas!, eso sí, prepárate que luego te dejo seco, que estoy muy cachonda. - añadió dándole un morreo de órdago a su marido.

Sentí envidia de ese beso y de la mano de mi cuñado tocando su culo y cuando quise darme cuenta, mi hermana y yo estábamos entrando en ese pub. Nada más entrar, nos acercamos a la barra y regañé a mi hermana:

-        ¡Natalia, te has pasado tres pueblos!

-        ¿Por?

-        ¿Qué coño estabas haciendo en el bar con el chico ese?

-        ¿Con quién? - decía ella notablemente ebria.

-        Joder, te estaba tocando el culo, te mordía el cuello, bueno y tú a él y David ahí al lado. Lo mismo te ve y se coge un cabreo o se lía una gorda.

Ella se empezó a reír sin dejar de mirarme a la cara que yo debía estar poniendo de auténtica sorpresa.

-        ¿Qué pasa? - le pregunté.

-        Tía, ¿qué hemos estado hablando en la cena?... Tienes que estar más suelta.

-        Ya, pero...

-        Tú tranquila, Raquel, que David seguro que me ha visto y estaba cachondo perdido… jaja. Sólo estaba calentando un poco al chaval.

-        ¿Calentando?, ¡joder, te estaba metiendo mano!

-        No, mujer, es que no se creía que iba sin bragas, y ahí estaba tocando para averiguarlo…

-        ¡De verdad, cómo te pasas Natalia!

-        Tú disfruta y a lo tuyo, vamos a pasarlo bien y a darlo todo. Que yo sé lo que puedo o no puedo hacer.

No entendía nada… mi hermana estaba loca o borracha, pero cuando quise que me explicara eso con detenimiento, entraron en el bar el grupo de tres chicos y la chica que vimos en la playa esa misma tarde.

¡Joder, qué vergüenza me entró de golpe! No paraba de recordar ese momento, cuando nos habían visto desnudas en la playa, y ahora ahí, era como si fuesen unos conocidos. No sabía dónde meterme. Enseguida se acercaron y nos dieron dos besos a cada una. La pareja la formaban Hugo y Verónica, después de saludarnos, se fueron a bailar a la pista y se quedaron con nosotros los otros dos chicos, que eran Fran y Víctor y que al igual que en la playa no nos quitaban ojo a las dos hermanas.

-        ¿Qué hacéis aquí tan solitas? - preguntó descaradamente Víctor, que era el que llevaba la voz cantante y el que andaba loco con mi hermana desde que la vio desnuda en la playa.

-        Ya ves, ligando... - dijo ella sonriente mirándome de reojo.

-        Pues así de guapas, habréis ligado mucho. - añadió el chico mientras Fran reía por el descaro de su amigo.

-        ¿Estamos guapas? - preguntó Natalia girando sobre sí misma.

-        ¡Joder, mucho! - respondió Víctor.

-        ¿Pero vamos más guapas vestidas así o como esta tarde en la playa? - preguntó insinuante, pues lógicamente se refería a cuando esos dos chicos nos habían visto en pelotas a las dos.

-        ¡Estáis guapas de las dos maneras! - saltó Fran, acariciando mi cintura con disimulo.

No le dije nada porque dejara ahí su mano y no quise ser la aguafiestas, después de la bronca que me echó mi hermana. Lo cierto es que los chicos estaban muy buenos, altos, guapos, con un pelazo y muy cuidados físicamente, vestidos a la moda, bien apretaditos y marcando, pero elegantes al mismo tiempo, pero sobre todo bastante cachas. Puesta a elegir, quizás me gusten menos musculados, del tipo como David, pero no podía negar que estaban muy bien. Además, resultaban agradables y simpáticos, nos invitaron a unas copas, aunque yo, francamente, no quería beber mucho más, pues ya andaba algo mareada a esas alturas de la noche.

Mi hermana, en un momento en el que los chicos andaban pidiendo las copas, me dijo con su boca pegada en mi oreja.

-        ¿Con cuál te quedas tú?

Yo negué con la cabeza por lo loca que estaba, aunque ella ya había notado que a mí me gustaba más Fran.

-        ¡Aprovecha, boba que hoy follas! - insistió - yo me quedo con Víctor.

-        ¡A ver qué vas a hacer, Natalia que te conozco! - le respondí, viendo como tonteaba más de la cuenta con ese chico.

-        ¡Divertirme y distraerte a este... !, ¡Tú a saco a por Fran! - añadió, dándome un pellizco en el culo.

Víctor, que parecía muy ensimismado con Natalia, nos preguntó.

-        ¿No está con vosotras...?

-        ¡David! - dije yo para que se diera cuenta de que estaba siempre presente, aunque no estuviese allí físicamente.

-        No, es que estaba cansado y se fue a casa – apunto mi hermana guiñándome un ojo.

-        Vaya – intervino Víctor - ¿Y cómo deja solas a estos dos pibones?... pero bueno, no os preocupéis que ya os cuidamos nosotros.

Diciendo eso echó una mano a la cintura de mi hermana y la apretó contra él.  Mi hermana ni se inmutó al quedar pegada a ese chico. Me pareció intuir que la daba un beso, pero estaba oscuro y no podía asegurarlo.

Tras un rato en la barra, nos dirigimos a la pista a bailar un poco los cuatro. La verdad es que me fijé en Fran y ese chico estaba para comérselo entero y por un momento me olvidé de mi cuñado y de los líos en mi cabeza. Al rato empezaron a sonar músicas latinas, y ellos aprovechaban para rozarse con nuestros cuerpos todo lo posible. Yo ya iba algo subida con el alcohol y me dejaba llevar por mi nuevo acompañante, Fran. Sus manos pasaban por mi cintura, bajaban por mi culo por encima del vestido, con cierto disimulo y en alguna ocasión notaba su paquete en mi culo. Lo cierto es que ese chico me tenía ya a cien. Miré a mi hermana, que hacía lo mismo con Víctor. La estaba pegando un sobeteo al culo bastante considerable y también la restregaba descaradamente su paquete. Ella me miró y sonrió, cuando la mano de Víctor parecía colarse por debajo. Estuve a punto de ir a regañarla y decirle otra vez que dejase de hacer tonterías, que pensase en su marido, pero recordé de nuevo sus palabras y me dije a mi misma “qué coño, ya es mayorcita, ella sabrá” y en ese momento sentí la boca de Fran en la mía y sin darme cuenta nos empezamos a besar, de una forma que me calentó todavía más. Se puede decir que todo fue rápido, sin pensarlo y casi mejor, porque ya estaba decidida a dejarme llevar y no tener que estar pensando continuamente, tal y como siempre me comentaba mi hermana.

Las manos de Fran dibujaban mis curvas y entonces tiró de mi mano para llevarme a un rincón del pub.... era el típico apartado más oscuro donde la gente se suele dar el lote. Y la verdad es que nos empezamos a enrollar como quinceañeros. Sus manos se fueron rápidamente a mis tetas que sobó a placer, después me tocó el culo y curiosamente yo me dejé meter mano sin rechistar, a pesar de no conocerle prácticamente nada. De repente ese chico metió sus manos por debajo de mi vestido.

-        ¡Joder, Raquel, vas sin bragas! - me dijo sorprendido al palpar la piel de mis caderas.

Me gustó que descubriera eso, como una travesura mía y le devolví la sonrisa para despúes seguir besándonos, aunque esta vez su mano se adentró entre mis muslos y llegó a mi sexo. Me sentí extraña con su mano avanzando cada vez más, pero curiosamente yo abrí las piernas para facilitarle el trabajo. Estaba demasiado cachonda en ese día tan loco como para no dejarme llevar por esos dedos que jugaban con mi empapada rajita y rozaban mi clítoris haciéndome gemir como a una colegiala traviesa. ¡Qué recuerdos me llevaba eso a mis tiempos de más joven!

Abrí los ojos y miré a mi alrededor, pero estaba todo muy oscuro. Sólo había otra pareja cercana a nosotros, pero que estaba a lo suyo también, así que me relajé, y llevé mi mano o su paquete, que estaba muy duro. Fran me seguía frotando con dos de sus dedos masturbándome, arrancándome innumerables gemidos, mientras me besaba. Llegué a pensar en desabrocharle el pantalón y sacarle la polla allí mismo, pero eso me pareció demasiado.

-        Mejor nos vamos a otro lugar. - dije yo, aunque me costaba dejar de sentir su mano en mi coño.

-        Claro, vamos a mi apartamento. - dijo él, dispuesto a terminar esa noche por todo lo alto y follarme.

-        Vale, vamos a buscar a mi hermana y nos vamos los cuatro. - añadí yo con un tremendo calentón encima

Marqué el teléfono de Natalia, pero no me respondió. Imaginaba que podría estar también en algún lugar oscuro dándose un morreo con Víctor, pero después de buscar por allí, tampoco les encontramos.

Decidimos entonces ir a los servicios, él al de chicos y yo al de mujeres para ver si se habían metido allí.

-        Aquí no están - dije yo cuando salí comprobando en los baños de chicas y viendo que Natalia no se encontraba allí.

-        En el de tíos tampoco. - me comentó Fran.

Me puse nerviosa y no sabía qué hacer, mi hermana ya era mayorcita, pero al verla tan bebida no quería que hiciese ninguna tontería.

-        Se habrán ido a casa. - dijo Fran intentando tranquilizarme y a continuación volvió a agarrarme por la cintura, pegándose a mí. Se le veía notablemente cachondo en cambio yo me estaba empezando a preocupar.

-        Espera un segundo que llamo a mi cuñado a ver si ha llegado.

-        No, mejor no llames... - me dijo Fran, sujetando mi muñeca, sin permitirme hacer la llamada.

-        ¿Por qué?, ¿Qué pasa, Fran?

-        Natalia está bien. - añadió.

-        ¿Cómo que está bien?, ¿Dónde está?

El guardó silencio unos segundos.

-        ¿Si te digo donde está, te quedas tranquila y terminamos lo que hemos empezado? - me preguntó metiendo su mano bajo mi falda y tocando la piel de mi trasero.

-        Claro, Fran, dime donde está mi hermana, por favor.

-        ¡Ven!

En ese momento me cogió de la mano y me llevó al baño de chicos. No entendía nada. Me abrió la puerta. Se oían gemidos. Seguía sin entender nada. Y de pronto abrió la puerta de uno de los aseos de golpe.

Y… allí estaba mi hermana con las manos apoyadas en la pared, las tetas por fuera y el vestido por la cintura. Desde mi posición podía ver el culo de Víctor mientras se la follaba por detrás con todas las ganas. Las tetas de Natalia se movían al sol de sus embestidas… mientras yo miraba con los ojos abiertos como platos. Me quedé paralizada, no sabía cómo actuar. No sabía si irme, quedarme, gritar…

La tenía delante y no lo creía. Mi hermana estaba ahí, follando con uno que no era mi cuñado. Me costaba asimilarlo... ¡Joder, Natalia es idiota, con el pedazo de tío que tenía en casa...!

Fran me agarró por la cintura intentando alejarme de aquella escena de peli porno, pero yo permanecí quieta.

-        ¿Ya te has quedado tranquila? Tu hermana está bien cuidada.  - me comentó él para que siguiéramos a lo nuestro.

Nada más decir eso, Víctor empezó a resoplar y dejó las embestidas, para quedar completamente quieto empujando el cuerpo de mi hermana contra la pared. ¡Joder, se estaba corriendo dentro de ella!

Yo alucinaba, pero más aún cuando ella le pedía a él que siguiera bombeándola, mientras con su mano acariciaba su clítoris y se masturbaba mientras el otro seguía penetrándola por detrás inundándola con su semen. Al momento ella tuvo su orgasmo entre jadeos y gritos. Todo esto con Fran y conmigo de espectadores.

Vi entonces como salía la polla flácida de Víctor del sexo de mi hermana. No parecía ni muchos menos del tamaño de la de mi cuñado, aunque no estaba nada mal. Tras un rato recuperando el aliento, los dos amantes se recompusieron la ropa y abandonamos los cuatro el baño de los chicos.

Me quedé callada y en shock durante un buen rato. Fran me insistía en que su apartamento estaba por allí cerca, pero yo no parecía escucharle, solo tenía la imagen de mi hermana follando con ese desconocido y al mismo tiempo no me quitaba la imagen de David de la cabeza y el tremendo mosqueo que se podía agarrar si se enterase.

-        Nos vamos a casa, Fran... ya nos vemos otro día. - le dije bastante seca.

El pobre chico se quedó a cuadros, e incluso Natalia me insistía en que le acompañase, pero yo no tenía ganas de nada más, me había dado el bajón de golpe.

-        Pero Raquel yo necesito verte pronto... - decía Fran desesperado viendo mi cambio repentino de actitud.

-        Ya Fran, es que estoy algo borrachilla - disimulé.

-        Bueno, y.... ¿Mañana nos vemos en la playa? ¿Irás desnuda?

-        No sé Fran...

-        Por favor, quiero volver a verte Raquel. Te prometo que yo también me desnudaré en la playa....

-        Vale. - le contesté, forzando mi sonrisa. La verdad me atraía mucho la idea de verle desnudo, pero en ese momento no estaba para nada.

Mi hermana y yo emprendimos el camino de vuelta a casa, dejando a los chicos en el pub y el caso es que ya casi me había olvidado de Fran al que, reconozco, que dejé con un calentón tremendo.  Al quedarnos solas en la calle la pedí explicaciones a mi hermana.

-        Natalia, ¿tú te has dado cuenta de lo que has hecho?

-        A ver hermanita, si te lo llevo diciendo todo el día. Que nadie controla mi vida. A ver si despejas un poco tu mente.

-        ¡Pero, joder, estás casada y el pobre David!

-        Te dije que somos liberales y diferenciamos sexo del amor. Que yo puedo follarme a quien quiera y él también.

-        Joder, ¿estás hablándome en serio?

-        Claro, si incluso ya te he dicho varias veces hoy que te dejo a David para ti si quieres. Que él está deseando follarte y tú sé que también. Mejor contigo que con otra golfa por ahí.

Al decir eso, volví a notar un calor en mi sexo imaginando que David pudiera follarme como me estaba contando Natalia con total naturalidad. Sin embargo, ella me cambiaba de tema, de lo realmente importante y es que se acababa de follar a un tío en los baños.

-        Pero Natalia, ¿lo de ahora con Víctor? ¡Es muy fuerte! - le recriminé.

-        ¿Otra vez?, Raquel, no me escuchas... pues ese chaval me ha puesto mucho, yo estaba muy cachonda, y una cosa ha llevado a la otra. No te tortures más.

-        Y David ahora... ¿se lo vas a contar?

-        ¿Contarle qué?

-        ¡Joder, que te has follado a ese tío!

-        Raquel, para que te quedes más tranquila, que sepas que he pedido permiso por teléfono a David antes de zumbarme a este, que por cierto folla muy bien.

Me quedé a cuadros cuando me dijo que David le había dado vía libre para follarse a Víctor.

-        Lo peor es que con todo el lío se te ha jodido el polvo con Fran.  - me dijo ella apesadumbrada.

-        Eso ahora es lo de menos. Todavía estoy en shock, Natalia.

-        Raquel hija, ¿Cuándo te vas a relajar con todo esto?, mira, subimos a casa y te follas a mi marido, todo para ti y así equilibras las balanzas y los chacras, ¿no te parece?

-        ¡Estás loca! ¿Sabes?

Llegamos al apartamento, nos quitamos los vestidos, aunque nos quedamos con los tacones puestos, pero totalmente desnudas, frente al espejo, para empezar a desmaquillarnos comentando entre cuchicheos lo sucedido en esa noche. Yo seguía sin creerme todo lo sucedido, el hecho de ver a mi hermana follando con un desconocido y que su marido le hubiera dado permiso.

Al cabo de un rato, David debió oírnos hablar y entró en el baño. Nos sorprendió allí desnudas, aunque él también lo estaba.  Mis ojos se dirigieron nuevamente a su polla mientras él, tras observarnos durante unos segundos, especialmente mi culo, soltó:

-        ¡Joder, así me gusta, mis dos bomboncitos desnudos para mí solo!

Al mismo tiempo que soltaba esa frase, nos dio un pequeño azote a cada una en el trasero. Su pene volvió a crecer por momentos, sin estar del todo en erección, pero volví a quedarme maravillada mirándolo. Es tan bonito, tan deseable... y mi hermana follando con otro tipo que no tenía nada que hacer con semejante pollón.

-        ¿Ya estás otra vez, cariño? - dijo Natalia señalando la polla creciente de David.

-         ¿Qué quieres si veo dos pibones en pelotas con esos taconazos? ¡Sois dos pecados andantes!

-        ¡Hijo, es que te pones a tono enseguida! - comentó Natalia riendo.

-        Claro, cómo vosotras habréis mojado, ¿no? -  nos soltó.

-        No, no creas. No pasó nada. - intervine yo queriendo quitar hierro al asunto, pero sin borrar de mi mente la imagen de Natalia siendo taladrada en los baños.

-        No mientas Raquel, que me han follado y bien follada – dijo de sopetón mi hermana como si tal cosa.

Yo no sabía dónde meterme, pues a pesar de la normalidad con que mi ella trataba el tema t con autorización previa de David, esperaba que mi cuñado se lo tomase a mal, al fin y al cabo, su mujer acababa de follar con un desconocido, delante de mis narices y tampoco hice nada por evitarlo, pero él lejos de mosquearse o sentirse mal, lo único que hizo fue soltar una fuerte carcajada.

-        Vaya, Natalia ha follado... ¿y tú cuñadita?, ¿no has pillado? - me preguntó él poniendo su mano en mi culo y dejándola allí como si estuviera apoyado, mientras me miraba a través del espejo.

Yo miraba en el reflejo la poderosa polla de David que iba creciendo y creciendo, lo que hizo que empezara a olvidarlo todo y volver a tener un gusto extraño por todo el cuerpo. Ni siquiera me avergonzaba estar desnuda y que él se excitase viéndome, pero no solo eso, sino que extrañamente, fui más allá.

-        Creo que no les han gustado mis tetas. - dije de pronto y las cogí con mis manos subiéndolas y bajándolas en movimientos lascivos delante de sus ojos.

Eso hizo que mi cuñado se quedara alucinado observando mi cara y sobre todo mis tetas a través del espejo, viéndolas moverse en todas las direcciones con mis movimientos descarados. Ni yo misma me creía estar haciendo eso. Entonces su erección ya era más que evidente.

-        ¡Joder, cómo le pones hermanita! Claro, el pobre se ha calentado toda la noche y se quedó con las ganas, igual que tú Raquel. - añadió Natalia señalándome.

-        Bueno yo no, me dio palo verte ahí...

-        Follando, dilo, hermanita, follando...

-        Pues eso.

En realidad, era cierto que me dio el bajón en cuanto la vi, pero ahora ya no, la cosa había cambiado y volvía a estar bastante encendida de nuevo con mi cuñado ahí al lado. El hecho de que estuviéramos allí los tres desnudos era más que un aliciente, pero viendo la polla de mi cuñado en ristre, cualquiera no se ponía cachonda. Parece que lo mío se estaba convirtiendo en obsesión, solo quería esa cosa tiesa. Mis manos seguían jugando con mis tetas, las sobaba sin despegar mi mirada de la de mi cuñado y sobre todo de su verga que el sujetaba ya en pleno vigor.

Natalia se acercó a su marido, le cogió la dura verga que se balanceaba y se la meneó durante unos segundos mientras se besaban. Él la agarró por el culo, al tiempo que yo los miraba a través del espejo y me ponía más caliente todavía.

-        Cariño, tendrás que apagar el fuego de mi hermana y así apagas el tuyo. - dijo Natalia sin dejar de pajearle lentamente mientras me miraban los dos esperando mis reacciones.

En ese momento solo pasaba por mi cabeza la idea de que realmente mi cuñado me insertase en el coño ese miembro duro que mi propia hermana mecía entre sus dedos delante de mis narices. Yo parecía haber olvidado todo, pero aun tuve el valor de negar la mayor

-        ¡Chicos, creo que con todo el lío se me ha apagado el calentón! - dije, aunque en realidad, por dentro estaba ardiendo.

-        No te creo, hermanita. - me insistió Natalia – David estará más que encantado en calmar esa calentura tuya. Seguro que tiene para las dos ¿A qué si cariño?

-        ¡Desde luego! - añadió David, con voz temblorosa mientras su mujer le pajeaba y él no quitaba ojo de mis tetas y de mi coño.

-        Creo que me voy a la cama. - me negaba yo a algo que me parecía irracional - además ya tengo mi “Satisfayer”.

David me miraba y a pesar de que su esposa le estaba haciendo una paja lenta y placentera, parecía desilusionado, como si sus esperanzas de follarme se desvanecieran por momentos y el caso es que yo también lo deseaba, pero había algo que me lo impedía. Ni siquiera me creía estar así desnuda delante de él mientras mi hermana le masturbaba al tiempo que los ojos de mi cuñado dibujaban mis tetas, mi cintura, mis caderas y mi rasurado coño.

-        Mira, no me creo que no estés caliente, Raquel – dijo mi hermana casi enfadada.

-        De verdad. Te lo prometo. - añadí mintiendo.

Con un calentón fuera de lo normal me metí en mi habitación y tumbándome en la cama comencé a pajearme soñando con esa polla de mi cuñado... todo me daba vueltas mezcla del alcohol, con todo lo acontecido en esa noche loca, viendo a mi hermana follar y para colmo volverles a escuchar follar mientras yo apagaba mi calentura con mi “Satisfayer”... el de pilas.

CONTINUARÁ...

David & Sylke

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