Vacaciones en Cabo de Gata - CAPITULO 2

Mi transformación en esas vacaciones estaba siendo increíble, me gustaba cada vez más enseñar mi cuerpo y sobre todo estaba loca por mi cuñado y su enorme polla.

VACACIONES EN CABO DE GATA (David & Sylke)

CAPITULO 2

A la mañana siguiente, tras el desayuno, decidimos dirigimos a otras, calas nuevas y encontramos una algo más grande que la del día anterior. Al llegar, ellos, sin pensárselo mucho, se desnudaron completamente. Yo, a pesar de llevar un tanga muy muy pequeño de mi hermana, también me había puesto un top del bikini, no sé por qué. Supongo que por la costumbre. Me quedé con las dos partes del bikini durante un rato, pero mi hermana me miraba como esperando a que diera el paso hacia delante y no hacia atrás.

Tras sonreírla, intenté hacerlo con naturalidad, pero no sé por qué, esperando a que mi cuñado estuviera atento a mi maniobra y no se perdiera detalle de mis tetas. Al final me quité el top del bikini con movimientos sensuales y después me di crema en mis pechos, recreándome en los movimientos. Me sentía observada por ambos, pero me estaba gustando mucho, sobre todo cuando miraba de reojo y pillaba a mi cuñado muy atento a mi “operación bronceado”. A pesar de mostrar las tetas con cada vez más atrevimiento, sin embargo, me daba vergüenza levantarme y que mi cuñado viese el tanga tan diminuto que llevaba puesto. Si la braguita que había llevado el día anterior era pequeña, la de hoy tapaba lo mínimo por delante y menos mal que no tengo ningún pelito, porque voy totalmente rasurada, si no, se vería seguro porque la tela cubría mi rajita y unos justitos centímetros a cada lado. La braguita era bonita y tenía nudos por los costados. Por detrás, además estaba totalmente metida entre mis glúteos. Se puede decir que era casi un hilo dental, con un pequeño triangulito arriba de mi culito, de unos 4 cm o menos y el resto dejaba el culo completamente al aire.

En un momento dado, mi hermana, se levantó, con su precioso cuerpo despelotado diciendo:

-        ¿Vamos al agua, chicos?

Mi cuñado, se levantó a continuación ofreciéndome ese cuerpazo y esa polla balanceante que era toda una tentación y aunque me costó en un principio levantarme, al final me decidí y los acompañé para bañarnos juntos los tres. Nada más verme David silbó y me dijo:

-        ¡Joder, menudo culazo cuñada!

Mirando de reojo me di cuenta de que su polla volvía a empezar a ponerse morcillona y eso me gustaba.  En el agua, tras los primeros chapuzones, seguimos con el típico juego de que “te empujo, que ahora a ti…”, intentábamos hundir a David entre las dos, pero él se resistía y de en alguna ocasión pude sentir su polla en mi culo, mis piernas. ¡Estaba a tope! Yo ya no me corté tanto como el día anterior e intencionadamente me subía sobre su espalda, aplastando mis tetas contra él, e incluso alguna vez contra su cara, llegando a rozarme los pezones con sus labios… éramos los tres como quinceañeros, pero yo estaba tremendamente cachonda. En plena refriega bajo el agua, sentí manos en mis tetas, no sé muy bien de quién, posiblemente alguna sería de mi hermana también, pero otras, más fuertes, estaba segura de que eran las de mi cuñado. A Natalia no parecía importarle mucho el juego del sobeteo, de hecho, ella incluso le agarraba directamente de la polla, algo que me hubiera gustado hacer a mí, pero no me atreví a tanto.

Cuando hicimos una tregua y empezamos a salir del agua, la polla de David estaba completamente empalmada.

-        Chicas, id saliendo que mira cómo estoy. No quiero montar un show. - dijo él señalándola.

Mis ojos se clavaron en su duro pene que pude ver desde bien cerca y me pareció que estaba más tieso que las otras veces. ¡Era enorme!... ¡Qué preciosidad!, con su capullo brillante, apuntando hacia mí, sus venas marcadas, sus huevos grandes, todo depiladito, ¡hum!

-        Tendré que esperar un poco.  - añadió David, señalando su erección y atento a mi mirada que no se despegaba de esa enorme verga.

Yo estaba absorta mirándola, hasta que un codazo de mi hermana me sacó del shock que tenía

-        Si no pasa nada, David, que todos vean lo que hay, es algo natural, ¿verdad que sí hermanita? – dijo ella.

-        Si, sí, claro - respondí yo como una tonta y con la vergüenza de pensar que mi hermana me había pillado mirando fijamente el pene erecto de su marido. Sentía calor entre mis piernas por el apuro y por mi propia excitación.

A David le daba apuro salir del agua con semejante empalmada y prefirió seguir buceando un poco más para ver si le bajaba “la inflamación” y nosotras llegamos a las toallas. Nos quedamos de pie para secarnos un poco y yo me sentía cada vez más relajada a pesar de enseñar casi mi cuerpo desnudo. Entonces me di cuenta de cómo nos miraba chico de una pareja que estaba cerca de nuestro sitio. Francamente me gustaba esa sensación. Al fin nos sentamos en las toallas y me tumbé boca abajo.

-        ¿No te parece preciosa? - me preguntó Natalia sin saber a qué se refería.

-        ¿Quién?

-        Jajaja... me refiero a la polla de David.

-        Ah, esto... yo...

-        Vamos Raquel, que te he visto. Es normal, mujer, supongo que la tiene más grande que la de César.

-        ¿Bromeas? Cesar tenía una pollita de diez centímetros. Bueno, supongo que sigue teniendo.

-        ¿Me vacilas?

-        Qué no, que la tenía chiquita y yo siempre fantaseaba con él, con que me iba con uno que la tuviera más grande que la suya.

-        ¿Y no se mosqueaba?

-        Al contrario, le gustaba que jugara a fantasear con pollas grandes y que me iba con el primero que la tuviera enorme.

-        ¿En serio fantaseabas con eso?

-        Si, jugábamos a que él era un cornudo y yo le comparaba una grande con la suya chiquitita. Eso le excitaba... bueno y a mí.

-        ¡Qué fuerte hermanita! ¿Y a ti te gustan las pollas grandes entonces?, ¿Un pollón cómo el de David?

-        Sí, claro...

-        Pues ya sabes, si quieres cumplir tu fantasía, jajaja...

A veces me cuesta saber si mi hermana me toma el pelo o habla en serio, pero le sonreí y me callé cuando ella seguía dándome crema en la espalda y mientras comentaba con ella lo bueno que tenía lo del topless era que no tenía la sensación de tener las tetas mojadas con la tela del bikini.

-        ¿Y por qué no te quitas todo de una vez? - me insistió ella.

-        Jo, Natalia, me da vergüenza.

-        ¿Por qué... si casi todo el mundo está en bolas?

-        Hija, bastante que llevo puesto este tanga y voy sin nada arriba, que ni me lo creo.

-        Pues hija, tú te lo pierdes.

Yo seguía boca abajo, y mi hermana me sobaba el culo esparciendo la crema solar, me metía la mano entre las tiras de los laterales del tanga, cuando de repente sentí como los estaba desatando dejando mi culo al aire y tirando para abajo del tanga.

-        Natalia, ¿qué haces? - le increpé.

-        No se te ve nada que no se te haya visto ya, ponte el culo bien moreno, sin marcas, luego cuando te des la vuelta ya haces lo que quieras

Aunque quería protestar, en cierto modo tenía razón, junté las piernas por si se pudiera ver algo más, sobre todo si regresaba mi cuñado. Intenté coger las tiras… para tenerlas a mano, pero no sé por qué, me dije a mi misma que no se veía nada y me intenté relajar. Me encantó sentir el airecito entrar entre mis piernas.

Cuando llegó mi cuñado, al ver mi culo al aire, soltó riendo:

-        Veo que te has animado a desnudarte del todo.

-        No, ha sido la graciosa de tu mujercita, que me lo ha soltado, pero que al darme la vuelta me lo ataré.

-        Por mí no lo hagas. - dijo él mirándome como si quisiera verme por delante también.

Permanecí ahí tumbada con esa extraña sensación de tener mi culo al aire pensando en mis miedos por desnudarme delante de la gente y con más miedo de hacerlo delante de David, aunque en el fondo es lo que más me apetecía. ¿Se le pondría dura de nuevo si me viera desnuda completamente? - pensaba para mí.

Giré mi cabeza y me encontré muy cerca la polla prácticamente tiesa de mi cuñado a tan solo unos centímetros de mi cara. Era tan bonita, totalmente depilado alrededor, con un glande brillante y me recreé mirando esa preciosidad, aprovechando que llevaba gafas de sol. Se la veía tan grande que pedía comérsela... chuparla hasta que me doliera la boca. David, estaba enfrascado observando mi culo y no se daba cuenta de que yo le le observaba, pero fue Natalia la que le descubrió:

-        ¡Deberías darte un bañito! - oí a mi espalda la voz de ella.

En ese momento él descubrió que, además de su esposa, yo también le había pillado y se fue corriendo al agua tapando su notable empalmada.

-        Como le has puesto - me comentó Natalia cuando David ya se había alejado.

-        ¿Yo? - pregunté inocentemente.

-        Hija, lleva un rato mirándote el culo y se le ha puesto, bueno, ya lo has visto.

-        ¿En serio?

-        Joder, ya te lo he dicho, ese culo y esas tetas levantan pasiones.

-        Oye, estás hablando de tu marido.

-        ¡Eres una bomba sexual, Raquel, no se lo puedo reprochar!

-        ¡Que boba eres, creo que exageras! - dije

Me di la vuelta, muy excitada y al hacerlo quedé desnuda unos segundos y mi hermana me observó sonriente.

-        Con lo buena que estás hermanita, quédate así y luce ese cuerpazo desnudo. - me dijo.

Yo enrojecí y recogí la braguita de la tanga dispuesta a ponérmela de nuevo muerta de vergüenza, pero cuando levanté la vista me di cuenta de que un chico que paseaba por la orilla se había detenido a observar mi cuerpo, especialmente mi coño que asomaba entre mis piernas ligeramente abiertas y con ello se había empalmado.

-        ¿Ves Raquel cómo “levantas” pasiones?, jajaja” - me repitió Natalia al ver al otro chico empalmado observándome.

Yo estaba roja, un poco por la vergüenza y por otra parte por lo cachonda que me estaba poniendo con todo.

-        Me voy al agua con David, ¿te vienes? - me invitó ya de pie Natalia.

Observé su cuerpo desnudo y su naturalidad y sentí envidia de nuevo. Me puse la braguita del tanga, le di la mano y nos bañamos los tres juntos durante un rato, jugando como la otra vez, como si nada hubiera pasado, pero de nuevo pude notar tocamientos aparentemente inocentes de mi cuñado, unas veces en mis tetas, otras en mi culo... y al final él salió del agua, que, aunque disimuló, se veía claramente que volvía a estar empalmado. Le dejamos un rato en el agua y nosotras volvimos a las toallas.

-        Pobrecito, le has vuelto a dejar a tope y eso que no te ha visto desnuda del todo. - me comentó mi hermana refiriéndose a su marido.

-        Bueno, será por tus toqueteos también. - le dije yo.

-        Si, hemos sido malas.

-        Hoy te va dar una buena sesión - respondí riendo siguiendo la broma.

-        Ya lo creo y volverá a partirme en dos. ¿Te has fijado lo grande que se le ha puesto?

-        ¡Natalia! - le recriminé por ser tan descarada hablando de su propio marido.

-        Pues porque no quieres, pero te le dejo un rato si quieres y apagas tu calorcito con ese pollón - fue su respuesta y me dejó perpleja, aunque lo tomé nuevamente como una broma.

-        ¡Qué idiota eres! - le respondí ante su descaro.

Cuando David regresó, ajeno a nuestras conversaciones, nos comimos unos sándwiches que habíamos traído y tomamos un rato el sol, tranquilamente. A media tarde, David de levantó de su toalla y nos preguntó:

-        Chicas, ¿os apetece a alguna ir a bucear y ver peces, que está el agua totalmente transparente?

Mi mirada se dirigió de nuevo a su pene, que no estaba duro, pero aun así me encantaba mirarlo, era como una especie de imán.

-        Sí, me apetece – dije yo.

Natalia dijo que prefería dormir un poco al sol, así que yo cogí las gafas de buceo y el tubo de snorkel y me fui con él. Caminamos juntos por la orilla de la mano. Me gustaba ir así con él, desnudo y yo prácticamente también. En la cala donde estábamos había más gente que en la del día anterior, algún grupo de chicas jóvenes en topless, parejas desnudas, pandillas de chicos y chicas, casi todos despelotados.

David se adentró en el agua primero y yo me quedé con los pies metidos acostumbrándome a la temperatura del agua. De pronto, me puse a escuchar a un par de chicas jóvenes que se habían sentado muy cerca de la orilla. Estaban en topless. Me había fijado anteriormente cómo miraban de reojo y observaban el cuerpazo de mi cuñado y en especial su entrepierna. Agudizando mi oído, las pude escuchar decir algo como:

-        ¡Qué envidia esa tía!, ¿has visto qué pollón? Tiene que estar esa supercontenta con eso dentro. Tendrá el coño roto, pero yo es que me lo estaría follando a todas horas.

Naturalmente ellas no sabían que las escuchaba y seguramente pensarían que él era mi pareja. Me gustó que lo imaginaran y en cierto modo me sentí orgullosa por ser la acompañante de David, pero al mismo tiempo sentía rabia porque realmente no disfrutaba yo de ese pollón del que hablaban, sino mi hermana.

Me fui metiendo en el agua y David amablemente me ayudó dándome la mano para pisar entre las rocas y llegar hasta una poza más alejada. Al dar salto de roca en roca, mis tetas se bamboleaban, algo que a mi cuñado no se le escapaba sin perder detalle, en cada uno de mis saltos, llegando a ponérsele morcillona otra vez. Yo tampoco dejaba de mirársela y me sentía feliz por el hecho de ser yo la culpable de eso.

En un momento, iba yo delante y al pisar una roca, me desequilibré un poco y me detuve de golpe. Mi cuñado, que estaba muy cerca, chocó contra mí, por detrás, poniendo su polla en mi culo. Yo instintivamente, para no perder el equilibrio y no caerme, eché una mano hacia atrás como para sujetarme con algo. Obviamente encontré a mi cuñado y puse su mano en su culo desnudo. Con lo que apreté más su polla contra mi trasero. Como me desequilibraba me incliné hacia delante y él metió un brazo por la axila con lo que hizo fue ponerme su brazo sobre mi pecho y una de sus manos en una de mis tetas para ayudarme a no caerme hacia delante. Una vez guardamos el equilibrio encima de la roca, la situación era muy cómica, pero al mismo tiempo con una tremenda carga sexual. Su torso pegado a mi espalda, su polla, cada vez más dura, en mi culo que además como el tanga era tan chiquito sentía su miembro caliente rozando mi piel. Mi mano seguía apretando su culo y eso hacía que la polla se aprisionara más contra mí.  Su brazo agarrándome, con una mano en mi teta. Comencé a notar como su polla crecía en mi culo e intentaba levantarse. Se habría paso poco a poco entre mis cachetes. ¡Estaba a tope!  Si no llego a tener el tanga puesto y con lo caliente que estaba, creo que me hubiese entrado directamente en el coño. Estuvimos un rato así, abrazados sobre aquella roca, guardando el equilibrio. Yo creo que lo alargué más de la cuenta, ¡pero estaba disfrutando tanto!

-        Menos mal que me pude agarrar a algo – dijo él refiriéndose a la firmeza mis tetas y sobándolas a modo de broma.

Notaba la dureza de mis pezones entre sus dedos, al tiempo que su polla, también durísima, seguía aprisionada entre mis glúteos. Hasta que, por fin, quitando importancia al asunto, pude saltar al agua y seguir avanzando. Eché un vistazo a atrás y veía esa polla todavía erección siguiéndome, eso me producía una excitación cada vez mayor.

Tras llegar a la poza, nos pusimos a nadar y a bucear, observando durante un rato los peces, hasta quedarnos de nuevo en la superficie flotando y de vez en cuando volvíamos a sumergirnos un poco. Yo miraba peces, pero sobre todo el culo y el pene de mi cuñado. No me cansaba de verlo. Y supongo que él también se hartaba de mirar mi culo y mis tetas que se movían en un acompasado vaivén de las olas del agua. Aquello me resultaba relajante y excitante.

De pronto, en una de las inmersiones, noté como se me aflojaba el tanga. Al mirar dentro del agua, me di cuenta de que se me había soltado uno de los laterales. Intenté atármelo a duras penas bajo el agua, pero como no hacía pie, lo que hice fue fastidiarlo más e hice un nudo en medio de la lazada que ya no podía quitar. Cada vez se enredaba más y yo pataleaba por mantenerme a flote. Decidí seguir así, pero notaba como se me aflojaba cada vez más el tanga con el riesgo de perderlo.

-        ¡David, se me está soltando el tanga y no puedo atarlo! - le grité asustada.

-        Pues aprovecha y quítatelo - respondió con una sonrisa picarona.

-        ¡Qué listo! Por favor, vamos hacia un sitio donde hagamos pie.

Al ir nadando, en un momento dado, el tanga terminó en mis rodillas. Como iba David por delante, me lo quité y lo recogí entre mis dedos antes de que pudiera perderlo en el fondo. Mi cuñado por fin se detuvo en un sitio en el que el agua nos llegaba por debajo de la cintura y pude poner mis pies sobre la arena. Me quedé alucinada viendo la polla de mi cuñado mecida por las olas, entrando y saliendo a la superficie. Cuando llegué a su altura, me moría de vergüenza, así que puse mis rodillas en el suelo pera que no se me viese directamente mi sexo. Entonces mis tetas quedaron a la altura de su polla.

-        Levántate Raquel, para desatar ese lío de tu tanga. - me pidió.

-        Es que no puedo.

-        ¿Por qué?

En ese momento saqué el tanga en mi mano, mostrándoselo.

-        ¡Anda, te quedaste en pelotas! - dijo él riendo al mismo tiempo que pude comprobar un espasmo de su polla.

-        Sí, se me cayó...

-        Pues quédate así.

-        ¡No, ¡Qué vergüenza, David!

Mi cuñado intentó en vano soltar el nudo con sus dedos y probó a hacerlo con los dientes, pero entonces rompió la tira. Yo me quedé ahí pasmada, arrodillada, con su polla a apenas 30 centímetros de mi cara, meciéndose sobre el agua.

-        ¡Uf...! y ahora que hacemos”, me dijo él…

-        ¿Se ha roto?

-        Me temo que sí. ¿No tendréis alguna de las dos alguna otra braguita o tanga? Si quieres voy a buscarlas.

Me quedé pensando y claro que sí que teníamos. Yo, al menos, tenía alguna braguita en mi bolsa, por lo menos la brasileña del día anterior y Natalia seguramente también.

-        ¡Déjalo, David, es igual! - dije al fin.

-        Pero ¿Te quedas desnuda? - preguntó sonriendo.

No sé ni cómo ni por qué, pero era verdad que me daba igual, de hecho, me gustaba mucho la idea de estar desnuda bajo el agua junto a mi cuñado.

-        Vamos a seguir buceando. - comenté de forma natural.

Ni me lo creía, pero estaba desnuda buceando y delante de David. Sin duda él podría verme el coño bajo el agua, aunque de alguna manera yo me sentía bien, hasta que llegó el momento de salir del agua. Con los nervios, no me di cuenta de un detalle, al levantarme para subir a la roca y apoyar mi pierna flexionada sobre ella, mi culo quedaba a la altura de la cara de mi cuñado y de fijo tendría una visión clara de mi coño por detrás. Me calenté solo con imaginarlo, giré mi cabeza para atrás y efectivamente mi cuñado estaba justo detrás de mí, devorando con sus ojos mi sexo. ¡Cómo me calentó eso!

Me hice un poco la loca cuando por fin me incorporé hasta quedar de pie sobre la roca totalmente desnuda. Desde mi posición podía ve su tremendo rabo duro bajo el agua. Sin duda mi coño le había puesto la polla totalmente tiesa ¡y eso me halagaba tanto! Por fin salió del agua y mis ojos se dirigieron a esa polla totalmente empalmada. Yo actué con normalidad, para no incomodarle, como si no estuviese desnuda... como si llevase todavía mi bikini y escurría mi pelo sabiendo que estaba siendo observada por David. Me resultaba raro mi comportamiento, nunca fui tan lanzada. Estuvimos un rato charlando y yo miraba su polla y él hacía lo propio con mi sexo. Me parecía estar en la gloria, él y yo solos, desnudos en una especie de paraíso... la sensación era increíble y la excitación máxima. Ni en el mejor de los sueños. El siguiente paso era llegar hasta las toallas.

-        Así no podrás caminar por la playa. - le dije a David señalando su polla.

-        Claro. Mejor volvemos nadando. - respondió él.

Hubiese preferido que me dijera que yo misma le bajaba esa tensión, haciéndole una mamada, pero me reí por mi estúpido pensamiento y acabamos zambulléndonos en el agua y nadando hasta la zona en donde nos esperaba Natalia.

Solo quedaba salir del agua y eso también me daba corte. Bueno, al fin y al cabo, lo más difícil ya estaba hecho y era que me hubiese visto David y cuando él ya parecía “menos tenso”, salimos hacia las toallas. Notaba que la gente me miraba o al menos, eso me parecía, pero lo peor fue cuando llegamos al lugar donde estaba mi hermana. Natalia estaba de pie, en la orilla, hablando con el grupo de tres chicos y una chica que habían estado a nuestro lado en la playa casi todo el día. No sabía cómo actuar, ni qué hacer, ¿no hablaba y me sentaba?, ¿me acercaba a saludar…? pero ¡estaba desnuda y con el tanga en la mano! Mi hermana no me dio opción.

-        ¡Ven Raquel! - me llamó.

Natalia observó alucinada mi cuerpo desnudo a medida que me acercaba a ella y al grupo de chicos. Su cara sonriente indicaba que le gustaban mis avances, pero realmente yo estaba muerta de vergüenza, no dejaba de pensar en que estaba desnuda y ellos, bueno, aparte de Natalia que estaba en pelotas, uno de los chicos también lo estaba, la chica que les acompañaba estaba en topless, pero los otros estaban todavía con su bañador. Veía a los chicos pasar de pegar un repaso considerable a mi hermana para girar sus tres cabezas y hacer lo mismo conmigo. Notaba mis pezones durísimos mientras caminaba hacia ellos. Sus ojos estaban clavados en mis tetas y en mi coño, mientras que la chica observaba con poco disimulo a mi cuñado que aún estaba en la orilla y eso que ella no había visto como yo, su cosa de forma apoteósica.

Me fijé en los chicos que estaban bastante bien, el que menos, quizás, el que estaba desnudo, que resultó ser el novio la chica. Los otros dos eran guapísimos y tenían un cuerpazo de gimnasio. Mucho más musculados que mi cuñado. Intenté mostrarme con naturalidad, aunque por dentro estaba muerta de vergüenza.

-        Mira Raquel, ellos están cerca de nuestro apartamento y me están preguntando por las calas de aquí. - me comentó mi hermana.

Me fue presentando a cada uno de ellos, pero estaba tan nerviosa que no me quedé con ninguno de sus nombres, menos cuando tuve que darle dos besos a cada uno y rozar levemente su piel con mis tetas. Luego llegó David y también fue saludándoles y la chica no pudo evitar hacer un repaso a su pene colgante.

Estuvimos allí de pie, unos minutos que se me hicieron eternos y luego regresamos hasta nuestras toallas y los chicos no parecían quitar ojo de mi culo a medida que nos alejábamos.

-        Pero, ¿por fin te has decidido a desnudarte, hermanita? - me preguntó Natalia.

-        ¡Calla, que ha sido todo tremendo! - respondí.

Le conté lo de la aventura del tanga y que por qué no pude salir a por otro... que tuve que quedarme así, pero sin detallarle los roces con su marido y que había vuelto a ver su polla a tope mientras él me miraba el coño durante un buen rato.

Me puse a rebuscar en mi mochila para ponerme otro bikini, pero encontré una braguita de bikini normal de las mías. Fue Natalia la que me detuvo diciéndome:

-        ¿No te irás a poner eso ahora que has dado el paso?

Tenía razón, pensé para mí, después de que tanto David como esos chicos me vieran desnuda, ya no me importaba tanto estar así, por lo que me quedé en pelotas el resto de la tarde. Aun sentía cierta vergüenza, pero me fue desapareciendo poco a poco.

Mi cuñado pareció disfrutar también de mi desnudez y de mi valentía y la tuvo morcillona casi toda la tarde, no paraba de mirarme, supongo que el pobre tenía un calentón de escándalo con todo lo sucedido, claro que lo mismo que yo. De vuelta al apartamento se lo dije a mi hermana.

-        Natalia, vas a tener que hacerle un favorcito a tu marido para que descargue, que lleva un calentón de todo el día.

-        ¿Se le ha vuelto a poner tiesa?

-        ¡Sí, no veas cómo! - le tuve que confesar.

-        A ver, a ver, cuenta.

-        Pues fue en la playa cuando se me rompió la braguita del bikini y nos quedamos desnudos y eso, pues tuvo una vista de mi coño en primer plano y claro, al pobre se le puso durísima.

-        ¿A qué impresiona verla? - me preguntó.

-        Ya lo creo. Es enorme

-        Pues después de eso que me has contado, hoy creo que me va a dar caña.

-        ¡Me lo imagino!

Nos echamos a reír las dos y lo que me dijo me dejó sin palabras,

-        Raquel, cariño, no me extraña, si es que lleva viéndote desnuda todo el día, con tu coño ahí delante de sus morros y es que le pones mucho a David.

-        ¿Yo le pongo? - pregunté, aunque tras lo vivido resultaba obvio.

-        Claro, joder, ya te he dicho que estás muy buena, y encima eres su cuñadita, debe ser el morbo... Yo si quieres esta noche te dejo que le desahogues tú … así te desquitas tú también con una polla bien grande para ti sola.

-        No digas tonterías, anda. Eso, sí, si no fuese tu marido le dejaría seco con el tiempo que hace que no lo hago, jajaja.

-         Pues ya sabes, sírvete. ¡Que mejor compartir que con mi hermanita!

-        ¡Natalia, que cachonda eres…jaja!

Al final no sabía muy bien si tomármelo como broma y me dejó con la duda, pues por su cara, parecía que me lo decía totalmente en serio. ¡Ojalá!, ¡Pero esa era imposible!

-        Yo tenía pensado darme un baño relajante de sales y tú aprovecha con tu marido. ¿Vale? No molestaré en un buen rato- le dije a Natalia.

Primero se duchó David que volvió a salir con la toalla en su cintura. Después mi hermana que como siempre, se paseaba desnuda por el apartamento. Yo me había puesto la braguita del bikini para volver y estuve en tetas por la casa, cada vez más relajada. Una vez que me tocó el turno de mi baño, dejé correr el agua para llenar la bañera y me di cuenta de que me faltaba coger la ropa interior para la después. Al salir del baño escuché voces. Era mi hermana diciendo

-        ¡Vamos, venga, fóllame duro, dame fuerte, que placer… qué ganas de sentir eso duro dentro!

-        ¡Joder, Natalia, vamos a la habitación que a ver si nos va a pillar tu hermana! - respondía él jadeante.

-        Venga, tranquilo, que me ha dicho que nos daba un rato largo, que se iba a pegar un bañito relajante y supongo que, a hacerse un dedo a tu salud, y acaba de empezar que oigo el agua...

-        ¿Un dedo a mi salud? - preguntaba él.

-        Claro, está loca con tu polla. ¡Sigue, sigue, joder así!

Sus voces no provenían de su habitación, me fui hacia el salón-cocina, y ahí estaba mi hermana desnuda, con sus manos apoyadas en la encimera y mi cuñado follándola duramente por detrás. No me veían, estaban mirando hacia delante y yo observaba desde atrás. Lo que si podía atisbar era esa enorme polla dura de mi cuñado desaparecer en el coño de mi hermana, una y otra vez. La empotraba con fuerza, sus tetas se movían rápidamente. Llevé una mano a mi sexo y empecé a masturbarme. Estaba concentrada en la visión y no me di cuenta que mi hermana se había girado, sentándose sobre la encimera con las piernas abiertas de frente a David y este la volvió a penetrar con fuerza esta vez por delante. En ese momento me di cuenta que mi hermana me estaba mirando fijamente, me veía claramente como les observaba y como me masturbaba a su salud. Lejos de decir algo, me sonrió y me guiñó un ojo.

Estuve unos segundos largos admirando el culo de David apretarse cada vez que embestía a mi hermana, me encantaba observar eso, pero al saber que ella me miraba a mí, me entró vergüenza y me metí en el baño….

Nada más meterme en el baño, me apunté la alcachofa de la ducha directamente a mi coño que estaba ardiendo. Apunté varios chorros calientes y ayudándome con los dedos comencé a pajearme sin quitarme de la cabeza esa follada bestial que le estaba pegando David a mi hermana en la cocina. Por la cara de ella debía estar gozando mucho y por los jadeos de él tanto o más que ella. No dejaba de pajearme soñando con ese pollón que casi no le cabía en el coño a mi hermana y es que yo soñaba que podía ser yo la que tuviera una follada así con David, aunque no estaba segura de que me entrara algo tan gordo.  Me corrí entre varios gemidos que casi no pude amortiguar, soñando con todo lo vivido en ese día, desde que me desnudé del todo delante de mi cuñado, cómo me rocé con él, como tuve su polla dura entre los cachetes de mi culo y hasta ahora, verle follando en la cocina. ¡Dios, esa imagen era difícil de olvidar!

Después de ese impresionante orgasmo, llené la bañera y me di ese baño reparador que les había anunciado para darles tiempo también a desquitarse. Acariciaba mis pezones y volvía a imaginar la cara de mi cuñado cuando tocó mis tetas allí en la playa, o cuando me agarró porque casi me caigo y su cuerpo quedó pegado a mí. Me calenté de nuevo y mis pezones estaban durísimos, recordando los roces de sus manos en mis tetas y su polla entre mis muslos. ¡Como me gustaría tenerla dentro!

Cuando acabé me sequé y salí con la toalla anudada tapando mi desnudez. Al llegar a la cocina llegué con sigilo, pero ellos ya habían acabado su apoteósico polvo y estaban preparando una ensalada entre risas, completamente desnudos. Les saludé y mi cuñado parece que se quedó desilusionado al verme tapada con la toalla.

-        ¿No os cambiáis? - pregunté al ver que seguían en pelotas.

-        No, hemos decidido ir desnudos porque es una noche muy agradable - respondió Natalia.

Era cierto que hacía algo más calor que otras noches, pero no parecía una excusa como para no ir un poco tapados o al menos con bañador. Mi cuñado salió con varios platos al salón, me sonrió y yo volví a dirigir mi vista a su polla que se mecía a cada paso. Me quedé a solas con Natalia en la cocina. Le ayudé a pelar unas zanahorias y juntas veíamos desde la ventana como David estaba poniendo la mesa en la terraza como Dios le trajo al mundo. ¡Qué bueno estaba!

-        ¿Te gustó hermanita? - me preguntó mi hermana cuando nos quedamos solas.

-        No sé a qué te refieres. - respondí.

-        Vamos, no te hagas la tonta que he visto cómo te hacías un dedito viéndonos follar.

-        Sí, esto...yo... lo siento. - dije avergonzada.

-        No lo sientas, porque gracias a ti, David me ha echado el polvo del siglo

-        ¿Gracias a mí? - pregunté perpleja...

-        Claro Raquel, le has vuelto loco todo el día, me ha contado lo de tu coño, dice que si no fueras su cuñada te habría follado allí mismo.

-        Natalia, ¿David Te ha dicho eso?

-        No solo eso, incluso me ha contado que te tocó las tetas. ¿Es verdad?

-        Sí, yo...

-        Tranquila mujer, que no me mosqueo, también le pusiste nervioso y que se agarró a ellas, que las tienes firmes y muy bien puestas y estaba encantado con su polla pegada en tu culo.

-        ¡Joder, qué fuerte Natalia, es que ese enorme y duro pene se ubicó en mi culo!

-        ¿Y qué sentiste?

-        Pues me sentí en la gloria. - respondí avergonzada.

-        Claro, mujer... Si ya te he dicho que podías disfrutarlo todo lo que quieras. Él estaría encantado, porque le tienes loquito, con ese cuerpazo tuyo.

-        Me estás tomando el pelo. - respondía yo sin creerme todavía que David dijera eso de mí.

-        Pero si no ha dejado de detallarme tus tetas, tu culo, tu coño... Si ya te digo que es que le has puesto a tope toda la tarde y desde el primer momento en que te ha visto desnuda y ese coño jugoso delante de su cara, le han entrado unas ganas tremendas de follarte, por eso se ha desquitado conmigo y de qué manera... ¡Gracias hermanita!

-        ¿En serio que te ha contado eso, Natalia?

-        ¡Te lo juro!

No me podía creer que hubiera podido despertar tanta pasión en mi cuñado y tampoco que mi hermana me lo dijera como si tal cosa.

-        Voy a secarme el pelo - le dije a Natalia

En realidad, me metí en mi cuarto para volver a tocarme acariciando mi clítoris y volviendo a arrancar de lo más hondo otro orgasmo que apagué con la almohada pensando en mi cuñado y su preciosa polla entrando y saliendo del coño de mi hermana de una forma tan erótica como brutal y que en parte o en todo, fuera por mi culpa... y sobre todo pensando que era mi coño quien acogía su enorme verga. No dejaba de pensar en las palabras de Natalia y todo lo que había hablado de mí su marido, ¿sería todo verdad o era un invento de ella para calentarme y provocarme?

Tras reponerme durante unos minutos, no sé cómo me armé de valor, pero después de esa nueva masturbación en la soledad de mi habitación, decidí no ponerme nada encima y salir al salón, como mi madre me trajo al mundo, completamente desnuda, mientras David estaba rellenando los vasos de vino en la mesa de la terraza.

-        ¿Ya está la cena? - pregunté con voz inocente, atusándome el pelo, mientras caminaba meneando mis caderas, luciendo mi desnudez asombrando a mi cuñado y también a Natalia que salía en ese momento de la cocina con una ensaladera y casi se le cae de la mano al verme tan lanzada.

Nos sentamos a cenar. Como si fuese lo más normal del mundo, estar cenando tres personas desnudas, una de ellas mi hermana y la otra, mi cuñado. Me gustaba sentir las miradas en mis pechos de David. Y yo mirarle “lo suyo” cuando se levantaba a por algo. Cada vez que lo hacía Natalia seguía sonriente mi mirada clavada en el culo y en la polla de su marido. Yo la sonreía también, aunque avergonzada, pero orgullosa de mi valentía, al estar allí desnuda y provocar tantas sensaciones a David. El vino iba cayendo y subiéndose a la cabeza, algo que me hacía desinhibirme cada vez más.

En un momento dado la conversación derivó a mi vida sexual-sentimental. Cuando dije que no había tenido nada de ningún tipo tras mi divorcio con César. Y que obviamente llevaba mucho tiempo sin sexo con otra persona…

-         Tienes que tener el “Satisfayer” sin pilas. - dijo Natalia de pronto

Todos nos echamos a reír y seguimos charlando, contando anécdotas, pero mi cuñado parecía intrigado.

-        Pero en serio Raquel, ¿no has tenido ningún chico por ahí en todo este tiempo?

-        Te lo aseguro. - le respondí

-        No me lo creo. ¡Con lo buena que estás! ¡Tendrás mil tíos detrás!

Lo primero me sonrojé por los piropos de mi cuñado. El vino, la confianza y el estar desnudos supongo que influía. Ahí entramos en un pequeño debate. Mi hermana me decía que ya somos más mayores y no se busca lo que buscábamos antes de casarnos. Que eso de encontrar un hombre para que sea el amor de tu vida… que ya lo había tenido y que si eso más adelante. Mi cuñado estaba envalentonado con el vino:

-        ¡Vamos, yo veo un pibón como tú en un bar y no te vas sin un buen revolcón cuñada!

-        No se acercan tantos. No te creas - dije yo.

-        Lo que pasa es que creo que seguro que eres una borde cuando se acerca uno y lo espantas. Y quieres conocerle mucho antes… ¡Que para un buen rato no hace falta!

-        ¡Como eres David...! - le respondía yo por su comentario tan directo.

Luego intervino mi hermana

-        Mira, Raquel, hay que separar lo físico con lo emocional y emotivo, principalmente el sexo del amor.

-        Claro eso lo dices porque vosotros estáis casados. - apunté.

-        Nosotros estamos casados, claro, pero eso da igual. Tenemos las cosas muy claras. A veces follamos y a veces hacemos el amor.

-        Supongo que como todas las parejas.

-        Y no solo eso, hermanita. Yo veo a uno que esta bueno, y se lo digo a David, mira qué bueno está ese, qué polvo le echaría. Y lo digo en serio, bueno y él igual.

-        ¿Es verdad, David? - le pregunté a mi cuñado.

-        Totalmente cierto. Si veo una tía buena, también se lo digo a ella.

-        No somos celosos - continuó exponiendo Natalia - Le encanta verme vestida sexy, desnuda o en topless y ver cómo me devoran con la mirada. Y a mí me pasa igual, me encanta ver cómo le miran o miráis las mujeres. Y me da igual, bueno, me excita y me gusta. Tú, por ejemplo, le tienes al pobre David con la polla dura todo el día, porque estás muy buena y te tiene como ahora todo el día en bolas a tu lado. Y tú le miras su pollón y te lo comes con la mirada, como antes cuando nos has vista hacerlo, bien que mirabas y bien cachonda que estabas, no digo más… jaja

Me puse roja al oír esas palabras de mi hermana contando cuando contaba cómo los había visto o cuando comentaba mi atracción sobre miembro de mi cuñado, pero él en cambio, lejos de sorprenderse, sonrió. Mi hermana siguió:

-        Ya ves... Yo le cuento todo y él a mí. Nos queremos mucho, tenemos mucha confianza, yo salgo con mis amigas y le digo, pues me han entrado dos tíos o he estado bailando con uno y menudo calentón llevaba. Él igual, qué si le ha tirado los trastos tal, cual. Sé que me quiere. Hay que ser más abierto hoy en día que si no, no vives a gusto. Si quieres echar un polvo y te mola uno, lo echas y a disfrutar.

-        Y más en tu caso – intervino David - que estás libre, como tú dices y además buenísima.

-        Gracias - le dije – Yo os entiendo y está muy bien la teoría, pero no creo que sea tan fácil ligar y encontrar a uno par aun rato y que esté bien.

Mi cuñado hizo una proposición.

-        ¿Que os parece, que hoy que es viernes nos damos un garbeo por la zona de ambiente?

-        ¡Venga, si hoy es viernes y habrá jaleo! - apuntó Natalia.

-        ¡No sé, como queráis! - respondí, aunque a mí, con lo relajada que estaba, lo único que me apetecía era seguir allí desnuda junto a mi cuñado y verle otra vez con su polla a tope. Lo que menos me apetecía era ponerme a ligar con nadie.

-        Venga mujer, salimos a tomar unas copas y a ver que hay, a ver si ligamos todos.

-        Vosotros ya estáis ligados, jeje. - dije yo.

-        Bueno, ya te hemos dicho, si surge, surge. - comentó mi hermana

-        Venga, decidido, poneros sexys y guapas y a ver quién liga antes. - sentenció David.

Me quedé mirando a mi cuñado y luego a mi hermana para acabar diciendo:

-        Está bien, me habéis convencido, pero así os demuestro que seguro que no encontrábamos nada que merezca la pena. Y a la vuelta vosotros a echar un polvo y yo a dejar sin pilas a mi “Satisfayer”, jajaja.

Todos volvimos a reír, pero Natalia comentó:

-        Bueno, hacemos una cosa, hoy follamos todos y si tú hermanita, no consigues ligarte a un tío bueno, te dejo un rato a mi “Satisfayer” de carne y hueso. Pero hoy tenemos que mojar todos. ¿Eh?

Mi cuñado se quedó sonriendo y con sus bromas de siempre…

-        ¡Eso, eso, y así os doy a las dos de mi medicina!

-        Si con una te sobra. No me duras ni 5 minutos, jajaja...  - terminé yo la broma y reímos los tres.

Cuando mi cuñado se levantó de la mesa, seguramente por lo caliente de la conversación, tenía una erección más que considerable y de nuevo sentí cómo se mojaba mi coño con solo verle. Era inevitable ponerme cada vez más caliente y mis ganas obsesivas de comerme esa polla y de sentirla dentro de mí. Estaba de acuerdo con él en eso de que si no fuera mi cuñado ya me lo habría follado yo también.

CONTINUARÁ...

David & Sylke

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