Vacaciones en Cabo de Gata - CAPITULO 1
Mi nombre es Raquel y quiero contaros que he decidido dar un giro radical en mi vida, comenzando con unas minivacaciones en Cabo de Gata.
VACACIONES EN CABO DE GATA (David & Sylke)
CAPITULO 1
Mi nombre es Raquel y quiero contaros que he decidido dar un giro radical en mi vida, comenzando con unas minivacaciones en Cabo de Gata.
Ayer firmé ante notario definitivamente mi divorcio con César, mi marido tras unos tortuosos cinco años de matrimonio y hoy me siento una mujer completamente libre.
Precisamente, mi hermana Natalia ha hecho todo lo posible por ayudarme en esta nueva etapa de mi vida y hemos emprendido un viaje juntas, bueno también con su marido David, que, por cierto, siempre me ha puesto muchísimo, pero este viaje ha sido todo mucho más intenso y creo que gracias a él se ha producido ese gran giro de mi vida. No puedo negar la envidia que le he tenido siempre a mi hermana, con respecto a su marido, porque David, además de estar muy bueno, es un tío como tiene que ser, el sueño de cualquiera... pero bueno, iré contando todo lo que me atrae de él, aunque creo que tanto tiempo sin sexo, se me ha nublado la mente y ahora no me lo quito de la cabeza ni un minuto, principalmente a nivel sexual. La verdad, siempre me he masturbado pensando en David, aunque últimamente es casi obsesivo.
Nos encontramos en el aeropuerto para viajar juntos los tres hasta Almería. Me gustó mucho cuando mi hermana Natalia me dijo:
- ¡Qué guapa estás hermanita!
- Gracias. - respondí halagada.
Ella se refería a mi camiseta ceñida rosa y mis leggins negros. Lo peor es cuando le di dos besos a David y pegué mi abultado pecho contra el suyo, aunque disimulé no pude evitar mojarme un poco. Ese tío me tiene loca desde siempre, pero lo dicho, no sé por qué últimamente todavía más.
- Cuñada, Te ha sentado muy bien el divorcio - me dijo descaradamente David mirando mi ajustado atuendo.
Sacamos los billetes y emprendimos el vuelo a nuestras vacaciones. En un momento del viaje, mientras mi cuñado dormía, mi hermana me comentó:
- Raquel, me ha preguntado antes David, si vas a atreverte a ponerte en tetas.
Mi hermana se refería a si iba a ser capaz de hacer topless, algo que ella siempre suele practicar a lo que yo nunca me atreví, pues soy muy pudorosa y me da mucha vergüenza. Solo la respondí con un codazo y ambas reímos.
Tras un tranquilo vuelo, llegamos al aeropuerto y después, por fin a Cabo de Gata, con un coche de alquiler. Dejamos las maletas en el apartamento que habíamos alquilado. La verdad es que, por el precio, estaba muy bien, tenía dos habitaciones y un baño común. Yo ocupé una y el matrimonio, lógicamente, la otra.
- Portaros bien - les dije cuando se metieron en el cuarto entre arrumacos.
De nuevo me vino la envidia de ver a Natalia tan feliz y de no ser yo la que estuviera entre esos brazos, aunque nunca se me ocurriría robárselo, claro, la quiero muchísimo. Tan solo me quedo con las ganas y mientras podía escuchar inevitablemente sus gemidos al otro lado de la pared, me masturbé soñando que era yo la que estaba con él.
Para colmo, desde que hace unos días me contaba Natalia lo bien que se lo come David, pues ella no se corta a la hora de relatarme pormenorizadamente sus intimidades, ni cuando me dijo que la tiene muy grande y folla de maravilla, claro, ya eso me tiene loca. Aunque yo siempre disimulo, pero ese día casi me corro cuando me lo fue detallando. Y es que cada vez que me cuenta algo de él, me pone super caliente escucharla. A veces creo que está mintiendo solo para darme envidia y que no es verdad lo que dice, pero yo prefiero creérmelo y soñar con una polla preciosa e inmensa.
Solo con escucharlos al otro lado, llegué rápidamente al orgasmo y me corrí como loca, cuando mi hermana gritaba
- ¡Joder, me partes en dos, cabrón!
Ahora, tras esa buena y reparadora pajilla y tras colocar las cosas de mi maleta me fui a dormir.
Al día siguiente me desperté con los gemidos y los golpes de la cama de mis compañeros de piso. Otra vez lo estaban haciendo. Me calenté mucho otra vez, así que decidí ir a ducharme para que se cortasen un poco y escuchasen que ya estaba levantada. Al pasar al baño, tenían la puerta algo abierta y no pude evitar echar un vistazo rápido y aunque no quise detenerme mucho, por si me descubrían, pude ver la espalda desnuda de mi hermana cabalgando a mi cuñado, pero no pude ver más. Me tuve que masturbar con el chorro de la alcachofa de la ducha. ¡Maldita abstinencia forzada!
Una vez desayunamos los tres juntos, comentamos los planes para el día y lo primero era prepararse para la playa. Yo me puse un bikini negro, de triángulos arriba y de los de nudos a los lados abajo, pero braguita normal. Son los que uso normalmente. Y me puse encima un vestidito ibicenco calado y unas chanclas. Al verme mi hermana me dijo:
- Raquel, no puedes ir tan divina...
- ¿Por qué?
- Porque tienes que ir como yo.
Natalia llevaba una camiseta de tirantes y un pantalón corto y unas zapatillas para andar, que no es que fuésemos a hacer una caminata larga, pero que íbamos a andar para ir a playas y calas más pequeñas y discretas.
Al quitarme el vestido y verme el bikini, también me regañó. Natalia es mi hermana mayor y siempre le gusta corregirme (y muchas veces, lo reconozco, tiene razón).
- ¿A ver, hermanita, cuando vas a hacer un cambio para modernizar tus bikinis? y más viviendo en el sur... como vives.
- ¿Tan mal están? - pregunté yo girándome.
- Hija, con ese culazo que tienes, yo me pondría bikinis brasileños, de esos que no son tanga, pero son más chiquititos que los normales y se meten algo en el culete.
- ¿Qué dices? Ni loca.
- ¿Por qué no? ¿No me has dicho que quieres ser otra en estas vacaciones?
- Me da cosa, no sé...
Entonces Natalia me comentó que tenía varios y que me dejaba uno para probármelo, así que desapareció en su cuarto y me trajo uno rojo. Me lo probé, pero me parecía demasiado atrevido. Mi cara no debía mostrar mucho entusiasmo, cuando mi hermana me preguntó enseguida:
- ¿Qué pasa?
- Jo, es muy atrevido, Natalia, se me ve medio culo y las ingles.
- ¿Atrevido?... ¡Es perfecto!, mira lo que llevo yo. - sonrió y bajándose su short, me enseñó un tanga amarillo, que dejaba todo su culete al aire.
Ese tanga que ella lucía sí que era súper pequeño, pues por adelante solo tapaba su pubis en una diminuta tela y entonces no quise ser una anticuada y me animó un poco más a llevar el rojo que no era tan exagerado, aunque para mí ya era demasiado.
Sin darme cuenta apareció mi cuñado detrás de nosotras para decirme.
- ¡Joder, estás increíble, cuñadita!
- ¿No es muy fuerte?
- Qué va, es lo que se lleva y por fin veo algo más de ti. - añadió él.
Su comentario me hizo enrojecer mientras Natalia parecía divertirse con mi apuro. No muy conforme también me reí y le pedí el top.
- De ese no tengo top, bonita. - me comentó - Ya sabes que yo suelo hacer topless y me compro muchas braguitas sueltas. ¿No tienes alguno de los tuyos que combine?
Rebusqué y el que más pegaba era uno blanco que parecía no desentonar mucho y después de recibir la aprobación de Natalia, me lo puse.
Nos metimos en el coche y tras media hora llegamos a un aparcamiento de tierra. Dejamos el coche y anduvimos un ratito corto y llegamos por fin a la playa de los Genoveses. Es una playa preciosa. Aunque no era junio, ya se notaba la temperatura y la humedad. Así que decidimos pegarnos un baño y refrescarnos para luego seguir hacia las calas que tenía muchas ganas de ver mi cuñado.
Colocamos las toallas y el primero en empezar a despojarse de la ropa fue David, algo que no quise perderme. Enseguida se quitó la camiseta, dejándome ver su cuerpazo, de espaldas anchas, musculado, pero sin ser un “musculitos” de gimnasio. Estaba totalmente depilado, como a mí me gustan los tíos. La verdad es que se cuida mucho y le gusta hacer deporte. Después mi hermana fue la que se quitó la camiseta y al no llevar nada debajo mostró sus tetas con la naturalidad de siempre, luego el pantalón enseñando el tangazo amarillo que la quedaba estupendo. Admiraba a mi hermana por la frescura que tenía de estar medio desnuda y no importarle nada de lo que dijese la gente. Ella tiene un cuerpo precioso, muy bien formado, con menos tetas que yo, pero bonitas curvas. Yo, a pesar de que sé que tengo un bonito cuerpo, en cambio, soy demasiado pudorosa como para mostrarlo así.
Cuando llegó mi turno, me sentí observada por todo el mundo y lo hice apurada, sintiendo como me ardían las mejillas y eso que había poca gente en la playa, pero no terminaba de estar a gusto con la braguita brasileña roja del bikini sin dejar de mirar alrededor. Al final nos fuimos a refrescar un poco al agua.
David me echaba unas cuantas miradas, supongo que bastante contento de verme con un bikini considerablemente más pequeño de lo habitual, acostumbrado a mis otros bikinis tradicionales, que suelo llevar. El caso es que volví a repetirme a mí misma que tenía que empezar con esta nueva vida y que debería ir dando pasitos para ser una nueva Raquel. Si conseguía sorprender a mi cuñado que es un hombre de mundo, todo lo demás saldría rodado. Intenté dejarme llevar y cambiar ese chip retrógrado que me pesaba como una losa.
Anuncié que salía del agua, pues teniendo a mi cuñado al lado, empujándome de vez en cuando y jugando bajo el agua, consiguió ponerme nerviosa y bastante cachonda, pero apurada por tener a mi hermana al otro lado... eso me hacía sentirme incómoda, pero sin poder reprimir ese gusto que me quemaba por dentro.
Natalia me acompañó hasta las toallas y mi cuñado se quedó un rato más en el agua. Me daba la impresión de que con tanto toqueteo conmigo se le puso como una piedra, al menos eso quería pensar yo.
Mi hermana me ayudó a darme crema tras secarnos pues esas zonas sin sol podrían pasarme factura después. No pude evitar preguntarle por la noche.
- La fiesta anoche, bien, ¿no? - le solté mientras me daba crema.
- ¿Nos oíste? - me comentó ella.
- ¡Como para no!
- Es que ya sabes, David con esa polla, me mata.
Aunque yo intentaba disimular, cuando mi hermana hacía esos comentarios notaba mis pezones endurecerse. Era inevitable pensar en esa polla que ella me describía como fantástica. ¿Lo sería realmente?
- Y tú, ¿Cuánto hace que no echas un buen polvo, hermanita? - me preguntó Natalia.
- Pues... desde que me separé no he vuelto a tener ninguna relación.
Ella me miraba sorprendida pensando que eran muchos meses sin follar, pues desde mi separación, entre papeleos y todo, eran ya casi un año desde que mi marido y yo habíamos dejado de tener sexo. Mi único consuelo era mi nuevo amigo “Satisfayer”.
- Pobrecita y anoche lo pasarías fatal al escucharnos. - me comentaba ella con cara de pena.
- No pasa nada, guapa. - le respondí, aunque era verdad que me dejaron más que caliente y más sabiendo que esa enorme polla de mi cuñado había taladrado a mi hermana durante un buen rato.
- Por cierto, me ha dicho David que estás muy sexy con ese bikini - me contaba Natalia, poniéndome aún más nerviosa.
- ¿De verdad?
- ¡Claro!, ¡Seguro que en este viaje follas, hermanita!
Justo en ese momento llegó David para preguntarnos
- ¿Hablabais de mí?
Ambas reímos, supongo que cada una con sus matices, pero desde luego que las dos estábamos hablando de él.
- Nada malo, supongo, aunque viniendo de vosotras.
- Te aseguro que era bueno – dije yo y al momento me puse colorada.
- Oye – nos contaba él - ¿sabéis que desde la orilla se ve la otra cala? Estaba pensando que podríamos acercarnos luego allí.
- Pero, David, esa cala es nudista. - dijo mi hermana.
- Bueno, se desnuda el que quiere, aunque sí, lo más probable es que esté casi todo el mundo en bolas. - apuntó él.
Mi hermana me miró y quería adivinar que maldad estaba pensando, pero de seguro que quería que encontrase algún ligue para follar y qué mejor que un montón de chicos desnudos para elegir.
- Por mí no hay ningún problema. Podemos ir ahora mismo. - comentó Natalia sonriente.
- Yo encantado... ¿Y tú, Raquel?
- Yo...
- Vamos a darle ese capricho hermanita, que este quiere ver más tetas y más chochitos. - apuntó ella.
- Pero, ¿no será muy cantoso que no estemos desnudos? - pregunté yo.
- Yo seguramente, sí que me animo. - dijo él.
- Pues igual yo también me despeloto. - añadió Natalia mirándome con sonrisa pícara.
Aunque me daba algo de corte, la idea, no quería cortarles el rollo. Recogimos las bolsas y nos dirigimos en dirección a la cala por un tortuoso sendero.
Nada más llegar vimos a cuatro o cinco parejas, casi todos desnudos y alguna chica en topless. Tras extender las toallas, mi hermana Natalia no tardó en volver a quedarse en tetas, pero yo seguí con mi nuevo bikini con sus dos piezas.
- ¿Tú no te quitas nada? - me preguntó mi cuñado animándome, pero negué avergonzada.
La cala era preciosa. Pequeña, de unos 30 metros, con rocas a los lados, agua cristalina. La verdad es que era una situación extraña para mí, nunca había estada en una nudista porque creía que iba a estar a disgusto, y sólo iba a tener hombres y viejos observando a las mujeres desnudas. Pero me sorprendió que casi todo el mundo iba a su rollo, además casi todo eran parejas y alguna chica solitaria. No parecía haber “mirones”. Prácticamente todo el mundo estaba desnudo, excepto alguna de las chicas en topless, y realmente la rara era yo, bueno y mi cuñado, que continuábamos con nuestros respectivos bañadores.
David, cogió una máscara y un tubo para hacer snorkel y se dirigió al agua en la zona de rocas para bucear. Nosotras, en cambio, nos pegamos otro baño rápido y nos volvimos a tomar el sol a las toallas. Nos dimos crema, ayudando la una a la otra en nuestras respectivas espaldas, cuando en un momento dado Natalia me preguntó:
- ¿Te importa si me quito el tanga también?
- Claro, hermanita. No hace falta que me pidas permiso.
Ella lo hizo con naturalidad, quedándose totalmente desnuda, dejando a la vista su pubis completamente depilado. Lo hacía como si nada, yo instintivamente miré alrededor como esperando alguna mirada furtiva, pero nada. Era todo totalmente natural.
Ella terminó de extenderse crema por las piernas, pidiéndome que le diese crema en el culo porque no llegaba. Me sentía un poco tonta por no ser tan atrevida y natural como Natalia, pero preferí seguir con mi bikini completo.
Estuvimos charlando animadamente de todo un poco, y un buen rato después regresó David.
- ¡Qué agustito están algunas! - comentó David mirando directamente el culo de su esposa y el coño que se mostraba claramente debajo.
- ¡Pues ya sabes! - dijo ella riendo.
- Pero tú igual... Raquel... te sientes violenta. - me comentó David mirándome hacia mi cuerpo aun cubierto por mi bikini.
Yo no sabía qué responder, me quedé callada durante unos segundos, tan solo le sonreí, como queriéndole dar la razón, sin embargo, por otro lado, no sabía cómo me iba a sentir con él desnudo ahí delante. Lo cierto es que sentía curiosidad y ganas de ver a mi cuñado sin nada de ropa. Con ese cuerpazo y ver si era verdad lo de la polla que tantas veces me decía mi hermana.
Así que, tras unos segundos, armándome de valor y con la voz temblorosa, le dije:
- Por mí no lo hagas, David, si te apetece desnudarte, no me molesta y si quieres me vuelvo para que no estés incómodo.
- No, ya lo he hecho en otras ocasiones. Lo decía por ti, por no incomodarte - dijo él quitando importancia, aunque lo cierto es que nunca lo habían hecho conmigo delante.
- Pues nada, no seré yo quien fastidie el momento. - dije.
- Ahí tienes la respuesta. - añadió Natalia.
David se dio la vuelta y se bajó su bañador con naturalidad, ofreciéndome una vista de su perfecto culo, sus piernas y toda su anatomía al natural, pero lo mejor fue cuando se dio la vuelta y me mostró ese pene soñado, que, en reposo, prometía lo que mi hermana me había confesado tantas veces. No pude remediar sentir un extraño calor en mi sexo. Lo llevaba totalmente depilado y el aspecto era más que apetecible. El estar tanto tiempo sin sexo te hace ver visiones, pero es que esa polla era algo fuera de lo normal.
Él se fue extendiendo la crema y yo, aunque disimulaba mis miradas con mis gafas de sol, no quitaba ojo a ese cuerpazo. Me sentía más ridícula estando todavía en bikini y teniendo a ambos desnudos al lado, pero me costaba entender cómo podían estar así y no sentir pudor o vergüenza.
- ¿Por qué no te quitas el top por lo menos, hermanita? - me dijo mi hermana cuando yo estaba admirando el cuerpazo de mi cuñado.
- Ya Natalia, pero yo...
- Hija, con esas tetazas que tienes, sácalas a la luz, ¿a qué si David? - intervino ella de nuevo.
- Por supuesto. Yo seré el primero en vértelas, no lo dudes, pero tú tranquila que me acostumbraré. No serán las primeras que vea - dijo mostrando su sonrisa y esparciéndose la crema por sus musculosas piernas mientras su pene se balanceaba provocándome más cosquilleos.
Yo seguía mirando a mi cuñado, con cierto disimulo, me encantaba ver sus pectorales, su cuerpo bien cuidado y lo cierto es que me apetecía mucho mostrarle mis tetas. Era todo tan contradictorio, como extraño, por un lado, no quería hacerlo y por otro lo estaba deseando.
- ¡Venga hermanita, esas tetas fuera! - insistía Natalia.
Yo estaba muy cortada con mi cuñado delante. Ella enseguida se dio cuenta y le hizo una seña que el otro entendió enseguida, dirigiéndose a la orilla para lanzarse al agua a darse otro baño.
- Venga Raquel, quita esa vergüenza, porque al final eres la única vestida en esta playa. - me recriminó Natalia cuando ya no estaba David.
Desabroché mi sostén y me liberé de él. Mis tetas saltaron jubilosas y mi hermana sonrió al verme tan apurada.
- Relájate y date un poco de crema o te quemarás las tetas. - me dijo.
Así lo hice, mientras veía en la distancia a mi cuñado, esperando con vergüenza y con ganas de que regresase y me viera tan decidida. Él nos saludó desde el agua y parecía dispuesto a salir ¡Dios qué nervios!, no sabía cómo iba a reaccionar en el momento en el que él volviese. ¿Y si se me ponían los pezones duros nada más verle?
En ese pensamiento estaba cuando de pronto un chico desnudo se puso delante de nosotras.
- ¿Tenéis fuego? - nos preguntó con un cigarrillo en la boca.
Inevitablemente mi vista se dirigió a su entrepierna y aunque en reposo se veía un buen miembro totalmente depilado. El chico se marchó observando mis tetas y volvió con su novia que estaba a cierta distancia.
- Joder, qué corte - le comenté a mi hermana y ella rio a carcajadas.
- Pero si no le conoces de nada, mujer.
- Ya.
En eso volví a recordar que cuando regresara David a las toallas, estaría desnudo y yo con las tetas al aire... ¡uf, eso me ponía como una moto en todos los sentidos!
De pronto, le vi salir del agua. Aquello era como una visión, aquel cuerpo bien labrado, con los músculos justos y en su sitio y a medida que salía de la orilla, pude percibir cada centímetro de su piel, mojada por múltiples gotitas que recorrían su cuerpo. Volví a fijarme en su polla que en reposo me parecía enorme, no podía calcular, pero casi tan grande como la de mi ex en erección y más grande que la del chico que nos pidió fuego unos segundos antes. No podía quitar la vista de ese pene bamboleante a medida que se acercaba a nosotras y de reojo veía la cara orgullosa de mi hermana. ¿Cómo será eso en erección? ¡Y si además folla tan bien! - pensaba yo torturándome y sintiendo un gusto intenso por todo mi cuerpo, en especial en mi coño que notaba humedecerse.
Intentaba no mirarle, con las gafas de sol puestas, disimulaba lo que podía, pero no podía evitarlo, mis ojos se dirigían a su pene. Era precioso totalmente libre de vello y enorme... reluciente por el agua. Él se acercaba con total naturalidad y se puso delante de nosotras, mirándome las tetas directamente, sin cortarse un pelo para decirme:
- Joder, cuñada, ¿no sé por qué te da vergüenza de lucir esas preciosas tetas?
Me ruboricé, y apartando la mirada de su polla, mirándole a los ojos, me tapé los pechos instintivamente con el brazo al notar mis pezones endurecerse.
- Jo, David, no me hagas pasar vergüenza. - dije muy roja.
El mirándome, y sonriendo me dijo:
- Anda, no hagas el ridículo y quítate ese brazo, que son una pasada.
- Ya se lo digo yo, que no sea boba. ¡Con esas tetazas! - apunto mi hermana.
- Pues sí, - continuó él - además entre el airecillo y esas preciosas cuatro tetas, se está poniendo mi amiga contenta.
En eso, David señaló su miembro que estaba cogiendo volumen poniéndose en semi erección, algo que me dejó pasmada. Mi cuñado siempre ha sido muy directo para todo, incluso hablando de sexo, pero eso era algo novedoso para mí, porque estaba reconociendo que su polla crecía en parte por mis tetas.
- Mejor, me voy a sentar que no quiero dar el show, porque mira cómo me habéis puesto. - añadió riéndose mientras se sentaba en la toalla, que tenía justo a mi lado.
Al fin entendí que era ridículo taparme y quitándome el brazo de las tetas, eché un ojo a mi cuñado que seguía dándose bien de crema por sus partes.
Intenté relajarme y tumbarme a dorar mis pechos que nunca habían visto el sol. Cerré los ojos, pero los abría de vez en cuando mirando hacia mi cuñado, tumbado desnudo a mi lado y al estar con sus piernas cruzadas, su polla apuntaba directamente hacia mí. Notaba como mi chochito empezaba a humedecerse, me daban ganas de estirar mi mano, de cogerla entre mis dedos, sujetarla, comérsela.
Fue mi hermana la que me despertó del éxtasis en el que estaba, preguntándome si me apetecía darme un baño. Me levanté, y en lugar de ir a la orilla justo frente a nosotras, me hizo andar hasta la otra parte de la cala. Estaba nerviosa, pensando que todo el mundo me miraría las tetas. Mi hermana desnuda, caminaba como si nada, y nos cruzábamos con gente saliendo del agua, también desnuda. No sentí ninguna mirada desagradable. La gente te miraba igual que miraba yo. Me fijaba en las pollas de los chicos y las tetas y diferentes tipos de arreglo en el vello púbico de las chicas y poco a poco me fui acostumbrando y perdiendo la vergüenza.
Justo donde acababa la cala nos metimos en el agua, en un lugar en donde las rocas y el sol hacían reflejos dorados en el fondo. El lugar era idílico y la verdad es que la sensación de nadar sin sentir la presión del top del bikini, ni que estuviese mojado o de sentir las tetas flotando y moviéndose con el vaivén del oleaje, era super relajante. Me fui sintiendo cada vez más a gusto.
Luego regresamos por la orilla hacia nuestras toallas y ya no me importaba en absoluto que me mirasen las tetas bamboleándose al andar, al contrario, era extraño, pero me encantaba lucirlas.
Llegamos y mi cuñado nos echó un buen repaso a ambas y yo naturalmente a su polla que me parecía que volvía a cobrar vida. Mi hermana decidió entonces que le apetecía irse a bucear, cogiendo la máscara de buceo y regresó otra vez al agua dejándome junto al cuerpo desnudo de mi cuñado.
- ¿Qué tal, Raquel?, ¿Más relajada? - Me preguntó él.
- Pues la verdad es que sí. Soy un poco tonta con mis vergüenzas.
- Claro y ya verás cuando te quites la braguita del tanga.
- ¡Ni loca! - dije rotunda.
Él reía ante mi respuesta mientras yo no podía quitar la vista de su miembro. Sentía curiosidad por saber cómo sería totalmente tiesa.
- Jajaja, bueno anda, dame un poco por la espalda – me comentó mi cuñado ofreciéndome la crema.
David se tumbó boca abajo dejándome una impresionante vista de su espalda y de su culo prieto. Me arrodillé a su lado, y comencé a esparcirle crema por la espalda, para luego continuar por las piernas. Hacía mucho tiempo que no veía a un hombre desnudo y David estaba muy bueno, como para no sentir un gustito delicioso por todo mi cuero. Me encantaba tocarle, sentir la dureza de esos músculos en mis dedos. Lo cierto es que no me atrevía con su culo, pero fue él que me dijo:
- ¿Te importa darme crema en el culete? Si no se me quema... y es que llego mal.
- No, no me importa, David, pero... no sé si le molestará a mi hermana.
Miré hacia donde estaba ella, pero estaba en el agua, hablando con una pareja tranquilamente.
- ¿Por qué le va a importar, mujer? - me respondía mi cuñado quitando importancia a ese hecho.
Tragué saliva y echando un buen chorro en cada nalga, empecé a esparcir la crema, masajeando con ganas ese duro culo, recreándome y sintiendo mis tetas libres moverse al ritmo de los movimientos de mis brazos. Me sentía mojada... caliente, casi desnuda, masajeando el culo de mi cuñado.
El calentón que me pillé era tremendo, notaba mis pezones duros y un estremecimiento por todo mi cuerpo. Una vez que terminé, le dije:
- ¿Te importaría darme tú a mí?
Me sorprendió, que tardaba en su respuesta... y seguía boca abajo.
- Bueno, Raquel, sí... ¿ahora mismo?
- Claro, ¿Cuándo sino?
Yo seguía sin comprender su tardanza y por qué decía eso. Le insistí, si no le importaba y me tumbé boca abajo, girando la cabeza hacia donde él estaba, y entonces entendí todo. Al incorporarse, pude ver ese mástil empalmado. ¡Madre mía! En mi vida he visto una cosa igual. Se había puesto cachondo cuando le di la crema en el culo y estaba con una erección que no podía disimular, ¡Qué maravilla de polla! Casi me da algo al verla y en ese momento comprendí a Natalia en su forma de gozar y de gemir. No puedo calcular cuánto medía, pero era la polla más grande que había visto en mi vida.
David se colocó justo a mi lado, arrodillándose pegado a mi cuerpo. El pobre Intentaba tapar la erección del resto de la playa y al hacerlo me estaba rozando el cuerpo con ese pedazo de verga. Al extender la crema por mi espalda en un suave masaje, notaba al mismo tiempo como ese pollón se refregaba duro contra la parte posterior de mi muslo. No dejaba de pensar en cómo debía ser al sentir eso dentro de una. Mi cuñado me dio crema por toda mi espalda, muy despacio y cubriendo cada centímetro de mi piel, bajando bien por los laterales, rozándome incluso tetas por los lados. Luego me dio en las piernas, al igual que hice yo, sin preguntarme, subió hacia la parte de mi culete que no tapaba el bikini, y entonces me pidió
- ¿Puedes apartarte un poco la braguita, Raquel?
- ¿Cómo? - pregunté mirando de lado buscando sus ojos, mientras él señalaba sus manos llenas de crema.
- Si, mujer, métela entre tus cachetes.
Me giré y volví a ver esa erección tremenda, que me ponía tan caliente. Entonces le hice caso y metí una parte de la tela, enseñando una buena porción de mi trasero.
- No, quita, que, si no, no puedo darte. - añadió él y cogiendo mi bikini lo metió completamente dentro de la raja de mi culo quedándome como un tanga.
- ¡Cuñado que me dejas el culo al aire!
No me hizo caso y cuando fui a bajármelo me regañó, pidiéndome que quitara mi mano, lo que hizo que la dejara apoyada sobre su polla durante un par de segundos. Instintivamente, aparté enseguida mi mano.
- ¡Uy, perdón! - dije apurada al sentir esa cosa tan dura.
- Tranquila si no estorbaba ahí… - apuntó riendo.
Yo estaba cortada, teniendo a mi cuñado ahí desnudo y tras haberle rozado esa dura polla, pero él no pareció darle importancia y siguió dándome crema en el culo, sin miramientos, sobándolo bien. Así se tiró un buen rato hasta dejarme bien embadurnada y cachonda perdida y regresó a su toalla.
De lo excitada que acabé, ni me di cuenta de que me había dejado la parte de abajo del bikini metido tipo tanga, pero así seguí y me quedé medio dormida, pensando en el pene de mi cuñado, el estar en topless delante de gente, en el baño relajante en el agua. Fue mi hermana la que me despertó:
- Hermanita, mañana te pones mi tanga si eso… dijo y nos reímos todos.
Pasamos el resto de la tarde, tumbados así en la playa. Cada vez me acordaba menos de que estaba medio desnuda. De vuelta al apartamento, ni me puse el top del bikini, tan solo me puse la camiseta encima. Me suele gustar ir sin sujetador cuando puedo, siempre que no se note que voy sin él. Aunque esta vez, con la camiseta que llevaba, se notaba bastante, pero el caso es que me daba igual.
De vuelta en el apartamento, nos fuimos a arreglando para salir a dar una vuelta por la zona y luego a cenar. El primero es ducharse fue mi cuñado. Mi hermana y yo nos pusimos en mi habitación eligiendo qué atuendo íbamos a llevar cada una. Entre risas y bromas, compartíamos y nos cambiábamos de ropa como cuando éramos jóvenes y vivíamos juntas.
Mi hermana salía desnuda de mi habitación a la suya, con total normalidad, además de entrar y salir del baño constantemente cogiendo cosas mientras David se duchaba. Una de las veces dejó la puerta entreabierta y la mampara del baño, al ser de cristal transparente me permitió ver a mi cuñado ducharse y admirar su cuerpo desnudo nuevamente. Me sorprendía tal naturalidad.
- No te cortas, ¿eh? - le dije a Natalia señalando a su marido que seguía enjabonando su cuerpazo.
- ¿Por ir en bolas? Ya sabes que nosotros lo hacemos mucho. ¿Te molesta?
- No, pero tu marido... te has dejado la puerta abierta.
- Bueno, pero si le has visto desnudo en la playa todo el día.
Era cierto, pero en el apartamento me resultaba raro verlos a ambos desnudos, en especial a él.
- Además, mira, así no se empaña el cristal para maquillarnos. - sentenció Natalia.
Yo también intenté comportarme con esa misma naturalidad, y cada vez que pasaba por el baño, echaba una vista fugaz a mi cuñado, hasta que acabó, le vi secarse y salió del baño con la toalla a la cintura.
Era imposible quitarme de la cabeza, la imagen de mi cuñado desnudo y aunque lo disimulaba, regresaban a mi mente las imágenes de la playa con su perfecto cuerpo, moviéndose con esa naturalidad, que le hacían todavía más atrayente, lo mismo que Natalia, pero además mi cuñado, con una polla que creció y me rozó en varias ocasiones, llegando a tocarla yo levemente con mis dedos. Tenerle ahora ahí delante con la toalla y saber que no había nada debajo me ponía cachonda. “Ojalá se le cayera la toalla y le viera de nuevo desnudo” – pensaba para mí.
Fui la última en mi turno en la ducha, mientras mi hermana salía del baño como nuestra madre la trajo al mundo tan natural y jovial como siempre. Yo me sentía un poco ridícula, pero la idea de desnudarme delante de David me aterraba, porque me cortaba muchísimo.
En la ducha me tuve que masturbar, porque era tal la calentura que llevaba encima que no me quitaba esa polla de la cabeza, ¿Cómo sería sentirla en la boca?, ¿cómo sería tenerla dentro? ¿me llenaría el coño por completo? Seguramente sí, un miembro como ese tenía que llenarte del todo. Volví a sentir envidia de mi hermana mientras frotaba mi clítoris incesantemente.
Al final, tras calmar mi fuego interno, salí con mi toalla anudada tapando mi desnudez y mi cuñado me miraba y me sonreía
- Cuñada, no me asusto si se te cae la toalla – me comentó sonriente y en ese momento se despojó él de la suya dejándome pasmada - espero que tú tampoco te asustes.
A continuación, se metió en el baño para afeitarse totalmente desnudo. Yo me metí en mi cuarto, no sin antes echarle otro vistazo a su miembro que estaba morcillón. Miré el vestido que me dejó mi hermana sobre la cama que era muy escotado y abierto por la espalda, por lo que era mejor llevarlo sin sostén.
- Natalia, este vestido es sin suje, ¿no? - le pregunté.
- Claro, mujer - respondió ella - tranquila que ya te hemos visto las tetas.
- Ya, es que se me marcan mucho los pezones, maja”. -añadí mirándome al espejo.
- En el baño tengo unas pezoneras que no se notan nada. Son del color de la piel y van pegadas.
No sé de dónde saqué fuerzas, pero quería probarme a mí misma y salí solo con mis braguitas haciendo oscilar mis tetas que bailaban a cada paso, algo que sorprendió a mi hermana, pero luego me sonrió por verme tan decidida, levantando su pulgar. Al entrar en el baño, David seguía afeitándose desnudo. La imagen era brutal, con sus abdominales marcados, su polla ahí desafiante, por lo que los pezones se me pusieron duros al momento. Él se giró y al verme solo con las pequeñas braguitas se quedó alucinado viendo mis tetas y aquellos pezones duros, por lo que su polla creció al instante.
- Perdona, cuñado necesitaba algo - le pedí como si no hubiera fijado en su erección y entré en el baño en busca de las pezoneras.
- Pasa, pasa, preciosa. - me respondió sin dejar de mirarme las tetas
Yo, haciéndome la distraída, pasé por su espalda viendo en el espejo reflejada aquella polla tiesa. Me pegué a él, con toda la intención del mundo, restregando mis tetas sobre su espalda, como si no tuviera espacio. Le sonreí frente al espejo para seguir rozándome sin despegar mis tetas que se apoyaban sobre su espalda el mayor tiempo posible. Luego, tras recoger las pezoneras y volver a salir repetí la operación, restregándome ese cuerpo desnudo con mis tetas. Era increíble ese momento: Su cuerpo desnudo y el mío casi, era una sensación tan morbosa como cachonda y noté como se humedecían ligeramente mis braguitas mientras su polla seguía tiesa reflejada en aquel espejo del baño.
- ¡Ya lo tengo! - le dije refiriéndome a las pezoneras, mirando su polla y saliendo de allí con otro nuevo calentón.
Tras vestirnos, nosotras con vestidos veraniegos, muy sexys y David con esos vaqueros que luce como nadie y una camiseta blanca ceñida, los tres nos dirigimos a cenar y luego a tomar una copa, sin que se me quitaran de la cabeza las imágenes de mi cuñado de todo el día, su cuerpo desnudo, su enorme polla y esos últimos roces que le di en el baño aparentemente inocentes.
- Natalia, mañana podrías dejarme el tanga - le dije de pronto a mi hermana de camino al restaurante.
- Claro yo no usaré nada, ya sabes, pero en serio te va a atrever, ¿Raquel? - me preguntó sorprendida.
- ¡Sí! - respondí tras respirar hondo pensando en la cara de mi cuñado cuando me viera con aquel reducido tanga de mi hermana. Estaba deseando verle de nuevo en la playa, desnudo y yo casi. No me reconocía a mí misma por mis nuevos atrevimientos.
- ¡Pues verás cómo le vuelves a poner a David! - me soltó.
- ¿Cómo?
- Mujer, esta mañana en la playa y esta tarde en el baño, se la has puesto dura.
- No me he fijado - mentí.
- Vamos Raquel, no te hagas la tonta que una polla como esa no es que no se vea, precisamente.
Enrojecí al escucharla decir eso.
- No te sientas mal, hija ese cuerpo tuyo levanta a los muertos, no hay más que ver cómo te miran todos.
Era cierto que la gente me miraba más y eso me hacía sentirme más atractiva que nunca.
- Me encanta verte tan lanzada y que levantes pollas por donde pases. ¡Esa es mi hermanita! - añadió dándome un azote en el culo.
Me sorprendía que Natalia no se mosquease por provocar esa erección a su marido, pero a mí la verdad me encantaba que eso fuera por mi culpa.
Cuando llegamos por la noche, David enseguida se fue a la cama. Mi hermana y yo nos quedamos desmaquillándonos. Ella, con la naturalidad de siempre, vino desnudo directamente. Yo al verla, y bueno, ya que mi cuñado estaba en la cama, me quedé solo con mis braguitas mientras comentábamos como nos había ido la cena y las copas y todas esas sensaciones, que, según ella, yo “levantaba” a los tíos.
Según estábamos charlando y riendo en el baño con a puerta abierta, pasó mi cuñado en calzoncillos hacia la cocina. Era excitante estar así, medio desnuda. No me reconocía a mí misma, en apenas dos días, parecía otra Raquel, tal y como me había propuesto. Me veía desinhibida, me gustaba la sensación de que me viese mi cuñado, me excitaba mucho. Luego nos fuimos a la cama y escuché voces en su cuarto. Pegué mi oreja a la pared y pude oír a mi hermana decirle:
- ¿Llevas todo el día con la polla dura viendo a mi hermanita en tetas …eh? Ven aquí que te lo arregle.
A continuación, se podía escuchar cómo succionaba la polla (o eso me imaginaba yo). Después se oían los gemidos y los movimientos de la cama. Una vez más, tuve que masturbarme mientras escuchaba todo.
CONTINUARÁ...
David & Sylke
ID: 312015 & 786531