VACACIONES en autocaravana y las casualidades.

Como bien dice el título, inicio mis vacaciones de este verano 2020, solo y sin perspectivas de nada, pero las casualidades existen y

Este relato podría haber tenido otros títulos como por ejemplo “Venturas y desventuras de mis casualidades” o “Los caminos inescrutables del destino”, al final el título ha sido el que ha sido. Como se decía en la película de Julio Medem… “Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande y eso que las he tenido de muchas clases. Si. Podría unir mi vida uniendo mis casualidades” pues mi vida es así con muchas casualidades que se unen entre ellas.

Este relato se inicia con mi viaje de vacaciones, que tuvo que ser modificado por el COVID-19, decidí repetir el modo del año pasado, viajar con una autocaravana, no teniendo que estar a expensas de si una habitación está bien desinfectada o no. Iba provisto de todo hasta de un par de aparatos para limpiar perfectamente la autocaravana. Llevaba una para ochos personas, no me gustan los espacios reducidos, me van mas los espacios grandes.

Mientras estuve diseñando mi viaje, hasta el más mínimo detalle, mientras lo diseñaba tuve varias peticiones para acompañarme, tanto de hombre, como de mujeres y de parejas. La verdad que no acepte ninguna, es que no tuve ni dudas.

Mientras esto sucedía, mis planes, tenía que resolver algo antes. Todos los años durante un mes hacíamos, una especie de convivencias entre todos los que trabajábamos en la empresa, no se libraba nadie, pero debido a la situación que había, no se pudo hacer. Por unas cosas que me dijo Adriana quise que este año fuera diferente, deje encargada a Victoria de todo, unos días antes de que me diera el “susto” ya había dispuestos algunos cambios físicos en el lugar de trabajo. En mi periodo de recuperación, Victoria en una de sus visitas me puso al día.

  • Ya tengo todo preparado y si das el visto bueno en 24 horas estará todo funcionando. Va a ser un seminario y curso de formación. Como tú quieres para todos. Este es el dossier.

  • Hay algunas cosas que no entiendo, pero supongo que estarán bien y que no habrás dejado nada al azar. ¿Qué tal es la empresa que lo va a hacer?

  • No es una empresa en sí, es un gabinete. En concreto el de mis amigos Celia y Diego. (Un matrimonio que vivía en Valencia, amigos de Victoria y que los conocía de sus celebraciones, comidas, cenas, porque no faltaban a ninguna) Antes de que me digas nada, los he escogido a ellos, porque en tan poco tiempo era lo mejor, son de mi absoluta confianza y el coste no podría estar más ajustado. ¿Te parece bien?

  • Si tú te haces responsable de todo, por mi sabes que no habrá problema, aunque sabes que siempre te he dicho, que tus amigos son gente buena pero… hay algo que presiento que me hacen verlos extraños.

  • Tu y tus presentimientos. Ya no me atrevo a decirte que son imaginaciones, porque no te sueles equivocar con tus presentimientos, pero los conozco desde hace más de veinte años y siempre han sido así, nunca me han hecho nada que me haga dudar de ellos y que si, que pueden tener sus secretos, como los tenemos todos.

  • Pues nada… adelante.

Diego tiene 45 años, no llega al 1,70 algo de tripa, cabeza afeitada y barba muy fina, bien recortada. Serio y rara vez se le ve sonreír y cuando lo hace, es más una mueca que una sonrisa. Profesionalmente muy reconocido, dedicándose a otra cosa distinta de lo que hace su mujer, aunque si necesita su ayuda se implica. Es muy comedido y muy bien queda… seguramente a una cierta vinculación con la política. Celia tiene 44 años, este año cumple los 45. Es más alta que su marido, 1,70 o 1,73 y sin tacones, siempre la veo con tacones y la diferencia de altura es mucho más evidente. Pero no les pasa como a otras parejas, no se les ve ningún complejo, eso dice mucho de ellos. Más simpática que su marido, pero una simpatía comedida. Físicamente está muy bien, por Victoria sé qué hace mucho deporte y sale a correr todos los días. Bonita figura y con curvas evidentes a la vista. Cualquier palabra que vaya dedicada a su belleza, hace que se cierre en banda y ni hable, poniendo distancia.

Por las informaciones que recibía a diario, Celia y Diego estaban haciendo un buen trabajo. Se había implicado también personalmente Diego. Primer día de trabajo, siempre llegó el primero, esta vez antes tuve que hacer papeleo en el notario y llegue casi a las 09:30. Nadie me esperaba porque no había dicho que iría. Estaban todos, algo que me extraño, porque de siempre se escalonaban en las horas de llegada. Hasta que me di cuenta de que había gente extraña dando charlas y en grupos, guardando los protocolos de seguridad. Victoria se me acercó nada más verme y me hizo un ligero resumen de lo que hacían, ella incluso estaba en uno de esos grupos, en resumidas cuentas, eran para reforzar la autoestima, reafirmación como persona, la interacción con los compañeros, ganar confianza en uno mismo… el trato con los demás… Se les veía a todos con interés y esa primera impresión me agrado, menos me agrado, ver material de las obras por medio, no me gustaba, pero había que aguantarse.

La parte de mi despacho estaba cambiado lo que tenía que cambiarse, que no era mucho, era simplemente la cristalera, ya no vería la gente desde fuera mi despacho, aunque yo seguiría pudiendo ver lo que sucedía fuera gracias a los cristales inteligentes. Victoria me explico que ya que estaba allí, de inmediato tenía que empezar a recibir la formación que a mí me correspondía, que era la misma que le estaban dando a ella. Me preguntó si prefería hombre o mujer y le conteste que me daba igual, mientras fuera profesional en lo suyo. Se marchó y al momento regresó con su amiga Celia. No era mi elección, pero ya está decidido. Como siempre venía perfecta en todo, vestuario, calzado, maquillaje, pelo. Trajeron una pizarra a la vieja usanza, nada de electrónica, por lo menos de momento. Desde el inicio se puso en modo profesora y reconozco que lo hacía muy bien, sabía enseñar y lo hacía ameno.

A la tercera sesión, ya me encontraba perfectamente y Celia me explicaba una serie de técnicas, estando en desacuerdo con algunas de ellas y teníamos unos debates más que interesantes. Llegó la parte de separar lo emocional de lo profesional, para ser más efectivo. En esta parte no estaba muy de acuerdo, porque considero que una persona no puede ser una máquina y es bueno la parte emocional, aunque no sea mucha. Ella insistía en que había que ser siempre frío y distante profesionalmente. Por eso le pregunte…

  • ¿Es que tú siempre eres como un témpano de hielo trabajando, es que no te relajas ni un minuto?

  • Por supuesto que sí, pero no se trata de mí, si no de ti(De forma categórica)

  • Te equivocas, claro que se trata también de ti, porque si no me da confianza tu manera de ser, perdemos el tiempo (Se quedó contrariada)

  • Está bien… ¿Qué quieres saber?

  • Como puede ser que te den igual las personas que trabajan contigo, no son números, ni son máquinas.

  • Me debo haber explicado mal. Mi personal me preocupa, lo único que me distanció de ellos, no somos amigos, pero si tienen un problema trato de ayudarles. Mantengo una frialdad suave para que no se tomen confianzas. Lo de ser de hielo, es relacionado con las operaciones exteriores, porque sabes que son como lobos.

  • No comparto parte de tu teoría, pero en algo tiene razón. Pero prefiero ser directo y claro, antes que frio con relación al trato, me da igual que tendencia política tengan, sus gustos sexuales o que religión profesen. No permito que se metan en esa parte de mi vida y tampoco lo hago yo en la de otros.

  • Pero sabes que por ahí puedes tener una debilidad, pueden extorsionar a cualquiera, por lo que haga por ejemplo sexualmente o si comete una infidelidad… y eso te puede repercutir a nivel profesional.

  • Jajaja… me río, porque eso me da igual, mientras lo que se haga sea entre adultos y de forma consentida… ME LA PELA, como se suele decir. Te sorprenderías el nivel de tolerancia que tenemos aquí.

  • Algo he oído y no lo digo por Victoria que es muy cerrada en lo que respecta a su trabajo y sobre todo a hablar de ti. Por eso si te comprometes a guardar silencio, lo mismo te comento algo y me das tu opinión.

  • Si no quieres que algo se sepa, no se lo cuentes a nadie y a mí no me pidas que guarde silencio, no porque no lo vaya a guardar, sino porque de antemano y sin saber de qué va, es algo que no admito que me impongan.

Reconozco que estaba muy buena pero demasiado distante, tenía que ir a ver unos encargos que le habíamos hecho a una inmobiliaria, porque necesitábamos más espacio y Victoria en mi corta ausencia se había encargado de hacer una limpia en los sitios que nos habían buscado. Al día siguiente iríamos a ver físicamente lo que nos habían buscado. El primer sitio era uno en Xirivella un municipio que está pegado a Valencia. Quedamos a las doce de la mañana y fui en moto, era el primer día que cogía la moto. No conozco bien Valencia y menos Xirivella, puse el GPS y a buscar el sitio. Todo iba bien hasta que me indico por un sitio que estaban en obras, me parece que de un colector. Tuve que pararme para ver donde estaba el sitio y cómo hacer para esquivar las obras. En ese momento un vehículo me embistió estado parado. (Pero esta es otra historia que contaré y que fue muy interesante) El golpe fue más con daños materiales, que fue un destrozo para mi moto, que daños personales afortunadamente.

Por fin a las seis de la mañana salgo de viaje. Llego a mi destino a las doce del al mediodía Granada. Estuve dos días y fueron días de mucha bicicleta, descanso, música y lectura. Siguiente destino sería Sevilla, solo una noche, aproveche para visitar a un amigo que perdió a su padre y no pude ir al funeral por el estado de alarma. Sevilla la conocía bien y no hice mucho más. Mi siguiente destino era Portugal, la zona de Aljezur, por no decir el sitio exacto. Era una población pequeña y retirada del mundo. Por lo menos lo recordaba así de la única vez que estuve ya hace bastantes años. Como siempre mi salida fue de madrugada y tenía que parar a repostar, pero también a tomar algo. A la altura de Ayamonte pare a repostar y me indicaron un lugar donde almorzar algo, me dijeron que estaba muy bien.

Había mucha Guardia Civil y me comentaron que un coche había salido ardiendo. Pocos kilómetros después y poco antes de llegar al lugar que me indicaron para almorzar. Había prácticamente el esqueleto de un vehículo, comido por el fuego. Ya estaba apagado. Afortunadamente no se veía que hubiera habido víctimas, porque no se veía ninguna ambulancia. Cinco minutos después llegaba a un hostal, que era restaurante también. Entre en la cafetería y casualidad me encontré con un conocido de Alicante que se iba ya, hablamos un par de minutos y ya. Pedí en la barra, pregunte por los aseos y para ir a ellos, se pasaba por la recepción del hostal y a quien me veo… a Celia y Diego, con cara de funeral y sus maletas.

Ni me vieron. Tuve que saludarles y se quedaron de piedra al verme. Ella se puso a llorar y él lo primero que le dijo, que se comportara. Eran a los que se les había incendiado el coche. Diego mantenía la compostura, pero sus ojos decían que estaba hecho polvo también y no lloraba por no parecer menos hombre. No les deje que de momento cogieran una habitación y nos fuimos a sentar. Iban a una zona cercana a donde me dirigía, no a la misma. Ya habían llamado a la agencia de viajes, para que le anularan la reserva y estaban a la espera de que un vehículo les recogiera para llevarlos de vuelta. Ni querían alquilar un coche ni nada. No sé por qué, pero les convencí de que se vinieran conmigo. Lo primero que me soltaron al unísono… “Como vamos a dormir los tres en la misma habitación”, me eché a reír y les señale la autocaravana. Diego me pregunto… “¿Pero cuántos vais de viaje?” y le conteste que yo solo.

Les deje un rato solos para que hablaran lo que tuvieran que hablar. Diego me dijo que aceptaban pero con la condición de ir a medias en los gastos. Ni le dije sí, ni tampoco no. Nos montamos y no paraba de hablar de lo bonita que era y lo espaciosa que se veía. Tuve que indicarles que no se podía ir de pie ni tumbados en la cama, que había que ir sentados y con el cinturón. Estando en marcha me contaron que solo pudieron salvar dos maletas. Acababan de repostar, el coche hizo un ruido poco después de salir de la gasolinera y fue como si perdiera fuerza, que empezó a oler a quemado, se salieron y hubo un pequeño fogonazo lograron sacar dos maletas y hubo un fogonazo más grande, se apartaron y el coche ardió completamente.

Para cambiar de tema y que se fueran olvidando del mal trago que pasaron, les explique un poco el funcionamiento. Una de las preguntas, la ducha. Le dije que si cabía yo, ellos también y que eso si, que lo mejor era usar albornoz, para evitar mojar mucho fuera, que era la mejor forma de secarse. Hablamos de alguna tontería más y llegamos a nuestro destino. Estaba muy bien, aunque quedaban vestigios de los incendios que había habido en esa zona, nos dijeron el año anterior, aun así muy bonito. La verdad que había menos gente de la que esperaba, pero me alegraba de que fuera así. Una vez que la autocaravana ya estaba preparada para funcionar, me cambié de ropa y me puse cómodo. Ellos seguían vestidos muy formales, porque su vestuario era más bien para estar en un hotel y que parte de él se perdió en el coche. Les ofrecí algo de mi vestuario y solo aceptó ella una camiseta de manga corta. Al día siguiente irían al pueblo cercano a ver si encontraban algo. La cena que por cierto prepare yo, no llevo a nada, porque no se sentían cómodos y se les notaba. Me fui a dormir el primero y puede escuchar susurros de conversación entre ellos, ni preste atención.

Me desperté a las 06:00 de la mañana. Empezaba a despuntar el día, me prepare un buen café y escogí varias piezas de fruta. Ya empezaba a salir el sol y se abrió la puerta de la autocaravana, era Celia, salía a medio arreglar y se puso leche del tiempo en un vaso, se sentó cerca de mí y me dio los buenos días. Me contó que su marido y ella iban a alquilar un coche para ir de compras, que de paso aprovecharían para ver algo de la zona y que si quería podía ir con ellos. Se lo agradecí pero mi intención, era darme un buen baño, hacer un poco de surf (que no se me daba muy bien y quería practicar un poco más) y luego dar una vuelta por los alrededores en bicicleta.

Me prepare todo y antes de que se despertara su marido, me había ido al mar. Lo primero que hice fue alquilar una tabla porque al ir a cargar la mía vi que estaba deteriorada en un lado y no me dio tiempo a cambiarla. Otra coincidencia más de este viaje, al ir a alquilar la tabla, había unos españoles discutiendo con los que regentaban el negocio, lo hacían de malos modos y me metí en medio, porque no querían pagar los precios que tenían estipulados. Con la excusa de que estaban retardando a los demás, se acabó la discusión (después de alguna que otra palabra) y pude alquilar mi tabla. Los que llevaban el negocio era una pareja, que después de alquilar las tablas cerraban y también daban clases de surf. En la que más me fije en ella, seria de mi edad y estaba además de morena, espectacular físicamente, como él también lo estaba. Me dieron las gracias y de momento todo se quedó en eso, en un simple gracias.

Había unas buenas olas y la mañana fue muy entretenida. Durante todo el tiempo no perdí de vista a la mujer, que aunque llevaba un traje de neopreno se la veía estupendamente. Estaba sin mi neopreno, solo en bañador, tomando un poco de sol y descansando, cuando se me acerca ella. Lo primero que me dice… “Antes no nos hemos presentado, mi marido se llama Fadrique y yo Mirari…”no me dio tiempo a decir mi nombre y se dedicó a decirme varios fallos que me vio haciendo surf. Fue muy detallada en sus explicaciones y en cómo corregir esos fallos. Con la excusa de agradecerle lo que me había explicado, me lance y no quise perder el tiempo, quise invitarles por la noche a ella y su marido a tomar algo, me premió con una bella sonrisa y me dio calabazas, alegando que no salían a tomar nada con desconocidos y que lo sentía, otra sonrisa y se marchó, meneando ese precioso y sugestivo culito, se giró un momento y me pilló mirándolo.

Regrese a la autocaravana y ya era horade comer, de mis invitados no había noticias, supuse que se quedarían a comer por ahí y comí tranquilamente una de mis ensaladas especiales. Me puse a leer un poco y a escuchar música. El cielo se empezó a oscurecer, el sol había desaparecido, el viento aumentó en intensidad y se estaba en la gloria. Tenía solo pinta de estar nublado pero nada de lluvia, lo mismo alguna gota. Me cambié y me fui a dar una vuelta en bicicleta. Los tres días siguientes no hubo mucha variación, con Mirari y Fadrique hice algo más de amistad, con Celia y Diego lo mismo, fuimos cogiéndonos más confianza y las conversaciones eran menos encorsetadas y más animadas.

A Celia ya la había visto en bikini y cómo engañaba vestida. Lo que me provocaba más extrañeza, porque con una mujer así, era para estar oyéndolos todas las noches follar como conejos y no se oía nada, ni de noche ni de día. Lo que más me escamaba, es que les quería poner las cosas fáciles y me iba con la bicicleta, diciéndoles que como mínimo tardaría dos horas. Pues ellos automáticamente se iban a la playa. Al cuarto día cambié mi rutina y ese día no hice surf para ir a visitar un lugar. El recorrido lo hice en bicicleta y a la vuelta, llegaba bastante sudado, me iba a dar una ducha cuando en ese momento salió Mirari enfundada en un albornoz muy corto. Las piernas se le veían mucho más bonitas que en bikini.

Se puso nerviosa al verme y como me di cuenta, no le di importancia a ese momento, dando la impresión de la mayor normalidad. Pregunte por Diego y se había ido a hacer la compra, porque me quería sorprender cocinando el… “Es que siempre cocinas tú y hoy te va a sorprender, que te va a hacer una comida de chuparse los dedos. Eso sí, hay que vestirse como si estuviésemos en un restaurante de muchos tenedores” me sonreí y ya veríamos lo que nos deparaba el “cocinero” de Diego. Me estaba duchando cuando oí llegar a Diego. Al salir vi un montón de bolsas, se debía de haber traído medio mercado o media tienda. Nos echó a su mujer y a mí y que le dejáramos solo.

Su mujer le dijo que la avisara para cambiarse, pero que lo hiciera con antelación. Salió y no quiso que le ayudaremos ni a preparar la mesa. Aviso a su mujer y él montaba la mesa con mucho gusto. Ni veinte minutos después salió Celia. Me quito el habla. Iba vestida con un traje de color blanco, pantalón y chaqueta sin mangas. La chaqueta un poco cruzada abrochada con dos botones, pero quedándole una abertura o escote monumental. Donde se podían apreciar su voluminoso pecho y que no llevaba sujetador, cualquier movimiento que hacía, era para que las miradas fueran a él, esperando que se le saliera alguno.

La comida iba a ser una lasaña y un plato de bacalao. No fue para dar saltos de alegría. La lasaña era de espinacas y setas. Menuda sorpresa estaba de diez y el bacalao lo mismo, se lo dije que me había sorprendido y que si quería podía seguir cocinando el sin problemas. Fue cuando me contó que él en su juventud estuvo trabajando de cocinero con su padre que tenía un restaurante. Para rematar la comida había traído unos pasteles típicos de Lisboa, pastéis de Belém, un dulce que me gustaba mucho. Estaban tan buenos que a forma de risa y ya que ellos habían bebido mucho vino les dije… “No comáis ningún pastel” extrañados me preguntaron si es que estaban malos” y sonriendo les conteste… “Que va están buenísimos, pero se han pasado con la canela y estando Celia como esta, si le sumas la canela, va a ser un escándalo, jajaja…” Diego riéndose también comento… “Tranquilo, que ni la canela va a provocar ningún escándalo”, Celia apretó los labios y me di cuenta de que había entrado en tierras movedizas, por lo que no continúe con la broma. Me ofrecí a hacer el café y estando dentro oí a Celia que le preguntaba a su marido… “¿Por qué tienes que hacer ese tipo de comentarios? Sabes que no me gustan, que me dan vergüenza” y el un poco pasado le replico… “Ya estas como siempre Celia, no te tiene porque dar vergüenza, en todo caso me la tendría que dar a mí y me da igual”, algo le dijo Celia pero no logre entenderlo. Sirviendo el café pude ver bastante bien uno de los pezones de Celia, muy rosado y gordo, pero no estaba erecto. La areola era grande. Lo que yo pensaba que había sido una insinuación por parte de los dos, se me borro de la cabeza, cuando oí a Diego darle un broncazo monumental a su mujer por haber salido así, la llamó hasta puta y le decía que seguro que le había visto las tetas. Ella estaba compungida y le pedía perdón. El salió y se dio cuenta que lo había escuchado todo.

Me fui a dar un paseo andando y llame a Victoria, tuve una conversación sobre sus amigos y me confirmó que él, era un celoso compulsivo, aunque no lo fue siempre, que en un momento determinado se volvió así. Su teoría era que ya lo era y hubo un momento en que le dio igual que el resto se enterar. Aún así Victoria me pidió que fuera bueno con ellos, que ya lo estaban pasando mal con todo lo que les había ocurrido. Dando el paseo me encontré a Fadrique y me invitó a tomar algo esa noche con él y su mujer. Acepte al momento, me pidió que fuera normal, unas bermudas y mas o menos cómo iba él. Regrese justo para cambiarme e irme. Al llegar Diego quería hablar conmigo y le dije que era imposible que había quedado, que no me daba tiempo. Estaba cambiándome y Diego me avisó de que me esperaban.

Al salir vi que estaban hablando con Celia y con Diego. Fadrique iba más o menos como antes y Mirari iba con vestido estilo ibicenco, por encima de las rodillas, con alguna transparencia y los hombros descubiertos. Se le trasparentaban los pechos, que eran más pequeños que los de Celia y el moreno resalta más con el blanco del vestido.

Me llevaron a picotear a una zona que se suponía que tenía que estar abarrotada y me contaron que estaba siendo nefasto el verano. Ante eso poco podía decir o hace, deje un poco la conversación y la cambien muy diplomáticamente. Nos fuimos a oír música y el local estaba muy bien, amplio, bien decorado, una pista de baile generosa, buena iluminación, sonido perfecto… pero no paraban de sonar fados y algunos con sonido triste. Ella se dio cuenta y me dijo… “Jajaja… a las doce de la noche cambian la música totalmente” y había mucha pareja mayor y justo antes de las doce, se fueron marchando. Una vez pusieron música “bailable” ella nos cogió de las manos y nos llevó a la pista. Resultaba muy sensual bailando y muy provocadora, le daba igual que estuviera su marido y a su marido le daba igual lo que ella hiciera, lo que me dejaba las cosas bastantes claras.

Tonteaba con los dos, de vez en cuando morreaba a su marido y luego me miraba con una mirada provocadora. Parte de la noche transcurrió de esa manera, incluso cuando llegaron tres parejas mas de amigos suyos. Eso me daba menos posibilidades, tendría que esperar a que estuviésemos solos. Con toda normalidad Mirari dijo que se iba a tomar el aire y me pidió que si la acompañaba. Lo cierto es que estábamos acalorados todos, porque el calor allí dentro era más que notable. Nos salimos y nos fuimos junto al mar. No nos alejamos mucho, hasta unos bancos de madera. Me hizo sentar y ella se puso a bailar con la música que se oía de fondo. Estaba más provocadora que bailando dentro. De manera rítmica se quitó el tanga que llevaba. Se fue acercando a mí, sin dejar de bailar y cuando llegó a mí, me desabrocho el pantalón, mi polla ya salía por la parte superior de mi boxers, miro mi polla, la acaricio, se llenó de saliva la mano y empezó a tocarla sin dejar de mirarme, a continuación, no sé de dónde saco un condón y me lo puso con mucha maestría.

Me miró intensamente, se puso sobre mis piernas, con su mano coloco mi polla en la entrada de su coñito y una vez lo hizo, pasó sus manos por mi cuello, se agacho un poco, me dio un beso con lengua muy caliente y se fue metiendo ella solita la polla hasta el final. Sus movimientos, eran suaves, recreándose en el momento. Oíamos el mar y la música de fondo. Logre bajar su vestido y sus tetas quedaron libres, para que mi boca pudiera saborearlas, al hacerlo aumento un poco más el ritmo. Tuvo un orgasmo y me mordió el labio de manera fuerte, se relajó, pero poco segundos, enseguida volvió a su ritmo. Poco a poco su respiración se fue haciendo más ruidosa, sus gemidos eran roncos pero potentes.

Cualquiera que caminara por el paseo, no tendría dudas al oírla. Tuvo nuevamente un orgasmos, esta vez ni se paró, ahora se movía con más intensidad y me pedía… “Mais forte, mais forte… MAIS FORTE…” e hice lo que quería, la agarre bien y empecé a embestirla con fuerza y ya no protestaba, solo gemía, estaba a punto de tener una corrida de las que hacían época y no me pude aguantar ni quise hacerlo, cuando ella se echó hacia atrás y mi polla fue como si se metiera mas dentro de ella y nos corrimos los dos. Se incorporó al acabar y nos dimos un buen morreo. No se quitó, siguió abrazada a mí. Después me miro y me dijo que había sido un magnífico “garañao” o algo similar. Se levantó se colocó el vestido, sacudió el tanga y se lo puso, me iba a quitar el condón cuando ella riéndose me dijo… “Muito leite…” y algo mas que no le entendí, aunque se siguió sonriendo.

Regresamos caminando despacio y lo mejor, que se puso a hablarme de surf y de varias técnicas. Quien nos viera diría dos buenos amigos hablando de surf y no dos que acaban de estar follando. Nos unimos a los demás, ella abrazó a su marido por la espalda y una vez que la vio, dijo de irse que al día siguiente tenían que levantarse temprano. Nos despedimos del resto y volvimos caminando y hablando tranquilamente. Suponía que el marido sabía que habíamos estado haciendo, pero solo una suposición, Mirari era fuerte físicamente, lo veía por las mañanas, pero luego a la hora de follar, parecía tranquila, débil, suave.

Al llegar a dormir, al entrar oí que paraban de hablar y supe que estaban despiertos, no hice nada de ruido y me fui a mi habitación a dormir. Ni preste atención a si volvían a hablar, me quede dormido rápido. Esa mañana el mar estaba muy picado, mientras desayunaba lo podía ver. Decidí hacer un poco de ejercicios y esperar a ver si mejoraba algo el mar y el tiempo, porque había unos nubarrones que barruntaban una buena caída de agua. Al final decidí intentarlo.

Tanto Fadrique como Mirari, recomendaban a algunas personas que no intentaran hacer surf ni bañarse. Se lo decían a los más novatos y a mí me recomendaron una zona donde hacerlo, porque donde lo hacía habitualmente había una resaca y corriente traicioneras. No lo dude y les hice caso. Estuve una hora escasa porque el tiempo no acompañaba y acabas agotándote. Fui a entregar la tabla, estaba sola Mirari, que estaba tomando algo similar a un café, en una mesa y me indico que la dejara apoyada en la pared del negocio. Me hizo sentarme con ella y me quiso invitar a tomar algo, pero no tenía ganas de nada.

Fadrique estaba con una lancha motora, por si había algún percance poder socorrer a quien hiciera falta. Me iba a ir cuando Mirari me pidió que le echara una mano y fuimos al almacén que estaba a unos veinte metros. Lleve la tabla, abrió y entramos. Era un sitio muy amplio y lleno de tablas de todo tipo. Cerró la puerta y me dijo… “No hay música pero…” y se puso a tararear una canción. Se acercó y me empezó a quitar el neopreno. Tuve que ayudarla y cuando me quede con el bañador únicamente, subió el volumen de su tarareo y se quitó el bikini.

Se fue acercando como la noche anterior, pero esta vez se agachó, bajo el bañador y se llevó mi polla a la boca. Lo gracioso es que seguía tarareando mientras me la comía. De lo gracioso pasamos a la excitación. Ella notaba como mi polla crecía dentro de su boca y ya no tarareaba solo gemía… “Mmmmm…” y se notaba que se ponía cachonda. Lo hacía con suavidad, con delicadeza pero poniendo mucha pasión y cuando me miraba me ponía cachondísimo. Una vez que logro que mi erección fuera máxima. Con esa carita dulce que poseía, se levantó y con la misma delicadeza de ese momento e igual que por la noche. Agarro mi polla con fuerza, se puso sobre mis piernas, abriendo las suyas, agacho un poco su cuerpo, coloco la polla en la entrada de su húmedo coñito y con mucha suavidad, se fue dejando caer e introduciéndose mi polla como si fuera un acto ritual.

Veía como se mordía el labio inferior, como contenía su respiración y sobre todo la intensidad de su mirada. Una vez que le faltaba poco para estar con toda mi polla dentro, me comió la boca como pocas lo habían hecho y cuando más intensidad había, se dejó caer del todo y dio un gemido alto y fuerte. En ese momento me di cuenta de que lo estábamos haciendo sin condón y se lo dije, lo que le entendí, que no me corriera dentro de ella. Follaba delicadamente e intente imprimir mas ritmo, pero ella no quería, le gustaba de esa manera, muy suave, solo me dejo, porque no puso ninguna pega, que le metiera un dedo en su culito y luego dos, que le provoco un orgasmo muy exagerado, porque eso sí, muy suave pero las corridas eran monumentales.

Se levantó y se puso de rodillas a continuar la mamada que dejó a medias. Mientras me hacía una mamada para recordar, una mano sujetaba mi polla y otra acariciaba mis testículos, mi cuerpo, mi respiración delataban que mi excitación estaba llegando a su límite, le iba a indicar que me iba a correr, por si no quería que me corriera en su boca, pero no hizo falta, porque agarró con sus dos manos, de forma segura y férrea mi polla y se la introdujo un poco más. No le dije nada, solo me corrí y ella gimió fuerte recibiendo varias descargas en su boca. No se quitó de inmediato, aguanto bastante y pude notar su lengua lamiéndome, con lo sensible que estaba mi polla. Una pasada.

Se sacó la polla, me miró con ojos de niña mala y sonriéndome me dijo… “Como decías los españoles… ha sido una puta pasada, ¿Se dice así? Porque no he visto a nadie echar tanta leite”

Se levantó y me dio un beso con sabor a mí. Estuve dudando si preguntarle si su marido estaba al tanto, pero no lo hice. Fue ella la que me pregunto a mi… “Es raro que no me hayas preguntado si mi marido lo sabe, si sospecha… ¿No te preocupa, no quieres saber?” y mirándola atentamente le conteste… “Principalmente es problema tuyo y la verdad que no me preocupa. Si quieres contarme algo lo horas y si tu marido lo sabe y queréis decirme algo lo haréis”, me pareció que me iba a decir algo pero no, no lo hizo. Se puso el bikini y salimos.

Llevaba el neopreno sobre uno de mis hombros, ella regresó al almacén y seguí andando. Me encontré con Fadrique y me paré a hablar con él, porque me pregunto qué tal el mar y hablamos un poco, hasta que llegó su mujer, que le dio un beso con lengua corto y él ni se inmuto. Una vez acabada la conversación me dirigí a mi autocaravana. Hoy Celia y Diego se iban de compras, por lo que estaría solo. Efectivamente al llegar pude ver que se habían ido en el coche que tenían alquilado. Habían dejado una nota, que me decían que regresarían al final de la tarde y que si quería o necesitaba que me compraran algo que les llamara.

Me ducha mas tranquilamente que otros días y en la ducha me puse un poco cachondo, porque el sexo con Mirari, no era para quedarse satisfecho aunque estuviera bien y eso llevo a que mi polla se pusiera cantarina, no empalmada del todo pero algo. Estando ya fuera de la ducha entro sin esperármelo Celia, ni ella tenía que estar ni yo tampoco, porque había regresado del mar bastante antes de lo esperado. Ni me inmute, porque tampoco me escandalizaba que me vieran desnudo. Celia me miró de arriba abajo y aquí la mirada fue más detenida. Balbuceo unas disculpas por haber entrado sin llamar y le dije que no había que disculpar nada. Me puse tranquilamente los boxers y termine de vestirme. Se había vuelto porque el coche había dado problemas y Diego se fue a cambiarlo.

Mientras ella se puso a hacer cosas, me puse al habla con el siguiente lugar a donde tenía pensado ir, porque quería anularlo y quedarme donde estaba. Porque aquí la ocupación estaba al cincuenta por ciento y el siguiente sitio, que me encantaba y estuve el año anterior seguro que estaría a tope. Como quien me hizo la reserva fue uno de los dueños, con el que había tenido una muy buena relación el año anterior, este me dijo… “Me haces polvo, porque el mes de julio hemos estado al diez, doce por ciento y ahora mismo no llegamos al quince por ciento. Lo peor es que no creo que se vaya a arreglar ya estando en agosto, a lo mejor algún fin de semana puntual”, mi respuesta fue rápida… “Olvida lo que te he dicho, estaré allí en pasado mañana y lo mismo voy con dos personas más, ya te lo confirmare”, me gire para hablar con Celia y se había cambiado, se había puesto unos pantalones cortos vaqueros que la quedaban de miedo.

  • Supongo que me has oído lo que decía, así que te lo termino de contar. Pasado mañana tengo que estar en… que ya lo tenía reservado, si queréis podéis veniros conmigo, que no tengo ningún problema y si no queréis, os puedo dejar donde me digáis.

  • Ya nos imaginábamos que continuarías tu camino. No te puedo contestar porque Diego tendrá su opinión.

  • Ya, ya… eso lo imagino, pero te lo digo para que lo sepáis.

El tema de conversación no dio para más, conecte el ordenador para ver unas cosas y programar otras. Celia me pidió ayuda para abrir uno de los portones superiores, que nunca lograba hacerlo ella, siempre le pedía ayuda a su marido a mí, porque estaban bien fuertes, para proteger una apertura accidental y que le cayera a nadie nada encima. La ayude y le baje un maletón que llevaba. Se quejó porque decía que lo podía haber bajado ella. Seguí a lo mío y cuando ella terminó, me pidió si podía abrir el portón. Me levanté y me coloque para que ella pudiera pasar por delante y que maniobrara colocando el maletón. Sin ser intencionado mi polla quedó pegada a su culo. No pasaba nada, hasta que tuve una erección más que notable. Ella se puso nerviosa, incomoda, lo que fuera y cuando se dio la vuelta estaba super colorada, me miró con una mirada que denotaba cualquier cosa que alguien pudiera imaginar, buenas y malas.

No tuve que moverme prácticamente para que mis labios se pegaran a los suyos iniciando un suave beso, que acabó convirtiéndose en un tórrido y calenturiento beso. Nuestras lenguas entraron en guerra la una contra la otra. Acabamos dejándonos caer sobre los asientos y sin dejar de besarnos, me puse a acariciar sus pechos, grandes pechos y sus pezones rápidamente adquirieron un tamaño más que notable. Besaba frenéticamente, con ansia y devoraba mi boca, era un placer sentir que alguien te besara así, muy distinta a Mirari. Levante el top que llevaba y me quedé sorprendido por sus pechos, algo caídos pero lujuriantes, me agache y me lleve uno de sus pezones a mi poca, lo succionaba, lo lamia y con mis labios lo apretaba, Celia gemía, me agarraba la cabeza acariciándomela y la apretujaba contra ella. Logre desabrochar el botón de su cintura y cuando lo hice, su pantalón se soltó. Ella me agarro la mano y me decía un suave “no” y yo no la hacía caso. No me rendía y seguía con mis intenciones, ella se “resistía” mas por compromiso que por otra cosa.

Logre introducir mis dedos y llegue a su coñito, no había duda de nada, estaba muy mojada. Me costaba seguir, porque se debatía en dejarme o no dejarme. No quería forzar de momento mucho la situación, por lo que decidí limitarme a seguir acariciando su coñito y sobre todo su clítoris. Llegó un momento en que me sujetaba la mano, pero ya no intentaba quitársela y cuando aflojaba el ritmo e incluso me paraba, abría las piernas instintivamente y era como si se quejara por ello, pero no me decía que siguiera. Continuaba y me relajaba, hasta un momento en el que ella apretó contra su coñito mi mano y se corrió, lo hizo al principio contenidamente para explotar al final con un buen grito seco y espasmódicamente. No se dio ni un respiro, me saco de malas maneras la mano, se levantó bajándose el top y abrochándose el pantalón e indignada me reprochaba… “No debías haber hecho esto, es indignante, nos hemos pasado mucho y Diego no se lo merece, hemos abusado de su confianza, eres mala persona, a él le caes muy bien, eres indigno de su confianza…” todo esto me lo decía atropelladamente y muy rápido, sin darme tiempo a poder decir nada, porque acabo y salió de la autocaravana. Lo que me había dicho o palabras similares, ya me las habían dicho muchas veces y si pensaba que iba a salir detrás de ella para decir algo, iba dada.

Habíamos hecho menos y me había gustado mucho más, con diferencia a Mirari. No sé dónde se fue, cogí una de las bicicletas y me fui. Me marque con destino un lugar que estaba a una hora y media más o menos, donde cocinaban distintos tipos de pescados que sabían a gloria. Estaba cerrado el restaurante al que solía ir y casualmente fui a otro que además de cocinar muy bien, tenían un café fantástico. Me lleve una grata sorpresa porque me pusieron un café de Kenia y cuando se lo comente al dueño, le sorprendió a el que lo supiera. Tuvimos una buena charla sobre cafés y me quería invitar a uno de Angola, pero los que había probado y fueron varios, o no me gustaban o no llamaban mi atención. No se conformó con mi negativa y me trajo uno, que alucine en colores de lo bueno que estaba. Este hombre era de origen angoleño y su familia se dedicaba al café y me dejó extasiado. Logre que me vendiera café, no todo el que hubiese querido pero me hizo cinco paquetes de un kilo y me los envaso al vacío.

Regresar más contento era imposible. Ese café sería exclusivo para mí y lo mismo para alguna persona muy especial, que sepa cómo se toma un café y lo más importante que sepa apreciarlo. El café hizo que llegara más tarde de lo previsto. Al entrar al camping me encontré con Fadrique le hable del sitio en el que había estado y lo conocía. Se ofreció a comprarme café cuando quisiera y mandármelo. Le dije que le dejaría mis datos, ya que al día siguiente sería mi último día que luego madrugaría y me marcharía. Quiso convencerme para que siguiera mis vacaciones allí, pero no me convenció y como me marchaba me invitó a tomar la última copa esa noche. Quedando en su casa después de cenar, porque ya había quedado a cenar con Diego y Celia. Al entrar en la autocaravana, Diego estaba haciendo la cena, era pasta, que nunca como por la noche y para rematarlo, seria con tomate, que me daba acidez. Como quien no quiere la cosa se lo comente y me dijo que eso era porque el tomate era de lata, que él hacía una salsa con tomate natural. Me resigne y celia a parte del saludo no dijo nada más.

  • Oye Carlos ya me ha comentado mi mujer lo de tu viaje.

  • Si, ya se lo he dicho, si queréis podéis veniros, no hay ningún problema.

  • Lo hemos hablado y Celia piensa que lo mismo somos una carga para ti y ya has hecho bastante por nosotros. No queremos ser como una garrapata, jajaja…

  • Que lo he dicho de corazón, no es ninguna obligación, que queréis venir, perfecto, que no queréis venir, perfecto también. Me decís dónde os dejo y ya está.

  • No, si a mí no me importa, por mi perfecto, pero es que…

  • Que no pasa nada ni me lo tomo a mal, que te entiendo y os entiendo, que si a tu mujer le resulta una agobio o le causa malestar, pues continuó solo.

  • Cosas de mujeres…

Su mujer que había estado callada cuando oyó esto último nos dijo, mas a el que a mi… “Mira que te gusta provocarme, que por mí tampoco hay problema, es más, venga vamos a continuar juntos, que la que ríe la última ríe la mejor…”. Cenamos y la salsa de tomate estaba espectacular, no había probado nada igual y se lo dije a Diego… “Para que no os sintáis mal… Diego te nombro cocinero oficial definitivamente” y nos echamos a reír los tres, por primera vez Celia sonrió. Celia se fue rápido a dormir y yo ayude a Diego a limpiar todo. Otra vez que Diego quería hablar conmigo y otra vez que no podía, parecía que huía de él y le tuve que explicar que había quedado. Me comprometí que en la primera ocasión hablaríamos.

Fui dando un placentero paseo hasta la casa de Fadrique y su mujer. Hacia una brisa muy agradable y seguro que nada comparable al calor que podría hacer por Valencia. Sabía que esa noche iba a suceder algo y esta vez Fadrique estaría presente de alguna manera, ¿De qué manera? o ¿Cómo estaría? Eran las incógnitas. La casa era una casa baja, no adosada, estilo chalet, pero con mucha antigüedad, así se veía y con mucho encanto. Me recibieron los dos y me hicieron pasar. Si por fuera la casa me dio encanto por dentro fue el acabose. Era un antiguo molino convertido en casa, había una mezcla de nuevo y antiguo. Llegamos a la zona de estar como decían ellos y me presentaron a dos parejas más que eran matrimonio. Joao y Felipa, que tenían algún tipo de parentesco lejano con ellos y la otra pareja eran Mateus y Lianor. Todos ellos pasaban los 40, diría que ellas estaban en la mitad justo y ellos algunos más, pero físicamente a todos se les veía además de muy morenos, muy bien cuidados, se notaba que eran deportistas.

De las dos Felipa era la que mejor estaba con bastante diferencia, se la veía más natural, pechos un poco caídos y generosos, como su escote y llevaba falda corta, casi 1,70, calzaba unas sandalias cuña medianas, lo suficiente para realzar tanto sus piernas como su culito, que era generoso. Lianor era un poco más baja, llevaba un vestido con escote más que generoso. Se notaba perfectamente que el pecho era operado, al igual que labios y pómulos. Su escote no era tan bonito, porque el pecho estaba demasiado tieso y con mucha separación entre sus pechos, para que me entendáis, le faltaba la visión de un canalillo atractivo. Mirari esa noche iba con una falda por encima de sus rodillas, como cuatro dedos y un top sin sujetador, porque se le notaban muy bien los pezones.

Hablaban bastante bien el español y nos entendíamos bien, no hubo ninguna conversación que fuese especial, ellos llevaron la conversación a la belleza de sus mujeres. Tuve claro de qué iba la noche y no me importaba, sobre todo porque Felipa desde que la vi me había entrado por los ojos. Me quede a la expectativa, sirvieron bebidas y como es costumbre en mí, bebía poco, muy poco. Estaban un poco viendo que hacía yo. Mirari me miró, me hizo una seña y pidió la ayuda de un hombre, lógicamente me ofrecí y la acompañe a la cocina. Saco dulces y se puso a colocarlos en tres bandejas. Torta de Viana que era como el brazo de gitano, bolos rochas, manjar divino y una especie de magdalenas. Mientras lo sacaba de la nevera y lo colocaba, le metí mano y comprobé que no llevaba braguitas, se dejó tocar y fue cuando me preguntó por sus amigos y me encogí de hombros, me confesó que eran swinger y le dije que la que me atraía era Felipa, me echó una sonrisa, me paso dos bandejas y ella cogió otra, fuimos con el resto.

Mientras degustábamos los dulces la conversación derivó en los locales liberales de España, poco pude añadir porque no había visitado muchos y los que visite, ya hacía tiempo, pero algo sí pude aportar. Mirari saco a bailar una música muy sensual a Felipa. Las dos se pusieron a bailar de forma muy erótica. Se cuchicheaban algo y era como si el baile me lo dedicaran a mí, como si no hubiera nadie más. De pronto se besaron muy sensualmente en la boca y después de hacerlo, Mirari apagó una parte de la sala de estar y me invitaron a bailar en esa zona con las dos, aunque estábamos en la misma estancia, donde nos pusimos que estaba todo despejado, no podíamos ver a los demás. Iniciamos un “baile” por decir algo y en segundos nos morreábamos los tres a la vez. Felipa ordenó, porque fue una orden, a Mirari que se agachara y esta le quito las braguitas y mientras le comía el coñito, nos morreábamos y la termine de desnudar. Cambiaron los papeles y ahora era Felipa la que tomaba la posición de Mirari, lo único que no tenía que quitarle las braguitas, porque no llevaba.

Cuando se quedaron desnudas, pasaron a desnudarme a mí, sobre mi polla y el resto de mi cuerpo hicieron algún comentario que no llegue a entender. Nos fuimos a la otra zona, porque había sillones donde ponerse y cuando fuimos, la estampa puso a las dos mujeres mas cachondas. Mateus se estaba follando a Fadrique, Lianor le comía la polla a Fadrique y Joao se follaba a Lianor. Estaban super compenetrados, Mirari estaba más cachonda que los otros días y después de ponerme un condón, me puse a follarla mientras su amiga le comía el coñito, esta vez me permitía follarla con un poco más de virulencia pero no mucho mas y se corrió enseguida. Me decía que le ponía muy excitada viendo a su marido bien ensartado.

Felipa se quitó de abajo y me morreo, con la corrida de Mirari en su boca, estaba más que excitada. Al morrearnos le agarraba de sus buenas tetas y note como admitía la dureza acariciando sus pezones. La coloque a cuatro patas, sobre un sillón y mirando a su marido y los demás. Le di un azote importante y ella no se quejó, no protesto, lo que sí hizo fue mover con provocación su culo. Mirari nos había dejado solos y ahora le castigaba bien las nalgas a Felipa, que gemía y me animaba a ser más duro con ella. La azotaba y la masturbaba, lanzando cada vez mayores gemidos. Cuando me daba cuenta que se iba a correr paraba y ella rabiaba, pero se le notaba que le gustaba el juego. Las nalgas tenían ya un color rojo intenso. Mirari apareció con un arnés puesto y el consolador era de buen tamaño, se acercó a Joao y después de meterle varios dedos en el culo, le empezó a follar, haciéndolo con rabia y mucha fuerza. Felipa estaba fuera de sí, coloque mi polla en la entrada de su coñito, la penetre suavemente varias veces y luego le saque mi polla, ahora lo coloque en la entrada de su culito y lo introduje con muchísima facilidad, estaba muy preparado, aunque notaba alguna estrechez y lo mejor fue cuando ella, no esperó a que le metiera la polla del todo, porque echó su cuerpo para atrás y ella misma se la metió entera, tuvo que hacerle un poco de daño, porque también lo sentí yo, pero solo dio un grito gimiendo. Poco a poco se fueron separando el grupo y quedamos follando solo Felipa y yo. Me la follaba y la “castigaba” de todas las formas posibles y era insaciable, tanto que se acercaron sus dos amigas a mordisquear los pezones y se lo hacían con mucha intensidad, hasta que Felipa se corrió, moviendo todo su cuerpo como si la estuvieran electrocutando, lo que provocó que me corriera también. No hacía calor, peo la sudada era monumental y el olor a sexo más.

Cuando saque mi polla, el resto me vieron y comentaban sin cortarse, que era verdad lo que les había dicho Mirari de la cantidad de esperma que expulsaba. Me dieron una toalla y me seque un poco el sudor, nos sentamos y hablamos del sexo. Todos ellos eran bisexuales y Fadrique fue bastante directo, quería que tuviéramos algo. No conteste pero se dio cuenta que no estaba por la labor. Rebajó su petición a hacer un 69, al ver que tampoco aceptaba, me dijo que a él no le importaría chupármela o que le follara. Los demás dieron que a ellos tampoco. Nos reímos todos, pero no accedí tampoco.

Estando sentado y después de un buen descanso, nos quedamos solos Lianor y yo, no se cortó para nada y se puso a hacerme una mamada, era la que menos me gustaba, aunque estaba bien, la mamada no la hacía muy bien, no sé si porque estaba pasada de copas, pero no me estaba poniendo. Llegó Felipa me cogió de una mano y me llevó hacia una habitación, estaba su marido desnudo y esperándonos. El no hacía nada ni lo intentaba, solo se acariciaba su polla, mientras su mujer y yo nos enrollábamos. Nos fuimos para la cama, una cama con un cabecero antiguo de madera forjada. Felipa no quería muchos preliminares, azote su culo cuanto quise y como se me antojo, al acabar vi que estaban mis nuevos amigos Mirari y Fadrique mirando. Me quedé tumbado y ella acelerada se clavó sin preámbulos mi polla y dio un gemido potente, sonoro y rotundo.

Justo en ese momento su marido que no se podía quejar de tamaño, se acercó por detrás y se la metió por el culito a su mujer, a esta no había que follarla con sutilezas y desde el principio la embestíamos bien y a conciencia. Era cachondísimo ver a una mujer así, con esas ganas y tan dispuesta. Tan dispuesta, que Mirari se subió a la cama, abrió las piernas por encima de mi cabeza y se apoyó en el cabeceo para que su amiga le comiera el coñito. Lo hizo unos segundos, pero los movimientos de su cuerpo por nuestras embestidas lo hacían imposible. No se lo pensó, se fue deprisa y cuando regresó, le metía un consolador descomunal en el culo a Joao, eso sí, sin arnés, lo hacía con la mano. A la hora de que la follaran a ella, era muy suave, no le gustaba mucho la “brusquedad” pero para follarse el culo de los tíos, era muy agresiva. Eso si la cara se le desencajaba del placer que le daba hacerlo.

Felipa se corrió varias veces y se quedó rota, con la respiración bastante alterada. Mirari, me quito el condón, se tumbó boca a arriba y me pidió que me corriera en sus tetas, en las dos, lo específico bien y así lo hice, una corrida monumental, dejándole los pezones bien cubiertos y en ese momento Fadrique y Joao le comían los pezones, mientras ellas se hacía una paja hasta correrse exageradamente. Nos quedamos todos contentos. Nos fuimos a la sala Fadrique y yo, nos tomábamos un buen café y mientras lo preparo, mientras lo tomábamos, me tiro el anzuelo varias veces y obteniendo la misma respuesta por mi parte que no. Entonces se levantó, trajo un papel y me pidió… “Pues hazlo sin nada, mira aquí está certificado que estamos sanos y a ti se te ve muy sano, quiero que te vacíes dentro de ella, para mí, para mi gusto”, al obtener una respuesta negativa por mi parte, quiso saber el motivo… “Es muy sencillo Fadrique, no quiero luego tener el pensamiento de haber dejado embarazada a nadie y pensar que pueda tener un hijo por ahí. Si alguna mujer se queda embarazada de mí, será porque hemos querido los dos”.

El me medio reprocho mi negativa y me aseguro que ella no se podía quedar embarazada porque ponían medios. Mi respuesta le gustó menos que las anteriores, porque le dije… “Mira seré sincero, nos conocemos de nada, veo que sois buena gente, pero estoy en mi vida en unos momentos, que con fiarme de mi, ya tengo bastante, así que fíjate fiarme de los demás y mucho menos en estas historias”, su cara era de disgusto, contrariedad, pero al final lo entendió. De pronto se echó a reír… “Por eso siempre que acabas, te encargas de deshacerte tu del condón, nos tenía intrigados a mi mujer y a mí, jajaja…”, después del café que ya era de día, me marché y al llegar Celia estaba levantada ya, haciendo sus ejercicios matinales. La salude y me fui a dar una pequeña cabezada.

Para terminar esta primera parte de estas vacaciones tan peculiares escribiré unas frases de la película “Cuando te encuentres”… “La cosa más insignificante puede cambiarte la vida. En un abrir y cerrar de ojos, cuando menos te lo esperas, ocurre algo por casualidad que te embarca en un viaje que no habías planeado, rumbo a un futuro jamás imaginado. Quien sabe a dónde te llevará, es la aventura de nuestra vida, nuestra búsqueda de la luz, pero a veces para encontrar esa luz hay que atravesar las más profundas tinieblas”