Vacaciones en autocaravana (3ª parte)

El viaje llega a su fin, una antes y un despues de este alucinante viaje

VACACIONES EN AUTOCARAVANA (3)

Me desperté por el ruido que llegaba del exterior, tenía una sensación extraña, una resaca que en lugar de martillearme la cabeza me hacía flotar, una alegría íntima me embargaba y poco a poco empecé a recordar lo acontecido la noche anterior , Gisela seguía dormida, desnuda a mi lado.

Bajé de la cama con cuidado de no despertarla, aunque no pude reprimirme y acerque mis labios para besar su hombro mientras con el pie buscaba el peldaño de la escalera para bajar de la cama situada encima de la cabina de conducción, una vez abajo cogí el móvil para ver la hora, eran las 10h., aunque no era tarde, la salvaje noche anterior había pasado factura, al acercarme al baño pude ver a Iris y Nico desnudos abrazados en la pequeña litera de abajo, sonreí recordando escenas de la noche anterior mientras empezaba a notar una leve erección, levanté un poco el oscurecedor para ver de dónde venía aquel ruido que me había despertado, una autocaravana había aparcado justo a nuestro lado, como si no hubieran plazas vacías más alejadas de nosotros , pude ver a una pareja instalándose y a dos críos que corrían alrededor de su parcela.

Ufff,  con lo tranquilos que habíamos estado, pensé… me fuí a la ducha para sacarme ese olor a sexo que aún desprendía mi cuerpo.

Cuando salí de la ducha, todos estaban despiertos, Gisela sentada en la mesa del comedor bebiendo un vaso de agua con una camiseta de tirantes que dejaba bastante claro que no llevaba nada más debajo, Nico buscaba en los armarios algo para preparar el desayuno mientras Iris se peleaba con la cafetera , los dos desnudos tal y como se habían levantado.

Observaba la escena desde el interior del baño con solo una toalla anudada a la cintura y sonriendo pensando en que estábamos inaugurando la primera autocaravana naturista y liberal de la zona y más aún cuando imaginé la reacción de nuestros vecinos si en ese momento abrieramos los oscurecedores de las ventanas, aunque por el momento preferimos seguir solo con la luz que nos entraban por las dos claraboyas del techo.

Hicimos turnos para ducharnos y ahora sí vestirnos para salir a desayunar en la mesa y las sillas que teníamos instaladas al lado de la autocaravana.

Tomábamos el desayuno con avidez, como si hiciera días que no comíamos nada sólido, en las mismas sillas donde la noche anterior se hicieron otro tipo de actividades, los gritos de los niños de la parcela de al lado nos hacía subir cada vez más el tono de voz para poder entendernos, por si fuera poco los padres de las criaturas decidieron amenizarnos el desayuno con música, por llamarlo de alguna manera.

Nosotros seguíamos a lo nuestro, sin hablar en ningún momento de lo acontecido la noche anterior, pero a su vez se notaba que la confianza entre nosotros había llegado a otro nivel.

Estuvimos hablando y planificando lo que podíamos hacer aquel día, nos apetecia seguir explorando aquella zona pero con los nuevos vecinos la ganas de irnos iba creciendo por momentos, hasta que Iris propuso ir a la playa, todavía no estábamos en plena temporada de baño pero estaba haciendo unos días espectaculares de mucho calor, estuvimos buscando destinos cada uno con su móbil, lugares idílicos donde dormir, el tiempo que nos íbamos a encontrar, la distancia…

Dicho y hecho, encontramos una web donde recomendaban un sitio donde poder aparcar y dormir a tocar de la arena de una bonita playa de la costa brava, como todavía no era temporada alta no tendríamos problemas para acceder ya que en verano  no dejan entrar a según que zonas.

Nos desviamos mucho del recorrido inicial pero nos acercaba de vuelta a casa y queríamos aprovechar la libertad que nos proporcionaba viajar en autocaravana y poder ir y estar donde nos apetecía.

Recogimos en un plis plas, vaciamos aguas y llenamos el depósito de agua potable y pusimos el destino en el GPS y salimos rumbo a la playa a la que según el navegador llegaríamos en 5 horas y media.

Nos íbamos comiendo los kilómetros sin darnos cuenta, la comodidad que proporciona un vehículo de este tipo, tanto para el conductor como para los pasajeros con espacio para poder  leer, jugar, charlar o ver películas en la mesa del comedor con la despensa y la nevera a disposición en cualquier parada, son una gozada.

Me tocaba conducir a mi, nos faltaba poco para llegar a nuestro destino, habíamos comido en una área de descanso de la autopista y seguíamos devorando kilometros de manera voraz, Gisela estaba a mi lado, de copiloto avisándome de las indicaciones que aparecían en la pantalla del navegador y buscando información sobre el sitio que habíamos escogido como destino.

Detrás iban Iris y Nico, ajusté un poco el retrovisor para dar un vistazo de vez en cuando, Iris llevaba una camiseta de tirantes ajustada con un gran escote y unos shorts, durante el viaje mi mente recorría cada rincón de su cuerpo tal y como lo recordaba de la noche anterior y me ponía a mil cada vez que pensaba en ello. Ellos, ajenos a mis pensamientos se reían y cuchicheaban.

En alguna ocasión nuestras miradas se cruzaron a través del espejo, vergonzoso volvía a poner mis sentidos en la carretera, aunque sin poder evitar otra fugaz mirada hacía atrás y allí volvían a estar los ojos de Iris, apasionados y curiosos.

Por fin llegamos a la playa, aunque no era lo que nos esperábamos, no podíamos aparcar cerca de la playa ya que los famosos palos limitadores de altura no nos permitían acceder a ella, estaba lleno de coches y furgonetas camper osea que si íbamos buscando tranquilidad allí no la encontraríamos, Iris nos explicó que durante el viaje había leído sobre una zona más al norte donde había playas muy bonitas y no tan masificadas como en este tramo de costa. Dicho y hecho, ya no nos venía de tres cuartos de hora más, entramos en Francia y llegamos a una amplia playa llena de dunas, matorrales y arena, pudimos aparcar justo delante, el ruido de las olas era lo único que se podía oír una vez apagado el motor, era perfecto y estábamos solos,  sacamos toldo sillas y mesa de camping  mientras Iris gritó “el último en entrar en el agua prepara la cena…”  mientras corría y se desnudaba por la arena, Gisela dejó la silla que tenía en la mano y siguió los pasos de Iris seguida por Nico que aún no se como ya iba desnudo detrás de ella, asumiendo mi derrota acabé de sacar las cosas y cerré las puertas y sin prisas me acerqué a  ellos, me acabé de desnudar cerca de la orilla viendo como ellos jugaban sin pudor alguno, creo que después de lo vivido los días anteriores ya no hacía falta.

Se había hecho tarde, estaba oscureciendo aunque todavía se podía ver con bastante claridad.

Iris se abrazaba a Nico por detrás y se subió a su espalda para retarnos a una lucha a Gisela y a mí, yo me quedaba mirando su cuerpo mojado con sus grandes pechos desafiando la gravedad, mientras noté que Gisela se encaramaba a mi espalda, tenía su vulva pegada al cogote y su culo en mi espalda, mientras ya solo podía ver a Nico delante mío mientras ellas se enzarzaban en una amistosa pelea que acabaría con las dos cayendo al agua, los juegos, las risas y los roces continuaron un buen rato, de hecho ya era de noche y  poco se podía ver, hablamos de lo bien que lo estábamos pasando y sobre qué podríamos hacer para cenar, Iris estaba abrazada a Nico a poca distancia de nosotros mientras yo tenía a Gisela cogida por la cintura por atrás, nos besabamos y nos abrazamos ajenos a todo lo que nos pudiera rodear embriagados por el ambiente que habíamos creado en esos tres días que llevábamos juntos, un discreto gemido salió de los labios de Iris que buscaba con ansia la lengua de Nico entre sus labios mientras se abrazaban fuertemente, la escena justo ante nuestros ojos hizo que mi polla endureciera apoyada en el culo de Gisela que se giró con una sonrisa pícara al notar mi erección, acercó aún más su culo a mí mientras con su mano agarró mi polla y la meneaba suavemente mientras yo acariciaba sus pechos con ambas manos y no perdíamos detalle de lo que pasaba delante de nuestros ojos, éramos dos voyeurs desatados.

La mano de Gisela aumentaba su velocidad al ritmo de los gemidos de Iris, podíamos intuir sus sombras delante nuestro, Iris cabalgaba a horcajadas de Nico, estabamos muy cerca y podiamos oir su acelerada respiración, el agua nos salpicaba con el chapoteo que producia el cuerpo de Iris, sus gemidos aumentaban de volumen, estaba llegando al climax mientras una potente eyaculación salía de mi polla, excitado al oir el sonido a sexo a escasos centimetros de mi, Gisela seguía bombeando mi verga suavemente como si quisiera exprimir la última gota de leche de mi interior; los gritos de Iris y Nico me despertaron del extasis, al que ellos llegaban en ese momento.

Nos relajamos unos minutos nadando en silencio en la oscuridad, fue una velada tranquila con una cena en el exterior y una breve sobremesa, nos fuimos a dormir pronto, el viaje había sido agotador.

De nuevo la luz empezaba a filtrarse por las ventanas de nuestro vehículo vivienda, empezaba el último día de nuestras mini vacaciones, en pocas horas teníamos que empezar a deshacer el camino que empezamos pocos días antes y del que en el momento de empezar nadie hubiera imaginado todo lo que estábamos viviendo.

Hicimos turnos para la ducha, un buen desayuno para hablar y decidir el planning del día, aunque a priori parecía ya decidido, un paseo por el pueblo y día de playa y relax para volver sobre el atardecer a nuestra olvidada rutina.

Iris seguía juguetona con sus miradas y eso me ponía a mil, recogimos y pusimos rumbo hacía el pueblo, fue una larga caminata que se nos hizo interminable entre caminos de tierra y descampados sin vegetación alguna y un sol abrasador, la visita fue decepcionante realmente había muy poco que ver, un pueblo de costa lejos de la playa y con poco encanto, aprovechamos para comprar cuatro cosas que nos faltaban para hacer la comida, hicimos el camino de vuelta, con la única intención de llegar e ir a la playa directamente.

Al coger el desvío que nos llevaba hacia donde teníamos aparcada nuestra “casa”  había un cartel donde nos indicaba que llegabamos a la “Torreilles plage naturiste”,  llegamos a la autocaravana y cogimos las toallas, no nos hizo falta cambiarnos ya que al ser una playa nudista no necesitaríamos más complementos.

En la esplanada donde habíamos dormido, apenas podíamos contar 3 o 4 coches y una furgoneta, la playa estaba bastante vacía, una pareja solitaria a unos 20 metros a nuestra derecha, un chico a nuestra izquierda y a lo lejos podíamos intuir a un par de chicas cerca de la orilla, decidimos poner la toallas en línea recta al camino, justo donde nos habíamos bañado la noche anterior, seguramente en otras circunstancias hubiéramos buscado un lugar más apartado del camino pero viendo la poca afluencia decidimos estar más cerca del vehículo por si necesitábamos ir a buscar algo.

Plantamos las toallas y empezamos a desvestirnos, nos habíamos visto desnudos muchas veces en pocos días, pero seguíamos observándonos de reojo, como un voyeur cualquiera, con pudor amnésico de lo vivido en días anteriores.

Una vez montado todo el tinglado Iris y Gisela se tumbaron al sol con ganas de acaparar todo el sol que pudieran,  al poco rato Nico y yo ya estábamos aburridos.

-  ¿Víctor, vamos a dar una vuelta a ver que hay más allá de las dunas?  me propuso Nico. a lo que acepté inmediatamente, Iris y Gisela seguían adormiladas tumbadas boca abajo, Nos quedamos de pie unos segundos observando a nuestras parejas desnudas, Gisela de caderas más anchas con las piernas entreabiertas mostrando su sexo entre sus muslos y justo a su lado a Iris con un culo menos exhuberante pero más voluptuosa en general.

Decidimos irnos, y alejarnos de esa tentación tal y como empezaba a notarse en la polla de Nico, un poco morcillona, solo me faltaba eso, ya era bastante evidente la diferencia entre el pollón de Nico y el mio si encima él la tenía medio erecta mientras paseábamos uno al lado del otro.

Fuimos por la orilla un buen rato, apenas nos cruzamos con nadie, y decidimos volver por el exterior alejados del agua por la zona de dunas y vegetación.

Cuando ya nos acercabamos a nuestras toallas, vimos a Iris que se acercaba hacia nosotros, cuando detrás  de unas dunas en una zona con más vegetación y apartada oímos barullo, parecía que por allí había más gente, decidimos ir a curiosear, tan solo a escasos metros solo al pasar la primera duna nos encontramos a una pareja.

El estaba desnudo sentado en una silla de playa y ella estaba sentada sobre una toalla a su lado, apoyada en las piernas de él mientras sus manos jugaban con la polla de este, nos quedamos paralizados ante la escena, más alejado de la pareja e intentando resguardarse, sin conseguirlo detrás de unos pequeños matorrales, había un hombre que se pajeaba sin disimulo ante ellos.  No sabíamos qué hacer, la situación era muy caliente y despertó nuestro lado más voyeur, aunque nos sentíamos incómodos invadiendo su exibicionista intimidad.

Iris ya había llegado a nosotros y contemplaba la escena con la misma sorpresa. La mujer levantó la cabeza y nos miró esbozando una sonrisa, como si conseguir nuestra atención hubiera cumplido su objetivo, se incorporó y empezó a engullir la polla de su pareja, una polla flácida y sin vida que poco a poco y gracias a la habilidad de ella empezó a erguirse.

La mujer tendría unos 40 años, con el pelo muy corto y rubio, alta, delgada, de pechos pequeños y pocas curvas,  llevaba el pubis depilado dejando solo una fina línea de vello. El parecía un poco mayor que ella, alto y fuerte, de pelo en pecho y con el pubis sin depilar, a lo natural.

Al poco rato de  estar practicándole una buena mamada ayudada por sus manos, la polla de él estaba dura y húmeda de saliva mostrando sus venas, era grande y gruesa,  Iris la miraba con glotonería aunque Nico no iba mal servido.

Sin darme cuenta, Iris nos estaba masturbando a Nico y a mi, a cada uno con una  mano, de pie, uno al lado del otro a escasos metros de la pareja desconocida que seguía con su show ahora que había conseguido la atención de un público entregado.

Le tocó el turno a ella, el se levantó para dejarle la silla, se quedó de pie unos segundos mientras ella tomaba asiento, nos miró mientras se la meneaba suavemente, solo dejó de hacerlo para arrodillarse frente a ella y separarle las piernas una a cada lado de la silla para tener libre acceso a su húmedo coño, empezó a jugar con sus labios, pasando la lengua despacio para luego introducirla como si de un pene se tratara y volvía a repetir la acción una y otra vez intercalando mordiscos y dejando para el final el hinchado botón que coronaba el coño de aquella preciosa mujer.

Nosotros llevábamos un rato con Iris haciéndonos una paja, mientras nuestras manos recorrían todo su cuerpo,  pecho, culo y a veces chocaban al intentar llegar a su húmedo coño los dos a la vez, habíamos llegado a un punto de excitación total que no nos permitía razonar ni pensar más allá del aquí y el ahora.

Poco a poco y sin saber cómo,  nos habíamos acercado a la pareja protagonista, él seguía arrodillado y su polla seguía dura, desafiando la gravedad y  apuntando hacia su pareja.

Iris dio un paso hacía ellos y le puso la mano en la espalda del hombre mientras susurraba un poco audible ¿puedo? ella le sonrió mientras gemía de placer, su pareja le había introducido dos dedos en su abierto coño mientras con la lengua jugaba con su clítoris. Entendiendo ese silencio como una afirmación, Iris le cogió la polla por detrás a ese desconocido y empezó a masturbarlo poniendo sus grandes pechos sobre su espalda, al no ver ningún rechazo por su parte,  se tumbó para poder  introducirse aquel pollón en la boca.

Las mamadas de Iris eran espectaculares y no parecía que esta vez fuera diferente, al ver que él tenía que parar de vez en cuando de comerle el coño a su pareja para coger aire e intentar controlar sus gemidos de placer.

La mujer nos miró a Nico y a mí que nos estábamos tocando siendo simples espectadores del show, “venga venid para acà, tengo ganas de probar esas pollas”.  Nos había tocado el turno de entrar en escena y por lo duras que estaban nuestras pollas, era lo que estábamos esperando, nos pusimos uno a cada lado de la silla, nos cogió las pollas una con cada mano y se las acercó a la boca, empezó con la de Nico, lamiendo su glande, dejándolo brillante y reluciente y mirándolo perversamente con cada lenguetazo, para seguidamente introducirse la polla de Nico hasta el fondo, solo dejando los huevos golpeando la barbilla de esa tragasables. Nico tenía los ojos en blanco parecía estar en otro mundo abducido por el placer que le producía esa desconocida, con la otra mano me tenía cogido sin soltarme moviéndola y preparándome para el siguiente turno de trabajo oral.

Mientras tanto Iris seguía trabajandose la polla de aquel hombre, y al mismo tiempo se metía el dedo, presa de su excitación sus jugos se deslizaban incontrolados de su coño por sus muslos, las aventuras vividas en ese viaje la estaban llevando a un nivel desconocido de placer.

El hombre se levantó  y procedió a perforar aquel coño que se había estado trabajando durante un buen rato, ya lo tenía húmedo y bien abierto para meterle esa polla grande y dura, Iris miraba la escena aún tumbada a su lado pellizcandose el  pezón mientras con la otra mano se acariciaba el clítoris.

La mujer desconocida había dejado de comernos las pollas para centrarse en las embestidas de su pareja,  sus gemidos aumentaban de volumen y se aceleraban al ritmo del bombeo salvaje al que estaba siendo sometida.

Iris se levantó y se apoyó en la silla donde estaba sentada esa mujer, con las manos sobre los brazos de la silla, expuso su culo mirando a Nico que se acercó por detrás y empezó a mordisquearlo acercándose a su coño y recogiendo los jugos que de él emanaban, fue introduciendo un dedo en el culo de Iris mientras con la lengua jugaba con su coño, una vez parecía que tenía el culo preparado para recibir su polla se la introdujo suavemente, no sin dificultad, poco a poco fue aumentando la velocidad y la profundidad de la penetración mientras Iris empezaba a sentir placer, sus labios estaban a escasos centimetros del pecho de esa mujer, cosa que aprovechó para lamerlos y mordisquearlos.

Yo seguía la escena de cerca pero sin participar de ella, sin más remedio que autocomplacerme viendo como estaban follando los cuatro.

La mujer estaba al borde del orgasmo y le pidió a su pareja que sacara la polla de su interior y se corriera encima de ella, y también nos pidió a Nico y a mí que le diéramos toda nuestra leche mientras nos pajeabamos encima de ella, Nico con la ayuda de Iris.

Ella se masturbaba metiendose los dedos dentro de su coño salvajemente, nunca había visto a una mujer perforandose de esa manera buscando todos los rincones en el interior de su vagina.

Los dedos de su mano derecha acariciaban a gran velocidad su clítoris mientras que se introducía dos dedos de la mano izquierda, tenía los pezones erectos e hinchados, su cuerpo se arqueaba presa de un placer incontrolable, la escena era morbosa y caliente y hacía que el resto nos estubieramos masturbando a gran velocidad y excitación presa del ambiente que se había generado, finalmente ella estalló, de su coño salieron disparados un chorro de fluidos, era el primer squirt que había visto en directo, y fue el detonante final, tenía la polla a punto de explotar, me dolía de tanta excitación estaba  a punto de correrme no podía ni quería aguantar más, un disparo de leche salió de mi polla y cayó sobre los pechos de nuestra desconocida, Nico cogió mi relevo y se corrió también encima de ella y al mismo tiempo aquel desconocido empezó a soltar toda su leche sobre la cara de su pareja que la recibía exhausta y complacida, se acariciaba el cuerpo esparciéndose nuestras corridas por todo su torso y lamiéndose la que su marido había soltado cerca de sus labios.

Me temblaban las piernas y me senté sobre la arena en el mismo sitio donde había acabado mi actuación, esperamos unos minutos y cuando pudimos recuperar la compostura Iris, Nico y yo nos fuimos por donde habíamos llegado, despidiendonos de aquella pareja misteriosa de los que nunca llegamos a saber sus nombres.

Antes de ir hasta nuestras toallas y al encuentro de Gisela nos dimos un largo y relajante baño para quitarnos ese olor a sexo y poder procesar la experiencia vivida.

Nuestro viaje ahora sí llegaba a su fin, aunque después de lo vivido nada volvería a ser lo mismo.  Había muchas cosas de las que hablar durante el viaje de vuelta…