Vacaciones de verano para mí 4
Ya queda poco para terminar las mejores vacaciones de mi vida.
Al día siguiente el ambiente era muy raro. En el desayuno casi ni hablamos, fuimos a la playa, comimos, volvimos, todo con un ambiente de mal rollo y tensión. A la hora de la cena la cosa era bastante insostenible y decidimos que teníamos que hablar.
Julia - A ver, esto no puede seguir así, que aún nos queda más de una semana por delante y tenemos que convivir. Yo siento mucho lo que pasó, no queríamos ofender a nadie, simplemente surgió así y nos dejamos llevar.
Yo - Yo también lo siento.
Laura - No seáis hipócritas, que no sentís nada, y tú menos que nadie, Jon, no me jodas.
Irene - Joder, tía, qué quieres que te digamos, lo que pasó ya no lo podemos cambiar, y no creo que sea para tanto, además, estamos alegres por el alcohol y el porrillo y surgió así.
Laura - Ya, pero podríais haberos ido a una habitación, no hacía falta que todas tuviéramos que ver el show porno.
Julia - Tienes razón, y te estamos pidiendo perdón, a ti y a mi hermana también. No debimos comportarnos así y lo sentimos. Lo sentimos porque os lo hicimos pasar mal y no era nuestra intención.
Marta - Es que entiéndeme a mí también. No es normal ver a mi hermana comerle la polla a un amigo justo delante mío. Que yo sé que no eres virgen y que seguramente tengas más actividad sexual que yo, pero tía, que soy tu hermana.
Julia - Ya lo sé, y me sabe fatal.
Marta - Bueno, no pasa nada, solo tengo que digerirlo. Dame unos días, ¿vale?
Julia - Vale. Y tú, ¿Laura?
Laura - Sí en el fondo sé que no lo hicisteis con maldad, solo que me sentí superdesplazada ayer. Estábamos todos de buen rollo, hablando y eso, y de repente os empezáis a liar a saco. Que ya os digo que por mí podéis hacer lo que queráis, pero se cortó todo el ambiente que teníamos
Irene - Te comprendemos, y te aseguramos que no volverá a pasar. ¿Verdad?
Julia - Claro, claro. Lo que pasa es que nos faltaron chicos para todas, jajajaja.
Irene - Eso es, la próxima vez invitamos a más chicos, que con Jon no nos llega.
Laura - Sois incorregibles, pero os quiero mucho chicas.
A partir de ahí, las cosas se fueron calmando poco a poco. Yo ya me había hecho a la idea de que no volvería a tener nada con ninguna de ellas, y eso no era agradable, pero al menos ya no había mal rollo entre nosotros. Lo que sí cambió fue que, además de verles las tetas en la playa y en la piscina, ya pasaban de todo también en el apartamento y se paseaban tranquilamente en bragas a cualquier hora del día. Encima, yo dormía en el salón en un sofá cama y tenía al lado a Julia, que ahora dormía tan solo con unas braguitas y completamente destapada.
En esas condiciones, yo volvía a estar burrísimo casi continuamente. Si pensaba que me iba a inmunizar por el hábito, estaba totalmente equivocado. Mi frecuencia de masturbación estaba tocando cotas máximas. Sobre todo por las noches, mientras mis compañeras dormían, que es cuando más intimidad parecía tener.
Un día, mientras estábamos en la playa, me quedé en el agua solo con Irene y hablamos un rato.
Irene - ¿Qué tal Jon? ¿Cómo te lo estás pasando estas vacaciones? ¿Ha valido la pena venir?
Yo - Sí, la verdad es que han sido las mejores vacaciones de mi vida, no te lo voy a negar. Lo de la otra noche estuvo muy bien, aunque luego hubo un poco de mal rollo con Laura, pero perfecto todo lo demás.
Irene - Sí, lo de Laura y Marta del otro día fue quizá la nota mala de estas vacaciones, pero parece que ya están mejor. A mí también me gustó lo que hicimos, pero no te emociones, que no lo volveremos a repetir.
Yo - ¡Una lástima!
Irene - Pero no te quejarás. Cinco chicas a tu disposición a todas horas, todas superguapas, aunque obviamente yo soy la que más destaco, ejem, ejem. No sé si podrás superar la vuelta a la realidad.
Yo - Calla, calla, no me hagas pensar en eso aún, que todavía falta.
Irene - Cinco días.
Yo - Pues cinco días, pero los quiero disfrutar sin pensar en lo que viene luego
Irene - Hablando de disfrutar, me contó Marta el masaje que le diste el primer día... Teníais bien guardado el secreto.
Yo - Eh... Bueno... Tampoco es que fuera secreto. Es que si ella no lo decía, yo tampoco quería... Y que fue algo que surgió así, espontáneo, sin planear.
Irene - Ya, ya. Sin planear. Pues a ver si esta tarde te echas la siesta conmigo y me das un masaje no planeado de los tuyos, no?
Yo - Irene, yo encantado, pero no se enfadarán estas?
Irene - ¿Por un masaje? ¿Cómo se van a enfadar por un masaje, tonto?
De vuelta a las toallas solo podía pensar en la conversación que había tenido con Irene y en lo que iba a pasar esa tarde. Entre eso y los cuerpos bronceados y semidesnudos de mis amigas, era imposible disimular mi empalme, así que ni me preocupaba por ello. Tampoco decía nada nadie.
Cuando llegó el momento de la siesta, me fui con Irene y me pareció ver como Marta me miraba con cara de saber lo que nos traíamos entre manos. Que durmiera la siesta en la misma habitación que Irene no era nada especial, puesto que desde el primer día había estado durmiendo la siesta en alguna cama que estuviera libre, pero salvo el primero, nunca había hecho nada que no fuera dormir. Por eso me imagine que al hablar Marta e Irene de lo que había pasado, Irene le habría contado que quería también un masaje "especial".
Entramos en la habitación vestidos yo con bermudas y ella con unas bragas tipo culotte. Irene iba hacia a su cama y yo la seguía. Antes de tumbarse, se quitó las bragas y se tumbó de espaldas completamente desnuda.
Irene - Total, me lo acabarás quitando igualmente. Así ahorramos tiempo.
Como hice con Marta en su día, empecé a masajearle la cabeza y fui bajando lenta y delicadamente. Cuando llegué al cuello y los hombros, empecé a darle crema hidratante, que su piel absorbía con facilidad. Me iba a sentar encima de su culo desnudo para trabajarle mejor la zona de la espalda, pero antes, decidí desnudarme yo también.
Yo - Total, me lo acabaré quitando igualmente. Así ahorramos tiempo.
Estaba sentado desnudo sobre su culo. El peso lo apoyaba principalmente en mis piernas para no aplastarla, pero podía sentir el contacto de parte de mi culo y mis huevos sobre sus nalgas. Al echarme hacia adelante, también caía mi pene y se apoyaba sobre el cuerpo de Irene. Esto me estaba poniendo aún más cachondo.
Esperando una buena recompensa por su parte al terminar, debo decir que no dediqué el tiempo necesario a cada parte de su cuerpo. En la espalda sí estuve un buen rato, pero luego los brazos y las piernas las hice más deprisa. Me volví a detener a la hora de masajearle el culo. Le masajeaba bien las nalgas y le iba pasando el dedo por la raja. También le separé un poco las piernas para acariciar un poco más abajo, aunque sin llegar a su vagina, que se veía empapada.
Le di la vuelta y empecé a masajearla por los pies para ir subiendo lentamente, aunque no fue todo lo lentamente que debería porque me podían las ansias. Cuando llegué al pubis, me entretuve un rato y empecé a jugar con sus labios vaginales y su clítoris, cosa que ella agradecía con gemiditos y cara de placer. Sin embargo, aún me faltaba toda la parte superior, así que tuve que interrumpir mis maniobras en la zona baja para subir hasta las tetas.
Tarde poco en llegar y dediqué el tiempo que había ganado a amasar sus senos. Le estrujaba los pechos, le retorcía los pezones con suavidad. Ella parecía encantada y se dejaba hacer, así que pronto a mis manos les acompañó mi boca. Me intentaba meter toda una teta en la boca mientras mi lengua jugaba con esos pezones salidos. Sujetaba la teta que me metía en la boca con una mano y con la otra estimulaba el otro pezón.
Cuando hube chupado ambas tetas, intenté meterme las dos a la boca a la vez, aunque era imposible. Lo que sí logré fue juntar lo suficiente los pezones para poder lamerlos a la vez con una sola pasada de lengua, operación que parecía volver loca a Irene y que repetí hasta la saciedad.
Bajé la mano hasta el coño de mi amiga para masturbarla, y debo decir que estaba increíblemente lubricado. Viendo su predisposición, quería follármela ya, pero antes busqué su boca con mi polla para que me la chupara un rato y me la lubricara a mí también.
Qué bien la chupaba la tía. Era capaz de tragársela entera sin esfuerzo. Podría haber seguido así hasta correrme y hubiera sido delicioso, pero yo lo que quería era reventarle el coño, así que me aparté, me monté encima de ella y empecé a metérsela.
Parecía que iba a decir algo, pero le tapé la boca con la mano y seguí penetrándola. No pareció disgustarle demasiado, porque no hizo ningún intento de separarse ni de apartar mi mano. Al cabo de un par de minutos, solté la mano para cambiar de postura y me dijo que quería que la follara a cuatro patas.
Yo no sé decirle que no a una mujer, así que la obedecí y empecé a metérsela desde atrás. Intentábamos no hacer mucho ruido al gemir, pero era casi imposible.
Irene - ¡Méteme un dedo en el culo!
Dicho y hecho. Empecé a meterle un dedo y usaba sus flujos vaginales para ir lubricando. Pronto, a ese primer dedo le siguió el segundo e iba haciendo movimientos circulares para ir dilatando. Si todo salía bien, ¡podría cumplir mi sueño de correrme en un culo!
Cuando parecía bastante dilatado, apoyé el cuerpo de Irene sobre la cama, dejándola aún de espaldas a mí, le abrí las nalgas con las manos lo que pude y apoyé mi glande en su ano. No tardó en desaparecer dentro de su culo, pero no podía continuar, estaba demasiado estrecho.
Estuve metiendo y sacando la punta un rato, hasta el punto que pensé que me iba a correr antes de poder meterla bien, pero no, poco a poco logré meterla un poco más. No entera, ni mucho menos, pero ya habían entrado como 4 o 5 cm. Ella tenía una almohada en la boca y cada vez que lograba avanzar un poco, apretaba con fuerza. Logré meter como la mitad y me di por vencido, así que empecé a bombear sin intentar penetrar más.
Con el metesaca parece que iba entrando un poquito más cada vez, pero no lo suficiente para alojar todo mi miembro. Tal vez si hubiera aguantado unos minutos más, pero no fue así, me corrí dentro de su culo y fue delicioso. Notaba la presión de su esfínter contra el tronco de mi rabo y cada eyaculación era un poco dolorosa, pero muy placentera.
Después de eso, yo me lavé la polla y ella se duchó otra vez y aprovechamos el tiempo que nos quedaba para dormir un rato.
Por la noche, no sé por qué, no me apetecía salir de fiesta. Así que les dije a las chicas que fueran sin mí, que yo prefería quedarme en casa a mi rollo, que no me pasaba nada, que estaba muy bien, pero que no me apetecía salir. Así que marcharon y me quedé en el apartamento la mar de tranquilo. Rememoré el polvazo de la mañana haciendome una buena paja y me eché a ver la tele.
Como era de esperar, me quedé frito con la tele puesta y me desperté sobresaltado cuando alguien la apagó. Era Julia, que acababa de llegar. Sé que acababa de llegar porque iba vestida.
Julia - Perdona Jon, no quería despertarte.
Yo - Eh... Tranquila, que no me has despertado. - Y casi era cierto, porque estaba más dormido que despierto aún.
Julia - ¡Eres un cielete! ¡Guapo! - Julia parecía ir bastante borracha. Vino a darme un beso y, en el proceso, me incrustó sus tetas en la cara.
Yo - ¡Ay! Cuidado, preciosa, que me clavas el sujetador en el ojo, jajaja.
Julia - Jajajaja, ¡Qué despistada! Perdona. Voy a ponerme el pijama, jajaja.
"Ponerse el pijama" era una manera de hablar. Lo que hizo fue ir a su sofá cama y despelotarse. Primero se quitó la camiseta y el sujetador, dejándome ver sus preciosas tetas en la penumbra del salón, y luego se descalzó y se quitó los pantalones, quedando tan solo con lo que creo que era un tanga, aunque no lo podía ver bien, solo notaba la forma perfecta de su culo. Pero ahí no acabó la cosa, aún siguió más y se quitó también el tanga. Estaba completamente desnuda delante de mí, aunque estando a oscuras solo podía entrever sus formas. Estuvo un rato buscando en sus cosas hasta que encontró unas bragas menos escasas y se las puso.
Se volvió a acercar y yo veía como esos pechos generosos y bamboleantes venían hacia mí.
Julia - Ahora no se te clavará nada. ¡Muak! - Y volvió a darme un beso en la cabeza y nuevamente sentía sus tetas en mi cara, esta vez sin intermediarios.
Yo - Muak, muak. - En ese situación, no pude evitar darle un beso a cada teta. Las cogí con mis manos y les di un beso a cada una encima de los pezones.
Julia - Jon, córtate, que me caliento y como venga mi hermana o Laura...
Yo - Joder, ¿me pones la miel en los labios y me dices que me corte?
Julia - Te la pones tú solito, que aún no me has soltado las tetas. ¿Tú te crees que así puedo controlarme?
Yo - Es que tienes unas tetas perfectas, podría pasarme la vida comiéndotelas. - Mientras teníamos esa conversación tan profunda sobre temas tan trascendentales, yo iba amasando, besando, lamiendo y mordiendo las increíbles tetas de Julia. Estaba en el paraíso.
Julia - Qué zalamero eres. Anda, trae tu pichita, pero vamos al lavabo mejor, por lo que pueda pasar.
No me lo podía creer. Por la tarde me había tirado a Irene y ahora parecía que me iba a tirar a Julia. Si no me la tiraba, por lo menos una mamada me llevaría.
Nos metimos en el lavabo y cerramos con pestillo, aunque no había nadie más en casa. Nos quitamos la única pieza de ropa que cada uno teníamos puesta y empezamos a meternos mano por todas partes. Yo le comía las tetas y el cuello, ella contraatacaba a mi cuello y me hincaba las uñas en el culo. Bajé la mano hasta su coño y empecé a jugar con sus labios vaginales para irlos lubricando. Ella me cogió la polla y empezó a masturbarme lentamente.
Cuando mis caricias empezaban a hacerle afecto, ella se puso de rodillas y empezó a lamerme la polla, sin metérsela en la boca. Yo intentaba moverla para que se le metiera, pero no lo lograba y a ella le hacía gracia. Me ensalivaba el rabo por completo sin metérsela ni un momento, cosa que era placentera a la vez que un poco decepcionante, porque tenía el ansia de metérsela ya.
Por fin llegó el momento esperado y se metió mi polla en la boca, pero fue un visto y no visto. Se la metió todo lo que pudo, deslizándola sobre su lengua, cerró los labios, subió y bajó la lengua un poco, se la sacó y volvió a levantarse, dejándome con una erección de caballo. Se giró de espaldas, abrió las piernas y me indicó con gestos que donde tenía que meterla no era en su boca, sino en su coño, cosa que por supuesto hice.
Era una delicia follarse así a esa diosa del sexo. Se la metía y al mismo tiempo le agarraba las tetazas desde atrás, o le estimulaba el clítoris, o le agarraba una teta con una mano y le estimulaba el clítoris con la otra. Estaba disfrutando como un enano.
Ella se corrió antes. No se cortó a la hora de gemir, eso me ponía aún más bruto, además, notaba como le latía el coño, cosa que daba mucho placer a mi rabo. Al poco rato me iba a correr yo. De repente se apartó en un segundo, se arrodilló y se metió la polla en la boca, casi que ni me había dado tiempo a enterarme de lo que había pasado cuando tenía a la preciosa Julia comiéndome el rabo y empecé a correrme en su boca. Ella siguió tragando hasta que me acabé de vaciar.
Julia - Necesitaba mi lechita caliente antes de acostarme.
Me dio otro beso, se lavó los dientes y se fue al salón. Yo me quedé a mear, lavarme un poco y cuando llegué al sofá cama ya estaba Julia roncando.