Vacaciones de verano
Hacia 2 años que no veía a Luis y su hermana se había convertido en un claro objeto de deseo.
Hacia 2 años que no veía a Luis, mas concretamente desde hacía 2 veranos que el no venía a veranear donde yo lo hacía. Siempre que nos juntábamos las armábamos gordas, cerrábamos todos los bares, montábamos fiestas, en fin que casi hacíamos vida nocturna, parecíamos murciélagos. El caso es que me llamó y me dijo que estaba por aquí, me pillo en la playa así que le dije que se bajara.
Empezó a hablarme de lo jodida que era su carrera, que si el trabajo estaba muy mal, en fin, las típicas conversaciones para ponerse al día después de tanto tiempo sin vernos. De repente me dijo:
-No me acorde de decírtelo, las amigas de mi hermana todavía no han llegado y si no te importa va a bajar a la playa con nosotros.
-Me parece bien, le conteste.
Sara era una cría de 15 años a la que nunca le había hecho el menor caso. Digamos que lo de sacarle 10 años de diferencia hizo que solamente la viera como la hermana pequeña de Luis. Pero que confundido estaba. Llegó, nos saludamos y nos pusimos a charlar los 3 cuando de repente se quita la ropa para quedarse en bikini. Madre mía, en 2 años había pasado de ser una mocosa a ser una jovencita muy apetecible.
Llevaba un bikini blanco, a diferencia de hace 2 años siempre con el mismo bañador rojo que no dejaba lugar a la imaginación, el cual no podía ser mas pequeño. Sus pechitos no es que fueran muy grandes pero empezaban a tomar forma redondeada y por supuesto estaban en su sitio. Una cinturita delgada para acabar en un culito más bien pequeño. Pero bueno. Que estamos hablando de la hermanita de Luis a la que le saco un porrón de años, me dije.
Volví a centrarme en la conversación pero era imposible. Como llevaba gafas de sol cada poco perdía la vista en ese cuerpo e iba asintiendo con la cabeza a lo que me decían. La verdad es que llevaba unos meses sin estar con una chica y quizá por eso estaba tan salido. Para bajar la erección que calculaba no iba a tardar en producirse, les propuse la bonita idea de ir a darnos un chapuzón al agua. Mal hecho.
Después de pasar por la ducha para quitar el salitre, nos fuimos a tumbar en las toallas y ahí nuevamente empezó mi suplicio. Gracias al agua fría, a Sara se le habían erizado los pezones y encima con ese bikini blanco se le trasparentaba todo además de que se percibía que eran grandes. Ella no se cortaba y seguía boca arriba con lo que yo me puse todavía peor. Tenía pensado olvidarme de todo, en serio, si casi sería hasta virgen. Además era la hermana de Luis y las hermanas, aunque sean de los amigos, hay que cuidarlas. Pero siempre he tenido una mente muy lujuriosa y no era capaz de olvidarme de ese ridículo bikini, de quitárselo y pasear mi lengua por todo su cuerpito desde esos gruesitos labios bajando por el cuello, posándome sobre los inmensos pezones que parece tener mientras con mis dedos busco su clítoris y juego con el hasta notar que mis dedos se mojan y así dárselo a probar . Pues con esta mente que tengo esa noche antes de salir acabe haciéndome una paja porque era imposible que lo resistiera, solo faltaban sus labios para ayudarme.
Después de desahogar estaba ya tranquilo pero esa noche mientras estábamos de copas Luis me dice lo siguiente:
-Dice mi hermana que si podías dejarle algún disco de ese grupo de rock que tanto te gusta para grabarlo.
-No sabía yo que le gustara ese estilo de música.
-Pues por lo visto si. Si quieres pásate mañana de tarde por casa y de paso te doy los apuntes que me dijiste.
-Vale, por allí estaré.
Llegue y cual fue mi sorpresa que me sale a recibir ella y estaba sola en casa. No puede ser, tiene que ser una coincidencia. Su madre y su hermano se habían ido de compras. Vestía con una camiseta que pienso sería del hermano y pude adivinar que no llevaba sostén. El caso es que pasamos a su habitación y pude comprobar que de verdad le gustaba el rock, tenía infinidad de posters y bastantes discos, algunos incluso que no tenía ni yo. La charla fue muy amena y por un momento me olvide de ella físicamente. Entendía bastante de música y tenía numerosas fotos con los componentes de las bandas. Nos sentamos en la cama y me fue enseñando el álbum que tenía con las fotografías que había sacado. El caso es que ella se empeñaba en pasar las páginas mientras me lo iba explicando y algo me devolvió a la realidad. Sus pequeñas y firmes tetitas fueron rozándose con mi brazo continuamente e incluso llegaba a notar el pezón derecho que tropezaba con mi brazo una y otra vez. ¿Lo estaba haciendo adrede o era mi mente calenturienta? No se lo que sería pero lo que si consiguió es que empezara a empalmarme. Se apartó la melena de la cara, gire la cabeza y cruzamos la mirada por un instante y a punto estuve de alargar mi boca para besarla pero me arrepentí, baje la mirada y le pregunte algo sobre una foto del álbum. De repente noto algo en mi oreja izquierda, eran sus labios que me estaban besando e intentaba meter su lengua. No se el tiempo que estuvo así pero reaccioné, la aparte levemente y le dije:
-Creo que deberíamos parar. No sería buena idea continuar.
-¿Por qué no? Tú me atraes mucho.
Dicho esto se dirigió a mi boca y junto sus labios a los míos intentando abrirlos lo que solo consiguió levemente porque enseguida la aparte otra vez.
-En serio, no creo que esto sea buena idea.
-¿Acaso no te parezco atractiva?
Mientras pronunciaba estas palabras oímos sonido de llaves, ella rápidamente salto de la cama y fue a recibir a su familia. Yo me quede inmóvil con el álbum en mis piernas porque el empalmazo no me había bajado todavía. Luis se acercó a mí y nos pusimos a hablar de lo de la noche con lo que la sangre volvió a su sitio. Esa noche tenía miedo que Luis hubiera sospechado algo, ya que estaba sentado en la cama de Sara, pero no me dijo nada. Pero no podía sacármela de la cabeza. Encima de que me pone burrísimo y con el dilema moral que tengo, voy y le gusto. Todo transcurría de forma tranquila pero una noche en que Luis y yo salimos a eso de la 1 de la madrugada recibo una llamada:
-Me puedes venir a buscar. Estoy con mis amigas en el pueblo de alado que están en fiestas pero estamos un poquito borrachas y no tenemos forma de volver.
-Vale. Aviso a tu hermano y vamos a buscaros.
-No!! Por eso te llame a ti. Mi madre volvió a la capital este fin de semana, mi hermano esta a mi cargo y no quiero que se entere de que estoy borracha.
-Pero que le digo a tu hermano. No voy a dejarle colgado.
-Invéntate algo por favor.
No lo pensé mucho, la verdad, porque la velada estaba siendo muy aburrida. Le conté una mentira a Luis y fui a buscarla. Montaron las 3 en el coche y por supuesto ella se puso en el asiento del copiloto. No pasaron ni 2 minutos y noto una mano en mi pierna. La quite pensando en sus amigas pero al mirar por el espejo vi que estaban prácticamente dormidas. Ella volvió a insistir y empezó a pasear la mano por mi pierna pero esta vez no se la aparté. Su mano se posaba lentamente por mi pantalón hasta que acabo en mi paquete. Sus finos dedos acariciaban lo que ya empezaba a ser una buena erección. No se corto para nada. Desabrochó el pantalón, metió la mano en el slip y saco mi pene de una posición que ya empezaba a dolerme. Lentamente fue descapullándome hasta conseguirlo el todo. Mis sentimientos eran una mezcla de nerviosismo y placer a la vez pero la deje hacer lo que quisiera. Con su mano izquierda fue bajando y subiendo todo el camino de vuelta a casa mientras mi sensación de excitación iba subiendo por momentos. Ella en medio de su borrachera había metido su mano derecha ente sus bragas y también se estaba masturbando. Yo de vez en cuando miraba por el espejo por si acaso nos descubrían. Así nos mantuvimos hasta llegar a casa.
Deje a sus amigas en las casas correspondientes y lleve a Sara a la suya. La acompañe a la habitación y ella sin cortarse un pelo se empezó a desvestir para quedarse con solo unas braguitas. Acto seguido abrió la cama y se metió en ella.
-Métete conmigo. Hazme el amor, lo necesito.
-Vas muy borracha Sara. No creo que sea la mejor ocasión para que me acueste contigo. Mejor cuando estés en mejores condiciones.
-Al menos métete y dame un poco de calor.
Levante la sabana y me puse detrás de ella abrazándola con mis brazos. Ella apartó la melena y me susurro que la diera besitos en el cuello. Suavemente coloqué mis labios en su cuello y la comencé a besar. Besé todo su cuello hasta posarme en su oreja la cual besé, lamí e incluso mordí. Ella se estremeció, encajó sus nalgas sobre mi pierna y se empezó a restregar arriba y abajo. Cogió mi mano y la puso sobre sus pechos. Comprobé que a pesar de ser pequeños eran durísimos y sus pezones eran grandes ya de por si como pude comprobar en la playa pero además también eran duros. Me pase un largo rato jugando con esas preciosidades rosaditas que tenía en los pechos cuando al poco se dió la vuelta y me dijo que la hiciera el amor que tenía muchas ganas. Ella estaba excitadísima y yo no menos. Estaba prácticamente decidido a hacerlo cuando se oye la puerta de la casa. Luis que había vuelto. Rápidamente salte de la cama y casi sin despedirme salí por la ventana cual amante escapa del regreso del marido.
El momento no acababa de llegar. Teníamos que buscar la ocasión y sobre todo el sitio ajeno a miradas que pudieran estropearlo todo. Yo tenía el lógico miedo de que la sacara tantos años y ella tenía miedo de que todo esto llegara a oídos de su familia. Y ese día llegó. Ese fin de semana la novia de Luis le vino a visitar por lo que al hermano le tendría ocupado prácticamente toda la noche. Además, celebraba el cumpleaños una de sus amigas la cual tenía un chalet acojonantemente enorme. Por supuesto no estaba invitado pero el plan era el siguiente. Cuando todos en la fiesta ya estuvieran suficientemente borrachos ella me haría una llamada al móvil y al poco estaría en la parte de atrás del chalet. Ahí una parte de la pared que cubre el chalet que es fácil de escalar. Cuando estuve dentro allí estaba ella esperándome. Me cogió de la mano y me llevó al cobertizo que hay alado de la piscina. Quizás no fuera el mejor sitio pero era lo que había.
Nada más cerrar y trancar la puerta nos sumimos en un largo beso. Su lengua por fin entró dentro de mi boca. Sus labios eran muy gruesos y de un color rosa. La rodee con mis brazos y pose mis manos en su culito respingón. Acaricie esas prietas nalgas estrujándolas entre mis dedos una y otra vez disfrutando del momento. La cogí por la cintura y la senté sobre una mesa. Deslicé mis manos por debajo de su falda hasta tropezar con su tanga. Con 2 de mis dedos empecé a frotar por encima de la tela una y otra vez mientras nos seguíamos besando. Me arrodille y le quite el tanga el cual ya estaba un poco mojado. Metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a pasar la lengua por su clítoris, me gustaba porqué no tenía mucho pelo mientras ella apretaba sus piernas contra mi cabeza. Mi lengua se perdía unas cuantas veces dentro de su cueva y de vez en cuando oía gemiditos de excitación. Cuando subí ya se había quitado la camisa y no llevaba sostén así que fui directamente a acariciar sus pechitos. Mi boca y sobre todo mi lengua tenían hoy mucho trabajo. Empecé primero por el derecho pasando toda la lengua por la aureola rosa casi sin tocar el pezón para después darle ligeros mordisquitos para a continuación pasar besando todo su canalillo para hacer lo mismo en el pecho izquierdo. Ella mientras tanto había cogido mi pene y lo masturbaba con gran maestría.
En esa posición, cogí mi miembro y apunte directamente a su agujero. Primero metí solo la puntita y repetí la operación 4 o 5 veces mientras ella miraba al cielo y gemía cada vez que lo hacía. Poco a poco fui metiendo un poco mas de polla pero la volvía a sacar. Su coñito era todavía muy estrecho. Cogí 2 dedos, los chupe y los introduje en su cueva. Jugué un buen rato con ellos dentro y los saqué. Entonces repetí la operación con mi pene pero esta vez entro mejor. Cuando por fin logro entrar entero, Sara pegó un pequeño saltito y gimió. Ella me rodeo con sus brazos y se acompasó a mi ritmo de bombeo. Su boca quedaba ala altura de mi oreja y a cada empujón sonaban ligeros gemiditos. Mis manos seguían asidas a sus nalgas para así atraerla contra mí y que el pene le entrara mas adentro.
-Me voy a correr, me decía.
-Córrete cariño.
Noté como su estrecho agujero se empequeñecía más y aprisionaba mi polla mientras se abrazaba más fuerte a mí con jadeos de satisfacción. Después de unos interminables segundos seguía agarrada a mí y me decía a la oreja:
-Ahora voy a hacerte que te corras tú.
Me sentó y ahora fue ella la que cogió mi pene para lamerlo. Escupió en la polla y empezó a besarla por debajo a la altura de mis huevos, su lengua no dejaba centímetro sin recorrer. La metió poco a poco en su boca, por supuesto no le entraba toda, pero casi lo consigue. Estuvo chupando un buen rato hasta que alcanzo un buen tamaño. Entonces me levante la icé y se la introduje contra la pared mientras ella enroscaba los pies en mis piernas. No paraba de besarme y me decía que empujara despacio que quería volver a correrse pero sin prisa. Bajé el ritmo y me acompasé a los saltitos que ella daba encima de mí. Mis labios besaban sus pálidos hombros y de vez en cuando se posaban en sus pechos los cuales notaba más duros que una roca.
En esos instantes la baje y la hice apoyar las manos en la mesa, la baje la espalda y empecé a lamerle tanto el coño como el culo. La idea era metérsela por detrás pero ella no quería. Insistí y dijo que probara solo un poco pero que si le dolía que la sacase. Escupí en mi polla, la descapullé al máximo e intenté meterla pero no entraba. Insistí pero solo entraba la puntita. Cuando parecía que empezaba a entrar ella grito diciendo que le hacía daño con lo que me centre en otras cosas y apunte a su coñito. La cogí por las caderas y la empujaba contra mí. Mis manos quisieron disfrutar más y fueron a buscar su rosaditos pezones y amarrado a sus pechitos la embestía contra mí y así sentí otra vez sus paredes vaginales estrecharse en su segunda corrida. A mi me faltaba poco y aceleré el ritmo hasta llegar a correrme, momento en que saque mi pene y la inundé toda su espalda. En ese momento se dio la vuelta y me susurro que nunca olvidaría este polvo por las dificultades y por lo que supuso para ella. Yo la verdad es que nunca he vuelto a sentir unas sensaciones iguales y mucho menos saboreado un cuerpo como aquel.