Vacaciones de Verano

Ambos nos quitamos el pantalón al mismo tiempo, puesto que yo no lo había hecho porque no sabía cómo reaccionaría él. Cuando volvimos a acostarnos, nuestras piernas se rozaron y pude sentir como los vellos de su pierna rosaban con los míos y no pude evitar excitarme. (Este no contiene sexo)

René

Estaba en clase de trigonometría un poco desesperado. Era la última clase que tendría antes de salir corriendo por los pasillos para comenzar con mis vacaciones de verano. Era mi último año en el instituto. El señor Castro no quería dejarnos salir de su clase hasta que sonara el timbre, por lo que me dispuse a escuchar música en mi celular mientras él nos daba un sermón sobre lo grandioso que había sido trabajar con nosotros. Coloqué mis audífonos y esperé a que el tiempo pasara.

El timbre sonó y yo tomé mi mochila, la crucé por mi hombro y espalda y fui a buscar mi motocicleta. No tenía muchos amigos en el instituto para ser sinceros, así que no tenía pensado asistir a mi ceremonia de graduación que era en un mes. Tenía una sola amiga, Gema, y porque estábamos juntos desde el jardín de niños.

Era la única que sabía de mi orientación sexual, bueno, ella y los muchachos con los que había tenido que ver, como por ejemplo, Diego, que era de último grado y se creía muy varonil por estar en el equipo de futbol. No volvimos a hablar desde que nos quedamos de ver en su casa para terminar un proyecto de “inglés” y termináramos revisando nuestra anatomía.

Diego era un completo imbécil. Tenía una media de 68cuando la mínima era 60. Y por si fuera poco, creía que por ser guapo, todas se morían por estar con él. Aunque en eso no se equivocaba mucho que digamos, porque francamente, todas querían estar con él. Sólo que él fingía hacerse el difícil porque, acá entre nos, no le gustaban mucho que digamos.

Me encontré con Gema en el estacionamiento y saludé a sus amigos. Había intentado unirme a su grupo de amigos, pero no eran precisamente lo que me interesaba en una persona. Todos trataban de demostrarle al otro que eran más listos, y no me molestaba, pero no me iba a ofrecer a tratar con esa clase personas.

Cuando llegué a casa, bajé mis maletas a la sala de estar. Había estado esperando por ese momento. Mis padres se habían divorciado cuando yo tenía cinco años. Yo vivía con mi madre, porque siempre llevan ventajas sobre el papá, pero yo prefería estar con papá. No había reglas en su casa y siempre nos llevábamos bien por ello. Sé que está mal, pero mamá era muy sobreprotectora en ese aspecto. Intentaba acercarme más a ella y simplemente terminaba por alejarme.

Regresé a mi habitación y me desvestí. Me quité el horrible uniforme que llevaba al instituto, lo arrojé al cesto de basura y me coloqué unos jeans y una playera blanca. Acomodé mi cabello y salí de ahí. Mamá estaba esperándome en su habitación para llevarme al aeropuerto. Siempre fingía ponerse triste porque me iba de casa, pero yo sabía que por dentro estaba feliz porque así tenía más tiempo a solas con Efrén, mi padrastro.

Todo fue muy sin gracia alguna. Llegamos al aeropuerto justo a tiempo para mi vuelo y tuve problemas con los encargados por no haber llegado antes. Después abordé y pasó todo como si nada. Comí galletas en el avión y miré una película de los setenta que no tenía nada interesante. Intenté conseguirme algún muchacho, pero no había nadie que llamara mi atención en  el avión, así que me dispuse a esperar a que el piloto hiciera lo suyo y llegáramos cuanto antes.

Cuando llegué a mi destino, e iba bajando las escaleras, miré a papá con una muchacha de mi edad o incluso un poco mayor. Me acerqué a ellos y cuando menos pensé otra mujer se acercó a ellos y le dio un beso a papá en la mejilla. Él sonrió y caminó hacia mí para darme un abrazo.

Me presentó con ellas. Eran Natalia, la mamá, y Karen, la muchacha. Al parecer Karen era mi hermanastra o algo por el estilo y Natalia era mi madrastra. Esta familia en lugar de ponerme como loco y causarme traumas, me daba mucha risa. Eran tan raros. Mamá siempre se quejaba de papá y tenía a Efrén, y papá hacía lo mismo, incluso aunque tenía un que otro ligue de vez en cuando.

—Mucho gusto — dije sin esforzarme mucho. No sabía qué tanto tiempo iban a ser mis familiares así que no iba a preocuparme.

Karen me cayó bien desde que me habló por primera vez. Parecía una muchacha muy divertida porque me hacía reír con varias de sus bromas. Y  a papá eso le encantaba. Nos llevó a comer a un restaurante oriental porque “según él” era mi comida favorita. Yo odiaba la comida oriental. Mi comida favorita era la mexicana.

No paraban de hablar sobre el primer año en la universidad de Karen, al parecer estaba estudiando Biotecnología. Estaba en lo correcto cuando pensé que era mayor que yo. Al parecer había una fiesta y estaban hablando de lo bien que se pondría. Papá se ofreció a llevar a Karen a la fiesta pero Karen dijo que no era necesario.

Karen prefería que papá no la llevara por otras razones, lo notaba por sus expresiones, pero no decía nada por ser cortés. Yo sólo fingía interesarme en la plática, pero lo único que quería era ir a la playa. Cerca de donde vivo con mamá, no hay ninguna playa, sólo hay un bosque, que es a dónde me gusta ir cuando no tengo nada que hacer. Es un lugar muy tranquilo, pero, con papá, estaban rodeados de playas y más playas. Me encantaba ir a sentarme a ver a los muchachos pasar sin camisa por enfrente de mí. Aunque no faltaba un que otro gordo sinvergüenza que anduviera mostrando su enorme barriga.

—Deberías de venir conmigo — dijo Karen sonriendo. Tragué el bocado que tenía en la boca y miré a papá haciendo un gesto de no entender a qué se refería —. A la fiesta que harán mis amigos.

—Ah —  tomé mi vaso y bebí de mi refresco —. No lo sé, no conozco a nadie, quizás no encaje.

Karen parecía una chica muy… vainilla. De esas chicas que escuchan música romántica. Buscan novios lindos que las abracen y comen puras cosas dulces. Si sus amigos eran igual que ella, no habría mucho de dónde divertirme.

No me gustaba mucho escuchar pop barato, o pensar en cursilerías porque sentía que era muy irrealista. Prefería vivir en la realidad consciente de las cosas que pueden pasar y las cosas que no, así me hacía la vida más fácil y me atormentaba menos pensando en cosas absurdas.

—Ese es el punto, René — dijo papá sacándome de mis pensamientos —. Pasarás casi tres meses con nosotros, debes de conseguir uno que otro amigo para que te distraigas.

—Bueno, igual no tengo nada que hacer — terminé cediendo.

Cuando llegamos a casa me molesté mucho, porque la que era mi habitación se la habían dado a Karen. No iba a pelear con ella porque sabía que no tenía la culpa, pero de igual manera me molesté. La otra habitación era menos grande, y no tenía más que una ventana diminuta. Así no podría ocultar el olor a hierba cuando la fumara, como lo hacía en la otra habitación.

Dejé mis cosas en la habitación  y le envié un mensaje de texto a mamá para avisarle que ya estaba en casa de papá y que ya me había hospedado. Me di cuenta que por lo menos un poster que tenía de mi banda favorita  estaba doblado en la habitación esa.

Tomé mi mochila del suelo y saqué una bolsita de plástico que tenía marihuana. Papá y Natalia ya se habían ido de casa a la playa, así que tendría un poco de tiempo para mí. Encendí el ventilador e hice un porro. El hermano de Diego nos había enseñado cómo hacerlos antes de que Diego y yo nos liáramos. También era del equipo de fútbol tres años atrás.

Comencé a fumarlo y sentí como mi cuerpo se relajaba. Es imposible explicar la sensación, porque ni siquiera sé si se siente bien, sólo sé que se siente diferente. Y sólo aquellas personas que lo hayan hecho sabrán a lo que me refiero.

— ¿Vienes? — Karen entró a mi habitación y comenzó a mover la mano frente a su rostro para espantar el olor —, ¿qué haces? — preguntó sorprendida.

— ¿No te enseñaron a tocar la puerta? — pregunté molesto. Ya me había terminado el cigarro, así que fui a lavarme el rostro en el baño de la habitación y luego me encontré con Karen otra vez —, ¿A dónde vas?

—Ya te lo dije, René. A la fiesta.

—No creo que esté vestido muy apropiadamente — dije al ver mis jeans rasgados y mis botas negras. Llevaba una playera blanca así que obviamente debería arreglarme antes.

—Creo que así estás muy bien — Karen llevaba un vestido holgado sencillo —, la fiesta será en un antro que está junto a la playa, créeme que estás mejor vestido que los que están ahí.

—Entonces te alcanzo en un minuto, debo asegurarme de que el olor salga de aquí — fingí una sonrisa.

—Bueno, te espero en la sala. Date prisa.

Abrí la puerta y la ventana, y luego busqué una camisa de manga larga para ponérmela encima. No la abotoné porque según Karen, no era nada formal, así que salí de ahí y me encontré con mi… hermanastra. Cuando Karen hacía bromas sobre las demás chicas, me daba mucha gracia porque parecía una chica dulce y comenzaba a sacar su lado malo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? — preguntó cuando estábamos por llegar al antro. Asentí —. ¿Fumas muy a menudo? — volví a asentir —. Y… bueno, ¿eres gay?

— ¿Me preguntas que si soy gay sólo porque fumo marihuana? — pregunté casi molesto.

—No, nada que ver, es sólo que desde que salimos de casa sólo has visto a los chicos que pasan junto a nosotros — me guiñó un ojo y yo sonreí sin más. Era lista, debía aceptarlo.

Cuando llegamos al antro entramos sin pagar cover porque el de la entrada era amigo de Karen. Me presentó a sus amigos y debo admitir que me sorprendí al verlos, porque todos eran muy diferentes a lo que yo pensaba. Tenían la pinta de que sabían divertirse y eso me entusiasmaba, al parecer tendría tres buenos meses de fiesta en casa de papá.

Había una pareja, Jamie y José. No dejaban de besarse y se estaba tornando algo incómodo. Luego estaba Fran que obviamente era gay, lo supe desde que entré porque me miró raro y no paraba de hacerlo. Había otras dos muchachas, Laura y Bianca, que eran las plásticas del grupo, así que obviamente eran guapas. Y otro muchacho: Rubén.

Karen les insistió a todos para que fueran a la pista de baile. Laura y Bianca fueron sin chistar porque dijeron que a eso iban. Rubén las siguió y José e Jamie se quedaron sentados en un sofá que se habían esforzado por apartar. Fui directo a la barra y compré una bebida. Tenía mucho tiempo sin tomar algo, así que pensé que lo mejor era ir un poco lento.

Karen fue a buscarme después de una canción para que los acompañara en la pista, pero no tenía muchas ganas de bailar así que me negué. Francamente ni siquiera me gustaba aunque lo hacía de vez en cuando. Me senté frente a la barra y miré a todas las personas de ahí. Había muchos muchachos muy guapos, pero se creían la gran mierda. No me atraía para nada esa clase de muchachos, y nunca había tenido una relación seria por lo mismo, aunque no tenía muchas ganas tampoco. No estaba muy seguro de cómo se lo iban a tomar papá y mamá cuando se enteraran que su único hijo les había salido maricón. Y es que yo sentía que no se me notaba para nada, pero Diego pensaba lo mismo, y yo lo noté el primer día de instituto.

Fran se sentó junto a mí en la barra y sonrió. Yo hice lo mismo, fingí estar mirando fijamente a una pareja, aunque sólo lo hacía para evitar una conversación con él. Ya me imaginaba lo que pretendía y no me apetecía. Seguí bebiendo y moviendo la cabeza al ritmo de la música para aparentar un poco. Cuando me levanté para ir al baño, me sorprendió que se levantara detrás de mí y caminara hasta donde yo iba.

Entré al baño y, por muy raro que pareciera, no había nadie adentro. Fran entró detrás de mí y cuando me giré hacia él se abalanzó y me besó.

— ¿Qué mierdas te pasa? — pregunté después de apartarlo.

—Lo siento — se ruborizó —, creí que eras gay.

—Lo soy, pero no me gustas, ¿qué te hace pensar que voy a querer tener algo contigo si te conocí hace una hora?

—Bueno, pensé que quizás — puso su mano derecha sobre mi entrepierna.

Lo miré a la cara y no paró. Siguió sobando mi polla y ésta fue correspondiendo al estímulo. Fran caminó hacia la puerta del bañó y puso seguro. Regresó, se arrodilló y comenzó a lamerme la polla por encima del pantalón. No sabía si era el alcohol o si simplemente quería aprovechar, pero no hice nada para impedirlo. Fran tenía las manos sobre mis pantorrillas y seguía lamiéndome por encima del pantalón.

Puso sus manos sobre mi cinturón y cuando quiso desabrocharlo la puerta del baño se movió. Incluso la golpearon varias veces, porque no era baño para una sola persona, así que Fran se apartó y yo me metí a uno de los servicios a esperar a que se me bajara la erección. No pasó mucho tiempo para que el baño se llenara de hombres con ganas de orinar, eran efectos secundarios del alcohol, pero al menos pude salir de ahí.

Me dispuse a buscar a Karen y salir de ahí. No quería que ella me acompañara, simplemente pensé que lo mejor era avisarle que ya me iba. No tenía ganas de fiesta, y no tenía ganas de aguantar a gays alocados. No me molestaban, pero yo era un poco más discreto que un baño de un antro.

— ¿Por qué te vas? — Preguntó José bebiendo directo de una botella de cerveza —, vamos  a irnos a nuestra propia fiesta en unos quince minutos, ¿no quieres venir?

—Se pone muy bien — dijo su novia, Jamie —, los papás de José no están en la ciudad y hemos comprado mucho alcohol. Ya nos contó Karen de tu —  puso su mano derecha sobre sus labios y fingió estar fumando. Miré a Karen y me sorprendí porque también tenía una botella en la mano.

Pensé entonces que quizás la había juzgado erróneamente. No era nada vainilla, sólo aparentaba serlo y eso era muy bueno en nuestra sociedad, porque a la gente no le importa realmente lo que eres sino lo que aparentas ser, y Karen jugaba con la mente de todos sin que se dieran cuenta.

Acepté la invitación de José, y después de un rato, otras tres personas se acercaron. Éramos, Karen, José, Jamie, Laura, Bianca, Rubén, Fran, yo y otros tres más. Tenían dos autos, y Karen me dijo que me fuera con José e Jamie. Yo asentí y los seguí. Supuse que Karen lo había hecho porque el otro auto era de Fran y no quería que me fuera con él, así que le agradecí internamente.

José iba conduciendo e Jamie iba de copiloto. En la parte de atrás íbamos, Rubén, otra chica que no sabía quién era pero luego se presentó como Shantel, y yo. Shantel era muy guapa, algo bajita, pero vestía muy bien y era muy bonita del rostro. Jamie tenía cara de ser una perra engreída pero cuando la tratabas era muy divertida. José era genial, lo cual era raro, porque no estaba acostumbrado a tratar con heterosexuales, y Rubén no hablaba mucho, pero parecía divertido también.

Shantel aseguró que Rubén actuaba así de serio sólo porque yo estaba ahí y era algo tímido con los nuevos. Intenté ser cortés con él, pero parecía que ambos nos esforzábamos demasiado, así que decidimos escuchar a los demás.

—A ver, René, Jamie y yo apostamos algo  — dijo José mirándome por el espejo. Asentí para que prosiguiera —, ¿Francisco ya intentó liarse contigo? — esbocé una sonrisa inconscientemente y los cuatro voltearon a verme.

— ¡Te lo dije! — dijo José.

Después de eso, todos comenzaron a hablar del historial de Fran. Al parecer ese chico se metía con quien fuese, y yo iba a ser uno más. No era feo, pero tampoco era guapo, era simplemente una persona normal, y ya. Rubén era atractivo, y José también, lástima que fuese heterosexual. Shantel ya estaba medio ebria, así que había mucha confianza entre ella y yo en ese momento.

Llegamos a casa de José, y nos dimos cuenta de que los otros ya habían llegado. En el otro auto iban Karen, Laura, Bianca, Fran y otros dos muchachos. La casa de José era muy grande y lujosa por fuera, y ni se diga por dentro, tenía una gran barra en la sala y José fue directo a ella. Shantel fue a poner música y Karen, Bianca y Laura comenzaron a bailar al instante. Había de todo tipo de alcohol y drogas. Incluso drogas que yo no conocía, y Manuel, que era uno de los otros chicos, tuvo que decirme cómo ingerirla. Aunque no me llamaban mucho la atención.

Fran seguía mirándome de vez en cuando, pero ahora más discreto. Laura fue a sentarse con  él y comenzaron a platicar de ropa o algo así entendí. Karen y Bianca hablaban de un tal Eduardo que les fascinaba. Shantel, José e Jamie fueron los que estuvieron preocupados para que yo me divirtiera. Shantel estaba muy ebria ya, Jamie no paraba de hacer bromas por su amiga.

— ¿Siempre se pone así? — pregunté alzando un poco la voz.

—Vomita como tres veces antes de quedarse dormida — contestó José.

—Eso no es cierto — dijo Shantel esforzándose para decir cada palabra —, ni siquiera estoy borracha. ¡Ven, amigo! Siéntate conmigo — se dirigía a mí. Me encantaba burlarme de los borrachos así que fui a sentarme con ella.

—Le doy un año más para que salga embarazada y no sepa de quién es — dijo el otro chico que tampoco me habían presentado, Xavier —, no sé cómo no ha salido embarazada.

—Soy borracha, no estúpida — dijo bebiendo de su vaso.

La fiesta siguió así casi toda la noche. José e Jamie se besaban cada que tenían tiempo. Shantel estaba cada vez más ebria. Rubén bebía pero lentamente en un sofá y parecía escuchar la música. Karen, Bianca y Laura ya habían dejado de bailar para ponerse sólo chismear, y los otros tres ya se habían desaparecido. Pensé que quizás se estaban drogando, pero José aseguró que Manuel y Xavier seguramente ya estaban ocupados con Fran.

Eso me sorprendió, porque según había entendido Manuel y Xavier eran heterosexuales. Incluso escuché que tenían novias, pero bueno, como decía mi profesor de comunicación, “mientras sea agujero, aunque sea de caballero.”.

Yo ya estaba muy mareado. Me levanté de la silla donde estaba y fui a buscar el baño. Entré a un cuarto por error y miré como Fran, Manuel y Xavier estaban metiéndose cocaína. Cerré la puerta y abrí otra. Entré al baño y lavé mi rostro.  Oriné rápido y luego salí de ahí, hasta el jardín. Me recosté en el césped y pensé en mamá, y en lo divertido que sería ver su reacción al darse cuenta de la clase fiesta en la que me encontraba.

Los papás de Shantel llegaron a casa de José buscando a su hija. Y después vi a Rubén e Jamie que estaban ayudando a Shantel para que llegara al auto. Pensé que quizás sus papás estarían furiosos, pero estaban haciendo bromas con Rubén, así que no estaban molestos. Jamie volvió a entrar a la casa después de despedirse de los papás de Shantel, y Rubén se quedó esperando hasta que se hubieran ido.

El auto desapareció de ahí, y Rubén se giró para entrar a la casa. Me miró y sonrió otra vez. Se encaminó hacia mí y se sentó sobre su suéter. No era un suéter muy grueso puesto que casi no hacía frío en ese lugar aunque en ese momento estaba algo fresco.

— ¿Hacen fiestas así todo el tiempo? — pregunté intentando comenzar una conversación.

—Sólo cuando los papás de José salen de la ciudad. Los papás de los demás casi siempre están en casa y no aceptan esta clase de fiestas.

—Los papás de Shantel no parecían molestos — esbocé una sonrisa.

—Bueno, la mamá de Shantel los abandonó a ella y a su padre cuando ella nació, y su papá intenta hacerla feliz de cualquier manera, y nunca la reprende por nada, por eso Shantel es la única de nosotros que hace las cosas sin temor alguno.

—Suena medio coherente — volví a recostarme, puse las manos debajo de mi cabeza —. ¿Y tú? No pareces encajar con los demás.

—Eso dicen todos, pero me la paso muy bien con ellos — estiró las piernas y puso sus manos en el suelo —. No creas que son así todo el tiempo.

—No lo digo sólo por eso — lo decía en serio y sin ninguna intención de ofenderlo —.  Es que, ninguno ahí dentro piensa lo que va a decir, simplemente lo dice. Todos están adentro drogándose y tú estás aquí platicando con un completo extraño.

—Suena medio coherente — dijo imitándome —. Supongo que cada grupo tiene a alguien que no encaja, como One Direction, tienen a ese chico rubio que nadie sabe su nombre. Así como las Destiny’s Child tienen a Michelle.

—No sé de qué estás hablando — admití con una risa burlesca.

— ¿No eres gay? — preguntó sorprendido y yo asentí dudando —. Nunca había conocido a un gay que no conociera a las Destiny’s Child.

—Bueno, como dicen, puedes pedir un deseo — Rubén era muy guapo.

Tenía el cabello castaño, tez clara aunque un poco bronceada por el sol, como era de esperarse de las personas que viven en la playa. Era alto, y tenía un buen cuerpo. Llevaba una camisa de mezclilla de botones y un pantalón negro ajustado. Llevaba unas botas parecidas a las mías y se lo comenté. Hizo bromas al respecto, puesto que en la playa nadie las usa, pero a él le encantaban.

Cuando hablaba sólo miraba su boca moverse, era muy bonita, y su dentadura parecía falsa. No me sorprendería que así fuera, los que vivían por esos lugares eran ricos y gastaban su dinero en estupideces como esas. Incluso papá le había dado dinero a mamá para que se operara su nariz.

Estuvimos platicando ahí en el jardín hasta cerca las cuatro de la mañana. Hasta que Karen nos dijo que entráramos o íbamos a morir de hipotermia. Debo decir que me sorprendía cómo reaccionaban al estar a 24 grados. Dónde yo vivía normalmente la temperatura llegaba a los 10 grados centígrados, para mí 24 grados ya eran de calor.

Rubén me ayudó a levantar, yo tenía más alcohol en mi cuerpo que él, así que su equilibrio estaba mejor. Caminamos adentro de la casa y miramos a José y a Jamie dormidos en un sillón. Jamie estaba recostada en las piernas de José. Laura y Bianca se habían ido a una habitación a dormir. Karen me preguntó si estaba bien que pasáramos la noche ahí y yo no tuve problema. Sólo que no sabía dónde dormiría. Karen se iría con Laura y Bianca y ya no habría espacio para mí.

—Yo siempre duermo en el cuarto del hermano de José — dijo Rubén —, francamente, su hermano tiene la mejor cama. Ven, conmigo — puso una mano sobre mi espalda y caminé junto a él.

Era muy diferente la manera en la que Rubén se dirigía a mí a la que se había dirigido Fran horas antes. Pasamos por la habitación dónde estaban Fran y los otros y Rubén abrió la puerta con cuidado. Xavier estaba dormido en el suelo y Manuel en la cama con Fran. Ambos nos reímos cuando nos dimos cuenta de que Fran estaba desnudo. Ya nos imaginábamos lo que había pasado.

En ese momento le agradecí al hombre que había entrado al baño cuando Fran intentó hacerme sexo oral. Pensé en cuán infectado podría estar ese chico y sentí nauseas. ¡Nauseas de verdad! De repente me dieron ganas de vomitar, cubrí mi boca y caminé directo al baño, ahora sí sabía dónde estaba.

Abrí la puerta lo más rápido que pude y vomité en la taza. Me daba mucho asco vomitar, pero no podía evitarlo, estaba muy mareado. Jalé la cadena y me dirigí al lavabo. Enjuagué mi boca con enjuague bucal, y miré que Rubén caminó hacia ahí con algo en la mano.

— ¿Te sientes bien? —  era una botella de agua lo que llevaba.

—Sí — me ofreció la botella de agua. Me enjuagué la boca otra vez y luego bebí un poco.

—Quizás deberías dormir de una vez — sugirió amablemente.

Me hizo señas para que lo acompañara y llegamos a la habitación del hermano de José. Encendió un ventilador solamente y comenzó a mover las colchas para acostarnos. Yo me quité la camisa que me había puesto encima y las botas. Rubén se sacó sus botas y la camisa. Sentí que mi polla iba a saltar del pantalón cuando miré su abdomen y sus pectorales. Dejó la ropa en el suelo y se acostó en la cama. Tomó su celular y empezó a mandar mensajes de texto a alguien.

No lo había notado, pero yo era el menor en esa fiesta. Todos eran universitarios, incluyendo a Rubén y a Karen. Aunque esas chicas, Bianca y Laura, parecían ser menores.

— ¿Te molesta la luz del celular? — me preguntó Rubén y yo negué con la cabeza. Me quedé con la playera y el pantalón y me acosté junto a Rubén.

—Buenas noches, Rubén — dije educadamente y después le di la espalda para poder dormir.

—Mañana habrá otra fiesta — dijo en voz baja —, ya verás cómo se pone tu hermana cuando estamos con los otros.

— ¿Otros? — volví a girarme hacia él.

—Sí, es que ellos son más extremos — dijo en tono burlón —. José, Jamie, y las otras apenas son principiantes. Los demás son ya expertos. Seguramente estarás vomitando a mitad de la fiesta.

— ¿Irán todos los que están aquí?

—Sí. Incluso irá Shantel — apagó su celular y lo puso en el buró —, ¿te molesta si me quito el pantalón? — me preguntaba en serio.

—No, no, está bien. Es demasiado ajustado como para dormir a gusto.

—De hecho — soltó una risita.

Ambos nos quitamos el pantalón al mismo tiempo, puesto que yo no lo había hecho porque no sabía cómo reaccionaría él. Cuando volvimos a acostarnos, nuestras piernas se rozaron y pude sentir como los vellos de su pierna rosaban con los míos y no pude evitar excitarme. Aunque no tardó mucho en moverse y darme la espalda una vez dormido.

Bueno, es el primer relato que escribo. No tiene casi eventos sexuales porque prefiero irlos desenvolviendo poco a poco para que conozcan a los personajes. Planeo hablar de ellos para que sean importantes en la trama, pero me encantaría saber qué opinan al respecto.

Gracias por tomarse su tiempo y leer mi relato.