Vacaciones de Semana Santa (2)

La sesión de sexo con Helena y Toni tuvo un nuevo capítulo de desmadre.

A la mañana siguiente yo fui el primero en despertarme, y cuando recordé lo que había pasado la noche anterior tuve como una resaca de sensaciones. No sabía, cuando estuviésemos los tres cara a cara, como íbamos a reaccionar. Yo por mi parte tenía una mezcla entre excitación, medio-arrepentimiento, miedo a las consecuencias… Aunque Helena y yo teníamos una vida sexual con muchos alicientes, nunca habíamos hecho eso. Pero en fin, había pasado.

Helena estaba boca arriba, con la cabeza apoyada en mi hombro. Estaba preciosa. No pude evitar acariciarle las tetas, y me di cuenta que aún se notaba la “lechada” de Toni. Era como cuando antes de que empezase a tomar la píldora me corría yo sobre ella: en su tripa, en sus tetas, en su culo. Así que conocía bien el tacto (solo que esta vez el semen no era mío).

Con mis toqueteos ella se fue despertando poco a poco, y me dijo: “como me gusta que me despiertes así, cariño”. Y me dio un beso de buenos días que me supo a gloria.

  • ¿Qué tal has dormido preciosa?

  • A las mil maravillas. Sobretodo después del fiestón de anoche –dijo sonriendo, por lo que deduje que, al menos por su parte no había arrepentimiento.

  • Claro, ¡pobrecita mía!, que tuvo que trabajar el doble –le dije mientras le cojía su culo con ambas manos y la atraía hacia mí.

  • ¡Vaya!, veo que te gusta recordarlo –esto lo dijo porque notó lo dura que tenía la polla.

  • Ya sabes que me levanto siempre así.

  • Sí, pero me he levantado unas cuantas veces a tu lado como para saber que está más dura de lo normal –dijo mientras me la cojía con una mano.

A todo esto me di cuenta de que Toni ya se había despertado y estaba atento a lo que hablábamos.

  • Buenos días –le dije.

  • Buenos días, pareja –dijo, desperezándose.

Entonces Helena miró la hora y dijo: “joder, ya son las 10 y media, estarán las duchas a tope. Me voy a dar prisa, que si no nos dan las tantas. Y con las mismas, salió del saco desnuda como estaba, sin importarle que Toni estuviese a dos palmos. Se vistió deprisa y salió pitando para los aseos.

  • Se te van a salir los ojos de las órbitas, Toni –le dije.

  • Perdona, macho, pero es que no puedo evitar admirar el pedazo de piva que tienes por novia.

  • Ya se nota, ya.

Nos quedamos un rato en silencio; entonces Toni habló.

-Oye, Javi, no sé si será mejor o no hablar sobre lo de anoche, pero si hice algo que te molestase, lo siento, de verdad.

  • Anda ya, tío. Somos ya mayorcitos, y no pasó nada que ninguno de los tres no quisiera que pasase.

  • Eso es verdad. Me alegro que te lo tomes así, porque no quisiera malos rollos entre nosotros.

  • Tranqui, Toni. Es normal, estando los tres en un sitio tan pequeño, y con Helena que estaba tan cachonda, es normal que pasase lo que pasó. Además, lo pasamos genial, ¿no?.

  • Pues mira, ya que lo dices, hace que no me excitaba tanto hace años, y las dos corridas que tuve fueron tremendas.

  • Ya te vi, ya (jajajajajajajajajajaja). Además lo he recordado cuando le he tocado esta mañana las tetas a Helena.

  • Por cierto, Javi, espero que no te moleste lo que te voy a decir, pero tiene unas peras deliciosas.

  • A mí me lo vas a decir, que es rozarlas y tener el aparato tieso (jajajajajajajajajaja).

  • Pues como yo ahora (jajajajajajajajajajajaja).

En eso que entró Helena, ya duchadita, y como siempre con una sonrisa en la boca.

  • ¿De qué os reíais, que se os oía desde afuera?

  • Nada cariño –le dije- estábamos hablando del buen par de tetas que tienes.

  • ¡Seréis cochinos! –dijo con sonrisa picarona ella.

Entonces, Toni salió del saco y cogió las cosas para irse a duchar. Claro, que salió en pelota picada, y con una erección tremenda. Helena se le quedó mirando con descaro a la polla.

  • Ya veo el efecto que tiene hablar de mis tetas (jajajajajajajajajajaja).

  • No le has quitado ojo de encima-le dije a Helena- Bueno, de debajo mejor dicho.

Entonces se puso seria:

  • Javi, ¿te molesta lo que está pasando?

  • Que no, cariño –le dije riéndome y dándole un buen morreo.

  • Es que una no es de piedra, y tener así de repente dos mozos bien buenos delante hace que me desmadre (jajajajajajajajaja).

  • Mientras no te guste más su polla que la mía.

  • De eso nada; como ésta –dijo agarrándomela- no hay otra.

  • Ya, pero bien que se la meneaste anoche, perra –dije yo, que ya me estaba poniendo cardíaco, pues me hacia un sube-baja riquísimo.

  • Y me encantó darle placer.

Yo quise meterle las manos por la camiseta para tocarle las tetas, pero no me dejó.

  • Quietecito, que me arrugas la ropa –dijo con cara maliciosa-. Tú quédate tumbado y disfruta.

¡Y vaya q si disfruté! Me hizo una paja riquísima que hizo que le rebosase la leche de sus manos.

  • Ummmmm. Qué poco me has durado, nene (jajajajajajajajajaja).

Cuando se estaba limpiando las manos con unos kleenex entró Toni, que sonrió y dijo: “creo que me he perdido algo muy interesante”.

  • Imaginaciones tuyas –dijo Helena con sonrisa maliciosa.

Ella y yo salimos de la tienda. Ella para lavarse las manos y yo para ducharme.

Por la mañana, como estaba nublado se jodieron los planes de ir a tumbarse a la playa, por lo que fuimos de visita a Alicante, donde comimos un arroz que estaba de muerte. Luego nos fuimos al camping a echarnos una siesta riquísima.

Nos despertó el ruido de la lluvia sobre la tienda. Total, que la playa tendría que seguir esperando.

  • Me parece que me voy a ir tan blanca como vine –dijo Helena.

  • No te preocupes cariño –dije yo- seguro que mañana sale un día estupendo.

Nos fuimos a la zonas comunes a jugar con las maquinitas y a ver la tele, pero tras unas cuantas cervezas decidimos volver a la tienda, pues aquello estaba insoportable de gente.

Cuando estábamos dentro Toni propuso jugar a las cartas y elegimos jugar al tute. Helena dijo que por qué no lo hacíamos más divertido y jugábamos al tute-prendas (se notaba que las cervezas hacían efecto). Toni y yo  pusimos cara de no entender, por lo que ella nos lo explicó:

  • Es fácil, nenes; el que pierda se tiene que quitar una prenda.

  • ¿Y cuando alguien se quede en pelotas? –dije yo riéndome.

  • Pues el que gane le pone una “penitencia” al que pierda –dijo ella.

Estuvimos de acuerdo. Estábamos vestidos los tres iguales: vaqueros y camiseta. Toni bromeando decía que no era justo, pues Helena llevaba una prenda más (el sujetador), pero ella dijo que fuésemos caballeros, que una señorita tiene que tener ventajas. Se lo concedimos y empezamos a jugar.

No quiero alargarlo, pero en un momento dado estábamos Toni y yo en calzoncillos y Helena con pantalón y  sujetador, a través del cual se le notaban unos pezones algo duritos. Yo me la notaba “morcillona”, pero Toni, que no dejaba de mirar a Helena, tenía una incipiente erección.

El siguiente en perder fui yo, por lo que me quedé totalmente desnudo y fue hacerlo y mi polla empezó a crecer poco a poco.

  • Buenas tardes señora –dijo Helena, mirándomela y haciendo como una reverencia.

Nos reímos los tres.

  • No sabía que jugabas tan bien, tía –dijo Toni- A este paso nos vamos a quedar con las ganas de verte algo más.

  • ¡Ah, se siente! –dijo ella.

Pero ella fue la siguiente y mirando para arriba con cara pensativa decía: “a ver, ¿pantalones o sujetador? ¿pantalones o sujetador?

  • Lo que quieras –dije yo- pero no nos hagas esperar.

-Bueno, pues entonces me quitaré el pantalón.

Y no lo hizo como Toni y yo, sino que se puso de rodillas y se lo quitó poco a poco, con movimientos sugerentes. Así que cuando terminó yo ya tenía la polla totalmente empalmada y los calzoncillos de Toni parecían otra tienda de campaña más del camping. Por aquel entonces aún no era muy normal usar tangas, pero las braguitas que llevaba eran muy pequeñitas, por lo que tapaban lo justo.

De nuevo perdió ella, y otra vez espectáculo: se puso de rodillas, mirándonos alternativamente a Toni y a mí. Se bajó con cuidado los dos tirantes y se puso sentada sobre sus talones mirándome a mí y dándole la espalda a Toni.

  • ¿Me lo desabrochas Toni? –dijo poniendo las manos sobre su cabeza.

Y Toni saltó como un resorte y en un segundo el sujetador ya estaba en el suelo. La vista que tenía ante mí era espectacular: ella con una postura muy sexy y apuntándome con ese par de tetas tan preciosas con unos pezones q estaban en todo su esplendor.

  • Venga sigamos jugando –dijo ella con toda la naturalidad del mundo.

  • De verdad Helena –dijo Toni- que ver unas tetas más bonitas que éstas es difícil.

Ella se levantó y, dándole un piquito en la boca le dijo “gracias encanto”.

Cuando hizo eso, yo me di cuenta de que otra “fiestecita” se preparaba y empecé anotar un cosquilleo en mi polla.

En la siguiente partida perdió Toni, por lo que le tocó quedarse en bolas. Se quitó los calzoncillos mirando fijamente a Helena que, por su parte no apartaba la mirada de la entrepierna de Toni.

  • ¡Buenas tardes a Vd. También señora! –le dijo ella como si hablase con su polla.

Toni tenía una erección de caballo e incluso me pareció ver que tenía unas “gotitas” en el capullo. El ambiente ya estaba más que caldeado.

Otra vez perdió Toni, y Helena ganó.

  • A ver que piense… -dijo ella-. Ya está: tienes que meneártela durante dos minutos.

  • Venga tía, ¡qué corte! –dijo Toni.

  • Las reglas son las reglas –dije yo- Total, ya te vimos anoche hacerlo.

Y se la cogió y cumplió con lo mandado por Helena (que por cierto casi ni pestañeó mientras le miraba).

El siguiente en perder fui yo, y quien ganó Toni, quien dijo:

  • A ver, quiero un poco de cine gratis. Javi cómele  durante dos minutos las tetas a Helena.

  • Encantado –dije yo.

-Esta penitencia me gusta –dijo Helena riendo- Vamos a hacerlo para que puedas verlo bien. Tú Javi, túmbate boca-abajo.

Hice como me pidió y a continuación ella se sentó a horcajadas sobre mí, inclinándose hasta que me puso las tetas en la boca. Yo me dediqué a ellas con manos, lengua, labios, dientes…

Toni se puso a escasos 20 cm,. y por la cara que ponía, satisfazimos su deseo de maravilla. Yo por mi parte estaba ya con unas ganas de follar tremendas, y todas mis dudas de la mañana se fueron al carajo.

  • Se acabó –dijo Toni.

  • No me seas cabrón, un poquito más –dije yo.

  • Cariño –me dijo Helena-, me estaba encantando, pero las reglas son para todos, y hay que ser legales.

Nos incorporamos y seguimos con el juego, y por fin le tocó perder de nuevo a Helena, por lo que se iba a quedar como su madre la trajo al mundo.

Ella de nuevo se puso de rodillas, entre Toni y yo, y nos dijo: “tirad para abajo cada uno de un lado”.

Cuando llegamos a sus rodillas ella se tumbó y alzó las piernas para arriba, separándolas un poco para que le quitásemos las bragas más fácilmente. Así que cuando terminamos, se le veía el coño perfectamente, y se veía que estaba mojadito.

  • ¿Y esto? –le dije mientras le pasaba la mano por su chocho.

  • Pues que no sois los únicos que estáis excitados, listillo –me dijo, quitándome la mano.

Toni estaba que no apartaba la mirada (no era para menos).

-Para que ésto sea justo –dijo Helena- ya que yo os veo perfectamente las pollas, voy a sentarme así para que me podáis ver –y diciendo esto se sentó al estilo “indio”, por lo que la vista era tremenda, ya que incluso (supongo que por lo excitada que estaba) tenía ligeramente abiertos los labios mayores.

Esta vez perdió Toni y ganó Helena. Lo que le mandó nos dejó a Toni y a mí mirándonos alucinados:

  • Para que haya justicia, esta vez serás tú quien disfrute de mis tetas, y tienes 5 minutos para que hagas con ellas lo que quieras.

  • ¡No vale! –dije yo, simulando enfado-, ¡yo sólo he tenido 2 minutos!

  • Ya cariño –replicó ella- pero tú mismo has dicho que querías más. Toni, como es más tiempo me voy a poner más cómoda.

Y se tumbó.” Menos mal que por lo menos tiene las piernas juntas” (pensé para mí).

Sin esperar más instrucciones Toni se puso encima de ella, pero con el culo levantado, procurando no tocarla con la polla. Y se puso a magrearle las tetas a Helena. Ésta le cogió el culo con las dos manos y lo atrajo hacia ella, por lo que pude ver claramente como rozaba su polla con el pubis de ella.

No daba abasto: se las estrujaba, le mordía los pezones, las lamía de arriba abajo, mientras ella tenía la cabeza ladeada hacia mí, con los ojos cerrados y con una cara señal de estar pasándolo en grande.

  • ¡Tiempo! –dije yo.

Cuando se levantó Toni, se veían como las tetas de mi chica estaban brillantes de tanta saliva y al bajar la vista en dirección a su chocho, vi que todo su vello púbico y parte de su tripa también estaban mojadas, seguramente por el líquido preseminal de Toni.

  • Oye, chicos –dijo Helena con la respiración agitada- vamos a acabar ya el juego.

  • Joder, tía no seas mala –dijo Toni.

Yo no dije nada, porque no sabía si era una treta de ella.

  • Mirad, hay dos motivos –nos dijo- Primero que tengo unas ganas locas de que Javi me la meta ya. Y segundo, que si seguimos, a lo mejor no sabemos parar y nos podemos arrepentir alguno.

No me esperaba ese arranque de sensatez de ella, pero a mí me encantó. No por que Toni se quedase fuera, sino porque tenía unas ganas tremendas de follármela ya.

Toni se quedó con la cara un poco seria y nos dijo “es verdad; me apetecería seguir, pero vosotros decidís”. Y se dio media vuelta.

  • ¡Eh, tú! –dijo Helena dirigiéndose a él- ¿Te crees que te vamos  a dejar así? – y mirándome a mí continuó- ¿a que no, cariño?

  • Lo que tú quieras, nena –le contesté- yo lo único que quiero ahora es meterla en caliente.

  • ¿Seguro? –nos dijo Toni.

  • Calla y ven- le respondió Helena cogíendole la mano y acercándole a nosotros.

Me dijo que me pusiese boca-arriba, y sin pensárselo dos veces se tiró encima de mí, y con una maestría espectacular me cogió la polla y se la metió hasta el fondo, empezando una cabalgada alucinante.

Sin dejar de saltar con mi polla dentro, atrajo a Toni hacia ella  y le dio un morreo de los que quitan el hipo. Toni, que se estaba haciendo una paja hacía rato, lo dejó por un momento y, sin dejar de comerle la boca, con una mano le empezó a sobar las tetas y con la otra el culo.

  • ¡Que ganas tenía de tocar este culito tan rico, Helena! –le dijo.

  • ¿Y te gusta? –le preguntó ella entre jadeos.

  • Lo tienes perfecto –contestó él.

-Toni -dijo ella-, cómeme las tetas como hiciste antes, que me encantó.

Y dicho y hecho, Toni empezó a comérselas, a babearlas, mientras la sobaba por todas partes. Ella le cogió la polla y empezó a pasarle el pulgar por el capullo, cosa que le enloqueció.

Yo que no perdía detalle de todo lo que pasaba no pude aguantar más y me corrí dentro de ella.

Fue un placer indescriptible.

  • Ufffff, Javi, como me encanta sentir tu leche dentro –dijo ella.

  • Perdona cariño que me haya corrido antes de que tú lo hagas- le dije-, pero te voy a compensar.

  • Espera cielo –me dijo mientras dejaba de lado por un momento a Toni.

Y sin sacar mi polla de su coño me susurró al oído: “no voy a follar con Toni, pero deja que acabe con él, creo que es justo”.

Y sin saber bien que se proponía le dije: “no te puedo negar nada, preciosa”.

Se sacó mi polla, toda embadurnada de sus jugos y mi semen, y poniéndose de frente a Toni le dijo:

“quedamos tú y yo, guapo. No quiero que me la metas, pero vamos a hacer algo que nos guste a los dos, ¿vale?”.

  • Lo que tú quieras, Helena –dijo él

  • Ven, entonces.

Y diciendo esto se puso de costado dándole la espalda, y le preguntó: ¿no has dicho que te gusta mi culito?

  • Gustar es poco –le contestó-, me vuelve loco.

  • Pues pon la polla entre mis dos cachetes  y restriégate hasta que te corras, nene. Pero no te olvides de mí y utiliza tus manos para magrearme las tetas y hacerme una paja, que yo también necesito correrme.

Toni se puso bien pegado a ella, le pasó las manos por delante y empezó a menearse como si se la estuviese follando, mientras que una mano daba buena cuenta de sus tetas y la otra se dedicaba a acariciarle el clítoris y meterle dos dedos.

La visión, lejos de molestarme, me volvió a excitar, y les dije: “¿puedo ayudar?”

  • Sí, cariño –dijo ella-, pero deja que Toni me masturbe.

  • Por supuesto, no le voy a quitar su cometido –le dije.

Y me puse a disfrutar de sus tetas cuando la mano de Toni me dejaba.

  • Toni –le dijo ella- deja que Javi me coma las tetas y tu emplea tus dos manos en darle placer a mi coño.

Y así se hizo. Yo me dediqué a ese par de peras que tanto me gustaban, sin importarme que se las hubiese babeado antes Toni, y éste , a juzgar por la cara de Helena, estaba haciendo un trabajo fino, fino. Ella por su parte se escupió en las manos y con una me hacía una paja deliciosa mientras que la otra me acariciaba los huevos.

  • Helena –le dijo Toni-, creo que no puedo aguantar más, me voy a correr ya.

  • Adelante, mi niño, embadúrname con tu leche, pero por lo que más quieras, no dejes de mover esos dedos como lo estás haciendo, que me está encantando, y a mí tampoco me falta mucho.

Toni se pegó aún más a ella y por los bufidos que dio me di cuenta de que estaba descargando su semen en el culo de Helena. Pero fiel a su palabra, no dejó de mover sus dedos, mientras le mordía el cuello, y poco después fue ella la que empezó a gritar y a convulsionarse, señal de que su orgasmo estaba siendo tremendo.

Yo no dejé de sobarle las tetas ni ella de meneármela, y así estuvimos un rato hasta que de nuevo me corrí, esta vez encima de su tripa. Entonces ella se puso encima de mí y nos empezamos a besar y a restregar el uno con el otro, dándome cuenta de la gran cantidad de leche que había descargado Toni.

Era curioso, pero yo, que siempre creí que me daría asco tocar el semen de otro tío, era la segunda vez que lo hacía en dos días.

Nos quedamos un rato así, sin decir palabra, disfrutando del relax que queda después de un buen orgasmo (dos en mi caso).

Luego, más tarde, salimos a cenar al pueblo de al lado y vimos que durante el tiempo que habíamos estado en la tienda el tiempo había mejorado, y se podía ver un cielo estrellado precioso, lo que indicaba que al día siguiente a lo mejor podíamos ir a la playa.

… Pero esa es otra historia, que si me animo y os apetece, os contaré en la última parte de este relato, que os puedo asegurar traspasa los límites de lo contado hasta ahora.