Vacaciones de relax
No hay como estar de vacaciones para gozar.
Estaba en ese hotel para descansar. Con mi portátil y mi e-book, no necesitaba nada más que un hotel al borde del mar, en una localidad tranquila.
Tenía diez días de disfrute de la soledad… y el aburrimiento. La ciudad costera era muy tranquila, demasiado. Apenas un par de restaurantes, tres o cuatro bares, un puticlub a la salida del pueblo, y ya está. Y mucho calor.
En la segunda noche, tras la enésima ducha para aliviar el calor, salí a la terraza a contemplar el mar y las estrellas, toalla a la cintura y vaso de mojito en mano. Tanto daba que hubiera ido desnudo, pensaba, pues no había más huéspedes en el hotel, ni gente en la playa a esas horas. Así que me la quité para sentir el frescor de la tenue brisa que venía del mar.
La música sonaba suave desde la habitación, las luces apagadas, excepto la del baño al fondo de la misma, todo hacía que el ambiente fuera relajante… y en eso se encendió la luz de la habitación de al lado y de su terraza. De reojo, sin querer moverme para no hacerme notar, vi una figura que se aproximaba a la baranda a, supuse, contemplar el mar como yo. Pareció no verme, ¡menos mal!. Cuando al rato desapareció del balcón, aguardé un poco, me agache a recoger la toalla tendida a mis pies, y me dispuse a entrar a la habitación. La curiosidad me impulso a espiar a mi vecino y me asomé por el lado externo de la mampara traslúcida que separaba ambas terrazas, así devolvía la visita a quien me había estado viendo el culo.
Allí, colgando ropa en el armario había un hombre robusto, con algo de barriguita y un pedazo de polla morcillona que oscilaba en sus idas y venidas de la maleta a las perchas y cajones. Su glande rollizo y sus gordos testículos se bamboleaban cuando se aupaba para enganchar las perchas, y yo me estaba hipnotizando con todo ese paquetón en movimiento.
Esa visión me había excitado de veras. Fui al baño y me lubriqué el ano con leche hidratante corporal, luego fui a coger el tubo de lubricante, que es grueso y faliforme, y que estaba bajo la mesilla de noche en una caja junto a mi gordo consolador. De camino hacia allí y cuando me agachaba para coger la caja, creí percibir una sombra en la terraza. ¿Y si fuera el vecino del pollón que me devolvía la visita a su vez?. Sin volverme cogí el tubo mientras me masajeaba ostensiblemente el ano. Por el rabillo del ojo vi, reflejado en uno de los espejos de la habitación, que efectivamente había alguien apenas asomado por la mampara, igual que yo había estado.
Me dispuse de tal manera que mi culo quedara medio en pompa en dirección a la terraza y comencé a introducirme lentamente el tubo por el culo. Debería ser un gran espectáculo para mi vecino. Metí y saqué varias veces el tubo con violencia por mi ano el improvisado falo y permanecí un rato, jadeando suavemente, con todo el abierto para que viera lo bien dilatado y trabajado que estaba. Luego me incorporé de la cama y, con absoluta normalidad, desaparecí camino del baño.
Como dejé que pasara un rato y salí con un albornoz. Ya nadie quedaba allí, naturalmente. Me hubiera gustado que se iniciara algún tipo de aventura morbosa con el vecino y que hubiéramos acabado follando, pero eso pertenecía al territorio de la fantasía, así que me calmé y me dispuse a ver la tele hasta la hora de la cena.
En el salón del restaurante no había nadie, como la noche anterior. Cené tranquilo y cuando terminé salí en dirección al pub del hotel con intención de tomar una infusión con hielo y leer un rato. En la puerta me crucé con el vecino, y nos saludamos con la manera formal de dos desconocidos, sin ningún indicio por ninguna de las dos partes de lo que habíamos visto el uno del otro.
Una vez sentado disfrutando del frescor de la bebida me puse a leer y, como siempre, se me fue el santo al cielo pasando un buen rato inmerso en la lectura, cuando una voz me sobresaltó:
-Disculpa que te moleste…- era, naturalmente, el vecino.
-No, para nada, dime…-le contesté con el corazón en la boca.
-Pues que parece que estamos solos en el salón y como no me gusta beber solo pensé en invitarte a una copa.- “¡Te cazé!” pensé. Mi cerebro, a mil por hora, iba desgranando un proyecto de plan estratégico para conseguir lo que deseaba.
-¡Uff! Te lo agradezco. Si quieres siéntate, pero no puedo aceptarte la copa… el alcohol me sienta… bueno me pongo tontorrón con un simple sorbo. Jajaja.
-Bueno, pero aquí no corres peligro y si te pones mal tu habitación está mano. Y no creo que una copa te ponga tan mal. Jejeje.
-Vale, vale, Pero ya te lo aviso así que no te sorprendas luego con mi …reacción. Todo sea que me tengas que llevar tu a la habitación…jajaja.
-¡Eso por descontado!- dijo con entusiasmo.
Me pedí un ron y el un whisky, ambos on-the-rocks. Yo, en mi cabeza, desarrollaba el plan a seguir para que esa polla me follara el culo esa noche. Se pasó el tiempo charlando. El, en un momento dado, dijo:
-Te noto ausente. ¿Estás bien?.
-Uf…perdona. Ya te avisé que el alcohol…- y le puse una mano en el muslo, apoyándome como si me mareara. Lo quité rápidamente.- Lo siento!
-Nada hombre. Si quieres te acompaño a la habitación.
-Si, por favor. No lo estoy pasando mal charlando- dije con un poco de trabazón en la lengua, no mucha- Pero creo que va a ir a más y prefiero darme una ducha. Me encuentro… raro. Es como si no tuviera voluntad. Jajaja. No suelo beber, discúlpame.
Pagó las copas y fuimos hacia el ascensor. Yo procuré hacer que no quería tropezar entre risas un par de veces, sin exagerar, hasta llegar a la puerta de mi habitación. Algo debería estar pasando por la mente del vecino, pues notaba su silencio, su mirada acerada, y su bulto en el pantalón. Abrí la puerta y me despedí un poco abruptamente, cerrando la puerta.
Me desnudé, ya dentro, tirando la ropa desordenadamente, y dando tiempo a que el llegara a su habitación. Y cuando vi su sombra en la terraza me tumbé lánguidamente en la cama boca abajo, y comencé a frotarme el ano con lubricante, haciendo que mis dedos entraran profundamente en el. Al cabo de un rato llamaron a la puerta. Dejé el lubricante ostensiblemente encima de la mesita de noche, me puse el albornoz, y abrí.
-Perdona, quería asegurarme que estabas bien.- mi vecino en albornoz y con dos botellitas del minibar- Y pensé que era mejor que no dejaras el puntito…
Yo, acalorado y con la respiración agitada, le dije sonriendo:
-Estoy bien, gracias. Con el puntito…- Me giré entrando y dejé que pasara. Me senté pesadamente en el borde de la cama, con la mirada en la moqueta, como perdida. Se sentó a mi lado, entre la mesita y yo, y me preguntó:
-¿Tienes vasos?
Aproveché para, desmañadamente, pasar por encima suya estirándome, y como no llegaba a los vasos bajo la mesilla, forcejeé frotándome sobre su polla dura bajo el albornoz.
-No llego…- dije.
El intentó estirarse también, los dos forcejeamos cómicamente, por llegar a los vaso, nos reímos y yo… “caí” al suelo entre sus piernas.
-¡Upps!- exclamé.
-¡Vaya!- dijo el intentando levantarse para ayudarme. Se le abrió el albornoz... y allí estaba. Frente a mi cabeceaba su pollón erecto y sus huevos colgones, balanceándose.
-¡Walaaa, que pedazo de polla!- dije “borrachito” haciéndome el sorprendido.
-¡Perdona!- dijo sin pedir perdón, con una botellita en cada mano y haciendo oscilar su cipote frente a mi nariz.
-Te perdono…- dije suavemente.- ¿Puedo tocarla?
-Puedes…
Se la cogí con mi mano acariciándola en toda su longitud, sopesándola, y amasándola. Acogí sus testículos masajeándolos. Sobé el paquete al completo por unos instantes, y le hice sentarse en el borde de la cama. Lo hizo dócilmente con un suspiro, y yo empecé a lamer su glande, enroscándolo con mi lengua y salivándolo abundantemente; con la derecha le pajeaba la polla con suavidad pero con firmeza, y con la izquierda sobaba y tiraba de sus pelotas.
No me cansaba de mamar esa polla. Casi no me cabía en la boca su capullo, y luego aun se ensanchaba más. Temía morderle o arañarle con los dientes. Pero ante este temor, el empujaba la cabeza para que tragara más, así que supuse que, o no le importaba, o que le gustaba, por lo que redoblé mis chupadas a fondo.
Su verga se endurecía a cada segundo de mamada más y más. Sus venas, gruesas y azules, parecían a punto de estallar. Yo tenía el ojete dilatadísimo y muy hambriento.
-¿Quieres que te folle el culo?- me preguntó sin dejar de empujar mi cabeza al vayven.
-Mmmffssiisffmm, síí!-contesté con la boca llena de polla- lo estoy deseando ya!.
Sacó el cipote de mi boca y me ayudo a levantarme del suelo, y suavemente me colocó con el culo en pompa en el borde de la cama.
-¡Dios, que culazo me voy a follar!- exclamó. Y comenzó a frotar su gordo capullo por mi lubricado ano. De vez en cuando paraba y me daba unos lengüetazos, sonoros y húmedos, en el ojete; luego volvía a frotar y golpear con su capullo…así hasta que ya no pude más y le grité:
-¡Cabrón! Méteme la polla de una vez en el culo y fóllamelo!- Mi ano chapoteaba de saliva y lubricante y pedía rabo con urgencia.
Entonces sentí su glande en la entrada de mi culo presionándolo y, sin esfuerzo, mi ano se abrió y se lo tragó de golpe, más un tercio de su rabo. La sensación de placer fue tan intensa que casi me corrí en ese instante.
-¡Ahhhmmm, dejala ahí un momento, por favor! Déjame saborearla.
-No pienso irme de aquí aun.-contestó.
Y así me tuvo, atrapado, durante unos instantes, sintiendo vibrar mi ano pidiéndole más, sintiendo mis esfínteres dilatándose por segundos y cerrándose convulsamente en torno a su polla que esperaba paciente a la entrada de mi culo para penetrarme hasta el fondo.
Fue sacando ese trozo hasta la punta de su capullo, despacio, esperó un segundo y volvió a meter un tercio de rabo. Así estuvo un rato. Mi semen pugnaba por salir, el orgasmo al borde de la explosión.
-¡Quieres un poco más?- preguntó.
-¡Sí!- jadeé.
-Pues pídelo. ¡Pídeme rabo, puta!- dijo, con un tercio de de polla en mi culo.
-¡Quiero más rabo, cabrón!¡La puta de mi culo quiere que te lo folles al completo y lo llenes de leche!¡Dámela toda!- dije sin aliento, expectante y excitadísimo: nadie me había llamado puta nunca.
No se hizo esperar, de un golpe de caderas me metió todo dentro de mi ansioso culo, esperó un par de segundos y me lo sacó todo también de golpe, y me lo volvió a meter entero. Pausada y rítmicamente y sin parar me fue follando por el culo de esta manera. Notaba sus huevos rozar los míos cuando su pubis hacía tope en mis nalgas y sus manos ora en ellas, ora en mis caderas. Me follaba con un delicioso compás.
-¿Te gusta puta? ¿Te gusta cómo te doy por el culo?- Preguntó.
-¡Ahhmmm!.- alcancé a contestar. Me había pegado la cara contra el colchón, el culo con el ano bien dispuesto a recibirle en esa posición y sus embestidas empezaban a ser más fuertes y frecuentes. Mi mano derecha acariciaba sus huevos cuando se ponían a mi alcance en sus idas y venidas. Me fue empujando con fuerza follándome hasta que quedé totalmente boca abajo, la piernas separadas y extendidas y el encima de mí dominándome con su peso y su polla hinchada, descomunal, entrando y saliendo.
Acrecentó sus arremetidas, follándome más y más fuerte, hasta que con un rugido soltó un chorretón de leche espesa y caliente por todo mi recto en dos o tres chiquetazos. Yo aproveché para correrme violentamente sobre el colchón, apretando mi ano sobre su verga, como queriendo exprimir un poco más su leche.
Se quedó encima de mi espalda, desmadejados, los dos gozando de ese momento. Su polla sólo aflojó un poco su dureza e hinchazón, pero seguía consistente dentro de mí y la sentía palpitar. Se fue deslizando a mi costado y su movimiento tiró de su cipote que fue saliendo de mi culo y su glande, al salir, sonó con un acuoso “plop”.
Al cabo, me volví hacia el y miré su entrepierna. Me fui acercando, acariciando su vientre, hasta sujetar su rabo con mi mano nuevamente. Se la fui pajeando suavemente. Mi mano abarcaba justo su circunferencia ahora que estaba semiflaccida. Acerqué mi boca a su glande y comencé a mamarlo, todo el metido en mi boca, mientras seguía con la paja acompañada de unos buenos sobetones a sus huevos.
Chupaba sonoramente, degustando el ácido sabor de su leche derramada y extendida por toda su polla, y notaba de nuevo el alzarse de su vigor. Poco después su capullo no me cabía, de nuevo, en la boca y la circunferencia de su tronco ya excedía mi mano.
Le di unas chupadas más y, satisfecho, me puse en cuclillas encima de su rabo, separé mis nalgas y comencé a rozarme con su polla desde sus pelotas hasta su capullo, subiendo y bajando. Cuando noté en una de las pasadas su cabezón en mi ojete, me lo clavé un golpe, aprovechando la facilidad con que mi esfínter se dilataba en su presencia. Empecé a subir y bajar lentamente, pero totalmente, sintiendo sus huevos golpear mis nalgas con el empujón final que el aprovechaba para darme. Subía entonces hasta notar que su capullo pugnaba por salirse, pero en vez de dejarlo, me lo clavaba entero de nuevo.
El manoseaba mis testículos, me pajeaba, y no tardé en sentir que me corría. Aceleré el movimiento, enculándome, tragando todo su rabo, hasta que apretando los esfínteres, solté un chorretón de semen en su pecho y agarré sus huevos, gritando de placer.
Las vacaciones de relax recién acababan de empezar.