Vacaciones de película (2)

Sin aguantar más lo que se estaba convirtiendo por necesidad, en suplicio para ambos, me dispuse a atender a Vivianita como bien se merecía y se había ganado; y a punto de hacer contacto, siendo que mi único afán era penetrarla de una buena vez hasta lo más profundo, escuchamos ambos aquel grito que nos dejó…. Helados.

VACACIONES DE PELÍCULA DOS

. Sin aguantar más lo que se estaba convirtiendo por necesidad, en suplicio para ambos, me dispuse a atender a Vivianita como bien se merecía y se había ganado; y a punto de hacer contacto, siendo que mi único afán era penetrarla de una buena vez hasta lo más profundo, escuchamos ambos aquel grito que nos dejó…. Helados.

Era la voz inconfundible de Brigitte.

"MIERDA", alcancé a balbucear, mientras me quitaba lo más rápido que pude de encima de Viviana; dando tumbos y mirando para todos los lados.

Sintiéndome descubierto y por primera vez… desnudo.

Por supuesto que aquella erección, la más grande que en mi vida había logrado, se vino abajo en tan sólo pocos segundos; tanto, que mi pene casi desapareció por completo intentando esconderse entre mis abundantes vellos.

Vivianita palideció en un instante y el rostro de placer que traía, cambió por uno completamente aterrorizado. Tapándose instintivamente su cara, como para no ver más nada y sentándose en la arena a la manera india, comenzó a sollozar y a temblar de la pura vergüenza.

Al fin, cuando vi acercarse la silueta esbelta y completamente desnuda de Brigitte, lo único que atine a decir fue:

"Cómo se te ocurre interrumpirnos así, precisamente en estos momentos y pegarnos semejante susto… JODER".

Por supuesto que el susto se me convirtió en inmensa rabia y de sólo pensar en la tremenda oportunidad que aquel grito nos hizo perder, creyendo que ya no podría consumar lo que en esta vida más deseaba, comencé a vociferar y a maldecir en mil idiomas; y sin pensarlo, estuve a punto de insultarla.

Vivianita reaccionó levantándose de la arena, tapándose aún el rostro sin querer cruzar su mirada con la de ella y no pudo contenerse, llorando a cantaros, como si en otras épocas hubiera roto la más hermosa y valiosa porcelana de la casa.

"Mira como la has puesto, ¿Qué, no te da vergüenza presentarte aquí de esta manera? – Grité bastante alterado.-

Brigitte se apresuró a abrazarnos a ambos, estrechándonos a sus divinos senos, como cuando éramos pequeños, al tiempo, que se esforzó en tranquilizarnos y remediar en algo el daño que nos había causado.

"Shhhh,Shhhh,Shhh, tranquilos mis niños", -dijo- intentando consolar a Viviana, quien con aque abrazo se descargó por completo, lloriqueando hasta que se le acabaron las lagrimas.

Brigitte insistió:

"No se asusten, ya todo pasó…Sshhshhshs, shhsh, perdónenme la forma poco elegante en que los interrumpí, no hay nada de lo que tengan que avergonzarse".- puntualizo-.

Poco a poco, con su cariño y comprensión absoluta, nos fuimos tranquilizando, y Viviana, intentando recomponer el aire, sollozante y a la vez riendo nerviosa se aferró a ella, recostando su cabeza en su seno derecho mientras que yo hacía idéntico con el izquierdo. Brigitte por su parte, nos apretaba a ambos contra sus enormes pechos.

Así permanecimos los tres durante algunos minutos, hasta recuperar nuestro color y talante, después del tremendo susto por causa del cual nuestros corazones se aceleraron al cual más, y comenzamos a relajarnos mientras que escuchábamos de su boca las razones que tuvo para detenernos de manera tan abrupta.

"Mis niños, que pena me da haberlos interrumpido de esta manera, pero entendiendo y sabiendo que ambos estaban a punto de entregar su bien más preciado, no tuve alternativa distinta que detenerlos para enseñarles a disfrutar al máximo este histórico y singular momento, sacándole el mejor provecho a esta irrepetible experiencia que, sin duda alguna, cambiará para siempre el curso de nuestra existencia.

Aún recostados nuestros rostros a sus hermosas tetas, semejantes a un par de montañas gemelas, coronadas por un par de abultados pezones de tamaño mediano que se ofrecían como chupos dispuestos que muy pocas personas, hombres o mujeres, de manera razonable se negarían a chuparlos, Viviana y yo no podíamos creer lo que estábamos escuchando.

Lejos de parecerle "negativo" o "malo", lo que experimentábamos, la razón de aquella interrupción súbita, era con el ánimo de enseñarnos algo de suma importancia, para que nuestra primera experiencia sexual mutua, fuera apoteósica y aprovechada al máximo.

Como les había dicho, Brigitte era una espectacular modelo de revistas y pasarela de treinta y seis años, con una figura despampanante. Idéntica a Vivianita en belleza pero con la diferencia, que en ella todo era más grande, gigantesco, si se quiere, mucho más alta, aunque magníficamente proporcionada.

De nariz grande, recta y fileña, labios carnosos, simétricos y finamente delineados, cejas pobladas color negro azabache, al igual que su cabello largo que le llegaba hasta sus hombros; de grandes ojos azules claros, casi grises, despiertos y profundos.

Su bello rostro enmarcado por su cabello liso y peinado de medio lado; de frente amplia, culminaba en un mentón fuerte, rasgo propio de su personalidad avasallante. Cuello largo, como de cisne, pero igualmente grueso y fuerte.

Sabiendo entonces a Brigitte, dispuesta a enseñarnos y hacer lo que fuera, para mejorar aún más la forma como Vivianita y yo podíamos entregarnos mutuamente por primera vez en nuestras vidas, comencé a caer en la cuenta de que aquellos enormes pechos tan perfectamente redondos, a la vez fuertes y tiernos, se encontraban tan sólo a pocos milímetros de… nosotros.

Nada que ver con el frío papel por el cual pasaba una y otra vez mi lengua húmeda, imaginándome sentirlos al momento, de que observando sus fotos, junto con mi querida "Manuela" azotando a mi "Oskar orgulloso, soñaba con introducirlos en mi boca.

Estos eran verdaderos, temblorosos, calientes y estaban a mi alcance para hacer con ellos lo que a mí se me antojase, así que para sorpresa de Viviana, sin pensarlo dos veces comencé a chupar el pezón que me correspondió en suerte, reaccionando este, poniéndose como piel de gallina mucho más parado y duro.

Brigitte correspondió en el acto, atrasando hombros y arqueando espalda, adelantando sus enormes pechos de esta manera, ofreciéndolos como trofeo, buscando también con el derecho, la boca de Vivianita. Ella siguió como por instinto mi ejemplo y ambos nos encontramos sin meditarlo, mamando cada uno aquellos monumentos.

De inmediato recordé las palabras que me había expresado hacía tan sólo unas pocas horas, cuando me encontró "in fraganti" masturbándome viendo las deliciosas e inspiradoras fotos:

"Como es de hermosa Brigitte, ¿No es verdad Federico?" "Con razón te la pone tan grande y linda."

Y entonces comencé a sentir como mi verga empezaba, en pulsaciones lentas, a levantarse y a recobrar su rigidez matutina.

Después supe que a Vivianita, aquella revista la ponía todita mojadita e igual de cachonda que a mí. Y que mil veces, había hecho con sus diez dedos y los consoladores de Brigitte, lo que yo hacía con mi "Manuelita", al ver las fotos pornográficas de semejante mamasota.

Entre lamidas y chupadas no pudimos abstenernos, Vivianita y yo de entrelazar indistintamente, bocas y lenguas, sabiendo por su respiración, cada vez más rápida y entrecortada que Brigitte ahora se encontraba más excitada… que nunca.

La escena empezó siendo tierna, como una madre alimentando a sus dos criaturas, pero de un momento a otro, en razón a la calentura, se convirtió en pasión pura que derribó para siempre barreras y ataduras.

Entregándonos mutuamente a nuestra nueva y bienvenida compañera de aventuras eróticas, que además sería nuestra maestra y profesora, engranamos en una confianza bárbara que por acción de los sentidos, a los tres nos hizo olvidar desde ese momento y hacía el futuro, quiénes éramos, para convertirnos en algo nuevo; más allá que amigos o amantes, cómplices secretos, conspiradores… alumnos y maestros.

Por mi madre juro que entonces las cosas para los tres, se salieron de madre, haciendo que todos nuestros movimientos fueran espontáneos e instintivos debido a la más descarnada entrega de nuestros cuerpos y hormonas a la más absoluta concupiscencia.

Entre los gemidos, ruidos y jadeos producidos por aquel enorme placer que provenía de las gargantas de aquellas dos hembras y la mía, cuyo volumen parecía amplificado por la enorme y silenciosa soledad de aquella playa… de la pura sabrosura, comenzaron a zumbarme los oídos.

De aquellos inusitados momentos, recuerdo las imágenes, como si se tratara de fotos instantáneas proyectadas una a una, o las que se producen en las minitecas y fiestas caseras con luces blancas intermitentes como flashes que dan la sensación de que todo sucede en cámara… lenta.

Imágenes que vienen aún a mi memoria, de bocas, manos, labios, lenguas, orejas perfectas… Cabellos, pelos, vaginas húmedas, nalgas, culos, penes y clítoris, que aparecían entrelazándose, apoyándose, frotándose, golpeándose sin penetrarse, con furia, en eternos y prolongados movimientos lentos y rápidos, hasta que saliendo del mareo que producía en los tres semejante enajenación mental colectiva, dispuesta a saciar nuestras más profundas curiosidades con las mieles del libertinaje, Brigitte se detuvo en seco y más que un consejo nos dio la siguiente orden:

"Despacio preciosos; despacio, que no debemos dejarnos llevar por el enloquecedor encanto de dar riendas sueltas a todos y cada uno de nuestros deseos más recónditos."

"Para todo hay tiempo… y precisamente por eso es que los detuve hace algunos instantes. El Hidroavión demora ocho días en regresar a la isla para recogernos y volver a la urbe, así que hagamos las cosas como se debe, sin quemar todos los cartuchos en la primera cita…" "O… en la primera…Noche".

"Han de saber ustedes, - continuó - que el placer compartido en tríos, es tan sabroso y delicioso, tal cual lo hemos disfrutando hasta el momento de manera espontánea, dejándonos llevar únicamente por el instinto y las ganas. Pero por experiencia propia, no me cabe duda,…. ninguna duda - reafirmó - que será muchísimo mejor… si encausamos todas nuestras hormonas y testosteronas en una sola dirección."

"Ordenadamente y… por turnos".

"Así pues, que como ya los pille cuando Viviana te hacía una mamada de antología, ahora mi propuesta es, que juguemos al DOS CONTRA UNO, por turnos. Y que sea ella la primera en conocer, las mieles del placer, que produce este dulce experimento."

Vivianita y yo nos dejamos llevar por la voz de la experiencia, y así empezamos este juego triangular que para mí ha sido de los mejores, que ser humano alguno, haya inventado a través de todos los tiempos.

Brigitte sabía sin lugar a dudas lo que estaba diciendo; teniendo en cuenta el tiempo que nos quedaba de enseñanza, prefirió poner orden y encausar la pasión que estaba en juego. El juego que proponía, consistía, en que dos, amorosa y dedicadamente, ponían toda su atención y esmero en complacer al tercero; - "la víctima" - quien tan solo debía, cerrar sus ojos, relajarse y disfrutar lo que aquellos compinches le iban muy entusiasmados a hacer y regalar, indicándoles lo que más le proporcionaba placer y le exitaba, para luego… intercambiar de lugar.

Por decisión unánime, decidimos Brigitte y yo que nuestra primera jugada sería, en contra de… Viviana.

Vivianita, encantada de ser la elegida, se puso irremediablemente coqueta y repitiendo la escena en que habíamos ella y yo inicialmente quedado, recostó su metro setenta y cinco de estatura sobre nalgas, espalda y codos, en la arena blanca; cerrando sus enormes ojos color esmeralda, abriendo, dócil y completamente… sus piernas.

La invitación no requería confirmación, ahora dos éramos los invitados de gala; los protagonistas de la próxima función, así que ambos, le caímos cada uno, por cada lado.

La meta… pasar nuestras bocas y manos por toda su blanquísima figura, sin dejar de husmear por cada rincón, sin dejar de meter nuestras lenguas y dedos en cada resquicio de su cuerpo.

Mientras que Brigitte acercó su boca al oído izquierdo, humedeciéndolo y diciéndole secretos que por los rostros que hacía, parecían ponerla cada vez más cachonda y arrozuda, inevitablemente, destine la mía a la espectacular alcancía que se me estaba ofreciendo y que no podía ya dejar pasar un minuto, sin probar, a qué… sabía.

Sabiéndome entre sus piernas, Vivianita comenzó a masajearse los labios exteriores suavemente, deslizando su dedo anular por el medio, dejándome ver por primera vez, aquello que escondía y que hasta ese momento, muy bien guardado traía.

A continuación por orden expresa de nuestra maestra, con ambas manos abrió por completo los labios externos, emergiendo de ellos, unos pliegues cerrados y perfectos, semejantes a botones de rosas que ayudados por sus dedos ante mí, se abrían dejándome ver una cavidad carnosa, húmeda, rosada y profunda.

"COÑO…"

Atine a decir, mientras que mis picaronas damas se echaron a reír en cómplice carcajada.

Fue entonces cuando Brigitte, comenzó a hacerle a mi Vivianita una PAJA, que jamás olvidaremos ninguno de los tres.

Sabiendo exactamente lo que estaban haciendo, sus expertos dedos recorrieron la conchita de arriba abajo, de lado a lado, y se perdieron completamente en el interior llegando hasta lo más profundo, a un ritmo atropellado y pausado; enloquecedor y descuidado que la hizo gemir y buscar afanosamente con su boca los labios de su atacante, entrelazándose ambas hembras en un profundo, calido y apasionadísimo beso que duro todo el tiempo que demoro la búsqueda del primer gran orgasmo que le produjo en vivo y en directo.

Y yo observando y escuchando, absorto y atónito, aquel espectáculo con mi rostro tan sólo a diez centímetros de este coñito rosadito y perfecto que ahora se encontraba absolutamente empapado, permitiendo la entrada y salida rápida y continua de los dedos de nuestra divina compañera de faena que se movían, como los de quien teclea un piano o una maquina de escribir, no pude aguantar tanto, y en el mismo instante en que Vivianita pegaba un prolongado grito que le salía de las entrañas y que quedó retumbando en el ambiente, apartando la mano de Brigitte, hundí mi boca en aquella deliciosa y apretada… cosita.

Mi lengua entró por esa rajita apartando pliegues, metiéndose al menos diez y siete centímetros dentro. Al sacarla, absorbí aquellos jugos juveniles y salados tragándolos con mucha pasión y ganas; me supieron a mar, a luna llena, arena y estrellas.

Con el contacto de mi lengua adentro, Viviana se contorneo en un movimiento reflejo apretando todos los músculos de nalgas, abdomen y espalda, al tiempo que temblaba todo su cuerpo de manera incontrolada.

Los siguientes cinco orgasmos continuos y seguidos, los producimos en serie Brigitte y yo, quien no dudo en bajar a probar y a enseñarme, cómo se debe chupar la fruta jugosa, virginal y sabrosa que no tiene comparación alguna en este mundo… con ninguna otra cosa.

Brigitte no dejó escapar aquel instante sin que Vivianita experimentara lo que se siente meterse un dedo largo y huesudo muy adentro del culo, que embadurnado por sus jugos naturales, no ofreció resistencia alguna, diciéndonos una de esas frases celebres que se quedaron en nuestra memoria:

Muchachos, siempre recuerden esa máxima griega que dice que: "En caso de guerra, todo hueco es trinchera"

Vivianita, al sentirse ensartada y chupada al mismo tiempo por un bondadoso dedo y dos bocas dispuestas, aullaba de la dicha mientras que yo ya no podía aguantar más las ganas de meterles mi verga a ambas hembras, pues hacía rato que había recobrado su inicial dureza.

Brigitte comprendió al instante que yo no podría esperar más, pero cuidando que no me le metiera a Vivianita, con el ánimo de prolongar por algunos días más, aquella virginidad y la mía, se subió encima de ella poniendo sus rodillas sobre la arena; en posición de cuatro, ofreciéndome la vista de su divino culo y de su abultado clítoris.

"Mi madre". Fue lo único que pude decir. Aquello era descomunal.

La visión entonces no podía ser mejor, mi cabeza comenzaba a darme vueltas embriagada de placer y ganas. Las dos hembras más hermosas y espectaculares que yo había visto en toda mi vida, se encontraban desnudas una encima de la otra tan solo a veinte centímetros de mi verga enhiesta, palpitante y temblorosa, esperando ansiosas, que yo se las metiera por aquel par de coños empapados y dispuestos que me invitaban desesperadamente a penetrarlos.

Brigitte no tenía ni un ápice de grasa ya que debido a su trabajo pasaba horas enteras, aferrada a las máquinas de ejercicios. Toda torneada, de enorme caderas delimitadas adelante por dos enormes huesos que servían como el marco perfecto a un velludo y enorme triangulo de Venus de color negro, que finalizaba en su abultada vulva, cuyos labios, no podían ocultar un clítoris largo y grueso como la cresta de un gallo, del mismo color asoleado del resto de su cuerpo.

De allí salían para recorrer el transito hasta el piso, un par de enormes muslos, que terminaban en sus musculosas pantorrillas y tobillos gruesos, para posarse en sus pies enormes, necesarios para sostener en pie, aquel monumento de mujer que bien hubiera querido Rafael tener de modelo para hacerle una estatua de diosa.

Al mirar el coño de mi maestra, en forma de abultado ojal, pensé que le cabría sin lugar a dudas, y sin esfuerzo alguno, mi mano entera; no me equivoqué y estaba a punto de comprobarlo. Ella me observaba en su posición de cuatro, con una mirada fija y anhelante que me hizo erizar, pues sus ojos grises parecían dos lunas llenas brillantes y su boca entreabierta parecía decirme afanosa:

" Follame de una buena vez hijo de puta, desgraciado, que me estas matando de tanto esperarte".

Al ver el redondo culo, su ojete completamente empapado, sus jugos naturales brillantes chorreando entre sus piernas, su espalda musculosa arqueada como una gata, sus ojos deseosos, esperando ya a que por cualquier parte le entrara, no pude aguantarme las ganas de probar con mi boca el sabor de semejante… cosota.

Metí mi lengua de una, por su apretado culo y a la vez mi mano derecha completa, en posición de flecha, dentro de su carnosa vulva desapareciendo adentro sin ninguna clase de impedimento hasta el antebrazo.

"Joder", gritó, mientras que Vivianita sin quedarse quieta, se aferró a sus tetas dándole una mamada desesperada dispuesta a sacarle leche, lo cual logró. Al sentir mi mano empapada dentro de aquel túnel, comencé a meterla y sacarla con insólita rapidez haciendo que Brigitte gimiera y gritara a más no poder.

Pero mi verga que no aguantaba más quedarse afuera, pidió de inmediato pista y de inmediato, se la enterré toda hasta el final del túnel, aferrándome a sus caderas, como con ganas de fundirme con ella e impedir que de mí se retirara.

MMMuuuuuf, ahhhhh, - jadeo y gimió, al sentirla adentro toda- diciéndome aceleradamente :

Fóllame hijo de la gran Zorra. Fóllame, si, así… Así, hijo de puta… métemela hasta lo mas profundo de mis entrañas…. así, ahhhh, desmadejándose a cada envión como si hubiera perdido las fuerzas en sus piernas, cayendo y recostando su torso encima de las tetas de Viviana a quien besaba apasionadamente cada vez con más ganas.

Y yo que creía que mi verga no era tan gruesa como para hacer contacto con sus labios vaginales, no pude ocultar mi sorpresa y dicha, al comprobar que mi maestra, experta en todo tipo de artes sexuales, apretaba su coño, controlando y dominando sus músculos interiores, atrapándome y ordeñándome, como si de un momento a otro, se hubiera convertido su enorme vagina en la apretadita cosita de una virgencita.

Como ella deseaba a toda costa que mi virginidad la perdiera dentro de la rajita de Vivianita, haciendo gala de todos sus recursos y experiencias, a cada envión, permitía que mi verga entrase relajando sus músculos, para una vez adentro atraparla, sin soltarla, como aprisionándola y dejándola muy suavemente que se deslizara hacia fuera.

Haciendo uso de su posición de maestra y profesora, ya que su intervención en estos menesteres era con el ánimo de convertir en expertos, a dos principiantes vírgenes inexpertos, con su voz candorosa, le explicó a Viviana:

"Mira bien Vivianita, la manera como una buena hembra debe atender a un macho, haciéndolo enloquecer… de la pura dicha".

Y ordenando entonces, cambio de posición con el ánimo de que su alumna pudiera conocer y aprenderse muy bien la lección, me pidió que me acostara boca arriba sobre la arena.

De inmediato se dispuso encima para cabalgarme y sabiendo que mi calentura no demoraría demasiado en explotar como si se tratara de un volcán, le dijo a Vivianita que se colocara muy cerca de mis huevos y de su tremendo culo para que tuviera la mejor vista de aquel espectacular acoplamiento convertido en un arte que sin duda alguna ella perfectamente dominaba.

Antes de desaparecer mi verga enhiesta adentro, me pidió que respirara profundamente, diciéndome que ese era precisamente el gran secreto para que un hombre, regulando su respiración, pudiera detener una venida apresurada.

Así lo hice, cosa que me sirvió para posponer por unos pocos minutos aquella inmensa derramada que les tenía reservada a mis dos amores desde la mañana.

Vivianita, como si fuera la más atenta y aplicada de las discípulas, no perdió detalle alguno del suceso, viendo como nuestra maestra y profesora en un movimiento de una lentitud desesperante, relajaba su coño de tal manera que al introducirse mi pene, no tocara sus paredes hasta encontrarse este, ya completamente perdido en sus profundidades. Momento en que mi "OSKAR" chocaba contra sus entrañas y que ella aprovechaba para apretarlo y hacer un enloquecedor movimiento circular de caderas, como dándole la bienvenida a su inquilino de turno, para luego…. en la más descarada lentitud, apretarlo nuevamente, asiéndolo por todos los lados, exprimiéndolo, subiendo muy despacio y utilizando esta técnica hasta que volvía a aparecer afuera la temblorosa cabeza, para la lujuriosa entretención de Viviana que aprovechaba tal salida para recorrer con su lengua el poste empapado de los divinos jugos vaginales de nuestra experta maestra, mientras que al ritmo inaudito de sus afanosas ganas, se pegaba una masturbada… violenta .

Este movimiento de cinturas, nalgas y caderas lo repitió una y otra vez, rítmica y detalladamente llevándonos hasta el delirio, agregando a lo dicho con voz pausada:

"Deben saber hijos míos que una señora de sociedad, fina, elegante y culta… bien educada y entrenada en las artes del placer, debe ser en la calle una Dama y en la cama una…Puta."

Era la primera vez en la vida que mi "OSKAR" probaba semejante dicha, y Vivianita, que tomaba atenta nota, no tardaría en poner en práctica las enseñanzas aprendidas esa noche, para toda su vida. Pero yo ya no aguantaba, ni siquiera con los ejercicios de respiración a los que Brigitte hacía alusión; y entonces sentí que estaba a punto de explotar.

Nada que ver con ser buen polvo y quedarles bien; en ese momento de placer, definitivamente mi "OSKAR" no podía aguantar más.

Brigitte lo entendió perfectamente, y mentalizándose para agilizar su venida, utilizando el infinito poder de su mente, obtuvo su grandioso orgasmo, antes que yo lograra el mío. Apretando los dientes y descargando con su mirada puesta en el firmamento, un grito silencioso y prolongado que apenas dejo salir de lo más profundo, al mismo tiempo en que Viviana no aguanto el suyo, gritando con tantas fuerzas, que no pude evitar más la erupción y estallido de aquel volcán cuyo contenido recibieron ambas hembras, anticipándose en ágil brinco para no perderse todo lo que desde aquella mañana llevaba en mi interior acumulándose.

¡Aaaahhhhh¡…..

Alcancé a gritar, mientras que las voluntariosas hembras se repartían la leche condensada, espesa y blancuzca. Hubo más que suficiente para ambas tragonas, pero nuestra maestra le cedió el derecho a su primeriza discípula de tragarse completos el segundo y el tercer chorro caliente de semen que salía a empeñones y borbotones sin poderse contener.

Brigitte, tomando con su mano derecha mi miembro ya vaciado, lo escurrió suavemente sobre su lengua hasta la última gota, diciéndole a Viviana que sería pecado, desperdiciar tan valioso tesoro.

Vivianita aprendió perfectamente todas las lecciones, de allí en adelante, siempre que tuvimos relaciones jamás dejó que ni una gota se perdiera, adelantándose a cada venida, tragándose la leche entera.

Lo que cayó en sus rostros y tetas, los sobrantes que salían de sus bocas vertiéndose por barbillas y cuellos, se apresuró nuestra instructora, a esparcirlo completamente por todas partes, diciéndole a Viviana, que no existía crema más sana y nutritiva que las células vivas, para el cuidado de cutis y cuerpo, la solución más efectiva para desterrar las arrugas, haciéndose ambas mujeres una mascarilla facial y de torso que conservaron por varias horas.

Y yo que pensaba que con la espectacular venida de los tres allí mismo, y en aquel momento, acabarían nuestras lecciones de aquella noche; que equivocado estaba. Nuestra profesora golosa, queriendo acabar con aquel mito que señala que después de una gran venida la verga no puede continuar parada, me hizo levantar y llamando a Vivianita, la invitó a conocer la forma en que una mujer experta le pega a un hombre una gran, e inolvidable… mamada.

Arrodilladas frente a mí, ambas mujeres comenzaron de inmediato la tercera lección programada; Brigitte enseñando con su ejemplo a Viviana, tomó mi verga, que aún no había terminado de encogerse y en ese justo punto medio en que ni es demasiado grande, ni demasiado chica, la agarro con suavidad pasmosa y comenzó a metérsela a la boca hasta la garganta de una manera, que ni en sueños, ni en películas, hubiera concebido yo que mujer alguna pudiera hacerlo.

Ante la completa atención de Vivianita, enseñándole esta metodología, la metió en su boca con enorme cariño y gran respeto, poniendo toda su atención y concentración en el rito solemne y sagrado que estaba ejecutando. La miró; la palpó, beso y succionó, como si se tratara de la más importante obra de beneficencia que hiciera en su vida entera; como si quisiera volverse amiga intima de OSKAR, su invitado más prospero y selecto; reflejando en su rostro, el gusto que le daba y toda la delicia que le proporcionaba, el simple hecho de chuparlo y entretenerlo.

Abrió su boca como si se tratara del estuche perfecto dentro del cual debía guardarla, muy despacio, toda. La rodeo con sus manos con tal suavidad, enseñándole a su alumna que no debía apretarla tanto como para hacerle daño, ni tampoco como si no quisiera hacerlo, y metiéndosela poco a poco, y, paso a paso, indistintamente cambiaba de posición su cabeza, a derecha y a izquierda, cerrando y entreabriendo sus ojos puestos en los míos, saboreándola como si se tratara de una deliciosa paleta y mirándome con cara de estar absolutamente excitada por el solo hecho sentirla en su boca.

Utilizando, aliento, lengua, y saliva entreabría su boca sin permitir que sus dientes la rozaran, apretando suavemente los labios, permitiendo con paciencia que ella poco a poco, sin afán ninguno, recobrara su habitual postura enhiesta.

Vivianita la miraba y le pedía turno, haciendo exactamente lo mismo; aprendiendo al instante la manera perfecta, de chupar aquella hermosa verga, hasta que ambas, entusiasmadas, apretaron el ritmo repitiendo el ejercicio más rápido y más duro, hasta lo más profundo, empapándola de saliva y gozándola como si fuera la última que quedaba en el universo.

En eso consistía el secreto, o por lo menos eso fue lo que nuestra maestra nos dijo; en disfrutarla al máximo como si fuera la última vez y a la vez la primera, dándole tratamiento de invitada V.I.P.

Viendo a este par de hembras, absolutamente divinas, que parecían gemelas, salvo por el color de sus ojos y el tamaño de sus medidas, hacer lo que a mi me hacían, no demoré en comprobar la tesis de Brigitte; y menos de cinco minutos después de mi grandiosa venida, por sus cariñosos tratamientos y atenciones, mi verga se hallaba dispuesta de nuevo a dar pelea.

Y como para dejarme en donde había inicialmente empezado, Brigitte nos dio la última orden de aquella noche:

"Detengámonos por ahora, que siempre es bueno dejar algo pendiente para el otro día, pues ese es otro secreto que deben conocer de la naturaleza humana; después de un gran goce, hay que dejar empezada a la pareja para que siempre vuelva y regrese a terminar lo que no se ha concluido y de esta manera tener la certeza que no se va a quedar con las ganas de consumar lo que ha dejado… Empezado."

Y así terminó de esta manera, entre risas y chanzas el primer capitulo de nuestra historia, que por supuesto, por lo que quedaba pendiente, allí no se iba a quedar. Aún faltaba de nuestro juego de DOS CONTRA UNO, atender a Brigitte.

A partir de esa noche y comenzando la cuenta regresiva de la llegada del Hidroavión a recogernos, todos los días a la hora del desayuno, del almuerzo y de la cena, en busca de su postre, ambas tragonas practicaron con mi OSKAR, como invitado especial, el curso de aprendizaje más rápido de la historia para convertir en expertos a sus consagrados y dedicados alumnos.

Todas las noches, salíamos de ronda a perfeccionar con nuestras prácticas; las enseñanzas de nuestra querida y espectacular maestra, y comenzamos a dormir los tres en la habitación principal, agotados de nuestras intensas horas de aprendizaje, con nuestra chaperona en medio, hasta que llegara el momento de dar vía libre y rienda suelta a la razón y causa de nuestro rápido entrenamiento.

Solo faltaba, entonces, el día en que Viviana y yo, haciendo uso de lo ya aprendido, obtuviéramos el título y la tesis de grado, culminando lo que ambos más deseábamos en la vida:

Perder nuestras respectivas virginidades… Juntos.

VEA EL FINAL DE ESTA HISTORIA EN EL PRÓXIMO ENVÍO.

INVENTOR ANÓNIMO