Vacaciones de miedo
La historia de cómo el miedo a morir y quedar virgen, vinculó a madre e hijo de una forma irreversible.
Me llamo Antonio, ahora tengo 22 años, pero lo que os voy a contar pasó hace 6 años aproximadamente.
Vivo con mi madre, tiene ahora 44 años, pero cuando todo pasó tenía 38 años. Está divorciada de mi padre desde casi cuando nací, así que soy el único hombre en la casa y ahora puedo decir que para todas las tareas. Mi madre y yo siempre nos hemos llevado muy bien, de hecho hablábamos como si fuéramos de vez en cuando amigos, aunque siempre ocurren cosas que dejan claro que no es una simple amiga, basta con que no recoja un día mi habitación para que la madre que me parió me ponga la cabeza como un bombo hasta que ordene mi cuarto.
Supongo que por esta razón nunca la vi como una mujer apetecible, pues tiene un buen par de tetas, se arregla y va al gimnasio, así que, aunque con un poco de caderas, mi madre tiene un polvo muy apetecible. De todo esto me di cuenta cuando un día mi madre vino a recogerme al instituto y mis compañeros de clase sin saber que era mi madre, alabaron su cuerpo serrano. A partir de ahí empecé a fijarme más en el cuerpo de la mujer que vivía conmigo, que ya "no era únicamente mi madre".
Todo ocurrió cuando mi madre ganó un viaje a Centroamérica por una promoción de un gran supermercado. No os podéis ni imaginar la ilusión que nos hizo sabernos ganadores de un viaje totalmente gratis a un hotel de 5 estrellas durante una semana con gastos de viaje y alimentos pagados. Así que hicimos las maletas y nos fuimos en cuestión de una semana más tarde de recibir las instrucciones e inscribirnos en la lista de ganadores y haber pillado fecha para el viaje.
El viaje se me hizo eterno, un avión muy estrecho para tanta gente. Y cuando llegamos, primera mala noticia, llovía a cántaros. Mi madre, que se había venido con una camiseta blanca y unos vaqueros pensando que al bajarse del avión tendría mucho calor, se caló toda, con la ventaja de que el sujetador que llevaba era muy liviano también y que el agua que empapó su camiseta la transparentó sus senos y hasta que no llegó al hotel no abrió una de las maletas para sacar una camiseta nueva y quitarse la mojada, permitiéndome disfrutar de la visión de sus senos, con los pezones punteagudos señalando a aquel que miraba. Yo también pensaba que haría calor, con lo que fui con un chándal y una camiseta asimismo. Ese chándal delató que tenía una leve erección por el espectáculo que me propiciaba mi madre, pero que pude camuflar con la vibración del avión.
Al llegar a nuestra habitación, de cinco estrellas nada, era como un hotel de 3 estrellas español, exceptuando la cama King Size, que nos habían colocado, pues al principio con lo de la tormenta y estar empapados no nos dimos cuenta, pero nos pusieron sólo una cama en la habitación.
Mi madre una vez que scaó una muda para los dos me dijo que fuéramos al baño, no fuéramos a pillar un resfriado o algo peor, nos quitamos la ropa, los dos y, ambos, entramos a la ducha.
Ahí no pude disimular mucho mi erección, que comenzaba a ser algo vergonzante para mí, pues ahora ya no tenía la excusa del avión. Mi madre me preguntó:
-¿Hijo, qué te pasa? Llevas así todo el camino.
-No sé....al principio pensé que era el avión, pero....parece que no...no sé.
-Bueno, pues a ver si piensas en otras cosas que ahora verte así se me hace un poco incómodo.
Y nos seguimos duchando, ella intentaba no tocarme mucho y, como noté que no se sentía a gusto no hice ademán de acercarme más. Eso sí, la dije que yo me quedaba en la ducha para limpiarme mejor que olía mucho a sudor...a lo que ella respondió:
-Ya, bueno, procura no manchar nada.
Mi madre sabía que necesitaba un alivio, pero no me sonrojó diciéndome claramente que no era tonta y que me dejaría pajearme tranquilo.
Cuando, pensando en que aquella ducha que nos dimos juntos podía haber llegado a algo más, me facilitó el trabajo de correrme rápido, me limpié y terminé de ducharme.
Volví a la habitación, que estaba casi a oscuras, mi madre se había puesto una camiseta larga a modo de pijama, que entiendo más a modo de pudor que de necesidad, y estaba ya durmiendo. Yo me tumbé desnudo a su lado, me abracé a ella y conseguí dormirme muy rápido.
Al día siguiente un rayo de luz me hizo abrir los ojos levemente y noté que seguía abrazado a mi madre pero con una gran erección, no sé si simplemente matinal o no. Mi verga estaba pegada a su culo, que parecía arrimarse a ella. En ese momento un trueno estalló en el silencio de la habitación......estábamos en medio de una tormenta veraniega.
Me asomé a la venta sin abrirla y ví la fuerza del viento, que doblaba palmeras como si fueran grandes mástiles de regaliz blando.
En ese momento me entró el miedo....mi madre se despertó y me vio atemorizado. Llamó al hall del hotel y preguntó qué pasaba, ahí la contestaron que era mejor que no saliéramos de la habitación, que desenchufáramos todos los aparatos eléctricos, que no utilizáramos los teléfonos y que procuráramos estar juntos, que la tormenta era muy fuerte.
Cuando colgó pude notar su cara de temor, pero pronto la tornó en tranquila cuando yo pregunté. Eso me hizo asustarme más, y comencé a llorar. Me abracé a ella y dije que la quería mucho, que tenía miedo, que nunca podría hacer muchas cosas en la vida, como terminar mis estudios o aprender a conducir o dejar de ser virgen. Mi madre intentó tranquilizarme pero era muy difícil. Y ella me preguntó:
-Pero Antonio, ¿aún eres virgen?
-Sí mamá dije entre sollozos.
-¿Nunca has hecho el amor con ninguna mujer?
-No mamá, sólo he besado a mis novias, tú me dijiste que las respetara y que las diera su tiempo...
-Ya hijo ya, pero también tienes que intentar tú pedir lo que quieres.
- No te entiendo mamá....o sea que lo de reprimirme, ¿no era bueno tampoco?
-Ni bueno ni malo, pero no fuerzas a nadie diciendo que quieres hacer el amor, si la otra persona no quiere, la has respetado, pero si ellas hubieran querido también las habrías respetado...¿entiendes?
-La verdad es que no, pero da igual, me voy a perder eso de la vida.
-No hijo no, ya verás como no pasa nada.
-No mamá, sé que existe la posibilidad de que nos quedemos aquí.
-¡Hijo no digas eso!
Y seguí sollozando. Ante eso ella me abrazó fuerte y me dijo, después de mascullar algo así como: no sé lo que voy a hacer ahora.
-¿Hijo si consigo que dejes de ser virgen hoy te quedarás más tranquilo?
-Creo que sí mamá, pero no veo como, no podemos salir de aquí y no conocemos a nadie.
-Yo te ayudaré, pero que quede claro que es un acto desesperado para hacerte un favor, si salimos de esta como tú dices, es como si no hubiera pasado, ok?
-No entiendo mamá...
-No te preocupes, túmbate en la cama boca arriba.
Así hice, me tumbé en la cama, mi madre se quitó la camiseta que llevaba y en ese momento me di cuenta de lo que iba a hacer mi madre. Sin haberme dado cuenta había desencadenado lo que había estado deseando desde un tiempo a esta parte.
Ella, con mucho cariño se acercó por la parte baja de la cama acariciándome con sus dedos mis piernas, que actuaron de resorte para mi verga. Sus pezones se endurecieron y también rozaban mis piernas al subir. Mi madre puso cara de sorpresa cuando notó que mi polla se disparó en tan poco tiempo, me miró como pensando "pobrecito, va a ser verdad que no le ha tocado ninguna mujer", y con suavidad, mucha suavidad, agarró mi pene y empezó a pajearme suavemente sin tardar en llevárselo a la boca.
Mis jadeos estaban a la par que los truenos por el temporal, que al notarlos mi madre aumentó el ritmo de sus succiones y de su masaje manual....qué bien lo hacía!!!!
No tardé más de dos minutos en correrme, avisando previamente a mi madre y aún así, no apartó la boca y se tragó toda mi leche.
-No quería tener que parar para limpiarnos o sino se rompería toda la magia Antonio-me comentó al terminar-. Lo que te acabo de hacer es una felación o, vulgarmente se dice mamada. Espero que te haya gustado.
-Sí mamá, me ha encantado.
-Ahora tienes que hacérmelo tú, pero yo te diré cómo tienes que hacerlo, ¿vale?
Entonces mi madre me dijo que la besara detrás de las orejas, que le chupara suavemente los lóbulos de las orejas, luego el cuello, que jugara con su nuca, que bajara a sus clavículas, que besara sus pechos sin tocar aún los pezones. Yo estaba como loco por meterle la boca a esos pezones.
Al rato me dijo que los besara y los chupara suavemente, y ahí no pudo sino gemir como una loca. Me pidió que los siguiera chupando y pasó algo muy raro, mi madre se corrió solo por chuparle las tetas.
En ese momento me dijo:
-Vamos a dejarnos de finuras hijo....cómeme el coño que me tienes muy caliente.
Me agarró de la cabeza y me la puso entre sus piernas y me dijo:
-No pares de chupar hasta que yo te lo diga.
Y como pude, pues no sabía bien, lamí el coño, por cierto depilado, de mi madre restregando mi inhábil lengua por todo su sexo. Parecía que muy mal no lo estaba haciendo porque ella no paraba de jadear:
-¡Sigue hijo sigue, ohhhhhh qué gusto, sigue hijo!
Seguí no mucho tiempo más porque mi madre volvió a tener un orgasmo, me apretó la cara en su sexo mientras se estremecía de placer y casi me ahoga, la verdad estaba un poco desconcertado. Parecía que mi madre había pasado de ser una dulce y cariñosa amante a una guarra insaciable.
Me llevó a su boca y me pegó un beso que, menos mal que besando si tenía experiencia, que sino me atraganta con su lengua.
Mientras me besaba me agarró la polla con su mano izquierda y la agitó un poco hasta que se endureció de nuevo y me dijo:
-Fóllame, pero fóllame bien.
-Mamá, que yo no sé, ¿no te acuerdas?
-Pues túmbate boca arriba.
Me puse boca arriba y ella se encunclillo a la altura de mi cintura, agarrando mi polla e introduciéndosela en su más que húmedo coño y empezó a botar arriba y abajo.
-ahhh, hijo sí, fóllame, ahhh, sigue-decía ella.
-Ahh mamá, como me gusta, sigue mamá.
-Ahhhh, hijo ves como tienes que follar a mama, ahhh, pues ahora yo me tumbo y tú me follas.
Mi madre se tumbó boca arriba, abriéndose de piernas, pero bien abierta, que parecía que estaba en una clase de aerobic, y yo sin esfuerzo clavé mi pija en ella y, al principio, con un poco de torpeza, pero luego con un ritmo bastante bueno, la atravesaba el coño mientras me decía:
-sí hijo sí....así, ohhhhh, ohhhhhh, qué bien, ohhhhhhh, sigue follándo a tu madre....ohhhhh
-Ohhh mamá qué gusto...oh...
Así estuvimos un rato y ya no pude más. Avisé a mi madre:
-Mamá, me voy a correr otra vez, ¿dónde lo hago?
-¡Ven aquí hijo, córrete en mi boca!
Saqué mi mástil del coño mojado de mi madre, se lo acerqué a sus labios y ella me pajeó hasta que me corrí de nuevo.
Cuando terminó, caí rendido al lado suyo pero ella me miró y me dijo:
-Aún no hemos terminado hijo, te falta el sexo anal, ¿no querrás no saber lo que es?
A mi madre se le había ido la cabeza totalmente, parecía que había sido sexo-adicta en algún momento de su vida, que conmigo lo dejó y ahora que había vuelto a tener sexo se había vuelto de nuevo sexo-adicta.
Según me decía que aún no había terminado vi ¡¡¡como se masturbaba el clítoris con una mano y con la otra se metía dos dedos en el ano!!!!
Ésa cara de lujuria en mi madre me volvió a proporcionar una erección, ya no tan instantánea como las anteriores y sí algo dolorosa ya, pero en aquel momento me dio igual.
Cuando mi cetro se presentó de nuevo todopoderoso, mi madre se volvió a abrir de piernas boca arriba, ofreciéndome desde esa postura su actualmente dilatado ano. En las revistas porno siempre lo había visto hacer a lo perrito, pero supongo que mi madre era la que estaría más cómoda o incómoda con esa postura, aunque luego entendí porqué quería que me la follara así.
Tenía el culo totalmente mojado por los fluidos anales y vaginales, con lo que mi polla se deslizó en un santiamén. Comencé de nuevo el bamboleo atrás adelante y mi madre se empezó a pajear el clítoris con una mano y a meterse dos dedos en el coño con la otra.
-Oh sí hijo, rómpeme el culo, ohhhhhh sí, fóllame sí.....vamos destroza el culo a tu madre...ohhhhhh.
La escena era mitad violenta mitad excitante. Supongo que ese bloqueo de ver a mi madre como una verdadera puta hacía que aguantara más de lo que aguanto en una paja con una peli en la que aparece lo mismo.
-Vamos hijo...sigue así...ohhhhhh, me corro, me corro, ohhhhhhhhhh
En ese momento sus convulsiones anales y vaginales le dieron el toque de gracia a mi polla que ya no podía esperar más y, sin previo aviso, me corrí en el culo de mi madre.
Caí directamente al cuerpo de mi madre, abrazándome a ella, con algunos temblores de ambos cuerpos.
La tormenta seguía fuera muy fuerte, llovía con mucha virulencia, el viento parecía dar manotazos insolentes a todo lo que se enfrentaba a su camino y los rayos y truenos cegaban y ensordecían.
Sin embargo parecía que en la habitación había un silencio sepulcral. Yo no sabía qué decir, sólo estaba abrazado a mi madre, con el pene aún en su culo.
En este momento, mi madre acertó a decir:
-No sé lo que me ha pasado, hacía mucho que no me pasaba ésto. Verás hijo, yo en realidad hacía mucho tiempo que no tenía sexo y...
-No te preocupes mamá, me ha encantado.
-Ya hijo, pero sabes que no puede volver a pasar.
-¿Por qué no?
-Pues porque.....porque...
Mi madre no termino nunca esa respuesta. Me abrazó, nos quedamos dormidos, como si efectivamente las vacaciones estuvieran transcurriendo de nuestro agrado aislados del exterior.
Pasamos la semana íntegra en la habitación del hotel, bajando puntualmente por algo de comida, pero puedo asegurar que he redescubierto a mi madre como la mejor y más caliente amante del mundo.