Vacaciones de invierno
Escapada de una amiga y yo, y lo que aconteció
Hola amigos. Por fin llegaron de nuevo las vacaciones de invierno y, como el año pasado, planeamos mi amiga Silvia y yo, una nueva escapada, ante la imposibilidad de que nuestros maridos nos acompañarán pues ellos si trabajaban durante esos días.
Mi marido seguia fantaseando con que folle con otros tíos y me planteé darle la sorpresa de hacerlo.
En una de las ocasiones que me reuní con Silvia le comenté el plan que tenía en mente y, aunque en principio me llamó putita entre risas, luego aceptó la propuesta añadiendo que incluso era posible que ella también participará en él.
Optamos como destino ir a una capital andaluza, en donde nos consta que el ambiente nocturno es muy bueno y, además, el carácter extrovertido de los andaluces ayudaría en nuestro fin.
Llegó por fin el día y tras llegar al hotel y acomodarnos, en seguida nos planteamos donde ir. Salimos a visitar los monumentos más emblemáticos de la ciudad y no veíamos el momento de volver al hotel y arreglarnos para salir de nuevo, ahora con la intención de buscar marchita para nuestros cuerpos.
Nos vestimos muy sugerentemente ambas, con vaqueros muy apretados y camisetas de la misma guisa, y nos echamos a la calle.
Visitamos varios locales de tapas, en donde tomamos unas copas de vino, lo propio del lugar, las cuales no tardaron en hacer su efecto, provocando en ambas un estado de euforia muy apropiado. Lo negativo era que no habíamos visto aún a ningún tío con el que valiera la pena montarnoslo. Hasta que, por fin, en uno de ellos pudimos ver a tres tíos de muy buen aspecto. Se notaba por su aspecto y por su acento al hablar que eran lugareños. No les quitabamos ojo de encima, comentando entre risas lo buenos que estaban, con cual nos lo montaríamos y cómo tendrían sus pollas. A mi me gustaba especialmente uno de ellos, de tez morena, pelo negro y un físico de infarto.
Nuestras risas y miradas no les pasaron desapercibidas y vieron que estaban motivadas por ellos, lo que hizo que comenzarán a hablar, a buen seguro sobre nosotras. El anzuelo ya estaba echado, solo faltaba que picara el pez.
Salí a la calle a fumar un cigarrillo, dejando a Silvia sola dentro, pues ella no fuma. Al momento sentí como salía alguien del local. Era mi moreno. Encendió también un cigarro y tras unas chupadas, entabló conversación, comentando el fastidio que era tener que salir a la calle a fumar. Tras aquello la charla continuó, de una forma amena y desenfadada. Tras acabar nuestros cigarros, vimos que teníamos que volver dentro con los respectivos acompañantes. Al entrar me preguntó si estábamos solas, o esperábamos a alguien, a lo que le puse en antecedentes de que íbamos solas, que buscábamos divertirnos pues estábamos unos días de vacaciones.
Qué os parece si os acompañamos? Nosotros somos de aquí y conocemos los lugares de moda y podemos ir juntos, si os parece bien.
Me parece estupendo. Contesté yo, a sabiendas de que el plan estaba funcionando.
Llamó a sus amigos y los tres se sentaron con nosotras. Tras las debidas presentaciones, Antonio, que era el nombre de mi moreno, nos preguntó a qué tipo de locales nos apetecía ir. Le contestamos que a alguno en el pudiéramos bailar.
Nos llevaron a un púb en donde ponían música salsa, merengue, etc.
Pedimos unas copas y en seguida la música comenzó a correr por las venas, animada por el alcohol.
Estos ritmos dan pie a que se baile de forma sugerente y, ni Antonio ni yo pensamos en hacerlo de otra forma. Poco a poco íbamos haciéndolo más picante, acercando nuestros cuerpos cada vez más, y haciendo que nuestras manos fueran cada vez más osadas. Todo esto me iba poniendo más caliente y lo mismo le ocurría a él , pudiendo sentir en ocasiones la dureza de su polla rozar contra mi cuerpo.
Ni él , ni yo podíamos parar en las insinuaciones, ya de ningún modo encubiertas, por lo que en un momento dado y, aprovechando la proximidad de su boca a mi cuello, lo besó haciendo que mi cuerpo se estremeciera. El se dio perfecta cuenta de ello y avanzó un poco más, buscando mi boca, fundiendonos en un beso apasionado. Sus manos cogieron mi culo acariciandolo, mientras yo me dejaba llevar gustosa.
Ya no podía seguir más tiempo pasiva y correspondía a sus caricias haciéndolo yo también.
Qué te parece si fuéramos a algún lado más íntimo? Me preguntó él
Me parece bien. Vamos a mi hotel que está cerca, acepté.
Tras despedirnos momentáneamente de nuestros respectivos acompañantes, nos dirigimos andando al hotel. Por el camino él llevaba su brazo por mis hombros, aprovechando la ocasión para tocar mis tetas, mientras yo, que llevaba el mio por su cintura, agarraba su culo prieto, acompañando todo esto con un esporádico beso.
Llegamos al hotel. Pasamos por la recepción cómo almas que lleva el diablo. Entramos al ascensor donde las caricias continuaron, ahora más explícitas, dada la intimidad.
Llegamos a nuestra planta. Mientras abría la puerta sus manos recorrían mi cuerpo. Acariciaba mi entrepierna haciéndome sentir mi propia humedad.
Entramos y, entre besos y caricias, nos fuimos quedando desnudos. Su polla se me mostró increíble, tanto de tamaño como de dura. Me agaché y la metí en mi boca, haciendole una mamada de campeonato, mientras él se mostraba muy complacido por el trabajo que efectuaba en su polla, sujetando mi cabeza para que continuara y no acabará. De pronto me detuvo alegando que iba a hacer que se corriera. Me incorporé y fue él quien ahora se agachó, lamiendo e introduciendo su lengua en mi coño, a la vez que agarraba mi culo. Yo cogía y pellizcaba mis pezones hasta que llegué al órgasmo, corriendome cómo nunca. Llené toda su cara con mis fluidos, los cuales lamí como una perra en celo.
Me fue llevando hasta la cama en donde me hizo tenderme, para a continuación separar mis piernas y dirigir la polla hasta mi coño, penetrando en él y comenzando a follarme cómo un profesional.
Pasados unos minutos hizo que me girase, poniéndome a cuatro patas, ofreciéndole mi culo. Introdujo su polla en mi coño follándome con fuertes envestidas a la vez que iba poco a poco introduciendo su pulgar en mi culo, algo que nunca antes había experimentado y que aumentaba con creces el placer que estaba sintiendo.
- Ahora te voy a follar ese culo tan increíble que tienes y que me ha estado provocando desde que te vi. Me dijo, a la vez que, poco a poco, y lubricando el agujero con saliva, iba introduciendo su polla, profundizando un poco más con cada envestida, hasta conseguir meterla por entero en mi culo, sintiendo como sus huevos chocaban contra mi coño.
Nunca me habían penetrado por el culo por miedo al daño que me pudieran hacer, pero nada más lejos de la realidad, me hacía sentir unas sensaciones y un placer sin igual. Excitada más aun por aquella novedad, no tardé en conseguir una corrida sin precedentes, gritando de placer y pidiéndole que por favor se corriera dentro de mi culo. Acatando mis ordenes se corrió vaciando toda su leche dentro de mi culo, sin dejar de penetrarlo durante algún tiempo más después de correrse. Por fin se detuvo, pero sin sacarla aun. Cuando la sacó sentí como su leche caliente se derramaba por mi culo hasta llegar a mi coño, aprovechando esta lubricación extra para frotar mi clítoris hasta conseguir otro orgasmo, el cual me hizo caer boca abajo sobre la cama exhausta de placer.
Antonio se fue al baño a tomar una ducha. Para cuando acabó yo me había quedado dormida, no pudiéndome despedir de mi magnífico amante.
Por la mañana, cuando desperté, estaba desnuda sobre la cama y Silvia se encontraba a mi lado, vestida únicamente con su tanga. Me quedé mirándola y recordando el polvo de aquella noche. Como si intuyese mi mirada, Silvia se despertó, me sonrió a la vez que me pedía que le contase lo que pasó. Se lo conté con todo lujo de detalles, tal fue así que conseguí poner cachonda a mi amiga y a mí misma. Pude ver como en el transcurso de mi narración ella comenzaba a acariciarse el coño.
Pues a mí sus dos amigos no me hicieron nada, y hoy estoy como las motos, y solo faltaba tu historia, me dijo a la vez que se acercó a mí basándome, cosa que no me sorprendió pues en alguna ocasión antes ya habíamos tenido algún rollete lésbico.
Cómeme el coño cómo tu sabes, me pidió muy excitada. La obedecí gustosa. Pasé mi lengua a lo largo de su raja, deteniéndome a succionar un poco su clítoris, ya muy duro, a la vez que con mis manos tocaba sus tetas, jugando con los pezones. Podía sentir la humedad de su coño, en mi boca, en mi cara. Los degusté cómo una buena zorra que soy, hasta sentir las contracciones de su coño en mi lengua al correrse.
Juntamos nuestros cuerpos abrazándonos, basándonos, mientras nuestras manos exploraban nuestros coños, penetrándolos con los dedos.
Cruzamos nuestras piernas enfrentando los dos coños, perfectamente depilados, rozando el uno contra el otro.
Tras unos minutos, me puse sobre ella invirtiendo nuestra orientación, quedando las respectivas rajas del coño a disposición de las bocas, practicando un 69, ayudándonos de nuestros dedos, hasta que casi simultáneamente ambas nos corrimos.
Quedamos la una junto a la otra, con los cuerpos sudorosos y satisfechas por lo que acabábamos de hacer.
Fue una escapada genial. Al volver a casa se lo conté todo a mi marido, pues se que le excita, como así fue, teniendo a continuación que echar un polvo con él y así aplacar su excitacion.
Espero que os haya gustado el relato y lo hayáis disfrutado al menos en una parte de lo que lo hice yo.
Besitos