Vacaciones de camping

Vacaciones de camping...

Vacaciones de camping

Eran las 7 de la tarde del Domingo 31 de Julio en un pequeño pueblo de la provincia de Alicante.

-Cariño, ¿has cogido la maleta con la ropa? La he dejado ahí y no sé donde está.

-Claro, ya la he metido en el maletero del coche, está todo listo para mañana salir bien temprano dirección Almería.

Lucía era mi chica, simpática y alegre, morena, de pelo largo y ondulado, delgada, 1,65m, ojos llamativos y con un cuerpo que era la envidia de sus amigas, está mal que lo diga yo, pero también me lo confesaron ellas. Mi nombre es Alex, tengo 19 años, al igual que mi novia, soy simpático, pero corto, moreno, 1,80m, delgado, no musculado aunque si algo fuerte y me encanta hacer deporte.

Con los preparativos para el gran día se hizo rápidamente de noche y nos fuimos a nuestras respectivas casas a dormir, ya que al día siguiente tocaba madrugar.

6 de la mañana, el despertador sonando, toca levantarse, desayunar rápido y recoger a Lucía en su casa para emprender nuestro viaje. Nuestro destino era un bonito camping de la costa almeriense, cerquita del mar, con una amplia piscina, una pequeña montaña al lado para poder hacer senderismo y un río limpio que bordeaba los límites del camping.

A las 7 ya estábamos en el coche, dispuestos a recorrer los 250Km que nos separaban de nuestro destino, un total de 3 horas invertidas en planear lo que íbamos a hacer a lo largo del día.

Una vez allí, después de fichar y darnos la bienvenida, nos dirigimos a nuestra parcela para instalar la tienda de campaña. La parcela estaba un poco escondida entre los árboles, para que no le diera el sol y se podía ir al río con tan solo recorrer unos metros. Era pequeña, pues no medía más de 25m 2 , pero lo suficiente para instalar nuestra tienta morada y movernos con soltura.

Aparcamos el coche e instalamos la tienda en unos minutos, ya que teníamos algo de práctica, pues no era la primera vez que nos íbamos de camping. Sacamos todas las cosas del coche y las metimos en nuestra parcela, cruzamos entre los árboles unas cuantas cuerdas para colgar la ropa mojada y para sujetar la luz con la que iluminarnos por las noches. He de admitir que quedó bastante bien.

Hacía muchísimo calor y después de clavar las picas al suelo, hinchar el colchón inflable y descargar todo estábamos un poco sudados, así que me quité la camiseta para quedarme con un pantalón corto, mientras que Lucía hacía lo mismo quedándose en bikini. Llevaba un bikini negro, a juego con su pelo, que le sentaba realmente bien.

Decidimos reponer fuerzas y comer antes de empezar a explorar el camping y sus alrededores. Comimos una ensaladilla que traíamos hecha de casa con unos palitos de pan y de postre un melocotón. Dormimos una pequeña siesta en el colchón y al levantarnos comenzamos a investigar.

En primer lugar fuimos al río, era pequeño y poco caudaloso, pero tenía una pequeña presa ideada para que la profundidad del agua fuera la idónea para el baño, eso sí, el agua estaba congelada. Nos dimos un baño rápido y salimos casi titiritando. Lo siguiente que hicimos fue acudir a la piscina, era enorme, casi olímpica, con un agua fresquita y repleta de niños y mayores tomando el sol y haciendo actividades organizadas por el camping. Nos quedamos un rato viéndolo y hablamos sobre que podíamos hacer esa noche. Al final decidimos que como no teníamos ganas de hacer la cena, iríamos a cenar a algún restaurante del pueblo.

Eran las 8 de la tarde y tuvimos que darnos un poco de prisa para no cenar muy tarde. Nos duchamos en las duchas del camping que estaban muy cuidadas, eran duchas individuales y estaban separadas hombres por una parte y mujeres por la otra. Cuando acabamos nos arreglamos un poco, aunque sin descuidar la comodidad, y cogimos el coche para ir a  cenar al pueblo.

Escogimos un restaurante coqueto que nos había recomendado el recepcionista del camping. La verdad es que tenía buena pinta, sus ventanas daban directamente a la cosa mediterránea y se podía respirar el olor característico de la playa. Cenamos una buena ración de calamares y algo de merluza empanada acompañada de unos refrescos. De postre una tarta de chocolate caramelizado con nata montada, especialidad de la casa. Una vez con la barriga llena, preguntamos al camarero que nos recomendó una pequeña cala desde donde se podía contemplar la puesta de sol, pero como era ya de noche nos recomendó dar una vuelta por el paseo marítimo y visitar los puestos del mercadillo veraniego.

Paseamos durante algo más de una hora y nos empezó a entrar sed. Le pedí a Lucía que fuera a una heladería cercana a comprar unos granizados de limón mientras yo me acerqué a un puesto para comprarle unos pendientes que después le regalaría. Cuando llegó Lucía yo aparentaba normalidad, pero notó algo raro en mí, como si le ocultara algo y no sé muy bien por qué pero se lo calló.

Bajamos a la arena y nos sentamos, estábamos un poco cansados y me pidió si nos podíamos ir ya y así mañana aprovechar mejor el día. Le respondí con un sí, pero que antes de eso tenía que cerrar los ojos, le lancé un beso romántico y para cuando dejé de besarla ya tenía en mi mano la bolsita con los pendientes. Al abrir los ojos me dijo que se temía algo, pero pensaba que era otra cosa, abrió la bolsita con los pendientes y se los puso, alegando que le encantaban. Seguidamente se abalanzó sobre mí y me tiró en la arena, besándome apasionadamente y acariciando mi pelo.

Nos marchamos al camping, estaba poco iluminado para así contemplar mejor el cielo estrellado y sonaba de fondo la música de la pequeña fiesta que había en la piscina. Nosotros no teníamos el cuerpo para mucha fiesta y nos fuimos directamente a la tienda. Yo me puse un pantalón corto de deporte a modo de pijama, sin ropa interior debajo, mientras que ella optó por una camiseta de tirantes, un pantalón corto y un tanguita. Disfruté mucho mientras Lucía se cambiaba, y no pude evitar excitarme un poco. Nos tumbamos y comenzamos a besarnos apasionadamente, recorriendo con nuestras manos cada centímetro de nuestros cuerpos. Acabamos sin ropa, acariciándonos, me puse sobre ella y comencé a besarle lentamente el cuello apartando su pelo, sabía que eso le ponía muchísimo y quería celebrar nuestra propia fiesta de bienvenida. Lucía me correspondió haciendo lo mismo mientras que mi pene, ya erecto, rozaba con su clítoris húmedo y excitado. No tardamos mucho en comenzar a hacer el amor y Lucía se esforzaba mucho por no gemir en voz alta para no despertar la atención de los vecinos. Notaba como su cuerpo se arqueaba y su vagina se contraía apresando mi pene en su interior, acabó en un orgasmo silencioso y placentero. Seguidamente hice yo lo mismo y acabamos por dormirnos mientras nos besábamos y nos acariciábamos.

Salió el Sol pronto, y con él ascendía vertiginosamente la temperatura, no aguantábamos más dentro de la tienda y pensamos que lo mejor era pasar el día en la playa. Compramos el pan en la pequeña tienda del camping y unas lonchas de jamón, cogimos unos refrescos y una bolsa de hielo para meter en la pequeña nevera de mano que nos llevaríamos a la playa. Nos pusimos los bañadores y caminamos los 2 Km que hay hasta llegar a la playa por la orilla del río. Al igual que nosotros, mucha gente pensó en hacer lo mismo y ahí conocimos a Nira y Jacob, un matrimonio francés que se había instalado en el camping con su caravana.

Llevábamos lo esencial, una pequeña nevera con la comida, dos toallas, protector solar y una pequeña sombrilla para no tostarnos con el sol. Antes de meternos al agua tomamos un poco el sol. Yo estaba tumbado y escuché una voz que me decía:

-Alex, cariño, ¿puedes echarme crema? No quiero quemarme y pasar los días que nos quedan roja como una gamba.

-Claro que sí cielo, pero túmbate bajo la sombrilla que sino el que se va a quemar voy a ser yo.

Se tumbó bajo la sombrilla y comencé a echar crema en su espalda, aparté su pelo para no mancharlo y masajeaba su cuello para que se introdujera bien la crema. No tardó en resoplar de la relajación que le producía que le masajeara la espalda. Continué bajando por la cintura y le puse el bikini azul que llevaba a modo de tanga para rociar crema en un culito marcado por el corte del bikini. Seguí por los mulos hasta los pies y rápidamente se dio la vuelta para que continuara por delante. La contemplaba en todo su esplendor, tenía ante mí a mi chica semidesnuda, con los ojos cerrados, en una playa en la que nadie nos conocía y de vacaciones, mi instinto intentó abalanzarse sobre ella y comenzar a besarla, pero me contuve ya que había mucha gente alrededor. Seguí echando crema por su cuerpo, esta vez empezando por los pies hasta las rodillas, entonces me puse sobre ella, a la altura de la cintura, para tener una mejor posición y echar la crema por los hombros y la barriga. No podía evitar meter la mano bajo su bikini cuando masajeaba la clavícula y el pecho. Sentí sus pezones duros por la excitación y eso me puso algo cachondo. Me desplacé hacia abajo y rocié la crema por los muslos, masajeaba esta zona y no apartaba la mirada de la parte baja de su bikini, deseando poder desnudarla con la mirada, seguía masajeando con la mirada fija, sin apartarla ni un solo momento, imaginando como su coñito depilado me llamaba y no pude resistirme a introducir la mano dentro del bikini cuando masajeaba la zona interior de los muslos. Noté como su chochito estaba algo húmedo y me entraron unas ganas locas de follar con ella allí mismo, supongo que ella deseaba lo mismo, pero de nuevo me contuve.

-Lucía esto ya está, ya te he echado crema por todo el cuerpo, te toca a ti.

-¿Estás seguro? Creo que me has echado poca crema por los muslos, sabes que soy de piel delicada, por favor sigue un poco más.

Juraría que había echado crema suficiente pero no dije nada y comencé a masajear los muslos de Lucía. Al igual que antes clavaba mi mirada en su bikini, pero este no se movía. Repetí la operación. Cada vez que masajeaba la zona interior de sus muslos, deslizaba mi mano bajo el bikini. También eché crema por la barriga y con la excusa de que no se quemara, le bajé un poco la parte baja del bikini, sin dejarle nada al aire, pero lo justo para verificar que se había depilado antes del viaje. Rocié crema por el monte de venus y volví a los muslos. Esta vez, al haberle bajado algo el bikini con la intención de que le quedara algo olguero, tenía una perspectiva perfecta de su coñito, introduje un dedo por su vagina y abrió los ojos para mirarme, pero rápidamente hizo un gesto de aprobación e introduje un segundo dedo. Lucía no paraba de poner caras de placer, intentando no gemir para no levantar sospechas.

-Bueno ya está bien, ahora me toca a mí- dijo.

  • Como quieras, pero conmigo no hace falta que te entretengas mucho.

Efectivamente así lo hizo, paso rápidamente por mi pecho, por la espalda, me roció la crema por la cintura y me tumbo boca arriba para echarme en las piernas. Comenzó por los tobillos, subiendo hacia los muslos. Yo llevaba un bañador de pata, por lo que estos no se veían, pero aun así echó crema en ellos. Tenía los ojos cerrados cuando de repente sentí que su mano se deslizaba por debajo de mi bañador hasta agarrarme el pene con fuerza. Sentía como acariciaba mis testículos y como echaba para atrás la piel de mi pene, lo que me produjo una tremenda excitación. No tardé en empalmarme y no tuve más remedio que tumbarme boca abajo para que nadie se diera cuenta.

-Jajaja, ¿qué te pasa? He empezado a notar que algo reaccionaba ahí abajo-me susurro Lucía al oído.

-Sí, lo has despertado… estaba muy cómodo durmiendo, ¿sabes?

-Bueno, no te quejes que tú también has despertado algo en mi interior, y claro, yo no iba a ser menos.

-Sí, pero lo tuyo no se nota, yo tengo ahora un problemón entre las piernas.

-Bueno, pues haz lo que quieras… yo me voy a bañarme, ¿me acompañas?

-Sí, adelántate tú que ahora mismo te sigo.

No podía levantarme así, sabía que si lo hacía toda la gente me miraría y no quería ser el centro de atención de la playa. Espere un minuto hasta que ya me pude levantar y correr hasta donde estaba Lucía para de un empujón tirarla al agua fría de la playa.

La mañana acabó y se hizo pronto la hora de comer. Comimos los bocadillos que traíamos preparados bajo la sombra de la sombrilla, hacía bastante calor y de postre acudimos al chiringuito a por un par de helados. Después de la comida nos tumbamos en las toallas, hablamos, mirábamos a la gente pasar, comentábamos sobre la gente que había alrededor y jugamos a las cartas. Cuando estábamos a punto de levantarnos para ir al agua se nos acercó una pareja y nos dijo:

-Hola, mi nombre es Ángel y el suyo Lorena, vamos a jugar a volley y nos falta una pareja, ¿os apetece?

-Claro, por qué no-respondió Lucía.

Ángel era un chico alto, corpulento, rubio y algo más musculado que yo. Lorena era morena, con el pelo largo y rizado, un cuerpo muy bonito y de grandes pechos. Preguntamos su edad y nos dijeron que Ángel tenía 20 años, mientras que Lorena tenía 18, ambos eran de Galicia y estaban pasando unos días de vacaciones en un hotel.

Fuimos a jugar a una red que había instalada en la playa, yo me puse con Lorena, mientras que Lucía iba con Ángel, para crear más rivalidad. A Lucía no se le daba muy bien jugar y me sorprendí de lo bien que jugaba Lorena, aunque de los 4 el que mejor técnica tenía era Ángel. Mientras, yo no paraba de mirar los pechos de Lorena, eran grandes y firmes, y se le marcaban los pezones. Me di cuenta de que Lucía no era menos, también miraba el cuerpo de Ángel, que he de decir que estaba más musculado de lo que me pareció en un principio. Quien ganó es lo de menos, lo importante es que habíamos conocido a otra pareja con la que poder quedar si no teníamos nada que hacer.

Cuando terminamos de jugar nos dimos un baño los cuatro juntos, hablamos de nuestras cosas y cuando se iban nos dijeron que podíamos quedar al día siguiente.

-Bueno, por mi sí, y creo que a Lucía le parecerá bien-contesté yo.

-Perfecto, ¿os parece bien que pasemos con el coche por vuestro camping y vayamos a una playa más tranquila?-preguntó Lorena.

-Si no es molestia si, así solo vamos con un coche.

Quedamos en que al día siguiente nos recogerían sobre las 10 en la puerta del camping, no nos habían dicho donde estaba esa playa que conocían, solo sabíamos que era tranquila y que no nos iba a molestar nadie.

Una vez se fueron decidimos darnos otro pequeño baño antes de volver al camping. Lucía me comentó que le hacía ilusión que cenáramos juntos en la playa, con la puesta de sol. Le respondí con una afirmación, salimos del agua y le dije que para eso tenía que volver al camping a por comida y de paso llevar los trastos para que a la vuelta el recorrido fuera más sencillo, ya que de noche por la orilla del río era un poco peligroso.

Mientras iba y venía, Lucía aprovechó para pasar las toallas a primera línea de playa y para tomar los últimos rayos de sol. Cuando volví con unos bocadillos en una bolsa, una linterna y la cámara de fotos vi como Lucía se hacía la dormida, por lo que sin hacer ruido, junté mis labios con los suyos y le metí la lengua hasta el fondo. Lucía sabía que era yo, y no opuso resistencia, me agarró para que me tumbara sobre ella, me anudó con sus pies y no paraba de decirme lo mucho que me quería.

Cenamos y vimos la puesta de sol, echamos algunas instantáneas con el sol escondiéndose a nuestras espaldas  y poco a poco la luz se iba desvaneciendo. El sol desapareció por completo dando paso a la luna llena, que iluminaba con una luz tenue la playa. Estábamos solos en la playa y pensé que era una ocasión que no podía desaprovechar. Una de nuestras fantasías era hacer el amor en la playa y estábamos ante la ocasión perfecta. Solté el nudo de la parte superior del bikini de Lucía y sus pechos quedaron al descubierto. Comencé a besarlos y a acariciarle todo el cuerpo, notaba como se excitaba poco a poco y me agarraba fuertemente del pelo. Le quité también la parte inferior y se quedó completamente desnuda, la tumbé en la arena y comencé a chupar su chochito. Estaba cada vez más húmedo y eso me incitaba a seguir, jugaba con su clítoris, abría sus labios e introducía mi lengua dentro de su vagina. Lucía comenzó a gemir fuertemente, no nos escuchaba nadie y no nos íbamos a cortar.

De repente me agarró del pelo para que la besara y me tumbó en la arena, me quitó el bañador y comenzó a chupar mi pene. Lo hacía con una maestría que pocas veces había visto. Primero comenzó a besarlo, luego con la lengua lamía la punta de mi pene y finalmente se lo introdujo dentro de su boca por completo a la vez que acariciaba mis testículos. Sabía que como siguiera así no iba a durar mucho más, la agarré y comencé a penetrarla. Primero esgrimió un grito de dolor, pero poco a poco se fueron tornando en gritos de placer que iban aumentando conforme se acercaba el orgasmo. No tardamos mucho en llegar a él y me corrí dentro de ella. Fue la vez que más habíamos disfrutado, habíamos cumplido nuestra fantasía de follar en la playa. Estábamos cansados del largo día y comenzaba a refrescar, a si que emprendimos el viaje de vuelta, estaba oscuro y yo iba primero abriendo camino. Finalmente llegamos al camping y caímos rendidos en el colchón. Lucía me pidió dormir desnudos, quería sentir mi cuerpo y le dije que estaba pensando en lo mismo, nos desnudamos y esa noche dormimos desnudos y abrazados.

Ya era Miércoles, y habíamos quedado con Ángel y Lorena para ir a la misteriosa playa. Nos pusimos los trajes de baño, preparamos las cremas y todo lo necesario y desayunamos. Esta vez Lucía llevaba un bikini de color rojo intenso, que al ser llamativo también acentuaba sus pechos y sus curvas. Yo había optado por un bañador de pata, ya que pienso que los tipo bóxer no me sientan bien.

No tardaron en hacerse las 10 y nos dirigimos a la puerta del camping. Vimos como a lo lejos se acercaba un coche, sin duda eran Ángel y Lorena. Nos saludamos como si fuéramos amigos de toda la vida con un abrazo y dos besos, nos montamos en el coche y nos dirigimos a la playa.

Había buena química entre nosotros y eso se notaba en el ambiente. Lorena empezó a comentar que la playa estaba muy limpia, que era digna de película, dijo que nunca había nadie en ella y que podías estar en ella con total libertad.

Al llegar al lugar entendimos por qué Lorena había dicho en repetidas ocasiones lo de estar en total libertad, se trataba de una playa nudista, al principio no nos hizo mucha gracia la idea de mostrar nuestros cuerpos y no nos quitamos el traje de baño. Entramos en la playa los cuatro, con los trastos y vestidos. Plantamos la sombrilla, extendimos las toallas en la arena y Ángel preguntó si habíamos ido alguna vez a una playa nudista. Contestamos que no, que era la primera vez y no sabíamos si desnudarnos o no.

Lorena para entrar en calor y que fuéramos animándonos poco a poco propuso un juego. El juego era muy sencillo, con una baraja de cartas cualquiera, repartiríamos una carta a cada uno, y quien tuviera la carta más alta mandaría quitar una prenda a quien la tuviera más baja. Para hacerlo más largo y entretenido las chicas se pusieron un pareo sobre el bikini, y como nosotros estábamos en desventaja, nos pusimos una gorra y las chanclas, con lo que todos llevábamos 3 prendas.

La primera en ganar fue Lorena, que mandó a Lucía quitarse el pareo. Lucía accedió sin mayor inconveniente, pues ya la habíamos visto en bikini. La siguiente la gané yo, y la carta más baja la tenía en este caso Lorena, a la que le mandé quitarse también el pareo. Fue avanzando el juego y quedábamos los chicos con solamente el bañador y las chicas con su bikini entero. La siguiente partida la gano Ángel y mandó quitarse la parte de arriba del bikini a Lorena que había perdido. Lorena estiró del nudo del bikini y pude observar como sus firmes pechos quedaban en libertad, apuntándome directamente a mí, que estaba enfrente. No pude evitar excitarme y noté como mi pene se endurecía un poco.

La siguiente partida la gané yo y perdió Ángel, quien se quitó la única prenda que le quedaba. Para ello se puso en pie y fue deslizando poco a poco su bañador, dejando al descubierto su pene. Noté como Lucía no le quitaba ojo y miraba con los ojos bien abiertos y sin perder detalle como su pene engordaba poco a poco, fruto de la excitación. A continuación ganó Ángel y mandó a Lucía quitarse la parte de arriba, mi novia estaba un poco cortada, no sabía qué hacer, me miró y le di mi gesto de aprobación, lentamente se quitó el nudo del bikini, miró primero a Lorena, luego a mí, y finalmente mirando a Ángel se despojo de la prenda. Sus pechos se mantuvieron firmes y Ángel, que estaba enfrente pudo contemplar como los pezones de mi chica se iban poniendo cada vez más duros.

El juego entraba en su parte más caliente, Ángel estaba desnudo, y los demás estábamos a una prenda de acompañarlo. Esta vez gané yo y Lucía tenía la carta más baja. Puso cara de circunstancia y se puso colorada. Mirábamos atentamente esperando a que se desnudara y ella estaba bloqueada, no sabía si desnudarse o pasar del juego, pero ya era demasiado tarde, habíamos accedido a jugar y no podía echarse atrás a estas alturas, y menos con Ángel desnudo.

Al ver que Lucía no reaccionaba, Lorena decidió ayudarle. Cogió las tiras de su bikini rojo y lo fue bajando lentamente. Pudimos disfrutar de su coñito depilado en todo su esplendor. Yo me quedé embobado, pero Ángel no cerraba los ojos viendo el coñito de mi novia frente a él. Ya quedaba poco, solo faltábamos Lorena y yo y estaba bastante excitado. Vi como el pene de Ángel se empalmaba mientras miraba a mi novia, y me sentí por un momento ofendido, pero pensé que a mí me pasaría lo mismo en cuando Lorena se desnudara, y me pareció de lo más normal, al fin y al cabo éramos dos parejas de jóvenes con unos cuerpos más que apetecibles.

La siguiente partida la gané yo, por lo que me aseguré no desnudarme ya, pero al perderla Ángel quedaba automáticamente anulada. La siguiente la ganó Lucía y la perdió Lorena. Yo me emocioné un poco, iba a ver a ese pedazo de cuerpo delante de mí, desnudo por completo, y tenía mucha intriga por ver como llevaría el coñito Lorena. Lorena me pidió que se lo quitara yo, me quedé un poco parado pero accedí a retirarlo. Conforme iba bajándolo pude observar su coño en primer plano, estaba depilado, con un pequeño triángulo bien perfilado y algo mojado fruto de la excitación. Regresé a mi sitio y pude observar como Lorena se sentaba con las piernas abiertas, quedando abiertos sus labios ante mí, parecía como si me estuvieran llamando, al igual que me sucedía el día anterior con el cuerpo de Lucía. Miré a mi novia y no me lo reprochó, ya que ella se sentía igual.

Era tontería seguir jugando, solo quedaba yo por desnudarme y me levanté para quitarme el bañador. Lorena le dijo al oído a Ángel que me lo bajara por detrás, y así ellas verían mi pene en todo su esplendor. Noté como nada más levantarme Ángel tiraba de mi bañador, quedando mi pene a media erección al descubierto, me sonrojé un poco y Lorena abrió un poco la boca, estaba viendo como su novio desnudo, desnudaba a otro hombre ante ella, en este caso yo, y eso le ponía muchísimo.

Nos fuimos al agua los cuatro desnudos, no había nadie más en la playa y ya se nos había pasado la vergüenza inicial. La verdad es que el juego nos ayudó mucho para perderla y a la vez excitarnos bastante. Lucía se subió encima de mí, a mi espalda, mientras que Lorena hacía lo mismo con su novio, comenzamos a hablar y salió el tema del sexo, qué posturas hacíamos, cuantas veces lo hacíamos a la semana y todas esas cosas.

Salimos para darnos crema y no quemarnos, primero las chicas se acostaron boca abajo y nosotros comenzamos a rociar la crema por las espaldas de nuestras chicas. Comencé con el mismo procedimiento que el día anterior, para intentar que Lucía se pusiera un poco cachonda. Cuál fue mi sorpresa cuando vi como Lorena se la estaba chupando a Ángel, avisé a Lucía y nos quedamos un poco parados, no sabíamos que hacer y decidimos imitarlos. Lucía comenzó a lamer mi pene mientras yo introducía mis dedos en su vagina, y de fondo se oía ya gemir a Lorena. Nos puso más cachondos ver como nuestros amigos lo estaban haciendo delante nuestra, y sin separar las miradas de ellos, comenzamos a hacer lo mismo.

Yo miraba los pechos de Lorena fijamente, mientras que Ángel hacía lo propio con los de Lucía. Lorena tendió la mano para cogérsela a Lucía, que la agarró con fuerza. Estaban tan juntas que podían tocarse si querían, y Lorena tendió la mano sobre el pecho de mi novia, dirigiéndose a su novio y preguntando si le gustaba que hiciera eso. Ambos nos excitamos aun más y empezamos a movernos más rápido, no queríamos corrernos pero no aguantábamos más. Primero me corrí yo, dentro de la vagina de mi chica, y acto seguido Ángel hizo lo propio en la de Lorena. Estábamos rendidos, decidimos descansar un rato y luego comer algo.

Había sido nuestra primera experiencia de sexo junto a otra pareja, y le pregunte a Lucía:

-Cariño, ¿te ha gustado?

-La verdad es que sí, me excitaba mucho viendo a Ángel penetrar a Lorena mientras tú hacías lo mismo conmigo-me susurro al oído.

Cuando nos callamos escuchamos como nuestros amigos cuchicheaban, intentando que no los escucháramos. A Lucía le pareció escuchar que tenían que proponernos algo, pero no sabía muy bien el qué. Lorena notó que estábamos callados y que podíamos oírlos y rápidamente propuso comer. Sacamos la nevera con la comida y comimos mientras hablábamos de la experiencia tenida.

Cuando terminamos decidimos echar una siesta para después jugar al volley.

Al despertarnos Ángel me propuso ir a correr un rato, mientras las chicas se echaban crema y hablaban de sus cosas, le dije que me parecía bien y comenzamos a correr. Cuando ya nos habíamos alejado lo suficiente me preguntó:

-Alex, he estado hablando antes con Lorena y no sé si te parecerá bien, mira, hemos dicho de hacer un intercambio de parejas, es decir… hacerlo yo con Lucía mientras tú lo haces con mi novia, si te parece bien claro.

Me quedé parado, lo miré con cara de sorpresa y le contesté:

-Es la primera vez que me proponen algo así y no sé qué decir… tampoco sé que dirá Lucía.

-Tranquilo, Lorena ya está hablando con Lucía y créeme que la convencerá, no es la primera vez que lo hace-respondió Ángel.

-En ese caso, si Lucía quiere, no me importaría hacerlo-afirmé.

Volvimos corriendo hasta donde estaban nuestras cosas y allí estaban las chicas, desnudas y preparadas para echar el partido de volley. Los equipos fueron los mismo que el día anterior, ya que era como más reñido estaba el partido.

Lorena y yo comenzamos perdiendo, pero conseguimos remontar hasta igualar el marcador. Lorena tenía una forma un tanto especial de celebrar los puntos, ya que cada vez que anotábamos uno me daba una palmadita en el culo. Ángel y yo estábamos seguros de que esa era la señal para advertir que Lucía había aceptado hacer el intercambio. Terminamos ganando el partido y Lorena saltó sobre mí tirándome a la arena y comenzó a besarme. Metía su lengua hasta el fondo de mi garganta y podía sentir como jugueteaba con la mía. Ángel hacía lo mismo con mi chica, no me podía haber imaginado antes esta escena, no sabía que acabaríamos follando con aquella pareja tan simpática que conocimos el día anterior.

No podía parar de acariciar los pechos de Lorena, sentía como sus pezones estaban duros y comencé a lamerlos mientras restregaba la punta de mi pene con su clítoris, estaba muy cachondo por la situación y sabiendo que tenía la aprobación de mi novia todo era más fácil.

Lucía estaba a mi lado, deseosa de ser penetrada por aquel chico, quería sentir como su pene entraba hasta el fondo y lo grito a los cuatro vientos. No pude evitar mirarla con cara de sorpresa, instante que aprovechó Lorena para tumbarme sobre la arena y cabalgarme. Se movía de una forma especial, sentía el calor de su vagina en mi pene mientras pellizcaba sus pezones erizados, ella gemía de placer, sus gritos se mezclaban con los de Lucía, que también estaba siendo penetrada y estaba a punto de correrse. Casi sin darme cuenta noté que me corría, se lo dije a Lorena y me pidió que me corriera en su boca, la saqué rápidamente y derramé mi semen dentro de su boca, no lo dudó y se lo tragó. Ángel también se corría y pretendía que Lucía hiciera lo mismo, pero le dijo que se corriera en sus pechos, Ángel no aguantó más y lo hizo sobre los pechos de mi novia.

Quedamos los cuatro tirados en la arena, exhaustos, pensando en lo que acabábamos de hacer y en lo que habíamos disfrutado. Corrimos al agua para limpiarnos y comentamos que había sido la mejor experiencia que habíamos tenido, ellos nos agradecieron el gesto que habíamos tenido accediendo a hacer el intercambio, diciendo que no todo el mundo lo ve con buenos ojos y que habíamos sido la mejor pareja con la que lo habían hecho.

La tarde no dio para mucho más, se estaba haciendo de noche y esta era la última noche de ellos en el hotel, al día siguiente se desplazarían a otro hotel de la costa en su viaje por la costa del mediterráneo. Nos echamos una foto los cuatro, desnudos, como recuerdo a nuestra experiencia vivida, y nos trajeron de vuelta al camping y allí nos despedimos, no sin antes darnos los números de teléfono para llamar de vez en cuando y charlar por las redes sociales. Habíamos conocidos a una pareja de amigos peculiar, ese tipo de amigos que no te gustaría perderlos, aunque el contacto sea mínimo.

Nada más llegar al camping descargamos las cosas y nos dimos una ducha caliente que nos dejó amodorrados y listos para cenar y dormir. Así lo hicimos, estábamos muy cansados, cenamos poca cosa y nos tumbamos en el colchón, hablamos un poco sobre la experiencia que habíamos tenido y nos pareció positiva, pero decidimos no volver a repetirla, al menos en mucho tiempo, y disfrutar de nuestros cuerpos mutuamente, sin nadie más.

Llegó el Jueves, nuestro último día completo en el camping, ya que al día siguiente temprano teníamos que dejar libre la parcela. Decidimos cambiar la playa por la montaña y ascender por la senda de la montaña hasta alcanzar la cima, no era muy alta, pero seguro que desde allí arriba se contemplaba todo el mar y habrían unas vistas preciosas.

Desayunamos, nos pusimos ropa cómoda y unas zapatillas de deporte apropiadas para la montaña, cogimos una pequeña mochila con la cámara de fotos, dos botellas de agua y dos bocadillos por si entraba hambre y emprendimos la marcha.

No tardamos mucho en empezar a sudar e hicimos una pequeña parada cuando llevábamos andados unos 3 Km para descansar un poco, disfrutar de las vistas, beber agua y echar unas cuantas fotos. Las vistas eran magníficas, se podía contemplar el camping bajo nuestros pies, la playa un poco más adelante, y la grandeza del mar en el horizonte.

Retomamos el camino, llevábamos ya casi 3 horas caminando y se había hecho la hora de comer, faltaba muy poco para llegar a la cima y decidimos parar en una sombra, resguardados bajo unos pinos. Me quité la camiseta y el sol brillaba en el sudor de mi pecho, eso no pasó inadvertido para Lucía, que le llamó la atención. Comenzó a besarme y no opuse resistencia, dejé que su lengua se introdujera en mi boca, en busca de la mía. Nos besamos de manera tierna, acariciando nuestros cuerpos. No sé muy bien por qué era, si por el calor del verano, o si por el morbo a que nos pillaran, pero no pude resistirme y la senté sobre una piedra lisa que la dejaba a la altura de mi cintura, la desnudé e hice yo lo propio. Sin más preliminares comencé a penetrarla hasta el fondo. Al principio dio un grito de dolor, ya que aun no estaba del todo mojada, pero rápidamente se fueron cambiando por gritos de placer. Sus gemidos hacían eco en las montañas, se podían oír a kilómetros, no paraba de gemir y eso me ponía más, hacía que la penetrara más y más rápido. No pude más y me corrí dentro de su vagina. Nunca le había puesto tanta tensión, tanto ímpetu, sabía que nos podían escuchar y eso hizo que no parara.

De repente escuchamos unos pasos y corrimos a vestirnos, era un matrimonio gaditano, nosotros intentamos disimular un poco haciendo como que habríamos la mochila para comer, pero creo que nos pillaron.

Aprovechamos la parada para comer y descansar un poco, hacía mucho sol y no queríamos hacer grande esfuerzos. Al rato, cuando el sol no estaba en lo más alto, alcanzamos la cima, quedaban escasos 300m para llegar a ella. Era precioso el paisaje y se podía contemplar muy a lo lejos lo que parecía la costa africana. Después de aquello bajamos de un tirón hasta el camping, nos sentamos en las sillas que teníamos en la parcela y nos prometimos no olvidar nunca este viaje, habíamos hecho cosas que nunca habíamos imaginado poder hacer, habíamos vivido momentos felices y muy bonitos, prometimos repetir el verano siguiente y sellamos nuestra promesa con un largo beso.

El día no dio para mucho más, aquella noche volvimos a hacer el amor, dormimos juntos y a la mañana siguiente regresamos a nuestra ciudad alicantina. Hasta el momento han sido nuestras mejores vacaciones, no perdimos el contacto con nuestra pareja de amigos y prometimos volver a quedar algún día. ¿Cuándo? Ya se verá…