Vacaciones con mis tíos (solo para dos)

Cuando mi tío se tuvo que marchar, quedé solo para satisfacer a las dos.

Recuerdo que después de aquella noche en la que follamos mis tíos, mi madre y yo, no volví a dormir solo. Mi madre dormía en mi habitación, que tenía dos camas pequeñas, y bien ella se ponía caliente y me buscaba para hacerlo o bien yo me metía en su cama y la sonsacaba. Otras veces escuchábamos a mis tíos follar y nos uníamos a ellos simplemente.

Sobre mediados de mes, mi tío volvió a la ciudad para trabajar. Nos quedamos en la casa mi tía, mi madre y yo. Ellas seguían con sus cosas, hacían la colada, la comida y demás cosas. Yo les ayudaba con lo que me decían. Bien movía cajas de un lado a otro o las ayudaba a hacer las camas.

Recuerdo que una mañana mi madre salió a comprar el pan y mi tía y yo quedamos haciendo la cama de su dormitorio. Al finalizar se sentó en el filo de la cama y me llamó.

-Edu, estoy con la regla. –me dijo mientras yo me acercaba a ella. –Lo malo es que cuando estoy así es cuando estoy más caliente, pero no me puedo meter nada en el coño. ¿Me dejas que te la chupe?

Asentí con la cabeza y ella me bajó los pantalones, sacó mi polla de los calzoncillos y la empezó a chupar. Yo acariciaba sus tetas mientras me mamaba. Mi polla aún no estaba totalmente desarrollada por mi edad y ella se la metía toda dentro de su boca y me tocaba los testículos. Estaba en la gloria y unos pocos minutos después sentí que me corría y ella se tragó mi leche. Me la siguió chupando hasta dejarla totalmente limpia y me fui a la piscina a tumbarme y descansar.

Cuando llegó mi madre y después de acabar todas las tareas de ese día las dos, como todos los días se pusieron los bañadores y se fueron a bañar. Se metieron en el agua y me llamaron para que yo me bañara con ellas. Estuvimos nadando y jugueteando en el agua y ya nos paramos agarrados al filo de la piscina los tres. Yo me puse detrás de mi madre y la presioné contra la pared, poniendo mi polla en su culo. Mi tía se acercó y empezó a tocarme el culo. Empecé a mordisquear a mi madre en su cuello.

-Como se nota que eres joven, -dijo mi tía. –esta mañana te la he mamado y te has corrido y otra vez quieres marcha.

-Así que habéis estado haciendo cosas sin mí. –dijo mi madre.

-Sí, se la he comido a tu hijo y se ha corrido en mi boca. Me he comido todo su esperma saboreándolo.

Yo seguía besando a mi madre y sobándole su culo con mi polla. Me separó de ella y se volvió.

-¿Has comido alguna vez un coño? –me preguntó y le contesté no con la cabeza. –Pues es hora de que te enseñe. Le comerás el coño a tu tía como yo te diga.

-No podrá ser. –dijo Amalia. –Tengo la regla, con lo que yo haré de profesora y tú serás el objeto de estudio. Salgamos del agua.

Salimos y mi madre se echó boca arriba en una toalla. Mi tía y yo nos arrodillamos cada uno por un lado a la altura del vientre de la otra. Mi madre dobló y abrió las piernas de forma que nos ofreció una visión perfecta de su coño. Mi tía apartó con una mano el bañador que cubría el coño de mi madre. Yo ya la había follado unas cuantas veces e incluso la había masturbado con mi mano, pero era la primera vez que lo veía tan cerca y su olor penetró en mí y me excitó.

Mi tía buscó en la abundante mata de pelo y aparecieron los labios del coño. Ella me explicaba como una profesora cada cosa que le hacía a mi madre. Me explicó cuales eran los labios externos y los internos. Abrió el coño con las dos manos y me indicó cual era el clítoris y la entrada de la vagina. Llegó el momento de decirme lo que tenía que hacerle. Ella, desde el lado en el que estaba, bajó su boca hasta el abierto coño de su cuñada y metió la lengua para lamerle el clítoris. Después de unos segundos chupando el coño, me indicó que me pusiera entre las piernas de mi madre.

Me indicó que le hiciera yo lo mismo y abrió aún más el coño. Yo metí mi lengua y sentí el sabor de mi madre. Busqué el bultito del clítoris y comencé a lamerlo. Poco después sentí que mi madre se empezaba a excitar con lo que le hacíamos. Mi tía me indicó que le pasara la lengua por toda la raja y así lo hice. Mi madre gimoteaba y se retorcía.

-Ahora cambiaremos. –nos indicó Amalia. –Túmbate –me dijo -y Antonia tu súbete sobre su boca para que te la coma.

Mi madre posó su coño sobre mi boca y me veía bajo ella comerle el coño. Se sobaba las tetas y gimoteaba de placer mientras yo hundía mi lengua en su coño. Poco después sentí que mi tía se tragaba mi polla y empezaba a mamarme. Mi madre se estaba excitando cada vez más y yo sentía los flujos que manaban de su coño y que tragaba con mucho placer. Me quitó el coño de la boca y apartó a Amalia de mi polla. Se sentó sobre mi polla y se la hundió hasta el fondo para follarme.

Cabalgaba sobre mí mientras Amalia le chupaba las tetas y le tocaba el clítoris a la vez que se metía mi polla. Yo tocaba el culo de mi madre con la mano derecha y el de mi tía con la izquierda. Mi madre empezó a sentir mucho placer y tuvo un orgasmo que la hizo derrumbarse sobre mí por el placer.

-Ojalá tuviera bien el coño para que me follara tu hijo. –dijo mi tía.

-¿Qué tal por el culo? –le comentó mi madre. –Aún no se ha corrido y podría descargarte y llenártelo.

Mi tía se levantó y entró en la casa. Un poco después apareció con un bote de vaselina y se tumbó boca abajo en otra toalla junto a nosotros y le dio el bote a mi madre. Mi madre se sacó mi polla de su coño y se sentó junto a la otra. Me llamó para que me pusiera detrás de ella y mi tía abrió las piernas. Mi madre apartó el bañador y dejó el culo de Amalia a la vista, cogió vaselina y la untó en el agujero del ano. Yo me masturbaba viendo aquello y mi madre me untó la polla con vaselina también. Me la cogió y me dirigió al ano. Me subí sobre mi tía y mi madre tomó la polla como pulo hasta que sentí el ano de Amalia. Empecé a empujar y sentí que en la punta de mi polla se abría el esfínter de Amalia. Ésta empezó a gritar un poco al sentirme entrarle. Nadie me dijo nada y yo, como si fuera un coño, empujé con toda mis fuerzas para que le entrara. Amalia gritó fuertemente y me llamó cabrón. Mi madre me pidió que no la follara tan fuerte aún, que el culo no era lo mismo que el coño y tendría que hacerlo más flojo. Poco a poco la fui follando. Mi tía seguía gruñendo por el dolor hasta que se fueron transformando en gemido por el placer de sentirse penetrada. Aceleré más al indicármelo y sentí que se corría.

-Fóllame y córrete... –me indicaba. –Córrete y lléname con tu leche.

Aceleré la follada y sentí que me vaciaba en el interior de su culo. Di dos o tres descargas y saqué mi polla. Mi madre me la limpio con una toallita y quedé desnudo y cansado en lo alto de la toalla. Amalia descansó en la otra toalla boca abajo y mi madre le limpio el esperma que salía del culo.

Tres días después ya se le había pasado a mi tía la regla. Por la noche nos íbamos a acostar y Amalia le pidió a mi madre que dejara que esa noche durmiera con ella. Desde que se marchó su marido a la ciudad y quitando la vez que le di por el culo, no había tenido nada de sexo y necesitaba sentir una polla dentro de su coño. Mi madre accedió y mi tía y yo nos fuimos a su habitación, mientras mi madre se acostó en la de siempre.

-A partir de ahora me llamarás Amalia, nada de tita... –me dijo llevándome de la mano a su habitación.

-Vale ti... –me paré y rectifiqué. –Vale Amalia.

Miraba a aquella mujer que me guiaba a su habitación para satisfacer sus ganas de sexo. Veía su culo redondo y grande, sus cortas piernas y anchos muslos, los pequeños pliegues de su exceso de carnes. Veía sus dos hermosas tetas grandes que sobresalían por el escote de su camiseta. Su pelo lacio hasta los hombros. Sus gruesos labios con los que me había mamado ya la polla hasta sacarme toda mi leche. Cuanto más caminaba con ella, más me excitaba pensar la iba a follar.

Entramos en su habitación y se abrazó a mí. Metió su lengua en mi boca con un beso y me tocaba el culo. Yo agarraba sus tetas y la tocaba todo lo que quería.

-Duchémonos y después follaremos. –me dijo y me llevó al baño que había en su habitación.

Se sentó en un taburete y me puso delante de ella. Yo me quité la camiseta y ella me bajó el bañador que usaba de pijama. Besó mi polla por encima de los calzoncillos y bajándolos un poco sacó la punta de mi polla. Sacó la lengua y comenzó a jugar con el glande. Me quitó toda la ropa y se puso de pie.

-Entra en la ducha que ahora voy yo. -Abrí el agua y me metí dentro.

Ella se desnudó y se metió dentro. Pude ver todo su cuerpo desnudo y ella se abrazó a mí. Me volvió a besar. Tomó jabón y me volvió para que le diera la espalda. Me enjabonó la espalda y me dio la vuelta. Siguió enjabonando el pecho y bajó para entretenerse en jugar con el jabón y mi polla.

Yo tomé jabón y se lo restregaba por las tetas y la barriga. Ella se giró y apoyó las manos sobre la pared. Le froté la espalda hasta bajar a su culo. Me entretuve en sobárselo y ella se empezaba a excitar. Me aproximé a ella y pegué mi polla al culo. Ella sintió que estaba dura y movió el culo para restregar mi polla por su ano. Se volvió y se arrodilló delante de mí. Tomó la polla con una mano y la empezó a mamar.

Pasó unos minutos y se levantó. No quería que me corriera, sólo quería que me calentara. Salimos de la ducha y nos secamos el uno al otro. Me cogió de la mano y desnudos nos fuimos a la cama. Me tumbé sobre Amalia y me coloqué entre sus piernas que ella abrió. Sentía como mi polla tocaba su coño. Acaricié sus pechos y lamí sus pezones que se pusieron duros. Ella acariciaba mi pelo y me levantó la cabeza para que la besara. Sentí como ella doblaba las piernas para que nuestros sexos se rozaran más aún.

Empecé a mover las caderas para que mi polla se deslizara por su depilado coño. Sentí como se abrían sus labios con la presión de mi polla y, sin entrar en su interior, rozaba su clítoris. Amalia daba leves gemidos de placer y me acariciaba. Noté que se me mojaba la polla con los flujos de ella, bajé la polla por su raja y noté que quedó enfrentada a su vagina.

-Edu, penétrame. –me pidió.

Empujé y noté como mi glande se abría paso por su vagina y como ella se tensaba al sentirme entrar. No tuve que hacer esfuerzo, ella hacía muchos días que no tenía relaciones y, nada más con tenerme encima, su coño se había llenado de flujos. Sentí su calor envolverme cuando la tenía completamente dentro. Ella gimoteaba y suspiraba esperando que la follara rápidamente.

La volví a sacar despacio, deleitándome con cada centímetro que salía hasta sentir mi glande fuera y volvía a meterla despacio.

-Fóllame así... me estas volviendo loca... sigue así... –me decía y empezó a subir el volumen de su voz.

Aceleré mis penetraciones y ella gemía cada vez más fuerte clavándome su uñas en la espalda por el placer. Levantó las piernas y las cruzó sobre mi cintura para que la follara y no me escapara. Gemía y gritaba de placer y mi polla entraba totalmente sin ningún esfuerzo por lo mojada que estaba.

Yo seguía follándola y sentí que me tocaban el culo. Miré, sin dejar de follar, y vi a mi madre sentada junto a nosotros y tocándome. Nos miraba y se tocaba el coño para masturbarse. Amalia ya gritaba como una loca cuando sintió que se corría dando movimientos espasmódicos cuando llegó al orgasmo.

Quedé parado encima de ella, sintiendo como mi madre me tocaba y viendo como se estaba masturbando sin dejar de mirarme.

-Sigue y córrete dentro de mí. –me pidió mi tía que aún no había visto a mi madre.

Le saqué la polla y me levanté. Ella protestó y entonces vio a mi madre.

-He venido porque me excitado al escuchar como fallabais. –dijo mi madre.

Me arrodillé delante de ella y le abrí las piernas. Le mordí el coño por encima de las bragas para excitarla más si podía y ella se subió en la cama y abrió las piernas. Le quité las bragas y abrí los labios. Metí me lengua y comencé a lamerla entera. Amalia le empezó a chupar las tetas y a besarla. Las dos disfrutaban de sus bocas. Me lo habían comentado una vez, a veces pasaban horas besándose.

Cogí a Amalia y la hice tumbarse boca arriba en el filo de la cama, coloqué después a Antonia sobre ella a cuatro patas. Las hice que se besaran mientras llevé mi polla al coño de mi madre. Aparté los pelos y los labios y la fui penetrando. Aceleraba cada vez más al sentir que su coño se iba mojando. Separó la boca de Amalia y gimoteó. La agarraba por sus caderas y le acariciaba el enorme culo con una mano. Amalia comenzó a lamerle los pezones y Antonia gimió más fuerte.

Unos minutos después saqué la polla de Antonia y la llevé al coño de Amalia. La penetré y la follé. Ella gemía y Antonia la empezó a besar y acariciarle las tetas. Poco tiempo después se corría de nuevo entre fuertes gritos.

Le saqué la polla y la metí dentro de Antonia. La follaba rápidamente con muchas ganas de correrme dentro de su coño. Sentí que estaba a punto de correrme. Se lo dije a mi madre y ella me pidió que le descargara todo dentro, sin que se perdiera nada. Esto fue suficiente para sentir como mi esperma viajaba por toda mi polla y saltaba dentro del coño de mi madre que empezó a sentir un gran orgasmo al notar el calor de mi leche. La embestía más fuerte para que acabara de correrse y Amalia la ayudaba chupándola y acariciándola.

Unos minutos después los tres estábamos abrazados en la cama y durmiendo. Desde ese día y mientras estuviéramos solos, decidimos dormir los tres juntos todas las noches.