Vacaciones con mi prima

Boyeur y amor filial. Samuel descubre lo buena que se ha puesto su prima y aprovecha de que pasan unos días juntos en el pueblo para manipularla e intentar follársela.

“Otro agosto de camino al pueblo…”

Día 1

Samuel miraba por la ventanilla del coche de sus padres, todos los años desde que tenía memoria, había pasado en el pueblo la primera quincena de agosto con sus padres en el pueblo. El plan era descansar del ajetreo de la gran ciudad y pasar dos semanas en la piscina y haciendo algunas rutas de senderismo por allí cerca, en definitiva, descansar.

La casa a la que dirigían era compartida también con sus tíos, los cuales, todos los veranos pasaban también aquella quincena huyendo del calor y con sus tíos, venía también su prima, Merche.

Merche era, como decirlo, la típica chica popular del instituto, que se había desarrollado físicamente mucho antes que otras chicas de su edad, por lo que siempre había tenido la atención de todo el mundo a su alrededor, principalmente de los chicos más mayores. Tenía además, una cuenta de TikTok con 40.000 seguidores.

Merche y Samuel se habían llevado muy bien de pequeños, no habían tenido un contacto estrecho de manera continuada, pero al menos todos los veranos siempre habían compartido aquellos 15 días, sus 15 días. Y aunque ahora la relación no pasaba por su mejor momento, ya que desde que Merche había empezado a llamar la atención de los más mayores se había vuelto más altiva con él y marcaba la distancia, por su parte, Samuel le guardaba mucho cariño a su prima. No obstante, se sentía un poco inseguro con ella por el hecho de que al volverse una chica tan atractiva había comenzado a sentir un deseo carnal hacia ella.

Samuel, por su parte, era un chaval un poco pasota, en el instituto al que iba mantenía un perfil bajo y no llamaba mucho la atención. Además, era un poco torpe con las chicas, le pasaba a menudo que cuando una chica se le acercaba se ponía nervioso y al final la cagaba, volviéndose inseguro y rechazándola de manera hostil sin quererlo. Su grupo de amigos, por otra parte, eran los nerds de área de audiovisuales del instituto, lo cual no le facilitaba mucho el acceso a otras chicas con las que ligar.

Con todo, no era virgen del todo. Hacía un mes apenas, había ido a un campamento de verano en Inglaterra donde había conocido una chica francesa que una noche, con unas cervezas de más y jugando a un juego de beber, le había hecho una mamada. Aquello no había si no aumentado más su libido y estaba deseoso de poder repetir aquella experiencia.

Al llegar al pueblo, sus tíos todavía no habían llegado, por lo que pudieron elegir las habitaciones donde se iban a quedar. Si bien, casi siempre dormían en las mismas habitaciones, la casa contaba con 6 dormitorios, 2 de ellos de matrimonio y otros 4 para invitados, se notaba que hacía meses que nadie había pasado por allí, así que también, se pusieron a recoger y limpiar todo.

Todos los años igual, sus tíos siempre llegaban más tarde y toda la faena les tocaba a ellos, así que mientras limpiaban, a Samuel se le ocurrió una idea para vengarse, aquel año, el cuarto de Merche, sería para él. Aquel cuarto era un poco más grande, pero su principal ventaja era la cama, que era la más cómoda de todas, sus padres, también molestos con los tíos, le dijeron que les parecía una buena idea.

Así que ahí estaba Samuel, dejando sus cosas en los estantes, la Nintendo Switch y la guitarra con las que mataría los tiempos muertos, y el portátil al que daría caña por las noches.

Cuando se encontraba colocando su ropa en el armario escucho como un coche se paraba en la puerta principal, habían llegado. Dejó todo y bajó a recibirles, sus tíos fueron encantadores como siempre, le dieron dos besos y se rieron, después le tocó saludar a Merche, que estaba con su teléfono un poco detrás y su maleta.

Merche físicamente era de estatura media, su pelo era moreno y ondulado y estaba muy cuidado, tenía unas cejas oscuras marcadas que contrastaba mucho con sus ojos que eran color avellana y tenían una forma almendrada y pequeña, así como con su tono de piel, muy cMerche. Su nariz era perfilada y sus labios finos y delicados.

Por contraparte, el cuerpo de Merche era además muy bonito, siempre se había preocupado de tener el abdomen firme y se había cuidado de no tener imperfecciones, lo que había hecho que una vez se desarrolMerche físicamente estuviese de escándalo. Aunque ese verano Merche había cambiado mucho, estaba buenísima, además llevaba un pantalón short negro de deporte y un top blanco, ropa muy cómoda para el viaje, pero que revelaba toda su figura.

—Joder Samu, ¡has crecido mucho! —me saludo ella—. ¿Qué tal va el verano?

Lo cierto es que Merche tenía razón, aquel año Samuel había pegado un buen estirón y estaba cerca del metro ochenta, estaba claro que iba a ser muy alto.

—Jajaja, eso mismo podría decir yo, Merche —saludo Samuel al que le quebró mínimamente la voz.

Nadie se dio cuenta de a lo que se refería él, salvo Merche, que le devolvió una sonrisa y cogió sus cosas para subir a los cuartos. Sus padres estaban poniéndose al día con sus tíos, así que decidió ir a por un vaso de agua a la cocina.

Apenas pasaron unos minutos y subió.

—¡Samuuuuu! ¿Qué has hecho? —le gritó Merche al llegar a la planta de arriba.

—¿Qué sucede? —preguntó Samuel, aunque ya sabía la respuesta.

—¿Por qué están tus cosas en mi cuarto? —preguntó Merche visiblemente molesta, aquel había sido su cuarto en la casa del pueblo desde que había sido pequeña.

Samuel, sin poder evitarlo al principio, se quedó embobado mirando a su prima mientras se quejaba, la había visto muchas otras veces, pero... en aquel momento, enojada como estaba, se le antojó que estaba preciosa.

El color rojo se adueñó del rostro de Samuel, que tuvo que serenarse.

—Lo siento, es que me gusta mucho este cuarto... —le respondió Samuel, que se notaba que estaba incómodo.

—Samu, eres un capullo, no empeores estos quince días —dijo Merche, que se dio por vencida y se fue a la habitación que tenía enfrente.

Y es que claro, aunque Samuel aprovechaba aquellos días para descansar y desconectar, Merche lo que más quería era estar en la ciudad con sus amigas y sus ligues, allí se aburriría y solo tenía la piscina.

Aquel día, se vieron varias veces, sin embargo, Merche evitó directamente a Samuel, por lo que este se quedó en su cuarto la mayoría de la tarde jugando a la Switch mientras que la familia terminaba de recoger todo.

Día 2

Al día siguiente, Samuel se despertó sudado y con bastante calor, aunque la noche había sido fresca, el calor que hacía ese verano era insoportable. Se levantó y se dirigió a la ventana para abrir y airear un poco, pero se quedó clavado en el sitio.

Merche estaba en la piscina en aquel preciso momento haciendo un vídeo para subirlo a la red social TikTok, llevaba un bikini amarillo y bailaba frente a su móvil, aunque como no tenía dónde dejarlo, estaba en el suelo.

A Samuel se le paró la respiración y empezó a notar un cierto hormigueo por la zona de su miembro que le hacía presagiar una erección. Suspiró y tomó una determinación; ayudaría a Merche con su cuenta de TikTok durante esas vacaciones, así se podría acercar a ella. Gracias a su grupo de audiovisuales en el instituto se manejaba muy bien en el ámbito de la fotografía y tenía, además una cámara réflex que le habían regalado sus padres en su cumpleaños.

Se puso el bañador y una camiseta básica blanca, se echó un poco de agua en la cara para quitarse la pinta de recién despertado y se dirigió a la piscina, al llegar, saludó con la mano a Merche, la cual, le dirigió una sonrisa y siguió a lo suyo.

Samuel se echó en una tumbona cerca de ella y se quedó un rato mirando como bailaba para la cámara, como se frustraba y volvía a intentarlo una y otra vez, de esta manera hasta conseguir el baile que quería. Estuvo analizando, si, aquello era bastante importante para ella, la desilusión que sentía cuando se equivocaba en un paso o hacía un mal movimiento, era real.

—¿Cuántos seguidores tienes?—Preguntó Samuel a Merche cuando esta se tomó un pequeño descanso para beber un refresco—. Veo que te lo curras mucho.

—¡40.000! —respondió ella ilusionada de pronto—. Gracias, desde que le dedico más tiempo estoy consiguiendo muchísimos seguidores.

—Normal, bailas muy bien, te he estado observando —le elogió Samuel.

Ella sonrió y se apartó el pelo, dejándole admirar, inconscientemente, su cuerpo.

—Ay, ¡muchas gracias! —agradeció ella.

Samuel se levantó de la hamaca y se le acercó.

—Oye, mira, se me acaba de ocurrir, tienes muchísimo potencial y la verdad es que yo estoy bastante aburrido, podría sacar mi cámara profesional y ayudarte a mejorar tu contenido —se ofreció Samuel.

—Espera, ¿tienes una réflex? ¿Sabes usarla? —preguntó María, que de pronto se mostró bastante ilusionada.

—Claro, mira, este es mi Instagram —comentó Samu mientras le compartía su teléfono móvil.

En aquella cuenta Samuel había ido publicando las fotos que había hecho con su cámara a diferentes elementos, fotos detalle de algunas flores, paisajes y retratos a algunos amigos y desconocidos, las fotos eran buenas, y eso Merche lo notó aún sin saber mucho de fotografía.

—¡Me encanta! —le gritó emocionada ella mientras se le echaba encima para abrazarle.

Al abrazarla, pudo notar como los pechos de su prima rozaban su cuerpo y de nuevo notó aquella sensación en torno a su entrepierna que le anticipaba una erección, aun así, lo ignoró y le devolvió el abrazo, ella notó su turbación, pero no dijo nada.

Después de aquello, Samuel subió de nuevo a su cuarto a por la cámara de fotos, tenía que pensar muy bien cómo iba a hacer la primera sesión. Tenía que sorprender a Merche, seguramente sería una gran oportunidad de acercarse más a ella, explotar su necesidad por las redes sociales y quien sabe si llevarse unos bonitos recuerdos visuales del cuerpo de su prima aquel verano.

Observó por la ventana para ver qué hacía, y no la encontró en la piscina, se asomó un poco más por si acaso estuviese debajo del alféizar de la ventana. Tampoco se encontraba ahí, frunció el ceño.

—¿Qué sucede? Te noto preocupado —dijo de pronto Merche desde el marco de la puerta de la habitación, pillándole por sorpresa.

—¡Vaya! No te esperaba aquí, estaba buscándote —respondió sincero, Samuel.

—Ya veo que no me pierdes de vista… —dijo Merche dándose la vuelta y dirigiéndose a su cuarto—. He subido para elegir la ropa para las fotos ¿me ayudas?

Samuel se quedó ahí parado viendo como Merche se dirigía a su cuarto en bikini, sus ojos estaban clavados en su trasero, respingón y bien puesto, sí, claro que iría.

La siguió. En su cuarto todo estaba bien ordenado, pudo observar el ordenador portátil en la mesilla del escritorio y el estuche de maquillaje de ella al lado. Entre sus cosas también se dio cuenta de que había un libro encima de la mesilla de noche, “Cazadores de Sombras”, una novela de vampiros que estaba de moda en las adolescentes de su edad.

Ella se agachó y empezó a rebuscar en su armario, Samuel se acercó y pudo notar que ella estaba decidiendo entre diferentes vestidos de verano y un par de bikinis.

—¿Qué opinas? —consultó con él Merche apuntando con la cabeza a su ropa.

Samuel miró de nuevo los vestidos y después a ella, ambos eran vestidos muy de verano, rojo con motivos florales blancos muy corto y el otro amarillo como su bikini.

—Depende de lo que quieras en las fotos ¿quieres que sea una sesión de piscina o en el campo que tenemos aquí detrás? —le respondió con una pregunta Samuel.

—¡Quiero todo! —se rio.

—Bueno, con calma, yo te ayudo, pero poco a poco —le frenó un poco, su intención era que aquello macerase lentamente, y si dejaba de depender de él pronto para su contenido, no podría culminar el plan que empezaba a gestarse en su mente—. Si quieres hoy, cámbiate y ponte el vestido rojo y te hacemos unas fotos de cuerpo entero. En el campo de detrás y otro día seguimos en la piscina, que ya has subido un baile hoy ahí y la clave es la variedad de contenido —le sugirió Samuel muy profesional, aunque en su interior estaba ya imaginando la escena.

—Genial, espera fuera que me voy a cambiar.

Samuel alzó una ceja y se rio de nuevo.

—No, en serio, sal —le señaló la puerta.

Él se fue de la habitación y cerró la puerta detrás a su paso, mientras se disponía a esperarla, se había pasado de listo, lo sabía perfectamente, pero había sido gracioso.

De pronto se dio cuenta, no había cerrado bien la puerta y un pequeño resquicio estaba abierto, dejando pasar una línea de luz en el pasillo y le picó la curiosidad, se acercó sigilosamente a la puerta.

Merche dio un par de vueltas nerviosas por su habitación, saco del cajón algo de ropa interior y estuvo sopesando entre un conjunto blanco y otro de color negro, y en ese momento se quitó la parte de arriba del bikini. Su melena oscura, le cubría un poco, sin embargo, con el movimiento pudo observarla bien.

Los pechos de su prima no eran muy grandes, pero tenían una medida considerable para que se marcasen mucho en la ropa que llevaba, y ahora que la veía así, podía apreciarla completamente.

Los ojos de Samuel no podían más que recorrer una y otra vez los pechos de Merche, contuvo su respiración y sacó su cámara lentamente y desactivar el clic que hacía al disparar. En seguida estuvo haciendo fotos en la oscuridad para su recuerdo.

Ella se acarició el vientre suavemente, y se miró en el espejo evaluando su cuerpo. Sus pezones eran pequeños, rodeados por unas rositas aureolas de aspecto delicado que encajaban perfectamente con su piel, eran unos pechos muy bonitos. Pero lo que más le llamó la atención era que tenía piercings en ambos pezones, lo sabía porque en algunos videos de TikTok se le notaban un poco a través de la ropa, pero verlo de esta forma, en persona...

La adrenalina embebió la cabeza de Samuel cuando de pronto, ella se dio la vuelta y se quitó la braguita del bañador, echándola a un lado. Desde aquel ángulo, no tenía vista directa de su parte frontal y al ver que empezaba a vestirse, se serenó, se retiró de la puerta y bajó lentamente a la cocina, no quería que Merche le pillase cerca de la puerta y sospechase de él. Además, sacó otra tarjeta SD de un estuche y la cambió para que la cámara estuviese vacía cuando hiciesen las fotos más tarde, no estaba de más ser doblemente precavido con su nuevo tesoro.

Su corazón estaba todavía palpitando a buen ritmo cuando su prima apareció de nuevo por la puerta. Se había decantado finalmente por el vestido rojo con lunares negros. Era un vestido de verano, adecuado para las altas temperaturas que tenían que soportar en aquellos momentos. Además, el vestido era bastante generoso con el escote de su prima este acababa en pico y se ceñía en torno a la cintura, la falda, por el contrario, mostraba bien sus largas y torneadas piernas.

—¿Ya estás lista? —preguntó Samuel a su prima.

—Sí, ¡vamos! —le respondió ella.

Fueron de camino a un prado que había detrás de la casa, donde tendrían una mayor intimidad, además, en aquel sitio había muy buenas vistas del valle donde se encontraba el pueblo y podrían salir algunas fotos chulas.

Samuel le indicó un sitio donde daba bien la luz, la verdad es que al ser todavía pronto y el sol no estar en su cenit era un muy buen momento para realizar fotografías. De un modo casi automático y muy profesional ajustó su lente y los parámetros de su cámara al estilo de fotos que le iba a hacer y a la luz de aquel sitio y comenzó con la sesión.

Samu se entregó al máximo, buscando los ángulos, los pequeños detalles que hacían de su prima la chica hermosa que era ella. Y aunque en un principio, comenzó a hacerle fotos de cuerpo entero y retratos cuidados para su perfil de Instagram, se dejó llevar, recorriendo con su objetivo el cuerpo de su prima. Se esforzó por retratar los rasgos de sus finos labios, la caída del párpado de sus ojos, del movimiento de su pelo al viento, el nacimiento de su escote, una gota de sudor sobre su piel, la delicadeza con la que sus manos acariciaban sus piernas...

Estaba guapísima y él se dejó llevar con la cámara, no dejaba escapar ni un solo movimiento. Merche se percató de esto y al principio, le extrañó tanta entrega, y confundida hizo un par de bromas, le saco la lengua e hizo algunas poses burlonas. Pero lo cierto, es que si bien su primo se rio, no perdió en ningún momento su profesionalidad, y aquello le hizo sentirse en un poco cohibida, pero le gustó. Así que, se dejó de bromas y aprovechó al máximo, se entregó a la cámara, cambió de poses, sonreía, se reía y ponía miradas intensas que buscaban romper el corazón de quien observase las fotografías, estuvieron casi una hora.

—Yo creo que ya, tengo mucho calor —dijo de pronto Merche, fatigada, el sol estaba en lo alto y empezaba a molestarle las altas temperaturas, necesitaba un vaso de agua con urgencia.

Samuel que no se había dado cuenta de que el tiempo había pasado tan deprisa, miró el contador de disparos, había hecho 1.023 fotografías.

—Se nota que te gusta mucho ser fotógrafo Samu, no lo sabía —le comento Merche mientras iban de camino a la nevera portátil y la sombrilla que se habían traído—. ¿Cómo han quedado? ¿Salgo guapa?

—Tú siempre sales guapa —le respondió él a su prima mientras le acercaba la cámara de fotos—. Mira.

Ella se quedó callada y las estuvo mirando mientras Samuel sacaba unos refrescos de la nevera y le acercaba uno de ellos a su prima.

—Oye, pero esto...—empezó Merche mientras le daba un trago a su Coca-Cola, al tiempo que miraba a la máquina fotográfica.

Samuel no dijo nada, se quedó observando simplemente con algunas gotas de sudor recorrían el cuello de su prima hasta esconderse más allá del vestido atravesando sus torneados senos, su mirada se quedó allí un buen rato.

Ella alzó la vista y le cazó, carraspeó levemente, haciéndose notar.

Él se puso completamente rojo y subió su mirada esperando encontrarse con el rostro furioso de su prima. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, Merche sonreía, de hecho, le hacía bastante gracia haberle pillado.

—Yo… perdón—empezó a disculparse.

—¡No tienes que pedir perdón, Samu! Jo, me has sacado preciosa —le cortó Merche—. ¿Cómo las has hecho tan buenas?

—Pues… la verdad, es que, no ha sido muy difícil, al contemplarte he podido ver pequeñas particularidades de ti, de tu cuerpo, que creo que reflejan muy bien quien eres y como eres, lo que te diferencia de los demás y he tratado de esforzarme en destacarlas —se explicó él, reflexivo.

El rubor apareció sobre los pómulos de su prima y pronto se extendió por su rostro. A Samuel le invadió un deseo de acercarse a ella y decirle que era hermosa, pero se controló, era demasiado pronto.

—Nunca nadie me había visto así… —musitó Merche.

—Yo solo espero que disfrutes de las fotografías, ¿te parece bien si te las edito y está tarde ya puedes elegir una para tu Instagram? —le sugirió él.

—Ay, muchísimas gracias ¿qué foto piensas que debería de subir? —preguntó.

—La de tus labios cuando te los muerdes. —respondió Samuel sin dudar.

Ella le sonrió. Se terminaron el refresco, y mientras siguieron hablando volvieron a la casa en la que estaban pasando las vacaciones.

En la tarde, después de comer, Samuel chateo un rato con sus amigos y se puso a editar las fotos, le preparó unas 10 fotos que consideraba buenas y se las mando.

Según terminó, se quedó meditando; sí, era el momento, abrió la carpeta oculta de las fotos secretas que le había hecho a Merche a escondidas y comenzó a observarlas, la excitación comenzó a subir de nuevo como la espuma y enseguida tuvo una erección de campeonato.

En verdad, ya no podía más, echó el pestillo de la puerta y comenzó a masturbarse pensando en su prima, en cómo se movían sus pechos con su respiración, en sus labios… Y recordó como la francesa en el campamento de verano le había masturbado, con sus manos primero, y después con su boca, y se imaginó que era Merche quien con su lengua jugueteaba con su miembro y le hacía disfrutar. No tardó en eyacular, por suerte, tenía un paquete de pañuelos cerca.

Día 2: Noche

En el transcurso de la tarde todo aconteció con normalidad, Samuel jugó un rato con sus amigos a través de la consola y se echó unas risas, mientras su prima estaba en la piscina tomando el sol y con el móvil.

Fue ya después de cenar, cuando Samuel entró a su móvil y vio que tenía una notificación, Merche le había empezado a seguir en Instagram, pinchó y entró en su perfil.

Su prima había publicado una de sus fotos, la que él le había dicho, tenía en torno a 420 me gustas y 32 comentarios, de sus amigas y varios chicos que le decían que salía muy provocadora, él, pinchó en la fotografía y después de darle like, se la envío a Merche.

Sales preciosa, ¿quien te la habrá hecho? 😏 —le escribió en un mensaje privado.

No esperaba respuesta, pero se ve que Merche estaba aburrida ya en su cama.

jajajaja, bobo ¡ha sido mi publicación con más likes! —respondió en seguida ella.

Se nota que las redes sociales son especiales para ti ¿por qué? —preguntó él ya con curiosidad.

Mmm, difícil pregunta, ¿y las fotos, porque son tan especiales para ti? —le respondió con una pregunta, dándole la vuelta al interrogatorio.

Ya te lo dije antes, me encanta el poder apreciar los detalles —le puso en un mensaje.

Samu, ¿mañana podríamos hacer otra sesión? —volvió a preguntar Merche.

¿Otra?

Sí, es que, quería, no sé, si me podías sacar bonita como tú solo sabes hacer… —volvió a preguntarle Merche.

Claro, nos vamos a la piscina y tiramos unas fotos.

No, en la piscina no, espera… ¡voy! —escribió ella.

De pronto, en el pasillo, pudo escuchar cómo se abría lentamente la puerta del cuarto de Merche y después la suya.

Su prima llevaba un pantalón corto y una camiseta de un grupo de rock de los 70 llamados pink floyd, seguramente ni los conocería, de hecho, él apenas lo hacía, había escuchado un par de canciones por un amigo suyo rockero, pero le quedaba de muerte.

—Samuu —le susurró—. ¿Puedo entrar?

Él asintió.

—Mira, es que yo… Quería pedirte un favor —siguió susurrando Merche—. Antes, cuando vi tus fotografías, me sentí muy bonita y me gustó mucho, habitualmente no me ven así.

Hubo cierta amargura en su voz. Samuel lo notó y se quedó callado, expectante, ella se dio cuenta y se notó como si se avergonzara de pronto.

—No lo pensé bien. —se excusó ella al notar el silencio de Samuel —. Lo siento.

—No, espera, ¿como quieres las fotos?—preguntó Samu aprovechando su oportunidad, y le puso la mano en la pierna para que no se alejara.

Merche sonrió tímidamente.

—Yo...—dudó—. Tengo un par de conjuntos de ropa interior muy bonitos y no sé si quizás podrías hacerlas con ellos puestos.

Ella apartó la mirada, le daba muchísima vergüenza aquello, pero también pudo notar su respiración, estaba muy acelerada.

—¿Quieres que te las haga en ropa interior? —preguntó algo confuso —. ¿Estás segura?

—Sí, quiero verme como tú me ves…

Merche se dio cuenta de pronto que tenía la mano de su primo en la pierna y que estaban muy cerca, peor aún, que estaba empezando a sentirse algo extraña.

—No entiendo por qué dices eso. Precisamente tú, que ya has visto, en cuanto has subido una foto a las redes sociales ya había gente diciendo lo guapa que eres —Le comento Samuel sin entender realmente a su prima, muchísimos chicos la escribían para decirle que estaba preciosa.

—Ya, pero ellos solo me quieren para una cosa, no lo dicen desde el corazón.

—¿Para follar? —preguntó Samuel, directo.

—Jo, que bruto Samu, pero sí...—se rio nerviosa—. Que no es que no me guste, no me malinterpretes, me encanta follar, sin embargo, soy algo más que un trozo de carne.

—Claro que lo eres, eres una persona superdivertida, siempre lo has sido —le elogió Samuel—. Y sí, eres preciosa, cada detalle de ti es único.

Merche se ruborizó y se inclinó con su cuerpo un poco hacia él, de pronto, estaban muy cerca, sus ojos se conectaron y ella se rio. Él, sin saber muy bien que estaba haciendo, se reclinó un poco más hacía ella y sus labios rozaron.

El beso no duró mucho, ni fue enérgico, fue dulce, bonito, breve y con muchísimo significado, del tipo de besos que están hechos de la textura de las nubes de algodón. Al separarse, Merche se quedó mirando los labios de su primo y exhaló levemente.

—Mañana por la mañana, ¿vale? —susurró ella, muy calmada.

—De acuerdo…

Su prima se levantó y sin mirarlo una vez más, se fue del cuarto, no tardó en escuchar cómo echaba el pestillo en su propio cuarto. Samuel no tenía ni idea de qué demonios había pasado en ese momento en la habitación, la había tenido tan cerca, ese beso, la había sentido tan… ¿Alterada? Tampoco sabía cómo sentirse al respecto.

Día 3

A la mañana siguiente Samuel estaba expectante, había dormido mal porque no había sido capaz de controlar sus pensamientos y se había pasado toda la noche pensando en aquel beso.

Se levantó, comprobó que su prima seguía en su cuarto y se dirigió a tomar un café tranquilamente en la cocina, solo le daba vueltas una cosa a la cabeza, la petición de Merche la noche pasada. ¿Lo habría soñado? ¿Había sucedido de verdad?

Mientras se tomaba su café aparecieron sus tíos y su padre por la puerta. Al parecer habían decidido que aquella mañana irían a una ruta en la montaña. Pero él ya tenía planes, se inventó que estaba muy cansado y que quería disfrutar de la piscina un día más.

En parte, era cierto, sin embargo, es que además no le apetecía nada de nada ir a la montaña y perder la oportunidad de la sesión de fotos con Merche.

—Otro igual, ¡tenéis que moveros más! —dijo su tía, al parecer su prima ya había rechazado ir con ellos.

Samuel sonrió.

Unos minutos después, se marcharon y la casa quedó en completo silencio. Él empezó a impacientarse, dio un par de vueltas por la cocina, se fue al baño y se arregló un poco, sin embargo, los nervios comenzaban a poder con él, así que, subió a la planta de arriba para ir al cuarto de su prima y toco la puerta.

—Pasa —dijo su prima al otro lado de la puerta.

Al entrar en la habitación, se la encontró totalmente recogida, con las persianas un poco bajadas y con una vela encendida, dando un ambiente muy acogedor a todo aquello.

No obstante lo más importante era que ella estaba sentada en la cama, ya no llevaba el pijama de anoche, sino que estaba en batín, muy hermosa, al parecer, además, había pasado un buen rato maquillándose, se había preparado para la sesión.

—Te lo has currado —indicó Samuel, atento a los detalles.

—No es nada. —ella correspondió mirándole al entrar—. He cerrado un poco las persianas para darle un toque más íntimo.

—Se nota, mucho mejor. —le concedió Samuel—. A ver, déjame verte.

—Me da vergüenza que me veas de esta forma —dijo Merche un poco turbada.

—Es normal que te sientas así, pero no te preocupes, te he visto en bikini muchas veces, esto no difiere mucho ¿no crees?

Ella se rio nerviosa, pero asintió, después del beso de ayer con Samu confiaba más en él, se levantó de la cama y retiró su batín. Llevaba puesto un conjunto de lencería de encaje azul transparente, consistía en un sujetador bralette y un tanga con estampado floral de color azul. Samuel también pudo notar como sus pequeños pezones se transparentaban a través de la fina tela de color azul del sujetador.

—¿y bien? —Preguntó Merche mirándole a los ojos.

—Eres maravillosa, te queda genial el conjunto, tremendamente provocativo —le reforzó él mientras sacaba la cámara—. Mira, ponte ahí y empezamos —le ordenó mientras apuntaba al espejo.

Merche se movió hacia el espejo dejando que la admirase por detrás, la forma que tenía sus glúteos al moverse, empezó a sufrir por dentro.

—Ahí, mírame —ordenó de nuevo Samuel.

Desde su posición giró su cabeza y le miró por encima del hombro, desde aquella posición en la foto salía su espalda, su rostro y se reflejaba en el espejo del cristal su busto, aquella visión le encantó a su primo y comenzó a disparar.

Ella que al principio estaba algo nerviosa poco a poco se fue sintiendo más cómoda y Samuel entró en su dinámica de fotógrafo, completamente enfrascado en sacar lo mejor de Merche, lo que la fue haciendo sentir muy atractiva, pero sobre todo, empezó a divertirse.

Algunas de las fotos eran realmente complicadas, incluso en una, Samuel se había puesto a la altura del suelo para poder tomarla desde abajo en un plano contrapicado muy arriesgado en la que ella, por supuesto, salía perfecta.

—Espera. Quiero una así —dijo de pronto Ella mientras se sentaba de nuevo en la cama.

Una vez encima de la cama, se apoyó en los cojines de la cabecera y mirando hacía su primo, tiró del elástico del bralette y se bajó uno de los tirantes del sujetador, dejándolo caer por su brazo y dejando medio pecho al aire, tenía el pezón completamente duro.

Samuel se acercó y se apoyó sobre los pies de la cama, y se preparó para la siguiente foto, ella se mordió el labio y le miraba con pasión en sus ojos, aquella fue sin duda su obra maestra.

—Sigue, por favor —susurro Samu, que no daba crédito a sus propias palabras y menos a lo que estaba pasando allí.

Merche sonrió, sabiéndose victoriosa, y se quitó muy lentamente el sujetador para taparse con sus brazos, él por su parte, documentó todo el proceso y se fue acercando más y más, hasta que estaba a apenas un metro de ella. En ese momento, ella se destapó y se quedó completamente desnuda de cintura para arriba, mientras le miraba, desafiante.

Samuel disparó una última tanda de fotos y retiró la cámara, la observó intensamente, su pecho se agitaba con su respiración, hacía calor.

En un lancé, subió hasta ella y cuando estuvo muy cerca, le acarició la cara con una mano, ella se mordió el labio y él no pudo aguantarse más, la besó de nuevo.

Su prima se estremeció cuando sus labios se juntaron, poco a poco subieron el nivel, y las manos de Samuel comenzaron a acariciar el cuerpo desnudo de Merche, dirigió su boca a su cuello, y siguió besando, ella suspiró con fuerza.

—Eres muy dulce. —exhaló, notablemente excitada.

Se sintió halagado y de pronto sus ganas de empotrarla aumentaron muchísimo y mientras con una de sus manos seguía acariciándola, bajo un poco más y empezó a besarle las tetas.

La turbación que empezó a sentir Merche en aquel momento le abrumó, ella tenía intención de provocar a su primo para vacilarle y sentirse deseada, quizá, repetir el beso, pero aquello se le estaba yendo de las manos, si tenía que pararlo, aquel era el momento.

—Oye, Samu, espera... —dijo ella, doliéndole cada palabra que pronunciaba.

—¿Pasa algo? ¿Te hice daño? —el chaval se separó del pecho de su prima y la miró, por si le estaba generando alguna molestia.

—Es que, no podemos seguir, yo, no sé que estoy haciendo, mis padres nos van a matar… —comenzó a decir, totalmente compungida.

Samuel la miró y entendió, aunque sabía perfectamente que ella lo quería, tenía que seguir con su plan, por lo que asintió y se levantó. En ese momento se hizo más que evidente su erección y pudo observar como Merche se quedó mirándola, estuvo así unos segundos y pareció tomar una decisión.

—Mira, si se enteran nos van a matar, además estaría mal si… pero tú me has ayudado mucho, supongo que tampoco está bien que te deje eso de esta forma. —murmuró, convenciéndose a sí misma.

Se levantó y se puso de frente a Samuel para empujarle y sentarle en la cama. Seguidamente, se puso de rodillas frente a él y le empezó a desabrochar el pantalón, después le sacó el miembro del elástico del bóxer, lo agarró con fuerza y se quedó mirándolo, evaluándolo, pareció complacerle, ya que sonrió. Samuel emitió un pequeño jadeo y ella le miró a los ojos.

—Túmbate y relájate. —dijo ella de pronto al sentir la excitación de su primo—. Déjame ayudarte.

Ella, una vez Samu se recostó del todo, se situó bien, se recogió el pelo en una coleta y agarró el pene de nuevo y poco a poco empezó a bajar y subir con la mano. Su primo tenía un grueso miembro y su mano no terminaba de cerrar bien, pero sabía cómo hacer para que fuese satisfactoria y se puso manos a la obra.

Era maravilloso, Samuel se estaba volviendo loco por momentos, aquello era mucho mejor que la vez que la francesa del campamento le había masturbado, e infinitamente mejor que hacerlo a uno mismo. Además, ella estaba esforzándose, le acariciaba sus testículos, apretaba de vez en cuando y soltaba, incluso le empezó a acariciar por la zona del perineo, aquella sensación…

—¿Te gusta? —preguntó en ese momento su prima, insegura.

Samuel levantó la mirada y la observó, el timbre de inseguridad que había sentido estaba ahí, presente en su rostro, lo que contrastaba con lo segura que se había mostrado en la sesión. Samuel sonrió.

—Sí… eres increíble... —dijo Samuel mientras le sonreía.

Ella asintió al recibir su aprobación, Samuel, para darle una muestra de afecto, fue a acariciarle la cara a Merche, sin embargo, al ver el gesto, abrió la boca y unos segundos después, le lamió el dedo haciéndole cosquillas y aumentando su excitación.

—Mmm… —él cerró los ojos.

Merche aprovechó para probar algo que había visto en un vídeo, y con ambas manos, cogió el tronco del pene empezó a frotar como si fuese un palo para encender un fuego en una hoguera, de lado a lado.

—Uf, ¿qué haces? —preguntó Samuel y abrió los ojos.

—Lo vi en internet ¿te gusta?

—Sí… joder.—exhaló Samuel.

—¿Quieres correrte ya?

—Un poco más…

Ella no le hizo mucho caso y empezó a acelerar y cuando estuvo a punto, paró. Samu se quejó, sin embargo, un par de segundos después acalló su lamento, notó como lengua de Merche le empezó a recorrer los testículos mientras seguía masajeando el pene con su mano, arriba y abajo...

Notó como un hormigueo con cierto toque electrizante le atravesaba los huevos, aquella impresión no tardó en seguir con fuerza a través de su espina dorsal y llegar a todos los rincones de su cuerpo. Se corrió con abundancia, llenando todo su abdomen de semen, Merche había estado rápida, y para evitar ensuciarse, había apuntado hacia el cuerpo de su primo.

El chico se sentía aturdido, incapaz de decir nada con claridad y Merche se rio mientras le acercaba una toalla que tenía en el armario.

—Te...quiero, me encantas. —farfulló Samuel, sin atender realmente a lo que decía.

Merche siguió riendo, pero su forma de mirarle cambió, aunque Samuel no pudo darse cuenta de aquello.

—Qué majo, ni que te acabase de vaciar los huevos, me alegro de que te haya gustado mi ayuda. —dijo Merche, que seguía de rodillas junto a él.

—No, tú me encantas, de verdad, Merche. —se defendió él, que empezaba a recobrar la razón.

—Anda, no digas más bobadas y date una ducha. —señalo la puerta Merche.

—Espera, ¿tú no quieres que yo…?

—jajajajaja, así no me vas a tocar, estás pringoso. —rio ella, en verdad, tenía todo el abdomen lleno de su propio esperma, la entendía.

Samuel se levantó y se dirigió hacia el servicio, pero se paró en seco, se dio la vuelta y pilló por sorpresa a su prima, la besó de nuevo, ella le devolvió el beso.

Ya en la ducha, le dio vueltas a lo que quería hacer, de un día para otro las posibilidades de su relación con Merche se habían abierto y no sabía cómo proceder, su cabeza daba vueltas en ese momento.

Dejó que corriera un poco más el agua sobre el mismo, dejándome llevar por las sensaciones que le generaban. Vértigo, era lo que sentía.

No le importaba que Merche fuese su prima, de hecho, le ponía muchísimo la idea, al final, la atracción sexual es así, puedes sentirla por cualquiera y la vida es una, hay que disfrutarla al máximo. Sí, deseaba acostarse con ella, además, tenía que aprovecharlo.

Al salir del baño, Samuel se aproximó al cuarto de su prima y notó que el pestillo estaba echado, y arrimó su oreja en la puerta, la escuchó gemir, se estaba masturbando.

Día 5

Los siguientes días fueron bastante extraños entre ellos, y aunque el tema no volvió a surgir, una cierta tensión se notaba entre ellos, cada vez que se veían, ella le evitaba, y Samuel no sabía cómo actuar. Solamente en las comidas conjuntas podían verse y apenas hablaban.

Samuel por su parte, le editó las fotos a Merche de la última sesión, y se las mandó, a lo que apenas recibió un escueto agradecimiento, aunque luego sí que utilizó alguna de ellas en sus redes sociales, las menos provocativas, por supuesto.

Aquella mañana, de pronto, Samuel escuchó un ruido en la parte de abajo, al parecer Merche estaba hablando con su madre, parecía enfadada, así que, sigiloso, bajó las escaleras y trató de escuchar.

—¡Nunca me dejas ir a estas fiestas, no es justo! —se estaba quejando Merche.

—No, Merche, no quiero que vayas sola.—dijo su madre seriamente de un modo bastante firme.

Merche protestó más y salió corriendo de la cocina. A Samuel no le dio tiempo a reaccionar y se dieron de bruces en el pasillo frente a la cocina, él se cayó de espaldas y se dio un golpe en la cabeza con el suelo, mientras que ella se desestabilizó, pero no terminó de caerse.

—¡Ahhh!—se quejó Samuel llevándose la mano a la nuca, el golpe había sido bastante fuerte.

—Ay, perdona, no te vi.

De pronto, una idea surgió en la cabeza de Merche y se giró hacía su madre.

—Has dicho que no quieres que vaya sola— espetó a su madre, con ilusión de pronto en sus ojos.

—¿Qué? Sí, claro.

—Perfecto, pues Samu viene conmigo, así no voy sola, ¿a que sí?— dijo Merche guiñándole un ojo a su primo, de pronto pareció olvidarse de que le estaba evitando.

Samuel, que estaba levantándose del suelo, miró a ambas y se sacudió la ropa, la verdad es que podría ser una oportunidad de hablar con ella.

—Claro, iré con Merche.

Su tía y madre de Merche sacudió la cabeza, no se esperaba que Merche hiciese aquello y le había pillado en un renuncio, aunque finalmente asintió.

—Vale, como veas, pero vuelve antes de la 2 —consintió preocupada.

Merche se puso muy feliz y tomó de la mano a su primo Samuel para llevárselo de la cocina y se lo llevó a una habitación que había próxima.

—¿A que me he apuntado exactamente? —preguntó Samuel, que al ver a su prima tan feliz con él se sentía animado.

—Pues escucha, resulta que esta mañana me ha escrito un amigo que es influencer, y hay una fiesta esta noche y puedo ir gratis al reservado VIP, va a estar genial. —empezó a contar ilusionada Merche.

Samuel tuvo que hacer un esfuerzo por no parecer que aquella idea le parecía horrible, y mantuvo su fachada, había caído en una trampa y no sabía cómo salir de aquella. Si Merche asistía a aquella fiesta, habría otros chicos que iban a querer ligar con ella, el mismo influencer que la había invitado sin ir más lejos, además, corría serio peligro de quedarse solo en la fiesta si aquello pasaba. Su cabeza empezó a dar vueltas.

—Espera, pero Merche, tú sabes que ese chico únicamente te quiere por tu físico ¿no? ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con él? —preguntó Samuel intentando que su prima entrase en razón.

—No seas aguafiestas Samu, sí, puede ser, pero no me importa, Carlos es muy famoso, es una gran oportunidad —dijo ella.

Para no parecer un corta-rollos Samuel simplemente acepto aquella situación, sin embargo, no se fiaba ni un pelo de aquellos chavales que parecía que lo tenían todo a su favor y que utilizaban su fama para atraer a las chicas. Como diría uno de sus profesores “no hay más carencia que la falta de la misma”. En fin, tendría que ir.

Día 5 - Noche

—¡Qué ganas tengo! —expresó Merche.

Samuel la miró de nuevo y le sonrió.

Merche se había puesto uno de los vestidos de verano que había traído al pueblo, aunque en cualquier otro contexto que no fuese de fiesta habría desentonado mucho, al parecer ella tenía muy claro que iba a salir. El vestido era negro, con lentejuelas y muy ceñido, la falda del mismo era muy corta y solamente lo sostenían un par de tirantes muy finos, la verdad que la imagen de su prima así vestida le excitaba bastante.

Samu por su parte, se había puesto una camisa blanca abierta dejando mostrar un poco de su pecho, en el que algunos pelos empezaban a aparecer y unos pantalones bermudas azules.

—Oye Merche, creo que tenemos que hablar de lo del otro día. —dijo Samuel.

—¿De qué?—preguntó ella.

—Ya sabes de lo de tu cuarto, las fotos y todo lo demás.—explicó Samu.

Ella hizo como que le costaba mucho recordar aquello y pareció falsamente indiferente.

—Ah, no te preocupes, fue divertido, pero ya está.

—¿Pero estás bien?—pregunto Samuel de nuevo.

Merche paró en seco y miro a los ojos a Samuel.

—Mira, lo del otro día no puede volver a suceder, eres mi primo, si nuestros padres se enterasen nos matarían y a ti posiblemente te cortarían los huevos.—soltó Merche—. Tienes que entender que ya está, no volverás a ver a tu querida prima así.

A Samuel se le hizo un nudo en el estómago, había llegado a calcular que aquello podría pasar, que los prejuicios y las alertas internas de Merche le saltaran y le obligasen a actuar de este modo, digna y manteniéndose distante. Lo que no había llegado a calcular ni remotamente es que le iba a doler, que se iba a sentir tan mierdas como en aquel mismo momento.

—¿Vamos? —insistió Merche, impasible.

Samuel asintió mientras se preguntaba si acaso Merche sentía algo de todo aquello.

No le dio mucho tiempo a pensar, ya que no tardaron en llegar al pabellón donde era la fiesta, al parecer tocaba un DJ bastante famoso y el aforo estaba completo. La instalación era verdaderamente enorme y es que si bien su pueblo era pequeñito, la ciudad que estaba a media hora en autobús era una de las ciudades más importantes del país.

A Merche le saltaron las alarmas, tenía miedo de que al llegar a la puerta del local no les fueran a dejar entrar, ya que ambos eran menores de edad. Pero recordó que Caros le había dicho que no tenía nada de lo que preocuparse, que iban por la entrada VIP y recomendados.

Al llegar a la entrada VIP un portero paró a la pareja de primos y se quedó un rato mirándoles, bueno, más concretamente a Merche, que mostraba su escote, generosa. No obstante, le pidió el DNI a ella, y se fijó en la edad.

—No podéis entrar.—dijo el portero del local.

—Espera, por favor, venimos con el influencer Carlos Valente, me ha invitado.—pidió Merche.

El portero torció el morro y llamó a dentro por el pinganillo, efectivamente, le confirmaron que podían pasar.

Al entrar al garito, la música que estaban poniendo era una mezcla entre reguetón y música electrónica, el ambiente estaba cargado y la gente se lo estaba pasando genial, la verdad es que molaba mucho. Samu no había ido a muchas discotecas, y sobre todo, habían sido light, nunca había estado en una de adultos y le llamó muchísimo la atención. Por el contrario, Merche parecía estar en su elemento y aquello no se le escapó a Samuel ¿A cuantas fiestas habría ido?

Llegaron al reservado por un pasillo paralelo y allí les esperaban Carlos y su camarilla. No debían de ser mucho mayores que ellos, pero la diferencia era notable en algunos casos, los bíceps del influencer eran bastante grandes y marcados y por como miró Merche a este, lo entendió todo.

—Samu, por favor, no hagas tonterías, es mi oportunidad de triunfar.—pidió Merche.

Samuel en realidad, no sabía que hacer, así que simplemente se unió al grupo y empezó a hablar con ellos, algunos estaban algo bebidos, sin embargo, por lo general eran bastante majos. Se rieron un rato y fue cambiando poco a poco su percepción de aquella gente, lo único que no le molaba un pelo era su prima, le había dejado con ellos y se había puesto al lado del tal Carlos que hablaba bajito con ella, mientras se reían.

—Anda, vamos a por una copa, invito. —dijo uno de los amigos de Carlos a Samuel.

Samuel había bebido pocas veces, pero el ambiente invitaba a ello y le apeteció, por lo que accedió, aquella era una ocasión especial, además, le estaba poniendo un poco enfermo por dentro ver a su prima con Carlos.

Al llegar a la barra se apoyaron y pidieron dos copas, de ron con Coca-Cola el amigo y gin-tonic él, no le gustaba el sabor del alcohol, sin embargo, aquello, no estaba del todo malo.

El amigo, Lucas, se dispuso a tomar su copa, le dio un largo trago.

—Tu amiga, sabes lo que va a pasar ¿no? —dijo Lucas.— Escucha, no sé quién eres exactamente para ella, no obstante, tienes que entender que es para él, al menos esta noche. Si entiendes eso, y no la lías, nos lo pasaremos bien, ¿has visto las gatitas que tenemos en la sala hoy? Te puedo conseguir a la que quieras, además Carlos me ha dicho que te recomendará en Instagram en un par de semanas, para que ganes seguidores.

Era como que su cabeza no era capaz de procesar toda la información, su prima le había dicho que jamás volverían a estar juntos, además, ella quería estar con Carlos, aquel chico le estaba proponiendo un trato para que mirase para otro lado. Algo no iba bien ¿que iba a hacer?

Samuel tomó tranquilamente de su copa y miró a Lucas.

—Merche… —empezó. Pero de pronto se calló, no sabía que responder—. Siempre que ella esté bien.

—De acuerdo —dijo Lucas, que le cogió por el hombro y le sonrió—. Y ahora, tú solamente señala a la chica que quieras.

—No, gracias, no quiero estar con nadie. —respondió en ese momento Samuel, que no se encontraba bien.

—Como tú quieras colega, me abro —dijo Lucas mientras volvía al reservado.

Samuel se quedó en la barra solo y le empezó a dar vueltas la cabeza, aquello era precisamente lo que se temía, que Merche se fuese con otros y le dejasen de lado, al final iba a ocurrir algo peligroso y no quería aquello.

Tomo una decisión. Se dio la vuelta y se dirigió hacía el reservado. Pero al llegar se topó con una sorpresa, allí le estaban esperando dos guardias de seguridad que le invitaron a irse del local, Samuel miro a aquellos tíos que eran altos como una torre que no le dejaban acceder y se puso más nervioso, no podría con ellos. Desesperado, miró hacía el reservado, intentando hacer contacto visual con Merche, no obstante no pudo, ella estaba besándose con Carlos y le hizo que todo lo que tenía en el estómago casi saliese de una. Y sin poner mucha resistencia, le acompañaron a fuera.

Se la habían jugado, estaba claro. Sin embargo, lo que más le importaba es que su prima estaba en peligro, tenía que sacarla de allí, si el tal Carlos se las había ingeniado para sacar a su primo del local es que no tendría nada bueno pensado.

Samu en ese momento localizó las salidas del sitio, si querían salir tendrían que hacerlo por algún sitio, rondó por varias y fue en ese momento cuando el corazón le dio un vuelco. Merche salió de allí con paso decidido y con Carlos justo detrás intentando hablar con ella.

Merche, al verle, sonrió con fuerza y salió corriendo hacía él. Samu se alegró y después vio que Carlos la seguía. Y una furia no controlada salió de corazón, no se pudo controlar, sintió el rubor por sus mejillas y el calor de la sangre a borbotones por todo su cuerpo. Y se lanzó contra Carlos al cual noqueo de un puñetazo en el mentón.

—¡Eh! Tú, ven aquí —grito uno de los puertas, que seguidamente se llevó la mano al pinganillo.

Merche se quedó inmovilizada y Samuel corrió hacía ella, le agarró de los hombros y le preguntó.

—¿estás bien? ¿Te ha hecho algo?

Merche no respondió, estaba visiblemente bloqueada por la situación, y parecía que un poco fuera de sí. Así que le dio la mano y salió corriendo, llevándosela con ella.

Lucas y sus amigos no tardaron en salir del local con más guardias de seguridad, pero se quedaron con Carlos, no pudieron alcanzar a Samuel y a Merche que ya habían salido del campo de visión.

Samuel corrió como alma lleva al diablo llevando de la mano a su prima, no deberían alcanzarles. Así que corrió y corrió hasta que se encontró seguro. Se agacharon detrás de unos setos que había en un parque cercano y ahí Samu miró nuevamente a Merche.

Merche se encontraba exhausta y al mismo tiempo algo descolocada, también observo que tenía uno de los tirantes del vestido rotos y un moratón en uno de los brazos.

—Dios mío, te juro que les mato como te hayan hecho algo.—Soltó Samuel.

Merche, que después de la carrera estaba acelerada, se dio cuenta de que Samu estaba allí, a su lado y recopiló en su cabeza todo lo que había pasado. El cómo había visto que se llevaban a Samuel, que Carlos no le había dejado irse y le había agarrado del brazo rompiéndole el vestido. El cómo se había zafado y salido fuera, y sobre todo, rememoró el puñetazo de Samuel y abrió mucho los ojos dándose cuenta de lo que había estado a punto de pasarle.

—... Y es que encima menudos hijos de puta, querían hacerte algo malo seguro...—continuó Samuel.

—Me has salvado —dijo de pronto ella—. Mi héroe.

Samu no dijo nada, solo le puso una mano encima de su brazo y le sonrió. Cuando vio que Merche le miraba, pudo observar agradecimiento y se sintió preocupado, pero al mismo tiempo bien, Merche estaba allí, a su lado.

—Vamos a casa —dijo él.

Día 5 - Madrugada

Llegaron a casa a la 1 de la mañana, una hora antes de lo que su tía había dicho, por otra parte, Merche llevaba la chaqueta de Samuel, tapando el vestido roto y el moratón, y de ese modo, no levantaron sospechas.

Samuel fue a su cuarto y se cambió, quitándose la ropa de la fiesta y mirando su nudillo, tenía una marca del puñetazo.

—Eso va a doler—le sorprendió Merche desde la puerta.

—Bueno, se lo merecía, ¿no crees? —preguntó Samuel.

—Supongo que te debo una disculpa.

Samuel dejó de mirarse el nudillo y se giró hacía su prima. Se había quitado el vestido y en ese momento llevaba un camisón vaporoso de satén azul, le quedaba precioso y remarcaba mucho sus curvas.

“Dios, qué buena está...” El pensamiento se adueñó de él.

—Me dijiste que me querían por mi cuerpo, que solo me querían para una cosa y yo sabiéndolo caí —dijo Merche mientras se acercaba—. Lo siento, ¿como te puedo recompensar?

La mirada del chico pasó de los ojos de su prima a su cuerpo y empezó a notar como se excitaba de nuevo. Se quedó valorando sus opciones, aquello sí que no se lo esperaba.

—No sé —exclamó ella con un tono dramático—. Igual podría ayudarte de nuevo.

La mirada de ella se posó sobre su entrepierna, y después le volvió a mirar a los ojos, picara.

Samuel se quedó extrañado, no sabía si aquello iba en serio. Hacía apenas un rato pensaba que Merche iba a pasar la noche con Carlos, y después la pelea, y ahora esto…

—Yo… pensaba que nosotros, tú yo, no podíamos…—comenzó Samu.

Merche se acercó aún más a él y pudo notar como su colonia de rosas y un poco de olor a alcohol emanaba de ella. Su miembro viril no tuvo dudas, se puso erecto.

—Tu amiguito no parece tener dudas —observo Merche en tono coqueto.

Se produjo un pequeño silencio.

Ante aquella situación, Merche, más decidida que su primo, se puso de rodillas

—Sácatela—señaló su entrepierna con su lengua—. Déjame recompensarte.

—Sí... —los nervios se estaban apoderando de él, a partir de ahí ya no tenía el control. Tragó saliva.

Al bajarse los pantalones del pijama, su pene se mostró vigoroso, con ganas de disfrutar de aquella aventura.

Y sin mediar más palabras, Merche comenzó a lamer su duro miembro, sin dejarse ninguna parte y con la atención dedicada al máximo en la tarea que tenía por delante. Estaba húmedo y al mismo tiempo tenía una sensación gloriosa de placer, tal fue la excitación que alcanzó que no pudo evitar soltar un gemido.

Estaba claro que Merche tenía experiencia, el placer que le estaba dando nunca lo había sentido, ni siquiera la última vez que ella le había “ayudado” o con la francesa, no, aquello era otro rollo. Sentía como su lengua recorría su glande, como le acariciaba y como trataba de hacerle cosquillas mientras con sus labios se ceñía bien al tronco de su pene, bajando y subiendo.

Samu se abstrajo un momento y se fijó en su prima, podía verla dedicada, con su dura polla en la boca, enfocada en darle placer, era su único cometido.

No podía más, si seguía así, no tardaría en correrse. Y aquello Merche pareció notarlo, porque se la saco de la boca y miró de vuelta a Samuel.

—Quiero más —dijo ella, sin dejar de mirarle.

De pronto, Samu se dio cuenta de algo, Merche había estado masturbándose con una mano mientras se la chupaba, y había mojado el camisón con sus flujos vaginales.

Se levantó y se quitó el camisón por los hombros, para después recostarse sobre su cama, apoyada sobre sus antebrazos y mirando a Samuel provocándole.

—Ven a mi —le invitó ella de nuevo.

Samuel se reclinó sobre el cuerpo de su prima, que la esperaba ansiosa, y se liberaron de esta forma de la distancia que les separaba, el poder sentir el roce de sus cuerpos fue estremecedor para ambos.

Los dedos del chico acariciaron el cuerpo de Merche, que se encontraba vibrante debido a su excitación. A Samuel, que casi no pensaba ya con su cabeza, aquello le envalentonó y acercó su mano a la entrepierna de su prima, por encima de las braguitas, lo notó húmedo y caliente. Empezó a masajearle por encima de la tela, que paso de estar un poco húmeda a quedar empapada, pero no era suficiente, así que, le bajó las braguitas de golpe, dejando su sexo a la vista.

Samu se quedó observándolo; era rosadito y mostraba los labios mayores bien carnosos, se le antojó que era como una pequeña concha de la que emanaba pura lujuria y desesperación. Sí, desesperación por hacerla suya.

Merche en ese momento tomo la mano de su primo y le guio

—Aquí está mi clítoris, tócalo suavemente y en círculos —ordenó ella.

Samuel lo agradeció, ya que si bien no era virgen, si era la primera vez que acariciaba directamente a una mujer, así que puso sus dedos indice y medio donde le dijo su prima y lentamente, muy lentamente le acarició, siguiendo las agujas del reloj.

Merche emitió un gemido que encendió todavía más al chico, que tuvo que aguantar, estaba demasiado excitado en ese preciso momento. Su coño estaba empapado y estar masturbándola le ponía muy cachondo.

Poco a poco la respiración de la chica fue acelerándose, y Samu tuvo el impulso de masturbarla con más energía. Pero recordó lo que le había dicho Merche, así que siguió así, tocándola con delicadeza y observándola.

Los pechos de Merche se erguían al ritmo de su respiración, tenía los pezones duros y turgentes y la piel de gallina, mostraba los síntomas evidentes de su excitación mientras unas gotas de sudor resbalaban por su piel. Samuel no podía dejar de pensar que estaba preciosa y que ojalá tuviera una cámara en aquel instante para inmortalizar a su prima.

—Fóllame —suspiró ella entre gemidos entrecortados.

—Es mi primera vez —dijo Samuel.

Merche alzó la mirada cruzándola unos instantes con la de Samuel, estaba terriblemente excitada, pero al mismo tiempo tenía ternura en sus ojos.

—Lo vas a hacer bien, lo sé —le tranquilizó—. Sigue tus instintos.

Samuel buscó en ese momento los labios de su prima y ella le correspondió sin reparos, el beso fue largo y excitante y al finalizarlo, le acercó su miembro y atravesó con el sus jugosos labios.

La sensación que tuvo en ese momento el chico fue gloriosa, la vagina de su prima estaba apretada y caliente. La penetración fue lenta, pero tremendamente placentera para ambos, fue Samu, quien siguiendo los deseos de su prima, el que marcaba el ritmo y dirigía el mete y saca.

Merche gemía enérgicamente, tanto que a Samuel le preocupo que despertará a sus tíos, así que le tapó la boca, ella se sorprendió, no obstante le sonrió y le mordió la mano. Samu acto seguido, sin darse cuenta de lo que hacía, le dio una bofetada y ella sonrió incluso más que antes. Al hacer aquello, notó como su verga se ponía aún más dura dentro de ella y tuvo que controlarse para no hacerlo otra vez.

Ella, al ver la situación, es escabulló y se separó de su primo, para esta vez, ponerse encima, desde aquella postura, se dejó caer y la polla de Samu entro de nuevo en su carne. Se recostó hacia delante y le puso sus tetas en la cara mientras desde aquella posición se movía con su cadera de adelante hacia atrás.

La energía entre los dos era intensa, en unos instantes Merche estaba ya brincando desenfrenada sobre el chico, que le recibía con fuerza para darse placer el uno al otro de forma muy viva.

Merche se reclinó entonces para atrás, apoyando sus manos en la cama, con lo que se quedó clavada en el sitio y empezó a tener pequeños espasmos. De su coño comenzó a emanar una gran cantidad de flujo mientras que una tanta de sutiles gemiditos perfectamente sincronizados con el latir de su corazón se le escapaban. Estaba intentándose controlar para no hacer ruido. Fue todo un espectáculo ver como su prima alcanzaba el orgasmo. Tanto disfruto de aquel orgasmo, que Samuel sí que no pudo controlarse, frente aquella situación se quedó paralizado mientras un estallido enérgico le atravesó de arriba abajo y empezó a bombear esperma en el interior del coño apretado y borboteante de su prima.

—¡No! Espera, ¡no! —pudo gritar ella mientras se apartaba—. ¿En que coño estás pensando?

Samu estaba aturdido y no entendía que pasaba, estaba teniendo la mejor corrida de su vida. El segundo impacto dio de lleno en el interior del coño de Merche, que se dejó caer hacía un lado y se sacó el pene de Samuel que aún siguió bombeando y le disparó el resto de su semen en la barriga. ¿Por qué Merche se retiraba así? ¿Se había enfadado?

—Joder, te has corrido dentro. —dijo Merche compungida—. Es mi culpa, tenía que haberte avisado.

—¿Qué pasa? —preguntó Samuel, todavía aturdido.

—No puedes correrte dentro de ninguna chica sin preguntar, Samu, podría no tomar la píldora… Esta vez has tenido suerte, pero coño… Qué somos primos. No me puedes dejar embarazada.

De pronto Samuel recordó todas las clases de educación sexual y naturales y se le desbloquearon un montón de recuerdos, lo que le hizo poner cara de sorpresa.

—¡Hostia! Perdona, no me había dado cuenta, era mi primera vez. —dijo el chico, avergonzado.

Merche se encaramó a su lado de un modo cariñoso y le dio un beso en la mejilla.

—Pues que sepas que me ha encantado…—dijo ella mientras le apoyaba la mano sobre el pecho.— Eres mi héroe…

Viéndola abrazada a él, recuperando su aliento y con toda su corrida sobre su abdomen hizo sentir a Samuel bien. Él la había deseado por tanto tiempo… y ahora, finalmente, era suya.

Nota del autor/a : Si has leído el relato, quería agradecerte la lectura, espero que la hayas disfrutado. Si tienes algún comentario, sensaciones que quieras compartir, cosas que crees que puedo mejorar, sugerencias, o simplemente que hay algo que te guste mucho, por favor, no dudes en dejarme un comentario y una valoración, o si lo deseas, escríbeme por email, muchísimas gracias.