Vacaciones con mi madre y mi tía

Inicio del relato de las vacaciones que pasé con mi madre y mi tía.

VACACIONES CON MI MADRE Y MI TÍA

Cuando ocurrieron los hechos que voy a relatar a continuación yo tenía 21 años y estaba en mi segundo año en la universidad. En aquella época yo vivía con mi madre que está divorciada. La verdad es que durante el curso no me había dedicado demasiado a estudiar, más bien me pasé todo el año de fiesta en fiesta. Aunque no me arrepiento para nada, ya que durante ese curso pude disfrutar de bastantes coñitos universitarios e incluso de algún que otro coñito extranjero de intercambio estudiantil. Pero al llegar el final del curso mis notas habían sido pésimas por lo que ahora me tocaba pasarme el verano estudiando para aprobar en Septiembre.

Aquél fue uno de los peores veranos de mi vida. Mi madre me obligaba a quedarme en casa estudiando y apenas podía salir de casa y menos aún salir de ligue, por lo que me perdí la mejor época del año en lo que al folleteo se refiere. No hace falta decir que al llegar el mes de Agosto ya estaba más salido que un mandril en el zoo. Estaba tan agobiado después de pasarme todo ese tiempo estudiando y con tantas ganas de mojar que cuando mi madre me dijo de pasar una semana con ella y su hermana menor en la casa que ésta tiene en la playa no dudé demasiado en aceptar. La verdad es que pasar una semana con dos cuarentonas no me apetecía mucho, pero pensé que estando en la playa no me costaría encontrar alguna guiri buenorra con la que saciar mis ansias de sexo.

A mediados de agosto partimos hacia el sur rumbo a la casa de mi tía Marta. Ella es unos pocos años menor que mi madre, también está divorciada pero no llegó a tener hijos. Lo único que le quedó de su fallido matrimonio fue esa bonita casa con vistas al mar. Llegamos a la costa al atardecer y solo tuvimos tiempo de deshacer el equipaje antes de que anocheciera. Mi madre y yo estábamos bastante cansados después del largo viaje, por lo que preferimos quedarnos a cenar en casa en lugar de salir.

Durante la cena pude comprobar que mi tía es una mujer muy vital y abierta. Los tres estuvimos bebiendo vino y la conversación se fue animando. Mi tía no paraba de decir lo guapo que era yo e insistía en preguntarme acerca de mis ligues. Animado por la bebida le conté sobre mis conquistas pero obvié algunos detalles, no creí que fuera muy adecuado hablar con mi tía cuarentona acerca del sexo anal por ejemplo. Ella se reía divertida y comentaba con mi madre que yo estaba hecho todo un Don Juan. Las dos reían alentadas por el vino y empezaron a comentar la envidia que tenían de mí, ya que para dos maduras divorciadas aquello del ligue no era tan fácil. Su conversa siguió dirigiéndose hacia el tema del sexo y los hombres. Yo me empecé a sentir un poco incomodo por escuchar a mi madre hablar de esos temas y decidí que ya había tenido bastante por esa noche y me fui a mi habitación. Las dejé hablando y riendo bastante animadas y borrachas ya.

A la mañana siguiente mi tía dijo de ir los tres a una playa que conocía cerca de su casa. Esa iba a ser una buena oportunidad para empezar a ver las chicas que había por la zona, así que fui con ellas encantado. Después de 15 minutos andando llegamos a la playa en cuestión. Buscamos un buen sitio, dejamos nuestras cosas y colocamos las toallas en la arena. Eché un primer vistazo a mi alrededor, no había mucha gente pero prometía bastante, se veía bastante gente joven y buenos cuerpos.

Mi madre y mi tía se empezaron a quitar la ropa que llevaban y me quedé bastante sorprendido, debajo llevaban unos bikinis muy pequeños. La parte de abajo era un tanga minúsculo que apenas tapaba su pubis y la parte de atrás dejaba al descubierto sus maduras nalgas.

Mi cara de alucinado en ese momento debía ser bastante evidente, ya que las dos se rieron al ver mi reacción a sus bikinis.

"Esto debe querer decir que nos vemos bien a pesar de nuestros años. ¿No?" preguntó mi tía a mi madre con una sonrisa de complicidad.

"Joder, estáis geniales. No os podéis quejar para nada" dije yo todavía sorprendido.

Las dos se rieron y me dieron las gracias. La verdad es que aquellas palabras habían sido totalmente sinceras. Mi tía tenía un cuerpo estupendo, estaba delgada y con las curvas justas, pechos grandes y firmes y un culo totalmente apetecible. Mi madre por su parte a pesar de tener unos años más estaba bastante bien también, delgada, con los pechos algo más caídos pero con un culo redondo y firme como el de una veinte añera.

Pasamos un rato tomando el sol y bañándonos en aquella hermosa playa. El tiempo era genial, mucho sol y mucho calor. Yo estaba tumbado en la fina arena, olvidándome completamente de mis exámenes cuando mi tía comentó:

"Nos lo he dicho, pero en esta playa está permitido el nudismo. ¿Qué os parece si nos quedamos en pelotas?"

Dicho esto yo me quedé aun más flipado que antes. Creí que mi madre se negaría, pero cual fue mis sorpresa al ver que se empezó a desabrochar la parte de arriba del bikini dejando al descubierto unas hermosas tetas. Luego se levantó y se bajó el tanga mientras se reía divertida por la situación. Mi tía también se quedó totalmente desnuda. Las dos llevaban el pubis rasurado, solo se habían dejado una pequeña franja vertical de pelo. He de reconocer que estaban bastante buenas y que verlas desnudas empezó a excitarme, podía sentir mi polla crecer dentro del bañador.

Entonces empezaron a decirme que yo también me tenía que quitar el bañador. Yo me negué, me daba vergüenza que viesen que me había excitado un poco, pero ellas siguieron insistiendo. Al final pensé que si me negaba en redondo iba a ser peor ya que pensarían que verlas desnudas me incomodaba, por lo que me acabé bajando el bañador dejando a la vista mi polla en estado de semi erección. Las dos empezaron a reírse, tenían mi polla morcillona justo delante de sus ojos.

"Mira Carmen, me parece que hemos puesto a tu hijo un poco nervioso" comentó mi tía entre risas.

"Bueno, eso debe querer decir que todavía tenemos esperanzas con los hombres" soltó mi madre y las dos se pusieron a reír con grandes carcajadas.

Yo estaba muerto de vergüenza y no pude hacer otra cosa que meterme corriendo en el agua para evitar que me siguieran mirando. No me podía creer que aquellas dos viejas me hubiesen puesto así de cachondo. Son mi madre y mi tía, pensé, pero la verdad es que están bien buenas. Tuve que hacerme una paja dentro del agua para calmarme un poco y poder volver a tumbarme con ellas, pero en todo el tiempo que estuvimos en la playa no pude dejar de contemplar sus cuerpos desnudos.

Por la tarde volvimos a la casa de mi tía. Mi madre dijo que estaba cansada y que iba a ir a dormir la siesta en su habitación, yo me quedé en el salón viendo la televisión y mi tía se fue a la terraza a aprovechar los últimos rayos de sol.

Había pasado apenas media hora cuando oigo que mi tía me llama desde la terraza. Voy hacia allá y me la encuentro tumbada boca abajo tomando el sol en tanga, con su precioso culo apuntando hacia mí.

"Ponme crema en la espalda cariño por favor" dijo mi tía señalándome el bote de crema protectora.

En ese momento noté un cosquilleo en la punta de la polla. Me acerqué despacio y me puse de rodillas a su lado. Le esparcí la crema por la espalda y empecé a darle un suave masaje.

"Mmmmmm… que manos tienes cariño" dijo mi tía suspirando.

Ella seguía sin levantar la cabeza del suelo totalmente encantada por el masaje que le estaba haciendo. Yo estaba poniéndome bastante cachondo otra vez. Acariciaba la espalda de mi tía con suavidad, sintiendo su piel suave y su delicioso cuerpo entre mis manos. Mis manos empezaron a bajar lentamente hasta empezar a sobar su rico culo, a lo que ella respondió con un leve gemido. Yo tenía la polla a punto de reventar el bañador cuando ella se dio la vuelta.

"Ahora ponme por aquí por favor" dijo señalando su pecho sin poder evitar fijarse en el enorme bulto en mi entrepierna.

Yo me puse crema en las manos y empecé a masajear los pechos de mi tía con firmeza. Eran unas tetas grandes, apenas cabían en mi mano, pero duras como rocas y sus pezones apuntaban al cielo. Era una delicia poder acariciarlas así, con fruición, mientras mi tía parecía que empezaba a excitarse con mis toqueteos. Se mordía el labio inferior cerrando fuertemente los ojos y emitía suaves gemidos. No me podía creer que aquello estaba pasando, pero tenía que aprovechar que mi madre estaba durmiendo y ver hasta donde llegaba esta situación.

Entonces noté la mano de mi tía encima de mi paquete. Sin yo dejar de acariciar sus tetas, mi tía empezó a tocar mi excitada polla por encima del bañador. Aquello ya era demasiado bueno, pensé. No tenía nada que perder, así que me bajé el bañador dejando libre mi verga de casi 20 centímetros totalmente empinada. Mi tía la miró asombrada, ya que antes no la había visto en ese estado, y empezó a pajeármela con energía. Yo me incliné hacía atrás dispuesto a disfrutar de aquello.

Después de un rato, mi tía me dijo que me acercara más a ella. Enseguida entendí lo que quería decir y encantado puse mi polla justo delante de su cara. Ella no tardó en agarrarla y metérsela en la boca, chupándomela con fuerza y tragándosela hasta el fondo. La mamaba como una profesional mientras con una mano me acariciaba los huevos.

"Jodeeerrr, que bien la chupas Marta… sigue así, me encantaaaa… aaaah… aaaaaaaah… siiiiii" gemía yo desesperado, y con razón ya que esa era la mejor mamada que me habían hecho.

Mi tía se dio cuenta de que yo estaba a punto de correrme y decidió acelerar el ritmo para hacerme acabar más rápido. Me agarró del culo con ambas manos, haciéndome follar su boca hasta lo más hondo. Me la chupaba como una desesperada y yo no tardé mucho en correrme.

"Siii, siiiiiii… me corrooo, me corroooooooo… aaaaaaaaaaah" grité para avisarla de que mi leche estaba viniendo.

Ella se sacó mi polla de la boca justo en el momento que eyaculé una gran cantidad de semen que fue a parar a sus tetas. Los chorros de lefa salían disparados bañando el cuerpo de mi tía, que siguió pajeándome la polla hasta que salió la última gota de semen.

No me podía creer lo que acababa de hacer, mi tía me la acababa de mamar y había sido una de las mejores chupadas de mi vida. Me tumbé en el suelo extenuado después de aquella genial corrida, con mi polla recuperando lentamente su estado normal.

Mi tía se levantó y me guiñó un ojo sonriéndome y entró en la casa, seguramente para limpiarse.

Yo seguía en el suelo, intentando asimilar lo ocurrido cuando oí voces que venían del interior de la casa.

"Eres una guarra…" oí que dijo mi madre.

"Ya lo sé, pero me debes una cena y 50 euros guapa" contestó mi tía.

Empecé a sospechar lo que estaba ocurriendo y rápidamente me puse el bañador y entré en la casa. Allí me encontré a mi tía, todavía con semen entre sus tetas, hablando con mi madre. Ellas me miraron sonriendo divertidas al verme, pero a mí no me hacia nada de gracia.

"¿Se puede saber que coño está pasando? ¿Mamá, de que va todo esto?" pregunté yo bastante cabreado.

"No pasa nada hijo mío, mi hermana y yo habíamos apostado a que ella sería capaz de seducirte. Y ya he visto que he perdido la apuesta" contestó mi madre riendo. Yo no me podía creer lo que estaba oyendo.

"¿No negarás que te ha encantado, verdad cariño?" dijo mi tía acariciándose los pechos, insinuante.

"No me puedo creer que me hayáis hecho esto. ¡Sois unas putas!" dije yo antes de irme corriendo a encerrarme en mi habitación.

Durante el resto del día no salí de mi cuarto. No cené con ellas y tuve que esperar a que se fuesen a dormir para ir a la cocina y poder comer algo. Estaba muy enfadado, me habían utilizado para su diversión y reírse de mí, aparte de haberme inducido a hacer algo inmoral. Seguro que lo tenían planeado desde antes de venir, pensé yo, las muy guarras

Al día siguiente tampoco fui a la playa con ellas. Mi madre vino a la habitación a decirme que si quería ir con ellas pero yo apenas le dirigí la palabra, yo quería que se diera cuenta de que seguía muy molesto. Me pasé todo el día en mi habitación pensando en todo lo ocurrido hasta que por la tarde mi madre y mi tía volvieron de la playa.

Mi madre llamó a la puerta, quería disculparse. Yo dejé que entrara porqué como mínimo quería escuchar sus explicaciones.

"¿Todavía sigues enfadado cariño?" preguntó ella, pero yo ni siquiera le contesté. Llevaba puesto el bikini minúsculo y empezó a acariciarme el brazo. Al verla así no pude evitar recordar cuando la vi desnuda en la playa y empecé a notar como se me hinchaba la polla. Tiene un cuerpo precioso para su edad y se veía de muerte con ese bikini.

Mi madre se dio cuenta del creciente bulto en mis calzoncillos. No podía apartar la vista de ahí y su mano se fue acercando a mi paquete. Antes de que me diese cuenta ya estaba sobándome la polla por encima de los calzoncillos.

"Mamá, ¿pero que estás haciendo?" dije yo alarmado.

"Cállate tonto, está claro que esto te gusta" dijo ella, y tenía razón ya que mi polla no paraba de crecer respondiendo a las caricias de mi madre.

Intenté decir algo más pero no pude, era evidente que aquello me gustaba y que mi madre me ponía cachondo. Además a ella parecía gustarle la idea de excitar a su hijo, se notaban sus pezones duros a través del bikini.

Entonces ella me bajó los calzoncillos dejando mi rabo completamente libre. Lo tenía en perfecta erección y mi madre no tardó en empezar a masturbarlo vigorosamente. Yo empecé a gemir encantado.

"¿Te gusta esto, verdad cariño?" me preguntó ella.

"Si mamá… muchoooo… aaaaaaah… sii, siiii… me gusta mucho mamá…" gemí yo muerto de gusto.

No tardé nada en correrme. A los pocos minutos de masturbarme mi madre, ya había eyaculado una excelente cantidad de leche. Aquello me había vuelto loco, mi propia madre haciéndome una paja.

"Ahora límpiate y arréglate hijo, esta noche vamos a salir los tres a cenar" me ordenó mi madre mientras salía de mi cuarto con restos de semen todavía en su mano.

Hice lo que me pidió. Me duché y me vestí para salir a cenar. Sabía lo que querían. Desde el momento en que habían visto mi rabo en la playa solo deseaban tenerlo para ellas. Sólo eran dos cuarentonas divorciadas necesitadas de una buena polla, aunque fuese de su propia familia. Y eso era justamente lo que le iba a dar a las muy guarras.

Continuará