Vacaciones con mi esposa
Unas vacaciones muy necesarias terminan siendo el despertar de nuevos placeres
Era nuestro primer viaje fuera del país, para ella su primer viaje en avión, destino México.
El solo hecho de pensar en que tendríamos tiempo exclusivo para nosotros, lejos de los niños, de las preocupaciones del trabajo, etc. y de las muchas recomendaciones de que DISFRUTARAMOS me hacía pensar en qué cosas o aventuras podríamos vivir en las tierras del tequila. Me excitaba el solo hecho de imaginarnos en el caribe dispuestos 24 horas el uno para el otro.
Estábamos ansiosos, el viaje fue largo y ella disfrutaba cada cosa, todo era nuevo, me miraba y podía sentir su emoción, el nerviosismo en el despegue y verla como miraba como niña chica por la ventanilla me daba gusto, la estaba haciendo feliz.
Ya en el viaje puse una película, ella solo miraba la ruta y se paseaba por el menú de la pantalla de su puesto sin decidirse en qué ver, nunca ha sido muy buena para ver películas o series porque se duerme, y solo empecé a sentir su mirada y como la conozco tan bien sabía que no quería dormir, los tragos del salón vip del aeropuerto habían hecho su efecto y veía en sus ojos sus ganas de juguetear ahí mismo.
El avión estaba a oscuras, solo pequeñas lucecitas iluminaban tenuemente el pasillo, ella dijo tener frío y pidió una manta, levantó el apoyabrazos que nos dividía, me tapo, me tomó la mano y puso su cabeza en mi hombro. Después de un rato tomo nuevamente mi mano y la subió hasta su entrepierna y comenzó a moverla, todo por sobre el pantalón, pero igual sentía como cada movimiento hacia que se pusiera más caliente.
Se volvió a acomodar en el asiento y dejó mas espacio para que pudiera jugar con mi mano, así que estaba muy claro que ella quería seguir el juego.
Muy despacio desabroche su pantalón, baje el cierre y pude llegar con mi mano hasta su vagina. Sabia que ella estaba caliente, pero no pensé que estaría tan mojada. Podía sentir su calzón muy húmedo.
Lo más despacio que pude comencé a tocarla por fuera y cada cierto rato metía un dedo dentro de ella, solo sentía como su respiración iba agitándose, y yo con mi pene a mas no poder solo quería tomarla y penetrarla, pero me desconcentraban los nervios de que alguien nos viera, a ella parecía no importarle, podía notar como cada movimiento de mis dedos la hacía mojarse aún más, estaba muy caliente. Yo quería tocar sus tetas, pero la manta no cubría esa parte, me aguanté las ganas y solo seguí tocándola, de pronto siento su mano en mi pene, que a esas alturas estaba muy duro y mojado, sus manos suaves sabían cómo tocarme, ella lo disfruta, lo noto porque siento en mis dedos como se va mojando aún más. Su respiración sigue muy agitada y en su calentura soltó un quejido de esos que me vuelven loco, me tomó la mano con fuerza y la llevó más adentro de su vagina y acabó sin soltar mi pene, lo apretó y tocó de tal manera que no pude aguantarme y acabé también. A centímetros había otro pasajero que creo noto lo que pasaba, pero se hizo el dormido. Ella disimuladamente limpió, me dijo al oído “El viaje recién comienza" y se acomodó para dormir.
Yo no podía dejar de pensar, me sentí extraño, nervioso, ella seguía durmiendo como si nada, yo sentía que todos me miraban, la única vez que habíamos tenido sexo en un lugar público tenía 18 años y a esa edad nada importaba mucho. Sabía que este viaje iba a ser intenso y no quería defraudar. Mi mujer es apasionada, rara vez me ha dicho que no, pareciera estar siempre dispuesta a hacer el amor, se entrega a lo nuevo y tiene fantasías que no son imposibles de hacer. Es sexy, siempre se lo digo, pero ella no lo cree, cuando caminamos juntos veo como otros hombres la miran, ella dice no darse cuenta.
Llegamos a Panamá, afortunadamente la espera fue corta y el viaje desde ahí a México son pocas horas. Ella iba feliz, no dijo ni una palabra de la escena anterior, como ya era de día miraba por su ventanilla las nubes y conversábamos cosas triviales. Yo no podía parar de mirar su escote, el calor de Panamá hizo que se desabrigara y la blusita que llevaba puesta con el botón a punto de reventar dejaba ver sus grandes tetas. Quería tocarlas, pero me contuve.
Por fin llegamos a destino, un calor tropical que nos hacía sudar, subimos al auto que nos llevaba al departamento que arrendamos, en el camino ella muy acalorada solo decía que quería llegar y sacarse la ropa y tomar una ducha, noté como el conductor la miraba por el espejo retrovisor con los ojos clavados en sus tetas, yo solo atiné a besarla y el siguió conduciendo, ella me respondió con otro beso y otro y otro hasta que sentí su lengua juguetona. Paré para que no se notara que mi pene había comenzado a ponerse duro otra vez. abrí una botella de agua y le pedí al conductor que subiera el aire acondicionado para bajar la temperatura.
Llegamos al departamento que estaba a pocas cuadras de la playa en el 4° piso y tenía una terraza en el techo con jacuzzi, reposeras y una vista a gran parte de la ciudad. Acomodamos las maletas y ella se desnudó completamente y se fue al baño, la ducha daba hacia el dormitorio y podía ver su silueta a través del vidrio empavonado, veía como pasaba sus manos por su cuerpo, su cuello y como se enjabonaba sus tetas. No se si ella sabía que la estaba mirando, pero me excitaba verla ahí, ella decía que rico, que rico! con voz de placer y me llamó, yo ya iba listo, con mi pene dispuesto a lo que quisiera, nos besamos fuertemente, besos largos, profundos de los que ella dice que le llegan a la garganta, sentíamos el agua caer entre nuestros cuerpos calientes, probamos muchas posiciones, el agua hacia más sexy el momento lo hicimos como locos, como si no hubiéramos hecho el amor en mucho tiempo, nos disfrutamos, ella me chupo con ganas, yo a ella, luego la penetre por detrás, dimos rienda suelta a todo, fue la ducha más exquisita que habíamos tenido, la llevé a la cama y se lo hice fuerte, ella y sus quejidos de placer me tenían muy caliente, no podía parar, escuchaba como al entrar se sentía su humedad y me apretaba fuerte con sus piernas para sentirlo más adentró, estaba muy mojada y caliente sus tetas apretadas en mi pecho, éramos un solo cuerpo, deseosos de placer, calientes al máximo yo con el pene a punto de explotar, paraba a ratos pero ella no me soltaba, quería sentirme primero fuerte, después suave, luego fuerte otra vez y así por mucho rato, no queríamos acabar, estaba tan rico, tan caliente nos chupamos nuevamente el uno al otro cada vez con más ganas, su boca sabia a sexo, más me excitaba y ya no pudimos aguantarnos más, acabamos juntos, de esos orgasmos intensos y largos, simplemente exquisito.
Ella se paró, volvió a la ducha, se maquilló y vistió muy linda para salir. Lo mejor del caribe es que usas poca ropa.
Salimos a recorrer la ciudad, nos tomamos fotos, había mucha gente, de distintos países, distintas razas, un ambiente de fiesta en todas partes. Nunca he sido muy fresco, más bien reservado y cuidadoso, pero pasaban mujeres lindas y trataba de disimular, pero era difícil con esas minifaldas, cuerpos bronceados, escotes voluminosos, en todo caso ella también tenía donde mirar, muchos hombres guapos, de espalda trabajada como dice ella que le gustan, altos y harto español de acento de película porno.
Llegamos a un bar literalmente a la orilla del mar, podías meter los pies al agua si querías, hacia calor, corría un viento exquisito, nos pedimos unos tequilas y luego otro y otro, en el lugar había una bailarina muy sexy bailando el caño que colgaba de una palmera, mi mujer la miraba, no con celos, parecía como si estudiara sus pasos, yo trataba de no mirar para evitar incomodar, pero ella me dijo que la mirara, me preguntó si me gustaba, yo no respondí, ella siguió mirando, me preguntó qué se sentiría estar ahí, con tanta gente mirándola, con hombres deseosos de tocar su cuerpo. Llegó el mozo con otra ronda de tequilas y cambiamos el tema.
Llegamos al departamento muy contentos y mareados, el camino desde el bar no duro mas de 10 min caminando. Quería llegar rápido para poder hacer el amor con mi mujer.
La entrada ya fue diferente, en el elevador ya estábamos dándonos besos muy calientes, de esos profundos y muy mojados.
Igual estaba nervioso, siempre he sido más tímido y vergonzoso, pero ese día ya no me importaba que nos vieran, eso, parece que mi mujer lo notó.
Llegamos y nos tiramos a la cama, entre besos y caricias me dice que quiere subir al balcón, que aprovechemos que estamos en el caribe y no hace frio.
Llegamos y mi mujer se sacó toda la ropa de una vez, tenía una cara de estar muy caliente, y no le importaba nada que estuviéramos en un lugar a la vista de las ventanas de los otros departamentos. Aunque no se veía ninguna luz prendida, ya era cerca de las 3 AM.
Me dio un empujón sobre una reposera y a tirones me saco los pantalones. Aunque yo estaba muy caliente, volví a pensar en si nos veían y me puse nervioso, pero mi mujer no me dio tiempo de pensar más en eso, y se metió de una vez mi pene en su boca, primero casi completo, luego sacaba y daba toques con la lengua, recorría todo muy despacio, después cambiaba el ritmo y hacia lo mismo, pero más rápido.
Ella estaba completamente desnuda, en una terraza, expuesta completamente, porque al estar chupándome quedo mostrando todo el trasero a quien quisiera ver.
Fue en ese momento que vi cómo se movió la cortina de un departamento, y apareció un hombre parado, con la luz apagada, pero se veía su silueta.
Le digo a mi mujer, pero no le importó, me dice que no hay nadie, y son inventos míos, así que siguió en lo que estaba y a mi se me olvido de que teníamos público.
Paré a mi mujer porque si seguía 10 segundos más terminaría acabando en su boca, y quería hacerlo dentro de ella, acabar al mismo tiempo.
Se paro y se puso sobre mí, pero dudo, yo sabía que quería algo más, y fue que cambio de plan, no se sentó sobre mi pene, recostó más la reposera y se sentó en mi cara, para que yo pudiera hacerle sexo oral. Estaba exquisita, ese sabor y aroma de cuando esta muy caliente que me encanta, podría pasar mucho rato haciendo lo mismo.
Yo chupaba lo que mas podía y ella me dejaba, porque se movía realmente como cuando me esta montando, pero esta vez sobre mi cara.
Yo masticaba, chupaba y lamia todo lo que podía, hasta que se bajó y esta vez si se sentó sobre mí. Primero lento y de a poco fue aumentando el ritmo. Se acercaba a mi oreja y me decía lo caliente que estaba, que le encantaba lo que estábamos haciendo.
Se veía preciosa, totalmente desnuda, con la luz de la luna solamente, pero yo veía muy bien todo su cuerpo. Sus tetas grandes se movían al ritmo de su cuerpo, yo apretaba y chupaba cada una de sus lindas tetas.
Entonces me acordé de la ventana, y volví a mirar. Ya no estaba el hombre solo, ahora estaba con una mujer. Creo que era una mujer porque era mas baja que el hombre y tenia pelo largo, solo se veía la silueta de ambos.
Le vuelvo a decir a mi mujer, y eso fue como encender una chispa. Se acerca a mi oído y me dice que no hay nadie, que me quede tranquilo y siga disfrutando, pero noté que se calentó más. Ya se quejaba y movía más fuerte.
En eso empezó a llover, pero no era importante, estábamos mojados por nuestro sudor y también por el agua de la lluvia, esa lluvia tropical.
Yo me volví a olvidar de los mirones, ya no importaba, estaba tan caliente, en el caribe haciendo el amor con mi mujer bajo la lluvia.
Le dije que cambiáramos de posición y yo me ponía sobre ella, pero no me dejó, se paró y se dio vuelta. Volvió a montarme, pero esta vez me daba la espalda.
Se movía tan bien que cada cierto rato tenia que pensar en cualquier cosa para no terminar, sabia que ella lo estaba disfrutando mucho y no quería ser yo quien terminara la fiesta.
La mire y se veía hermosa desde atrás, tenia al alcance sus nalgas y las podía apretar y a tocar la entrada de su trasero, me moje el dedo pulgar y se lo metía suavemente.
La volví a mirar y me fijé que se estaba tocando las tetas y pasaba una de sus manos por el cuello, movía su pelo con cada movimiento. Fue entonces que me fije en lo que estaba y mire a nuestros vecinos.
Mi mujer se estaba mostrando a lo mirones, y lo disfrutaba. La notaba muy mojada y caliente. Mire a nuestros vecinos y ellos estaban teniendo sexo frente a nosotros desde la ventana de su departamento.
Ellos estaban de pie, la mujer apoyaba las manos en la baranda y el hombre la penetraba desde atrás.
Me senté para poder tocar sus tetas y morder su cuello, pero no dije nada para no matar su momento. Su momento de sentirse observada y deseada por otras personas.
Esa escena era muy excitante, estar en el caribe haciendo el amor bajo la lluvia tropical y ser los actores porno de otra pareja fue increíble, ya ni recuero la cantidad de veces que me he masturbado volviendo a recordar.
Nuestros vecinos comenzaron a besarse, él la seguía penetrando desde atrás y la tomaba desde el pelo para acercar sus caras. Después de un rato se separaron y la obligo a bajar, creo que para que se lo chupara. Pero había un detalle, él hombre no estaba mirando a su pareja, se notaba que miraba en nuestra dirección.
Mi mujer seguía en la misma posición, sentada sobre mi moviéndose muy rico, dándome la espalda y tocándose las tetas, le estaba dando un espectáculo en vivo a un total desconocido y ella lo tenía muy claro.
No pasaron más de 5 minutos y sentimos los quejidos de placer del hombre, me levante un poco y mire hacia ellos. Se notaba que el le estaba presionando la cabeza a la mujer contra su pene, seguro para que se tragara todo, pero volví a notar que su mirada estaba hacia nosotros. La mujer se levantó, se dieron un beso y ambos entraron a su departamento.
Nosotros seguimos unos minutos y luego terminamos al mismo tiempo en un orgasmo muy intenso. Se dio vuelta, me besó muy profundo y me pidió que bajáramos.
Llegando a la habitación nos metimos a la ducha y luego a la cama a dormir.
Mi cabeza daba muchas vueltas, todo era nuevo. Pensaba en todo lo que había pasado, en mi mujer y en la pareja de mirones, hasta que entendí que lo único que tenia que hacer era dejar de buscar lógica a cosas que no lo tienen. Lo único importante era que estas vacaciones eran nuestras y teníamos que disfrutarlas.